Juicio al 'procés' - Referéndum en Cataluña — El conflicto catalán

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Mi impresión es que el puesto le viene grande. En los asuntos cruciales del país, nunca está (o rara vez) cuando debe, y si aparece, lo hace tarde. De muy poco me sirve saber que "está en su despacho muy atento a la actualidad", porque eso mismo lo hago yo y lo hacen millones de españoles. También pienso que está mal aconsejado.

Es posible, como dice Ondina, que estén preparándole una actuación solemne para uno de estos días, con motivo del conflicto catalán. Algo así como una legitimación del nuevo rey, pero creo que no será tan exitosa como la del padre.
Lo que dice Ondina y mencionas tu puede ser, quien sabe, antes del día uno casi imposible y después salga el sí o el no, las cosas ya no serán igual que antes de ese día. Si sale el sí por razones obvias, si sale el no porque el panorama y las directrices a seguir serán otros. Lo que si veo claro es que esta Jefatura de Estado no vale para nada que suponga la unidad del pais, y aquello de símbolo, que era el gran punto de apoyo de las monarquías, está sin contenido, no es creible porque apoyarse en un emblema para representar una unidad que se supone lograda, es algo que se cae por todas partes, máxime en las actuales circunstancias.
 
Al hilo de una hipotética independencia de Cataluña pregunto: ¿Que va a ocurrir con el aeropuerto de El Prat y con el puerto de Barcelona?

Ambas infraestructuras son del MOPU, es decir, del Ministerio de Obras Públicas y en el caso de que Cataluña fuera independiente no podría tener acceso ni al puerto ni al aeropuerto, porque no serían de su propiedad. ¡Menudo lío!
 
Gerard Bellalta, empresario y líder patriota catalán: “Los curas y obispos que defienden la independencia de Cataluña son una colla de maricones”


Imagen de archivo de Gerard Bellalta, durante la emisión del programa cien de ‘La ratonera’.

Josep Flores/Especial para AD.- Hay lealtades que nunca mueren. La de Gerard Bellalta con España es una de ellas. Este empresario de 56 años, catalán de larga data y miembro de SOLUCIONA en Cataluña, se ha convertido en una de las voces del bando patriota, por no decir la única, que suena estos días alejada de la palinodia y el pasteleo pactista de quienes, pese a todo el drama vivido, pretenden retomar la situación anterior al procès secesionista, haciendo tabla rasa de todo lo que hemos visto, vivido y sufrido. Bellalta dice que sus manifestaciones rotundas proceden de sus convicciones profundas. Quizás por eso ha elegido el camino más difícil en Cataluña, en contra del elegido por casi todos los demás. Fácil y rentable para ellos, accidentado y bacheado para España. A menos tres jornadas del referéndum ilegal, hemos conversado con Gerard Bellalta.

-¿Qué pasará el 1 de octubre?

Hemos vivido unas semanas kafkianas que dejan abiertas todas las posibilidades. La locura mesiánica de unos y la cobarde inacción de Rajoy, parapetándose en jueces y fiscales, han convertido Cataluña en un escenario imprevisible.

-¿Y si finalmente se vota?


El presidente de la Generalitat, en un acto a favor del referéndum

Si al final se vota y Puigdemont puede salir al balcón y valerse de los resultados para dar cauce a la secesión, entonces el Estado de Derecho habrá sido derrotado. Y esa misma noche, insisto, esa misma noche, Mariano Rajoy tendrá que dimitir por haber sido incapaz de defender el Estado de Derecho. Y detrás de Rajoy, el Rey, porque habrá dejado de ser el símbolo de la unidad y la permanencia de España como nación. Si los separatistas consiguen poner de rodillas al Estado de Derecho, España dejaría de regirse por un sistema de leyes escritas e instituciones ordenado en torno de una Constitución, la cual es el fundamento jurídico de las autoridades y funcionarios que se someten a las normas de esta. Cualquier medida o acción debe estar sujeta a una norma jurídica escrita y las autoridades del Estado, entre ellas Puigdemont, están limitadas estrictamente por un marco jurídico preestablecido que aceptan y al que se someten en sus formas y contenidos. Por lo tanto, toda decisión de sus órganos de gobierno ha de estar sujeta a procedimientos regulados por ley y guiados por absoluto respeto a los derechos fundamentales. Lo anterior contrasta con las acciones emprendidas por los secesionistas sin que medie una norma jurídica. De ahí que si ellos vencen el domingo, y vencer significa que haya votaciones, aún de forma parcial, entonces habrán derrotado al Estado de Derecho. Y si eso ocurre, y aquí coincido plenamente con lo que sostiene SOLUCIONA, mi partido, el imperio de la ley se habrá convertido en república bananera y sería lícito apelar a los ciudadanos a que defrauden al Estado o directamente dejen de acatar sus normas.

¿Cree que las dos partes deben sentarse a dialogar y negociar después del día 1, como propone Pedro Sánchez?


Sánchez y Puigdemont.

Eso es una locura, una más, de un personaje que terminará convirtiendo a Zapatero en un respetable estadista. Lo que este señor le está diciendo a los golpistas es que el Estado español es tan débil que la sedición, que es uno de los delitos más graves que recoge nuestro ordenamiento jurídico, puede ser primada a cambio de que los sediciosos depongan su actitud. ¿Cómo se puede plantear un escenario de negociación con los que se han rebelado contra el Estado y amenazado, intimidado y agredido a miles de catalanes que se sienten españoles? Quienes defienden la negociación con los separatistas demuestran que no han entendido nada ni son conscientes del alcance del desafío. ¿Cree usted que se puede negociar con quienes inculcan en los colegios a niños de siete años que “España nos roba”? Ha dicho Felipe González que éste es el mayor problema que ha tenido España en los últimos 40 años. Fíjese que lo sitúa por encima del 23-F, cuyos supuestos responsables pasaron muchos años en prisión. Imaginemos que la noche del 23 de febrero de 1981, alguien hubiese defendido negociar con Tejero. Lo habrían encerrado inmediatamente en un frenopático.

-¿Qué responsabilidad atribuye al Gobierno de Rajoy en este conflicto?


Jordi Pujol y Felipe González.

Al Gobierno de Rajoy y a todos los gobiernos de la democracia. La ventaja de los grandes partidos españoles es la desmemoria de la población, la ausencia de perspectiva histórica en los análisis políticos. Antes de que el cáncer se transformara en metástasis, incluso antes de que apareciera el cáncer, muchos quisimos vacunar al enfermo y fuimos atacados y perseguidos. Los problemas no surgen por generación espontánea. Lo que hoy vivimos es el resultado de haber impedido en 1982 el encarcelamiento de Jordi Pujol por la estafa en Banca Catalana. Dijeron los socialistas que era para no convertirlo en un mártir. Lo que hoy vivimos es consecuencia de la falta de respuesta a tantos años de impunidad por parte de los separatistas. Si la primera vez que se multó a un comerciante por rotular su establecimiento en castellano, se hubiese encarcelado de inmediato al responsable político de la medida, tal vez hoy habrían muchos menos separatistas. Si cuando los medios públicos catalanes comenzaron su labor propagandística a favor del totalitarismo soberanista que hoy sufrimos, se les hubiese cerrado de inmediato el grifo de la financiación, tal vez hoy habrían muchos menos catalanes defendiendo la sedición como fórmula de convivencia. Si tanto PSOE como PP no se hubiesen tenido que valer de partidos separatistas para gobernar, probablemente no tendrían que haberse visto obligados a ceder permanentemente al chantaje de aquellos. Habría bastado con modificar las leyes electorales. Si se hubiera escuchado con más respeto a los españoles que en los años 70 nos advirtieron de ciertos límites que las autonomías no deberían sobrepasar nunca, tal vez no nos encontraríamos hoy en este aparente callejón sin salida. Este fracaso tiene muchos padres, y no sólo los gobiernos de Rajoy. Los separatistas catalanes han vivido todos estos años como el niño malcriado al que se le conceden todos los caprichos, sin que se repare en las consecuencias. Al final, el niño se cree con derecho a todo. ¿Es sólo culpa del niño? Creo que no.

-En su condición de empresario catalán, ¿defiende el boicot de productos de su región, como propone SOLUCIONA?

El partido al que pertenezco propone, y es importante el matiz, el boicot a aquellos productos cuyos propietarios se hayan posicionado a favor de la independencia, y eso lo apoyo plenamente. Mire usted, aquí hay también bastante fariseísmo por parte de la patronal catalana. Muchos empresarios apelan al dialogo, pero no he escuchado a los empresarios que defienden la españolidad de Cataluña tener un pronunciamiento tan firme como el que por ejemplo tienen los los empresarios que sí apoyan la independencia. ¿Por qué se escucha sólo la voz de los malos, mientras los que no lo son tanto se mantienen en la equidistancia, como en el cuento del Decameron? ¿Por qué les resulta tan difícil a los empresarios catalanes que dicen no ser independentistas firmar un manifiesto a favor de la unidad de España? Ellos dicen que para no perder mercado. Es decir, que ellos deben esconder lo que se sienten para no perder clientes catalanes, pero en cambio, fuera de Cataluña, se critica que los consumidores españoles rechacen productos elaborados por empresarios que pretenden romper nuestra patria. Es todo un ejercicio de doblez moral y sin sentido.

-¿Le ha sorprendido el posicionamiento de un amplio sector de la Iglesia catalana a favor de la independencia?


El monje de Montserrat Sergi D’Assís.

Para nada. Llevo años viendo como actúan. Hay pocas cosas que haya vertebrado tanto mi vida como el Catolicismo, pero desgraciadamente hace tiempo que dejé de acudir a oficios religiosos en Cataluña. Y como yo muchos católicos. Los templos catalanes están vacíos y las vocaciones apenas existen y a estos lo que les preocupa es la independencia. Cataluña es la región española con más casos de cristianofobia cada año que nunca han sido denunciados por los obispos. Hay más de medio millón de musulmanes esperando su momento en Cataluña, y la Iglesia catalana les presta ayuda y los antepone a los propios españoles. Alguien ha dicho que deben hacer más acción pastoral y menos política. Hombre, para hacer labor pastoral hay que tener feligreses, y en Cataluña los han perdido. Lo más lamentable fue escuchar al monje de Montserrat, en una homilía, hablar de represión en Cataluña. Los monjes del Monasterio de Montserrat que fueron vilmente asesinados, entre 1936 y 1937, por las hordas marxistas de entonces y que hoy tienen clara representación en el Parlamento de Cataluña, se estarán revolviendo en sus tumbas. Los obispos y curas catalanes a favor de la independencia son una colla de maricones, unos pobres cobardes que creen que por posicionarse hoy junto a los que pudieran ser sus verdugos, caso de repetirse la historia, le van a salvar el cuello. La diferencia con sus antecesores que sufrieron martirio es que a gente como este esmirriado monje de Montserrat, no le considerarían nunca un mártir, en caso de que no huya a tiempo. Sepa además que si consiguiera salvar el pellejo tendría que agradecérselo a aquellos a los que hoy acusa de represores.

Llaman represión a mantener el orden legal y en cambio callan cuando la CUP apunta contra la Iglesia al hablar de su proyecto de país, proponiendo obligarla a pagar IBI y eliminando subvenciones a colegios religiosos. La diputada Mireia Vehí dijo este martes que “quieren una República en la que la Iglesia católica no sea la quinta columna del patriarcado”. En Barcelona, la CUP abogó hace unas semanas por expropiar la Catedral para convertirla en un economato o una escuela de música.

-¿Y por qué se inclina ante los que sin duda serían sus verdugos un sector tan amplio de la sociedad catalana?


Agustín Montal, presidente del F.C. Barcelona le entrega al Caudillo la Medalla de Oro del club.

Soy catalán de origen, no un charnego acomplejado ni avergonzado de sus raíces. Mis antepasados lucharon junto a Ramón Cabrera i Griñó en el bando carlista. Por eso me duele la respuesta que debo dar a su pregunta: como he leído recientemente, de entre todas las regiones españolas, la catalana está entre las mas cobardes y chaqueteras de España, servil siempre con el que gana. La mas belicosa y valiente sin duda es la castellana, incluida la actual Extremadura, que construyó España y su imperio junto al Reino de Aragón. A ella se le unió todo el norte visigodo y los vascos. Y finalmente Andalucía. Pero la zona levantina siempre ha estado plagada de moriscos y musulmanes. Esa influencia hoy es nefasta, pues su naturaleza es traicionera. Estos catalanes lobotomizados son una masa inerte enferma de odio, pero profundamente cobarde. Se esconden tras los periodistas extranjeros. Cuando tienen que jugársela acuden al pacifismo como un lugar común. Cuando Franco venía a Cataluña, los líderes empresariales catalanes acudían rastreramente al palacio de Pedralbes a rendirle pleitesía y los obispos catalanes lo sacaban bajo palio en Montserrat. Las directivas del Fútbol Club Barcelona condecoraron hasta tres veces al Caudillo. La última el 27 de febrero de 1974, en el Palacio del Pardo, con Agustí Montal a la cabeza. Para ser pacifistas, como lo fueron los hindúes con los britanicos o los chinos con el régimen comunista, hay que pasar hambre y no tener nada que perder. Y estos catalibanes, gracias a España, nunca han pasado hambre. Después de sus numeritos callejeros con las esteladas, se van de copas o a ver LaSexta, la cadena del multimillonario Roures, el Soros catalán. Me da que con las primeras hostias empezarán a gritar como histéricas y a culpar a los verdes. Pues que sepan que los verdes somos todos los españoles de bien. Cualquier guardia civil tiene más huevos que todos ellos.

-Le sorprende que Podemos se haya alineado ya claramente con los independentistas?

No creo que a ningún español bien informado le sorprenda que esta escoria esté actuando de quinta columna para imponernos su dictadura comunista en una España rota.

-El independentismo y sectores de la izquierda han denunciado el “a por ellos” lanzado a los guardias civiles y policías cuando salían de sus unidades para trasladarse a Cataluña. Usted, como catalán, ¿se ha sentido aludido con esas imágenes?

Y tanto, pero para bien. Me ha dado una gran alegría la reacción patriota de muchos españoles al despedir a sus héroes. Y digo héroes con toda la acepción del término. Algunos han ironizado y dicho que parecía que los policías y guardias civiles se trasladaban a Irak o Afganistán. No, es peor aún. Lo que ocurre en el Medio y Extremo Oriente no pone en riesgo la unidad de España. Lo que está ocurriendo en Cataluña, sí. Estos agentes se han trasladado a Cataluña para impedir que los sediciosos culminen su hoja de ruta para destruir España y el futuro de millones de españoles. Vienen a restablecer la legalidad e impedir a los golpistas que se salgan con la suya. Por consiguiente, es completamente lógico que muchos españoles hayan querido agradecerlo de la forma que lo han hecho. Los que llevan décadas insultando al resto de los españoles. Los que han jaleado a ETA o mantenido con la banda terrorista una actitud equidistante. Los que le han hecho imposible la vida a tantos catalanes por sentirse españoles. Los que han mantenido una permanente actitud de menosprecio hacia el resto de los españoles. Los que han querido tapar sus vergüenzas lanzando proclamas del tipo de “España nos roba”, son los menos autorizados para criticar a estos españoles de bien y orgullosos de su origen. Y claro que es oportuno gritar “a por ellos”. El “a por ellos” no señala a los catalanes honrados y fieles a España y a su legalidad. El “a por ellos” apunta a los traidores golpistas que quieren acabar con todo.

Insisto, detrás de esos policías y de esos guardias civiles hay millones de españoles. Al menos los golpistas sabrán lo que son hombres de verdad y no perroflautas feminizados. Por mucho que forcejeen y pataleen, debemos imponernos a ellos. De lo contrario, la España que conocemos habrá dejado de existir el domingo.


http://www.alertadigital.com/2017/0...encia-de-cataluna-son-una-colla-de-maricones/
 
El pueblo de Cataluña ya ha ganado la primera batalla, LA CALLE.
Ya.para ya ves lo que opinan algunas foreras,Los y las que se manifiestan en la calle,son más o menos como delincuentes jajajajaja hablan en nombre de los españoles y yo que soy española y no pienso igual.He dejado de ser española??? Que conflicto tengo madre mía :p:p.Hablar de política es lo que tiene, que se nos ve el plumero a todas y a todos :joyful::joyful:
 
Al hilo de una hipotética independencia de Cataluña pregunto: ¿Que va a ocurrir con el aeropuerto de El Prat y con el puerto de Barcelona?

Ambas infraestructuras son del MOPU, es decir, del Ministerio de Obras Públicas y en el caso de que Cataluña fuera independiente no podría tener acceso ni al puerto ni al aeropuerto, porque no serían de su propiedad. ¡Menudo lío!

Está previsto: nacionalización.
 
Ya.para ya ves lo que opinan algunas foreras,Los y las que se manifiestan el calla,son más o menos como delincuentes jajajajaja hablan en nombre de los españoles y yo que soy española y no pienso igual.He dejado de ser española??? Que conflicto tengo madre mía :p:p

No tengo ningún conflicto, tengo las cosas muy claras..
Lo que opinen me trae al pairo, es un foro y hay diversidad de opiniones. Lo importante es lo que opines tú.
 
Última edición:
De la estrategia de las termitas al choque de trenes
Jaime Revés


El nacionalismo ha podido cometer un error histórico que pone en riesgo su labor de desgaste de las últimas décadas.

Debo reconocer que soy de los pocos que está francamente esperanzado ante los acontecimientos que está provocando el denominado procés. Mi optimismo no es naif ni voluntarista. Me duele la división que sufrimos hoy los catalanes y la amenaza que se cierne sobre la unidad de España. Mi optimismo procede simplemente de la convicción de que si el actual conflicto no se hubiera producido, la segregación de Cataluña hubiera sido un hecho inevitable en veinte o treinta años. Si nada hubiera alterado la dinámica de inacción cultural y transferencia permanente de competencias a la Generalitat, no hace falta ser adivino para predecir el futuro.

Cataluña se está independizando de España desde 1978. Es cierto que esta desvinculación se ha estado realizando en cómodos plazos, pero no por ello la desconexión deja de ser real. La estrategia histórica del nacionalismo catalán ha consistido en avanzar en un proceso lento pero persistente de desconexión cultural, simbólica e institucional con España.


Incluso la Iglesia fue (y sigue siendo) objeto de infiltración y uso político en Cataluña

Como el franquismo no permitía la actividad política, desde los años sesenta el interés del nacionalismo se centró en la cultura. Poco a poco su presencia se fue haciendo hegemónica en el terreno del folclore, la música popular, el teatro, el deporte, el excursionismo y las fiestas de pueblos y barrios. Incluso la Iglesia fue (y sigue siendo) objeto de infiltración y uso político en Cataluña. Poca o nula resistencia encontró el nacionalismo en ese campo.

Con la llegada de la democracia, la estrategia cultural se amplió al terreno institucional. Nuestra oligarquía regional comprendió desde muy pronto que su mantenimiento pasaba por la asunción y desarrollo del catalanismo. Así, la maquinaria normativa y presupuestaria pasó a reforzar el proceso de desconexión. La guerra cultural pasó a ser alimentada por generosas subvenciones públicas y blindada con la pedagogía de las leyes.


La estrategia de infiltración del nacionalismo catalán también ha tenido como objetivo los medios de comunicación, hasta el punto que las televisiones y radios públicas nunca han reflejado la pluralidad de Cataluña y se han convertido en simples terminales ideológicas.

Dudar que Cataluña fuera una nación te convertía en una especie de radical o de apestado. Alguien condenado al ostracismo social

A través de este proceso, lento pero sostenido, el nacionalismo catalán supo crear un nuevo consenso social basado en el hecho indiscutible de que Cataluña es una nación en la que pesan más las diferencias culturales que los rasgos comunes con los demás pueblos de España. Para lograr este consenso, el nacionalismo supo crear las condiciones para que la aceptación de esta premisa fuera un requisito para entrar en el ascensor social. Los días en los que la clase biempensante se definía como catalanista quedaron atrás. Desde los años noventa la asunción de un “nacionalismo moderado” determinaba la centralidad política en Cataluña. Dudar que Cataluña fuera una nación te convertía en una especie de radical o de apestado. Alguien condenado al ostracismo social. En este clima, medidas como el endurecimiento de las políticas de inmersión lingüística, las sanciones por no rotular en catalán, la desobediencia de las sentencias del Tribunal Constitucional, la persecución de intelectuales disidentes como Boadella o el pacto del Tinell ya no causaban indignación entre las nuevas mayorías sociales.

La falta de visión y la dejación de funciones de los dos grandes partidos nacionales (PP y PSOE) durante todo este tiempo han sido flagrantes. En la Transición se optó por un modelo de descentralización como vía para serenar las pulsiones centrífugas. El mayor traspaso de competencias a Cataluña lo hizo Felipe González. Pero fue Aznar quien entregó Educación a CiU en una bandeja de plata como contraprestación a su apoyo para la legislatura 1996-2000. Desde hace tiempo está claro que esta idea (probablemente buena en su origen) ha fracasado. La política de concesiones permanentes no ha apaciguado al nacionalismo, sino que lo ha radicalizado. Sin embargo, los sucesivos gobiernos de la Moncloa se han resistido siempre a aceptarlo y a pagar el precio (político) de esta constatación. La lógica partidista les llevaba a seguir trampeando con mercadeos pantuflos y calendarios a corto plazo. Ambos partidos seguían cerrando pactos con quienes se presentaban como Bismarck en Madrid, a cambio de mirar para otro lado cuando se comportaban como Bolívar en Cataluña. De esta forma, los sucesivos gobiernos centrales se aseguraban el control de la Moncloa a cambio de abandonar Cataluña a su suerte.


De esta forma el tiempo ha pasado. La Generalitat siempre ha mantenido una deslealtad firme, pero sin grandes aspavientos. Y, mientras tanto, la identidad hispánica de Cataluña se ha ido apagando gradualmente. Dulce y lentamente. Sin nadie que la defienda. Igual que se apaga la conciencia de un enfermo de Alzhéimer. Un poco cada día.

Por todo ello, en mi opinión, la estrategia del nacionalismo era perfecta para la consecución de sus fines. El árbol estaba regado y bien cuidado. Solo le faltaba esperar a que la independencia cayera por sí sola como un fruto maduro. Era una cuestión de tiempo y para el éxito del plan solo era necesario un poco más de paciencia.

El nacionalismo ha practicado durante décadas la estrategia de las termitas. La estrategia de las mil heridas, sin afrontar un duelo de tú a tú.

El nacionalismo ha practicado durante décadas la estrategia de las termitas (gracias, Gramsci). La erosión de nuestra cultura común y de la presencia y autoridad del Estado mediante la lluvia fina, el lento deterioro de todo lo que nos une, la burla y el descrédito de todo lo que suene a español. La estrategia de las mil heridas, sin afrontar un duelo de tú a tú.

Sin embargo, con la activación del “procés” todo eso trabajo de los últimos años se ha puesto en riesgo. La radicalización del discurso político y la entrada en escena de actores nuevos como la ANC, Ómnium Cultural o las CUP han precipitado la agenda revolucionaria y han pasado a la fase de ruptura con la legalidad, agitación callejera y enfrentamiento directo con el Estado. Es muy posible que el pueblo catalán no estuviera preparado todavía para pasar a esta nueva pantalla del choque de trenes. La conversión masiva de nacionalistas en independentistas en un corto periodo de tiempo no podía realizarse sin generar movimientos de reacción.

Este paso puede haber sido un grave error de cálculo del nacionalismo, motivado por las necesidades a corto plazo de una Generalitat en quiebra técnica y una clase política amenazada por la corrupción y el auge de ERC. El establishment convergente vio en el descontento que de la población, causado por una grave crisis económica e institucional, como una ventana de oportunidad para una huida hacia delante. Pero con esta precipitación puede haber despertado muchas conciencias adormecidas.

Por eso yo agradezco la llegada del “procés”. Bueno, lo agradezco tanto como uno puede agradecer la fiebre o las convulsiones que te alertan de una enfermedad. Son síntomas dolorosos que nadie desea, pero sin ellos la enfermedad no podría ser diagnosticada ni tratada.

En Cataluña necesitábamos un punto de inflexión. Una sacudida

Desde que se inició el “procés” la ciudadanía no nacionalista se ha movilizado como no lo había hecho nunca en las últimas décadas. Por fin se han empezado a generar los anticuerpos. Han surgido nuevos actores como Sociedad Civil Catalana, Ciudadanos, Som a temps, incluso una nueva patronal que ha roto abiertamente con el nacionalismo. Internet es un hervidero de foros de ideas y blogs desacomplejados como Dolça Catalunya. El PSC ha sido obligado a recular un paso y a desmarcarse del bloque nacionalista. Cada vez son más los que se atreven a alzar su voz frente a los excesos que viven en su actividad cotidiana. En resumen, la centralidad política ya no la marca exclusivamente el nacionalismo. Vuelve a ser objeto de discusión política.

Es cierto que estas iniciativas son todavía pequeñas en proporción al poder de la máquina burocrática y cultural del nacionalismo. Realmente lo son. Son sólo brotes verdes en la construcción de un nuevo discurso contra-hegemónico. Pero este tipo de propuestas surgidas de la sociedad civil eran inimaginables hace apenas unos años.

A mi alrededor son muchos los que se lamentan de que se han cruzado demasiadas líneas rojas y que las cosas ya no podrán volver a ser como antes. Yo, por el contrario, confío en que las cosas no vuelvan a ser como antes. En Cataluña necesitábamos un punto de inflexión. Una sacudida que nos sacara de la atonía y resignación en la que nos habíamos instalado. El tiempo dirá si sabemos aprovechar esta oportunidad o volvemos a las andadas.

https://gaceta.es/espana/la-estrategia-las-termitas-al-choque-trenes-20170929-1759/
 
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