La gonorrea ha vuelto y se está haciendo resistente a todos los antibióticos
Cada día que pasa, más de un millón de personas contrae una infección de carácter sexual. La gonorrea es una de las más comunes e importantes, afectando a cientos de millones de personas por todo el mundo. Además de su transmisión, existe un problema creciente que está alarmando a las autoridades sanitarias: la bacteria que causa la enfermedad se está volviendo resistente contra todo nuestro arsenal de antibióticos.
¿Qué pasa con la gonorrea? La OMS estima que 78 millones de personas contraen la gonorrea al año, por todo el mundo. En 2014, el Programa de supervisión global antimicrobiana gonocócica de la OMS, o WHO GASP, alertó de que Neisseria gonorrhoeae se había vuelto resistente a los antibióticos de amplio espectro (de uso general) y a otros especializados. Especialmente preocupante resulta la resistencia a las cefalosporinas de tercera generación, que hasta hace poco se creían el último baluarte defensivo contra la enfermedad.
En 2017, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, el CDC, advirtió que los casos de gonorrea seguían aumentando por cuarto año consecutivo, contando con un 66.8% más de casos (alcanzando los 2.3 millones de personas). El CDC también advertía que el tratamiento contra la enfermedad era poco efectivo o totalmente inefectivo, lo que implica que la prevalencia de la gonorrea podría seguir aumentando. Esto mismo está ocurriendo por todo el mundo, según advierte la OMS, por lo que no tenemos más remedio que contar con la prevención para frenar esta enfermedad.
¿Qué es y qué problemas provoca? Esta enfermedad causa daño a los genitales, inflamaciones, pústulas y chancros, dolores, sangre... en el caso de que se complique, puede ser responsable de lesiones permanentes, esterilidad o, incluso, la muerte. Es especialmente peligrosa para las embarazadas ya que puede causar ceguera en el bebé. Además de los genitales, la enfermedad se puede transmitir a otras partes del cuerpo, desencadenando una conjuntivitis, abscesos o artritis.
La enfermedad la provoca una bacteria, Neisseria gonorrhoeae, muy conocida en el mundo médico y científico. Esta bacteria se transmite de una persona a otra sexualmente, por contacto directo. Si no se controla su reproducción, mediante antibióticos, la bacteria se puede expandir por todo el cuerpo, afectando a órganos y tejidos de manera muy agresiva. La bacteria es muy prolífica, y lleva conviviendo con el ser humano desde hace miles de años.
¿Por qué la gonorrea se está convirtiendo en un problema justo ahora? Los organismos evolucionan juntos, según la relación que existen entre ellos. Por ejemplo, la existencia de la gonorrea está ligada al ser humano, con el que ha evolucionado para adaptarse a sus defensas naturales, el sistema inmunitario.Neisseria gonorrhoeae es un diplococo que tiene una gran capacidad de mutar. Esto quiere decir que ante un ataque contra ella, es muy posible que mute y se adapte para poder sobrevivir. Este microorganismo parece desarrollar una nueva resistencia cada vez que se aplica un antibiótico nuevo. Esta resistencia puede pasar a otras bacterias, de manera que podemos toparnos con una cepa capaz de resistir muchos tipos diferentes de antibióticos con el paso de muchas generaciones de Neisseria.
La alta disponibilidad de sustancias antibióticas y el abuso de las mismas está provocando una evolución acelerada de los patógenos. A las "superbacterias" resultantes se las conoce como panresistentes, es decir, que lo resisten todo. Las bacterias panresistentes suelen aparecer en lugares y sociedades donde se usan muchos antibióticos. Cuantos más medicamentos empleamos para combatir a estas bacterias, más oportunidad tienen de mutar y convertirse en resistentes. Cuantos más infectados, más fácil para la bacteria transmitir estas resistencias y, al final, llegamos al punto que estamos viviendo: un mundo con una gonorrea prácticamente resistente a todo.
¿Existe alguna solución? A pesar de que la preocupación es legítima, por el momento sí. Todavía podemos seguir tratando la gonorrea con antibióticos. En el caso de que no funcionen, se prueban con una combinación de ellos. El problema de estos casos es que pueden ayudar a crear nuevas cepas resistentes al probar con diversas sustancias, haciendo a la bacteria cada vez más dura de eliminar. Esto no solo ocurre con Neisseria gonorrhoeae, por lo que la OMS está en alerta por el auge de todo tipo de supermicroorganismos. Ante ello, se ha instado a los laboratorios de todo el mundo a buscar nuevas medidas como el uso de virus modificados o la búsqueda de nuevas sustancias biocidas.
Sin duda, la mejor solución para frenar el auge de la gonorrea superresistente es la prevención. La falta de preservativos y educación sexual son un factor clave en la expansión de la enfermedad. A pesar de que estamos en constante búsqueda de nuevos tratamientos, su uso debería ser la última línea de defensa, pues utilizarlos hace que se vuelvan, poco a poco, obsoletos debido a la resistencia adquirida. Hasta que no desarrollemos un paradigma nuevo de intervención bacteriana solo nos quedará seguir usando la buena, vieja y efectiva prevención para luchar contra la gonorrea.
https://magnet.xataka.com/en-diez-m...esta-haciendo-resistente-a-todos-antibioticos
Cada día que pasa, más de un millón de personas contrae una infección de carácter sexual. La gonorrea es una de las más comunes e importantes, afectando a cientos de millones de personas por todo el mundo. Además de su transmisión, existe un problema creciente que está alarmando a las autoridades sanitarias: la bacteria que causa la enfermedad se está volviendo resistente contra todo nuestro arsenal de antibióticos.
¿Qué pasa con la gonorrea? La OMS estima que 78 millones de personas contraen la gonorrea al año, por todo el mundo. En 2014, el Programa de supervisión global antimicrobiana gonocócica de la OMS, o WHO GASP, alertó de que Neisseria gonorrhoeae se había vuelto resistente a los antibióticos de amplio espectro (de uso general) y a otros especializados. Especialmente preocupante resulta la resistencia a las cefalosporinas de tercera generación, que hasta hace poco se creían el último baluarte defensivo contra la enfermedad.
En 2017, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, el CDC, advirtió que los casos de gonorrea seguían aumentando por cuarto año consecutivo, contando con un 66.8% más de casos (alcanzando los 2.3 millones de personas). El CDC también advertía que el tratamiento contra la enfermedad era poco efectivo o totalmente inefectivo, lo que implica que la prevalencia de la gonorrea podría seguir aumentando. Esto mismo está ocurriendo por todo el mundo, según advierte la OMS, por lo que no tenemos más remedio que contar con la prevención para frenar esta enfermedad.
¿Qué es y qué problemas provoca? Esta enfermedad causa daño a los genitales, inflamaciones, pústulas y chancros, dolores, sangre... en el caso de que se complique, puede ser responsable de lesiones permanentes, esterilidad o, incluso, la muerte. Es especialmente peligrosa para las embarazadas ya que puede causar ceguera en el bebé. Además de los genitales, la enfermedad se puede transmitir a otras partes del cuerpo, desencadenando una conjuntivitis, abscesos o artritis.
La enfermedad la provoca una bacteria, Neisseria gonorrhoeae, muy conocida en el mundo médico y científico. Esta bacteria se transmite de una persona a otra sexualmente, por contacto directo. Si no se controla su reproducción, mediante antibióticos, la bacteria se puede expandir por todo el cuerpo, afectando a órganos y tejidos de manera muy agresiva. La bacteria es muy prolífica, y lleva conviviendo con el ser humano desde hace miles de años.
¿Por qué la gonorrea se está convirtiendo en un problema justo ahora? Los organismos evolucionan juntos, según la relación que existen entre ellos. Por ejemplo, la existencia de la gonorrea está ligada al ser humano, con el que ha evolucionado para adaptarse a sus defensas naturales, el sistema inmunitario.Neisseria gonorrhoeae es un diplococo que tiene una gran capacidad de mutar. Esto quiere decir que ante un ataque contra ella, es muy posible que mute y se adapte para poder sobrevivir. Este microorganismo parece desarrollar una nueva resistencia cada vez que se aplica un antibiótico nuevo. Esta resistencia puede pasar a otras bacterias, de manera que podemos toparnos con una cepa capaz de resistir muchos tipos diferentes de antibióticos con el paso de muchas generaciones de Neisseria.
La alta disponibilidad de sustancias antibióticas y el abuso de las mismas está provocando una evolución acelerada de los patógenos. A las "superbacterias" resultantes se las conoce como panresistentes, es decir, que lo resisten todo. Las bacterias panresistentes suelen aparecer en lugares y sociedades donde se usan muchos antibióticos. Cuantos más medicamentos empleamos para combatir a estas bacterias, más oportunidad tienen de mutar y convertirse en resistentes. Cuantos más infectados, más fácil para la bacteria transmitir estas resistencias y, al final, llegamos al punto que estamos viviendo: un mundo con una gonorrea prácticamente resistente a todo.
¿Existe alguna solución? A pesar de que la preocupación es legítima, por el momento sí. Todavía podemos seguir tratando la gonorrea con antibióticos. En el caso de que no funcionen, se prueban con una combinación de ellos. El problema de estos casos es que pueden ayudar a crear nuevas cepas resistentes al probar con diversas sustancias, haciendo a la bacteria cada vez más dura de eliminar. Esto no solo ocurre con Neisseria gonorrhoeae, por lo que la OMS está en alerta por el auge de todo tipo de supermicroorganismos. Ante ello, se ha instado a los laboratorios de todo el mundo a buscar nuevas medidas como el uso de virus modificados o la búsqueda de nuevas sustancias biocidas.
Sin duda, la mejor solución para frenar el auge de la gonorrea superresistente es la prevención. La falta de preservativos y educación sexual son un factor clave en la expansión de la enfermedad. A pesar de que estamos en constante búsqueda de nuevos tratamientos, su uso debería ser la última línea de defensa, pues utilizarlos hace que se vuelvan, poco a poco, obsoletos debido a la resistencia adquirida. Hasta que no desarrollemos un paradigma nuevo de intervención bacteriana solo nos quedará seguir usando la buena, vieja y efectiva prevención para luchar contra la gonorrea.
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