Juan Luis Cebrián y la impunidad. Jesús Cacho

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No sé si este interesantísimo artículo de Jesús Cacho está publicado aquí.Si lo está pido excusas y espero que SC lo borre.

Juan Luis Cebrián y la impunidad
Jesús Cacho




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Uno de esos episodios para el recuerdo. Subir al despacho de Juan Luis Cebrián en la segunda planta del edificio de Miguel Yuste, sede de la redacción de El País, sabiendo que a uno le van a dar boleta no es plato de gusto, de modo que a quien esto suscribe no le cabía el susto en el cuerpo cuando franqueó aquella puerta. Me sorprendió entrar en un espacio apenas iluminado por la luz de una lámpara de mesa que, como si de una pintura tenebrista se tratara, tejía una línea entre la luz y las sombras sobre el mostacho del señorito, ocultando al visitante su mirada y todo lo demás. Me dijo, más o menos, que la empresa había perdido su confianza en mí. Respondí con idéntico argumento pero al revés. Y de repente mis nervios desaparecieron al reparar en unas gotitas de sudor que, cual minúsculas perlas de miedo, colgaban suspendidas, como indecisas, de los pelillos rubios de su cuidado bigote. Aquel tío tenía miedo. Aquel tío lo estaba pasando peor que yo. Aquel tío ha sido siempre un acollonado acostumbrado a vencer su cobardía con sobredosis de esa soberbia que proporciona el saberse un “amo del universo” en versión Wolfe.

Uno de los “amos del prao” durante los últimos 40 años. Poco más de 40 se cumplen de la muerte de Franco en la cama, y el cuarenta aniversario de su fundación acaba de celebrar El País, buque insignia del grupo Prisa, cuyo primer ejecutivo, mandamás indiscutido, es Cebrián. El muy granuja ha pretendido festejar la efeméride por todo lo alto, aunque haya poco espacio para los cohetes en un imperio, el levantado por Jesús Polanco, que llegó a tener a España en un puño en su día y que hoy está casi reducido a cenizas, quebrado por este genio de la literatura y las finanzas, esclavo de una deuda de más de 3.000 millones que nunca podrá devolver. Y en pleno festejo, cabritos los dioses, pérfida doña Fortuna, resulta que al sujeto le han encontrado una vía de agua, casi un canal de la Mancha, con su presencia en los papeles de Panamá a través de su ex, y una participación en una extraña petrolera radicada en paraíso fiscal, de la que posee el 2%, con opción a un 3% más, regalo de un íntimo amigo llamado Massoud Zandi. De modo que a Jannly le han arruinado la celebración, hay que ser cabrones, y qué mala es la gente, oiga, que ni siquiera respeta las fiestas de guardar.

El episodio, más que anécdota, es categoría con todas las de la ley. Es el final del círculo, el cierre del bucle de la corrupción que tiene hoy postrado a este país. Resulta que el personaje que presume poco menos que de haber traído la democracia a España, al alimón con Adolfo Suárez y un tal Juan Carlos I, el tipo que más influencia ha tenido en la conformación de una opinión pública de izquierdas en España, el Imperio que ponía y quitaba ministros, manejaba el BOE, obtenía favores sin cuento de todos los Gobiernos, ese personaje, ese imperio, han ido a parar a la misma alcantarilla que el resto del régimen de la Transición, a la misma piscina de aguas fecales de la ambición por el vil metal, el maldito parné, que ha vuelto locos a tantos españoles de moral distraída.

El capo di tutti capi de Prisa ha venido a morir en la ribera donde ha muerto el régimen del 78, en la misma mierda
Como ese PSOE que se corrompió en los noventa y que hoy, desnortado, dirige un aventurero con menos luces que un barco de contrabando, capaz de aliarse con el Daesh si preciso fuera para poder gobernar. Como ese Juan Carlos I, guinda del pastel, que, después de traicionar venturosamente lo que Franco había dejado atado y bien atado, se dedicó a pillar, a amontonar dinero de comisiones sin cuento hasta convertirse en la gran fortuna que es hoy. Como este PP cuyo tesorero acumula en Suiza una fortuna cercana a los 50 millones cuya propiedad no se conoce pero se sospecha. Un PP carcomido por una corrupción tan apabullante, de Aznar a Rato casi todos, que resulta hoy difícil imaginar en él un solo hombre bueno. Como ese Pujol apandador que, mientras predicaba la buena nueva de la independencia de Cataluña, se dedicaba a robar a dos manos para que toda su prole pudiera transitar por este mundo cruel sin penuria alguna. Todos decididos a hacer de la libertad un negocio. Hacerse ricos tras la muerte de Franco y la llegada del maná europeo. Esta es la moraleja de los papeles de Panamá cebrianitas. El capo di tutti capi de Prisa ha venido a morir en la ribera donde ha muerto el régimen del 78, en la misma mierda. No podía hacerlo en otro lugar ni en ceremonia distinta: él y su grupo han sido faro y escollera, madre y madrastra, put* y chulo de esta pobre democracia a medio cocinar que hoy sangra por los cuatro costados, víctima de tantos y tan principales salteadores de caminos.

Prisa es el Régimen del 78. Concebido en sus orígenes como un periódico de corte liberal (Manuel Fraga, Ricardo de la Cierva, Darío Valcárcel) dispuesto a acompañar el tránsito de la dictadura a la democracia, El País se decantó pronto hacia las posiciones abandonadas de la izquierda mediática, el fértil terreno de lo “progre” en el que un aventurero sin escrúpulos como Polanco, aventajado de ese capitalismo de amiguetes dispuesto a hacer negocios a la sombra del poder político, masajeándolo primero y luego -tan fuerte, tan poderoso ya-, simplemente dándole órdenes, iba a construir un imperio ante el que llegarían a arrodillarse los ricos hispanos. Relata Gregorio Morán (“El cura y los mandarines”) el episodio chusco de la policía del ministro Martín Villa deteniendo a unos jóvenes por llevar un ejemplar de El País bajo el brazo, y el correlato de esa misma policía registrando en febrero de 1977 la casa del rojo peligroso en que se había convertido el director de informativos de TVE con Arias Navarro. El destino, siempre dispuesto a correr el velo que separa el ser del parecer, iba a sentar décadas después a Cebrián y Martín Villa en torno a la mesa del mismo Consejo de Administración, como presidente y alto cargo, respectivamente, de Prisa. Cierre del bucle. Enemigos a muerte desde siempre de cualquier idea liberal susceptible de salir de la mollera de la derecha española, ha sido esa misma derecha “cavernaria y corrupta” la que ha vuelto, 40 años después, a rescatar a Prisa de una quiebra fraudulenta, vicepresidenta Sáenz de Santamaría mediante, obligando a los bancos a convertir en equity parte de la monstruosa deuda contraída por el grupo, amén de convencer a Telefónica para que comprara la ruina de Canal Plus. Enésimo cierre del bucle de los amos del Régimen.

Prisa y su metamorfosis con el Régimen

En realidad Prisa se había metamorfoseado tanto con el Régimen, tanto se había camuflado en el paisaje financiero, en los valores del “a pillar a pillar, que el mundo se va a acabar” del sistema, que mientras la economía crecía como la espuma en una burbuja de crédito cuya explosión acabaría acusando la mayor crisis de nuestra historia, Prisa, para no ser menos, se endeudaba en más de 5.000 millones de euros, una cifra a todas luces imposible de devolver ni siquiera mediante el proceso de trocear el grupo y venderlo por piezas, que es lo que ha hecho este genio de las finanzas travestido de ensayista y académico de la Lengua. El figura ha arruinado de paso a los hijos de Polanco, lo cual no ha sido óbice ni cortapisa para que él se haya embolsado no menos de 25 millones en los últimos cinco ejercicios -13,6 millones solo en 2011-, y se haya apuntado como fin de fiesta un “bonus de jubilación” de 6 millones más, a cobrar en 2020. Nuestros altos ejecutivos son así, capaces de arruinar la empresa que gestionan mientras se enriquecen con descaro en la España del ande yo caliente y ríase la gente.

El figura ha arruinado a los hijos de Polanco, lo cual no ha sido óbice ni cortapisa para que él se haya embolsado no menos de 25 millones en los últimos cinco ejercicios
Juan Luis ha hecho estos días grandes y alabanciosas declaraciones de amor al periodismo, a la libertad de expresión y todo lo demás. Cebrián ha hecho mucho daño a un país al que pudo haber hecho mucho bien. La profecía de nuevo cumplida de Gil de Biedma: “De todas las historias de la Historia, sin duda la más triste es la de España porque termina mal”. Se trata, en efecto, de uno de los personajes que, so capa de progresismo, más ha contribuido a hacer imposible la consolidación en España de una sociedad abierta y tolerante con la discrepancia ideológica. Lo suyo ha sido siempre la España cainita de buenos y manos. Olvídense de categorías conceptuales. Buenos y malos travestidos de simples amigos o enemigos. Más daño aún ha hecho al periodismo. La mayoría de los profesionales que en estos 40 años han desfilado por El País y han terminado tarifando con este cínico presuntuoso han acabado, de un modo u otro, sintiendo en el cogote el aliento fétido de este apóstol de las medias verdades –es el único periodismo que concibe- dispuesto siempre a denigrar a todo aquel que se hubiera atrevido a desafiarle, convencido como ha estado siempre de que fuera del paraguas de Prisa no había vida en mil millas a la redonda.

Lo sufrí con ocasión del escándalo Ibercorp, cuando, ya en El Mundo, el diario de Prisa, entonces dirigido por Joaquín Estefanía, fue capaz de publicar toda una página, impar para más señas, con la transcripción literal de una conversación mía con el abogado Juan Peláez, marqués de Alella, que había sido obtenida mediante la intervención ilegal del teléfono de mi domicilio por parte de las mismas mafias policiales que ahora mismo siguen suministrando material de derribo a tanto aguerrido periodista de investigación como pulula por estos pagos, sin que ningún ministro del Interior haya sido capaz de sanear esta cloaca, convertida en seria amenaza para las libertades. Por supuesto que ni Estefanía ni El País, defensores a ultranza de aquella beautiful people en la que figuraba Mariano Rubio, el gobernador del BdE pillado con las manos en la masa de Ibercorp, me han ofrecido nunca la menor disculpa. Nuevo cierre del bucle de la corrupción.

El orate Cebrián ha seguido sermoneando todos estos años, dictando doctrina a los atolondrados españoles tan necesitados ellos de sus sabias consejas. Como Aznar y tantos otros, los ricos españoles jamás renuncian a subirse al púlpito. Prisa y el PSOE. Nunca estuvo claro si se trataba de un grupo editorial con partido político, o de un partido político con grupo editorial anexo. Tanto monta. La larga mano de Cebrián y su cuate Felipe González han propiciado innumerables a la par que divertidos espectáculos de maquinación política en la sombra. El más reciente, el protagonizado con el pobre Pedro Sánchez, al que un día, hace escasas semanas, llamaron a capítulo para leerle la cartilla, después de que el botarate pretendiera ni más ni menos que pactar con Podemos, de modo que vente pacá, muchacho, que te vamos a enseñar de qué va esto: mira, eso de pactar con los comunistas ni hablar, que nosotros somos la izquierda caviar y no estamos dispuesto a que un demagogo de tres al cuarto venga ahora a quitarnos lo nuestro y obligarnos a vivir en un régimen que, como en Venezuela, no es capaz de ofrecer a sus ciudadanos ni papel higiénico para limpiarse el culo. Lo tuyo es Ciudadanos, buen mozo, esa es la bahía en la que tienes que largar el ancla; llama a Albert Rivera, que ya está avisado, y firma con él un acuerdo. Y a partir de ahí, lo que quieras. Y Pedro, bien mandado, cierra la puerta al pacto con ese coleta morada que tanto horroriza, tanta preocupación causa a la mesocrática barriga de un Felipe rico y a la rica chequera de un Cebrián obligado a pasar a su ex consorte un estipendio mensual de 40.000 euros.

Los maridos nunca saben lo que hacen sus mujeres

Ellos siguen mandando. Ellos, el PP, el PSOE, Juan Carlos I, el capitalismo castizo madrileño... no están por las reformas en serio. Ellos están por alargar la vida del difunto Régimen hasta donde sea posible. Ellos están para seguir en el machito. Por eso ha sido una faena, una putada en toda regla, que a hombre tan justo y preclaro, a este Gandhi que con sola su figura fue capaz de devolvernos la democracia él solito, le hayan vinculado con las cuentas en Panamá de su primera mujer. Porque Cebrián nunca supo lo que Teresa Aranda hacía con su dinero cuando estaban casados. El Régimen es así. Los maridos nunca se enteran de lo que sus santas hacen en casa. Ana Mato jamás supo que su marido aparcaba todas las noches un jaguar en el garaje de casa; ella pasaba por allí, bien cierto, pero no miraba, de la misma forma que Arias Cañete no sabía lo que hacía su doña con su pasta, esa noble jerezana de toda la vida de Dios en Jerez o caballo o Domecq, de la misma forma, también, que Rajoy nunca supo ni media del trajín que durante años se trajo Luis Bárcenas yendo y viniendo a Suiza con sus millones a cuestas.

Es una putada en toda regla que a este Gandhi que con su sola figura fue capaz de devolvernos la democracia él solito le hayan vinculado con las cuentas en Panamá de su primera mujer
De modo que el noble Jannly se ha cabreado muy seriamente y ha amenazado con querellas a diestro y siniestro. “Desde que tuvimos éxito hemos tenido que sufrir algunos ataques injustificados, pero además falsarios” ha dicho esta semana en la dura entrevista a la que le sometió la gran Pepa Bueno, valiente, en la Cadena SER. El precio del éxito. Y la envidia, pecado español por antonomasia. Cebrián anuncia querellas con el dinero de Prisa, faltaría más. Otra característica de los eximios ejecutivos hispanos, siempre dispuestos a resolver problemas privados con dinero ajeno, con el dinero del prójimo, y que le vayan dando a los accionistas. A la periodista no se le ocurrió preguntarle por qué su ex tenía poderes en una sociedad domiciliada en las Seychelles y creada por el bufete panameño Mossack Fonseca, ni cuáles son sus negocios con Massoud Zandi en la petrolera Star Petroleum, compañía que también enmascaró su propiedad a través de paraísos fiscales con la ayuda del mismo bufete. Pepa Bueno rehusó convertirse en un santiamén en Pepe el Malo.

Así está el periodismo español. Leo en El País del viernes, primera página: “En la ceremonia [celebración del 40 aniversario], que se convirtió en una fiesta del periodismo libre e independiente, Felipe VI (¿qué hacía allí Felipe VI?) destacó el papel de este diario como una garantía de la democracia”. Decir que El País ha mantenido “una visión abierta e integradora de la sociedad española” es sencillamente falso. Las dos Españas siguen tan firmes, tan eternamente enfrentadas como siempre, tan incapacitadas para llegar a esos grandes pactos que reclama un país necesitado de enterrar de una vez sus demonios históricos y afrontar en paz un futuro de modernidad. Y Cebrián ha sido uno de los grandes mantenedores de esa letanía de confrontación que impide a España desprenderse de su pasado más atrabiliario. Parece, pues, que Felipe VI no sabe cómo está el periodismo español y, lo que es peor, la propia democracia, aunque, si quiere, yo se lo explico en media hora de una tarde cualquiera de mayo.

El Bonaparte de las Tullerías

No parece que las querellas vayan a ir a más. Los leguleyos han pedido al intelectual que quieto parao, apéate del burro y sé prudente, tío, que estás mucho mejor callado. Pero está la ofensa moral. La soberbia herida, esa herencia presente en el ADN de todo poderoso hispano que se precie. Usted no sabe con quién está hablando. La soberbia que le lleva a ningunear la supuesta campaña contra él y su grupo como “la más pequeña de las que hemos sufrido, una revolucioncita de las redes sociales". Eximio representante de la Transición, Cebrián ha ido a caer en la gran fosa séptica de la corrupción del Régimen que tiene a los españoles de buena voluntad perplejos, paralizados por el miedo a un futuro que no se adivina tras la aduana del 26J. Muy bien podría el sujeto hacer suyo el speech del gran Al Pacino en “Un domingo cualquiera”, la película de Oliver Stone: He cometido todos los errores que un hombre de mediana edad puede cometer, he despilfarrado gran parte de mi dinero, he echado de mi vida a todo el que me ha amado, he quebrado la empresa que pusieron en mis manos y he arruinado a los hijos del fundador, he sembrado cizaña en los múltiples surcos de esta España en perenne barbecho, y mi nombre ha aparecido también flotando en las aguas muertas del mar de Panamá. Últimamente ni siquiera soporto la cara que veo en el espejo, pero como el resto de prohombres del Régimen, reclamo mi derecho a la impunidad para no ser menos. Y mi determinación de seguir al mando, obligado como estoy a demostrar a las nuevas generaciones que no soy el bandido corso de Elba sino el Bonaparte de los jardines de las Tullerías. Así muere un Régimen tras 40 años de mala vida. Solo con humor podremos seguir respirando en esta maltratada España nuestra.

http://vozpopuli.com/analisis/81386-juan-luis-cebrian-y-la-impunidad
 
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Jesús Cacho
Análisis - 04:00

Zandi y el cenagal de los codiciosos


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Campo petrolífero.

Escena madrileña. Un empresario con intereses en la industria editorial avanza por el pasillo de un restaurante de postín para toparse de frente con una mesa que comparte Juan Luis Cebrián y un tipo de mediana edad y gran atractivo físico. El capo de Prisa se levanta solícito y saluda al recién llegado: “Fulano, quiero presentarte a Massoud Zandi, íntimo amigo mío y próximo presidente de la República de Irán”. De esto hará unos 10 años y Zandi, que presume de ser hijo de un ministro del último Sha de Persia, tiene tantas posibilidades de ser presidente de la República Islámica de Irán como Papa de Roma. En realidad, el hispano-iraní, que en algún momento de su saga/fuga española amagó con ser la oposición a Mahmud Ahmadineyad en Europa, se ha dedicado a pasear al régimen de los Ayatolás por Madrid y alrededores, montándole “cumbres” y encuentros empresariales como si de una bien engrasada agencia de relaciones públicas se tratara. Lo suyo no es la política, sino los negocios de altos vuelos con la elite político-económica española.

A principios del 2000, Zandi, 54 años, había elegido ya su anclaje madrileño en la figura del poderoso consejero delegado de Prisa, el hombre que a los mandos de El País tanto pánico ha provocado entre los poderes fácticos hispanos en los últimos 40 años, tanto veneno ha sembrado por la línea divisoria de “las dos Españas”. En Cebrián y en Teresa Aranda, su entonces mujer. Zandi abrió a la periodista un restaurante en La Moraleja, Plaza de la Fuente, un lugar decorado con mimo que aspiraba a ser al mismo tiempo café concierto y club de jazz. Lo financió Zandi, y casi al mismo tiempo (octubre de 2004) le puso (un millón de euros) una Fundación ad hoc, la Fundación Atman para la Alianza de las Civilizaciones, para entretener su ocio como vicepresidenta, bajo la presidencia honorífica del propio Zandi. Eran los tiempos dorados de Zapatero, y nuestro hombre, muy amigo de Miguel Sebastián, jefe de la oficina económica del presidente, y de periodistas como Pedro J. Ramírez y Antonio Ferreras, entraba en Moncloa como Pedro por su casa. Muy ligada al PSOE, en el patronato de la Fundación Atman figuraba gente como Augusto Delkader, Javier Gómez Navarro, Fernando Vallespín y Rosa Regás. Para aquel entonces los Cebrián y los Zandi eran ya uña y carne. Como lo era el propio Felipe González, la otra cara de la moneda Cebrián, Zipi y Zape. El 2 de septiembre de 2006 los españoles se desayunaron con la foto en la prensa de González estrechando la mano de Ahmadineyad en Teherán, un tipo cuya máxima aspiración consistía entonces en borrar a Israel del mapa mediante el uso de la bomba atómica, en un viaje preparado por Zandi y que, en contra de las teorías divulgadas al respecto, no era más que un simple viaje de negocios. Dinero, solo dinero.

El “tout Madrid” estaba entonces convencido de que Zandi se dedicaba a importar petróleo de Irán para las refinerías españolas, naturalmente para las de Repsol, y de que con las comisiones de tal comercio se financiaban cosas como el restaurante de ladyAranda y la Fundación Atman. El personaje comenzó a ser conocido en España gracias a un artículo aparecido en El Confidencial en septiembre de 2006, donde quien esto suscribe dibujaba a grandes rasgos la vida y milagros de este singular vendedor de alfombras persas, brillante, dicharachero, seductor, adulador, mujeriego, simpático a rabiar, besucón, magnánimo hasta el exceso, que, sin embargo, ha seguido en la sombra durante 10 años más hasta que el escándalo de los papeles de Panamá ha vuelto a sacar a flote su figura de conseguidor de altos vuelos, al vincularlo con cerca de 10 sociedades offshore, los mismos papeles que han puesto en la picota a Aranda y a su ya ex marido Cebrián. En los últimos días ha sido el periodista Agustín Marco quien mejor ha puesto en evidencia la trama que une a González y Cebrián con los negocios de Zandi, concretada, en el caso del ejecutivo de Prisa, en el regalo por parte del iraní de un 2% del capital de Star Petroleun, con opción de compra de un 4,9% adicional.

Zandi ha seguido en la sombra hasta que el escándalo de los papeles de Panamá ha vuelto a sacar a flote su figura de conseguidor de altos vuelos
El Café-Concierto de La Moraleja acabaría siendo un fiasco monumental que se vio obligado a echar el cierre al poco tiempo, porque una cosa es presumir de negocio glamuroso y otra saberlo gestionar. La gestión, el esfuerzo continuado en la consecución de un objetivo, tampoco es el punto fuerte de Massoud Zandi. Lo suyo era y es recibir en sus oficinas del Paseo de la Castellana 42 y hacerlo como si el recién llegado fuera un príncipe saudí. “Quedabas con él a desayunar y te recibía con caviar…” El hombre espléndido que hay en Zandi no las gasta menos. “Es el mejor agasajador del mundo, sobre todo en esa Marbella de los grandes veraneos, donde recibía delegaciones de árabes dispuestos a hacer negocios o simplemente a gozar del clima y las chicas de piernas largas como autopistas. Es la fascinación que siempre han generado los del turbante entre las filas de esos paletos españoles trastornados por la repentina riqueza de los pobres Kombach. Uno se codea en Marbella con un tipo con chilaba y no sabe si se trata de un miembro de la infinita parentela de los Al-Saud o de un estafador disfrazado de mago Merlín.

Zandi lo pagaba todo, en Marbella y en Madrid. Él se encargaba de recibir en Barajas a los del turbante, de alquilar las suites en el Villamagna, de las limusinas para los desplazamientos, de las cenas en los mejores restaurantes y de cualquier otra cosa que sus invitados pudieran desear. Más que de un comisionista, se comportaba como si se tratara del heredero al trono saudí. Caviar para todas las ocasiones, y propinas de 100 euros por cualquier minucia. La venta de Vending Pizza, el negocio de máquinas expendedoras de pizza que Zandi colocó a Martínez Pujals, dueño de TelePizza, en marzo de 1999, le proporcionó una buena suma de dinero, una cantidad que utilizada con criterio hubiera proporcionado a cualquier persona juiciosa caudal suficiente para llevar una vida desahogada. No a Massoud Zandi, cuyo estilo de vida venía marcado por un casoplón en La Finca (Pozuelo de Alarcón) valorado en 8 millones y por una flota de coches Ferrari de colección.

¿De dónde saca para tanto como destaca?

¿Y de qué ha vivido Zandi tantos años en España? ¿De dónde saca para tanto como destaca? Hay quien sostiene que el rumboso hispano-iraní ha venido financiando su estrepitoso nivel de vida con el dinero que unos cuantos ricos españoles han venido poniendo en sus manos para invertir en los negocios que emprendía. Como el de la compañía minera SP Mining, con supuestos derechos de explotación de yacimientos minerales sobre 130.000 km2 en Chad, proyecto en el que Alberto Cortina invirtió cerca de 20 millones que el empresario da por perdidos y que ahora reclama en los tribunales a su antiguo amigo. El mismísimo Felipe González participó, en las oficinas de Paseo de la Castellana 42, en diversas reuniones entre Zandi y ministros de los Gobiernos de Chad y de Sudán del Sur para sacar adelante las licencias de explotación de las minas, en un caso, y del crudo, en otro, se supone que no gratia et amore. La obsesión de Zandi, con todo, ha sido el negocio del petróleo, la gallina de los huevos de oro de todo oriental con aspiraciones que se precie. El petróleo y Repsol, una fortaleza cuyo asalto ha intentado de mil formas y maneras con la intención de facturar las correspondientes comisiones. Lo intentó, con cierto éxito, bajo la presidencia de Alfonso Cortina, con Miguel Ángel Remón como vicepresidente ejecutivo (Remón operaría después como auténtico abrelatas de Zandi para toda clase de operaciones), con episodios, entre lo divertido y lo chusco, como el viaje a Kuwait en el que embarcó a Cortina tras convencerle de que tenía cerrada la compra del 10% de la petrolera por parte de KIO.

El viaje al emirato se demostró un fiasco, pero no la idea de Star Petroleum (SP), una compañía con domicilio fiscal en Luxemburgo pero controlada desde Seychelles y Samoa, que se vendió entre muy notorios personajes madrileños como propietaria de los derechos de explotación de una amplia zona de Sudán del Sur, en la que invirtió gente como Piedrahita, Alcántara, Minc, Yullera, Mesonero Romanos, Merino, Cebrián y algunos otros. Hasta un hombre tan aparentemente juicioso como Luis Jiménez, socio de Deloitte, a quien Zandi había encargado un informe sobre las cuentas de la petrolera, pareció haber perdido la cabeza ante la posibilidad de hacerse millonario: “Que dejo Deloitte”, decía deslumbrado a un amigo, “me voy a dedicar al negocio del petróleo y que le vayan dando a la auditoria”. Estábamos en pleno boom del ladrillo y muchos españoles, demasiados, habían decidido dar su particular pelotazo a costa de lo que fuera, fiel reflejo de un país donde el dinero se había convertido en el único Dios digno de ser adorado. Y Zandi, tan listo, tan guapo, tan seductor, era el caballo por el que había que apostar. Solo tenía, solo tiene un punto flaco el dandy Zandi: su capacidad -incapacidad más bien- para perder gran parte de su encanto a partir de la segunda copa, con el segundo trago.

En realidad SP era un cascarón vacío, “una estafa en toda regla”, al decir de alguno de los inversores aludidos. “SP tiene una opción, en disputa, sobre un campo de exploración en Sudán del Sur, pero no tiene título de propiedad que lo avale, y si lo tuviera tendría que empezar a desembolsar dinero en cantidad para pagar el “bono” al Gobierno, acometer la sísmica y, a continuación, empezar a pinchar para saber si se encuentra petróleo o no. Mucho dinero que no es fácil de encontrar con el actual nivel de precios del crudo”, asegura un buen conocedor del sector. “A Repsol llegan al cabo del año muchos supuestos negocios como este, concesiones de explotación que no valen nada, porque hay que invertir no menos de 3.000 millones de dólares para perforar y ver si sale algo. Es el timo de la estampita”. La compañía, prácticamente sin activos, ha abierto una ampliación de capital de un millón de euros (cifra apenas suficiente para pagar sueldos atrasados), a la que no parecen querer acudir algunos de los actuales accionistas, ello después de haber reducido su capital a cero desde los 300 millones de valoración inicial a la que entró gente como Javier Merino, el marido de Mar Flores, que un buen día estalló en lágrimas ante una buena amiga: “Es que me han estafado 30 millones, te lo juro, Fulana”. “Pero no puede ser”, replicó la aludida. “¿Y no te han dado ninguna explicación? “Sí, me han justificado una décima parte; el resto me han dicho que se ha ido en pagar sobornos”.

“SP es una compañía con un activo que es una concesión petrolífera en Sudán, necesitada de una ingente inversión para realizar la sísmica y la prospección posterior. Una concesión cierta. A partir de ahí habrá unas reservas cuantificables y la compañía se venderá posteriormente a una de las grandes. Y hay señores que han decidido invertir convencidos de que se van a hacer multimillonarios con esa venta, señores que han creído que este va a ser el negocio de su vida. Y hasta el momento no han puesto ninguna demanda que yo sepa, de modo que de estafa nada de nada”, asegura un portavoz de Zandi. “Por supuesto que va a hacer falta más inversores, pero la sociedad está en marcha y no hay lío societario alguno. Zandi sigue siendo su administrador solidario y sigue teniendo casi el 50% de la petrolera. Otra cosa fue la sociedad minera: ahí sí, ese fue un proyecto fallido”. ¿Cómo está el señor Zandi? “Apabullado por el lío mediático que se ha montado, porque él es un hombre tremendamente discreto, pero convencido de seguir adelante, y haciendo frente a la inspección fiscal de la Agencia Tributaria sobre él y sobre sus empresas”. ¿Cómo está ese asunto? “Pues Hacienda está tratando de demostrar que reside en España, cuando su residencia real está en Dubai, de modo que está tranquilo. Lo suyo es muy fácil. Un personaje apasionante”.

La sociedad rendida al becerro de oro

Zandi o el espejo de una sociedad rendida al becerro de oro, capaz de traicionar cualquier principio ético por dinero, decidida a enriquecerse a cualquier precio, incluso a costa de arruinar la propia empresa que dirige, caso paradigmático de Cebrián. Una serie de notables hispanos creyeron descubrir en el iraní a un Midas caído del cielo para hacer con él "el negocio de su vida", antes de quedar atrapados en la madeja de un personaje mucho más listo que todos ellos y tan amoral como ellos. Zandi o el cenagal de los codiciosos. Perfecto trasunto de la España que chapotea en la corrupción de todos los días y que tan bien encarnan dos protagonistas de la Transición tan notorios como el citado Cebrián y el ex presidente Felipe González. La publicación del video en el que el expresidente del Gobierno de España alaba la figura de Zandi como un “emprendedor nato” (“es una de las personas más creativas, con más capacidad emprendedora que he conocido (…) No he visto nadie con más habilidad para crear espacios nuevos (…) tampoco con más iniciativas audaces (…) Ahora que tanto se habla de espíritu emprendedor, él es un creativo irrepetible, un emprendedor nato”) marca seguramente un hito en el proceso de degradación de nuestras élites políticas, y hace más daño a Felipe que el famoso asunto de la cal viva. Mortal de necesidad.

La pretensión de Zandi y de sus socios no era otra que la de endilgar Star Petroleum a Repsol por una cifra millonaria, una idea que Cebrián hizo suya
En realidad la pretensión de Zandi y de sus socios no era otra que la de endilgar Star Petroleum a Repsol por una cifra millonaria, una idea que Cebrián hizo suya y que pregonó por los cenáculos madrileños, afirmando que Repsol iba a comprar SP por 300 millones, porque así se lo había prometido Isidro Fainé, el gran capo de La Caixa y accionista de referencia de Repsol (la entidad bancaria ha desmentido este extremo). Hoy SP parece una sociedad quebrada en la que Javier Merino, decidido a recuperar su dinero, ha tomado todo el protagonismo. “Zandi ya no es persona grata en Sudán y es Merino el interlocutor con el Gobierno del sur y quien está volcado en la búsqueda de nuevos inversores para el proyecto”. Decidido a “poner orden”, el propio Cebrián entró en el Consejo de Administración de SP el año pasado, puesto que abandonó espantado en diciembre cuando tuvo conciencia cierta del lío en el que se había metido. Se entiende la frustración que el eximio representante de la izquierda caviar española provoca hoy entre la redacción de El País y de la SER: “A ver cuándo se va de una vez y nos deja en paz”.

Tantos reveses no parecen haber amilanado a tipo tan energético y vitalista como Massoud Zandi, emprendedor de altos vuelos que, poco antes de la firma del tratado de no proliferación nuclear entre Estados Unidos e Irán, intentó convencer a Barack Obama del levantamiento de las sanciones. La idea se la compró Rafael Ansón, que prometió hacer lobby en la Casa Blanca a través de Juan Verde, en la actualidad estrecho colaborador de la campaña de Hillary Clinton a la presidencia de los USA. Se trataba de poner cuanto antes en marcha el oleoducto capaz de llevar al Mediterráneo europeo el valioso crudo del mar Caspio cuyo transporte monopoliza hoy la compañía rusa Grazpom. Pero Verde, precavido, no se dejó enredar, no obstante lo cual “Rafansón debe haber sido el único español que ha logrado sacarle dinero a Zandi”. El hispano iraní está ahora mismo haciendo de lobista de Indra en Irán. “Yo hablo directamente con Abril-Martorell”, sostiene el emprendedor, que ha contactado con el nuevo presidente de Indra a través de Cebrián, para quien aquél trabajó a sus órdenes en el Grupo Prisa. Zandi no descansa. Cebrián, tampoco. Todo sea por la pasta.
 
Por fin se ha quietado la careta socialista la Felipa, un conseguidor de un presunto estafador, él muy listo, que se sepa, no invirtió un euro, lo suyo es la comisión y el gancho de los pardillos que cayeron como moscas en la trampa.
Tela marinera, a otros por menos se les ha expulsado de los partidos. El PS se tiene que plantear echar a este individuo tan tóxico. Ahora se explica el pánico que tiene a que llegue al gobierno gente decente, sabe que se le terminó el chollo y el chiringuito que tiene montado.
Me alegro que les hayan dado el timo del tocomocho el moro a estos tipejos por avariciosos.
 
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