La aristocracia más "cool" en la boda de Cristina Moreno de la Cova y Álvaro Salinas

El vestido de la novia es una pasada! Para mi gusto es un poco recargado, pero es una obra de arte. Los bordados, el corte y la tela son una maravilla.
ESO es un escote barco bien cortado y sin tener que llevar nada para que se sujete.
El ramo es muy tristón. Parece rastrojos.
La Palazuelo, para mi gusto, va horrenda! Odio los escotes que enseñan el esternón! Me parece lo más antiestético del mundo. Ya tengas poco o mucho pecho me parecen horrendos esos escotes. El no va más de la vulgaridad. Y el estampado es feo de narices.
Las invitadas...salvo alguna excepción quieren destacar y hacen el indio.
 
El vestido de la novia es una pasada! Para mi gusto es un poco recargado, pero es una obra de arte. Los bordados, el corte y la tela son una maravilla.
ESO es un escote barco bien cortado y sin tener que llevar nada para que se sujete.
El ramo es muy tristón. Parece rastrojos.
La Palazuelo, para mi gusto, va horrenda! Odio los escotes que enseñan el esternón! Me parece lo más antiestético del mundo. Ya tengas poco o mucho pecho me parecen horrendos esos escotes. El no va más de la vulgaridad. Y el estampado es feo de narices.
Las invitadas...salvo alguna excepción quieren destacar y hacen el indio.
Es que por lo que veo de la.novia y su familia, son una familia muy pintoresca. La madre tiene pinta der un personaje. Son recargadas y extravagantes. Solo hay que ver el modelito que se ha plantao la señora para la boda de la hija.
 
Revista Harper's Baazar España

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Cosas de palacio

Harper’s BAZAAR NOVIAS

ENTRE MIL Y UNA PALMERAS Un hogar palaciego para acoger una boda de ensueño rodeada de exóticas palmeras, aromas cítricos con tuberosa, música en directo y un espíritu clásico difuminado con toques cargados de humor. Cristina Moreno de la Cova nos cuenta las peculiaridades de su boda con Álvaro Salinas en el Palacio Portocarrero de Palma del Río. «Escenografía y gastronomía se fusionaron: camareros con trajes de época, un puesto de aperitivos en una cama con dosel y hasta árboles frutales plantados sobre las mesas»

TODAS LAS NIÑAS SUEÑAN y se imaginan cómo les gustaría que fuese el día de su boda. Yo he tenido la gran suerte de que la mía ha superado con creces todas las ilusiones que me he ido haciendo desde pequeña. Recuerdo con especial cariño el corto paseo desde la casa hasta la iglesia del brazo de mi padre, las caras de alegría en la iglesia, la felicidad del momento en que vi a Álvaro esperándome en el altar y, a partir de ahí, concentrarme en absorberlo y disfrutarlo todo. ¡Qué rápido se pasa!

Poder casarte en la intimidad de tu casa es un privilegio que muy pocos tienen. Nuestra casa, el Palacio Portocarrero de Palma del Río, es en su origen un alcázar almohade del siglo XI que no se terminó hasta el XVI y fue prácticamente destruido durante la Guerra Civil. A lo largo de los últimos 30 años, mis padres, con sacrificio y constancia, han hecho una espectacular labor de restauración hasta darle su increíble aspecto actual. Mi madre, una artista con enorme creatividad, organiza a menudo bodas y eventos en la casa, pero esta vez se ha superado a sí misma creando con sus propias manos cada uno de los centros de cítricos y nardos que encontrabas por doquier o desplegando voluminosas creaciones florales, que competían con coliflores, brocoflores y cascadas de alcachofas elevándolas a la categoría de flores y que servían de escenografía a la orquesta en el patio.

Junto con el catering Delfín Delicatessen de Palma del Río y varias de mis mejores amigas, consiguió enlazar a la perfección la escenografía con la comida: había camareros con trajes de época, un puesto de aperitivos en una enorme y antiquísima cama con dosel ¡y hasta árboles frutales ‘plantados’ encima de las mesas!

Mi vestido me encantó y creo que a los invitados también. Yo tenía claro que quería ir de novia, novia, y Lorenzo Caprile supo interpretar exactamente lo que yo tenía en mente que quise culminar con la tiara de mi abuela Carmen Sáinz de la Maza.

Álvaro dice que se quedó tan impresionado al verme que necesitó respirar hondo varias veces. ¡Objetivo conseguido!
 
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Cuando vi las fotos de esta boda en HOLA, el vestido de la novia no me gustó para nada. Pero ahora en Harper con una calidad de foto, poses y estética totalmente diferente me gusta.
 
Cuando vi las fotos de esta boda en HOLA, el vestido de la novia no me gustó para nada. Pero ahora en Harper con una calidad de foto, poses y estética totalmente diferente me gusta.
El vestido es una obra de arte, es bastante excesivo para una boda que no sea de la realeza, pero le queda impresionante, y más aún con el velo. Parece una princesa o una reina, la verdad.
 
El vestido de la novia es increíblemente hermoso. Una preciosidad de diseño y de una confección elaborada, muy elaborada. Yo nunca me lo pondría, porque me resulta demasiado "regio" y en mí daría cantazo seguro. Pero es un vestidazo, en mi opinión.

La madre con su terciopelo también me gusta, la verdad. Pero concuerdo con quién ha señalado que atrae demasiada atención.

El vestido Temperley de Sofía Palazuelo es precioso. Y la niña Cósima no va nada mal, considerando que a mí el estilo Ágatha sólo me acaba pareciendo ideal en ropa infantil -en adultos me resulta cargante la mayoría de las veces-.
 
Revista Harper's Baazar España

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ENTRE MIL Y UNA PALMERAS Un hogar palaciego para acoger una boda de ensueño rodeada de exóticas palmeras, aromas cítricos con tuberosa, música en directo y un espíritu clásico difuminado con toques cargados de humor. Cristina Moreno de la Cova nos cuenta las peculiaridades de su boda con Álvaro Salinas en el Palacio Portocarrero de Palma del Río. «Escenografía y gastronomía se fusionaron: camareros con trajes de época, un puesto de aperitivos en una cama con dosel y hasta árboles frutales plantados sobre las mesas»

TODAS LAS NIÑAS SUEÑAN y se imaginan cómo les gustaría que fuese el día de su boda. Yo he tenido la gran suerte de que la mía ha superado con creces todas las ilusiones que me he ido haciendo desde pequeña. Recuerdo con especial cariño el corto paseo desde la casa hasta la iglesia del brazo de mi padre, las caras de alegría en la iglesia, la felicidad del momento en que vi a Álvaro esperándome en el altar y, a partir de ahí, concentrarme en absorberlo y disfrutarlo todo. ¡Qué rápido se pasa!

Poder casarte en la intimidad de tu casa es un privilegio que muy pocos tienen. Nuestra casa, el Palacio Portocarrero de Palma del Río, es en su origen un alcázar almohade del siglo XI que no se terminó hasta el XVI y fue prácticamente destruido durante la Guerra Civil. A lo largo de los últimos 30 años, mis padres, con sacrificio y constancia, han hecho una espectacular labor de restauración hasta darle su increíble aspecto actual. Mi madre, una artista con enorme creatividad, organiza a menudo bodas y eventos en la casa, pero esta vez se ha superado a sí misma creando con sus propias manos cada uno de los centros de cítricos y nardos que encontrabas por doquier o desplegando voluminosas creaciones florales, que competían con coliflores, brocoflores y cascadas de alcachofas elevándolas a la categoría de flores y que servían de escenografía a la orquesta en el patio.

Junto con el catering Delfín Delicatessen de Palma del Río y varias de mis mejores amigas, consiguió enlazar a la perfección la escenografía con la comida: había camareros con trajes de época, un puesto de aperitivos en una enorme y antiquísima cama con dosel ¡y hasta árboles frutales ‘plantados’ encima de las mesas!

Mi vestido me encantó y creo que a los invitados también. Yo tenía claro que quería ir de novia, novia, y Lorenzo Caprile supo interpretar exactamente lo que yo tenía en mente que quise culminar con la tiara de mi abuela Carmen Sáinz de la Maza.

Álvaro dice que se quedó tan impresionado al verme que necesitó respirar hondo varias veces. ¡Objetivo conseguido!
La novia no tiene abuela.
Ayyy, lo que me he reído con los comentarios de este tema.
 
Mucho más apropiado para una boda Real que el de muchas bodas Reales.
Siiii, jajaja. Yo también pensé lo mismo. Menudos bodrios hemos hemos visto en bodas reales o simplemente "preponderantes".
La verdad es que Lorenzo Caprile hizo un gran trabajo, pero es que además la "percha" de la novia, o su porte, como queramos llamarlo, también ayuda un montón.
 
Brisky, tu post esta genial, pero lo qie me hizo despanzurrarme de risa fue lo del sombrero de la Castafiore, jajajajajajaja
 

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