LA GRAN ESTAFA IDEOLOGICA QUE CONDUCE A LA TIRANIA

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La gran estafa ideológica que conduce a la tiranía


Las ideologías no desaparecieron; muy al contrario, se han fragmentado en formas todavía más agresivas e irracionales.

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Alegoría - Foto Ryan McGuire

En 2004 el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero promulgó la llamada Ley Integral de Violencia de Género, una ley que, a pesar de violar principios básicos del Estado de derecho, fue apoyada por todos los partidos. En realidad, no respondía a las necesidades de las víctimas sino, más bien, al apetito propagandista de los políticos y a intereses de activistas y grupos de presión. Esta ley injusta, elaborada con criterios puramente ideológicos, no sólo no resolvió el problema sino que, como suele suceder, creó otros nuevos. Pero ahí sigue, inasequible a la enmienda o a la simple crítica.

Los grupos organizados suplantan el interés general y logran que se conculquen de un plumazo principios democráticos fundamentales
Este ejemplo, especialmente grave, muestra cómo los grupos organizados suplantan el interés general y logran que se conculquen de un plumazo principios democráticos fundamentales. Pero no es el único caso en que el activismo toma el control de la política. Sin ir más lejos, esta misma semana, el Ayuntamiento de Madrid, institución con fines y atribuciones claramente delimitadas, ha sido declarado unilateralmente, por la presión de grupos fuertemente ideologizados, “libre del TTIP”, el Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y los Estados Unidos. ¿Se plasmará quizá tal rechazo en la prohibición de consumir productos made in USA en dependencias municipales?

Los “colectivos okupas” constituyen también un ejemplo de libro; siendo cuantitativamente irrelevantes, en no pocas ocasiones consiguen de alcaldes y concejales tratos de favor inaccesibles para el común de los ciudadanos. O los grupos animalistas, cuya vehemencia y determinación lleva a los partidos a asumir a la carrera, sin mayores prevenciones, su “ética no antropocéntrica”. Sorprendentemente, en pleno siglo XXI la política se guía por criterios cada vez menos racionales: más ideológicos, emocionales e interesados.

Las neo-ideologías y la democracia sentimental

En 1964, Gonzalo Fernández de la Mora publicó su famoso ensayo El Crepúsculo de las Ideologías, donde sostenía que la creciente complejidad de la gestión pública exigía formas más racionales de organización política, más pragmáticas, basadas en criterios técnicos, no en la ideología, un concepto arcaico destinado a desaparecer. Por ello, ideólogos y políticos profesionales serían paulatinamente desplazados por técnicos y expertos. El argumento parecía plausible pero... la historia se encargó de quitar la razón a De la Mora.

Las ideologías no desaparecieron; muy al contrario, se fragmentaron en formas todavía más agresivas e irracionales. Las ideologías clásicas, generalistas y hasta cierto punto argumentativas, dejaron paso a creencias particularistas, centradas en un activismo puro con objetivos muy puntuales. Se trata de doctrinas todavía más fanáticas, antagónicas a la libertad individual, con creciente influencia sobre la política; "ismos" o religiones laicas que sistemáticamente cortocircuitan el debate, gritan, insultan, vociferan y queman en la hoguera a quien no comulga con lo políticamente correcto. Una suerte de nuevas sectas que, a diferencia de las tradicionales religiones, establecen reglas de conducta que no sólo afectan a sus feligreses; también aspiran a ser de general cumplimiento mediante la coacción estatal.

Todas ellas son nuevas ideologías, basadas fundamentalmente en impulsos y emociones, dispuestas a practicar una ingeniería social intensiva
El marxismo, un ejemplo clásico, fue sustituido por la ideología de género, según la cual la diferencia sexual no es más que un producto de la cultura. O por el ecologismo radical, la nueva religión laica que pregona el Apocalipsis, la destrucción de la humanidad por sus pecados contra la naturaleza, salvo que... haga acto de contrición, asimile el nuevo catecismo y pague el correspondiente peaje. O por el animalismo, una corriente que pretende colocar a los animales al mismo nivel que las personas. O por el “movimiento okupa”, que liquida el insolidario y egoísta derecho de propiedad en favor de la libre disposición para usos sociales de viviendas, locales y solares. Todas ellas son nuevas ideologías, basadas fundamentalmente en impulsos y emociones, dispuestas a practicar una ingeniería social intensiva por medio de la propaganda, la coacción y los hechos consumados.

Ante este nuevo órdago a la sociedad abierta, a la libertad individual, los partidos actuales, bien sea por puro interés electoral o simplemente por desidia para elaborar su propio ideario, se limitan a comprar gran parte de esta mercancía. Incorporan a sus programas cualquier consigna defendida por minorías ruidosas, por los activistas más gritones y fanáticos, por muy absurdos y descabellados que sean sus postulados. Al final, la gestión pública queda más orientada por creencias y supersticiones que por criterios objetivos y técnicos. ¿Cómo se explica semejante chaladura?

Las ideologías representan intereses grupales

En A Theory of political parties, (2012) Kathleen Bawn y sus coautores ofrecen una explicación. La política sufre una fuerte reideologización porque los partidos, en su búsqueda de atajos hacia el poder, han descubierto que ganan votos más rápida y fácilmente incorporando las ideas de los activistas bien organizados que elaborando y defendiendo las suyas propias. Esta estrategia ha obrado un efecto perverso: los programas coinciden cada vez más con los intereses de los activistas y se alejan paulatinamente de las verdaderas preocupaciones de los ciudadanos.

Los grupos interesados, entre los que tienen cada vez mayor peso los activistas, acrecientan su influencia de forma inexorable
El votante corriente habría perdido influencia porque la creciente complejidad de la política le impide conocer bien sus detalles. No es que sea necio, simplemente no tiene tiempo ni incentivos para procesar los gigabytes de información necesarios para formarse una opinión fundamentada, para votar de manera razonada. Así pues, los partidos prefieren ganarse el apoyo de los activistas mejor organizados, mucho más conscientes del objetivo que buscan. A través de ellos, obtienen los votos de numerosas facciones y sólo pierden el respaldo de los ciudadanos capaces de procesar la información, resistir la abrumadora propaganda y vencer el miedo al qué dirán (un tipo de votante al que los partidos desprecian por creer, erróneamente, que es muy minoritario). Por ello, en España, los grupos interesados, entre los que tienen cada vez mayor peso los activistas, acrecientan su influencia de forma inexorable, aplastando a la propia democracia.

Para Bawn y sus colegas, la ideología de los partidos es, en realidad, el resultado de acuerdos tácitos entre los diferentes grupos de intereses. Y se vende en los medios de información como algo indisociable del progreso. La sociedad, en lugar de evolucionar de forma natural, voluntaria, adaptándose paulatinamente al cambio de los tiempos, es obligada a transformarse drásticamente, en el marco de una ingeniería social que obedece a inconfesables intereses particulares.

La posibilidad de que los partidos apoyaran posturas de grupos minoritarios, no los de la mayoría, fue contemplada por Anthony Downs en An Economic Theory of Democracy (1957): un partido podría ganar las elecciones defendiendo un paquete de políticas minoritarias en las preferencias del electorado, fenómeno que se conoce como coalición de minorías. Esto sucede cuando una parte sustancial de la población vota según el trato que el gobierno concede a su facción, no en función del que otorga al conjunto de la ciudadanía. Las subvenciones a colectivos concretos son un ejemplo palmario: el votante valora el beneficio concentrado en su pequeño grupo pero desdeña la recaudación requerida, pues, al fin y al cabo, los impuestos se reparten entre toda la sociedad.

Grupos y facciones: los nuevos tiranos

Fue, sin embargo, Mancur Olson en The Logic of Collective Action (1965) quien explicó por qué los grupos de intereses particulares acaban ganando la partida a las asociaciones que defienden el bien común. La estructura de incentivos, costes y beneficios, fomenta que los sujetos se agrupen buscando intereses concretos, egoístas, en pos de prebendas a costa del resto, pues aquí las ganancias son sustanciales e inmediatas. Por el contrario, afiliarse a asociaciones que persiguen el interés general conlleva muchos costes y muy pocos beneficios para el individuo pues las posibles ganancias se repartirían entre toda la población. De esta forma, los grupos de presión minoritarios acaban capturando los partidos, los gobiernos, impulsando medidas que generan notables ineficiencias y que conducen invariablemente a la decadencia de las naciones.

El problema es que, una vez formadas, las coaliciones de grupos de intereses raramente desaparecen. Muy al contrario, engordan sin cesar, alimentadas desde el poder y los medios de información. Así, se expanden sin freno ideologías absurdas, particularistas, que perjudican a casi todos pero... benefician a unos pocos. Es normal que los sumos sacerdotes, y los fieles “bendecidos” por estas nuevas religiones, desarrollen una fe a toda prueba: tienen mucho que ganar. Pero resulta intolerable que pretendan obligar a comulgar con ruedas de molino al resto de la gente.

Un regreso valiente y decidido a la defensa del interés general reportaría beneficios incalculables para el conjunto de la sociedad
Más allá de la gobernabilidad, este es el drama al que nos enfrentarnos el 26J, unas elecciones a las que volverán a concurrir partidos con programas más orientados a satisfacer a mil y un grupos de presión, a recoger sus dogmas e imposiciones, que a defender los intereses del ciudadano común. Y aquí es donde debe producirse un cambio crucial, una ruptura por parte de alguna formación, de algún estadista con la suficiente visión para comprender que dentro de esta dinámica no hay salida: todas las victorias serán siempre pírricas. Es un sistema condenado a agotarse en sí mismo… o a desembocar en una suerte de totalitarismo. Por el contrario, un regreso valiente y decidido a la defensa del interés general, a la política con mayúsculas, reportaría beneficios incalculables para el conjunto de la sociedad. Y, también, muchos más votos de los que jamás podrían imaginar unos ofuscados y adocenados jefes de campaña.

http://vozpopuli.com/analisis/82794-la-gran-estafa-ideologica-que-conduce-a-la-tirania
 
Soy de la opinión de que todo es más sencillo,de toda la palabrería que vende y al mismo tiempo confunde,tal vez se hace por ese motivo.Especular no es lo mio.Por que el futuro a veces hace unos giros que sorprende.Lo que una sociedad no debe permitir que sus instituciones sean una mafia de corrupción.Como tampoco debe permitir dejar a un gobierno, sea del color que sea,sin un control social.El cheque en blanco no se debe dar a nadie.El dinero público es de todos y no se debe gestionar como si no fuera así, sin la obligación de dar explicaciones de donde y en que se gasta.Los políticos son corruptos por que hemos dejado que lo sean, por nuestras falta de interés y dejadez.El cambio tiene que venir también desde abajo y en esto somos parte interesada en saber cuidar nuestro Patrimonio y no dejar que lo dilapiden con total impunidad.Hay que exigir fuera los aforamientos y la impunidad del jefe del Estado,que la ley sea de verdad igual para todos y que nadie pueda vivir por encima de ella.Lo demás son tan solo palabras bien hilvanadas,nada más que eso.
 
Gracias! Bingo! y Me gusta! a este artículo...Denuncia un mal común y muy arraigado de nuestras sociedades, cada vez más agobiadas por la crisis económica, el pago de la hipoteca y buscando escapadas turísticas y demás consumismo en el cual buscar la felicidad. Metiendo la cabeza en la arena cual avestruz asustado y abrumado por las dificultades, dejamos el camino libre para los que saben ganar en ríos revueltos...

La sociedad, en lugar de evolucionar de forma natural, voluntaria, adaptándose paulatinamente al cambio de los tiempos, es obligada a transformarse drásticamente, en el marco de una ingeniería social que obedece a inconfesables intereses particulares.
Allí está la cuestión fundamental.

La historia de los grupos de lobbying y las políticas en la UE es un ejemplo más que educativo, first & foremost "La Mesa Redonda de Industriales" (European Round Table):

"Quien gobierna a Europa? La Mesa Redonda de Industriales (ERT).

¿Qué es la ERT?

La ERT es un lobby o un grupo de presión creado el 1983, que agrupa a los presidentes de las 47 principales empresas multinacionales de Europa (sólo se puede ser miembro por invitación personal). Un grupo de presión es una organización que representa un determinado sector social (en este caso el empresarial), que tiene como misión dar a conocer sus intereses al poder político, y presionarlo para que los tenga en cuenta a la hora de legislar.

Prácticamente ninguna política europea prospera si previamente no tiene el beneplácito de la ERT

Miembros: Una cincuentena de industriales europeos que facturan más de 950.000 millones de euros (60% de la producción industrial europea). Destacan los presidentes de Siemens, Bayer, Deutsche Lufthansa, Carlsberg, Renault, Nokia, Fiat, Pirelli, Vodafone, BP, Ericsson y Nestlé, entre otros.

Españoles: César Alierta Izuel, de Telefónica; Alfonso Cortina, de Repsol YPF; José Antonio Garrido, de Iberdrola.

Desconocida por la mayoría de los mortales, este lobby fue creado en 1983 con el objetivo de “representar a los industriales europeos”. Veinte años después, la ERT representa a todos los ciudadanos europeos, ya que sus “sugerencias” y “documentos” son adoptados por los órganos de gobierno comunitarios sin apenas variar una coma. Su poder en materia legislativa es enorme.

Tal como denunciaba hace unos meses la revista Opcions –editada por el Centre de Recerca i Informació sobre Consum, CRIC-, algunas decisiones de la Unión Europea han sido tomadas justo después de una reunión de la Mesa Redonda. Entre ellas, destaca un escrito de la ERT de 1985 en el que proponía un plan para eliminar las barreras comerciales en Europa. Un año después, el Acta Única Europea copió el documento de la ERT. Sólo cambió la fecha en que el Mercado Único debía ser una realidad, 1992 en lugar de 1990. La moneda única también fue sugerida por la ERT un año antes del Tratado de Maastricht."

http://desenmascarandoconlaverdad.b...erna-europa-la-mesa-redonda.html#.V0t6wGM4TjU

https://es.wikipedia.org/wiki/European_Round_Table_of_Industrialists

En este documental se puede ver de dentro el mecanismo legislativo en la EU, tanto Comision como Parlamento y apreciar que ninguna medida se adopta si no está promovida/tolerada por el lobbying de la Mesa Redonda:

THE BRUSSELS BUSINESS. Who runs the Europe

(trailer)


“The Brus$els Business” features a number of important cases of industry influence over the last 15-20 years which Corporate Europe Observatory has researched and documented. Here’s a selection of recommended reading:
http://corporateeurope.org/news/brussels-business-who-runs-european-union

(documental completo, 1:25h)
 

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