La basura electrónica también se acumula. Llega la limpieza general digital

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pilou12

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  • 5 MAY. 2018
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Ilustración Cachetejack


  • Cuentas de 'email' perdidas, millones de mensajes en tus bandejas de correo, miles de fotos entre las que es imposible encontrar ninguna, hasta cientos de supuestos amigos de Facebook que no sabes quiénes son. La basura se acumula, también, en la versión electrónica de tu vida. Y lo peor es que pone en peligro tu seguridad y se cometu tiempo. Desprenderse de ella es liberador. ¿Seremos capaces de borrar?
La costumbre de la limpieza de primavera no la inventó tu abuela. Es ancestral. Es universal. Y tiene mucha más miga de la que cabría imaginar. Un ejemplo: en Tailandia se celebra a mediados de abril el Songkran, un festival en honor del nuevo año durante el cual las casas se limpian hasta el último rincón y las estatuas de los budas se dejan como los chorros del oro. Tanta trapitis pretende librar a quien la practica no solo de su basura doméstica, sino de todas las cosas dañinas que se ocultan en su interior, en un ejercicio de saludable metáfora.

Pues bien, con lo digital deberíamos hacer algo similar, una limpieza de primavera en condiciones. Porque se ha convertido en nuestro segundo hogar (más de cuatro horas al día pasan los españoles conectados a internet solo por motivos personales, según datos de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación, AIMC).

En esa casita hecha de bits vamos acumulando objetos (apps, cuentas de correo, mensajes 'email', suscripciones, amigos de Facebook, contraseñas, datos -incluso íntimos-, fotos, vídeos tontos) que se comen el espacio físico de los aparatos y, lo que es peor, atiborran tu cerebro de obligaciones (la de mirar constantemente el correo-Wathsapp-Messenger-Twitter-Instagram...). ¿No parece lógico plantarle cara a toda esa roña? Sobre todo si descubres, como yo, que lo tuyo empieza a tener trazas de Diógenes.

Me explico. Mi vida discurre entre dos ordenadores, dos móviles y una 'tablet'. Tengo seis cuentas de correo electrónico (de una de ellas ni recuerdo el nombre). La bandeja de entrada de la principal almacena ya (y porque no paro de borrar) 11.543 emails, de los cuales 250 están por leer. En la carpeta de Enviados hay 15.422.

También tengo cuatro cuentas de Twitter, 700 amigos -y algún enemigo- en la de Facebook, tres cuentas de Instagram, dos de Google Plus, 23 contraseñas diferentes correspondientes a otros tantos servicios online, 4.532 fotos almacenadas, 600 de ellas en el móvil, casi un terabyte (unos 1.024 gigas) ocupados por programas en el portátil (muchos de los cuales ni siquiera sé para qué sirven), 85 apps en el móvil... Uf.

Encima, está claro que formo parte de ese ominoso 45% de pañoles que declara que no podría vivir sin internet en el móvil (según una encuesta de la AIMC). Me doy cuenta sobre todo cuando me despierto en mitad de la noche y lo miro (sí).

Preocupada por lo anterior, le pregunto a Tanya Goodin, consultora británica experta en detox digital, fundadora de la empresa Time To Log Off y autora, entre otros, de 'Off: desintoxicación digital' (ed. Cinco Tintas), si tengo un problema. Su respuesta me tranquiliza (aunque poco): "¡Todo el mundo mira su teléfono cuando se despierta en mitad de la noche! Y los que lo niegan no dicen la verdad".

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Primer mandamiento
¿Entonces qué hago?, le pregunto. "Intenta sacar el teléfono de tu dormitorio (cómprate un despertador 'old fashion') al menos unas cuantas noches a la semana. Eliminarás la tentación y descansarás mejor. Si duermes con el teléfono al lado, es MUY difícil ignorarlo". Entendido. Podríamos llamar a esto primer mandamiento de la limpieza de primavera digital: saca el puñetero móvil de tu dormitorio.

Jordi Ferrer, instructor de 'mindfulness' y fundador de la plataforma Crecer consciente, va más allá. No solo hay que desterrar el teléfono por la noche. "Evita empezar el día condicionado por los mensajes de las redes sociales o 'emails'. Cuando te levantes, date un tiempo antes de consultar el móvil; espera a asearte y desayunar para hacerlo", recomienda.

El caso es que todo ese lastre digital que arrastramos, desde las 'apps' que se acumulan en nuestro celular hasta los no-amigos que pueblan nuestro Facebook, no es inocuo. Un experto en seguridad, que me está haciendo correr riesgos innecesarios frente a 'hackers', y un psicólogo experto en gestión de la tristeza como Jesús Matos me advertiría: "Perdemos la mayor parte de nuestra vida atendiendo a estímulos que nos separan del momento presente. Y si lo analizamos, es lo único que tenemos, puesto que el pasado solamente está en nuestros recuerdos y el futuro es incierto".

Por último, un gurú minimalista como Everett Bogue compararía la libertad que me dará hacer limpieza con "la que viene de un armario que contiene solo un par de prendas estilosas. Solo un par de zapatos" ('El arte de ser minimalista. Cómo dejar de consumir y empezar a vivir'). "Tal vez sean demasiados pocos zapatos", me digo, aunque desde luego algo tengo que hacer, tras constatar que tal profusión de cosas inútiles en mis aparatos me hacen también formar parte del multitudinario club (la media de los españoles, de hecho) que, según la consultora Oracle Marketing Cloud, consulta su móvil un promedio de 150 veces al día.

Segundo mandamiento
Tanya Goodin me recomienda a este respecto "borrar apps que ya no uses o utilices solo raramente. Limpia los buzones de entrada de tu email, deja de seguir páginas o a gente en los que ya no estás interesada...". De lo que deducimos nuestro segundo mandamiento: "Esmérate para que todo en tu teléfono agregue valor de verdad a tu vida", en palabras de la experta británica.

Tercer mandamiento
No toda la culpa de las distracciones inútiles que me acechan desde el mundo digital es mía. Que me persigan cada vez que me conecto a internet anuncios de ropa o de viajes o de cojinetes a bolas es responsabilidad de las cookies que las webs de ropa, viajes o cojinetes a bolas meten en mi PC para tentarme a consumir cada vez que me conecto.

De repente me aparece en la pantalla una oferta de Yoox que me parece la mar de tentadora y ya es un no parar. Me puedo tirar una hora mirando ropa como una lela. Acudo de nuevo a Goodin: "Definitivamente sí, los ad blockers (bloqueadores de anuncios) son una buena idea. Pero no son infalibles. La única forma de evitar esas molestas publicidades es -y ahí va el tercer mandamiento-: "No estar permanentemente logueado a tus cuentas de Facebook, Google, etc. Aunque te cueste recordarlo, cuando lo consigas habrá merecido la pena".

Al igual que alejar la tentación nunca ha sido mala estrategia contra el pecado, eliminar los estímulos que hacen que nuestra vida dependa del móvil parece una buena medida para recuperar la independencia de él. ¡Si hasta lo ha dicho Randi Zuckerberg, hermanaza del creador de Facebook y directora de Márketing de la empresa: "La gente tiene que entender que aunque el móvil sea una herramienta alucinante... nosotros somos los propietarios de nuestros aparatos, no al revés".

En la misma línea se manifiesta Jesús Matos: "Es recomendable tener ciertos espacios para conectar con nosotros mismos. Dedicarnos el tiempo que merecemos, disfrutándolo plenamente y atendiendo a lo que hacemos, sin necesidad de tener una pantalla delante".

Cuarto mandamiento
Aparte de desloguearnos y borrar apps a mansalva, una buena estrategia en pos de la emancipación será desconectar también las notificaciones, tanto las sonoras -¡ping!- como las visuales (ese condenado circulito rojo que secuestra tu atención a todas horas porque te avisa de que ha llegado un mensaje, han hablado de ti en una red social, hay una actualización de una app...), al menos durante determinados periodos del día.

Tampoco es mala idea dejar tu almacén de fotos en lo esencial, porque llevar en el móvil imágenes de hasta tu primera comunión no ayuda a prestar menos atención al cacharro. Pero es que, además, tus fotos y tus vídeos, como tus emails o tus whatsapps, son en sí mismos un riesgo para tu privacidad. Primero, porque en cualquier momento te pueden robar el móvil. Segundo, porque los hackers aprenden ya en parvulitos cómo trastear en tu correo electrónico.

Así, que, cuarto mandamiento: mantén a raya el contenido de tu email (incluidas tus cuentas abandonadas) y sistemas de mensajería instantánea; elimina de ellos cualquier dato médico, financiero (¡ese IBAN!), de seguridad -¡tus contraseñas!-, información sobre tus proyectos de viajes y, por supuestísimo, cualquier material que pueda resultar comprometedor (incluidas esas fotos tan monas done apareces ataviada solo con una hoja de parra).

Pero no se trata únicamente de cosas. Una buena limpieza de primavera también pasa por sanear el almacén de personas (eufemísticamente llamadas amigos) que llevan a cuestas tus redes sociales.

Quinto mandamiento
Repaso mi libreta de contactos de Facebook. Con más del 70% no he intercambiado una sola palabra desde que iniciamos nuestra relación. Un nada desdeñable porcentaje incluso me cae mal. También veo por allí a algunos anacrónicos exfamiliares y examigos. Le pregunto cómo actuar a Tanya Goodin. La experta en detox digital se muestra favorable a la masacre: "Recomiendo encarecidamente [quinto mandamiento] realizar una buena purga en Facebook".

Sexto mandamiento
Es inevitable, explica Goodin, que a lo largo del tiempo uno encuentre amigos en el camino de Facebook con los que ahora «solo tienes una conexión aleatoria o vaga. Pero des-hacer amigos puede causar mucho daño (piensa en cuando te lo han hecho a ti). Una forma más fácil de afrontar el tema es dejar de seguir discretamente al otro, con lo que conservas la conexión con él pero ya no ves sus publicaciones. Eso sí: si te sientes realmente despiadada, deshazte de las personas con las que ya no tienes conexión. Exnovios y exsocios deberían formar parte definitivamente de esa lista".

Muchos consideran la limpieza de contactos parte de una vida sana. Pregunto a mi amiga María José Cercós, que solo mantiene 123 amigos en Facebook, por qué ha elegido esa cifra curiosa: "Porque me mola y porque en algún sitio hay que parar", explica. "Entra uno y sale otro", detalla. Vamos, lo mismo que dice Jordi Ferrer en lo que podríamos considerar el último mandamiento de la limpieza digital de primavera, el sexto: "El reto al que nos enfrentamos es poner un límite equilibrado que nos permita disfrutar de la era digital sin dejar de lado nuestro presente, nuestra cotidianeidad, y sin ser esclavos de un mundo virtual al que le damos gran valor". Amén.

http://www.elmundo.es/yodona/lifestyle/2018/05/05/5ae6ebd6e5fdeaf57c8b45a6.html
 
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