LA PRINCESA MARIA CRISTINA DE KENT

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Artículo de VANITATIS del 2009
El matrimonio de los príncipes de Kent se ha caracterizado por las infidelidades y la ambición.

por: Mari Rodríguez Ichaso.

Muchos creen que es ¡imposible! que la reina Isabel II tenga que seguir sufriendo con su familia, y opinan que ya es hora que la dejen descansar, pero es que hay escándalos que duran tanto tiempo, que a veces se nos escapan y pasan por abajo del radar. Y uno de ellos es el controvertido matrimonio de los príncipes de Kent: la llamada "Princesa Pushy" o Princesa Empujadora, Marie-Christine y su marido, el príncipe Michael, el madurito primo hermano de la reina Isabel II, quien es todo un playboy.

Los Príncipes cumplieron 30 años de casados en el 2008 y son prueba de que en los palacios pasan las mismas cosas que en cualquier casa de vecino, y hasta superan la más truculenta de las telenovelas, aunque en el caso de ellos han logrado sobrevivir todos sus escándalos. Treinta años de casados ¡mal casados!, pero ahí siguen. Una pareja que vive a costa de la corona inglesa, y sobrevive todo tipo de líos, que incluyen infidelidades mutuas, rumores de bisexualidad en la familia y una gran ambición.

Pero comencemos por el principio: ella es Marie-Christine, de 63 años, una mujer detestada en Inglaterra, y él es Michael de Kent, primo favorito de Isabel II, de 66 años, heredero de los genes de la reina Victoria, elegante, guapo, e igual que Isabel II, nieto del rey Jorge V y la reina Mary.

Marie-Christine, quien cree que es más real que la propia Isabel II, tiene un sitio web donde habla de su abolengo, como si fuera descendiente directa de cuanta reina o rey existe en la genealogía, desde Catalina de Médicis hasta la propia María Antonieta y Catalina la Grande. Cuando se casó con el Príncipe en 1978, era una baronesa católica y divorciada, que debido al divorcio de sus padres cuando era una bebé, fue criada sin lujo alguno en un suburbio de Sydney, Australia. Una anécdota cuenta que cuando entró a formar parte de la Familia Real, donde comenzó a hacer los cuentos de su noble familia, el propio lord Mountbatten, primo del príncipe Felipe de Edimburgo, dijo con burla: "¡Ay, esta mujer suena que es demasiado grand para entrar en esta sencilla familia nuestra!".

Y lo más simpático es que todavía nadie sabe de dónde salió el misterioso acento centroeuropeo con que habla el inglés, porque ella cambia de supuesta nacionalidad como de abrigo, y desde que era una recién nacida se crió en Australia. Nacida en 1945 como la baronesa Marie-Christine von Reibnitz, en Karlsbad, ahora parte de la República Checa, su padre era el barón Gunther Hubertus von Reibnitz, un aristócrata alemán, miembro del Ejército, y su madre (aunque esto no se ha comprobado) una supuesta condesa húngara. A finales de la Segunda Guerra Mundial, la familia, huyendo del Ejército Rojo, llegó a Viena, donde el matrimonio se separó: el padre se fue a vivir a Mozambique y Marie-Christine (una bebé de brazos), su hermano y su madre nunca más vivieron con él y terminaron en Australia, donde la duquesa húngara regentaba un salón de belleza. Y allí creció la chica, en los suburbios, sin saber mucho de los títulos reales que después la obsesionarían.

A los 22 años, Marie-Christine fue a conocer a su padre a Africa, y después llegó a Londres, donde trabajó en mil cosas y con el tiempo se hizo decoradora de interiores. Poco después se casó en 1971 con el banquero inglés (¡compañero en Eton del príncipe Michael!) Thomas Troubridge, a quien conoció en una cacería en Alemania, y del que se divorció en 1977. El matrimonio por la Iglesia Católica fue anulado en 1978, aunque ya Marie-Christine había conocido a Michael ¡en otra cacería en Alemania! Ella estaba casada en ese entonces. El estaba en otra relación sentimental, pero el tímido Príncipe se sintió flechado "por la austriaca alta, que me hablaba con pasión de arte, mientras comíamos salchichas". La bella y casadísima germano-austríaco-australiana, que mide 1,80m (6'), ha afirmado que fueron "sólo amigos por mucho tiempo", y que entonces "Michael no me interesó para nada".

Con el tiempo, dejaron a sus respectivas parejas y se casaron en 1983 por la religión católica, lo que automáticamente hizo que el Príncipe perdiera sus derechos, como el heredero número 15 a la sucesión del trono inglés. (Sus dos hijos, Lord Frederick y Lady Gabriella fueron criados anglicanos y así mantienen sus derechos en la línea de sucesión al trono, ocupando los números 31 y 32 de la misma.) "Yo le halagaba el ego y era muy cariñosa, lo que ninguna de sus ‘novias' inglesas había hecho", dijo la Princesa en una ocasión recordando cómo conquistó al Príncipe hace 30 años. "Y él me conquistó porque tenía un maravilloso sentido del humor". También ayudó que cuando se conocieron Marie-Christine se aprendió de memoria la rutina del Príncipe y "de casualidad" se encontraban a cada rato cuando Michael iba a montar a caballo en Richmond Park.

Pero desde que la pareja se casó, comenzó la larga lista de faux pas y acciones equivocadas que han caracterizado este matrimonio, que quizás comenzó por amor y ha seguido junto por conveniencia. Hace más de 20 años, Marie-Christine tuvo que probar que su padre había sido expulsado del ejército nazi en 1944, y que ella no era hija de un criminal de guerra que había huido a Africa. Después, cuando comenzó a escribir libros sobre la aristocracia, fue acusada de plagio y de haber copiado capítulos completos de sus dos libros, Crowned in a Far Country y Cupid and the King, echándoles la culpa a las personas que la ayudaron a hacer la investigación de los libros. Otro gran lío es que en una familia política que adora los perros, la Princesa es "gatera", y en una ocasión acusó a uno de los amados perros de la Reina de haber atacado a su gato favorito, lo que provocó que Isabel II no le hablara en meses.

Poco después, la Princesa convenció a su marido para que hiciera un anuncio para la TV, para una compañía que hacía souvenirs de los palacios reales y la Casa Real de Windsor, lo que fue como una bomba entre la familia, porque aquello era una vergüenza. Al poco tiempo, la Princesa -que hasta el año pasado vivió con su marido sin pagar renta en un lujoso apartamento en el palacio de Kensington, todo gracias a la generosidad de los impuestos de los ciudadanos ingleses- comenzó a quejarse que no les alcanzaba el dinero. Y, como la Reina se negó a aumentarles su mesada, ella y el Príncipe comenzaron a alquilar su presencia en fiestas y galas, y ella comenzó a dar conferencias sobre la Corona inglesa en ciudades de los Estados Unidos, lo que provocó que en Inglaterra los comenzaran a llamar "los príncipes Rent-a-Kent". Y una fiesta que dio el mismo día del funeral de la Reina Madre Isabel, a un costo de 46 mil dólares, fue la gota que provocó que el príncipe Michael fuera llamado a palacio, donde su prima Isabel le dijo firmemente que aquellas extravagancias tenían que terminar.

En 2004, la Princesa protagonizó un gran escándalo en el restaurante Da Silvano de New York, cuando mandó a callar una mesa de bulliciosos afro-americanos y les dijo: "¿Por qué no se regresan a las colonias caribeñas donde pertenecen?", lo que provocó acusaciones de racismo de parte de tres de los integrantes del grupo, que eran unos conocidos abogados de Manhattan.

Era bien sabido que Marie-Christine detestaba a la princesa Diana -quien también vivía en el palacio de Kensington- a quien públicamente llamó "amargada" y también "una mujer muy extraña", además de decir en público que "la reina Isabel hasta el día no acepta que el príncipe Carlos se haya casado con Camilla". Cuando le critican su comportamiento, la Princesa ha dicho claramente que no le importa lo que piensen de ella.

Quizás todo esto hubiera sido tolerado, si no fuera que tanto Marie-Christine como Michael comenzaron a tener aventuras extramatrimoniales sin mucho disimulo. En 1985, a ella se le veía salir a menudo en las mañanas de la casa londinense del millonario tejano J. Ward Hunt. Y hoy no se puede dejar de hablar de ellos y la prensa se hace eco de los rumores de que la princesa Marie-Christine sigue con sus indiscretos flirteos, porque está cansada de que su marido salga abiertamente con todo tipo de chicas. Y esto a pesar de que en 2006, la Princesa estuvo en Venecia como invitada del millonario ruso de 40 años Mikhail Kravchenko, con quien se le vio besándose y caminando románticamente de las manos, y con quien compartió dos suites contiguas en el lujoso hotel Cipriani, que le costaron a Mikhail 10 mil dólares diarios. Como Michael quedó muy humillado, comenzó a salir con sus enamoradas, y es normal verlo en conciertos o cenas con chicas guapas, como la pintora Lucy Weber, la ballerina Bryony Brind y Heather Mills, la ex de Paul McCartney.

Y si miramos atrás, siempre se comentó que el duque de Kent, el padre de Michael, era bisexual, que aunque estaba casado con la princesa Marina de Grecia, había tenido affairs con la cantante negra Florence Mills y con el dramaturgo Noel Coward, con quien dicen que tuvo un romance por 19 años. Otro rumor es que Michael Canfield, el primer esposo de Lee Radiziwill, la hermana de Jackie Onassis, era hijo ilegítimo del padre de Michael. Su madre, Marina, tuvo un gran número de affairs, incluyendo al pianista negro Leslie Hutchinson y el músico Sir Malcolm Sergeant.

¿Y por qué no se divorcia esta pareja? Según los chismosos, porque "Michael no quiere disgustar a su prima, la reina Isabel con otro divorcio en la familia". Y para calmar las malas lenguas, los dos recientemente viajaron juntos de vacaciones y los paparazzi los fotografiaron agarraditos de las manos, como una pareja feliz y muy bien llevada. Para saber qué piensa la Familia Real de estos Príncipes, debemos recordar lo que dijo recientemente el vizconde Linley cuando le preguntaron cuál sería el regalo que le daría a su peor enemigo y su respuesta fue: "Una cena con la princesa Marie-Christine de Kent.

GENTILEZA FORO DE REALEZA
 
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