La anécdota entre el padre Ángel y la Reina Letizia

Tampoco me gustan, quienes publicitan las buenas obras y están dando jabón bastante a menudo a muchos de los que esquilman a los que diariamente dicen ayudar.
Las buenas obras muy cacareadas pierden valor.
No veo nada excepcional a valorar en la señora ... más que le han hecho importante y a lo importante, mucho mas conveniente alabar.
Estamos en la era del bien queda y el postureo
Curioso .
 
El padre Angel tendría que ser más transparente y dar explicaciones del dinero que recibe en subvenciones y ayudas de particulares,Según la asociación de los sin techo,no esta muy claro.Todos los que reciben dinero público deben rendir cuentas de donde se usa ese dinero.Las cuentas claras y el chocolate espeso.
 
El imperio del padre Ángel

Desde que en 1962 creara en Oviedo su primera asociación de ayuda a los colectivos más desfavorecidos (La Cruz de los Ángeles), el sacerdote diocesano Ángel García, conocido como el padre Ángel, ha convertido su proyecto solidario de Mensajeros de la Paz en un imperio de hogares funcionales y casas de acogida repartidos por medio mundo. La trayectoria eclesiástica de este cura al que pocas veces se ha visto con alzacuellos es un tanto atípica. Tras ordenarse en la capital del Principado fue designado capellán del Hospicio Provincial de Oviedo y más tarde cura en la iglesia de Santa María La Corte. Esta breve experiencia finalizó cuando creó su primera fundación y ahora tan sólo celebra misas de forma ocasional en las capillas de sus residencias para mayores.

Su asociación, registrada en Madrid en 1972, cuenta con un expediente que para sí lo quisiera toda ONG: fue galardonada en 1994 con el premio Príncipe de Asturias de la Concordia y su presidenta de honor es nada menos que Ana Botella, quien según dicen desde la propia fundación, no sólo participa aportando su imagen como reclamo informativo, también ofrece una importante contribución a la causa en el desarrollo de las ideas con las que mejorar y ampliar las iniciativas del padre Ángel.

Mensajeros de la Paz comenzó gestionando hogares fundacionales para acoger a niños y adolescentes “privados de ambiente familiar o abandonados”. En la actualidad, cuenta con 296 inmuebles donde habitan más de 2.300 jóvenes pertenecientes a núcleos familiares rotos o conflictivos.

La creación de Edad Dorada, fundación ligada a Mensajeros de la Paz y dedicada a la atención de los ancianos en situación de abandono, también ha resultado fructífera: el padre Ángel gestiona 64 residencias para mayores ubicadas en las comunidades autónomas de Andalucía, Aragón, Asturias, Canarias, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Galicia, La Rioja, Madrid y Navarra. Concretamente en La Bañeza (León), donde cuentan con una residencia, han logrado la gestión de la Universidad de Educación a Distancia para titular a sus trabajadores y ofertar plazas a los mayores.

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Opusinos, jesuitas y sacerdotes de la caridad, en Zarzuela y Moncloa

Los curas de la Corte

España es un país no confesional de acuerdo con la Constitución. Sin embargo, en la más íntima cercanía de la Jefatura del Estado y de la Presidencia del Gobierno se sitúan media docena de sacerdotes de distinto rango y estilo, pero todos dentro de la órbita más conservadora de la Iglesia católica. Desde monseñor Estepa, arzobispo castrense, hasta el padre Suárez Verdeguer, que oficia cada domingo la misa de Zarzuela, pasando por el conocido padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz e íntimo de los Aznar, estos ministros de la Iglesia influyen, con sus homilías, consejos y opiniones en las dos principales cabezas de nuestro ordenamiento político. Son los actuales curas de la Corte.

Por Inmaculada Sánchez

La Casa Real no tiene en su organigrama a ningún sacerdote”, reza la doctrina oficial. Pero la realidad, mezcla de la tradición y los límites a los que la transición política pudo llegar en su creación de una monarquía constitucional, señala, al menos, a tres. El de mayor rango es el vicario general castrense, monseñor José Manuel Estepa, al que sigue el capellán de la guardia real, Luis López Melero, y el reverendo padre Federico Suárez Verdeguer, una especie de capellán particular de la familia real, según explican en el arzobispado al no encontrar cargo definido para él.

Lejos de tratarse de oficiantes de la Iglesia asignados aleatoriamente al servicio de los ejércitos y del Rey, como jefe supremo de las Fuerzas Armadas, todos gozan de una especial vinculación con don Juan Carlos. Fue el monarca quien en 1983 propuso al Vaticano el nombramiento como nuevo vicario general castrense de monseñor Estepa, desde 1972 obispo auxiliar de la Diócesis de Madrid-Alcalá y conocido del Rey. Desde entonces él ha presidido buena parte de las más solemnes ceremonias religiosas de la familia real, aparte de los múltiples actos castrenses precedidos por eucaristías u oraciones de acción de Gracias a los que asiste el Rey.

El capellán de la guardia real depende de monseñor Estepa y hace apenas un año el veterano Serafín Sedano, tras jubilarse, dio paso al nombramiento de Luis López Melero que, con sus no cumplidos 60, se ha convertido en el más joven del trío de sacerdotes reales. López Melero ha prestado servicios anteriormente en la escuela de suboficiales de Lérida y ha sido secretario particular del arzobispo Estepa, por lo que se le considera un hombre de su confianza.

El veterano, 85 años cumplidos, aunque activo y “en plenas facultades”, según quienes le conocen –ha publicado libros hasta el año pasado–, es el padre Federico Suárez Verdeguer, que oficia la misa dominical para la familia real en la capilla de Zarzuela desde hace lustros.

Suárez Verdeguer tampoco ha llegado a Palacio por casualidad. Conocido catedrático de Historia y destacado miembro del Opus Dei, formó parte, en su día, del selecto grupo de opusdeístas que tomaron posiciones alrededor de la naciente casa del entonces príncipe Juan Carlos frente a los que se decantaron por la candidatura de su padre, don Juan, con vistas a la sucesión de Franco.

De entonces arranca su relación con don Juan Carlos, que éste ha preservado manteniéndole a su lado e, incluso, prologando un libro-homenaje que, en 1991, le tributó la Universidad de Navarra, en la que él fundó la facultad de Filosofía y Letras y en la que aún figura como profesor “honorario”. Don Juan Carlos ensalza las cualidades humanas y profesionales del sacerdote en su texto y habla de él como “don Federico, como familiarmente le llamamos en esta Casa”.

Zarzuela, aunque no la niega, mantiene su presencia habitual en Palacio dentro de una cuidada discreción. No es de extrañar ya que el padre Suárez Verdeguer, prolífico autor de obras históricas y religiosas publicadas por la editorial del Opus, Rialp, sacó hace apenas un par de años un libro titulado Manuel Azaña y la guerra de 1936 en el que, según la reseña que hace la revista Razón Española, impulsada por el ex ministro franquista Gonzalo Fernández de la Mora en la que colabora el sacerdote y que también publicó un capítulo de la obra, “Suárez demuestra que el alzamiento fue inicialmente republicano para sacar a España del caos en que estaba sumida (la relación de violencias ocupa 13 páginas)”. El artículo también cita textualmente al autor para sentenciar: “Escribe Suárez: ‘El desorden y la falta de autoridad son hechos indiscutibles, en este punto los sublevados dijeron la verdad”.

Algún otro sacerdote de los que han disfrutado de cierta cercanía con la familia real también está claramente ubicado en la zona más a la derecha del mapa. Como ya rebeló El Siglo en 1998, el párroco de San Jerónimo El Real, donde la monarquía española ha celebrado tradicionalmente su principales ceremonias, Manuel González Cano, había abierto la puerta a los grupos más ultras de la Iglesia católica y, en ese momento, los cursillos prematrimoniales, actividad crucial para esta parroquia especializada en ceremonias nupciales, los impartían los Legionarios de Cristo. A comienzos de este año, González Cano se ha jubilado y ha sido sustituido por el padre Julián Melero, cuya impronta en la pastoral parroquial aún está por conocer.

El propio Aznar también trató al recién jubilado padre González Cano. Lo cuentan sus hagiógrafos José Díaz Herrera e Isabel Durán dentro de los esfuerzos personales del presidente del Gobierno por vencer la resistencia de la Iglesia al proyecto de ampliación del Museo del Prado que precisaba del claustro de la parroquia. Dicho y hecho: el encuentro entre Aznar y el párroco, que desde entonces quedaron como amigos, solventó todos los problemas.

Las relaciones de los Aznar con los ministros de la Iglesia, sin embargo, son más amplias y profundas aunque, al contrario que en el caso de los Reyes, no exista capellán asignado ni capilla alguna en Moncloa. El fervor católico del presidente y su esposa quedan, en teoría, dentro de la esfera privada aunque las relaciones de Ana Botella con determinados sacerdotes sean publicitadas en apoyo de sus organizaciones.

Los Aznar son conservadores y, a pesar de sus cambios de domicilio –llegada al palacio de la Moncloa incluida– una vez instalados en Madrid han sido fieles a la misma parroquia: la de San Agustín, en el selecto barrio madrileño de El Viso. Con su párroco, padre Luis Fernández Pelaez, mantienen una larga relación derivada de la residencia de los padres de Ana Botella, Ernesto Botella y Ana Serrano, en el barrio, con quienes solían asistir a la eucaristía dominical siempre que las crecientes obligaciones y viajes presidenciales se lo permitían. En San Agustín, incluso, fue acristianada su hija Ana, cuya partida de bautismo solicitaron recientemente con motivo de su famosa boda en El Escorial.

Hace poco más de un año, sin embargo, la pareja presidencial ha tenido que cambiar de parroquia. La razón: los suegros del presidente han trasladado su domicilio para acercarse al centro y se han instalado en el también distinguido barrio de Salamanca. Allí, tanto los Aznar como los Botella han elegido para su misa de cada domingo a una de las tres parroquias que los jesuitas tienen en la capital de España, la de San Francisco de Borja. En su templo ya tuvo lugar hace un año el funeral por el padre del presidente aunque la relación de la familia presidencial con el párroco todavía no ha podido llegar a mucho ya que la asistencia de ambos a la misa semanal es en estos momentos muy esporádica, según confirman en la parroquia.

No es de extrañar, sin embargo, que los Aznar optaran por San Francisco de Borja dada la querencia de Ana Botella por los jesuitas, algunos de los cuales se encuentran en su círculo de relaciones. Después del Opus Dei, al que encomendó los primeros años de la educación de sus hijos en Valladolid, cuando Aznar fue presidente de Castilla y León, ha sido la Compañía de Jesús la que ha tomado el relevo en el proceso educativo de los vástagos del presidente. Precisamente, Agustín Alonso Gómez, ex director del colegio El Recuerdo, uno de los más renombrados de los jesuitas en la capital, es uno de los sacerdotes de cabecera de la pareja presidencial y, como tal, estuvo entre los invitados a la reciente boda de Ana Aznar con Alejandro Agag.

En El Recuerdo han estudiado José María –los últimos años–, Ana y Alonso, que aún sigue cursando el bachillerato y ha ejercido de catequista la propia Ana Botella, como confirma el propio padre Agustín, cuyos 14 años al frente de tan emblemático colegio dicen no poco de su categoría dentro de la orden. Hace un par de años, además, ha pasado a presidir una de las organizaciones de ayuda social de la orden, la ONG Entreculturas, nacida a partir de la fundación Fe y Alegría, también de la Compañía fundada por San Ignacio de Loyola, y dedicada a promover la educación y el desarrollo de los pueblos.

Los sacerdotes ligados a ONGs con objetivos más o menos sociales son otra de las preferentes líneas de acceso a Moncloa de la Iglesia católica. Aparte del citado Agustín Alonso, quien siempre remarca que su relación con los Aznar es previa a su responsabilidad al frente de Entreculturas, el también jesuita Jaime Garralda, presidente de la organización Horizontes Abiertos, dedicada a asistir y apoyar a los reclusos de las cárceles españolas, hace años que tiene un hueco en la agenda privada de la pareja presidencial.

El caso de Garralda se acerca al del más conocido padre Ángel García, fundador de Mensajeros de la Paz y cuya expansión merece capítulo aparte (Ver recuadro El imperio del padre Ángel). Tanto Horizontes Abiertos como Mensajeros de la Paz son organizaciones nacidas por el impulso personal de sus fundadores, con quienes el perfil caritativo de Ana Botella coincidió hace años y con quienes sigue colaborando.

Ambos, desde que el PP llegara a La Moncloa, han visto más reconocida públicamente su labor. Garralda fue condecorado en el 2000 por el entonces ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, con la Cruz Blanca del Plan Nacional de Drogas por su labor al lado de los presos drogadictos. El ministro no eludió citar a Ana Botella en la entrega del galardón señalando que el padre Garralda “ha hecho miles de voluntarios para su labor, incluso a la esposa del presidente del Gobierno”.

El padre Ángel sería el paradigma de este perfil de sacerdote cercano al poder y al timón de una labor social que crece al calor de esta proximidad. Este estilo personal cuenta tanto con defensores como con detractores dentro de la misma Iglesia católica pero su influencia, que le llevó a recibir el premio Príncipe de Asturias a la Concordia no puede ser negada por nadie.

En tiempos llegó a ejercer de intermediario en unas antiguas conversaciones entre el PP y el partido de Jesús Gil cuando ambas formaciones se disputaban las alcaldías de la Costa del Sol, como él mismo reconoció a esta revista, y hoy, en diciembre pasado, publicó un libro titulado Las parábolas del padre Ángel, que contó con un prefacio firmado por la reina doña Sofía, presentó en Madrid Ana Botella y le fue entregado en persona por el autor al papa Juan Pablo II. En él, el conocido sacerdote recoge sus reflexiones sobre las parábolas de Jesús y diversos aspectos de la vida cotidiana además de sobre otras confesiones religiosas no católicas.

Aunque el padre Ángel cuida sus opiniones en materia política o moral su defensa de la familia tradicional es bien conocida. Cuando hace un par de años el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, provocó una sonora polémica al declarar que la violencia doméstica se daba más en las parejas de hecho que en los matrimonios, el sacerdote no tuvo empacho en defenderle al coincidir con él en un acto público. “Afortunadamente en nuestro país pervive todavía la familia de forma más fuerte que en otros de nuestro entorno” dijo. “Es en la familia donde las personas encuentran su verdadera dimensión”, añadió.

Menos conocidas son las opiniones del abad de Silos, Clemente Serna, con quien el presidente Aznar comparte una jornada de encuentro y reflexión cada final de verano desde hace casi diez años. Serna, benedictino de 56 años, 42 de los cuales los ha pasado en Silos, los 14 últimos como abad, charla con el presidente de todo tipo de temas. La situación del País Vasco, la Cumbre de la Tierra celebrada en Johannesburgo o el conflicto entre Israel y Palestina, por ejemplo, centraron la tertulia entre los monjes y Aznar en su último encuentro este verano según relató a los periodistas el presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, presente en la cita.

Aunque a kilómetros de distancia de la Corte madrileña Serna también ocupa un lugar de privilegio en las relaciones de Aznar del que no ha podido ser desplazado por el síndrome de La Moncloa en todos estos años. Su influencia está por calibrar, pero nadie puede negar que el acceso al presidente, lo mismo que la cercanía a don Juan Carlos, concede a quienes la tienen una herramienta de indudable valor.

El padre dominico Bartolomé Vicens, fundador en el 82 de la Fundación del Hombre, dedicada a distintos colectivos desfavorecidos, también gozó en tiempos de una gran proximidad a la familia real, en especial a través de la madre del rey, doña María de las Mercedes, a quien solía acompañar. Gracias a esta relación su fundación ha gozado de la presidencia de honor del Príncipe Felipe en varias de sus iniciativas, aunque los contactos hayan decaído desde el fallecimiento de la madre del Rey.

Tampoco es despreciable la discreta pero efectiva influencia de los cientos de sacerdotes que, de acuerdo con los pactos del Estado español con el Vaticano, pueblan los hospitales públicos o las cárceles. No sorprende, pues, que quienes han llegado a los más altos escalones de esta influencia se resistan a retirarse a pesar de la edad –monseñor Estepa comunicó al Vaticano el año pasado su disposición a la jubilación al cumplir 75 años– ni que quienes la tuvieron en tiempos pretendan prolongarla.


Entre el resto de programas y centros de atención de la asociación del padre Ángel, que abarcan un amplio entramado de proyectos para niños, jóvenes, mujeres maltratadas y ancianos, destaca el Teléfono Dorado y la cooperación internacional. El primero de ellos es una línea gratuita de teléfono al que pueden llamar las personas mayores “para mitigar su soledad”. La asociación, que asegura haber atendido cinco millones de llamadas, costea el 75% del coste de cada una de ellas, mientras que el resto corre a cargo de Telefónica, una de las numerosas empresas que colaboran con la fundación del padre Ángel.

Mientras, la asociación trabaja en distintos programas de cooperación de forma directa o en colaboración con organizaciones locales en 28 países como Bélgica, Bennin, Bolivia, Argentina, Burundi, Cuba, Ecuador, Italia, Kenia, La India, México, Miami (Estados Unidos), Montenegro, Mozambique, Panamá, Perú, Tanzania y Uruguay.

Pero su presencia internacional no acaba ahí. También dispone de sedes internacionales del Teléfono Dorado en Bruselas (Bélgica), Roma (Italia) y La Habana (Cuba).

Para sustentar semejante imperio, la asociación maneja un presupuesto inimaginable hace 30 años, cuando se registró con un capital fundacional de 500.000 pesetas (3.000 euros). En el ejercicio 2002, Edad Dorada-Mensajeros de la Paz estima que sus ingresos y gastos ascienden a 9.113.310,99 euros (más de 1.516 millones de pesetas). De esta cifra cabe destacar que los ingresos provenientes de subvenciones, donaciones y legados ascienden a 442.325,27 euros (más de 73’5 millones de pesetas recibidos fundamentalmente de comunidades autónomas y ayuntamientos), los correspondientes a las cuotas de usuarios y afiliados son 3.718.237,79 euros (más de 618,6 millones de pesetas) y los conseguidos a través de promociones, patrocinadores y colaboraciones son 4.016.217,42 euros (más de 668 millones de pesetas).

Respecto a este último capítulo, cabe mencionar que por mucho que valore de igual modo la modesta colaboración de cualquier afiliado anónimo y la de una segunda dama como Ana Botella, Mensajeros de la Paz ha logrado rodearse de una efectista mercadotecnia caracterizada por la participación de conocidos personajes. Uno de los ejemplos más recientes ha sido la campaña Encuentro Atlántico: Embárcate con nosotros, la travesía que el cuñado de la Infanta Elena, Álvaro de Marichalar, realizó hace unos meses en una moto acuática desde Roma hasta la costa de Florida para recaudar fondos destinados a socorrer españoles de la tercera edad residentes en América en una situación precaria. En la nómina de personalidades que formaron el comité del proyecto destacaban, junto a la presidenta de honor de Mensajeros de la Paz, personajes tan variopintos como el ministro Josep Piqué, aristócratas como Luis Alfonso de Borbón, yernísimos como Alejandro Agag, deportistas como Ángel Nieto y Coral Bistuer y miembros del mundo de la farándula como Bertín Osborne y Nacho Cano.

Virginia Miranda.

http://www.elsiglodeuropa.es/siglo/historico/tp2002/portada 526.htm
 
El imperio del padre Ángel

Desde que en 1962 creara en Oviedo su primera asociación de ayuda a los colectivos más desfavorecidos (La Cruz de los Ángeles), el sacerdote diocesano Ángel García, conocido como el padre Ángel, ha convertido su proyecto solidario de Mensajeros de la Paz en un imperio de hogares funcionales y casas de acogida repartidos por medio mundo. La trayectoria eclesiástica de este cura al que pocas veces se ha visto con alzacuellos es un tanto atípica. Tras ordenarse en la capital del Principado fue designado capellán del Hospicio Provincial de Oviedo y más tarde cura en la iglesia de Santa María La Corte. Esta breve experiencia finalizó cuando creó su primera fundación y ahora tan sólo celebra misas de forma ocasional en las capillas de sus residencias para mayores.

Su asociación, registrada en Madrid en 1972, cuenta con un expediente que para sí lo quisiera toda ONG: fue galardonada en 1994 con el premio Príncipe de Asturias de la Concordia y su presidenta de honor es nada menos que Ana Botella, quien según dicen desde la propia fundación, no sólo participa aportando su imagen como reclamo informativo, también ofrece una importante contribución a la causa en el desarrollo de las ideas con las que mejorar y ampliar las iniciativas del padre Ángel.

Mensajeros de la Paz comenzó gestionando hogares fundacionales para acoger a niños y adolescentes “privados de ambiente familiar o abandonados”. En la actualidad, cuenta con 296 inmuebles donde habitan más de 2.300 jóvenes pertenecientes a núcleos familiares rotos o conflictivos.

La creación de Edad Dorada, fundación ligada a Mensajeros de la Paz y dedicada a la atención de los ancianos en situación de abandono, también ha resultado fructífera: el padre Ángel gestiona 64 residencias para mayores ubicadas en las comunidades autónomas de Andalucía, Aragón, Asturias, Canarias, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Galicia, La Rioja, Madrid y Navarra. Concretamente en La Bañeza (León), donde cuentan con una residencia, han logrado la gestión de la Universidad de Educación a Distancia para titular a sus trabajadores y ofertar plazas a los mayores.

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Opusinos, jesuitas y sacerdotes de la caridad, en Zarzuela y Moncloa

Los curas de la Corte

España es un país no confesional de acuerdo con la Constitución. Sin embargo, en la más íntima cercanía de la Jefatura del Estado y de la Presidencia del Gobierno se sitúan media docena de sacerdotes de distinto rango y estilo, pero todos dentro de la órbita más conservadora de la Iglesia católica. Desde monseñor Estepa, arzobispo castrense, hasta el padre Suárez Verdeguer, que oficia cada domingo la misa de Zarzuela, pasando por el conocido padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz e íntimo de los Aznar, estos ministros de la Iglesia influyen, con sus homilías, consejos y opiniones en las dos principales cabezas de nuestro ordenamiento político. Son los actuales curas de la Corte.

Por Inmaculada Sánchez

La Casa Real no tiene en su organigrama a ningún sacerdote”, reza la doctrina oficial. Pero la realidad, mezcla de la tradición y los límites a los que la transición política pudo llegar en su creación de una monarquía constitucional, señala, al menos, a tres. El de mayor rango es el vicario general castrense, monseñor José Manuel Estepa, al que sigue el capellán de la guardia real, Luis López Melero, y el reverendo padre Federico Suárez Verdeguer, una especie de capellán particular de la familia real, según explican en el arzobispado al no encontrar cargo definido para él.

Lejos de tratarse de oficiantes de la Iglesia asignados aleatoriamente al servicio de los ejércitos y del Rey, como jefe supremo de las Fuerzas Armadas, todos gozan de una especial vinculación con don Juan Carlos. Fue el monarca quien en 1983 propuso al Vaticano el nombramiento como nuevo vicario general castrense de monseñor Estepa, desde 1972 obispo auxiliar de la Diócesis de Madrid-Alcalá y conocido del Rey. Desde entonces él ha presidido buena parte de las más solemnes ceremonias religiosas de la familia real, aparte de los múltiples actos castrenses precedidos por eucaristías u oraciones de acción de Gracias a los que asiste el Rey.

El capellán de la guardia real depende de monseñor Estepa y hace apenas un año el veterano Serafín Sedano, tras jubilarse, dio paso al nombramiento de Luis López Melero que, con sus no cumplidos 60, se ha convertido en el más joven del trío de sacerdotes reales. López Melero ha prestado servicios anteriormente en la escuela de suboficiales de Lérida y ha sido secretario particular del arzobispo Estepa, por lo que se le considera un hombre de su confianza.

El veterano, 85 años cumplidos, aunque activo y “en plenas facultades”, según quienes le conocen –ha publicado libros hasta el año pasado–, es el padre Federico Suárez Verdeguer, que oficia la misa dominical para la familia real en la capilla de Zarzuela desde hace lustros.

Suárez Verdeguer tampoco ha llegado a Palacio por casualidad. Conocido catedrático de Historia y destacado miembro del Opus Dei, formó parte, en su día, del selecto grupo de opusdeístas que tomaron posiciones alrededor de la naciente casa del entonces príncipe Juan Carlos frente a los que se decantaron por la candidatura de su padre, don Juan, con vistas a la sucesión de Franco.

De entonces arranca su relación con don Juan Carlos, que éste ha preservado manteniéndole a su lado e, incluso, prologando un libro-homenaje que, en 1991, le tributó la Universidad de Navarra, en la que él fundó la facultad de Filosofía y Letras y en la que aún figura como profesor “honorario”. Don Juan Carlos ensalza las cualidades humanas y profesionales del sacerdote en su texto y habla de él como “don Federico, como familiarmente le llamamos en esta Casa”.

Zarzuela, aunque no la niega, mantiene su presencia habitual en Palacio dentro de una cuidada discreción. No es de extrañar ya que el padre Suárez Verdeguer, prolífico autor de obras históricas y religiosas publicadas por la editorial del Opus, Rialp, sacó hace apenas un par de años un libro titulado Manuel Azaña y la guerra de 1936 en el que, según la reseña que hace la revista Razón Española, impulsada por el ex ministro franquista Gonzalo Fernández de la Mora en la que colabora el sacerdote y que también publicó un capítulo de la obra, “Suárez demuestra que el alzamiento fue inicialmente republicano para sacar a España del caos en que estaba sumida (la relación de violencias ocupa 13 páginas)”. El artículo también cita textualmente al autor para sentenciar: “Escribe Suárez: ‘El desorden y la falta de autoridad son hechos indiscutibles, en este punto los sublevados dijeron la verdad”.

Algún otro sacerdote de los que han disfrutado de cierta cercanía con la familia real también está claramente ubicado en la zona más a la derecha del mapa. Como ya rebeló El Siglo en 1998, el párroco de San Jerónimo El Real, donde la monarquía española ha celebrado tradicionalmente su principales ceremonias, Manuel González Cano, había abierto la puerta a los grupos más ultras de la Iglesia católica y, en ese momento, los cursillos prematrimoniales, actividad crucial para esta parroquia especializada en ceremonias nupciales, los impartían los Legionarios de Cristo. A comienzos de este año, González Cano se ha jubilado y ha sido sustituido por el padre Julián Melero, cuya impronta en la pastoral parroquial aún está por conocer.

El propio Aznar también trató al recién jubilado padre González Cano. Lo cuentan sus hagiógrafos José Díaz Herrera e Isabel Durán dentro de los esfuerzos personales del presidente del Gobierno por vencer la resistencia de la Iglesia al proyecto de ampliación del Museo del Prado que precisaba del claustro de la parroquia. Dicho y hecho: el encuentro entre Aznar y el párroco, que desde entonces quedaron como amigos, solventó todos los problemas.

Las relaciones de los Aznar con los ministros de la Iglesia, sin embargo, son más amplias y profundas aunque, al contrario que en el caso de los Reyes, no exista capellán asignado ni capilla alguna en Moncloa. El fervor católico del presidente y su esposa quedan, en teoría, dentro de la esfera privada aunque las relaciones de Ana Botella con determinados sacerdotes sean publicitadas en apoyo de sus organizaciones.

Los Aznar son conservadores y, a pesar de sus cambios de domicilio –llegada al palacio de la Moncloa incluida– una vez instalados en Madrid han sido fieles a la misma parroquia: la de San Agustín, en el selecto barrio madrileño de El Viso. Con su párroco, padre Luis Fernández Pelaez, mantienen una larga relación derivada de la residencia de los padres de Ana Botella, Ernesto Botella y Ana Serrano, en el barrio, con quienes solían asistir a la eucaristía dominical siempre que las crecientes obligaciones y viajes presidenciales se lo permitían. En San Agustín, incluso, fue acristianada su hija Ana, cuya partida de bautismo solicitaron recientemente con motivo de su famosa boda en El Escorial.

Hace poco más de un año, sin embargo, la pareja presidencial ha tenido que cambiar de parroquia. La razón: los suegros del presidente han trasladado su domicilio para acercarse al centro y se han instalado en el también distinguido barrio de Salamanca. Allí, tanto los Aznar como los Botella han elegido para su misa de cada domingo a una de las tres parroquias que los jesuitas tienen en la capital de España, la de San Francisco de Borja. En su templo ya tuvo lugar hace un año el funeral por el padre del presidente aunque la relación de la familia presidencial con el párroco todavía no ha podido llegar a mucho ya que la asistencia de ambos a la misa semanal es en estos momentos muy esporádica, según confirman en la parroquia.

No es de extrañar, sin embargo, que los Aznar optaran por San Francisco de Borja dada la querencia de Ana Botella por los jesuitas, algunos de los cuales se encuentran en su círculo de relaciones. Después del Opus Dei, al que encomendó los primeros años de la educación de sus hijos en Valladolid, cuando Aznar fue presidente de Castilla y León, ha sido la Compañía de Jesús la que ha tomado el relevo en el proceso educativo de los vástagos del presidente. Precisamente, Agustín Alonso Gómez, ex director del colegio El Recuerdo, uno de los más renombrados de los jesuitas en la capital, es uno de los sacerdotes de cabecera de la pareja presidencial y, como tal, estuvo entre los invitados a la reciente boda de Ana Aznar con Alejandro Agag.

En El Recuerdo han estudiado José María –los últimos años–, Ana y Alonso, que aún sigue cursando el bachillerato y ha ejercido de catequista la propia Ana Botella, como confirma el propio padre Agustín, cuyos 14 años al frente de tan emblemático colegio dicen no poco de su categoría dentro de la orden. Hace un par de años, además, ha pasado a presidir una de las organizaciones de ayuda social de la orden, la ONG Entreculturas, nacida a partir de la fundación Fe y Alegría, también de la Compañía fundada por San Ignacio de Loyola, y dedicada a promover la educación y el desarrollo de los pueblos.

Los sacerdotes ligados a ONGs con objetivos más o menos sociales son otra de las preferentes líneas de acceso a Moncloa de la Iglesia católica. Aparte del citado Agustín Alonso, quien siempre remarca que su relación con los Aznar es previa a su responsabilidad al frente de Entreculturas, el también jesuita Jaime Garralda, presidente de la organización Horizontes Abiertos, dedicada a asistir y apoyar a los reclusos de las cárceles españolas, hace años que tiene un hueco en la agenda privada de la pareja presidencial.

El caso de Garralda se acerca al del más conocido padre Ángel García, fundador de Mensajeros de la Paz y cuya expansión merece capítulo aparte (Ver recuadro El imperio del padre Ángel). Tanto Horizontes Abiertos como Mensajeros de la Paz son organizaciones nacidas por el impulso personal de sus fundadores, con quienes el perfil caritativo de Ana Botella coincidió hace años y con quienes sigue colaborando.

Ambos, desde que el PP llegara a La Moncloa, han visto más reconocida públicamente su labor. Garralda fue condecorado en el 2000 por el entonces ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, con la Cruz Blanca del Plan Nacional de Drogas por su labor al lado de los presos drogadictos. El ministro no eludió citar a Ana Botella en la entrega del galardón señalando que el padre Garralda “ha hecho miles de voluntarios para su labor, incluso a la esposa del presidente del Gobierno”.

El padre Ángel sería el paradigma de este perfil de sacerdote cercano al poder y al timón de una labor social que crece al calor de esta proximidad. Este estilo personal cuenta tanto con defensores como con detractores dentro de la misma Iglesia católica pero su influencia, que le llevó a recibir el premio Príncipe de Asturias a la Concordia no puede ser negada por nadie.

En tiempos llegó a ejercer de intermediario en unas antiguas conversaciones entre el PP y el partido de Jesús Gil cuando ambas formaciones se disputaban las alcaldías de la Costa del Sol, como él mismo reconoció a esta revista, y hoy, en diciembre pasado, publicó un libro titulado Las parábolas del padre Ángel, que contó con un prefacio firmado por la reina doña Sofía, presentó en Madrid Ana Botella y le fue entregado en persona por el autor al papa Juan Pablo II. En él, el conocido sacerdote recoge sus reflexiones sobre las parábolas de Jesús y diversos aspectos de la vida cotidiana además de sobre otras confesiones religiosas no católicas.

Aunque el padre Ángel cuida sus opiniones en materia política o moral su defensa de la familia tradicional es bien conocida. Cuando hace un par de años el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, provocó una sonora polémica al declarar que la violencia doméstica se daba más en las parejas de hecho que en los matrimonios, el sacerdote no tuvo empacho en defenderle al coincidir con él en un acto público. “Afortunadamente en nuestro país pervive todavía la familia de forma más fuerte que en otros de nuestro entorno” dijo. “Es en la familia donde las personas encuentran su verdadera dimensión”, añadió.

Menos conocidas son las opiniones del abad de Silos, Clemente Serna, con quien el presidente Aznar comparte una jornada de encuentro y reflexión cada final de verano desde hace casi diez años. Serna, benedictino de 56 años, 42 de los cuales los ha pasado en Silos, los 14 últimos como abad, charla con el presidente de todo tipo de temas. La situación del País Vasco, la Cumbre de la Tierra celebrada en Johannesburgo o el conflicto entre Israel y Palestina, por ejemplo, centraron la tertulia entre los monjes y Aznar en su último encuentro este verano según relató a los periodistas el presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, presente en la cita.

Aunque a kilómetros de distancia de la Corte madrileña Serna también ocupa un lugar de privilegio en las relaciones de Aznar del que no ha podido ser desplazado por el síndrome de La Moncloa en todos estos años. Su influencia está por calibrar, pero nadie puede negar que el acceso al presidente, lo mismo que la cercanía a don Juan Carlos, concede a quienes la tienen una herramienta de indudable valor.

El padre dominico Bartolomé Vicens, fundador en el 82 de la Fundación del Hombre, dedicada a distintos colectivos desfavorecidos, también gozó en tiempos de una gran proximidad a la familia real, en especial a través de la madre del rey, doña María de las Mercedes, a quien solía acompañar. Gracias a esta relación su fundación ha gozado de la presidencia de honor del Príncipe Felipe en varias de sus iniciativas, aunque los contactos hayan decaído desde el fallecimiento de la madre del Rey.

Tampoco es despreciable la discreta pero efectiva influencia de los cientos de sacerdotes que, de acuerdo con los pactos del Estado español con el Vaticano, pueblan los hospitales públicos o las cárceles. No sorprende, pues, que quienes han llegado a los más altos escalones de esta influencia se resistan a retirarse a pesar de la edad –monseñor Estepa comunicó al Vaticano el año pasado su disposición a la jubilación al cumplir 75 años– ni que quienes la tuvieron en tiempos pretendan prolongarla.


Entre el resto de programas y centros de atención de la asociación del padre Ángel, que abarcan un amplio entramado de proyectos para niños, jóvenes, mujeres maltratadas y ancianos, destaca el Teléfono Dorado y la cooperación internacional. El primero de ellos es una línea gratuita de teléfono al que pueden llamar las personas mayores “para mitigar su soledad”. La asociación, que asegura haber atendido cinco millones de llamadas, costea el 75% del coste de cada una de ellas, mientras que el resto corre a cargo de Telefónica, una de las numerosas empresas que colaboran con la fundación del padre Ángel.

Mientras, la asociación trabaja en distintos programas de cooperación de forma directa o en colaboración con organizaciones locales en 28 países como Bélgica, Bennin, Bolivia, Argentina, Burundi, Cuba, Ecuador, Italia, Kenia, La India, México, Miami (Estados Unidos), Montenegro, Mozambique, Panamá, Perú, Tanzania y Uruguay.

Pero su presencia internacional no acaba ahí. También dispone de sedes internacionales del Teléfono Dorado en Bruselas (Bélgica), Roma (Italia) y La Habana (Cuba).

Para sustentar semejante imperio, la asociación maneja un presupuesto inimaginable hace 30 años, cuando se registró con un capital fundacional de 500.000 pesetas (3.000 euros). En el ejercicio 2002, Edad Dorada-Mensajeros de la Paz estima que sus ingresos y gastos ascienden a 9.113.310,99 euros (más de 1.516 millones de pesetas). De esta cifra cabe destacar que los ingresos provenientes de subvenciones, donaciones y legados ascienden a 442.325,27 euros (más de 73’5 millones de pesetas recibidos fundamentalmente de comunidades autónomas y ayuntamientos), los correspondientes a las cuotas de usuarios y afiliados son 3.718.237,79 euros (más de 618,6 millones de pesetas) y los conseguidos a través de promociones, patrocinadores y colaboraciones son 4.016.217,42 euros (más de 668 millones de pesetas).

Respecto a este último capítulo, cabe mencionar que por mucho que valore de igual modo la modesta colaboración de cualquier afiliado anónimo y la de una segunda dama como Ana Botella, Mensajeros de la Paz ha logrado rodearse de una efectista mercadotecnia caracterizada por la participación de conocidos personajes. Uno de los ejemplos más recientes ha sido la campaña Encuentro Atlántico: Embárcate con nosotros, la travesía que el cuñado de la Infanta Elena, Álvaro de Marichalar, realizó hace unos meses en una moto acuática desde Roma hasta la costa de Florida para recaudar fondos destinados a socorrer españoles de la tercera edad residentes en América en una situación precaria. En la nómina de personalidades que formaron el comité del proyecto destacaban, junto a la presidenta de honor de Mensajeros de la Paz, personajes tan variopintos como el ministro Josep Piqué, aristócratas como Luis Alfonso de Borbón, yernísimos como Alejandro Agag, deportistas como Ángel Nieto y Coral Bistuer y miembros del mundo de la farándula como Bertín Osborne y Nacho Cano.

Virginia Miranda.

http://www.elsiglodeuropa.es/siglo/historico/tp2002/portada 526.htm
Estepa no digo el primo de riesgo que fue el que aleccionó a la princesa convertida? De todas formas dudo mucho que de celebrarse esa misa de Zarzuela asista alguien.... Y dudo mucho que la titular en ejercicio permita que sotanas anden a sus anchas en sus dominios :)
 
Los que mejor saben como funciona en realidad, son los que padecen la miseria y no tienen techo donde cobijarse.Saben que está mal visto decir ciertas cosas y solo en momentos puntuales y depende a quien hablan de sus experiencias.El papel lo aguanta todo.Actualmente con esta crisis,hay gente que se ha quedado sin nada y las estructuras de su vida se ha venido abajo,sin trabajo,sin casa que se la ha quedado el banco y aún por encima les queda la deuda de seguir pagando sin tenerla,conflictos familiares y separaciones de parejas.Estos lo que quieren volver a reintegrarse en la sociedad,recuperar su dignidad de personas,pero solo le ofrecen el hacinamiento de vivir humillados en una caridad, que a veces se convierte en un lucrativo negocio para algunos de lo que los promueven.Lo que quiere esta asociación sin techo,son herramientas y formación para volver a ser útiles a si mismos y a la sociedad en la que viven,el derecho al trabajo y a una vida digna.Justicia y no caridad es lo que piden,por que no quieren diluirse en la marginalidad.
 
El imperio del padre Ángel

Desde que en 1962 creara en Oviedo su primera asociación de ayuda a los colectivos más desfavorecidos (La Cruz de los Ángeles), el sacerdote diocesano Ángel García, conocido como el padre Ángel, ha convertido su proyecto solidario de Mensajeros de la Paz en un imperio de hogares funcionales y casas de acogida repartidos por medio mundo. La trayectoria eclesiástica de este cura al que pocas veces se ha visto con alzacuellos es un tanto atípica. Tras ordenarse en la capital del Principado fue designado capellán del Hospicio Provincial de Oviedo y más tarde cura en la iglesia de Santa María La Corte. Esta breve experiencia finalizó cuando creó su primera fundación y ahora tan sólo celebra misas de forma ocasional en las capillas de sus residencias para mayores.

Su asociación, registrada en Madrid en 1972, cuenta con un expediente que para sí lo quisiera toda ONG: fue galardonada en 1994 con el premio Príncipe de Asturias de la Concordia y su presidenta de honor es nada menos que Ana Botella, quien según dicen desde la propia fundación, no sólo participa aportando su imagen como reclamo informativo, también ofrece una importante contribución a la causa en el desarrollo de las ideas con las que mejorar y ampliar las iniciativas del padre Ángel.

Mensajeros de la Paz comenzó gestionando hogares fundacionales para acoger a niños y adolescentes “privados de ambiente familiar o abandonados”. En la actualidad, cuenta con 296 inmuebles donde habitan más de 2.300 jóvenes pertenecientes a núcleos familiares rotos o conflictivos.

La creación de Edad Dorada, fundación ligada a Mensajeros de la Paz y dedicada a la atención de los ancianos en situación de abandono, también ha resultado fructífera: el padre Ángel gestiona 64 residencias para mayores ubicadas en las comunidades autónomas de Andalucía, Aragón, Asturias, Canarias, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Galicia, La Rioja, Madrid y Navarra. Concretamente en La Bañeza (León), donde cuentan con una residencia, han logrado la gestión de la Universidad de Educación a Distancia para titular a sus trabajadores y ofertar plazas a los mayores.

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Opusinos, jesuitas y sacerdotes de la caridad, en Zarzuela y Moncloa

Los curas de la Corte

España es un país no confesional de acuerdo con la Constitución. Sin embargo, en la más íntima cercanía de la Jefatura del Estado y de la Presidencia del Gobierno se sitúan media docena de sacerdotes de distinto rango y estilo, pero todos dentro de la órbita más conservadora de la Iglesia católica. Desde monseñor Estepa, arzobispo castrense, hasta el padre Suárez Verdeguer, que oficia cada domingo la misa de Zarzuela, pasando por el conocido padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz e íntimo de los Aznar, estos ministros de la Iglesia influyen, con sus homilías, consejos y opiniones en las dos principales cabezas de nuestro ordenamiento político. Son los actuales curas de la Corte.

Por Inmaculada Sánchez

La Casa Real no tiene en su organigrama a ningún sacerdote”, reza la doctrina oficial. Pero la realidad, mezcla de la tradición y los límites a los que la transición política pudo llegar en su creación de una monarquía constitucional, señala, al menos, a tres. El de mayor rango es el vicario general castrense, monseñor José Manuel Estepa, al que sigue el capellán de la guardia real, Luis López Melero, y el reverendo padre Federico Suárez Verdeguer, una especie de capellán particular de la familia real, según explican en el arzobispado al no encontrar cargo definido para él.

Lejos de tratarse de oficiantes de la Iglesia asignados aleatoriamente al servicio de los ejércitos y del Rey, como jefe supremo de las Fuerzas Armadas, todos gozan de una especial vinculación con don Juan Carlos. Fue el monarca quien en 1983 propuso al Vaticano el nombramiento como nuevo vicario general castrense de monseñor Estepa, desde 1972 obispo auxiliar de la Diócesis de Madrid-Alcalá y conocido del Rey. Desde entonces él ha presidido buena parte de las más solemnes ceremonias religiosas de la familia real, aparte de los múltiples actos castrenses precedidos por eucaristías u oraciones de acción de Gracias a los que asiste el Rey.

El capellán de la guardia real depende de monseñor Estepa y hace apenas un año el veterano Serafín Sedano, tras jubilarse, dio paso al nombramiento de Luis López Melero que, con sus no cumplidos 60, se ha convertido en el más joven del trío de sacerdotes reales. López Melero ha prestado servicios anteriormente en la escuela de suboficiales de Lérida y ha sido secretario particular del arzobispo Estepa, por lo que se le considera un hombre de su confianza.

El veterano, 85 años cumplidos, aunque activo y “en plenas facultades”, según quienes le conocen –ha publicado libros hasta el año pasado–, es el padre Federico Suárez Verdeguer, que oficia la misa dominical para la familia real en la capilla de Zarzuela desde hace lustros.

Suárez Verdeguer tampoco ha llegado a Palacio por casualidad. Conocido catedrático de Historia y destacado miembro del Opus Dei, formó parte, en su día, del selecto grupo de opusdeístas que tomaron posiciones alrededor de la naciente casa del entonces príncipe Juan Carlos frente a los que se decantaron por la candidatura de su padre, don Juan, con vistas a la sucesión de Franco.

De entonces arranca su relación con don Juan Carlos, que éste ha preservado manteniéndole a su lado e, incluso, prologando un libro-homenaje que, en 1991, le tributó la Universidad de Navarra, en la que él fundó la facultad de Filosofía y Letras y en la que aún figura como profesor “honorario”. Don Juan Carlos ensalza las cualidades humanas y profesionales del sacerdote en su texto y habla de él como “don Federico, como familiarmente le llamamos en esta Casa”.

Zarzuela, aunque no la niega, mantiene su presencia habitual en Palacio dentro de una cuidada discreción. No es de extrañar ya que el padre Suárez Verdeguer, prolífico autor de obras históricas y religiosas publicadas por la editorial del Opus, Rialp, sacó hace apenas un par de años un libro titulado Manuel Azaña y la guerra de 1936 en el que, según la reseña que hace la revista Razón Española, impulsada por el ex ministro franquista Gonzalo Fernández de la Mora en la que colabora el sacerdote y que también publicó un capítulo de la obra, “Suárez demuestra que el alzamiento fue inicialmente republicano para sacar a España del caos en que estaba sumida (la relación de violencias ocupa 13 páginas)”. El artículo también cita textualmente al autor para sentenciar: “Escribe Suárez: ‘El desorden y la falta de autoridad son hechos indiscutibles, en este punto los sublevados dijeron la verdad”.

Algún otro sacerdote de los que han disfrutado de cierta cercanía con la familia real también está claramente ubicado en la zona más a la derecha del mapa. Como ya rebeló El Siglo en 1998, el párroco de San Jerónimo El Real, donde la monarquía española ha celebrado tradicionalmente su principales ceremonias, Manuel González Cano, había abierto la puerta a los grupos más ultras de la Iglesia católica y, en ese momento, los cursillos prematrimoniales, actividad crucial para esta parroquia especializada en ceremonias nupciales, los impartían los Legionarios de Cristo. A comienzos de este año, González Cano se ha jubilado y ha sido sustituido por el padre Julián Melero, cuya impronta en la pastoral parroquial aún está por conocer.

El propio Aznar también trató al recién jubilado padre González Cano. Lo cuentan sus hagiógrafos José Díaz Herrera e Isabel Durán dentro de los esfuerzos personales del presidente del Gobierno por vencer la resistencia de la Iglesia al proyecto de ampliación del Museo del Prado que precisaba del claustro de la parroquia. Dicho y hecho: el encuentro entre Aznar y el párroco, que desde entonces quedaron como amigos, solventó todos los problemas.

Las relaciones de los Aznar con los ministros de la Iglesia, sin embargo, son más amplias y profundas aunque, al contrario que en el caso de los Reyes, no exista capellán asignado ni capilla alguna en Moncloa. El fervor católico del presidente y su esposa quedan, en teoría, dentro de la esfera privada aunque las relaciones de Ana Botella con determinados sacerdotes sean publicitadas en apoyo de sus organizaciones.

Los Aznar son conservadores y, a pesar de sus cambios de domicilio –llegada al palacio de la Moncloa incluida– una vez instalados en Madrid han sido fieles a la misma parroquia: la de San Agustín, en el selecto barrio madrileño de El Viso. Con su párroco, padre Luis Fernández Pelaez, mantienen una larga relación derivada de la residencia de los padres de Ana Botella, Ernesto Botella y Ana Serrano, en el barrio, con quienes solían asistir a la eucaristía dominical siempre que las crecientes obligaciones y viajes presidenciales se lo permitían. En San Agustín, incluso, fue acristianada su hija Ana, cuya partida de bautismo solicitaron recientemente con motivo de su famosa boda en El Escorial.

Hace poco más de un año, sin embargo, la pareja presidencial ha tenido que cambiar de parroquia. La razón: los suegros del presidente han trasladado su domicilio para acercarse al centro y se han instalado en el también distinguido barrio de Salamanca. Allí, tanto los Aznar como los Botella han elegido para su misa de cada domingo a una de las tres parroquias que los jesuitas tienen en la capital de España, la de San Francisco de Borja. En su templo ya tuvo lugar hace un año el funeral por el padre del presidente aunque la relación de la familia presidencial con el párroco todavía no ha podido llegar a mucho ya que la asistencia de ambos a la misa semanal es en estos momentos muy esporádica, según confirman en la parroquia.

No es de extrañar, sin embargo, que los Aznar optaran por San Francisco de Borja dada la querencia de Ana Botella por los jesuitas, algunos de los cuales se encuentran en su círculo de relaciones. Después del Opus Dei, al que encomendó los primeros años de la educación de sus hijos en Valladolid, cuando Aznar fue presidente de Castilla y León, ha sido la Compañía de Jesús la que ha tomado el relevo en el proceso educativo de los vástagos del presidente. Precisamente, Agustín Alonso Gómez, ex director del colegio El Recuerdo, uno de los más renombrados de los jesuitas en la capital, es uno de los sacerdotes de cabecera de la pareja presidencial y, como tal, estuvo entre los invitados a la reciente boda de Ana Aznar con Alejandro Agag.

En El Recuerdo han estudiado José María –los últimos años–, Ana y Alonso, que aún sigue cursando el bachillerato y ha ejercido de catequista la propia Ana Botella, como confirma el propio padre Agustín, cuyos 14 años al frente de tan emblemático colegio dicen no poco de su categoría dentro de la orden. Hace un par de años, además, ha pasado a presidir una de las organizaciones de ayuda social de la orden, la ONG Entreculturas, nacida a partir de la fundación Fe y Alegría, también de la Compañía fundada por San Ignacio de Loyola, y dedicada a promover la educación y el desarrollo de los pueblos.

Los sacerdotes ligados a ONGs con objetivos más o menos sociales son otra de las preferentes líneas de acceso a Moncloa de la Iglesia católica. Aparte del citado Agustín Alonso, quien siempre remarca que su relación con los Aznar es previa a su responsabilidad al frente de Entreculturas, el también jesuita Jaime Garralda, presidente de la organización Horizontes Abiertos, dedicada a asistir y apoyar a los reclusos de las cárceles españolas, hace años que tiene un hueco en la agenda privada de la pareja presidencial.

El caso de Garralda se acerca al del más conocido padre Ángel García, fundador de Mensajeros de la Paz y cuya expansión merece capítulo aparte (Ver recuadro El imperio del padre Ángel). Tanto Horizontes Abiertos como Mensajeros de la Paz son organizaciones nacidas por el impulso personal de sus fundadores, con quienes el perfil caritativo de Ana Botella coincidió hace años y con quienes sigue colaborando.

Ambos, desde que el PP llegara a La Moncloa, han visto más reconocida públicamente su labor. Garralda fue condecorado en el 2000 por el entonces ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, con la Cruz Blanca del Plan Nacional de Drogas por su labor al lado de los presos drogadictos. El ministro no eludió citar a Ana Botella en la entrega del galardón señalando que el padre Garralda “ha hecho miles de voluntarios para su labor, incluso a la esposa del presidente del Gobierno”.

El padre Ángel sería el paradigma de este perfil de sacerdote cercano al poder y al timón de una labor social que crece al calor de esta proximidad. Este estilo personal cuenta tanto con defensores como con detractores dentro de la misma Iglesia católica pero su influencia, que le llevó a recibir el premio Príncipe de Asturias a la Concordia no puede ser negada por nadie.

En tiempos llegó a ejercer de intermediario en unas antiguas conversaciones entre el PP y el partido de Jesús Gil cuando ambas formaciones se disputaban las alcaldías de la Costa del Sol, como él mismo reconoció a esta revista, y hoy, en diciembre pasado, publicó un libro titulado Las parábolas del padre Ángel, que contó con un prefacio firmado por la reina doña Sofía, presentó en Madrid Ana Botella y le fue entregado en persona por el autor al papa Juan Pablo II. En él, el conocido sacerdote recoge sus reflexiones sobre las parábolas de Jesús y diversos aspectos de la vida cotidiana además de sobre otras confesiones religiosas no católicas.

Aunque el padre Ángel cuida sus opiniones en materia política o moral su defensa de la familia tradicional es bien conocida. Cuando hace un par de años el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, provocó una sonora polémica al declarar que la violencia doméstica se daba más en las parejas de hecho que en los matrimonios, el sacerdote no tuvo empacho en defenderle al coincidir con él en un acto público. “Afortunadamente en nuestro país pervive todavía la familia de forma más fuerte que en otros de nuestro entorno” dijo. “Es en la familia donde las personas encuentran su verdadera dimensión”, añadió.

Menos conocidas son las opiniones del abad de Silos, Clemente Serna, con quien el presidente Aznar comparte una jornada de encuentro y reflexión cada final de verano desde hace casi diez años. Serna, benedictino de 56 años, 42 de los cuales los ha pasado en Silos, los 14 últimos como abad, charla con el presidente de todo tipo de temas. La situación del País Vasco, la Cumbre de la Tierra celebrada en Johannesburgo o el conflicto entre Israel y Palestina, por ejemplo, centraron la tertulia entre los monjes y Aznar en su último encuentro este verano según relató a los periodistas el presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, presente en la cita.

Aunque a kilómetros de distancia de la Corte madrileña Serna también ocupa un lugar de privilegio en las relaciones de Aznar del que no ha podido ser desplazado por el síndrome de La Moncloa en todos estos años. Su influencia está por calibrar, pero nadie puede negar que el acceso al presidente, lo mismo que la cercanía a don Juan Carlos, concede a quienes la tienen una herramienta de indudable valor.

El padre dominico Bartolomé Vicens, fundador en el 82 de la Fundación del Hombre, dedicada a distintos colectivos desfavorecidos, también gozó en tiempos de una gran proximidad a la familia real, en especial a través de la madre del rey, doña María de las Mercedes, a quien solía acompañar. Gracias a esta relación su fundación ha gozado de la presidencia de honor del Príncipe Felipe en varias de sus iniciativas, aunque los contactos hayan decaído desde el fallecimiento de la madre del Rey.

Tampoco es despreciable la discreta pero efectiva influencia de los cientos de sacerdotes que, de acuerdo con los pactos del Estado español con el Vaticano, pueblan los hospitales públicos o las cárceles. No sorprende, pues, que quienes han llegado a los más altos escalones de esta influencia se resistan a retirarse a pesar de la edad –monseñor Estepa comunicó al Vaticano el año pasado su disposición a la jubilación al cumplir 75 años– ni que quienes la tuvieron en tiempos pretendan prolongarla.


Entre el resto de programas y centros de atención de la asociación del padre Ángel, que abarcan un amplio entramado de proyectos para niños, jóvenes, mujeres maltratadas y ancianos, destaca el Teléfono Dorado y la cooperación internacional. El primero de ellos es una línea gratuita de teléfono al que pueden llamar las personas mayores “para mitigar su soledad”. La asociación, que asegura haber atendido cinco millones de llamadas, costea el 75% del coste de cada una de ellas, mientras que el resto corre a cargo de Telefónica, una de las numerosas empresas que colaboran con la fundación del padre Ángel.

Mientras, la asociación trabaja en distintos programas de cooperación de forma directa o en colaboración con organizaciones locales en 28 países como Bélgica, Bennin, Bolivia, Argentina, Burundi, Cuba, Ecuador, Italia, Kenia, La India, México, Miami (Estados Unidos), Montenegro, Mozambique, Panamá, Perú, Tanzania y Uruguay.

Pero su presencia internacional no acaba ahí. También dispone de sedes internacionales del Teléfono Dorado en Bruselas (Bélgica), Roma (Italia) y La Habana (Cuba).

Para sustentar semejante imperio, la asociación maneja un presupuesto inimaginable hace 30 años, cuando se registró con un capital fundacional de 500.000 pesetas (3.000 euros). En el ejercicio 2002, Edad Dorada-Mensajeros de la Paz estima que sus ingresos y gastos ascienden a 9.113.310,99 euros (más de 1.516 millones de pesetas). De esta cifra cabe destacar que los ingresos provenientes de subvenciones, donaciones y legados ascienden a 442.325,27 euros (más de 73’5 millones de pesetas recibidos fundamentalmente de comunidades autónomas y ayuntamientos), los correspondientes a las cuotas de usuarios y afiliados son 3.718.237,79 euros (más de 618,6 millones de pesetas) y los conseguidos a través de promociones, patrocinadores y colaboraciones son 4.016.217,42 euros (más de 668 millones de pesetas).

Respecto a este último capítulo, cabe mencionar que por mucho que valore de igual modo la modesta colaboración de cualquier afiliado anónimo y la de una segunda dama como Ana Botella, Mensajeros de la Paz ha logrado rodearse de una efectista mercadotecnia caracterizada por la participación de conocidos personajes. Uno de los ejemplos más recientes ha sido la campaña Encuentro Atlántico: Embárcate con nosotros, la travesía que el cuñado de la Infanta Elena, Álvaro de Marichalar, realizó hace unos meses en una moto acuática desde Roma hasta la costa de Florida para recaudar fondos destinados a socorrer españoles de la tercera edad residentes en América en una situación precaria. En la nómina de personalidades que formaron el comité del proyecto destacaban, junto a la presidenta de honor de Mensajeros de la Paz, personajes tan variopintos como el ministro Josep Piqué, aristócratas como Luis Alfonso de Borbón, yernísimos como Alejandro Agag, deportistas como Ángel Nieto y Coral Bistuer y miembros del mundo de la farándula como Bertín Osborne y Nacho Cano.

Virginia Miranda.

http://www.elsiglodeuropa.es/siglo/historico/tp2002/portada 526.htm
Estan en todas partes, siempre cerca del poder.
¿Separacion de poderes en España?
Jajaja...que risa.:dead::dead:
 
Puede ser que la admire.Una mujer lo más inadecuado posible para tener el status que le han dado,con un pasado oscuro,con unos orígenes poco convencionales, para la institución que está representando,como se ha cepillado a todos los demás miembros que estaban estorbando y como ha reducido al titular a un mero títere aburrido,soso y sin voluntad ni carisma.Pues oye a lo mejor teniendo en cuanta todo esto, la admire por lo bien que ha sabido trepar y como ahora alza la cabeza orgullosa de si misma.
 

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