La inesperada reconciliación de los reyes Juan Carlos y Sofía

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03/08/2019

LA INESPERADA RECONCILIACIÓN
LA REINA, SOBRE EL REY: “ESTOY MEJOR QUE NUNCA CON JUANITO”
SU PRIMER ENCUENTRO, EN UN CRUCERO
Y DE UNA BODA (LA DE LOS KENT) SALIÓ OTRA


El verano nos ha legado una escena sorprendente: los Reyes Eméritos juntos en Mallorca. Una imagen que, tras la cena de la regata de Sanxenxo, en la que también estuvieron en pareja, confirma un acercamiento tras años de rumores sobre su difícil matrimonio. “Estoy mejor que nunca con él”, habría comentado la Reina.
A punto de cumplirse 65 años de su primer encuentro, en alta mar, en un crucero, los Reyes Eméritos han vuelto a reencontrarse como pareja. Su entorno lo asegura: pasan tiempo juntos en palacio y reciben amigos (él, en zapatillas de estar por casa). POR CONSUELO FONT

“ESTOY MEJOR QUE NUNCA CON JUANITO”, apostilló la Reina Sofía ante su asombrado interlocutor, un viejo colaborador de Don Juan Carlos que acudió a Zarzuela a visitarles una tarde de este julio. Aprovechó para hacer un aparte con “la Señora”, con la que tantas veces en el pasado ejerció de paño de lágrimas. “Lo que antes era un rosario de reproches, quejas y rabia, que si corinnas, que si gayás... Se ha esfumado por completo. Ahora de la boca de Doña Sofía solo salen elogios y palabras cariñosas hacia su esposo. Visto lo visto antaño, me parecieron tan sorprendentes sus palabras que casi me tuve que frotar los ojos”, asegura el citado personaje a LOC.

Un asombro que comparte el personal de Zarzuela, que de un tiempo a esta parte contempla a la pareja pasar tiempo junta en el palacio, cosa que hace mucho que no hacían. Don Juan Carlos, al que se ve más relajado desde que se jubiló de la vida oficial en junio, recibe a los amigos en zapatillas y algunas veces con Doña Sofía ofreciendo una imagen hogareña de matrimonio bien avenido.

Algo que tampoco se privan de exhibir fuera de palacio, ya que últimamente la pareja se ha convertido en una caja de sorpresas. La primera fue que Don Juan Carlos se llevara a su mujer de regata a Sanxenxo a mediados de julio, algo que no hizo siquiera en sus años de reinado. La imagen de Doña Sofía ataviada con un vistoso mono floreado, tan opuesto a su sobria estética habitual, y posando feliz con Don Juan Carlos y la Infanta Elena en el náutico, dejó estupefacto al país entero. Sorpresa que, aseguran, compartió el Rey Felipe cuando fue informado de que su madre, tras visitar un banco de alimentos en Vigo, se uniría a su padre en la regata gallega.

La siguiente ha tenido lugar poco después en Mallorca, cuando el viernes 26 de julio visitaron juntos la Academia de Tenis de Rafa Nadal, en Manacor, y almorzaron con el tenista y su familia en el restaurante Sa Punta de Son Serverá. El Emérito pasó el fin de semana con Doña Sofía y sus nietos, Irene, Miguel y Victoria Federica, en Marivent, palacio que no había vuelto a pisar en verano desde su abdicación, salvo fugazmente en julio de 2016 por el 80 cumpleaños de su hermana Pilar.

No coincidió el Rey con Don Felipe, que llegó a la isla con Letizia y sus hijas este miércoles, ya que abandonó antes Mallorca para viajar a Finlandia, donde en la localidad de Hanko competirá del 1 al 10 de agosto en el Campeonato del Mundo de vela de la clase 6/m con su velero Bribón. Tal vez allí revalide su título de campeón del Mundo en su categoría. Por cierto, que la Reina Sofía volvió a poner de manifiesto su profesionalidad este jueves cuando, en aras de escenificar por millonésima vez la sintonía entre suegra y nuera en Mallorca, acudió con Doña Letizia, Leonor y Sofia a ver El Rey León, la misma película que vio el dia anterior con sus otras nietas, Irene y Victoria.

Esta inesperada reconciliación en un matrimonio que todos daban por muerto y enterrado, ocurre cuando están a punto de cumplirse 65 años del día que Juan Carlos y Sofía se conocieron con 16 y 15 años, respectivamente. Fue el 22 de agosto de 1954 en Venecia, cuando embarcaron en el yate Agamenón para realizar un crucero organizado por la reina Federica de Grecia, madre de la Emérita, para miembros de la realeza. Pero el flechazo surgió siete años más tarde, en el enlace de los duques de Kent celebrado en Londres el 8 de junio de 1961.

Tras su boda, celebrada en Atenas el 14 de mayo de 1962, y la llegada de Elena, Cristina y Felipe, la complicidad inicial del matrimonio se fue esfumando y Doña Sofía se acostumbró a hacerse la sorda ante el runrún incesante de nombres de mujer que llegaba a sus oídos. Primero separaron sus camas y luego sus vidas, quedando el trono como nexo de unión. Un frágil asidero que a punto estuvo de dinamitar Corinna, la peligrosa “amiga entrañable” de Don Juan Carlos. En esos momentos, la guerra era total, hasta el punto de que el Rey filtraba a la prensa escapadas de su esposa, como cuando fue fotografiada en Londres, cargada de bolsas de marcas de lujo, dinamitando la imagen low cost que tanto le gustaba dar.

Tras la abdicación en 2014, ni se les podía programar actos juntos, por lo que tenían agendas institucionales separadas, como sus vidas. El Emérito no quería ver a su mujer ni en pintura; de hecho, en una ocasión fue invitado a cenar en casa de los marqueses de Isasi, quienes, por cortesía, extendieron la invitación a la Reina Sofía. Cuando el Emérito se enteró, canceló su asistencia.

CAMBIO CON LA EDAD

En aquellos momentos, el bastión de Doña Sofía era Don Felipe, aunque con Letizia su relación nunca fue tan idílica como pintaban y a sus nietas, Leonor y Sofía, apenas las veía. Don Juan Carlos se apoyaba en su hija Elena, pues también su relación con Cristina estaba fría desde que estalló Noós. Fue una etapa de apogeo para la Reina, que mantenía activa presencia institucional mientras su marido era postergado, lo que le irritaba mucho.

Pero las tensiones fueron poco a poco limándose, incluso aseguran que Don Juan Carlos, en vísperas de su 80 cumpleaños, pidió perdón a su mujer por las humillaciones recibidas. “Quizá al verse anciano y con problemas de movilidad, se replanteó acercarse a la familia, pues le aterra morir solo”, asegura una persona de su entorno.

La realidad es que la relación de los Eméritos, que ha sido todo menos idílica, ha dado un vuelco al entrar en una etapa donde, como ocurre en muchas parejas ancianas, prevalece lo que les une; en este caso, 57 años de matrimonio, 39 de reinado, tres hijos y ocho nietos. En su caso también hacer frente común contra los agravios, ya que. curiosamente. el rifirrafe ocurrido en Palma la Semana Santa de 2018. cuando Letizia impidió a Doña Sofía fotografiarse con sus nietas, supuso un antes y un después entre ellos. Don Juan Carlos, que fue testigo de la escena, se indignó: “Por vez primera vez en mucho tiempo le conmovió el desplante a Doña Sofía, quien nunca le falló, sobre todo como Reina, algo que Don Juan Carlos valora enormemente”, añade la fuente citada.

A raíz de aquello, también la presencia institucional de Doña Sofía ha mermado considerablemente coincidiendo con su acercamiento a Don Juan Carlos, con el que en 2019 ha protagonizado escenas inéditas, pues antes de escaparse a Sanxenxo y compartir fin de semana en Marivent, ya acudieron juntos en mayo a un partido de tenis entre Nadal y el griego Tsitsipas.

Antes, en abril, también viajaron a Alemania a un partido de balonmano de su nieto, Pablo Urdangarin, con las Infantas Elena y Cristina y Claire Liebaert, madre de Urdangarin. Algo que indicaba asimismo un cambio en el juego de equilibrios de la Familia Real, pues Doña Sofía ha hecho piña con sus hijas, las Infantas Elena y Cristina, cuya suerte, dada la tensa relación que mantienen con Doña Letizia, les preocupa mucho a los dos. “Don Juan Carlos teme que si muere, nadie las proteja, incluso peligren sus puestos de trabajo en La Caixa y la Fundación Mapfre”.

Estas tensiones familiares acabaron desencadenando también el adiós del Emérito a la vida oficial, ya que, según su entorno, “estaba harto de humillaciones, sentía que su hijo, Don Felipe, no sacaba la cara por él ni en Zarzuela ni ante su esposa”. Esa jubilación tuvo lugar el pasado 2 de junio, coincidiendo con el quinto aniversario de su abdicación, en una corrida de toros en Aranjuez. Muchos auguraron que su matrimonio, roto el lazo institucional, estaría totalmente finiquitado, incluso se publicó que Doña Sofía se instalaría temporadas en Grecia ante la delicada salud de su hermano, Constantino. Nada más lejos de la realidad ahora que su sorprendente reconciliación con Don Juan Carlos es un hecho. Quizá porque, como confesó el jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo a esta redactora antes de morir en 2009, “la Reina sigue totalmente enamorada de Don Juan Carlos y lo estará siempre. Su ilusión sería que éste le dijera: ‘Sofi, arréglate’ y la llevara a cenar a un restaurante como dos novios”.

“Por una vez el protocolo hizo bien las cosas”, aseguró la Reina Sofía refiriéndose a la boda de los duques de Kent, celebrada en Londres el 8 de junio de 1961. Y es que oficialmente le asignaron como pareja a Juan Carlos de Borbón, que ejerció como su “chevalier servant” tanto en la ceremonia como en las celebraciones previas al enlace. Tenían 22 y 23 años respectivamente, se alojaban en el mismo hotel, el Claridge’s, y la noche misma de su llegada acudieron en el mismo taxi a una cena de gala en el hotel Savoy donde Doña Sofía reconoce que empezó a sentir “el tirón del atractivo” por el “chico de los Barcelona”. Los días siguientes se unieron al grupo de jóvenes invitados de la realeza con el que salieron a cenar, al cine a ver ‘Éxodo’ de Paul Newman y a numerosas recepciones. Algo debía flotar en el ambiente, ya que Constantino, el hermano de Doña Sofía, que la acompañó en el viaje, alertó por teléfono a sus padres. “Preparaos por si hay sorpresa: Juanito, el chico de los [condes de] Barcelona está muy asiduo con Sofía y parece que a ella no le desagrada”. El flechazo se consolidaría durante una velada en el hotel Dorchester. “Nos quedamos en la mesa largo rato hablando en profundidad de muchas cosas: de su vida, de la mía, de religión, de filosofía... Me di cuenta de que Juanito no solo era un hombre encantador sino mucho más profundo como ser humano de lo que aparentaba”, reveló la Reina a su biógrafa, Pilar Urbano. “Estábamos muy a gusto allí sentados. Solo al final, me sacó a bailar. Un fox lento. Recuerdo que bailamos muy despacito y en silencio”. Poco tiempo después, cuando Sofía se encontraba en Escocia compitiendo con Constantino en la regata Golden Cup, recibió una inesperada tarjeta. “Querida Sofi: pienso mucho en ti. ¿Cuándo volveremos a vernos? Te recuerdo mucho. Abrazos y mucho amor. Juan Carlos”.

Fue la reina Federica de Grecia, madre de Doña Sofía, la que urdió la idea de organizar un exclusivo crucero para casi un centenar de miembros de la realeza. El objetivo no era tanto ejercer de casamentera entre los jóvenes del ‘Ghota’, como restañar las heridas que la Segunda Guerra Mundial habia abierto en el seno de las familias de sangre azul europeas. Muchas perdieron sus tronos o se vieron obligadas a exiliarse, quedando además agrupadas en los dos bandos irreconciliables que se enfrentaron en la contienda.

El ‘Agamenón’, barco a bordo del cual trascurrió la travesía, zarpó del puerto de Venecia el 22 de agosto de 1954 con casi un centenar de miembros de la realeza a bordo. Entre ellos, Juan Carlos de Borbón, “ el chico de los Barcelona” , que tenía 16 años y al que su padre, Don Juan, también asistente al crucero, había mandado a educarse a España bajo la ‘bota’ de Franco para tratar de recuperar la Corona. Fue embarcando en el muelle veneciano cuando “Juanito”, como le apodaban sus íntimos, conoció a la quinceañera princesa Sofía de Grecia, primogénita de los monarcas griegos, que viajaba con sus padres. Después, intimarían algo más, aunque no mucho, durante la travesía, que transcurrió en buena parte por el mar Egeo, con escalas en la isla de Creta y en las costas de Olympia y Delfos. Pero realmente no pasó nada especial entre ellos y el 3 de septiembre, cuando desembarcaron en Nápoles, fin del trayecto, se despidieron amistosamente. A Sofía, Juanito le pareció entonces un chico un tanto gamberro, al que un día logró inmovilizar en cubierta haciéndole una llave de judo, disciplina que aprendía con su hermano Constantino. Sin embargo, Juan Carlos sí reparó en Sofía. “Me gustó desde que me la presentaron. Es una de las pocas jóvenes que he conocido que podrían llevar con toda dignidad una corona real”, aseguró posteriormente. Fue siete años más tarde, en la boda de los duques de Kent, celebrada en Londres el 8 de junio de 1961, cuando entre ellos surgiría el flechazo.
 
Última edición por un moderador:
Estos dos se han unido para tocar las narices a la nuera creo yo y dar unos cuantos zacas.No sabia que Miguel también estaba en Marivent.
No fue a ver el Rey Leon??
A ver di tiene que tragarse una tercera vez la película Doña Sofía.
Los veranos donde estaban todos los nietos juntos se han acabado.
En cuanto llegan los reyes actuales salen corriendo todos.
Y los dejan solos: porque están solos.
 
03/08/2019

LA INESPERADA RECONCILIACIÓN
LA REINA, SOBRE EL REY: “ESTOY MEJOR QUE NUNCA CON JUANITO”
SU PRIMER ENCUENTRO, EN UN CRUCERO
Y DE UNA BODA (LA DE LOS KENT) SALIÓ OTRA


El verano nos ha legado una escena sorprendente: los Reyes Eméritos juntos en Mallorca. Una imagen que, tras la cena de la regata de Sanxenxo, en la que también estuvieron en pareja, confirma un acercamiento tras años de rumores sobre su difícil matrimonio. “Estoy mejor que nunca con él”, habría comentado la Reina.
A punto de cumplirse 65 años de su primer encuentro, en alta mar, en un crucero, los Reyes Eméritos han vuelto a reencontrarse como pareja. Su entorno lo asegura: pasan tiempo juntos en palacio y reciben amigos (él, en zapatillas de estar por casa). POR CONSUELO FONT

“ESTOY MEJOR QUE NUNCA CON JUANITO”, apostilló la Reina Sofía ante su asombrado interlocutor, un viejo colaborador de Don Juan Carlos que acudió a Zarzuela a visitarles una tarde de este julio. Aprovechó para hacer un aparte con “la Señora”, con la que tantas veces en el pasado ejerció de paño de lágrimas. “Lo que antes era un rosario de reproches, quejas y rabia, que si corinnas, que si gayás... Se ha esfumado por completo. Ahora de la boca de Doña Sofía solo salen elogios y palabras cariñosas hacia su esposo. Visto lo visto antaño, me parecieron tan sorprendentes sus palabras que casi me tuve que frotar los ojos”, asegura el citado personaje a LOC.

Un asombro que comparte el personal de Zarzuela, que de un tiempo a esta parte contempla a la pareja pasar tiempo junta en el palacio, cosa que hace mucho que no hacían. Don Juan Carlos, al que se ve más relajado desde que se jubiló de la vida oficial en junio, recibe a los amigos en zapatillas y algunas veces con Doña Sofía ofreciendo una imagen hogareña de matrimonio bien avenido.

Algo que tampoco se privan de exhibir fuera de palacio, ya que últimamente la pareja se ha convertido en una caja de sorpresas. La primera fue que Don Juan Carlos se llevara a su mujer de regata a Sanxenxo a mediados de julio, algo que no hizo siquiera en sus años de reinado. La imagen de Doña Sofía ataviada con un vistoso mono floreado, tan opuesto a su sobria estética habitual, y posando feliz con Don Juan Carlos y la Infanta Elena en el náutico, dejó estupefacto al país entero. Sorpresa que, aseguran, compartió el Rey Felipe cuando fue informado de que su madre, tras visitar un banco de alimentos en Vigo, se uniría a su padre en la regata gallega.

La siguiente ha tenido lugar poco después en Mallorca, cuando el viernes 26 de julio visitaron juntos la Academia de Tenis de Rafa Nadal, en Manacor, y almorzaron con el tenista y su familia en el restaurante Sa Punta de Son Serverá. El Emérito pasó el fin de semana con Doña Sofía y sus nietos, Irene, Miguel y Victoria Federica, en Marivent, palacio que no había vuelto a pisar en verano desde su abdicación, salvo fugazmente en julio de 2016 por el 80 cumpleaños de su hermana Pilar.

No coincidió el Rey con Don Felipe, que llegó a la isla con Letizia y sus hijas este miércoles, ya que abandonó antes Mallorca para viajar a Finlandia, donde en la localidad de Hanko competirá del 1 al 10 de agosto en el Campeonato del Mundo de vela de la clase 6/m con su velero Bribón. Tal vez allí revalide su título de campeón del Mundo en su categoría. Por cierto, que la Reina Sofía volvió a poner de manifiesto su profesionalidad este jueves cuando, en aras de escenificar por millonésima vez la sintonía entre suegra y nuera en Mallorca, acudió con Doña Letizia, Leonor y Sofia a ver El Rey León, la misma película que vio el dia anterior con sus otras nietas, Irene y Victoria.

Esta inesperada reconciliación en un matrimonio que todos daban por muerto y enterrado, ocurre cuando están a punto de cumplirse 65 años del día que Juan Carlos y Sofía se conocieron con 16 y 15 años, respectivamente. Fue el 22 de agosto de 1954 en Venecia, cuando embarcaron en el yate Agamenón para realizar un crucero organizado por la reina Federica de Grecia, madre de la Emérita, para miembros de la realeza. Pero el flechazo surgió siete años más tarde, en el enlace de los duques de Kent celebrado en Londres el 8 de junio de 1961.

Tras su boda, celebrada en Atenas el 14 de mayo de 1962, y la llegada de Elena, Cristina y Felipe, la complicidad inicial del matrimonio se fue esfumando y Doña Sofía se acostumbró a hacerse la sorda ante el runrún incesante de nombres de mujer que llegaba a sus oídos. Primero separaron sus camas y luego sus vidas, quedando el trono como nexo de unión. Un frágil asidero que a punto estuvo de dinamitar Corinna, la peligrosa “amiga entrañable” de Don Juan Carlos. En esos momentos, la guerra era total, hasta el punto de que el Rey filtraba a la prensa escapadas de su esposa, como cuando fue fotografiada en Londres, cargada de bolsas de marcas de lujo, dinamitando la imagen low cost que tanto le gustaba dar.

Tras la abdicación en 2014, ni se les podía programar actos juntos, por lo que tenían agendas institucionales separadas, como sus vidas. El Emérito no quería ver a su mujer ni en pintura; de hecho, en una ocasión fue invitado a cenar en casa de los marqueses de Isasi, quienes, por cortesía, extendieron la invitación a la Reina Sofía. Cuando el Emérito se enteró, canceló su asistencia.

CAMBIO CON LA EDAD

En aquellos momentos, el bastión de Doña Sofía era Don Felipe, aunque con Letizia su relación nunca fue tan idílica como pintaban y a sus nietas, Leonor y Sofía, apenas las veía. Don Juan Carlos se apoyaba en su hija Elena, pues también su relación con Cristina estaba fría desde que estalló Noós. Fue una etapa de apogeo para la Reina, que mantenía activa presencia institucional mientras su marido era postergado, lo que le irritaba mucho.

Pero las tensiones fueron poco a poco limándose, incluso aseguran que Don Juan Carlos, en vísperas de su 80 cumpleaños, pidió perdón a su mujer por las humillaciones recibidas. “Quizá al verse anciano y con problemas de movilidad, se replanteó acercarse a la familia, pues le aterra morir solo”, asegura una persona de su entorno.

La realidad es que la relación de los Eméritos, que ha sido todo menos idílica, ha dado un vuelco al entrar en una etapa donde, como ocurre en muchas parejas ancianas, prevalece lo que les une; en este caso, 57 años de matrimonio, 39 de reinado, tres hijos y ocho nietos. En su caso también hacer frente común contra los agravios, ya que. curiosamente. el rifirrafe ocurrido en Palma la Semana Santa de 2018. cuando Letizia impidió a Doña Sofía fotografiarse con sus nietas, supuso un antes y un después entre ellos. Don Juan Carlos, que fue testigo de la escena, se indignó: “Por vez primera vez en mucho tiempo le conmovió el desplante a Doña Sofía, quien nunca le falló, sobre todo como Reina, algo que Don Juan Carlos valora enormemente”, añade la fuente citada.

A raíz de aquello, también la presencia institucional de Doña Sofía ha mermado considerablemente coincidiendo con su acercamiento a Don Juan Carlos, con el que en 2019 ha protagonizado escenas inéditas, pues antes de escaparse a Sanxenxo y compartir fin de semana en Marivent, ya acudieron juntos en mayo a un partido de tenis entre Nadal y el griego Tsitsipas.

Antes, en abril, también viajaron a Alemania a un partido de balonmano de su nieto, Pablo Urdangarin, con las Infantas Elena y Cristina y Claire Liebaert, madre de Urdangarin. Algo que indicaba asimismo un cambio en el juego de equilibrios de la Familia Real, pues Doña Sofía ha hecho piña con sus hijas, las Infantas Elena y Cristina, cuya suerte, dada la tensa relación que mantienen con Doña Letizia, les preocupa mucho a los dos. “Don Juan Carlos teme que si muere, nadie las proteja, incluso peligren sus puestos de trabajo en La Caixa y la Fundación Mapfre”.

Estas tensiones familiares acabaron desencadenando también el adiós del Emérito a la vida oficial, ya que, según su entorno, “estaba harto de humillaciones, sentía que su hijo, Don Felipe, no sacaba la cara por él ni en Zarzuela ni ante su esposa”. Esa jubilación tuvo lugar el pasado 2 de junio, coincidiendo con el quinto aniversario de su abdicación, en una corrida de toros en Aranjuez. Muchos auguraron que su matrimonio, roto el lazo institucional, estaría totalmente finiquitado, incluso se publicó que Doña Sofía se instalaría temporadas en Grecia ante la delicada salud de su hermano, Constantino. Nada más lejos de la realidad ahora que su sorprendente reconciliación con Don Juan Carlos es un hecho. Quizá porque, como confesó el jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo a esta redactora antes de morir en 2009, “la Reina sigue totalmente enamorada de Don Juan Carlos y lo estará siempre. Su ilusión sería que éste le dijera: ‘Sofi, arréglate’ y la llevara a cenar a un restaurante como dos novios”.

“Por una vez el protocolo hizo bien las cosas”, aseguró la Reina Sofía refiriéndose a la boda de los duques de Kent, celebrada en Londres el 8 de junio de 1961. Y es que oficialmente le asignaron como pareja a Juan Carlos de Borbón, que ejerció como su “chevalier servant” tanto en la ceremonia como en las celebraciones previas al enlace. Tenían 22 y 23 años respectivamente, se alojaban en el mismo hotel, el Claridge’s, y la noche misma de su llegada acudieron en el mismo taxi a una cena de gala en el hotel Savoy donde Doña Sofía reconoce que empezó a sentir “el tirón del atractivo” por el “chico de los Barcelona”. Los días siguientes se unieron al grupo de jóvenes invitados de la realeza con el que salieron a cenar, al cine a ver ‘Éxodo’ de Paul Newman y a numerosas recepciones. Algo debía flotar en el ambiente, ya que Constantino, el hermano de Doña Sofía, que la acompañó en el viaje, alertó por teléfono a sus padres. “Preparaos por si hay sorpresa: Juanito, el chico de los [condes de] Barcelona está muy asiduo con Sofía y parece que a ella no le desagrada”. El flechazo se consolidaría durante una velada en el hotel Dorchester. “Nos quedamos en la mesa largo rato hablando en profundidad de muchas cosas: de su vida, de la mía, de religión, de filosofía... Me di cuenta de que Juanito no solo era un hombre encantador sino mucho más profundo como ser humano de lo que aparentaba”, reveló la Reina a su biógrafa, Pilar Urbano. “Estábamos muy a gusto allí sentados. Solo al final, me sacó a bailar. Un fox lento. Recuerdo que bailamos muy despacito y en silencio”. Poco tiempo después, cuando Sofía se encontraba en Escocia compitiendo con Constantino en la regata Golden Cup, recibió una inesperada tarjeta. “Querida Sofi: pienso mucho en ti. ¿Cuándo volveremos a vernos? Te recuerdo mucho. Abrazos y mucho amor. Juan Carlos”.

Fue la reina Federica de Grecia, madre de Doña Sofía, la que urdió la idea de organizar un exclusivo crucero para casi un centenar de miembros de la realeza. El objetivo no era tanto ejercer de casamentera entre los jóvenes del ‘Ghota’, como restañar las heridas que la Segunda Guerra Mundial habia abierto en el seno de las familias de sangre azul europeas. Muchas perdieron sus tronos o se vieron obligadas a exiliarse, quedando además agrupadas en los dos bandos irreconciliables que se enfrentaron en la contienda.

El ‘Agamenón’, barco a bordo del cual trascurrió la travesía, zarpó del puerto de Venecia el 22 de agosto de 1954 con casi un centenar de miembros de la realeza a bordo. Entre ellos, Juan Carlos de Borbón, “ el chico de los Barcelona” , que tenía 16 años y al que su padre, Don Juan, también asistente al crucero, había mandado a educarse a España bajo la ‘bota’ de Franco para tratar de recuperar la Corona. Fue embarcando en el muelle veneciano cuando “Juanito”, como le apodaban sus íntimos, conoció a la quinceañera princesa Sofía de Grecia, primogénita de los monarcas griegos, que viajaba con sus padres. Después, intimarían algo más, aunque no mucho, durante la travesía, que transcurrió en buena parte por el mar Egeo, con escalas en la isla de Creta y en las costas de Olympia y Delfos. Pero realmente no pasó nada especial entre ellos y el 3 de septiembre, cuando desembarcaron en Nápoles, fin del trayecto, se despidieron amistosamente. A Sofía, Juanito le pareció entonces un chico un tanto gamberro, al que un día logró inmovilizar en cubierta haciéndole una llave de judo, disciplina que aprendía con su hermano Constantino. Sin embargo, Juan Carlos sí reparó en Sofía. “Me gustó desde que me la presentaron. Es una de las pocas jóvenes que he conocido que podrían llevar con toda dignidad una corona real”, aseguró posteriormente. Fue siete años más tarde, en la boda de los duques de Kent, celebrada en Londres el 8 de junio de 1961, cuando entre ellos surgiría el flechazo.

Otro artículo de lavado de imagen?

Por lo único que me parecería creíble lo que dice sería por el hecho que "Juanito", hace un par de años, iba por ahí, deambulando con amigos, de comida en comida, diciéndose que estaba tan solo. Y, muchos, a esa edad, necesitan reconciliarse con su pasado, y una compañía para no sentirse solos.
 
03/08/2019

LA INESPERADA RECONCILIACIÓN
LA REINA, SOBRE EL REY: “ESTOY MEJOR QUE NUNCA CON JUANITO”
SU PRIMER ENCUENTRO, EN UN CRUCERO
Y DE UNA BODA (LA DE LOS KENT) SALIÓ OTRA


El verano nos ha legado una escena sorprendente: los Reyes Eméritos juntos en Mallorca. Una imagen que, tras la cena de la regata de Sanxenxo, en la que también estuvieron en pareja, confirma un acercamiento tras años de rumores sobre su difícil matrimonio. “Estoy mejor que nunca con él”, habría comentado la Reina.
A punto de cumplirse 65 años de su primer encuentro, en alta mar, en un crucero, los Reyes Eméritos han vuelto a reencontrarse como pareja. Su entorno lo asegura: pasan tiempo juntos en palacio y reciben amigos (él, en zapatillas de estar por casa). POR CONSUELO FONT

“ESTOY MEJOR QUE NUNCA CON JUANITO”, apostilló la Reina Sofía ante su asombrado interlocutor, un viejo colaborador de Don Juan Carlos que acudió a Zarzuela a visitarles una tarde de este julio. Aprovechó para hacer un aparte con “la Señora”, con la que tantas veces en el pasado ejerció de paño de lágrimas. “Lo que antes era un rosario de reproches, quejas y rabia, que si corinnas, que si gayás... Se ha esfumado por completo. Ahora de la boca de Doña Sofía solo salen elogios y palabras cariñosas hacia su esposo. Visto lo visto antaño, me parecieron tan sorprendentes sus palabras que casi me tuve que frotar los ojos”, asegura el citado personaje a LOC.

Un asombro que comparte el personal de Zarzuela, que de un tiempo a esta parte contempla a la pareja pasar tiempo junta en el palacio, cosa que hace mucho que no hacían. Don Juan Carlos, al que se ve más relajado desde que se jubiló de la vida oficial en junio, recibe a los amigos en zapatillas y algunas veces con Doña Sofía ofreciendo una imagen hogareña de matrimonio bien avenido.

Algo que tampoco se privan de exhibir fuera de palacio, ya que últimamente la pareja se ha convertido en una caja de sorpresas. La primera fue que Don Juan Carlos se llevara a su mujer de regata a Sanxenxo a mediados de julio, algo que no hizo siquiera en sus años de reinado. La imagen de Doña Sofía ataviada con un vistoso mono floreado, tan opuesto a su sobria estética habitual, y posando feliz con Don Juan Carlos y la Infanta Elena en el náutico, dejó estupefacto al país entero. Sorpresa que, aseguran, compartió el Rey Felipe cuando fue informado de que su madre, tras visitar un banco de alimentos en Vigo, se uniría a su padre en la regata gallega.

La siguiente ha tenido lugar poco después en Mallorca, cuando el viernes 26 de julio visitaron juntos la Academia de Tenis de Rafa Nadal, en Manacor, y almorzaron con el tenista y su familia en el restaurante Sa Punta de Son Serverá. El Emérito pasó el fin de semana con Doña Sofía y sus nietos, Irene, Miguel y Victoria Federica, en Marivent, palacio que no había vuelto a pisar en verano desde su abdicación, salvo fugazmente en julio de 2016 por el 80 cumpleaños de su hermana Pilar.

No coincidió el Rey con Don Felipe, que llegó a la isla con Letizia y sus hijas este miércoles, ya que abandonó antes Mallorca para viajar a Finlandia, donde en la localidad de Hanko competirá del 1 al 10 de agosto en el Campeonato del Mundo de vela de la clase 6/m con su velero Bribón. Tal vez allí revalide su título de campeón del Mundo en su categoría. Por cierto, que la Reina Sofía volvió a poner de manifiesto su profesionalidad este jueves cuando, en aras de escenificar por millonésima vez la sintonía entre suegra y nuera en Mallorca, acudió con Doña Letizia, Leonor y Sofia a ver El Rey León, la misma película que vio el dia anterior con sus otras nietas, Irene y Victoria.

Esta inesperada reconciliación en un matrimonio que todos daban por muerto y enterrado, ocurre cuando están a punto de cumplirse 65 años del día que Juan Carlos y Sofía se conocieron con 16 y 15 años, respectivamente. Fue el 22 de agosto de 1954 en Venecia, cuando embarcaron en el yate Agamenón para realizar un crucero organizado por la reina Federica de Grecia, madre de la Emérita, para miembros de la realeza. Pero el flechazo surgió siete años más tarde, en el enlace de los duques de Kent celebrado en Londres el 8 de junio de 1961.

Tras su boda, celebrada en Atenas el 14 de mayo de 1962, y la llegada de Elena, Cristina y Felipe, la complicidad inicial del matrimonio se fue esfumando y Doña Sofía se acostumbró a hacerse la sorda ante el runrún incesante de nombres de mujer que llegaba a sus oídos. Primero separaron sus camas y luego sus vidas, quedando el trono como nexo de unión. Un frágil asidero que a punto estuvo de dinamitar Corinna, la peligrosa “amiga entrañable” de Don Juan Carlos. En esos momentos, la guerra era total, hasta el punto de que el Rey filtraba a la prensa escapadas de su esposa, como cuando fue fotografiada en Londres, cargada de bolsas de marcas de lujo, dinamitando la imagen low cost que tanto le gustaba dar.

Tras la abdicación en 2014, ni se les podía programar actos juntos, por lo que tenían agendas institucionales separadas, como sus vidas. El Emérito no quería ver a su mujer ni en pintura; de hecho, en una ocasión fue invitado a cenar en casa de los marqueses de Isasi, quienes, por cortesía, extendieron la invitación a la Reina Sofía. Cuando el Emérito se enteró, canceló su asistencia.

CAMBIO CON LA EDAD

En aquellos momentos, el bastión de Doña Sofía era Don Felipe, aunque con Letizia su relación nunca fue tan idílica como pintaban y a sus nietas, Leonor y Sofía, apenas las veía. Don Juan Carlos se apoyaba en su hija Elena, pues también su relación con Cristina estaba fría desde que estalló Noós. Fue una etapa de apogeo para la Reina, que mantenía activa presencia institucional mientras su marido era postergado, lo que le irritaba mucho.

Pero las tensiones fueron poco a poco limándose, incluso aseguran que Don Juan Carlos, en vísperas de su 80 cumpleaños, pidió perdón a su mujer por las humillaciones recibidas. “Quizá al verse anciano y con problemas de movilidad, se replanteó acercarse a la familia, pues le aterra morir solo”, asegura una persona de su entorno.

La realidad es que la relación de los Eméritos, que ha sido todo menos idílica, ha dado un vuelco al entrar en una etapa donde, como ocurre en muchas parejas ancianas, prevalece lo que les une; en este caso, 57 años de matrimonio, 39 de reinado, tres hijos y ocho nietos. En su caso también hacer frente común contra los agravios, ya que. curiosamente. el rifirrafe ocurrido en Palma la Semana Santa de 2018. cuando Letizia impidió a Doña Sofía fotografiarse con sus nietas, supuso un antes y un después entre ellos. Don Juan Carlos, que fue testigo de la escena, se indignó: “Por vez primera vez en mucho tiempo le conmovió el desplante a Doña Sofía, quien nunca le falló, sobre todo como Reina, algo que Don Juan Carlos valora enormemente”, añade la fuente citada.

A raíz de aquello, también la presencia institucional de Doña Sofía ha mermado considerablemente coincidiendo con su acercamiento a Don Juan Carlos, con el que en 2019 ha protagonizado escenas inéditas, pues antes de escaparse a Sanxenxo y compartir fin de semana en Marivent, ya acudieron juntos en mayo a un partido de tenis entre Nadal y el griego Tsitsipas.

Antes, en abril, también viajaron a Alemania a un partido de balonmano de su nieto, Pablo Urdangarin, con las Infantas Elena y Cristina y Claire Liebaert, madre de Urdangarin. Algo que indicaba asimismo un cambio en el juego de equilibrios de la Familia Real, pues Doña Sofía ha hecho piña con sus hijas, las Infantas Elena y Cristina, cuya suerte, dada la tensa relación que mantienen con Doña Letizia, les preocupa mucho a los dos. “Don Juan Carlos teme que si muere, nadie las proteja, incluso peligren sus puestos de trabajo en La Caixa y la Fundación Mapfre”.

Estas tensiones familiares acabaron desencadenando también el adiós del Emérito a la vida oficial, ya que, según su entorno, “estaba harto de humillaciones, sentía que su hijo, Don Felipe, no sacaba la cara por él ni en Zarzuela ni ante su esposa”. Esa jubilación tuvo lugar el pasado 2 de junio, coincidiendo con el quinto aniversario de su abdicación, en una corrida de toros en Aranjuez. Muchos auguraron que su matrimonio, roto el lazo institucional, estaría totalmente finiquitado, incluso se publicó que Doña Sofía se instalaría temporadas en Grecia ante la delicada salud de su hermano, Constantino. Nada más lejos de la realidad ahora que su sorprendente reconciliación con Don Juan Carlos es un hecho. Quizá porque, como confesó el jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo a esta redactora antes de morir en 2009, “la Reina sigue totalmente enamorada de Don Juan Carlos y lo estará siempre. Su ilusión sería que éste le dijera: ‘Sofi, arréglate’ y la llevara a cenar a un restaurante como dos novios”.

“Por una vez el protocolo hizo bien las cosas”, aseguró la Reina Sofía refiriéndose a la boda de los duques de Kent, celebrada en Londres el 8 de junio de 1961. Y es que oficialmente le asignaron como pareja a Juan Carlos de Borbón, que ejerció como su “chevalier servant” tanto en la ceremonia como en las celebraciones previas al enlace. Tenían 22 y 23 años respectivamente, se alojaban en el mismo hotel, el Claridge’s, y la noche misma de su llegada acudieron en el mismo taxi a una cena de gala en el hotel Savoy donde Doña Sofía reconoce que empezó a sentir “el tirón del atractivo” por el “chico de los Barcelona”. Los días siguientes se unieron al grupo de jóvenes invitados de la realeza con el que salieron a cenar, al cine a ver ‘Éxodo’ de Paul Newman y a numerosas recepciones. Algo debía flotar en el ambiente, ya que Constantino, el hermano de Doña Sofía, que la acompañó en el viaje, alertó por teléfono a sus padres. “Preparaos por si hay sorpresa: Juanito, el chico de los [condes de] Barcelona está muy asiduo con Sofía y parece que a ella no le desagrada”. El flechazo se consolidaría durante una velada en el hotel Dorchester. “Nos quedamos en la mesa largo rato hablando en profundidad de muchas cosas: de su vida, de la mía, de religión, de filosofía... Me di cuenta de que Juanito no solo era un hombre encantador sino mucho más profundo como ser humano de lo que aparentaba”, reveló la Reina a su biógrafa, Pilar Urbano. “Estábamos muy a gusto allí sentados. Solo al final, me sacó a bailar. Un fox lento. Recuerdo que bailamos muy despacito y en silencio”. Poco tiempo después, cuando Sofía se encontraba en Escocia compitiendo con Constantino en la regata Golden Cup, recibió una inesperada tarjeta. “Querida Sofi: pienso mucho en ti. ¿Cuándo volveremos a vernos? Te recuerdo mucho. Abrazos y mucho amor. Juan Carlos”.

Fue la reina Federica de Grecia, madre de Doña Sofía, la que urdió la idea de organizar un exclusivo crucero para casi un centenar de miembros de la realeza. El objetivo no era tanto ejercer de casamentera entre los jóvenes del ‘Ghota’, como restañar las heridas que la Segunda Guerra Mundial habia abierto en el seno de las familias de sangre azul europeas. Muchas perdieron sus tronos o se vieron obligadas a exiliarse, quedando además agrupadas en los dos bandos irreconciliables que se enfrentaron en la contienda.

El ‘Agamenón’, barco a bordo del cual trascurrió la travesía, zarpó del puerto de Venecia el 22 de agosto de 1954 con casi un centenar de miembros de la realeza a bordo. Entre ellos, Juan Carlos de Borbón, “ el chico de los Barcelona” , que tenía 16 años y al que su padre, Don Juan, también asistente al crucero, había mandado a educarse a España bajo la ‘bota’ de Franco para tratar de recuperar la Corona. Fue embarcando en el muelle veneciano cuando “Juanito”, como le apodaban sus íntimos, conoció a la quinceañera princesa Sofía de Grecia, primogénita de los monarcas griegos, que viajaba con sus padres. Después, intimarían algo más, aunque no mucho, durante la travesía, que transcurrió en buena parte por el mar Egeo, con escalas en la isla de Creta y en las costas de Olympia y Delfos. Pero realmente no pasó nada especial entre ellos y el 3 de septiembre, cuando desembarcaron en Nápoles, fin del trayecto, se despidieron amistosamente. A Sofía, Juanito le pareció entonces un chico un tanto gamberro, al que un día logró inmovilizar en cubierta haciéndole una llave de judo, disciplina que aprendía con su hermano Constantino. Sin embargo, Juan Carlos sí reparó en Sofía. “Me gustó desde que me la presentaron. Es una de las pocas jóvenes que he conocido que podrían llevar con toda dignidad una corona real”, aseguró posteriormente. Fue siete años más tarde, en la boda de los duques de Kent, celebrada en Londres el 8 de junio de 1961, cuando entre ellos surgiría el flechazo.
Si la noticia es cierta me alegro mucho por Sofia y las hijas. A lo mejor JC ha aprendido de Cristina y Urdangarin. Esperemos que Felipe lo sepa también agradecer. Al final a la Conzeta le ha salido el tiro por la culata y lo de la catedral ha unido definitivamente a la familia uniendose como una piña.
 
“Quizá al verse anciano y con problemas de movilidad, se replanteó acercarse a la familia, pues le aterra morir solo”

A JC es eso lo que le pasa, la edad y los achaques.
Le quedan dos telediarios y no quiere estar solo.

No merece que Sofia lo mire a la cara por la vida que le ha dado llena de cuernos.
Pero ella también tiene una edad, algún achaque tendrá y tampoco querrá estar sola.
Se podría haber buscado un "amigo entrañable" en vez de rebajarse ante su marido.

Desde que aceptaron lo inaceptable (Letizia), han pasado demasiadas cosas en CR y todas malas.
Ese sigue siendo el gran misterio después de 16 años, como consiguió colarse en la monarquía alguien que nunca debió hacerlo. Tiene tanta :poop: oculta como los mismos Borbones.
 
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Otro artículo de lavado de imagen?

Por lo único que me parecería creíble lo que dice sería por el hecho que "Juanito", hace un par de años, iba por ahí, deambulando con amigos, de comida en comida, diciéndose que estaba tan solo. Y, muchos, a esa edad, necesitan reconciliarse con su pasado, y una compañía para no sentirse solos.


O es una burda campaña de imagen, o la señora esta perdiendo la memoria, como comun a esas edades.

Venga señora que ya es mayorcita para hacer esas declaraciones de párvulos.
 
No me creo que alguien que se tenga por amigo de Sofia a estas alturas vaya contando algo que le dijeran en privado a menos que.......la orden sea precisamente que lo cuente como un mensaje a Leti.

Estas tensiones familiares acabaron desencadenando también el adiós del Emérito a la vida oficial, ya que, según su entorno, “estaba harto de humillaciones, sentía que su hijo, Don Felipe, no sacaba la cara por él ni en Zarzuela ni ante su esposa.


Quizas los desplantes a Sofia por parte de Leti sean consecuencia de no haber obedecido un "o te divorcias de JC o no te arrejuntamos".
Por otra parte esto es tremendo, llaman rey a Juan Carlos y a Felipe Don.

No coincidió el Rey con Don Felipe, que llegó a la isla con Letizia y sus hijas este miércoles, ya que abandonó antes Mallorca para viajar a Finlandia, donde en la localidad de Hanko competirá del 1 al 10 de agosto en el Campeonato del Mundo
....
 
Lo mejor sería que ahí donde pasó el verano, ahí mismo pasé el invierno.
No sabemos a ciencia cierta lo que pasa en estas familias sui generis. Pero en el real world son muchos los casos en los que un sinvergüenza, al final de sus incontinentes e hiperplasticos días regresa en mansedrume a que lo cuide su "amor de mi vida".
Vaya no veo filas de corinas queriendo limpiar babas.... Así es la vida!
 
Lo mejor sería que ahí donde pasó el verano, ahí mismo pasé el invierno.
No sabemos a ciencia cierta lo que pasa en estas familias sui generis. Pero en el real world son muchos los casos en los que un sinvergüenza, al final de sus incontinentes e hiperplasticos días regresa en mansedrume a que lo cuide su "amor de mi vida".
Vaya no veo filas de corinas queriendo limpiar babas.... Así es la vida!
Hay de todo, el Henry de Dinamarca al final de sus días se aparto de Daisy, se fue a Francia(su tierra) con sus viñedos y empezaron a decir que estaba demente.
 
Es un lavado de imagen forzoso, ya q los reyes actuales son de pena, ella una trastornada, él no termina de cuajar pq no tiene interés y encima la carga q tiene.
Doña Sofia vive en Londres, ni juanito ni na, zascas a la nuera.
 

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