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Suni, la madre del pequeño Eyob, asegura a elcierredigital.com que ya no saben cómo actuar. Desde hace dos años su hijo de 15 años empezó a salir. Pero no volvía a la hora que se le indicaba. Empezaron con una denuncia por desaparición, y luego otra y otra. Pero la Policía no podía hacer nada, así se lo confirmaban, porque Eyob volvía a casa, pero cuando quería.
Cada vez que les llaman de la comisaría para ir a buscarlo, vuelve a escaparse apenas sale del cuartel, ante la mirada impotente de los padres y la incapacidad policial para detenerle. “No podemos hacer nada”, se les dice a los padres repetidamente. El chico dejó el colegio y empezó a convivir con ciertas amistades. Desde hacía años, el joven asistía a terapia en el centro de recuperación de Javier Urra, Recurra. Allí es donde su madre quiere devolverle, para que reanude sus terapias.
Sin embargo, las autoridades decidieron en una ocasión internarle en el centro de Hortaleza, “saturado hoy día y donde los trabajadores, esforzándose al máximo y dando lo mejor, no llegan a todo”, señala Suni. “De allí entra y sale cuando quiere”. Su madre, con voz calmada y una templanza que impresiona, asegura que realmente “hay un fenómeno generalizado que tiene que ver con el empoderamiento de los menores que hoy día no tienen apenas obligaciones”. La madre de Eyob continúa reclamando “una revisión del poder que se le da al niño, de la escasez de límites y obligaciones que hoy día, la mayoría no les ponemos a los menores”.
Suni considera que el problema de Eyob, además de otros que sufre como TDH y comportamiento disrruptivo en el pasado, “va más allá de la rebeldía de un adolescente, no acepta ni quiere límites”. “El querría entrar, ducharse y salir para volver cuando le apetezca, sin obligaciones...” , indica. “Un problema común entre los menores de hoy es la baja tolerancia a la frustración, que conduce a conductas agresivas cuando no obtienen lo que quieren”, alerta Suni, quien insiste en que su hijo, Eyob, al que adoptaron cuando tenía tres años en Etiopía, necesita ayuda para reencontrar el camino. Suni no se explica cómo un niño que ha recibido tanto amor, tanto cariño en un hogar tranquilo y acogedor puede terminar así. “¿Qué les sucede a esos menores para degenerar en estas situaciones?”, se pregunta la paciente madre.
En el fondo del problema está el sistema y el vacío legal que hay en torno a estas cuestiones. “No se contemplan”, denuncia Suni, mientras lamenta cuánto le echan de menos en casa ella, su marido, César y su otra hija, a la que Eyob también adora. Suni afirma que “quiero sacarlo de la calle, quiero que los jueces tomen partido porque ni la Policía puede detenerle, ni hacerse cargo de él, ni siquiera aunque la ley obliga a la escolarización para los menores de 16 años...”
https://elcierredigital.com/sucesos...e-calle-hace-anos-reclama-justicia-actue.html
Cada vez que les llaman de la comisaría para ir a buscarlo, vuelve a escaparse apenas sale del cuartel, ante la mirada impotente de los padres y la incapacidad policial para detenerle. “No podemos hacer nada”, se les dice a los padres repetidamente. El chico dejó el colegio y empezó a convivir con ciertas amistades. Desde hacía años, el joven asistía a terapia en el centro de recuperación de Javier Urra, Recurra. Allí es donde su madre quiere devolverle, para que reanude sus terapias.
Sin embargo, las autoridades decidieron en una ocasión internarle en el centro de Hortaleza, “saturado hoy día y donde los trabajadores, esforzándose al máximo y dando lo mejor, no llegan a todo”, señala Suni. “De allí entra y sale cuando quiere”. Su madre, con voz calmada y una templanza que impresiona, asegura que realmente “hay un fenómeno generalizado que tiene que ver con el empoderamiento de los menores que hoy día no tienen apenas obligaciones”. La madre de Eyob continúa reclamando “una revisión del poder que se le da al niño, de la escasez de límites y obligaciones que hoy día, la mayoría no les ponemos a los menores”.
Suni considera que el problema de Eyob, además de otros que sufre como TDH y comportamiento disrruptivo en el pasado, “va más allá de la rebeldía de un adolescente, no acepta ni quiere límites”. “El querría entrar, ducharse y salir para volver cuando le apetezca, sin obligaciones...” , indica. “Un problema común entre los menores de hoy es la baja tolerancia a la frustración, que conduce a conductas agresivas cuando no obtienen lo que quieren”, alerta Suni, quien insiste en que su hijo, Eyob, al que adoptaron cuando tenía tres años en Etiopía, necesita ayuda para reencontrar el camino. Suni no se explica cómo un niño que ha recibido tanto amor, tanto cariño en un hogar tranquilo y acogedor puede terminar así. “¿Qué les sucede a esos menores para degenerar en estas situaciones?”, se pregunta la paciente madre.
En el fondo del problema está el sistema y el vacío legal que hay en torno a estas cuestiones. “No se contemplan”, denuncia Suni, mientras lamenta cuánto le echan de menos en casa ella, su marido, César y su otra hija, a la que Eyob también adora. Suni afirma que “quiero sacarlo de la calle, quiero que los jueces tomen partido porque ni la Policía puede detenerle, ni hacerse cargo de él, ni siquiera aunque la ley obliga a la escolarización para los menores de 16 años...”
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