Juego de tronos en la RAE: Cebrián quiere ser director de la Real Academia

[A bordo del Titanic]

La meritocracia al poder, jaja. Es incredibol esto.

Juan Luis Cebrián maniobra para hacerse con la dirección de la RAE

Tres minutos después de que Darío Villanueva anunciara en el pleno del jueves que no quería repetir mandato como director de la Real Academia Española, empezó la campaña electoral informal que llevará hasta diciembre. Corrillos, algunas caras de sorpresa y expresiones de "a mí ya me había dicho" y un nombre muy llamativo: el de Juan Luis Cebrián.

Junto al periodista, el físico José Manuel Sánchez Ron, el jurista Santiago Muñoz Machado y el filólogo José Antonio Pascual son los cuatro miembros de la Real Academia Española cuyos colegas consideran como probables sustitutos de Villanueva. La elección se celebrará antes de fin de año y conviene recordar que, según los estatutos de la RAE, no hay candidaturas formales para la dirección. Como en el Vaticano, los académicos escogen más o menos espontáneamente a su jefe.

Otra cosa es que, extraoficialmente, haya postulantes. El nombre más controvertido es el de Cebrián, antiguo director de El País y presidente de honor del diario. Según miembros de la RAE consultados por EL MUNDO, el periodista cuenta con cuatro abogados para su causa dentro de la Academia: Emilio Lledó, Luis Goytisolo, Darío Villanueva y José Terceiro. Cebrián, de hecho, ha explicado a sus afines que fue Villanueva quien le propuso impulsar esa candidatura informal. De momento, su deseo no contaría con el apoyo de más de 10 de los 46 académicos de la RAE, insuficientes para su ambición. Aunque todavía quedan muchos electores que no saben a quién votarán ni cómo interpretar el futuro inmediato de la Academia. Esta misma mañana, tres miembros de la RAE confesaban a este periódico su perplejidad por el anuncio de Villanueva.

Otros académicos aseguran que el aún director ya había filtrado su decisión antes de verano. Y que, en paralelo al partido de los amigos de Cebrián, hay un grupo de escépticos o asombrados. Según estas fuentes, los contrarios a la opción Cebrián son Luis Mateo Díez, José María Merino, Carmen Iglesias, Arturo Pérez-Reverte, José Manuel Sánchez Ron, Manuel Gutiérrez-Aragón, Luis María Anson, Pedro Álvarez de Miranda, José Manuel Blecua y José Antonio Pascual, entre otros. Dudan de que el periodista sea el mejor candidato posible y recuerdan la dirección errática del Grupo Prisa en los últimos años de su labor ejecutiva como presidente. En su opinión, la RAE necesita ahora, más que otra cosa, un gestor eficiente.

Sobre los motivos del abandono de Villanueva también hay hipótesis diferentes. Algunos hablan de la falta de respaldo de los académicos, que consideran que la RAE ha estado huérfana de liderazgo, y otros consideran que el director ha terminado agotado por la presión externa, incluida la de la vicepresidenta Carmen Calvo, y por la dificultad para encontrar patrocinios para las actividades de la casa.
http://www.elmundo.es/cultura/literatura/2018/10/05/5bb73b5122601d65128b45ae.html

 

[Alquezar]

El Mundo de 23 de diciembre de 1996.


Cebrián como metáfora
por Gabriel Albiac

«Ser un pésimo escritor no es un delito. Pero aun eso requiere cierto esfuerzo: la apuesta de invertir el escaso tiempo propio en la traza de una obra, incluso de una obra mala, incluso de una obra pésima. Juan Luis Cebrián no es un escritor pésimo. No es un escritor. Sencillamente. Publicó una de esas novelitas baratas para uso de quioscos en ferrocarriles y aeropuertos. Fue hace años. Como no reincidió, nada hay que impida ser benevolente con su falta de sentido del ridículo de entonces. Y olvidarse de algo que ni siquiera Corín Tellado hubiera osado firmar sin un síncope de sonrojo. Optó en seguida por dedicarse a las altas finanzas. Hizo bien. Ser un pésimo escritor no es ciertamente un delito... Pero da tanta vergüenza...»

«Exceso en la metáfora: desde hace cuatro días, un mediocre redactor de editoriales al dictado posee sillón propio en la institución a cuyo cobijo se halla la lengua y el diccionario. Su obra literaria es inexistente, pues que la infinita caridad colectiva concede el olvido al engendro narrativo aquel. Su capacitación en el campo de la lingüística es, con exactitud, igual a cero. Sin obra, sin tareas investigadoras o académicas conocidas, el hombre de Bankinter dispara al infinito el monstruoso tropo constituyente de la España de fin de siglo: sólo la mentira vale, sólo la nulidad –intelectual como moral o política- posee valor absoluto. Cebrián académico es el espejo de esta España en la cual vivimos: la de los González, los Gil, los Aznar, los Guerra, los Pujol o los Ibarra... La España analfabeta y mala, porque no hay mediocridad ni ignorancia que no sean éticamente envilecedoras.»

«Podríamos –es tan fácil- tomar a risa eso de que el patético redactor de La rusa haya pasado sobre la cabeza del enorme sabio que es Quilis; podríamos perdernos en esgrimas más o menos ingeniosas acerca de su sintaxis tosca, acerca de la inepcia chata de su prosa hecha de tópicos encadenados... Haríamos mal. No es broma que un don nadie –en lo que a lengua y literatura toca- deba decidir acerca de criterios técnicos en los cuales se juega aquello de lo cual está forjado nuestro espíritu: la lengua. No es broma Juan Luis Cebrián en la Academia. Por mucho que lo parezca. Ni siquiera una broma pesada. Ni siquiera un chistoso sabotaje dadaísta. Es una vergüenza. Callarlo sería más vergüenza todavía.»

«Vergüenza para la Academia: para quienes lo propusieron, para quienes lo votaron, ellos sabrán por qué. Vergüenza, por encima de todo, para quienes hablamos y escribimos en un español que, bajo la pluma del nuevo académico, accede a un bochornoso grado cero.»

«No. Ser un pésimo escritor no es un delito. Pero requiere ser un escritor, primero. No lo es el consejero ex periodista de Bankinter. Puede aducir en su favor tal vez un mérito. Sólo. Él es metáfora. La más cruda metáfora de los tiempos presentes. Cebrián en la Academia: España en la mentira.»