La ética del sombrero: todos los modelos y quiénes los llevaron

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pilou12

Guest
20.03.2018 –
la-etica-del-sombrero-todos-los-modelos-y-quienes-los-llevaron.jpg




GALERIA:https://www.gentleman.elconfidencia...ipos-sombreros-gorra-bombin-tiroles_1322583#0


La generación de los sesentones españoles vio la cumbre del reinado de los sombreros masculinos a finales de los cuarenta, y también su caída en desgracia definitiva a comienzos de los sesenta. Mucho antes habían perdido caché prendas como la boina, epítome de la cazurrería, o el tricornio, símbolo de la persecución que en el estado español se lanzaba sin miramientos durante la dictadura de Franco contra gitanos, homosexuales e izquierdistas incluso moderados.


Hubo lugares, en cambio, donde los sombreros jamás perdieron su fuerza. El redondo sombrero hongo de la City londinense es, sin duda, el mejor ejemplo de una tradición a prueba de todo, incluso de crisis financieras, pues ha sobrevivido varias.

Entretanto, el sombrero mantuvo su carta de naturaleza en el cine. Lo usaba Humphrey Bogart, a juego con la gabardina cruzada y con charreteras, para guarecerse de la lluvia. Y lo usó John Wayne en todos los westerns, para proteger su rostro del sol tejano. Y los exploradores africanos, con sus fusiles capaces de cargarse a un elefante y a diez negros, jamás salían de casa sin su salakov.

También se puso sombrero Marlene Dietrich cada vez que quería subrayar la ambigüedad sexual que formaba parte de su extraña belleza. Pero pronto perdió su prestigio, y en los años sesenta desapareció el tabú de la cabeza descubierta como signo de penuria moral y económica de la misma manera que desaparecieron el pañuelo del bolsillo superior izquierdo de las americanas, o la costumbre de bailar valses o boleros en fiestas familiares.

Mods y rockers, en sus cien mil reencarnaciones, nos han redescubierto el tocado. Pero lo hizo también, a su manera arqueológica y aventurera, Harrison Ford en el papel de egiptólogo aguerrido que inventó Spielberg para él. Como la capa española, el sombrero no morirá jamás porque acentúa la elegancia, marca la distinción y, hoy en día, anuncia un toque singular en la personalidad de quien lo lleva. Que se lo digan si no al conde de Sert. En la Diagonal de Barcelona o la Castellana madrileña parece que el sol luce con más brillo el día en que Frankie Sert sale.
 
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La generación de los sesentones españoles vio la cumbre del reinado de los sombreros masculinos a finales de los cuarenta, y también su caída en desgracia definitiva a comienzos de los sesenta. Mucho antes habían perdido caché prendas como la boina, epítome de la cazurrería, o el tricornio, símbolo de la persecución que en el estado español se lanzaba sin miramientos durante la dictadura de Franco contra gitanos, homosexuales e izquierdistas incluso moderados.


Hubo lugares, en cambio, donde los sombreros jamás perdieron su fuerza. El redondo sombrero hongo de la City londinense es, sin duda, el mejor ejemplo de una tradición a prueba de todo, incluso de crisis financieras, pues ha sobrevivido varias.

Entretanto, el sombrero mantuvo su carta de naturaleza en el cine. Lo usaba Humphrey Bogart, a juego con la gabardina cruzada y con charreteras, para guarecerse de la lluvia. Y lo usó John Wayne en todos los westerns, para proteger su rostro del sol tejano. Y los exploradores africanos, con sus fusiles capaces de cargarse a un elefante y a diez negros, jamás salían de casa sin su salakov.

También se puso sombrero Marlene Dietrich cada vez que quería subrayar la ambigüedad sexual que formaba parte de su extraña belleza. Pero pronto perdió su prestigio, y en los años sesenta desapareció el tabú de la cabeza descubierta como signo de penuria moral y económica de la misma manera que desaparecieron el pañuelo del bolsillo superior izquierdo de las americanas, o la costumbre de bailar valses o boleros en fiestas familiares.

Mods y rockers, en sus cien mil reencarnaciones, nos han redescubierto el tocado. Pero lo hizo también, a su manera arqueológica y aventurera, Harrison Ford en el papel de egiptólogo aguerrido que inventó Spielberg para él. Como la capa española, el sombrero no morirá jamás porque acentúa la elegancia, marca la distinción y, hoy en día, anuncia un toque singular en la personalidad de quien lo lleva. Que se lo digan si no al conde de Sert. En la Diagonal de Barcelona o la Castellana madrileña parece que el sol luce con más brillo el día en que Frankie Sert sale.


Muy buen tema guapa..como ves, ya llevo el mio...:p:ROFLMAO:
 
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