Si creen que deba de ir unido a otro hilo, o si ya está, favor de avisar a SC para que lo borreo o lo una. Gracias.
http://www.lanacion.com.ar/1700719-la-reinvencion-de-letizia
La reinvención de Letizia
A días de ser proclamada reina, no ha cautivado todavía a los españoles. Los expertos confían en una transformación de su imagen para lograr lo que no pudo como princesa.
Por [URL='http://www.lanacion.com.ar/autor/juana-libedinsky-147']Juana Libedinsky[/URL] | LA NACION

Foto: Cristina García Rodero / Getty
La reina del chic; la elegante princesa aplaudida no sólo por su estilo, sino por su sencillez en el trato con la gente; princesa devota apegada a la realidad (.) que lleva a sus niñas tan exquisitamente vestidas como ella misma.
Para alguien que, como esta redactora, ha pasado la última década viviendo entre España, Inglaterra y los Estados Unidos, fue muy llamativo ver cómo la prensa anglosajona -de los diarios más serios británicos como el Daily Telegraph a la prensa rosa más popular estadounidense, la revista People- reflejaba la fascinación de sus lectores por la princesa de Asturias. Pero al aterrizar en Barajas (o, actualmente, Adolfo Suárez), el sentimiento fue a menudo considerablemente distinto.
Tras su boda con el heredero a la corona española, pocos medios criticaban a Letizia Ortiz en letra de molde como lo hacen ahora. Sin embargo, en las charlas de café, las comidas de negocios de la burguesía madrileña, ni qué hablar las madres esperando a sus niños a la salida de las escuelas concertadas, símbolo de la clase media española, se escuchaban suspiros de regresa, Eva Saanum, en referencia a la anterior novia del príncipe Felipe, modelo sueca considerada en su momento el súmmum de lo inapropiado como consorte real.
Curiosamente, a pesar de sus orígenes bien plebeyos -su abuelo era un taxista republicano-, y la idea de que se transformaría en una suerte de princesa del pueblo, Letizia tampoco logró aceptación masiva en las clases más populares ni entre los jóvenes profesionales que vendría a representar.
"Aparte de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin (N. de R: envueltos en un sonado escándalo de corrupción), es el miembro peor valorado de la familia real española, tanto en las encuestas oficiales del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) como en las que realiza la propia Zarzuela para uso interno", dice Lourdes Garzón, editora de Vanity Fair (España), a la Revista.
"En realidad, no hay una explicación para esto -agrega Garzón, cuya revista ha tenido un acceso casi privilegiado a las historias del palacio- ni una causa concreta. No ha cometido ningún gran error, es un clima de opinión al que no ha conseguido dar la vuelta desde su posición de princesa en segunda línea. Quizá como reina lo consiga."
Por lo pronto, muchos hablan de un operativo reinventar a Letizia aunque, por ahora, éste no parece haber dado grandes resultados.

En septiembre de 2012, por ejemplo, Letizia cumplió 40 años y accedió a posar con su marido e hijos en los jardines de La Zarzuela. Esto es bastante común en otras familias reales -incluida la holandesa-, pero era una novedad de parte de la princesa de Asturias y los suyos, quienes se mantenían mucho más privados.
Según reveló El Mundo, este intento de acercar a Letizia a los ciudadanos se debía al accionar de un nuevo equipo de comunicación de La Zarzuela que trataba de imitar lo que Paddy Harverson había hecho con el príncipe Carlos de Inglaterra y que entró en los anales de la comunicación como un golpe maestro.
Harverson, ex periodista del Financial Times y ex director de imagen del Manchester United, logró darle un giro a la imagen de Carlos, a quien los británicos veían básicamente como a un hombre distante, excéntrico y enamorado de una mujer casada con la que había cometido adulterio.
Su Operación Charles comenzó a fines de 2004 con unas fotos muy informales para las tarjetas de Navidad en las que el príncipe de Gales y sus hijos posaron en jeans y camisas de algodón blanco, muy relajados en Highgrove, la residencia de campo oficial de la familia real británica. Las fotos, tomadas por Mario Testino, justamente quien había fotografiado tanto a la princesa Diana, sirvieron para que los británicos comenzaran a percibir al príncipe Carlos al menos como un hombre cariñoso, el padre devoto de dos hijos, que quería rehacer su vida con la mujer que amaba.
Las fotos de Letizia, sin embargo, recibió duras críticas de muchos. Si bien fueron tomadas por la ganadora del Premio Nacional de Fotografía, se las acusaba de transmitir una forzada naturalidad, como de un catálogo donde quieren vender el sofá montado en el jardín. Con justicia o no, se la señaló también responsable a Letizia de la ropa elegida por el príncipe. El look de blazer de algodón azul clarito, pantalón de vestir con medias negras en pleno verano con mocasines, no caló con los españoles atentos a los formalismos del vestir. "Don Felipe no era el de antes de conocer a Doña Letizia", fue la frase repetida, en referencia al look más atento a las reglas que solía lucir soltero. El cuero negro, los suéteres con rombos gigantes, camperas de gamuza a lo Felipe González/juez Garzón y la ocasional corbata lila brillante dieron a menudo que hablar, así como la vez que se vistió a sus niñas con camperas que, a decir de El Mundo, parecían de Carrefour.
"La realidad es que España es muy socialista, pero en temas de monarquía es muy clasista", reconoce una amiga de esta redactora, cercana al circuito de las madres que envían a sus niños a la escuela y clases de ballet con las hijas de Letizia.
"Se empeña en ser normal cuando es de familia real. Las niñas van de divas a la hora del comedor en la escuela, pero muerden el pan en vez de cortarlo antes, toman el cubierto mal, las patatasfritas con la mano. No suelen hacer vida con otras niñas de la clase y a los cumples, si no son sin fotos, no les deja ir. Se las nota bastante teledirigidas cuando Sofía al menos había logrado que sus hijos lucieran espontáneos. Y si bien tienen una nanny británica que las cuida por la tarde, ella es mucho menos high class que la española que se llevaron para baby Middleton", dice, en referencia a la niñera elegida para el príncipe Jorge de Inglaterra.

"Creo que la princesa Letizia tiene difícil mejorar a corto plazo su imagen entre algunos sectores de la opinión pública española -reconoce Karen Sanders, presidenta de la Asociación de Comunicación Política y catedrática de Comunicación de la Universidad CEU San Pablo, Madrid-. Unos le reprochan su pasado matrimonial (Letizia es divorciada) y otros, su background de clase media-baja sin el empaque de un nombre de un abolengo aristocrático."
"Pero si desempeña el papel de madre cariñosa y consorte leal con prudencia y discreción, escogiendo bien las causas que apoya (la reina Sofía es buen modelo), se podrá ganar el respeto de muchos. Si lo ha podido hacer Camilla en Inglaterra...", subraya.
Y cita a Charles Baghehot, el gran ensayista victoriano y analista de la monarquía y el Parlamento británico, para quien la fuerza de una corona siempre reside en la familia detrás de esa corona.
En las clases más populares, el problema parecería ser que a Letizia se la percibe como altiva y distante, y corrió como pólvora y cayó particularmente mal la versión que decía que le molestaba cuando le tocaba trabajar los fines de semana, y que eso explicaba una cara no particularmente alegre en las fotos oficiales que tocaban algún sábado o domingo. Y que con la excusa de un problema de salud se haya hecho una bastante evidente cirugía de nariz, también la alejó de una idea de cierta naturalidad y cercanía.
La contracara que sus críticos resaltan más a menudo es Máxima de Holanda, a quien las encuestas no sólo dan una enorme popularidad, sino incluso superior a la de su marido. "Cuando los herederos a las coronas europeas se casan con quienes quieren y no con quienes deben, a veces sale muy bien, y eso trae una renovación necesaria en la monarquía, caso de los Países Bajos. Nosotros, los españoles, no fuimos tan afortunados", afirma Jaime Peñafiel, columnista de temas de la casa real y autor de Los tacones de Letizia.
"Siempre quiere parecer la más inteligente, la más elegante, la más preparada, y no es ese su papel", dice subrayando el de consorte, como princesa y como reina, de Letizia.
Muchos, sin embargo, señalan que, paradójicamente siendo ella una persona de los medios -era presentadora de las noticias de la televisión española antes de su compromiso con Felipe-, el problema es, fundamentalmente, la imagen que transmite.
"La conocí en una conferencia, y esa fama de soberbia no podría haber estado más lejana de lo que yo vi -dice una profesora universitaria que coincidió con la princesa de Asturias en un encuentro académico internacional-. Todo el tiempo me decía que estaba temerosa de que su inglés no fuera lo suficientemente apropiado para ese contexto, se interesaba por todos los participantes y no quería llamar la atención. Era llamativamente dulce y accesible."
Otra gente cercana, del circuito juridico español, coincidió con Felipe y Letizia hace poco en una comida en la costa. "Ella es guapa (tanto más al natural) y eso la va a ayudar, aunque también genera envidias.", destacaron los comensales.
Aun en el ambiente de las mamás pijas (como se les dice en España a las niñas bien), que ven a los príncipes en temas relacionados con la escuela, ha llamado la atención cómo gracias a Letizia el príncipe ha mejorado mucho cuando habla, tanto en público como en privado. "Enfatiza más las palabras, sabe dar el toque rocero cuando hace falta", dice en referencia a los giros populares.
Con la estructura institucional que le dará ser reina y no princesa, sumado a que la atención se verá repartida con su hija mayor, Leonor, heredera al trono, muchos apuestan que es sólo cuestión de tiempo para dar un giro en las encuestas nacionales respecto de su popularidad. Asimismo, su estilo de vestir, conocido por incluir a menudo marcas populares y utilizar varias veces cada conjunto formal, es muy apreciado internacionalmente (la Vanity Fair americana la puso en su célebre lista de los mejores vestidos del mundo) y considerado un buen ejemplo en tiempos de crisis. Y el aprecio que sabe cosechar en el exterior -una reciente gira por Estados Unidos fue de un éxito rimbombante- no puede sino traducirse dentro del país también.
Muchos incluso piensan que podrá ser una gran embajadora de España e incluso un atractivo para que más gente visite el país. "Letizia es una reina del siglo XXI -dice la gran especialista en turismo Sandra del Río, editora de la edición española de Condé Nast Traveller-, urbanita, profesional, informada, atenta a lo que sucede en el mundo. Es una mujer que nunca ha estado ajena a los acontecimientos, y ha prestado su tiempo y su imagen a organismos y entidades que necesitan el apoyo de las figuras públicas.
"Además -concluye-, es guapa, tiene estilo, y transmite. Se va a convertir en un activo importante para posicionar aun más a España como país moderno, europeo, uno de los países más atractivos. Creo que su imagen, su forma de ser y lo que proyectará como reina consorte van a beneficiar la imagen de España en el resto del mundo".
http://www.lanacion.com.ar/1700719-la-reinvencion-de-letizia
La reinvención de Letizia
A días de ser proclamada reina, no ha cautivado todavía a los españoles. Los expertos confían en una transformación de su imagen para lograr lo que no pudo como princesa.
Por [URL='http://www.lanacion.com.ar/autor/juana-libedinsky-147']Juana Libedinsky[/URL] | LA NACION

Foto: Cristina García Rodero / Getty
La reina del chic; la elegante princesa aplaudida no sólo por su estilo, sino por su sencillez en el trato con la gente; princesa devota apegada a la realidad (.) que lleva a sus niñas tan exquisitamente vestidas como ella misma.
Para alguien que, como esta redactora, ha pasado la última década viviendo entre España, Inglaterra y los Estados Unidos, fue muy llamativo ver cómo la prensa anglosajona -de los diarios más serios británicos como el Daily Telegraph a la prensa rosa más popular estadounidense, la revista People- reflejaba la fascinación de sus lectores por la princesa de Asturias. Pero al aterrizar en Barajas (o, actualmente, Adolfo Suárez), el sentimiento fue a menudo considerablemente distinto.
Tras su boda con el heredero a la corona española, pocos medios criticaban a Letizia Ortiz en letra de molde como lo hacen ahora. Sin embargo, en las charlas de café, las comidas de negocios de la burguesía madrileña, ni qué hablar las madres esperando a sus niños a la salida de las escuelas concertadas, símbolo de la clase media española, se escuchaban suspiros de regresa, Eva Saanum, en referencia a la anterior novia del príncipe Felipe, modelo sueca considerada en su momento el súmmum de lo inapropiado como consorte real.
Curiosamente, a pesar de sus orígenes bien plebeyos -su abuelo era un taxista republicano-, y la idea de que se transformaría en una suerte de princesa del pueblo, Letizia tampoco logró aceptación masiva en las clases más populares ni entre los jóvenes profesionales que vendría a representar.
"Aparte de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin (N. de R: envueltos en un sonado escándalo de corrupción), es el miembro peor valorado de la familia real española, tanto en las encuestas oficiales del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) como en las que realiza la propia Zarzuela para uso interno", dice Lourdes Garzón, editora de Vanity Fair (España), a la Revista.
"En realidad, no hay una explicación para esto -agrega Garzón, cuya revista ha tenido un acceso casi privilegiado a las historias del palacio- ni una causa concreta. No ha cometido ningún gran error, es un clima de opinión al que no ha conseguido dar la vuelta desde su posición de princesa en segunda línea. Quizá como reina lo consiga."
Por lo pronto, muchos hablan de un operativo reinventar a Letizia aunque, por ahora, éste no parece haber dado grandes resultados.

En septiembre de 2012, por ejemplo, Letizia cumplió 40 años y accedió a posar con su marido e hijos en los jardines de La Zarzuela. Esto es bastante común en otras familias reales -incluida la holandesa-, pero era una novedad de parte de la princesa de Asturias y los suyos, quienes se mantenían mucho más privados.
Según reveló El Mundo, este intento de acercar a Letizia a los ciudadanos se debía al accionar de un nuevo equipo de comunicación de La Zarzuela que trataba de imitar lo que Paddy Harverson había hecho con el príncipe Carlos de Inglaterra y que entró en los anales de la comunicación como un golpe maestro.
Harverson, ex periodista del Financial Times y ex director de imagen del Manchester United, logró darle un giro a la imagen de Carlos, a quien los británicos veían básicamente como a un hombre distante, excéntrico y enamorado de una mujer casada con la que había cometido adulterio.
Su Operación Charles comenzó a fines de 2004 con unas fotos muy informales para las tarjetas de Navidad en las que el príncipe de Gales y sus hijos posaron en jeans y camisas de algodón blanco, muy relajados en Highgrove, la residencia de campo oficial de la familia real británica. Las fotos, tomadas por Mario Testino, justamente quien había fotografiado tanto a la princesa Diana, sirvieron para que los británicos comenzaran a percibir al príncipe Carlos al menos como un hombre cariñoso, el padre devoto de dos hijos, que quería rehacer su vida con la mujer que amaba.
Las fotos de Letizia, sin embargo, recibió duras críticas de muchos. Si bien fueron tomadas por la ganadora del Premio Nacional de Fotografía, se las acusaba de transmitir una forzada naturalidad, como de un catálogo donde quieren vender el sofá montado en el jardín. Con justicia o no, se la señaló también responsable a Letizia de la ropa elegida por el príncipe. El look de blazer de algodón azul clarito, pantalón de vestir con medias negras en pleno verano con mocasines, no caló con los españoles atentos a los formalismos del vestir. "Don Felipe no era el de antes de conocer a Doña Letizia", fue la frase repetida, en referencia al look más atento a las reglas que solía lucir soltero. El cuero negro, los suéteres con rombos gigantes, camperas de gamuza a lo Felipe González/juez Garzón y la ocasional corbata lila brillante dieron a menudo que hablar, así como la vez que se vistió a sus niñas con camperas que, a decir de El Mundo, parecían de Carrefour.
"La realidad es que España es muy socialista, pero en temas de monarquía es muy clasista", reconoce una amiga de esta redactora, cercana al circuito de las madres que envían a sus niños a la escuela y clases de ballet con las hijas de Letizia.
"Se empeña en ser normal cuando es de familia real. Las niñas van de divas a la hora del comedor en la escuela, pero muerden el pan en vez de cortarlo antes, toman el cubierto mal, las patatasfritas con la mano. No suelen hacer vida con otras niñas de la clase y a los cumples, si no son sin fotos, no les deja ir. Se las nota bastante teledirigidas cuando Sofía al menos había logrado que sus hijos lucieran espontáneos. Y si bien tienen una nanny británica que las cuida por la tarde, ella es mucho menos high class que la española que se llevaron para baby Middleton", dice, en referencia a la niñera elegida para el príncipe Jorge de Inglaterra.

"Creo que la princesa Letizia tiene difícil mejorar a corto plazo su imagen entre algunos sectores de la opinión pública española -reconoce Karen Sanders, presidenta de la Asociación de Comunicación Política y catedrática de Comunicación de la Universidad CEU San Pablo, Madrid-. Unos le reprochan su pasado matrimonial (Letizia es divorciada) y otros, su background de clase media-baja sin el empaque de un nombre de un abolengo aristocrático."
"Pero si desempeña el papel de madre cariñosa y consorte leal con prudencia y discreción, escogiendo bien las causas que apoya (la reina Sofía es buen modelo), se podrá ganar el respeto de muchos. Si lo ha podido hacer Camilla en Inglaterra...", subraya.
Y cita a Charles Baghehot, el gran ensayista victoriano y analista de la monarquía y el Parlamento británico, para quien la fuerza de una corona siempre reside en la familia detrás de esa corona.
En las clases más populares, el problema parecería ser que a Letizia se la percibe como altiva y distante, y corrió como pólvora y cayó particularmente mal la versión que decía que le molestaba cuando le tocaba trabajar los fines de semana, y que eso explicaba una cara no particularmente alegre en las fotos oficiales que tocaban algún sábado o domingo. Y que con la excusa de un problema de salud se haya hecho una bastante evidente cirugía de nariz, también la alejó de una idea de cierta naturalidad y cercanía.
La contracara que sus críticos resaltan más a menudo es Máxima de Holanda, a quien las encuestas no sólo dan una enorme popularidad, sino incluso superior a la de su marido. "Cuando los herederos a las coronas europeas se casan con quienes quieren y no con quienes deben, a veces sale muy bien, y eso trae una renovación necesaria en la monarquía, caso de los Países Bajos. Nosotros, los españoles, no fuimos tan afortunados", afirma Jaime Peñafiel, columnista de temas de la casa real y autor de Los tacones de Letizia.
"Siempre quiere parecer la más inteligente, la más elegante, la más preparada, y no es ese su papel", dice subrayando el de consorte, como princesa y como reina, de Letizia.
Muchos, sin embargo, señalan que, paradójicamente siendo ella una persona de los medios -era presentadora de las noticias de la televisión española antes de su compromiso con Felipe-, el problema es, fundamentalmente, la imagen que transmite.
"La conocí en una conferencia, y esa fama de soberbia no podría haber estado más lejana de lo que yo vi -dice una profesora universitaria que coincidió con la princesa de Asturias en un encuentro académico internacional-. Todo el tiempo me decía que estaba temerosa de que su inglés no fuera lo suficientemente apropiado para ese contexto, se interesaba por todos los participantes y no quería llamar la atención. Era llamativamente dulce y accesible."
Otra gente cercana, del circuito juridico español, coincidió con Felipe y Letizia hace poco en una comida en la costa. "Ella es guapa (tanto más al natural) y eso la va a ayudar, aunque también genera envidias.", destacaron los comensales.
Aun en el ambiente de las mamás pijas (como se les dice en España a las niñas bien), que ven a los príncipes en temas relacionados con la escuela, ha llamado la atención cómo gracias a Letizia el príncipe ha mejorado mucho cuando habla, tanto en público como en privado. "Enfatiza más las palabras, sabe dar el toque rocero cuando hace falta", dice en referencia a los giros populares.
Con la estructura institucional que le dará ser reina y no princesa, sumado a que la atención se verá repartida con su hija mayor, Leonor, heredera al trono, muchos apuestan que es sólo cuestión de tiempo para dar un giro en las encuestas nacionales respecto de su popularidad. Asimismo, su estilo de vestir, conocido por incluir a menudo marcas populares y utilizar varias veces cada conjunto formal, es muy apreciado internacionalmente (la Vanity Fair americana la puso en su célebre lista de los mejores vestidos del mundo) y considerado un buen ejemplo en tiempos de crisis. Y el aprecio que sabe cosechar en el exterior -una reciente gira por Estados Unidos fue de un éxito rimbombante- no puede sino traducirse dentro del país también.
Muchos incluso piensan que podrá ser una gran embajadora de España e incluso un atractivo para que más gente visite el país. "Letizia es una reina del siglo XXI -dice la gran especialista en turismo Sandra del Río, editora de la edición española de Condé Nast Traveller-, urbanita, profesional, informada, atenta a lo que sucede en el mundo. Es una mujer que nunca ha estado ajena a los acontecimientos, y ha prestado su tiempo y su imagen a organismos y entidades que necesitan el apoyo de las figuras públicas.
"Además -concluye-, es guapa, tiene estilo, y transmite. Se va a convertir en un activo importante para posicionar aun más a España como país moderno, europeo, uno de los países más atractivos. Creo que su imagen, su forma de ser y lo que proyectará como reina consorte van a beneficiar la imagen de España en el resto del mundo".