La Cocina Italiana

Receta de bucellato siciliano: el roscón que compite con el panettone como el dulce más querido de la Navidad italiana


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¿Cansados de los mismos dulces navideños? Pues estas navidades os proponemos un postre típico italiano, el bucellato siciliano, pastel que no suele faltar en las tradicionales mesas navideñas del país vecino y que, como suele ocurrir en este tipo de dulces, iene varios años de historia por delante. En el caso del bucellato, incluso siglos, pues se cree que su origen es tan antiguo que ya se consumía algo parecido en época de los romanos.

El nombre de bucellato deriva del latín bucellatum, que significa "pan para mordisquear" por lo tierno que es. Así, en la época romana, la buccina era la trompeta de los legionarios romanos de cuya forma redonda se originó la bucella, un pan en forma de rosca que los emperadores romanos repartían entre el pueblo a través de sus emisarios llamados buccellati, poco a poco se fue transformando en el dulce que hoy os traemos


Este dulce navideño tierno por fuera, esconde en su interior un relleno explosivo, como si fuese un concentrado de texturas y sabores navideños, ya que la fruta deshidratada, confitada, así como el cabellos de ángel, forman parte de sus ingredientes. ¿Os atrevéis a darle ese aire italiano a vuestra mesa de navidad? Pues no os perdáis nuestra receta dulce de hoy.

Ingredientes​


Para 15 personas

  • Harina de repostería (Para la masa) 500 g
  • Azúcar (Para la masa) 150 g
  • Manteca de cerdo (Para la masa) 125 g
  • Huevo Talla m (Para la masa) 2
  • Leche (Para la masa) 60 ml
  • Levadura química (Para la masa) 8 g
  • Ralladura de naranja (Para la masa)
  • Higos secos (Para el relleno) 400 g
  • Uvas pasas sultanas (Para el relleno) 100 g
  • Nueces (Para el relleno) 150 g
  • Almendras (Para el relleno) 150 g
  • Cabello de ángel (Para el relleno) 200 g
  • Vino Marsala (Para el relleno) 100 ml
  • Huevo Talla m (Para el relleno) 1
  • Naranja confitada (Para decorar) 4
  • Mermelada de albaricoque (Para decorar) 15 g
  • Frutas confitadas (Para decorar)

Cómo hacer Bucellato siciliano​


Dificultad: Media

  • Tiempo total 2 h
  • Elaboración 1 h
  • Cocción 1 h
  • Reposo 1 h

Comenzaremos preparando el relleno. Ponemos un cazo los higos secos, las pasas y el resto de frutos secos picados, añadimos el vino marsala hasta cubrir todos los ingredientes y cocinamos durante 10 minutos a fuego bajo. Una vez pase el tiempo, apagamos, dejamos enfriar ligeramente y añadimos el huevo batido y el cabello de ángel. Removemos hasta integrar todos los ingredientes, tapamos con un film de cocina pegado y dejamos en reposo durante 1 hora.

Para hacer la masa, en un bol colocamos la manteca de cerdo a temperatura ambiente junto con el azúcar. Removemos. Añadimos los huevos de uno en uno, la harina tamizada, la levadura, y la ralladura de naranja, mezclamos y retiramos del bol trabajando la mezcla hasta formar una masa lisa y homogénea. Enfilmamos y dejamos reposar en la nevera durante una hora.

Una vez pase el tiempo de reposo, extendemos la masa con un poco de harina y la dejamos de un grosor como de un centímetro. Formamos un rectángulo con la masa y ponemos el relleno a lo ancho como formando un tronco. Luego enrollamos la masa y la moldeamos en redondo hasta obtener la forma de corona.Cortamos ligeramente la masa para dejar entrever el relleno.

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Calentamos la mermelada y un poco de agua y pincelamos el bucellato, adornamos con las naranjas y la fruta confitada y horneamos a 180 grados durante unos 45 minutos. A medio tiempo de horneado volvemos a pincelar con cuidado de nuevo con la mermelada caliente.

Con qué acompañar el bucellato siciliano​

El bucellato siciliano permite muchos acompañamientos, lo más indicado una copita de un vido dulce tipo moscatel, aunque no le hará feos a un buen cava. Pero si lo que queréis es llevar el estilo siciliano a su máxima potencia os aconsejamos un buen vino zibibbo.

 

Los bocadillos italianos llegan a España (y son más finos que los nuestros)​


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Los sitios especializados en 'panini' comienzan a florecer en algunas ciudades españolas. ¿Su apuesta? Recetas elaboradas con mucho criterio y pocos ingredientes cuidados. Aquí van unas pistas de dónde encontrarlos.​


Jordi Luque 10/03/2022 - 12:22 CET
Tenemos mucho que aprender de Italia, por lo menos en lo que se refiere a bocadillos. Salvo unas pocas excepciones –que nuestra Khalessi, Mònica Escudero, tuvo a bien recopilar en este artículo–, España no es un país famoso por sus bocatas, y abundan los ejemplares mediocres tirando a malos. No, no te tires las manos a la cabeza, persona que lee. Ya imagino que te mandaban al colegio con un tercio de barra untada con margarina y unas lonchas de chorizo pamplonica en su interior, que cenabas bocata de tortilla a la francesa todos los domingos o que has robado sandwiches de Nocilla en más de un cumpleaños infantil cuando el resto de adultos no miraba. No negaré que aquí comemos pan con cosas. Pero en la península botilde elevan el bocadillo –o panino, en italiano– a manjar de primera división. Y este es un fenómeno que, afortunadamente, está empezando a extenderse por nuestro país.





Francesco Maggi es el propietario de Casabase, una tienda de alimentación italiana con zona de degustación del madrileño barrio de Salamanca. Uno de sus panini más vendidos se llama Vincent Vega –como el personaje de Pulp Fiction interpretado por John Travolta– y se compone de una crujiente chapata rellena con lechuga, finocchiona –longaniza toscana aromatizada con semillas de hinojo–, queso fontina, tomate seco y pesto. “Los panini están en nuestra cultura. Son la merienda que llevamos al cole o de excursión y es lo que comemos de adultos cuando salimos de noche a tomar algo. La diferencia con los bocadillos españoles es que en Italia los elaboramos un poco más, se ponen más ingredientes, como tres o cuatro”, explica Maggi.



Para que un panino funcione, esos tres o cuatro ingredientes y el pan que los empareda deben ser de calidad. De hecho, esta es una constante de la gastronomía italiana que vemos en los mejores platos de pasta, pizzas o guisos diversos: pocos ingredientes, sencillos, de mucha calidad y combinados con cabeza. “Para mí es importante que se noten todos los ingredientes del panino. ¿Sabes esas hamburguesas con un montón de cosas en las que todos los sabores se confunden? Pues un panino no es así, hay que equilibrar bien los ingredientes, hacer pruebas, cada panino es como una pequeña receta”, afirma Maggi.

Para Toni Pol, quien regenta Santo Porcello (Barcelona) junto a Nicoletta Acerbi, la calidad y el sentido que menciona Maggi son las únicas leyes del bocadillo italiano. Cierto que hay panini atados a regiones concretas, ya sea por el tipo de pan –los tramezzini, elaborados con pan de molde, son típicos del Veneto; la michetta, un tipo de pan milanés, da nombre a un bocadillo homónimo; las piadini, elaboradas con pan plano, son características de Emilia-Romagna– o por el relleno –los panini de porchetta nacen cerca de Roma; el lampredotto, tripa guisada, en Florencia; y la meusa, tráquea de ternera estofada, en Palermo–. Pero en la gastronomía italiana, poblada de inamovibles recetas transmitidas por nonnas mitológicas desde tiempos de los etruscos, los bocatrones son un espacio de libertad. “Tienen una gran tradición, en cualquier charcutería te hacen un bocadillo, no sólo en paninotecas, y en cada sitio aplican su imaginación. ¿Nosotros qué solemos hacer? Un embutido, verdura y algún queso. A partir de aquí hay muchas variaciones: añadir una crema o una salsa, hacerlo vegetariano… al final un bocadillo te permite dejar volar la imaginación”, mantiene Toni Pol, quien añade que los italianos son integristas con sus platos pero no con los panini.




En Santo Porcello probaré dos bocadillos, preparados con mucho amor y acierto por el cocinero Anibal José Bonino. El primero es de porchetta, calabacín asado y aceite aromático y viene emparedado en una tigelle, un panecillo pequeñín y redondo cuya masa se enriquece con grasa de cerdo. Es una versión miniaturizada de su Jep Gambardella, bautizado como el protagonista de La gran belleza de Paolo Sorrentino, que me preparan disminuido para que me quepa un Bologna la grassa, pan de chapata de fermentación lenta y masa madre con mortadela, scamorza ahumada, pesto de pistachos y vinagre balsámico de Módena. Este ya sí vendrá en formato completo. Gracias a esta sacrificada práctica comprendo varios de los conceptos expuestos por Francesco Maggi y Toni Pol. El pan es ligero, alveolado, no quiere llenar demasiado ni ser el protagonista, sino ofrecer un soporte crujiente y sabroso del argumento principal, el relleno, que balancea lo graso de la mortadela y el queso con el ácido del vinagre y gana persistencia gracias al ahumado y al toque del pistacho. Está muy bien construído, se reconocen todos los ingredientes y, sí, es una pequeña receta. ¡Nada que ver con el bocata de chopped!

Regreso, espiritualmente, a Madrid para indagar en la cara más transgresora del panino. En el mercado de Antón Martín, una valiente regenta Moñetes Artesanos. Ella se llama Valentina Ciardulli y se ha sacado de la manga un nuevo género de pan. “Es un invento mío. Quería coger algo italiano y hacer un concepto nuevo. Entonces, elegí el brioche siciliano, que ahí se rellena de helado, e hice un bocadillo con elementos italianos”, declara Ciardulli. El brioche col tuppo es un pan dulce redondo coronado con una bolita –el tuppo– o moño, y de ahí el nombre, que también evoca al mollete aunque este nada tiene que ver.




“He hecho mi brioche. Empecé con uno normal y decidí equilibrarlo bajando el dulce, la vainilla y el cítrico”, aclara Ciardulli. Usar brioches para hacer bocadillos salados no es algo inaudito, pero ella lo ha llevado al siguiente nivel. “El más canónico es Filomena, de albóndigas como las que hacía mi madre, y el Carmela, de chorizo criollo, pimientos asados, mayonesa de alcaparras, lima y semillas de sésamo, es un homenaje a la comida casera napolitana”, comenta la cocinera. Ciardulli, que también vende moñetes con rellenos dulces, asegura que los italianos que residen en Madrid han acogido muy bien su invento.

Orra paninoteca interesante de Madrid es Puccias. Su nombre hace referencia a un pan de Salento –el tacón de Italia–, que recuerda a los panes de pita pero que tiene más miga. En Puccias se atreven a fusionar sabores internacionales, como sucede con su Puccia poblana, que lleva cerdo marinado con un aderezo de inspiración mexicana, y también hacen guiños a productos locales –en una puccia usan jamón serrano en lugar de prosciutto, lo que en Italia podría suponer la excomunión inmediata–.

Mucho más canónico es el estilo de Compá, una paninoteca y charcutería calabresa sita en la Barceloneta que exhibe los nombres e ingredientes de sus bocadillos sobre el alicatado de sus paredes. El Sanizzo –término calabrés que describe algo sabroso y abundante– lleva chorizo, brócoli y provola ahumada, por ejemplo, y el Tropea, incorpora ‘nduja –una especie de sobrasada picante–, setas, berenjena a la plancha y pecorino picante; en ambos casos el pan elegido es una etérea y deliciosa focaccia.




De nuevo aparece Escudero, que ha visitado Compà en alguna que otra ocasión. "Sus bocadillos son tan sencillos -o tan complicados- como encontrar una buena combinación de ingredientes que no solo están ricos por separado sino que funcionan bien juntos". Algo cremoso -tienen infinidad de untables buenísimos-, un toque fresco y vegetal, un punto de crujiente, que no falten el queso y/o algún embutido o ´nduja, aunque también tengan opciones veganas, y una buena focaccia tostada para envolverlo todo. "Está bien tener un favorito, pero recomiendo dejarse aconsejar y experimentar con el bocata del día -recuerdo unas deliciosas albóndigas de berenjena fuera de carta- o las sugerencias del personal. Si te gusta el picante, díselo y harán vibrar tu paladar con ricos chiles calabreses en diferentes formatos".

Vuelvo al principio. En términos generales, Italia tiene una cultura bocatrónica mucho más avanzada que la nuestra. Y aunque el bocata de chopped está en retroceso desde los primeros años noventa, no solemos pensar que los bocadillos pueden tener una pequeña receta que los hagan crecer hasta ser bocados que cumplan, perfectamente, la función de una comida rápida y, además, proporcionen placer. Algo perfectamente manifiesto en un buen panino.

 
Hablando de bocadillos italianos, hacían uno (fuera de Italia pero italianos) con buen pan crujiente rociado con aceite de oliva, lonchas de salami y anchoas que yo muchos años después y a muchos kilómetros de distancia me hago en casa.
El pan te daban a elegir entre barra o ciabatta, a mí me gusta en barra, parece una mezcla rara salami con anchoas pero a mí me encanta.
Reconozco que es un bocadillo bien raro 😆

Edito para decir que mis hijos se reían de tal bocata pero el caso es que cuando iban de pesca y les hacía diferentes tipos de bocadillos de estos nunca volvían 😄
Probadlo solo si os gustan los sabores fuertes
 
Pappardelle de harina de castañas con champiñones y butifarra

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Ingredientes para 4 personas:

Para pastas:

140g harina 0
80 g de harina de castañas
2 huevos

Para la salsa:
500 g de champiñones piopini
10g de champiñones secos
1 salchicha
2 cucharadas de pasta de tomate
½ vaso de vino tinto para desglasar
1 ramita de romero
1 hoja de laurel
Sal y pimienta
Aceite de oliva virgen extra

Tamizar la harina para darle aire y luego sobre una tabla de repostería formar una fuente en el centro de la cual colocarás los huevos. Comience a batirlos con un tenedor, tratando de mezclar un poco de harina a la vez. Cubrir los huevos con la harina restante y empezar a amasar con las manos. Trabaja la masa hasta que se vea suave. Ponga la masa en un recipiente, cúbrala con una envoltura de plástico y déjela reposar durante 20 minutos. Estirar la masa con una máquina. Deje que la masa se seque un poco, luego enróllela y con un cuchillo corte la masa sin aplastarla. Extender las pappardelle así formadas sobre la tabla de cortar y cuando se hayan secado un poco, formar nidos de pasta.

Limpiar los champiñones frescos y poner los champiñones secos en un bol pequeño con agua. Saltee con cebolla, apio y zanahoria. Freír la carne picada junto con un ajo entero. Agregue la pasta de tomate y luego agregue la salchicha retirada de la tripa y cortada en trozos. Desglasar con un poco de vino. Agregue los champiñones, una ramita de romero, una hoja de laurel, mezcle y sazone con sal. Deje que se haga a fuego lento, agregando agua si es necesario. Cuando los champiñones empiecen a estar cocidos, añadir los champiñones secos cortados en trocitos pequeños y el agua en la que se encontraron filtrada. Cuando los champiñones estén cocidos, apagarlos y dejar reposar.

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Cuece las pappardelle en agua con sal. Escurrir y mezclar con la salsa de champiñones utilizando parte del agua de la cocción.

Servir

 

Día Mundial de la Lasaña


Día Mundial de la Lasaña



Se celebra: 29 de julio de 2022



El 29 de julio
se rinde un homenaje muy especial a uno de los platos elaborados con pasta más populares en el mundo. Se celebra el Día Mundial de la Lasaña ¡Que delicia!


¿Qué es la lasaña?​


La lasaña es un plato que se prepara al horno, elaborado con varias capas o láminas de pasta, con diversas opciones de relleno: carne picada, pollo, pescado o vegetales. No puede faltar una buena salsa preparada con tomates y aderezada con queso fundido.


La palabra lasaña proviene del término griego "lasanon" y del latín "lasanum", referido al envase o cazuela en el que se cocinaba.


Orígenes de la lasaña​


Algunos expertos e historiadores culinarios estiman que uno de los antecedentes históricos de este plato proviene del lasanon, un pastel plano griego. Se cortaban en forma de tiras anchas y largas, rellenas con legumbres y queso, denominándose posteriormente lagum.


En la Antigua Roma el filósofo y político romano Marco Tulio Cicerón (106 a.C. - 43 a.C.) mencionaba en algunos de sus textos su predilección por el lagum.


Posteriormente, los hechos bélicos y culturales suscitados entre Grecia y el Imperio Romano propiciaron la introducción de este plato en Italia.


¿Cómo se prepara la lasaña?​


La versión clásica y tradicional de este plato consiste en láminas de pasta con salsa boloñesa, preparada con carne picada, tomates frescos, vegetales y queso gratinado. No puede faltar la salsa bechamel, bien espesa y cremosa. Estos ingredientes se intercalan entre cada capa de pasta y luego se hornea durante unos 20 minutos.


Los ingredientes y el modo de preparación de la lasaña varían, de acuerdo a la región donde se prepara. Existen infinidad de recetas y versiones de este plato: con pollo, pavo, atún, calabacín y hasta sirve como postre. Prueba la lasaña con chocolate ¡Una experiencia del otro mundo!


Se pueden utilizar otros tipos de pasta (penne, macarrones), así como tiras de calabacín o de berenjena.


Curiosidades sobre la lasaña​


Conoce algunos datos curiosos e interesantes sobre la lasaña:


  • La primera receta de lasaña fue escrita por Mario Borgogno, en el año 1316.
  • Los italianos inventaron las primeras máquinas para la fabricación de las láminas de lasaña.
  • En México se denomina pastel azteca, elaborado con capas de tortilla.
  • La lasaña es el plato favorito de Garfield, el gato de la famosa tira cómica.
  • El diario estadounidense The Wall Street nombró a la lasaña, como el platillo del año en Nueva York.
  • Argentina obtuvo en el año 2012 el récord de la lasaña más grande del mundo, con un peso de 2.700 kilos.
  • En Venezuela se conoce como pasticho.
  • En Nápoles, durante el Jueves Lardero se prepara el platillo "Lasagna de Carnaval", con un relleno de albóndigas, salchichas, quesos mozarella, ricota y huevo cocido.
  • Gran Bretaña es uno de los países que más consume lasaña en todo el mundo.
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Empanadillas carbonara


Cocina italiana​


Empanadillas carbonara






Autor: Cocinatis

Ingredientes​


Valor nutricional (*por ración)​


Energía

668.0 kcal

33,4%

Proteína

14.0 g.

18,67%

Hidratos

24.0 g.

8,73%

Azúcares

9.0 g.

18,0%

Grasa total

58.0 g.

74,2%

Grasa saturada

22.0 g.

120,31%

Grasa polininsat.

6.0 g.

54,55%

Grasa monoinsat.

26.0 g.

59,09%

Colesterol

157.0 mg.

52,33%

Fibra

1.0 g.

3,33%

Sal

3.38 g.

67,6%

Sodio

1.351 g.

67,55%

Calcio

196.0 mg.

16,33%

Iodo

14.0 mcg.

9,33%

Hierro

2.0 mg.

20.0-11.11%

Alérgenos​



Cereales


Huevos


Leche


Elaboración​


Para el relleno de la carbonara. Pica el bacon. Pela y pica las cebollas. Pon una sartén al fuego con un chorrito de aceite. Añade la cebolla picada y deja dorar unos minutos. Añade el bacon picado y deja cocinar. Agrega el queso de untar y mezcla todo hasta que quede una salsa espesa. Añade sal si es necesario y un poco de pimienta negra molida. Deja enfriar la carbonara en el frigorífico.
Extiende las obleas de empanadilla. Coloca en el centro de cada una un poco del relleno y dóblalas por la mitad. Sella las empanadillas presionando ligeramente el borde con la punta de un tenedor.


Coloca las empanadillas sobre una bandeja de horno con papel. Bate un huevo y pinta las empanadillas.
Hornea las empanadillas (con el horno precalentado) a 200ºC unos 15 minutos, hasta que estén doradas.
Saca del horno y deja enfriar unos minutos. Sirve las empanadillas carbonara.



Paso a paso​

1

Pon una sartén la cebolla picada, el bacon y el queso de untar y cocina.

Paso 1

2

Coloca el relleno en las obleas de empanadilla.

Paso 2

3

Sella las empanadillas presionando ligeramente el borde con la punta de un tenedor.

Paso 3

4

Pinta las empanadillas con huevo batido.

Paso 4

5

Hornea las empanadillas (con el horno precalentado) a 200ºC unos 15 minutos.

Paso 5

6

Sirve las empanadillas carbonara.

Paso 6

PRESENTACIÓN​


Empanadillas carbonara - Detalle


Consejos y trucos​




No rellenes en exceso las empanadillas para que al doblar no se rompa y al cerrar se debe sellar bien para que no se salga el relleno después.


 

Formagelle: receta del pastel de Semana Santa tradicional de Cerdeña (que es ideal para la sobremesa)


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Hace 10 horas
Carmen Tía Alia @tiaalia



Los formagelle (o pardulas en dialecto sardo) son unos pastelitos típicos de la isla de Cerdeña que se preparan y consumen en Semana Santa. Facilísimos de hacer y muy ricos. Con punto de dulzor bajo, son perfectos para quienes son poco dulceros o para quienes aman los dulces poco azucarados.
Se trata de una suerte de tartaletas de masa quebrada elaborada con manteca de cerdo y rellenas de queso ricotta aromatizado con ralladura de cítricos y azafrán. Su característica forma de estrella es sencillísima de hacer y les da un aspecto de lo más llamativo.


El relleno de los formagelle italianos lleva muy poco azúcar, son muy poco dulces. Si sois golosos, quizás queráis aumentar la cantidad y ajustarlo a vuestro gusto o añadir una cantidad generosa de azúcar glas según los saquéis del horno.

Ingredientes​


Para 12 unidades

  • Harina de trigo (para la masa) 125 g
  • Manteca de cerdo (para la masa) 35 g
  • Agua (para la masa) 50 g
  • Queso ricotta 250 g
  • Azúcar 25 g
  • Harina de repostería 30 g
  • Levadura química 4 g
  • Azafrán unas hebras
  • Ralladura de limón 1
  • Ralladura de naranja 1
  • Yema de huevo L 1
  • Azúcar glas para decorar

Cómo hacer formagelle italianos​


Dificultad: Media

  • Tiempo total 55 m
  • Elaboración 30 m
  • Cocción 25 m

Para la masa base. Introducimos la harina en un bol y agregamos la manteca. Frotamos con las yemas de los dedos para incorporar y obtener una mezcla arenosa. Añadimos el agua y mezclamos hasta homogeneizar. Envolvemos en film y guardamos en la nevera media hora.

Para el relleno. Majamos las hebras de azafrán en un mortero. Ponemos la ricotta en un bol, desmenuzamos con un tenedor y añadimos la harina de repostería, la levadura química, el azúcar, la ralladura de limón y naranja, el azafrán y la yema de huevo. Removemos bien.

Enharinamos una superficie de trabajo y extendemos la masa con un rodillo. Con un cortapastas de siete u ocho centímetros cortamos círculos. Recogemos el sobrante de la masa para volverlo a estirar y obtener más círculos. En total obtendremos 12 unidades.

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Para el montaje. Repartimos el relleno entre las obleas, colocándolo en el centro. Humedecemos el contorno con un poco de agua y pellizcamos el borde ocho veces para conseguir esa forma de estrella tan característica.

Colocamos los formagelle sobre una bandeja de horno forrada con papel de horno. La introducimos en la parte baja del horno, precalentado a 185°C, con calor arriba y abajo, durante 20-25 minutos.
Cuando estén levados y dorados, apagamos el horno, metemos un paño entre la puerta del marco para dejar una pequeña rendija, y dejamos que se vayan enfriando durante 10 minutos. Los sacamos, espolvoreamos con azúcar glas y listos para consumir.


Con qué acompañar los formagelle italianos​

Nos parece que la sobremesa es el mejor momento para servir los formagelle italianos. Son ideales como acompañamiento de un café, una infusión o una copita de licor, lo que acostumbréis a tomar a esas horas.

 

Los bocadillos italianos llegan a España (y son más finos que los nuestros)​


Ver el archivo adjunto 2371306

Los sitios especializados en 'panini' comienzan a florecer en algunas ciudades españolas. ¿Su apuesta? Recetas elaboradas con mucho criterio y pocos ingredientes cuidados. Aquí van unas pistas de dónde encontrarlos.​


Jordi Luque 10/03/2022 - 12:22 CET
Tenemos mucho que aprender de Italia, por lo menos en lo que se refiere a bocadillos. Salvo unas pocas excepciones –que nuestra Khalessi, Mònica Escudero, tuvo a bien recopilar en este artículo–, España no es un país famoso por sus bocatas, y abundan los ejemplares mediocres tirando a malos. No, no te tires las manos a la cabeza, persona que lee. Ya imagino que te mandaban al colegio con un tercio de barra untada con margarina y unas lonchas de chorizo pamplonica en su interior, que cenabas bocata de tortilla a la francesa todos los domingos o que has robado sandwiches de Nocilla en más de un cumpleaños infantil cuando el resto de adultos no miraba. No negaré que aquí comemos pan con cosas. Pero en la península botilde elevan el bocadillo –o panino, en italiano– a manjar de primera división. Y este es un fenómeno que, afortunadamente, está empezando a extenderse por nuestro país.





Francesco Maggi es el propietario de Casabase, una tienda de alimentación italiana con zona de degustación del madrileño barrio de Salamanca. Uno de sus panini más vendidos se llama Vincent Vega –como el personaje de Pulp Fiction interpretado por John Travolta– y se compone de una crujiente chapata rellena con lechuga, finocchiona –longaniza toscana aromatizada con semillas de hinojo–, queso fontina, tomate seco y pesto. “Los panini están en nuestra cultura. Son la merienda que llevamos al cole o de excursión y es lo que comemos de adultos cuando salimos de noche a tomar algo. La diferencia con los bocadillos españoles es que en Italia los elaboramos un poco más, se ponen más ingredientes, como tres o cuatro”, explica Maggi.



Para que un panino funcione, esos tres o cuatro ingredientes y el pan que los empareda deben ser de calidad. De hecho, esta es una constante de la gastronomía italiana que vemos en los mejores platos de pasta, pizzas o guisos diversos: pocos ingredientes, sencillos, de mucha calidad y combinados con cabeza. “Para mí es importante que se noten todos los ingredientes del panino. ¿Sabes esas hamburguesas con un montón de cosas en las que todos los sabores se confunden? Pues un panino no es así, hay que equilibrar bien los ingredientes, hacer pruebas, cada panino es como una pequeña receta”, afirma Maggi.

Para Toni Pol, quien regenta Santo Porcello (Barcelona) junto a Nicoletta Acerbi, la calidad y el sentido que menciona Maggi son las únicas leyes del bocadillo italiano. Cierto que hay panini atados a regiones concretas, ya sea por el tipo de pan –los tramezzini, elaborados con pan de molde, son típicos del Veneto; la michetta, un tipo de pan milanés, da nombre a un bocadillo homónimo; las piadini, elaboradas con pan plano, son características de Emilia-Romagna– o por el relleno –los panini de porchetta nacen cerca de Roma; el lampredotto, tripa guisada, en Florencia; y la meusa, tráquea de ternera estofada, en Palermo–. Pero en la gastronomía italiana, poblada de inamovibles recetas transmitidas por nonnas mitológicas desde tiempos de los etruscos, los bocatrones son un espacio de libertad. “Tienen una gran tradición, en cualquier charcutería te hacen un bocadillo, no sólo en paninotecas, y en cada sitio aplican su imaginación. ¿Nosotros qué solemos hacer? Un embutido, verdura y algún queso. A partir de aquí hay muchas variaciones: añadir una crema o una salsa, hacerlo vegetariano… al final un bocadillo te permite dejar volar la imaginación”, mantiene Toni Pol, quien añade que los italianos son integristas con sus platos pero no con los panini.




En Santo Porcello probaré dos bocadillos, preparados con mucho amor y acierto por el cocinero Anibal José Bonino. El primero es de porchetta, calabacín asado y aceite aromático y viene emparedado en una tigelle, un panecillo pequeñín y redondo cuya masa se enriquece con grasa de cerdo. Es una versión miniaturizada de su Jep Gambardella, bautizado como el protagonista de La gran belleza de Paolo Sorrentino, que me preparan disminuido para que me quepa un Bologna la grassa, pan de chapata de fermentación lenta y masa madre con mortadela, scamorza ahumada, pesto de pistachos y vinagre balsámico de Módena. Este ya sí vendrá en formato completo. Gracias a esta sacrificada práctica comprendo varios de los conceptos expuestos por Francesco Maggi y Toni Pol. El pan es ligero, alveolado, no quiere llenar demasiado ni ser el protagonista, sino ofrecer un soporte crujiente y sabroso del argumento principal, el relleno, que balancea lo graso de la mortadela y el queso con el ácido del vinagre y gana persistencia gracias al ahumado y al toque del pistacho. Está muy bien construído, se reconocen todos los ingredientes y, sí, es una pequeña receta. ¡Nada que ver con el bocata de chopped!

Regreso, espiritualmente, a Madrid para indagar en la cara más transgresora del panino. En el mercado de Antón Martín, una valiente regenta Moñetes Artesanos. Ella se llama Valentina Ciardulli y se ha sacado de la manga un nuevo género de pan. “Es un invento mío. Quería coger algo italiano y hacer un concepto nuevo. Entonces, elegí el brioche siciliano, que ahí se rellena de helado, e hice un bocadillo con elementos italianos”, declara Ciardulli. El brioche col tuppo es un pan dulce redondo coronado con una bolita –el tuppo– o moño, y de ahí el nombre, que también evoca al mollete aunque este nada tiene que ver.




“He hecho mi brioche. Empecé con uno normal y decidí equilibrarlo bajando el dulce, la vainilla y el cítrico”, aclara Ciardulli. Usar brioches para hacer bocadillos salados no es algo inaudito, pero ella lo ha llevado al siguiente nivel. “El más canónico es Filomena, de albóndigas como las que hacía mi madre, y el Carmela, de chorizo criollo, pimientos asados, mayonesa de alcaparras, lima y semillas de sésamo, es un homenaje a la comida casera napolitana”, comenta la cocinera. Ciardulli, que también vende moñetes con rellenos dulces, asegura que los italianos que residen en Madrid han acogido muy bien su invento.

Orra paninoteca interesante de Madrid es Puccias. Su nombre hace referencia a un pan de Salento –el tacón de Italia–, que recuerda a los panes de pita pero que tiene más miga. En Puccias se atreven a fusionar sabores internacionales, como sucede con su Puccia poblana, que lleva cerdo marinado con un aderezo de inspiración mexicana, y también hacen guiños a productos locales –en una puccia usan jamón serrano en lugar de prosciutto, lo que en Italia podría suponer la excomunión inmediata–.

Mucho más canónico es el estilo de Compá, una paninoteca y charcutería calabresa sita en la Barceloneta que exhibe los nombres e ingredientes de sus bocadillos sobre el alicatado de sus paredes. El Sanizzo –término calabrés que describe algo sabroso y abundante– lleva chorizo, brócoli y provola ahumada, por ejemplo, y el Tropea, incorpora ‘nduja –una especie de sobrasada picante–, setas, berenjena a la plancha y pecorino picante; en ambos casos el pan elegido es una etérea y deliciosa focaccia.




De nuevo aparece Escudero, que ha visitado Compà en alguna que otra ocasión. "Sus bocadillos son tan sencillos -o tan complicados- como encontrar una buena combinación de ingredientes que no solo están ricos por separado sino que funcionan bien juntos". Algo cremoso -tienen infinidad de untables buenísimos-, un toque fresco y vegetal, un punto de crujiente, que no falten el queso y/o algún embutido o ´nduja, aunque también tengan opciones veganas, y una buena focaccia tostada para envolverlo todo. "Está bien tener un favorito, pero recomiendo dejarse aconsejar y experimentar con el bocata del día -recuerdo unas deliciosas albóndigas de berenjena fuera de carta- o las sugerencias del personal. Si te gusta el picante, díselo y harán vibrar tu paladar con ricos chiles calabreses en diferentes formatos".

Vuelvo al principio. En términos generales, Italia tiene una cultura bocatrónica mucho más avanzada que la nuestra. Y aunque el bocata de chopped está en retroceso desde los primeros años noventa, no solemos pensar que los bocadillos pueden tener una pequeña receta que los hagan crecer hasta ser bocados que cumplan, perfectamente, la función de una comida rápida y, además, proporcionen placer. Algo perfectamente manifiesto en un buen panino.


Me estoy acordando de los bocadillos típicos de Florencia, este verano estuve y los probé y estaban riquísimos... Schiacciate se llaman.
 
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