La dama cadete Leonor. Todo sobre su formación militar y plan de estudios superiores

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LA FORMACIÓN DE LA PRINCESA, EN MANOS DEL PRÓXIMO GOBIERNO

REYES DE ORIENTE
La última imagen de la Princesa se captó el 6 de enero cuando acudía, junto a su hermana y sus padres, a casa de su abuelo materno para disfrutar del roscón. Desde entonces, nada se sabe de la heredera.
LA FUTURA REINA, UNA TOTAL DESCONOCIDA


En la nueva legislatura, Moncloa y Zarzuela deberán diseñar el plan de estudios superiores de la heredera, así como determinar su formación militar. El Ministerio de Defensa, codiciado por Podemos, será clave. POR EDUARDO ÁLVAREZ

EN MENOS DE DOS SEMANAS conoceremos la composición del nuevo Parlamento y comenzará la ronda de negociaciones para la investidura del próximo presidente del Gobierno, un proceso en el que el Rey tendrá un papel destacado, como establece la Constitución. Si las cuentas salen, alguno de los actuales candidatos consigue plaza en La Moncloa y la legislatura dura los cuatro años preceptivos, el futuro Ejecutivo tendrá que incluir en su agenda un asunto trascendental para España del que, sin embargo, nadie habla: la formación de la Princesa de Asturias.

Leonor, a sus 13 años, sigue creciendo sin apenas apariciones públicas, en claro contraste con los demás herederos de tronos de Europa. La primogénita de Don Felipe acudió en diciembre al Congreso, junto a sus padres, su hermana, la Infanta Sofía, y sus abuelos, para la solemne sesión con motivo del 40º aniversario de la Carta Magna. Desde entonces, sólo se la vio fugazmente cuando se desplazaba en coche a casa de su abuelo materno para disfrutar del roscón del Día de Reyes.

Don Felipe y Doña Letizia han impuesto con obsesión que sus hijas crezcan lo más alejadas posible de las cámaras, algo discutible porque, como sostienen muchos expertos en realeza, es difícil que Leonor se pueda ganar el necesario cariño de los ciudadanos cuando éstos apenas tienen posibilidades de seguir una mínima evolución de sus pasos. En todo caso, la voluntad de los actuales soberanos se ha respetado sin presiones de la opinión pública y gracias a la dejación de los sucesivos Gobiernos, que llevan años actuando como si la Monarquía no fuera con ellos.

Pero el reloj biológico no se detiene. Cuando culmine la próxima legislatura, Leonor habrá cumplido ya los 17 años. Y, antes, el Gobierno –del signo que sea–, de acuerdo con la Casa del Rey, tendrá que tomar importantes decisiones sobre la Princesa: qué formación académica debe seguir y dónde; si va a tener o no formación militar, y, en caso afirmativo, diseñar el plan adecuado; y qué funciones institucionales va a empezar a desempeñar antes de que alcance la mayoría de edad.

Todo ello estará de algún modo condicionado por el color del próximo Gobierno, que, por primera vez, podría ser una coalición multipartita. En enero de 2016, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, desbarató la posibilidad de un acuerdo con el PSOE cuando, nada más salir de su audiencia con el Rey en Zarzuela, tuvo la osadía de confeccionarle el Gobierno a Pedro Sánchez. En el reparto de carteras que improvisó se quedó, entre otras, con Defensa. Cobra especial interés aquella rueda de prensa porque huelga subrayar la incidencia que tendría que un partido antimonárquico como Podemos estuviera al frente de un Ministerio tan decisivo para la planificación de la formación de Leonor.

La Ley 39/2007, de 19 de noviembre, de la carrera militar, dedica su artículo 2 a los empleos militares del Rey y de su sucesor. El apartado 2 es muy claro: “El Príncipe de Asturias podrá desarrollar la carrera militar y tener los empleos que, mediante real decreto, determine el Gobierno, que queda facultado para establecer un régimen propio y diferenciado teniendo en cuenta las exigencias de su alta representación y su condición de heredero de la Corona de España”.

Así sucedió con Don Felipe. Tras concluir la EGB y el entonces llamado BUP en Madrid, estudió en el colegio canadiense Lakefield un año académico equivalente al Curso de Orientación Universitaria (COU) español. Corría junio de 1985 y tenía 17 años. Finalizado aquel verano, comenzó su formación militar, que se prolongó durante tres años.

El entonces Príncipe ingresó primero en la Academia General Militar de Zaragoza, donde pasó 12 meses, y en los dos años siguientes completó su instrucción castrense en la Academia del Aire, en San Javier (Murcia), y en la de la Marina, en Marín (Pontevedra).

Pero mucho antes, en 1977, un Felipe de nueve años vio cómo le cortaban el pelo casi al cero y le imponían el uniforme para su filiación como soldado de honor en el Regimiento Inmemorial del Rey, con lo que se continuaba una tradición de cuatro generaciones de Borbones.

Estos últimos años se ha esperado algún gesto simbólico similar, que no ha llegado a producirse, para que la futura Reina iniciara su integración en el estamento militar.

En junio de 2014, pocos días antes de la abdicación de Don Juan Carlos y de la proclamación ante las Cortes de Felipe VI, el entonces ministro de Defensa avanzó que Leonor “recibirá formación militar” para que “en su día, cuando Dios quiera, sea jefa suprema de las Fuerzas Armadas”. Pedro Morenés explicó que había “mucha ilusión” en que la Princesa recibiera ese entrenamiento, considerándolo un hito en el “proceso de normalización” de la incorporación de la mujer al Ejército.

Aquella rotundidad contrasta, sin embargo, con el sepulcral silencio que han mantenido sus dos sucesoras en Defensa. Ni la popularMaría Dolores de Cospedal ni la actual ministra, Margarita Robles, han dicho esta boca es mía sobre los planes para la instrucción militar de la heredera. A quien asuma la cartera tras el 28-A no le quedará más remedio que mojarse y trazar un plan ineludible. El que sea. Y lo primero que debe decidir el Gobierno es si la Princesa de Asturias recibirá o no formación castrense. No es obligatorio, aunque sería polémico que la futura capitana general de los tres ejércitos no lo hiciera.

En nuestro entorno, la reina de Inglaterra, Isabel II, comandante en Jefe de los Ejércitos del Reino Unido, ingresó con 18 años en el Servicio Territorial Auxiliar de Mujeres como teniente y se formó como conductora y mecánica. Su instrucción militar fue escasa, pero lo cierto es que en su juventud la presencia femenina en el estamento castrense era anecdótica. Más recientemente, la heredera sueca, Victoria, recibió un curso básico de formación militar de sólo unos meses, y estuvo destinada durante algunas semanas en una misión de paz en Kosovo.

Más allá de la militar, la formación académica de la Princesa de Asturias también compete al Gobierno. Hasta ahora, Don Felipe y Doña Letizia han decidido en exclusiva la educación de Leonor, que cursa 2º de la ESO en el colegio Santa María de los Rosales –donde estudió su padre–. Y es previsible que nada cambie hasta que concluya la etapa de educación obligatoria. Pero Zarzuela y Moncloa deberán valorar si la heredera acaba toda la ESO en el centro madrileño o si realiza algún curso preuniversitario en otro lugar, incluido el extranjero.

Y, aún más, antes de que alcance la mayoría de edad, deberá haberse trazado el mejor plan de estudios superiores para la futura jefa del Estado. A Don Felipe le gustaban las ciencias. Sin embargo, con 15 años, mientras estudiaba 3º de BUP, le comunicaron que debía prepararse para hacer Económicas, Ciencias Políticas o Derecho, carrera que finalmente estudiaría en la Autónoma de Madrid, a la que se añadieron algunas asignaturas extras de Economía, en un plan diseñado por sus preceptores, incluido Gregorio Peces-Barba.

Días antes de ingresar en la Universidad, Zarzuela hizo público un comunicado sobre todos los detalles, dejando claro que la decisión había sido adoptada por los Reyes “en conformidad con el Gobierno”, lógicamente.

Todo apunta a que Leonor pronunciará su primer discurso el próximo otoño durante la entrega de los Premios Princesa de Asturias. Se iniciaría así la senda institucional de la heredera, que habrá de ganar presencia a lo largo de la próxima legislatura. Su padre, con 15 años, representó por primera vez a la Corona en un viaje a Cartagena de Indias con motivo del 450º aniversario de la fundación de la ciudad colombiana. Y, pocos días después, también acudió en solitario a Luxemburgo al funeral de Estado por la gran duquesa Josefina Carlota.

De seguir los pasos de su padre, no tardaremos en ver a Leonor en algún acto similar. Decisión que también corresponderá tomar al próximo Gobierno, el que sea.

“Ya os cansaréis de verla”, respondió en una ocasión Don Felipe a los periodistas para justificar la obsesión de los Reyes por mantener a sus dos hijas lo más alejadas posible de los focos.

Pero el efecto puede estar siendo perjudicial. La Monarquía es una institución de carácter familiar que sigue justificándose en pleno siglo XXI por su utilidad pero también por la fascinación que aún despierta, lo que Bagehot denominaba “el espectáculo teatral”; esto es, la pompa de la Corona y la escenificación de sus miembros en sus apariciones públicas. A Leonor se la ve en público en tan contadas ocasiones que no acaba de generar empatía.

En 2018, se vivieron tres momentos importantes para remarcar la continuidad histórica que encarna la primogénita de Don Felipe. En enero, éste le impuso el toisón de oro. En septiembre, recibió los atributos como Princesa de Asturias en Covadonga. Y el 31 de octubre, coincidiendo con su 13 cumpleaños, leyó uno de los artículos de la Constitución en un acto institucional. Pero el pasado fue también el año en el que el manotazo a su abuela durante el rifirrafe de Reinas en Palma de Mallorca dañó su imagen, todavía una niña demasiado desconocida.
 
LA FORMACIÓN DE LA PRINCESA, EN MANOS DEL PRÓXIMO GOBIERNO

REYES DE ORIENTE
La última imagen de la Princesa se captó el 6 de enero cuando acudía, junto a su hermana y sus padres, a casa de su abuelo materno para disfrutar del roscón. Desde entonces, nada se sabe de la heredera.
LA FUTURA REINA, UNA TOTAL DESCONOCIDA


En la nueva legislatura, Moncloa y Zarzuela deberán diseñar el plan de estudios superiores de la heredera, así como determinar su formación militar. El Ministerio de Defensa, codiciado por Podemos, será clave. POR EDUARDO ÁLVAREZ

EN MENOS DE DOS SEMANAS conoceremos la composición del nuevo Parlamento y comenzará la ronda de negociaciones para la investidura del próximo presidente del Gobierno, un proceso en el que el Rey tendrá un papel destacado, como establece la Constitución. Si las cuentas salen, alguno de los actuales candidatos consigue plaza en La Moncloa y la legislatura dura los cuatro años preceptivos, el futuro Ejecutivo tendrá que incluir en su agenda un asunto trascendental para España del que, sin embargo, nadie habla: la formación de la Princesa de Asturias.

Leonor, a sus 13 años, sigue creciendo sin apenas apariciones públicas, en claro contraste con los demás herederos de tronos de Europa. La primogénita de Don Felipe acudió en diciembre al Congreso, junto a sus padres, su hermana, la Infanta Sofía, y sus abuelos, para la solemne sesión con motivo del 40º aniversario de la Carta Magna. Desde entonces, sólo se la vio fugazmente cuando se desplazaba en coche a casa de su abuelo materno para disfrutar del roscón del Día de Reyes.

Don Felipe y Doña Letizia han impuesto con obsesión que sus hijas crezcan lo más alejadas posible de las cámaras, algo discutible porque, como sostienen muchos expertos en realeza, es difícil que Leonor se pueda ganar el necesario cariño de los ciudadanos cuando éstos apenas tienen posibilidades de seguir una mínima evolución de sus pasos. En todo caso, la voluntad de los actuales soberanos se ha respetado sin presiones de la opinión pública y gracias a la dejación de los sucesivos Gobiernos, que llevan años actuando como si la Monarquía no fuera con ellos.

Pero el reloj biológico no se detiene. Cuando culmine la próxima legislatura, Leonor habrá cumplido ya los 17 años. Y, antes, el Gobierno –del signo que sea–, de acuerdo con la Casa del Rey, tendrá que tomar importantes decisiones sobre la Princesa: qué formación académica debe seguir y dónde; si va a tener o no formación militar, y, en caso afirmativo, diseñar el plan adecuado; y qué funciones institucionales va a empezar a desempeñar antes de que alcance la mayoría de edad.

Todo ello estará de algún modo condicionado por el color del próximo Gobierno, que, por primera vez, podría ser una coalición multipartita. En enero de 2016, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, desbarató la posibilidad de un acuerdo con el PSOE cuando, nada más salir de su audiencia con el Rey en Zarzuela, tuvo la osadía de confeccionarle el Gobierno a Pedro Sánchez. En el reparto de carteras que improvisó se quedó, entre otras, con Defensa. Cobra especial interés aquella rueda de prensa porque huelga subrayar la incidencia que tendría que un partido antimonárquico como Podemos estuviera al frente de un Ministerio tan decisivo para la planificación de la formación de Leonor.

La Ley 39/2007, de 19 de noviembre, de la carrera militar, dedica su artículo 2 a los empleos militares del Rey y de su sucesor. El apartado 2 es muy claro: “El Príncipe de Asturias podrá desarrollar la carrera militar y tener los empleos que, mediante real decreto, determine el Gobierno, que queda facultado para establecer un régimen propio y diferenciado teniendo en cuenta las exigencias de su alta representación y su condición de heredero de la Corona de España”.

Así sucedió con Don Felipe. Tras concluir la EGB y el entonces llamado BUP en Madrid, estudió en el colegio canadiense Lakefield un año académico equivalente al Curso de Orientación Universitaria (COU) español. Corría junio de 1985 y tenía 17 años. Finalizado aquel verano, comenzó su formación militar, que se prolongó durante tres años.

El entonces Príncipe ingresó primero en la Academia General Militar de Zaragoza, donde pasó 12 meses, y en los dos años siguientes completó su instrucción castrense en la Academia del Aire, en San Javier (Murcia), y en la de la Marina, en Marín (Pontevedra).

Pero mucho antes, en 1977, un Felipe de nueve años vio cómo le cortaban el pelo casi al cero y le imponían el uniforme para su filiación como soldado de honor en el Regimiento Inmemorial del Rey, con lo que se continuaba una tradición de cuatro generaciones de Borbones.

Estos últimos años se ha esperado algún gesto simbólico similar, que no ha llegado a producirse, para que la futura Reina iniciara su integración en el estamento militar.

En junio de 2014, pocos días antes de la abdicación de Don Juan Carlos y de la proclamación ante las Cortes de Felipe VI, el entonces ministro de Defensa avanzó que Leonor “recibirá formación militar” para que “en su día, cuando Dios quiera, sea jefa suprema de las Fuerzas Armadas”. Pedro Morenés explicó que había “mucha ilusión” en que la Princesa recibiera ese entrenamiento, considerándolo un hito en el “proceso de normalización” de la incorporación de la mujer al Ejército.

Aquella rotundidad contrasta, sin embargo, con el sepulcral silencio que han mantenido sus dos sucesoras en Defensa. Ni la popularMaría Dolores de Cospedal ni la actual ministra, Margarita Robles, han dicho esta boca es mía sobre los planes para la instrucción militar de la heredera. A quien asuma la cartera tras el 28-A no le quedará más remedio que mojarse y trazar un plan ineludible. El que sea. Y lo primero que debe decidir el Gobierno es si la Princesa de Asturias recibirá o no formación castrense. No es obligatorio, aunque sería polémico que la futura capitana general de los tres ejércitos no lo hiciera.

En nuestro entorno, la reina de Inglaterra, Isabel II, comandante en Jefe de los Ejércitos del Reino Unido, ingresó con 18 años en el Servicio Territorial Auxiliar de Mujeres como teniente y se formó como conductora y mecánica. Su instrucción militar fue escasa, pero lo cierto es que en su juventud la presencia femenina en el estamento castrense era anecdótica. Más recientemente, la heredera sueca, Victoria, recibió un curso básico de formación militar de sólo unos meses, y estuvo destinada durante algunas semanas en una misión de paz en Kosovo.

Más allá de la militar, la formación académica de la Princesa de Asturias también compete al Gobierno. Hasta ahora, Don Felipe y Doña Letizia han decidido en exclusiva la educación de Leonor, que cursa 2º de la ESO en el colegio Santa María de los Rosales –donde estudió su padre–. Y es previsible que nada cambie hasta que concluya la etapa de educación obligatoria. Pero Zarzuela y Moncloa deberán valorar si la heredera acaba toda la ESO en el centro madrileño o si realiza algún curso preuniversitario en otro lugar, incluido el extranjero.

Y, aún más, antes de que alcance la mayoría de edad, deberá haberse trazado el mejor plan de estudios superiores para la futura jefa del Estado. A Don Felipe le gustaban las ciencias. Sin embargo, con 15 años, mientras estudiaba 3º de BUP, le comunicaron que debía prepararse para hacer Económicas, Ciencias Políticas o Derecho, carrera que finalmente estudiaría en la Autónoma de Madrid, a la que se añadieron algunas asignaturas extras de Economía, en un plan diseñado por sus preceptores, incluido Gregorio Peces-Barba.

Días antes de ingresar en la Universidad, Zarzuela hizo público un comunicado sobre todos los detalles, dejando claro que la decisión había sido adoptada por los Reyes “en conformidad con el Gobierno”, lógicamente.

Todo apunta a que Leonor pronunciará su primer discurso el próximo otoño durante la entrega de los Premios Princesa de Asturias. Se iniciaría así la senda institucional de la heredera, que habrá de ganar presencia a lo largo de la próxima legislatura. Su padre, con 15 años, representó por primera vez a la Corona en un viaje a Cartagena de Indias con motivo del 450º aniversario de la fundación de la ciudad colombiana. Y, pocos días después, también acudió en solitario a Luxemburgo al funeral de Estado por la gran duquesa Josefina Carlota.

De seguir los pasos de su padre, no tardaremos en ver a Leonor en algún acto similar. Decisión que también corresponderá tomar al próximo Gobierno, el que sea.


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“Ya os cansaréis de verla”, respondió en una ocasión Don Felipe a los periodistas para justificar la obsesión de los Reyes por mantener a sus dos hijas lo más alejadas posible de los focos.

Pero el efecto puede estar siendo perjudicial. La Monarquía es una institución de carácter familiar que sigue justificándose en pleno siglo XXI por su utilidad pero también por la fascinación que aún despierta, lo que Bagehot denominaba “el espectáculo teatral”; esto es, la pompa de la Corona y la escenificación de sus miembros en sus apariciones públicas. A Leonor se la ve en público en tan contadas ocasiones que no acaba de generar empatía.

En 2018, se vivieron tres momentos importantes para remarcar la continuidad histórica que encarna la primogénita de Don Felipe. En enero, éste le impuso el toisón de oro. En septiembre, recibió los atributos como Princesa de Asturias en Covadonga. Y el 31 de octubre, coincidiendo con su 13 cumpleaños, leyó uno de los artículos de la Constitución en un acto institucional. Pero el pasado fue también el año en el que el manotazo a su abuela durante el rifirrafe de Reinas en Palma de Mallorca dañó su imagen, todavía una niña demasiado desconocida.

Gracias AMBERS. Varios puntos.

No creo que llegue a reinar
Yo no veo a Leonor en el servicio militar. Le falta vidilla.
Al manotazo a su abuela, yo le añadiría la pose soberbia que mostró cuando leyó el primer discurso (un primer discurso por no volver a aparecer en seis meses?)
Ahora, van a correr a sacar la heredera... ahora, que ven sus barbas pelar.
 
Última edición por un moderador:
Pero el pasado fue también el año en el que el manotazo a su abuela durante el rifirrafe de Reinas en Palma de Mallorca dañó su imagen, todavía una niña demasiado desconocida.
Gracias, @AMBERS. Interesante artículo. Intenta establecer un paralelismo imposible entre padre e hija, e incide mucho en la invisibilidad de Leíto. ¿Será porque los padres creen que no va a llegar a reinar que no la quieren exponer? ¿O es simplemente porque su madre, con ese enorme complejo de Peter Pan que arrastra, no desea que le haga sombra? De todo el artículo, me quedo con la última frase, la que resume el sentir de muchos españoles: esa adolescente desconocida se hizo viral por un acto deplorable, que nunca debería haberse producido.
 
¿ Y porqué no puede estudiar lo que le guste ?¿ No puede ser quien ella es para ser reina ?. Siempre me he preguntado porqué los hijos de los poderosos estudian todos o casi todos lo mismo habiendo tanta variedad de carreras en nuestro pais. Sólo me suena uno de los hijos de Simeón de Bulgaria que es médico. ¿ A ninguno le gusta la medicina, la ingenieria, la informatica, la enferneria, magisterio, música, arquitetura, filólogo, filosofia, biologia, bioquimica, fisica, química etc como para dedicarse a ello ?. Pobrecitos que no pueden ser ellos mismos.Menos mal que tienen dinero
 
Gracias AMBERS. Varios puntos.

No creo que llegue a reinar
Yo no veo a Leonor en el servicio militar. Le falta vidilla.
Al manotazo a su abuela, yo le añadiría la pose soberbia que mostró cuando leyó el primer discurso (un primer discurso por no volver a aparecer en seis meses?)
Ahora, van a correr a sacar la heredera... ahora, que ven sus barbas pelar.



Estoy de acuerdo contigo aunque no creo que saquen a la nena , parece que la falta un hervor y si la nena es de inteligencia normalita de cualquier forma hay demasiados republicanos es este país para criticarla.

Yo tampoco creo que llegue a reinar. La saga de los Borbones en este país empezó con un Felipe V y puede que acabe con un Felipe VI.
A ver si no porque no se atreven a preguntar sobre la Monarquia....miedo a mover el barco no vaya a ser que haga agua.
 
LA FORMACIÓN DE LA PRINCESA, EN MANOS DEL PRÓXIMO GOBIERNO

REYES DE ORIENTE
La última imagen de la Princesa se captó el 6 de enero cuando acudía, junto a su hermana y sus padres, a casa de su abuelo materno para disfrutar del roscón. Desde entonces, nada se sabe de la heredera.
LA FUTURA REINA, UNA TOTAL DESCONOCIDA


En la nueva legislatura, Moncloa y Zarzuela deberán diseñar el plan de estudios superiores de la heredera, así como determinar su formación militar. El Ministerio de Defensa, codiciado por Podemos, será clave. POR EDUARDO ÁLVAREZ

EN MENOS DE DOS SEMANAS conoceremos la composición del nuevo Parlamento y comenzará la ronda de negociaciones para la investidura del próximo presidente del Gobierno, un proceso en el que el Rey tendrá un papel destacado, como establece la Constitución. Si las cuentas salen, alguno de los actuales candidatos consigue plaza en La Moncloa y la legislatura dura los cuatro años preceptivos, el futuro Ejecutivo tendrá que incluir en su agenda un asunto trascendental para España del que, sin embargo, nadie habla: la formación de la Princesa de Asturias.

Leonor, a sus 13 años, sigue creciendo sin apenas apariciones públicas, en claro contraste con los demás herederos de tronos de Europa. La primogénita de Don Felipe acudió en diciembre al Congreso, junto a sus padres, su hermana, la Infanta Sofía, y sus abuelos, para la solemne sesión con motivo del 40º aniversario de la Carta Magna. Desde entonces, sólo se la vio fugazmente cuando se desplazaba en coche a casa de su abuelo materno para disfrutar del roscón del Día de Reyes.

Don Felipe y Doña Letizia han impuesto con obsesión que sus hijas crezcan lo más alejadas posible de las cámaras, algo discutible porque, como sostienen muchos expertos en realeza, es difícil que Leonor se pueda ganar el necesario cariño de los ciudadanos cuando éstos apenas tienen posibilidades de seguir una mínima evolución de sus pasos. En todo caso, la voluntad de los actuales soberanos se ha respetado sin presiones de la opinión pública y gracias a la dejación de los sucesivos Gobiernos, que llevan años actuando como si la Monarquía no fuera con ellos.

Pero el reloj biológico no se detiene. Cuando culmine la próxima legislatura, Leonor habrá cumplido ya los 17 años. Y, antes, el Gobierno –del signo que sea–, de acuerdo con la Casa del Rey, tendrá que tomar importantes decisiones sobre la Princesa: qué formación académica debe seguir y dónde; si va a tener o no formación militar, y, en caso afirmativo, diseñar el plan adecuado; y qué funciones institucionales va a empezar a desempeñar antes de que alcance la mayoría de edad.

Todo ello estará de algún modo condicionado por el color del próximo Gobierno, que, por primera vez, podría ser una coalición multipartita. En enero de 2016, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, desbarató la posibilidad de un acuerdo con el PSOE cuando, nada más salir de su audiencia con el Rey en Zarzuela, tuvo la osadía de confeccionarle el Gobierno a Pedro Sánchez. En el reparto de carteras que improvisó se quedó, entre otras, con Defensa. Cobra especial interés aquella rueda de prensa porque huelga subrayar la incidencia que tendría que un partido antimonárquico como Podemos estuviera al frente de un Ministerio tan decisivo para la planificación de la formación de Leonor.

La Ley 39/2007, de 19 de noviembre, de la carrera militar, dedica su artículo 2 a los empleos militares del Rey y de su sucesor. El apartado 2 es muy claro: “El Príncipe de Asturias podrá desarrollar la carrera militar y tener los empleos que, mediante real decreto, determine el Gobierno, que queda facultado para establecer un régimen propio y diferenciado teniendo en cuenta las exigencias de su alta representación y su condición de heredero de la Corona de España”.

Así sucedió con Don Felipe. Tras concluir la EGB y el entonces llamado BUP en Madrid, estudió en el colegio canadiense Lakefield un año académico equivalente al Curso de Orientación Universitaria (COU) español. Corría junio de 1985 y tenía 17 años. Finalizado aquel verano, comenzó su formación militar, que se prolongó durante tres años.

El entonces Príncipe ingresó primero en la Academia General Militar de Zaragoza, donde pasó 12 meses, y en los dos años siguientes completó su instrucción castrense en la Academia del Aire, en San Javier (Murcia), y en la de la Marina, en Marín (Pontevedra).

Pero mucho antes, en 1977, un Felipe de nueve años vio cómo le cortaban el pelo casi al cero y le imponían el uniforme para su filiación como soldado de honor en el Regimiento Inmemorial del Rey, con lo que se continuaba una tradición de cuatro generaciones de Borbones.

Estos últimos años se ha esperado algún gesto simbólico similar, que no ha llegado a producirse, para que la futura Reina iniciara su integración en el estamento militar.

En junio de 2014, pocos días antes de la abdicación de Don Juan Carlos y de la proclamación ante las Cortes de Felipe VI, el entonces ministro de Defensa avanzó que Leonor “recibirá formación militar” para que “en su día, cuando Dios quiera, sea jefa suprema de las Fuerzas Armadas”. Pedro Morenés explicó que había “mucha ilusión” en que la Princesa recibiera ese entrenamiento, considerándolo un hito en el “proceso de normalización” de la incorporación de la mujer al Ejército.

Aquella rotundidad contrasta, sin embargo, con el sepulcral silencio que han mantenido sus dos sucesoras en Defensa. Ni la popularMaría Dolores de Cospedal ni la actual ministra, Margarita Robles, han dicho esta boca es mía sobre los planes para la instrucción militar de la heredera. A quien asuma la cartera tras el 28-A no le quedará más remedio que mojarse y trazar un plan ineludible. El que sea. Y lo primero que debe decidir el Gobierno es si la Princesa de Asturias recibirá o no formación castrense. No es obligatorio, aunque sería polémico que la futura capitana general de los tres ejércitos no lo hiciera.

En nuestro entorno, la reina de Inglaterra, Isabel II, comandante en Jefe de los Ejércitos del Reino Unido, ingresó con 18 años en el Servicio Territorial Auxiliar de Mujeres como teniente y se formó como conductora y mecánica. Su instrucción militar fue escasa, pero lo cierto es que en su juventud la presencia femenina en el estamento castrense era anecdótica. Más recientemente, la heredera sueca, Victoria, recibió un curso básico de formación militar de sólo unos meses, y estuvo destinada durante algunas semanas en una misión de paz en Kosovo.

Más allá de la militar, la formación académica de la Princesa de Asturias también compete al Gobierno. Hasta ahora, Don Felipe y Doña Letizia han decidido en exclusiva la educación de Leonor, que cursa 2º de la ESO en el colegio Santa María de los Rosales –donde estudió su padre–. Y es previsible que nada cambie hasta que concluya la etapa de educación obligatoria. Pero Zarzuela y Moncloa deberán valorar si la heredera acaba toda la ESO en el centro madrileño o si realiza algún curso preuniversitario en otro lugar, incluido el extranjero.

Y, aún más, antes de que alcance la mayoría de edad, deberá haberse trazado el mejor plan de estudios superiores para la futura jefa del Estado. A Don Felipe le gustaban las ciencias. Sin embargo, con 15 años, mientras estudiaba 3º de BUP, le comunicaron que debía prepararse para hacer Económicas, Ciencias Políticas o Derecho, carrera que finalmente estudiaría en la Autónoma de Madrid, a la que se añadieron algunas asignaturas extras de Economía, en un plan diseñado por sus preceptores, incluido Gregorio Peces-Barba.

Días antes de ingresar en la Universidad, Zarzuela hizo público un comunicado sobre todos los detalles, dejando claro que la decisión había sido adoptada por los Reyes “en conformidad con el Gobierno”, lógicamente.

Todo apunta a que Leonor pronunciará su primer discurso el próximo otoño durante la entrega de los Premios Princesa de Asturias. Se iniciaría así la senda institucional de la heredera, que habrá de ganar presencia a lo largo de la próxima legislatura. Su padre, con 15 años, representó por primera vez a la Corona en un viaje a Cartagena de Indias con motivo del 450º aniversario de la fundación de la ciudad colombiana. Y, pocos días después, también acudió en solitario a Luxemburgo al funeral de Estado por la gran duquesa Josefina Carlota.

De seguir los pasos de su padre, no tardaremos en ver a Leonor en algún acto similar. Decisión que también corresponderá tomar al próximo Gobierno, el que sea.


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“Ya os cansaréis de verla”, respondió en una ocasión Don Felipe a los periodistas para justificar la obsesión de los Reyes por mantener a sus dos hijas lo más alejadas posible de los focos.

Pero el efecto puede estar siendo perjudicial. La Monarquía es una institución de carácter familiar que sigue justificándose en pleno siglo XXI por su utilidad pero también por la fascinación que aún despierta, lo que Bagehot denominaba “el espectáculo teatral”; esto es, la pompa de la Corona y la escenificación de sus miembros en sus apariciones públicas. A Leonor se la ve en público en tan contadas ocasiones que no acaba de generar empatía.

En 2018, se vivieron tres momentos importantes para remarcar la continuidad histórica que encarna la primogénita de Don Felipe. En enero, éste le impuso el toisón de oro. En septiembre, recibió los atributos como Princesa de Asturias en Covadonga. Y el 31 de octubre, coincidiendo con su 13 cumpleaños, leyó uno de los artículos de la Constitución en un acto institucional. Pero el pasado fue también el año en el que el manotazo a su abuela durante el rifirrafe de Reinas en Palma de Mallorca dañó su imagen, todavía una niña demasiado desconocida.


https://www.elmundo.es/loc/casa-real/2019/04/13/5cb07e22fc6c83b9068b45cd.html
 
¿ Y porqué no puede estudiar lo que le guste ?¿ No puede ser quien ella es para ser reina ?. Siempre me he preguntado porqué los hijos de los poderosos estudian todos o casi todos lo mismo habiendo tanta variedad de carreras en nuestro pais. Sólo me suena uno de los hijos de Simeón de Bulgaria que es médico. ¿ A ninguno le gusta la medicina, la ingenieria, la informatica, la enferneria, magisterio, música, arquitetura, filólogo, filosofia, biologia, bioquimica, fisica, química etc como para dedicarse a ello ?. Pobrecitos que no pueden ser ellos mismos.Menos mal que tienen dinero
En mi opinión, la diferencia es que las personas que estudian lo que les place no se deben a su país, sin embargo si el Estado le financia unos estudios pienso que deben de ser unos cuyas materias se adapten a las funciones que se supone que ha de despempeñar ella en el futuro, es decir, la jefatura de un Estado. Igual que alguien que quiere ser científico no estudia en la facultad de Filosofía y Letras, ni un pedagogo en la escuela superior de ingeniería
 
Lo primero que me gustaría saber es del autor del artículo.
 
Gracias AMBERS. Varios puntos.

No creo que llegue a reinar
Yo no veo a Leonor en el servicio militar. Le falta vidilla.
Al manotazo a su abuela, yo le añadiría la pose soberbia que mostró cuando leyó el primer discurso (un primer discurso por no volver a aparecer en seis meses?)
Ahora, van a correr a sacar la heredera... ahora, que ven sus barbas pelar.
Victoria de Suecia hizo una especie de campamentos de 3 semanas en lugar de una formación militar en regla.
Creo yo que Leonor hara algo similar o nada.
 
En mi opinión, la diferencia es que las personas que estudian lo que les place no se deben a su país, sin embargo si el Estado le financia unos estudios pienso que deben de ser unos cuyas materias se adapten a las funciones que se supone que ha de despempeñar ella en el futuro, es decir, la jefatura de un Estado. Igual que alguien que quiere ser científico no estudia en la facultad de Filosofía y Letras, ni un pedagogo en la escuela superior de ingeniería

Desde luego, cierto que Calvo Sotelo era ingeniero y la Merkel bióloga, pero poco que ver la labor de éstos con la de un Jefe de Estado parlamentario.

A mi entender obligar a cursar estudios de Derecho, Económicas o similares no deja de ser un error, una licenciatura en cualquiera rama de esas no da los conocimientos suficientes como para ejercer lo que se considera esencial que es la labor diplomática. La Escuela Diplomática, que supongo tendrá amplios estudios sobre Historia, es la propia para la embajada y representación internacional, que es el verdadero papel de una monarquía parlamentaria. Los corrimientos de cortinas y la inauguración de rampas vienen muy bien para llenar el tiempo, pero a nivel institucional no son ni siquiera parches mal colocados, sino escenas para el ataque de risa, cogiéndolo con humor.

Un o una Jefe de Estado que se precie ha de saber primariamente dirigirse en su lengua a todos los españoles, nada de erradicar el vasco por su dificultad, a más de completar sus estudios en centros públicos, con diversidad de situaciones económicas en su entorno, y, sobre todo, para no menospreciar esta educación pública, la del Estado, en favor de la privada, mucho menos si tiene tintes religiosos.

No sé porque digo ésto que es favorecedor a la aceptación de la monarquia, pero ejercito mi sentido de la justicia, dentro de la injusticia que supone el sistema monárquico.
 
Me encantaria que Podemos tuviera que diseñar parte de ese posible plan, me reiría infinitamente. Creo que los borbonitos se están empezando a acojonar y dudo muchiiiisimo que Leo llegue a reinar (y sinceramente eso espero).
Creo que lo de Leti es una mezcla de soberbia inmensa (ella se piensa que el pueblo es el que se debe a ellos y no al revés, y por tanto no enseña a la niña porque se piensa que no tiene porque) y que yo creo que hasta ella misma es consciente de que en nada y menos les tocara correr, y cuanto más anónima sea, mejor para ella.
 

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