La España de Franco

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en fin, justificas lo injustificable, fueron dos asesinos criminales y la pasionaria tuvo el cuajo de anunciarle a calvo Sotelo su muerte durante una sesión en el congreso de los diputados y esa misma noche lo asesinan, en fin

Nunca he justificado a ningún asesino para nada, pero a cada uno su responsabilidad. Lo de Para cuellos no está clarificado para nada.

Y de asesinos....Ufff ¡para que hablar! Hay alcachoferos por ahí que están deseando que se cometan asesinatos y lo comentan en un medio público por ponerte un ejemplo o en redes sociales, pero claro, son de derechas contra gente que onda diferente y eso es permisible en nuestros días por supuesto.
 
tu si que eres un caso clínico de clínica, iglesias y garzon son comunistas que no condenan los crímenes del comunismo y los apoyan

Pon declaraciones de esos dos personajes donde dicen apoyar los crímenes del comunismo por favor....


Me voy a la cama....Agur...Mañana será otro día.
 
Nunca he justificado a ningún asesino para nada, pero a cada uno su responsabilidad. Lo de Para cuellos no está clarificado para nada.

Y de asesinos....Ufff ¡para que hablar! Hay alcachoferos por ahí que están deseando que se cometan asesinatos y lo comentan en un medio público por ponerte un ejemplo o en redes sociales, pero claro, son de derechas contra gente que onda diferente y eso es permisible en nuestros días por supuesto.[/QUOT
si esta claro, además lo ha contado con peñlos y señales la persona que recibió la orden del mismo carrillo y no solo fue paraceullos, hubo muchísimo mas
 
El silencio de nosotros


El exitoso documental sobre las víctimas del franquismo El silencio de otros, emociona, pero sobre todo avergüenza. Nos avergüenza como personas y también como nación. Por eso es tan importante que se vea más allá de nuestras fronteras

Carlos Hernández
29/11/2018 - 21:40h
fotograma-documental-silencio_EDIIMA20181129_0991_19.jpg

Un fotograma del documental 'El silencio de otros'

Se encienden las luces mientras los últimos títulos de crédito aún surcan la gran pantalla. La mayoría de las butacas continúan ocupadas; nadie parece tener prisa por irse. Algunos espectadores tragan saliva intentando disolver la invisible bola, ligeramente urticante, que se les ha instalado entre las fosas nasales y los ojos. Otros evitan disimular y se secan las mejillas con un pañuelo o, directamente, con la manga de la camisa. Mari Carmen es una de las primeras en salir de la sala: “Yo nací en la cárcel de Toledo en 1940. Mi madre se llamaba Gregoria y era una presa política del franquismo. Pasé los tres primeros años de mi vida en aquella prisión, junto a ella”.




Historias similares empiezan a compartirse en los improvisados corrillos que se forman en el vestíbulo del cine: “A mi padre se lo llevaron y nunca más supimos de él”; “A mi abuela y a sus hermanas las raparon al cero y las pasearon por todo el pueblo… al menos no las violaron como a otras vecinas que también eran republicanas…” La obra que ha provocado esta especie de terapia de grupo se llama El silencio de otros, el exitoso documental sobre las víctimas del franquismo, dirigido por Almudena Carracedo y Robert Bahar. “Me alegro de que se vea aquí, en España —concluye Mari Carmen—. Pero aún me alegro más de que se vea fuera de nuestras fronteras… para que todo el mundo sepa lo que ha pasado y sigue pasando aquí”.

No puedo estar más de acuerdo con lo que piensa y siente esa mujer, nacida en una sórdida cárcel franquista. El silencio de otros emociona, pero sobre todo, avergüenza. Nos avergüenza como personas y también como nación. Por eso es tan importante que se vea más allá de nuestras fronteras. “El proyecto nació con vocación internacional”, me confirma la directora. “Es importante que otros países sepan cuál es nuestra realidad. Desde fuera también puede llegar el impulso y los apoyos que necesitamos para acabar con esta situación de profunda desmemoria”, añade Carracedo.

Su película es la crónica del olvido premeditado de las víctimas de la dictadura, del “atado y bien atado” con que el tirano perpetuó la impunidad de los verdugos. No es casual que el hilo conductor del documental sea la peripecia seguida por los promotores de la querella argentina contra el franquismo, españoles y españolas que trataron de buscar al otro lado del Atlántico la justicia que se les negaba en su tierra.

Sí. La más de media España que fue víctima de Franco tuvo que viajar 10.000 kilómetros para ser escuchada. Nietos e hijas de asesinados, como Ascensión Mendieta; hombres torturados por Billy el Niño, como José María Galante; todos y todas encontraron en una jueza argentina la atención y la comprensión que les negaron los tribunales democráticos españoles. Para redondear ese círculo simbólico, Carlos Slepoy, el inolvidable abogado que lideró la querella, también nació en el lejano Buenos Aires.

Además de esa vergüenza, la película me dejó otra amarguísima sensación. En todos estos años de olvido ha habido una minoría de héroes, una buena cantidad de villanos y una inmensa multitud de indiferentes. Eso, quizás sin quererlo, se ve en la gran pantalla. Las manifestaciones son casi insignificantes, los activistas son demasiado pocos… Aquí no tuvimos unas Madres de la Plaza de Mayo. Aquí no se produjo el efecto “bola de nieve” que el propio Slepoy pretendía conseguir con la querella. Hubo ayuntamientos y colectivos que se sumaron a la iniciativa, hubo apoyos… Han existido asociaciones y particulares que han luchado incansablemente… pero no nos engañemos, nunca se produjo nada parecido a la marea humana necesaria para desatar lo que está tan bien atado.

En materia de Historia y de Memoria, salvo un puñado de héroes y heroínas, las sucesivas generaciones de españoles hemos contribuido por activa o por pasiva al olvido. Somos la España que aceptó como mal menor la Transición tutelada por los herederos del dictador. Somos la España que ni siquiera salió a la calle el 23 de febrero de 1981 para defender la democracia. Somos la España que no exigió a los sucesivos gobiernos, especialmente a los socialistas, que rompieran los lazos que hoy nos siguen ligando judicial, política, empresarial y socialmente al franquismo. Somos la España que permitió que los demócratas continuaran enterrados en las cunetas y los verdugos en los consejos de administración, en las comisarías o en el Parlamento. Somos la España que toleró que sus hijos y nietos vivieran en la mentira histórica.

Las nuevas generaciones no deberían perdonarnos por lo que hicimos. Ojalá ellas sean capaces de crear la imparable bola de nieve que anhelaba Slepoy. Hasta ese momento, me atrevo a sugerirles un único cambio a los directores del magnífico documental que me ha impulsado a escribir estas reflexiones: el título más correcto y más representativo de lo que ha ocurrido en nuestro país en los últimos cuarenta años de democracia es, sin duda, El silencio de nosotros.

https://www.eldiario.es/zonacritica/silencio_6_841025911.html


¿Iran a verla los que todavía no han condenado el franquismo? ¿Tendrán valor de hacerlo?
 
tu si que eres un caso clínico de clínica, iglesias y garzon son comunistas que no condenan los crímenes del comunismo y los apoyan
Helene querida, a ti también te pasa que ver a un hombre con coleta ya te da sensación de sucio y comunista loco? Y si hablamos de mujeres ya ni te digo.

Donde se ponga una melena morena como la de nuestra lideresa Inés, ella sí que es española de raza.

Nada que ver con esas vascas y catalanas que parece les han cortado el flequillo como castigo. Y encima son inteligentes y con carreras. Ese tipo de mujeres que no convienen a nuestro país.
 
El silencio de nosotros


El exitoso documental sobre las víctimas del franquismo El silencio de otros, emociona, pero sobre todo avergüenza. Nos avergüenza como personas y también como nación. Por eso es tan importante que se vea más allá de nuestras fronteras

Carlos Hernández
29/11/2018 - 21:40h
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Un fotograma del documental 'El silencio de otros'

Se encienden las luces mientras los últimos títulos de crédito aún surcan la gran pantalla. La mayoría de las butacas continúan ocupadas; nadie parece tener prisa por irse. Algunos espectadores tragan saliva intentando disolver la invisible bola, ligeramente urticante, que se les ha instalado entre las fosas nasales y los ojos. Otros evitan disimular y se secan las mejillas con un pañuelo o, directamente, con la manga de la camisa. Mari Carmen es una de las primeras en salir de la sala: “Yo nací en la cárcel de Toledo en 1940. Mi madre se llamaba Gregoria y era una presa política del franquismo. Pasé los tres primeros años de mi vida en aquella prisión, junto a ella”.




Historias similares empiezan a compartirse en los improvisados corrillos que se forman en el vestíbulo del cine: “A mi padre se lo llevaron y nunca más supimos de él”; “A mi abuela y a sus hermanas las raparon al cero y las pasearon por todo el pueblo… al menos no las violaron como a otras vecinas que también eran republicanas…” La obra que ha provocado esta especie de terapia de grupo se llama El silencio de otros, el exitoso documental sobre las víctimas del franquismo, dirigido por Almudena Carracedo y Robert Bahar. “Me alegro de que se vea aquí, en España —concluye Mari Carmen—. Pero aún me alegro más de que se vea fuera de nuestras fronteras… para que todo el mundo sepa lo que ha pasado y sigue pasando aquí”.

No puedo estar más de acuerdo con lo que piensa y siente esa mujer, nacida en una sórdida cárcel franquista. El silencio de otros emociona, pero sobre todo, avergüenza. Nos avergüenza como personas y también como nación. Por eso es tan importante que se vea más allá de nuestras fronteras. “El proyecto nació con vocación internacional”, me confirma la directora. “Es importante que otros países sepan cuál es nuestra realidad. Desde fuera también puede llegar el impulso y los apoyos que necesitamos para acabar con esta situación de profunda desmemoria”, añade Carracedo.

Su película es la crónica del olvido premeditado de las víctimas de la dictadura, del “atado y bien atado” con que el tirano perpetuó la impunidad de los verdugos. No es casual que el hilo conductor del documental sea la peripecia seguida por los promotores de la querella argentina contra el franquismo, españoles y españolas que trataron de buscar al otro lado del Atlántico la justicia que se les negaba en su tierra.

Sí. La más de media España que fue víctima de Franco tuvo que viajar 10.000 kilómetros para ser escuchada. Nietos e hijas de asesinados, como Ascensión Mendieta; hombres torturados por Billy el Niño, como José María Galante; todos y todas encontraron en una jueza argentina la atención y la comprensión que les negaron los tribunales democráticos españoles. Para redondear ese círculo simbólico, Carlos Slepoy, el inolvidable abogado que lideró la querella, también nació en el lejano Buenos Aires.

Además de esa vergüenza, la película me dejó otra amarguísima sensación. En todos estos años de olvido ha habido una minoría de héroes, una buena cantidad de villanos y una inmensa multitud de indiferentes. Eso, quizás sin quererlo, se ve en la gran pantalla. Las manifestaciones son casi insignificantes, los activistas son demasiado pocos… Aquí no tuvimos unas Madres de la Plaza de Mayo. Aquí no se produjo el efecto “bola de nieve” que el propio Slepoy pretendía conseguir con la querella. Hubo ayuntamientos y colectivos que se sumaron a la iniciativa, hubo apoyos… Han existido asociaciones y particulares que han luchado incansablemente… pero no nos engañemos, nunca se produjo nada parecido a la marea humana necesaria para desatar lo que está tan bien atado.

En materia de Historia y de Memoria, salvo un puñado de héroes y heroínas, las sucesivas generaciones de españoles hemos contribuido por activa o por pasiva al olvido. Somos la España que aceptó como mal menor la Transición tutelada por los herederos del dictador. Somos la España que ni siquiera salió a la calle el 23 de febrero de 1981 para defender la democracia. Somos la España que no exigió a los sucesivos gobiernos, especialmente a los socialistas, que rompieran los lazos que hoy nos siguen ligando judicial, política, empresarial y socialmente al franquismo. Somos la España que permitió que los demócratas continuaran enterrados en las cunetas y los verdugos en los consejos de administración, en las comisarías o en el Parlamento. Somos la España que toleró que sus hijos y nietos vivieran en la mentira histórica.

Las nuevas generaciones no deberían perdonarnos por lo que hicimos. Ojalá ellas sean capaces de crear la imparable bola de nieve que anhelaba Slepoy. Hasta ese momento, me atrevo a sugerirles un único cambio a los directores del magnífico documental que me ha impulsado a escribir estas reflexiones: el título más correcto y más representativo de lo que ha ocurrido en nuestro país en los últimos cuarenta años de democracia es, sin duda, El silencio de nosotros.

https://www.eldiario.es/zonacritica/silencio_6_841025911.html
que hagan uno sobre las victimas de la republica pero claro,. eso no interesa verdad?

¿Iran a verla los que todavía no han condenado el franquismo? ¿Tendrán valor de hacerlo?
 
Eres para mí al menos un c.c.c. es decir, "un caso clínico en la clínica" como solíamos entre mis amigos y yo cuando eramos más jóvenes.


Para que no haya malas interpretaciones y por decirlo coloquialmente y con respeto te diré que vives en un mundo paralelo a éste, con una Historia paralela diferente de la que hemos estudiado los demás.

Vamos a ver...no hay ideología criminal, mas bien hay ideólogos criminales y son esos ideólogos los que provocan los muertos, no su ideología. La ideología de por sí puede ser reprobable y criticable pero ahí se queda. Solo cuando hay actores que la llevan adelante es cuando es peligrosa y/o criminal.

Que yo sepa ni Alberto Garzón ni Pablo Iglesias son responsables de ninguna muerte, cosa bien diferente de los franquistas actuales que siguen con la ideología de Franco que sí es responsable de muertes, violaciones, robos de niños etc etc etc. y que hasta ahora no han condenado para nada las hazañas de su mentor.

Si sigues tu razonamiento esos diputados que están en un grupo que se niegan a condenar la ideología de una persona que ha sido un criminal debe ser apartados.




¿En que Diario de sesiones? por favor....Dime el día que lo hicieron y ponlo si lo sabes, y supongo que lo sabrás ¿verdad? pues eso, dinos el día para buscarlo.
¿No te parece que si los de la derecha son herederos de franco, los de la izquierda son herederos de Negrin y Carrillo.?
Es que parece que los comunistas son santos, y los otros unos asesinos, y para nada es asi por mucho que nos quieras hacer creer lo contrario. Manipulas la historia para vender una mentira. Lo que esta ocurriendo en España durante la República II, era de tal calibre de asesinatos, quema de iglesias... Etc, que habia que pararlo de ahi la guerra. Lo mejor que en esa epoca le paso a España fue que Franco gano la guerra, de lo contrario nos hubieramos enterado lo que es una verdadera dictadura de terror como ocurria en la antigua URSS y demas paises comunistas.
 
El silencio de nosotros


El exitoso documental sobre las víctimas del franquismo El silencio de otros, emociona, pero sobre todo avergüenza. Nos avergüenza como personas y también como nación. Por eso es tan importante que se vea más allá de nuestras fronteras

Carlos Hernández
29/11/2018 - 21:40h
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Un fotograma del documental 'El silencio de otros'

Se encienden las luces mientras los últimos títulos de crédito aún surcan la gran pantalla. La mayoría de las butacas continúan ocupadas; nadie parece tener prisa por irse. Algunos espectadores tragan saliva intentando disolver la invisible bola, ligeramente urticante, que se les ha instalado entre las fosas nasales y los ojos. Otros evitan disimular y se secan las mejillas con un pañuelo o, directamente, con la manga de la camisa. Mari Carmen es una de las primeras en salir de la sala: “Yo nací en la cárcel de Toledo en 1940. Mi madre se llamaba Gregoria y era una presa política del franquismo. Pasé los tres primeros años de mi vida en aquella prisión, junto a ella”.




Historias similares empiezan a compartirse en los improvisados corrillos que se forman en el vestíbulo del cine: “A mi padre se lo llevaron y nunca más supimos de él”; “A mi abuela y a sus hermanas las raparon al cero y las pasearon por todo el pueblo… al menos no las violaron como a otras vecinas que también eran republicanas…” La obra que ha provocado esta especie de terapia de grupo se llama El silencio de otros, el exitoso documental sobre las víctimas del franquismo, dirigido por Almudena Carracedo y Robert Bahar. “Me alegro de que se vea aquí, en España —concluye Mari Carmen—. Pero aún me alegro más de que se vea fuera de nuestras fronteras… para que todo el mundo sepa lo que ha pasado y sigue pasando aquí”.

No puedo estar más de acuerdo con lo que piensa y siente esa mujer, nacida en una sórdida cárcel franquista. El silencio de otros emociona, pero sobre todo, avergüenza. Nos avergüenza como personas y también como nación. Por eso es tan importante que se vea más allá de nuestras fronteras. “El proyecto nació con vocación internacional”, me confirma la directora. “Es importante que otros países sepan cuál es nuestra realidad. Desde fuera también puede llegar el impulso y los apoyos que necesitamos para acabar con esta situación de profunda desmemoria”, añade Carracedo.

Su película es la crónica del olvido premeditado de las víctimas de la dictadura, del “atado y bien atado” con que el tirano perpetuó la impunidad de los verdugos. No es casual que el hilo conductor del documental sea la peripecia seguida por los promotores de la querella argentina contra el franquismo, españoles y españolas que trataron de buscar al otro lado del Atlántico la justicia que se les negaba en su tierra.

Sí. La más de media España que fue víctima de Franco tuvo que viajar 10.000 kilómetros para ser escuchada. Nietos e hijas de asesinados, como Ascensión Mendieta; hombres torturados por Billy el Niño, como José María Galante; todos y todas encontraron en una jueza argentina la atención y la comprensión que les negaron los tribunales democráticos españoles. Para redondear ese círculo simbólico, Carlos Slepoy, el inolvidable abogado que lideró la querella, también nació en el lejano Buenos Aires.

Además de esa vergüenza, la película me dejó otra amarguísima sensación. En todos estos años de olvido ha habido una minoría de héroes, una buena cantidad de villanos y una inmensa multitud de indiferentes. Eso, quizás sin quererlo, se ve en la gran pantalla. Las manifestaciones son casi insignificantes, los activistas son demasiado pocos… Aquí no tuvimos unas Madres de la Plaza de Mayo. Aquí no se produjo el efecto “bola de nieve” que el propio Slepoy pretendía conseguir con la querella. Hubo ayuntamientos y colectivos que se sumaron a la iniciativa, hubo apoyos… Han existido asociaciones y particulares que han luchado incansablemente… pero no nos engañemos, nunca se produjo nada parecido a la marea humana necesaria para desatar lo que está tan bien atado.

En materia de Historia y de Memoria, salvo un puñado de héroes y heroínas, las sucesivas generaciones de españoles hemos contribuido por activa o por pasiva al olvido. Somos la España que aceptó como mal menor la Transición tutelada por los herederos del dictador. Somos la España que ni siquiera salió a la calle el 23 de febrero de 1981 para defender la democracia. Somos la España que no exigió a los sucesivos gobiernos, especialmente a los socialistas, que rompieran los lazos que hoy nos siguen ligando judicial, política, empresarial y socialmente al franquismo. Somos la España que permitió que los demócratas continuaran enterrados en las cunetas y los verdugos en los consejos de administración, en las comisarías o en el Parlamento. Somos la España que toleró que sus hijos y nietos vivieran en la mentira histórica.

Las nuevas generaciones no deberían perdonarnos por lo que hicimos. Ojalá ellas sean capaces de crear la imparable bola de nieve que anhelaba Slepoy. Hasta ese momento, me atrevo a sugerirles un único cambio a los directores del magnífico documental que me ha impulsado a escribir estas reflexiones: el título más correcto y más representativo de lo que ha ocurrido en nuestro país en los últimos cuarenta años de democracia es, sin duda, El silencio de nosotros.

https://www.eldiario.es/zonacritica/silencio_6_841025911.html


¿Iran a verla los que todavía no han condenado el franquismo? ¿Tendrán valor de hacerlo?
¿Te has preguntado alguna vez que hubiera ocuurido en España si los comunistas hubieran ganado la guerra? ¿España hubiera sido una URSS, o una actual Cuba, Venezuela o quizas una Corea del Norte? Lo que esta claro que nos estariamos muriendo de hambre, con mucha pobreza, y con derecho a nada. Para lo peor para la poblacion de un pais es un sistema de gobierno comunista, eso para sus lideres todo un chollo.
 
¿Te has preguntado alguna vez que hubiera ocuurido en España si los comunistas hubieran ganado la guerra? ¿España hubiera sido una URSS, o una actual Cuba, Venezuela o quizas una Corea del Norte? Lo que esta claro que nos estariamos muriendo de hambre, con mucha pobreza, y con derecho a nada. Para lo peor para la poblacion de un pais es un sistema de gobierno comunista, eso para sus lideres todo un chollo.

No me vale hipótesis, me vale hechos. Durante la dictadura franquista se pasó hambre por si no lo sabes.
No tengo ni idea de tu edad ni me interesa por supuesto, pero yo te puedo decir que tengo la suficiente para haber visto eso a mi alrededor.

Por cierto, mira la pobreza ACTUAL en España. ¿Te pongo enlaces?
 
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