La tuitera Cassandra, condenada a 1 año de prisión por humillar a las víctimas

La Audiencia Nacional se ha quitado la toga,con este gesto ha perdido el respeto a la Justicia.El desprestigio está servido.Ha perdido su esencia de impartir Justicia objetiva.Es el mayor ridículo posible que ha podido cometer una institución semejante.Asombra a propios y extraños.Quien ha perdido más en este juicio ha sido la AN.La chica ha resultado ser una victima de la injusticia que se está aplicando,pero tiene vida por delante para poder sobrevivir a todo esto.Lo que ya no tiene remedio es la mancha que los que ostentan el derecho a impartir justicia, de la desconfianza y el desprecio. Es alucinante la sentencia que ha dejado a todos con la boca abierta.Dios nos libre de semejante justicia.
 
JOAN OLLÉ

Carrero Blanco
"Yo nunca he deseado la muerte a nadie, pero si eso no hubiese ocurrido, hoy no estaríamos los tres aquí", nos dijo Juan Carlos a Ramoneda y a mí en 1999)

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Joan Clos, Joan Ollé, Sofía y Juan Carlos, junto a un futbolín en la exposición sobre los 75 años de la SER, en noviembre de 1999.



El presidente del Gobierno franquista, Luis Carrero Blanco, delante de Franco.

A finales de 1999, la Cadena SER me invitó a comisariar (la palabra tiene delito) una exposición en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona y luego en el Círculo de Bellas Artes de Madrid para conmemorar sus primeros 75 años, y de paso darnos un garbeo por los últimos tres cuartos de siglo de nuestra memoria común. La exposición consistía en un itinerario por diversos ámbitos, como habitaciones de una casa o ángulos de un laberinto, cada uno de ellos dedicado a un género radiofónico: las retransmisiones deportivas de todas las épocas se oían desde las porterías de un inmenso futbolín en cuyas barras se alineaban jugadores con camisetas de todos los colores de la Liga; los informativos matinales, en el cuarto de baño donde recibimos las primeras malas noticias del día mientras nos lavamos la cara; los partes del equipo médico habitual de Franco, en una habitación de hospital con una cama vacía, deshecha y meada…

UN PEQUEÑO INSTANTE HISTÓRICO
El día de la inauguración, presidida por Juan Carlos I y Sofía, se nos propuso a Josep Ramoneda, director del Centre, y a mí acompañarles en su visita. Los cuatro abríamos la comitiva, y a una prudente distancia nos seguían Jesús Polanco, Jordi Pujol, Joan Clos y otras primeras o segundas autoridades locales. Además de algunas jugosas anécdotas acaecidas durante el recorrido, en un momento dado accedimos a un cubículo negro, en cuyo centro la escasa luz rojiza que emergía de un cráter abierto en mitad de la sala iluminaba los bajos de un coche oficial estampado contra el techo. El Rey, pillín, me preguntó dónde estábamos, y yo no tuve más remedio que responderle lo que él ya sabía: en la madrileña calle Claudio Coello, a las 9 y 27 de la mañana del 20 de diciembre de 1973. (Era Carrero ministro naval / y era su sueño volar y volar / hasta que un día ETA militar / hizo su sueño realidad / Y voló y voló y voló…) Juan Carlos dio una discretísima orden a su asistente para que nos dejase solos, nos rodeó con sus brazos a Ramoneda y a mí y sentenció a media voz: «Yo nunca he deseado la muerte a nadie, pero si esto no hubiese ocurrido, hoy no estaríamos los tres aquí». Josep y yo nos miramos, con ojos de búho, desde la profunda convicción de haber compartido un pequeño instante histórico.

AGONÍA EN LA JUSTICIA
Cassandra, estudiante de historia de 21 años, ha sido condenada por la Audiencia Nacional a un año de cárcel por enaltecimiento del terrorismo al haber bromeado por Twitter con el espectro del almirante e imposible sucesor del Caudillo. ¿Quién si no una futura historiadora podría invertir tiempo y humor en memoria de un ogro que nunca mereció recuerdo alguno? Yo tampoco deseo la muerte a nadie, pero mucho me temo que algunos aspectos de nuestra justicia están en fase de agonía.
 
Habría que haber hecho mucho más por Cassandra


Si unos miles de personas se hubieran juntado a las puertas de la Audiencia Nacional el día que empezó el juicio, aunque solo hubiera sido para acompañar a Cassandra, hoy las sensaciones serían distintas, aunque la sentencia hubiera sido la misma

Carlos Elordi
38 comentarios

31/03/2017 - 20:21h
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Foto de archivo, fechada en Madrid el 22 de marzo de 2017, durante el juicio por enaltecimiento del terrorismo, de Cassandra Vera. EFE

Bienvenidas son todas las expresiones de indignación por la sentencia que ha condenado a un año de cárcel a Cassandra Vera por haber publicado unos chistes. Pero llegan tarde. Porque el drama ya no tiene marcha atrás. Y en el aire queda una pregunta. ¿Por qué quienes podrían haberlo hecho, no propiciaron un movimiento contra el juicio mismo antes de que este tuviera lugar? Se conocía la petición fiscal: dos años y medio de prisión y tres de libertad vigilada. ¿Por qué nadie se movió para tratar de impedir que una atrocidad como esa fuera llevada a su término sin impedimento alguno?

Lo más probable es que una movilización ciudadana no hubiera evitado que los jueces llevaron a cabo su propósito. Y que toda suerte de descalificaciones, y puede que algo más, hubieran caído sobre los que participaran en ella. Pero no lo sabremos nunca. Y hoy, por detrás de las protestas, asoma la sensación de que jueces como los que han condenado a Cassandra –de antecedentes tan inquietantes como los que ha contado Gumersindo Lafuente– y los demás que piensen como ellos pueden hacer lo que quieran. Y la posibilidad de que eso sea cierto es espantosa.

Son gravísimas las pruebas de que la democracia sigue sin entrar del todo en el territorio del poder judicial y, aún peor, las de que esos ámbitos hay personas con capacidad ejecutiva que parecen dispuestas a anular nuestra historia reciente y a reverdecer los valores y los iconos del franquismo. Pero también lo es la incapacidad para reaccionar frente a esa deriva, que no ha empezado ayer sino que lleva unos años en marcha.

El antecedente inevitable que lo confirma es la expulsión de Baltasar Garzón de la carrera judicial. Que se perpetró sin que prácticamente nadie levantara la mano en contra. Poco más de trescientas personas, si llegaban, se congregaron aquella tarde del 22 de febrero de 2012 a las puertas de la Audiencia Nacional para mostrar su solidaridad con el magistrado cuando abandonaba para siempre su despacho. Se habían convocado ellas mismas, ninguna sigla las amparaba. Y allí se rumió el desánimo, la derrota.

Poco antes de aquello a España había llegado el opúsculo ¡Indignaos!, que había escrito Stéphane Hessel, antiguo dirigente de la resistencia francesa contra el nazismo. Su título lo decía todo: no se puede aceptar pasivamente la injusticia, hay que levantarse contra la misma. Al menos para salvar la dignidad. Se acabó la intolerancia. No hay que pasar ni una. Y el texto que decía todo eso y bastante más fue el libro de cabecera del 15M. Convendría volver a leerlo hoy que los ánimos parecen estar un tanto más bajos que entonces.

Volviendo a Cassandra, se desconocen los motivos por los que no se ha llamado a la movilización contra el juicio. Si la cosa se debatió en algunos círculos, políticos o no, o pasó desapercibida hasta que ya era demasiado tarde. Si se desechó cualquier iniciativa de calado porque se temió que no iba a tener seguimiento o porque había otras tareas más perentorias que esa. Si se optó por la inacción por temor a eventuales represalias o a un enfrentamiento con el poder judicial o no se hizo nada porque se estaba en otra cosa.

Sea por lo que fuera, el resultado es muy malo. Si unos miles de personas se hubieran juntado a las puertas de la Audiencia Nacional el día que empezó el juicio, aunque solo hubiera sido para acompañar a Cassandra, hoy las sensaciones serían distintas, aunque la sentencia hubiera sido la misma. La movilización no es un mito, sino un proceso que se va haciendo, un hábito democrático que se adquiere yendo una y otra vez a los sitios difíciles, aunque no se gane siempre o, mejor, aunque se pierda las más de las veces. Y las sensaciones de quienes participan en el mismo, la fortaleza democrática que adquieren, poco tienen que ver con las de mandar un tuit, por encendido que sea. Y sus consecuencias políticas, mucho menos.

Alguna vez habrá que emprender a fondo ese camino. A menos de que quienes podrían encabezarlo estén convencidos de que no es posible, de que la gente no está por esa labor. El recurso ante el Tribunal Supremo sobre la sentencia contra Cassandra debería ser una ocasión para abordar sin cortapisas la lucha por la dignidad y para que nadie se distraiga en otras tareas. Pero seguramente la justicia ofrecerá antes otras oportunidades.

http://www.eldiario.es/zonacritica/hecho-Cassandra_6_628247211.html
 
Franco también es una víctima del terrorismo, no hagan chistes


Son los jueces quienes humillan a víctimas del terrorismo equiparándolas con Carrero. De paso humillan también a las víctimas del franquismo

Isaac Rosa
69 comentarios

30/03/2017 - 20:28h
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Franco y Carrero Blanco EFE

ETA mató a Carrero. ETA es una organización terrorista. Carrero es una víctima del terrorismo. Humillar a Carrero es humillar a las víctimas. La humillación de las víctimas está castigada en el Código Penal.

Ese parece el razonamiento deductivo que siguieron los jueces para condenar a Cassandra Vera: Carrero-ETA-víctimas-Código Penal. Intento seguir la secuencia, para llegar al final y así sumarme a la discusión de fondo: si el honor de las víctimas debe protegerse en el Código Penal o por otras vías. Pero cada vez que lo intento, no consigo pasar de la tercera premisa, la de "Carrero es una víctima del terrorismo".

Lo intento una vez más, venga: "ETA mató a Carrero" es un hecho histórico, vale. "ETA es una organización terrorista", estamos de acuerdo, aunque podríamos discutir sobre la legitimidad de sus acciones contra una dictadura, pero venga, sigamos. "Carrero es una víctima del terrorismo". Nada, cortocircuito. ¿En serio Carrero es una víctima que merezca el "reconocimiento y protección integral" que da la ley a las víctimas?

A efectos legales lo es, de acuerdo: la legislación española extiende la consideración de víctima hasta 1960, y Carrero voló, voló, y hasta el alero llegó en 1973. Pero si nos ponemos puntillosos (y los jueces, de puntillas saben un rato, no solo las que llevan en la toga), si seguimos la ley al pie de la letra, podríamos llegar a considerar al mismísimo Franco víctima del terrorismo, merecedor de reconocimiento y protección.

No, no se rían. No lo voy a decir muy alto, no sea que sus herederos se enteren y acaben consiguiendo una ayuda o condecoración, pero técnicamente Franco es también una víctima del terrorismo, con tanto derecho a ser protegido como Carrero Blanco. No, a Franco no lo mató un atentado, pero la Ley 29/2011 (ya dije que me iba a poner puntilloso) considera acción terrorista "la llevada a cabo por personas integradas en organizaciones o grupos criminales que tengan por finalidad o por objeto subvertir el orden constitucional o alterar gravemente la paz pública" (artículo 3). Y considera víctima a los fallecidos pero también quienes "han sufrido daños físicos y/o psíquicos" (artículo 4). Yendo un paso más lejos, el reglamento que desarrolló la ley ( Real Decreto 671/2013, toma puntilla) incluyó a los "amenazados" desde 1960, y posteriores sentencias añadieron a quienes salieron ilesos de atentados.

Pues bien, Franco no solo estaba "amenazado" por "terroristas" (ETA y otros grupos armados desde 1936 en adelante), sino que hubo hasta una docena de intentos fallidos de asesinarlo. Bombas que no explotaron a tiempo, francotiradores sin acierto, un ametrallamiento a su coche blindado, un avión con explosivos, y hasta un bonzo. Incluso Arrabal dice que lo intentó. No le tocaron un pelo, pero insistieron una y otra vez, lo que ya vale para ser considerado víctima. Y por lo menos cuatro intentos son posteriores a 1960.

Así que, siguiendo la doctrina loca de la Audiencia Nacional tampoco deberíamos reírnos muy fuerte de Franco, que es una víctima. ¿Les parece un disparate? Lo es, y muy gordo. Pero no mucho mayor que el disparate firmado por tres jueces, al considerar a Carrero Blanco una víctima del terrorismo en el mismo plano que las demás. Por respeto a las víctimas y sus familias, yo nunca diría que Franco es una víctima. Pero tampoco Carrero, o no debería serlo como merecedor de "reconocimiento y protección integral", y mucho menos que toda una Audiencia Nacional gaste tiempo y dinero en defender su memoria contra unos chistes.

Esa es la verdadera humillación a las víctimas del terrorismo: considerar al represor Carrero al mismo nivel que quienes defendían la democracia, incluso quienes la defendieron contra Carrero (pues ETA también asesinó antifranquistas). No se me ocurre mayor "desprecio, deshonra, descrédito, burla y afrenta".

Pero la Audiencia ha conseguido el combo doble: humillar en una misma sentencia a las víctimas del terrorismo, y a las víctimas del franquismo. Bingo.

http://www.eldiario.es/zonacritica/cassandra_tuiteros_carrero_6_627897232.html
 
Me parece que no entiendes el concepto de derecho. Que no entiendes que los derechos no son absolutos, salvo el derecho a la vida y unos muy pocos más.
No, los derechos no son absolutos, el derecho a la vida tampoco. Existe el derecho a la auto-defensa, la guerra justa, los ataques preventivos, el derecho al aborto, al su***dio asistido (y puede que en un futuro el Estado te suicide directamente cuando dejes de ser productiva para la sociedad y que a una "mayoría moral" le parezca una idea estupenda). Los derechos no son absolutos, ni sus límites son inamovibles o fijos en el tiempo. La libertad de expresión idem. La calumnia, las injurias y amenazas repetidas, la publicación de datos e imágenes privados, la suplantación de la personalidad, la publicidad engañosa, la protección de la infancia, de las mujeres y las personas vulnerables limitan lo que se puede decir / publicar.

Que tienen límites y una contrapartida, que son las obligaciones. Que yo no puedo escribir " me cago en la p**a madre que parió a Pablo Iglesias" porque Pablo Iglesias y su madre tienen derechos que tengo que respetar, y si no los respeto, alguien (el estado) tendrá o que obligarme o que sancionarme por ello.
Sancionar NO equivale a ENCARCELAR. La que quizás no entiendas el "concepto de derecho" eres tú. Existen los procedimientos civiles y los procedimientos penales, y dentro de los procedimientos penales existen los delitos graves y las faltas. Puede que no hayas entendido nada de lo que he dicho, pero es así.

Las palabras gruesas forman parte de la libertad de expresión en una democracia. Que puedas ir a la cárcel por aplicárselas a un político es lo que ocurre en los Estados totalitarios. Se llaman prisioneros políticos. En Cuba encarcelaron a un grafitero por llamar cerdo a Castro y gente como tu montasteis un pollo. Dicatadura! Libertad! bla bla bla. Pues resulta que aquí también te pueden mandar a la cárcel por llamar gilipollas al rey.

Y me parece que la tuitera se ha pasado de frenada con repetidas bromas sin gracia en este y otros terrenos. Me parece una persona amargada y sin límites mentales sobre qué está bien y qué está mal, y me parece perfecto que se aparte a alguien así de la docencia porque los niños también tienen derechos.
Ser una amargada no es motivo suficiente para que te metan dos años de cárcel (aunque no cumplas la pena, no es el tema). Nadie debería ser encarcelado en una democracia por hacer chistes o comentarios odiosos sobre este personaje o el otro o esta circunstancia o la otra. En este caso con hacer un unfollow es suficiente. Para mi está claro que la motivación principal de Cassandra era hacerse la graciosa (que lo haya conseguido o no es otra historia), no humillar a las victimas de ETA (que es por lo que le ha condenado el juez), eso en todo caso ha sido una consecuencia no deseada o buscada. Si las victimas de ETA se han sentido ofendidas por sus tuits, pedir perdón estaría en orden. Si no lo hace el juez siempre le puede pedir a Twitter que le suspenda la cuenta una temporada o se le puede mandar a hablar con Irene Villa, por ejemplo, para que le explique que se siente cuando te ponen un bombazo de esos que te hacen volar por los aires, o le puede imponer echar una mano en una asociación durante unos meses o que se yo, se me ocurren mil cosas. Como si no pide perdón, en su derecho está. Que pague una multa proporcional a sus ingresos y a correr.
Que tú opines igual es correcto porque por mucho que digas, este es un país libre. Pero eso no significa, perdona que te lo diga, que tu opinión sea correcta.
Por supuesto que no estoy diciendo que mi opinión es la correcta. No hay opiniones correctas e incorrectas sino mas convincentes o menos convincentes. Yo soy de la opinión que el derecho a ofender forma parte de la libertad de expresión. No tienes por qué estar de acuerdo, ni lo pretendo, faltaría más. Simplemente tus argumento no me convencen, eso es todo.

Cero restricciones a la libertad de expresión. Si te ofende lo que pienso, ignórame.
 
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Habría que haber hecho mucho más por Cassandra


Si unos miles de personas se hubieran juntado a las puertas de la Audiencia Nacional el día que empezó el juicio, aunque solo hubiera sido para acompañar a Cassandra, hoy las sensaciones serían distintas, aunque la sentencia hubiera sido la misma

Carlos Elordi
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31/03/2017 - 20:21h
Cassandra-recurrira-Supremo-inverosimil-condenatoria_EDIIMA20170331_0478_20.jpg

Foto de archivo, fechada en Madrid el 22 de marzo de 2017, durante el juicio por enaltecimiento del terrorismo, de Cassandra Vera. EFE

Bienvenidas son todas las expresiones de indignación por la sentencia que ha condenado a un año de cárcel a Cassandra Vera por haber publicado unos chistes. Pero llegan tarde. Porque el drama ya no tiene marcha atrás. Y en el aire queda una pregunta. ¿Por qué quienes podrían haberlo hecho, no propiciaron un movimiento contra el juicio mismo antes de que este tuviera lugar? Se conocía la petición fiscal: dos años y medio de prisión y tres de libertad vigilada. ¿Por qué nadie se movió para tratar de impedir que una atrocidad como esa fuera llevada a su término sin impedimento alguno?

Lo más probable es que una movilización ciudadana no hubiera evitado que los jueces llevaron a cabo su propósito. Y que toda suerte de descalificaciones, y puede que algo más, hubieran caído sobre los que participaran en ella. Pero no lo sabremos nunca. Y hoy, por detrás de las protestas, asoma la sensación de que jueces como los que han condenado a Cassandra –de antecedentes tan inquietantes como los que ha contado Gumersindo Lafuente– y los demás que piensen como ellos pueden hacer lo que quieran. Y la posibilidad de que eso sea cierto es espantosa.

Son gravísimas las pruebas de que la democracia sigue sin entrar del todo en el territorio del poder judicial y, aún peor, las de que esos ámbitos hay personas con capacidad ejecutiva que parecen dispuestas a anular nuestra historia reciente y a reverdecer los valores y los iconos del franquismo. Pero también lo es la incapacidad para reaccionar frente a esa deriva, que no ha empezado ayer sino que lleva unos años en marcha.

El antecedente inevitable que lo confirma es la expulsión de Baltasar Garzón de la carrera judicial. Que se perpetró sin que prácticamente nadie levantara la mano en contra. Poco más de trescientas personas, si llegaban, se congregaron aquella tarde del 22 de febrero de 2012 a las puertas de la Audiencia Nacional para mostrar su solidaridad con el magistrado cuando abandonaba para siempre su despacho. Se habían convocado ellas mismas, ninguna sigla las amparaba. Y allí se rumió el desánimo, la derrota.

Poco antes de aquello a España había llegado el opúsculo ¡Indignaos!, que había escrito Stéphane Hessel, antiguo dirigente de la resistencia francesa contra el nazismo. Su título lo decía todo: no se puede aceptar pasivamente la injusticia, hay que levantarse contra la misma. Al menos para salvar la dignidad. Se acabó la intolerancia. No hay que pasar ni una. Y el texto que decía todo eso y bastante más fue el libro de cabecera del 15M. Convendría volver a leerlo hoy que los ánimos parecen estar un tanto más bajos que entonces.

Volviendo a Cassandra, se desconocen los motivos por los que no se ha llamado a la movilización contra el juicio. Si la cosa se debatió en algunos círculos, políticos o no, o pasó desapercibida hasta que ya era demasiado tarde. Si se desechó cualquier iniciativa de calado porque se temió que no iba a tener seguimiento o porque había otras tareas más perentorias que esa. Si se optó por la inacción por temor a eventuales represalias o a un enfrentamiento con el poder judicial o no se hizo nada porque se estaba en otra cosa.

Sea por lo que fuera, el resultado es muy malo. Si unos miles de personas se hubieran juntado a las puertas de la Audiencia Nacional el día que empezó el juicio, aunque solo hubiera sido para acompañar a Cassandra, hoy las sensaciones serían distintas, aunque la sentencia hubiera sido la misma. La movilización no es un mito, sino un proceso que se va haciendo, un hábito democrático que se adquiere yendo una y otra vez a los sitios difíciles, aunque no se gane siempre o, mejor, aunque se pierda las más de las veces. Y las sensaciones de quienes participan en el mismo, la fortaleza democrática que adquieren, poco tienen que ver con las de mandar un tuit, por encendido que sea. Y sus consecuencias políticas, mucho menos.

Alguna vez habrá que emprender a fondo ese camino. A menos de que quienes podrían encabezarlo estén convencidos de que no es posible, de que la gente no está por esa labor. El recurso ante el Tribunal Supremo sobre la sentencia contra Cassandra debería ser una ocasión para abordar sin cortapisas la lucha por la dignidad y para que nadie se distraiga en otras tareas. Pero seguramente la justicia ofrecerá antes otras oportunidades.

http://www.eldiario.es/zonacritica/hecho-Cassandra_6_628247211.html

A usted por lo que se cuenta le deberían encerrarlo de por vida y encima como harían los suyos, con palizas incluida de trayecto a la mazmorra. Suerte tiene que todavia no estemos en dictadura.
 
Parece mentira que una vez que la eta ha decidido dejar de matar a gente inocente ¡¡Al fin !! se este hablando más de ella que nunca,eso me hace preguntarme que razones ocultas hay detrás de esto.
La desproporción de un castigo por faltas elevándolas a penales, es desconcertante.Los derechos de los niños se vulneran desde sus colegios,desde el acoso escolar,cuando quien tiene que educarlos, (que no adoctrinarlos,miran para otro lado) la ped*filia que está ejerciendo el sacerdocio que tiene que dar ejemplo de fe cristiana y pervierten a niños inocentes,esto que es terrible por que arruinan la vida de esas criaturas,parece que no importa y nadie se rasga las vestiduras.Esa doble moral es dañina para una sociedad sana,que no está dispuesta a ser engañada,ni sacrificada`por dictadores de tres al cuarto.Hay muchas cosas en la vida que merece la pena luchar.Menos delincuentes de guante blanco,menos corruptelas,menos deseos de venganza,menos deseos de revanchas absurdas y mayor coniencia social,sea cual sea el estatus social de cada un@.
 
como podrás leer en mi primer post yo no creo que esta enferma deba ir a la cárcel, igual un psiquiátrico era mejor opción para ella, pero me juego el cuello a que acaba en podemos ....

la sentencia es absurda, pero si con ella nos hemos librado de que esta perturbada fuera docente algo hemos ganado como sociedad

la sentencia es absurda, la ley infumable, la justicia una verguenza y la chica esta una psicopata de manual q debería estar encerrada en un psiquiatrico.
¿es transexual?
 
hoy en día ya sabemos q a este señor se le cargó presuntamente ETA con la ayuda de la CIA xke no satifacía los intereses q en ese momento tenía USA.
 
con estas sentencias buscan asustar al personal..mantenerlo calladito y advertir de que hay cosas que no nombrarla.. .y no me refiero precisamente a las víctimas de atentados terroristas..sino a otras críticas hacia instituciones,políticos,jueces,casa Real.. .

es una advertencia os vivíamos y os controlamos..si pasáis de la línea atendemos a las consecuencias..pagareis con vergüenza,dinero,perdida del puesto de trabajo,ruina económica y emocional...y si es preciso carcel:muted::muted::muted::peeking:
 
con estas sentencias buscan asustar al personal..mantenerlo calladito y advertir de que hay cosas que no nombrarla.. .y no me refiero precisamente a las víctimas de atentados terroristas..sino a otras críticas hacia instituciones,políticos,jueces,casa Real.. .

es una advertencia os vivíamos y os controlamos..si pasáis de la línea atendemos a las consecuencias..pagareis con vergüenza,dinero,perdida del puesto de trabajo,ruina económica y emocional...y si es preciso carcel:muted::muted::muted::peeking:

No os gusta vuestra propia medicina??

Pues ahora a callar!!
 
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