Julia Otero anuncia que tiene cáncer

A mi madre le ha salido positivo en heces (o sea tiene sangre oculta en heces). Esta prueba se la mandaron porque tiene anemia y le dijeron que esa perdida de sangre debe de venir de algún sitio por ejemplo de una fisura, hemorroides internas, pólipos, diverticulitis o lo que menos esperamos que sea ,cáncer, por lo que está a la espera de la colonoscopia.

Nos han dicho que la lista de espera para la prueba es de 3 a 9 meses. Dudo mucho que esta señora haya esperado todos esos meses, se habrá ido a la privada para agilizar. La seguridad social funciona cuando ya tienes un diagnostico. En el momento que ya saben que tienes cáncer todo va rápido, tac, resonancias, análisis, quimios etc. Pero hasta que te diagnostican puede pasar 6 meses por lo menos.
Amiga siento mucho lo q estás contando. En el caso de mi padre, en Cataluña y además en pueblito, no barcelona, también le encontraron sangre en heces oculta. Y entre que le dieron el resultado y le hicieron las pruebas no pasó más de un mes, seguro. Te hablo de justo cuando empezaba la pandemia. Ahora ya no se como estará la situación.
Y todo por la pública.
Gracias a Dios solo fueron pólipos benignos.

Y ten confianza que hay más posibilidades que tu madre tenga algo Benigno sin importancia. Es relativamente común tener sangre oculta en heces por causas q no tienen nada q ver con Cáncer.

Eso si, si te continúan dando 6-9 meses de espera y puedes permitirte una colonoscopia privada (muchos gastroenterologos lo hacen en su consulta y no es una barbaridad de caro) yo no dudaría en hacerla.

mucha suerte para tu madre xx
 
Claramente hablas sin saber. Continuamente habla de Monforte, está restaurando su casa alli y hace el programa desde la Ribeira al menos una vez al año.
Y lo de adoctrinar,.. también hablas sin saber. Ha tenido gente como Juan Carlos girauta, alejo Vidal(vox) , Anna grau, pilar Gómez... a adrianssens, alguien grandes o Manuel delegado. Y no solo hablan desde Cataluña sino que suele tener tertulianos gallegos, andaluces, etc.
Si eso no te parece plural...
Espero sinceramente que se recupere, pillado a tiempo no hay que pensar en un mal desenlace,periodisticamente hablando para mi quedo definitivamente descartada con el tratamiento que le dio a rodrigo lanza...antes de ser declarado culpable..(una entrevista de todo menos periodistica)..y sobre todo después...no fue capaz de decir nada a sus oyen tes,silencio total,incapaz de reconocer su terrible error?‍♀️
 
Me he quedado como mucha gente que lo ha leido totalmente indignado con el artículo de ese ser llamado Máximo Pradera que aprovechando esta malísima noticia de Julia Otero, y tratando de quedar bien con ella , con la que trabajó un tiempo en su programa de radio, le dedica a una serie de personas que no son de su agrado, sus deseos de que les pase lo peor.
Lo que no se da cuenta este tipo, que al recrear el tratamiento de esta enfermedad le hace un flaco favor a la periodista por lo truculento de su relato.
¿Como puede haber gente tan cruel y rencorosa ?
Este es el artículo :

El cáncer de Julia

Máximo Pradera

25/02/2021
Una de las cosas más detestables del cáncer es que casi siempre le toca la china a quien no se lo merece. Ahora, a Julia Otero. ¿En serio, no había otra persona en el mundo? ¿Julia? ¿Que lleva haciéndonos felices en las ondas prácticamente desde que Marconi inventó la radio? ¡Que yo ya me reía con ella, Susan y Académica Palanca en los 90, en La Radio de Julia! Porque sé de buena tinta que su cáncer tiene buen pronóstico, que si no me ponía ahora mismo en modo Miguel Hernández y desataba una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes.
Al enterarme del cáncer de Julia, me entró la misma indignación que cuando el destino se cebó con Notre Dame. Lo dije en un tuit que me costó la excomunión: en habiendo auténticos engendros arquitectónicos, como la Almudena (ese cruce entre Lladró, el Museo de Cera y Las Vegas), va y se quema la catedral más bonita del mundo. La cuna de la polifonía. ¿¿¿What the f...??? ¡Exijo un responsable!
Vamos a admitir– que ya es mucho admitir – que los humanos tengamos que soportar un número X de mutaciones celulares mundiales al cabo del año. Porque el cáncer no es más que eso, una mutación. Una mutación chunga, no evolutiva, de esas que permitieron en su día a la jirafa desarrollar un cuello modelo Cayetana, para ramonear en las copas más altas de las acacias. Las células sanas, al replicarse, cometen errores y se producen las malditas mutaciones. Algunas células enloquecen, como Calígula y deciden que son inmortales. Que no se suicidan cuando ya no sirven. Y se replican, y se replican, y se replican...Por eso Julia las llama células egoístas. Lo único que les importa, a las cabronas, es su propio pellejo.
Pero digo yo: ¿esas mutaciones no podrían repartirse con más tino? ¿Para qué tenemos a Trump, o a Aznar, o a la arpía de Macarena Olona, sino para que les toque algo en el sorteo? El primero ha estado a punto de cargarse el planeta (si es que no lo ha logrado ya, al salirse del Acuerdo de París) e intentó dar un golpe de estado en la democracia con más solera del mundo. El segundo nos metió en la guerra de Iraq, en la burbuja inmobiliaria y ahora desde FAES, se dedica a emponzoñar la convivencia de los españoles con delirantes teorías conspiranoicas. De Macarena Olona solo sé que se cuadra, cual monja alférez, ante el féretro del torturador Rodríguez Galindo y que dice que el hombre no mata, mata el asesino. Que no existe la violencia de género. ¡Ángel del cielo!
Eran tres candidatos cojonudos para febrero. Pues nada, macho: la Otero con cáncer y ellos sanos como cervatillos. Tampoco es imprescindible que vayan a reunirse hoy con el Creador. Pero estaría bien que tuvieran que bregar con el tratamiento, que casi siempre es chungo de narices.
Si el cáncer fuera un ejército, habría con quien parlamentar:
–Mi general, le cambio el tumor de Julia Otero por uno de David Cameron (sí, el tarado que nos metió en el Brexit) y otro de Marine Le pen (sí, la fánatica que dice que todo es culpa del inmigrante).
Es un dos por uno, no podría negarse. Lo malo del cáncer es que no es un ejército, es una banda. De pandilleros, de delincuentes juveniles. No está claro con quién habría que hablar para poner orden en este sindiós. Digo que son delincuentes juveniles, porque si algo caracteriza la célula cancerosa es que es una célula inmadura. Una cagaprisas. En su loco afán por crecer, multiplicarse e ir ganando posiciones, se escinde (mitosis) antes de tiempo, lo cual la hace peligrosa y vulnerable a la vez. Peligrosa, porque puede llegar a crecer a un ritmo vertiginoso, cuando se pone chula y agresiva, y vulnerable, porque su propia inmadurez le impide autorepararse cuando le empiezas a dar caña con los tratamientos disponibles.
¡Ah, los tratamientos! Otro de mis temas favoritos. Hemos mandado un rover a Marte pero las armas de que disponemos para enfrentar el cáncer son aún dignas de la Edad Media. Todos se basan en el principio: yo (paciente) me voy a joder, pero más te vas a joder tú (célula cancerosa).
Es inaceptable. Prehistórico.
A excepción de algunos tratamientos muy selectivos, fuera de carta, con inmunoterapia, donde enseñan a nuestro sistema inmunitario a no dejarse engañar por el tumor y disparar a matar sobre él, sin más contemplaciones, lo que tenemos en el menú para cepillarnos un cáncer es viejuno y deprimente, como de veterinario del siglo XII.

  1. El hacha del verdugo, esto es, la cirugía. Te quitan media teta o te sacan la próstata, lo que decida el cirujano. Desde hace unos años existe un robot llamado Da Vinci que permite extirpar la próstata con precisión milimétrica. Los pacientes ya no se quedan impotentes ni sufren pérdidas de orina. O eso dicen. ¿Alguien se anima? Es tan caro que como no te lo cubra el seguro, tendrás que hipotecar la casa.
  2. La catapulta (con piedra incendiaria incluida). Es decir, la radioterapia. Tumbamos al canceroso en una tabla conectada a un acelerador de partículas y durante unos minutos bombardeamos su tumor con fotones. Partículas invisibles que golpean las células cancerosas (y ¡ojo! también las sanas), liberan energía al atravesarlas y les parten el ADN por varios sitios a la vez. Las muy capullas no son capaces, como decía antes, de autorepararse como hacen las células adultas (que también quedan lesionadas) y si no mueren en el choque contra el fotón, lo hacen a los pocos días, con el espinazo destrozado. A mí me gusta imaginar que su agonía es lenta y dolorosa.
  3. El asedio medieval, que equivale al bloqueo hormonal. Te inyectan una sustancia para que tu cuerpo deje de producir testosterona o estrógenos durante X meses y el tumor se queda seco. En el caso del varón, hasta hace relativamente poco, no había química para detener la producción de testosterona y al paciente había que practicarle una orquitectomía. Que es como los cirujanos llaman a cortarte los huevos. ¿A que es encantador?
  4. El veneno, a lo Lucrecia Borgia. Te inyectan sustancias que arrasan con todo. Y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. También suena muy top y ultramoderno. ¡Lo quiero probar!
Se lo decía el otro día a Julia: cuando te detectan un cáncer – y hablo, como los sabios, desde la experiencia – se producen dos reacciones simultáneas. La primera y más obvia es el miedo: ¿saldré de ésta?
La segunda y más desconocida es la rabia. Porque el cáncer es silencioso como un indio apache. Son tus propias células mutadas las que te atacan a traición, con nocturnidad y alevosía. Produce el mismo cabreo que cuando descubres que te traiciona tu pareja o te sisa un administrador en el que confiabas. Afortunadamente, esa rabia ayuda a sobreponerse a la autocompasión del ¿por qué a mí? Y uno la puede utilizar, como La Fuerza de Star Wars, para acabar con el hideputa.
Ayer me disfracé de Obi–Wan Kenobi, me aparecí ante la Otero y le soplé el mantra al oído.
–¡Utiliza la rabia, Julia, deja que ella te guíe! ¡Que desate el infierno de tu sistema inmunitario!
Y me consta que mi joven padawana me va hacer caso: ¡su tumor ya está muerto y aún no lo sabe!
Enhorabuena, jefa. Ya es el segundo que te cargas.
 
Me he quedado como mucha gente que lo ha leido totalmente indignado con el artículo de ese ser llamado Máximo Pradera que aprovechando esta malísima noticia de Julia Otero, y tratando de quedar bien con ella , con la que trabajó un tiempo en su programa de radio, le dedica a una serie de personas que no son de su agrado, sus deseos de que les pase lo peor.
Lo que no se da cuenta este tipo, que al recrear el tratamiento de esta enfermedad le hace un flaco favor a la periodista por lo truculento de su relato.
¿Como puede haber gente tan cruel y rencorosa ?
Este es el artículo :

El cáncer de Julia

Máximo Pradera

25/02/2021
Una de las cosas más detestables del cáncer es que casi siempre le toca la china a quien no se lo merece. Ahora, a Julia Otero. ¿En serio, no había otra persona en el mundo? ¿Julia? ¿Que lleva haciéndonos felices en las ondas prácticamente desde que Marconi inventó la radio? ¡Que yo ya me reía con ella, Susan y Académica Palanca en los 90, en La Radio de Julia! Porque sé de buena tinta que su cáncer tiene buen pronóstico, que si no me ponía ahora mismo en modo Miguel Hernández y desataba una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes.
Al enterarme del cáncer de Julia, me entró la misma indignación que cuando el destino se cebó con Notre Dame. Lo dije en un tuit que me costó la excomunión: en habiendo auténticos engendros arquitectónicos, como la Almudena (ese cruce entre Lladró, el Museo de Cera y Las Vegas), va y se quema la catedral más bonita del mundo. La cuna de la polifonía. ¿¿¿What the f...??? ¡Exijo un responsable!
Vamos a admitir– que ya es mucho admitir – que los humanos tengamos que soportar un número X de mutaciones celulares mundiales al cabo del año. Porque el cáncer no es más que eso, una mutación. Una mutación chunga, no evolutiva, de esas que permitieron en su día a la jirafa desarrollar un cuello modelo Cayetana, para ramonear en las copas más altas de las acacias. Las células sanas, al replicarse, cometen errores y se producen las malditas mutaciones. Algunas células enloquecen, como Calígula y deciden que son inmortales. Que no se suicidan cuando ya no sirven. Y se replican, y se replican, y se replican...Por eso Julia las llama células egoístas. Lo único que les importa, a las cabronas, es su propio pellejo.
Pero digo yo: ¿esas mutaciones no podrían repartirse con más tino? ¿Para qué tenemos a Trump, o a Aznar, o a la arpía de Macarena Olona, sino para que les toque algo en el sorteo? El primero ha estado a punto de cargarse el planeta (si es que no lo ha logrado ya, al salirse del Acuerdo de París) e intentó dar un golpe de estado en la democracia con más solera del mundo. El segundo nos metió en la guerra de Iraq, en la burbuja inmobiliaria y ahora desde FAES, se dedica a emponzoñar la convivencia de los españoles con delirantes teorías conspiranoicas. De Macarena Olona solo sé que se cuadra, cual monja alférez, ante el féretro del torturador Rodríguez Galindo y que dice que el hombre no mata, mata el asesino. Que no existe la violencia de género. ¡Ángel del cielo!
Eran tres candidatos cojonudos para febrero. Pues nada, macho: la Otero con cáncer y ellos sanos como cervatillos. Tampoco es imprescindible que vayan a reunirse hoy con el Creador. Pero estaría bien que tuvieran que bregar con el tratamiento, que casi siempre es chungo de narices.
Si el cáncer fuera un ejército, habría con quien parlamentar:
–Mi general, le cambio el tumor de Julia Otero por uno de David Cameron (sí, el tarado que nos metió en el Brexit) y otro de Marine Le pen (sí, la fánatica que dice que todo es culpa del inmigrante).
Es un dos por uno, no podría negarse. Lo malo del cáncer es que no es un ejército, es una banda. De pandilleros, de delincuentes juveniles. No está claro con quién habría que hablar para poner orden en este sindiós. Digo que son delincuentes juveniles, porque si algo caracteriza la célula cancerosa es que es una célula inmadura. Una cagaprisas. En su loco afán por crecer, multiplicarse e ir ganando posiciones, se escinde (mitosis) antes de tiempo, lo cual la hace peligrosa y vulnerable a la vez. Peligrosa, porque puede llegar a crecer a un ritmo vertiginoso, cuando se pone chula y agresiva, y vulnerable, porque su propia inmadurez le impide autorepararse cuando le empiezas a dar caña con los tratamientos disponibles.
¡Ah, los tratamientos! Otro de mis temas favoritos. Hemos mandado un rover a Marte pero las armas de que disponemos para enfrentar el cáncer son aún dignas de la Edad Media. Todos se basan en el principio: yo (paciente) me voy a joder, pero más te vas a joder tú (célula cancerosa).
Es inaceptable. Prehistórico.
A excepción de algunos tratamientos muy selectivos, fuera de carta, con inmunoterapia, donde enseñan a nuestro sistema inmunitario a no dejarse engañar por el tumor y disparar a matar sobre él, sin más contemplaciones, lo que tenemos en el menú para cepillarnos un cáncer es viejuno y deprimente, como de veterinario del siglo XII.

  1. El hacha del verdugo, esto es, la cirugía. Te quitan media teta o te sacan la próstata, lo que decida el cirujano. Desde hace unos años existe un robot llamado Da Vinci que permite extirpar la próstata con precisión milimétrica. Los pacientes ya no se quedan impotentes ni sufren pérdidas de orina. O eso dicen. ¿Alguien se anima? Es tan caro que como no te lo cubra el seguro, tendrás que hipotecar la casa.
  2. La catapulta (con piedra incendiaria incluida). Es decir, la radioterapia. Tumbamos al canceroso en una tabla conectada a un acelerador de partículas y durante unos minutos bombardeamos su tumor con fotones. Partículas invisibles que golpean las células cancerosas (y ¡ojo! también las sanas), liberan energía al atravesarlas y les parten el ADN por varios sitios a la vez. Las muy capullas no son capaces, como decía antes, de autorepararse como hacen las células adultas (que también quedan lesionadas) y si no mueren en el choque contra el fotón, lo hacen a los pocos días, con el espinazo destrozado. A mí me gusta imaginar que su agonía es lenta y dolorosa.
  3. El asedio medieval, que equivale al bloqueo hormonal. Te inyectan una sustancia para que tu cuerpo deje de producir testosterona o estrógenos durante X meses y el tumor se queda seco. En el caso del varón, hasta hace relativamente poco, no había química para detener la producción de testosterona y al paciente había que practicarle una orquitectomía. Que es como los cirujanos llaman a cortarte los huevos. ¿A que es encantador?
  4. El veneno, a lo Lucrecia Borgia. Te inyectan sustancias que arrasan con todo. Y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. También suena muy top y ultramoderno. ¡Lo quiero probar!
Se lo decía el otro día a Julia: cuando te detectan un cáncer – y hablo, como los sabios, desde la experiencia – se producen dos reacciones simultáneas. La primera y más obvia es el miedo: ¿saldré de ésta?
La segunda y más desconocida es la rabia. Porque el cáncer es silencioso como un indio apache. Son tus propias células mutadas las que te atacan a traición, con nocturnidad y alevosía. Produce el mismo cabreo que cuando descubres que te traiciona tu pareja o te sisa un administrador en el que confiabas. Afortunadamente, esa rabia ayuda a sobreponerse a la autocompasión del ¿por qué a mí? Y uno la puede utilizar, como La Fuerza de Star Wars, para acabar con el hideputa.
Ayer me disfracé de Obi–Wan Kenobi, me aparecí ante la Otero y le soplé el mantra al oído.
–¡Utiliza la rabia, Julia, deja que ella te guíe! ¡Que desate el infierno de tu sistema inmunitario!
Y me consta que mi joven padawana me va hacer caso: ¡su tumor ya está muerto y aún no lo sabe!
Enhorabuena, jefa. Ya es el segundo que te cargas.
Es de una bajeza moral sin límites.Estoy esperando la condena por parte de la ministra de igualdad y sus secuaces........ eso si, espero sentada
 
Claramente hablas sin saber. Continuamente habla de Monforte, está restaurando su casa alli y hace el programa desde la Ribeira al menos una vez al año.
Y lo de adoctrinar,.. también hablas sin saber. Ha tenido gente como Juan Carlos girauta, alejo Vidal(vox) , Anna grau, pilar Gómez... a adrianssens, alguien grandes o Manuel delegado. Y no solo hablan desde Cataluña sino que suele tener tertulianos gallegos, andaluces, etc.
Si eso no te parece plural...
Es una sectaria. Como si lleva a Torrebruno y los Teleñecos. A todos les lee bien la cartilla antes y bien que corta y dirige el tema cuando sale algo que a su amo (Lara) no le gusta.
 
Me he quedado como mucha gente que lo ha leido totalmente indignado con el artículo de ese ser llamado Máximo Pradera que aprovechando esta malísima noticia de Julia Otero, y tratando de quedar bien con ella , con la que trabajó un tiempo en su programa de radio, le dedica a una serie de personas que no son de su agrado, sus deseos de que les pase lo peor.
Lo que no se da cuenta este tipo, que al recrear el tratamiento de esta enfermedad le hace un flaco favor a la periodista por lo truculento de su relato.
¿Como puede haber gente tan cruel y rencorosa ?
Este es el artículo :

El cáncer de Julia

Máximo Pradera

25/02/2021
Una de las cosas más detestables del cáncer es que casi siempre le toca la china a quien no se lo merece. Ahora, a Julia Otero. ¿En serio, no había otra persona en el mundo? ¿Julia? ¿Que lleva haciéndonos felices en las ondas prácticamente desde que Marconi inventó la radio? ¡Que yo ya me reía con ella, Susan y Académica Palanca en los 90, en La Radio de Julia! Porque sé de buena tinta que su cáncer tiene buen pronóstico, que si no me ponía ahora mismo en modo Miguel Hernández y desataba una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes.
Al enterarme del cáncer de Julia, me entró la misma indignación que cuando el destino se cebó con Notre Dame. Lo dije en un tuit que me costó la excomunión: en habiendo auténticos engendros arquitectónicos, como la Almudena (ese cruce entre Lladró, el Museo de Cera y Las Vegas), va y se quema la catedral más bonita del mundo. La cuna de la polifonía. ¿¿¿What the f...??? ¡Exijo un responsable!
Vamos a admitir– que ya es mucho admitir – que los humanos tengamos que soportar un número X de mutaciones celulares mundiales al cabo del año. Porque el cáncer no es más que eso, una mutación. Una mutación chunga, no evolutiva, de esas que permitieron en su día a la jirafa desarrollar un cuello modelo Cayetana, para ramonear en las copas más altas de las acacias. Las células sanas, al replicarse, cometen errores y se producen las malditas mutaciones. Algunas células enloquecen, como Calígula y deciden que son inmortales. Que no se suicidan cuando ya no sirven. Y se replican, y se replican, y se replican...Por eso Julia las llama células egoístas. Lo único que les importa, a las cabronas, es su propio pellejo.
Pero digo yo: ¿esas mutaciones no podrían repartirse con más tino? ¿Para qué tenemos a Trump, o a Aznar, o a la arpía de Macarena Olona, sino para que les toque algo en el sorteo? El primero ha estado a punto de cargarse el planeta (si es que no lo ha logrado ya, al salirse del Acuerdo de París) e intentó dar un golpe de estado en la democracia con más solera del mundo. El segundo nos metió en la guerra de Iraq, en la burbuja inmobiliaria y ahora desde FAES, se dedica a emponzoñar la convivencia de los españoles con delirantes teorías conspiranoicas. De Macarena Olona solo sé que se cuadra, cual monja alférez, ante el féretro del torturador Rodríguez Galindo y que dice que el hombre no mata, mata el asesino. Que no existe la violencia de género. ¡Ángel del cielo!
Eran tres candidatos cojonudos para febrero. Pues nada, macho: la Otero con cáncer y ellos sanos como cervatillos. Tampoco es imprescindible que vayan a reunirse hoy con el Creador. Pero estaría bien que tuvieran que bregar con el tratamiento, que casi siempre es chungo de narices.
Si el cáncer fuera un ejército, habría con quien parlamentar:
–Mi general, le cambio el tumor de Julia Otero por uno de David Cameron (sí, el tarado que nos metió en el Brexit) y otro de Marine Le pen (sí, la fánatica que dice que todo es culpa del inmigrante).
Es un dos por uno, no podría negarse. Lo malo del cáncer es que no es un ejército, es una banda. De pandilleros, de delincuentes juveniles. No está claro con quién habría que hablar para poner orden en este sindiós. Digo que son delincuentes juveniles, porque si algo caracteriza la célula cancerosa es que es una célula inmadura. Una cagaprisas. En su loco afán por crecer, multiplicarse e ir ganando posiciones, se escinde (mitosis) antes de tiempo, lo cual la hace peligrosa y vulnerable a la vez. Peligrosa, porque puede llegar a crecer a un ritmo vertiginoso, cuando se pone chula y agresiva, y vulnerable, porque su propia inmadurez le impide autorepararse cuando le empiezas a dar caña con los tratamientos disponibles.
¡Ah, los tratamientos! Otro de mis temas favoritos. Hemos mandado un rover a Marte pero las armas de que disponemos para enfrentar el cáncer son aún dignas de la Edad Media. Todos se basan en el principio: yo (paciente) me voy a joder, pero más te vas a joder tú (célula cancerosa).
Es inaceptable. Prehistórico.
A excepción de algunos tratamientos muy selectivos, fuera de carta, con inmunoterapia, donde enseñan a nuestro sistema inmunitario a no dejarse engañar por el tumor y disparar a matar sobre él, sin más contemplaciones, lo que tenemos en el menú para cepillarnos un cáncer es viejuno y deprimente, como de veterinario del siglo XII.

  1. El hacha del verdugo, esto es, la cirugía. Te quitan media teta o te sacan la próstata, lo que decida el cirujano. Desde hace unos años existe un robot llamado Da Vinci que permite extirpar la próstata con precisión milimétrica. Los pacientes ya no se quedan impotentes ni sufren pérdidas de orina. O eso dicen. ¿Alguien se anima? Es tan caro que como no te lo cubra el seguro, tendrás que hipotecar la casa.
  2. La catapulta (con piedra incendiaria incluida). Es decir, la radioterapia. Tumbamos al canceroso en una tabla conectada a un acelerador de partículas y durante unos minutos bombardeamos su tumor con fotones. Partículas invisibles que golpean las células cancerosas (y ¡ojo! también las sanas), liberan energía al atravesarlas y les parten el ADN por varios sitios a la vez. Las muy capullas no son capaces, como decía antes, de autorepararse como hacen las células adultas (que también quedan lesionadas) y si no mueren en el choque contra el fotón, lo hacen a los pocos días, con el espinazo destrozado. A mí me gusta imaginar que su agonía es lenta y dolorosa.
  3. El asedio medieval, que equivale al bloqueo hormonal. Te inyectan una sustancia para que tu cuerpo deje de producir testosterona o estrógenos durante X meses y el tumor se queda seco. En el caso del varón, hasta hace relativamente poco, no había química para detener la producción de testosterona y al paciente había que practicarle una orquitectomía. Que es como los cirujanos llaman a cortarte los huevos. ¿A que es encantador?
  4. El veneno, a lo Lucrecia Borgia. Te inyectan sustancias que arrasan con todo. Y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. También suena muy top y ultramoderno. ¡Lo quiero probar!
Se lo decía el otro día a Julia: cuando te detectan un cáncer – y hablo, como los sabios, desde la experiencia – se producen dos reacciones simultáneas. La primera y más obvia es el miedo: ¿saldré de ésta?
La segunda y más desconocida es la rabia. Porque el cáncer es silencioso como un indio apache. Son tus propias células mutadas las que te atacan a traición, con nocturnidad y alevosía. Produce el mismo cabreo que cuando descubres que te traiciona tu pareja o te sisa un administrador en el que confiabas. Afortunadamente, esa rabia ayuda a sobreponerse a la autocompasión del ¿por qué a mí? Y uno la puede utilizar, como La Fuerza de Star Wars, para acabar con el hideputa.
Ayer me disfracé de Obi–Wan Kenobi, me aparecí ante la Otero y le soplé el mantra al oído.
–¡Utiliza la rabia, Julia, deja que ella te guíe! ¡Que desate el infierno de tu sistema inmunitario!
Y me consta que mi joven padawana me va hacer caso: ¡su tumor ya está muerto y aún no lo sabe!
Enhorabuena, jefa. Ya es el segundo que te cargas.
Que sabrá este muerto de hambre lo que es que te robe un administrador. Si no tiene donde caerse muerto.

Que ser humano más asqueroso y repulsivo.
 
Es de una bajeza moral sin límites.Estoy esperando la condena por parte de la ministra de igualdad y sus secuaces........ eso si, espero sentada
Estaba viendo una entrevista a Penélope Cruz el otro día en Canal Plus y este personaje hizo dos chistes de poll*s delante de ella. Fernando Schwartz con cara de circunstancias, y pidiendo disculpas en nombre de él...
 

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