Isaac Asimov, 100 años

La psicohistoria, ¿es posible?

Fuente: Blog Thalassa
La psicohistoria y el futuro en Fundación.

¿Quién no querría conocer el futuro? Supongo que casi todo el mundo. A mí, desde luego, me apasionaría poder abrir una "ventana temporal" y echar un vistazo a la Tierra del futuro. No es este el momento de los viajes en el tiempo. Ya tendremos otras novelas para hablar de eso, por ejemplo El fin de la Eternidad, escrita por el mismo Isaac Asimov. En Fundación se plantea otra hipótesis para conocer el futuro. Asimov postula que se puede predecir el futuro de la humanidad utilizando las matemáticas y la estadística. Es la ciencia denominada psicohistoria.


Fundación

Fundación comenzó como una serie de relatos de un jovencísimo Asimov. El primero de ellos, titulado entonces Fundación y posteriormente rebautizado como Los enciclopedistas, fue publicado en 1942 en la revista pulp Astounding. Los relatos se recopilaron en 1951 en tres libros: Fundación, Fundación e Imperio y Segunda Fundación. Pasarían muchas décadas hasta que Asimov se animara a escribir varias secuelas y precuelas.

Originalmente, Asimov buscaba narrar su propia caída del Imperio romano. Al escritor y científico también le apasionaba la historia, como a un servidor. En Fundación, se trataría de la caída de un imperio que abarcaba toda la galaxia, en un futuro muy lejano. Sólo a partir del relato El Mulo, incluido en Fundación e Imperio, la narración de la decadencia y caída del Imperio de Trantor pasa a un segundo plano, abordando Asimov otros temas.


Calcular el futuro

El todopoderoso Imperio galáctico de Trantor llega a su fin. Durante siglos, se ha estancado y ha declinado. Su cultura ha perdido toda la vitalidad y valor que había tenido y la curiosidad científica ha desaparecido. La caída del Imperio es inevitable. Pero, sólo unos pocos se han dado cuenta de ello. Y por eso, aparentemente, se ha establecido en el lejano planeta Terminus, la Fundación Número Uno de la Enciclopedia. Es una institución científica creada precisamente para preservar todo el saber y conocimiento científico. Realmente, la Fundación forma parte de un plan calculado por el último gran científico de ese Imperio galáctico, Hari Seldon.

Y digo calculado, porque Seldon actuará bajo los dictados de un novísimo conocimiento por él descubierto: la psicohistoria. En resumen se puede decir que la psicohistoria es matemática estadística aplicada a las ciencias sociales. En concreto, a predecir el comportamiento de grandes masas humanas. Asimov establece dos límites para el funcionamiento de esta ciencia:

1. El cálculo debe hacerse sobre una masa enorme de humanos.

2. Estos humanos deben desconocer los resultados de tales predicciones.

Armado con la psicohistoria, Seldon había logrado deducir la decadencia y la inevitable caída del Imperio galáctico. Para reducir los efectos de la caída del Imperio sobre el futuro de la humanidad, el científico establecerá dos Fundaciones, una en cada extremo de la galaxia. ¡Apasionante!

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¿Es posible la psicohistoria?
Pero sea cual fuere el curso que tome su historia futura, no dejen de inculcar en sus descendientes la idea de que el camino está señalado, y que al final habrá un nuevo y más grande imperio.
¿Es posible predecir el futuro usando la ciencia? Antes de Asimov ya hubo quienes creían que sí. Si bien no era posible predecir exactamente qué iba a suceder, si se podían señalar algunas tendencias del desarrollo de la humanidad.

Desde luego muchos autores de ciencia ficción lo han hecho, muchos avances tecnológicos fueron en su día anticipados por los autores de este género. O viceversa, muchos ingenieros y desarrolladores se inspiraron en obras de ciencia ficción para crear sus productos.
Esto demuestra que, ciertos ojos muy finos pueden ver en el hoy, e incluso en el ayer, el mañana. Si esto es posible, ¿no se puede generalizar de una manera sistemática? ¿No se puede desarrollar una ciencia para conocer el futuro?

Karl Marx y la filosofía

Lo han intentado. Muchos filósofos, por ejemplo, han analizado las tendencias presentes en la sociedad, así como los hechos históricos, buscando el futuro de la humanidad. El marxismo, sin ir más lejos, es un intento de trazar unas leyes que expliquen el desarrollo histórico y económico de la humanidad. Durante cientos de años, millones de personas han estado convencidas de su valía.

Marx dedicó mucho tiempo a analizar la historia para encontrar esas leyes. Sobre todo estudió el feudalismo, la revolución industrial y la revolución francesa. Ni siquiera los más beligerantes anticomunistas son capaces de negar que, en muchos aspectos del desarrollo del capitalismo, los análisis y predicciones marxistas fueran acertadas. No es casualidad, probablemente, que Asimov, nacido en la convulsa Rusia de la Revolución bolchevique, se inspirara en las corrientes filosóficas y científicas del siglo XIX y principios del XX que creían posible predecir el futuro sobre bases científicas.

Este tema de conocer el futuro es, sin duda, escurridizo, porque al final se mezcla muchos conceptos filosóficos: el libre albedrío con el destino, las leyes históricas con el papel del individuo en la historia. ¿Tienen los hombres libre albedrío? ¿Nuestro futuro está determinado?

Los planes de Hari Seldon casi saltan en pedazos precisamente por el surgimiento de un individuo excepcional. Un individuo capaz de echar por tierra todos los cálculos de la psicohistoria. Y en la misma saga de la Fundación, pero escrito décadas más adelante, Asimov dejará en manos de un solo ser humano la capacidad de decidir el futuro de toda la galaxia.

Leyes históricas y el papel del individuo

Creo firmemente que los humanos sí somos capaces de moldear nuestro destino. No somos meras marionetas de los dioses. La idea de que nuestra vida ya está escrita me resulta fatalista. Ese determinismo místico quita todo aliciente a luchar por una vida más plena. Por contra, en nuestras manos está construir un mundo mejor, conquistar la galaxia e incluso formar civilizaciones galácticas.
Pero también pienso que eso no anula que podamos predecir determinadas cosas, determinados escenarios. Ya sea con la observación y la imaginación, como los escritores de ciencia ficción, o con el análisis histórico del comportamiento humano, social y económico. Sí creo que hay determinadas leyes históricas que han venido empujando a la humanidad en su conjunto.

Y si algún día somos capaces de conocer y comprender esas leyes, sin duda podremos anticipar muchos problemas que podría sufrir la humanidad y prevenirlos.

En esa línea, algunas tecnologías modernas, las inteligencias artificiales o el big data, puede que hagan realidad la psicohistoria soñada por Asimov. Todo sea que no caigamos en ninguna dictadura "benevolente" de las máquinas, como pudieran llegar a ser los robots de Asimov... o, peor aún, una dictadura de sus dueños, como Google.

PD: Por cierto, la contradicción de que un imperio decadente, donde se desprecia la investigación y la curiosidad científica, aún sea capaz de parir a un científico de la talla de Seldon y a una ciencia como la psicohistoria, sería algo que atormentaría a Asimov durante largas décadas. Finalmente, cerca ya de su muerte, lograría resolver dicha contradicción, a fuerza de haber unificado su universo de la Fundación con su otro gran universo, el de las historias de robots. No sólo eso, introducirá un Gran Hermano benevolente, en la “persona” de uno de sus más amados robots, pero eso es otra historia

Ficha del libro:
Fundación
  • Título original: Foundation
  • Autor: Isaac Asimov
  • Fecha de publicación: 1951. Los primeros relatos entre 1942 y 1944 y el relato con el que comienza el libro en 1951.
  • En España: Debolsillo, ISBN 9788497599245
  • Premio Hugo (1966) a "la mejor serie de ciencia ficción de todos los tiempos".
 
No tiene que ver con su obra, pero me gustaría compartir una anécdota familiar. Cuando era pequeña, mis hermanos mayores eran fanáticos acérrimos de Asimov, de esa gente que no suelta el tocho ni para ir al lavabo. Yo intentaba que me gustase pero no, lo único que alcancé a leer fue Lucky Starr, el Ranger del Espacio, edición ilustrada (y ya adolescente, Asesinato en la convención, una novela negra). La cuestión es que mi padre, entusiasmado, le escribió una carta de 3 folios y se la envió a su editorial, Doubleday. Del contenido de la carta solo sé que le hacía un pedido: un saludo para mi hermano que próximamente cumpliría años. Eran los años 80 y en mi país había una inflación galopante: el franqueo era tan caro que el sobre quedó prácticamente cubierto de sellos. La respuesta llegó exactamente el día de cumpleaños de mi hermano...menor. Mi padre se había confundido las fechas! Era una tarjeta comercial x, con un simple saludo y su firma en el reverso, que mi hermano conservó toda su vida. Mi padre siempre le atribuyó al detalle de los sellos que Asimov abriera justamente su carta.
 
No tiene que ver con su obra, pero me gustaría compartir una anécdota familiar. Cuando era pequeña, mis hermanos mayores eran fanáticos acérrimos de Asimov, de esa gente que no suelta el tocho ni para ir al lavabo. Yo intentaba que me gustase pero no, lo único que alcancé a leer fue Lucky Starr, el Ranger del Espacio, edición ilustrada (y ya adolescente, Asesinato en la convención, una novela negra). La cuestión es que mi padre, entusiasmado, le escribió una carta de 3 folios y se la envió a su editorial, Doubleday. Del contenido de la carta solo sé que le hacía un pedido: un saludo para mi hermano que próximamente cumpliría años. Eran los años 80 y en mi país había una inflación galopante: el franqueo era tan caro que el sobre quedó prácticamente cubierto de sellos. La respuesta llegó exactamente el día de cumpleaños de mi hermano...menor. Mi padre se había confundido las fechas! Era una tarjeta comercial x, con un simple saludo y su firma en el reverso, que mi hermano conservó toda su vida. Mi padre siempre le atribuyó al detalle de los sellos que Asimov abriera justamente su carta.
Què maravillosa anècdota. Gracias por compartirla con todos nosotros Magical Girl!
Què detallazo de Asimov, un grande de verdad.
 
Asimov y la invención de la psicohistoria

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"Lewis Pirenne se hallaba muy ocupado frente a su mesa del despacho, en la única esquina bien iluminada de la habitación. Tenía que coordinar el trabajo. Tenía que organizar el esfuerzo. Tenía que atar todos los cabos".

Ese es el primer párrafo que se pudo leer de una de las obras de ciencia ficción que más impactó en la ciencia social, la política y la economía de la segunda mitad del siglo XX y que sigue impactando la cultura contemporánea: La Fundación. Porque la historia del desarrollo real de la 'psicohistoria' es mucho más que un episodio de la historia de la literatura, es la historia de un viaje científico, una derrota intelectual y un proyecto social que ha aportado su granito de arena para construir el mundo en el que hoy estamos.


El origen

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Si tenemos que hacer caso a los retazos de la historia que nos han llegado, Isaac cerró su ejemplar de la 'Historia de la decadencia y caída del Imperio romano' y fue a coger el coche para acudir a una reunión con su editor.

Recién había acabado su posgrado en química y, quizá por eso mismo, trabajaba en la Estación Meteorológica del Philadelphia Navy Yard. Había tenido suerte, en aquella Segunda Guerra Mundial muchos acabarían perdidos en territorio enemigo o enterrados en un cementerio de Normandía. De hecho, unos años más tarde (y fruto de un fallo administrativo con la fecha de su cumpleaños), lo llamaron a filas y pasó nueve meses de servicio.

En el coche tuvo una idea. La idea. ¿Qué tal contar la historia de la caída de un Imperio Galáctico? Cuando se la contó a John Campbell, su editor, la idea le encantó. Tanto que no quería malgastarla en una sola historia. Campbell quería una serie de historias, a ser posible: una serie que no se acabara. Isaac arrancó a contar esa caída que no era más que una forma de contar la Historia de la humanidad. Ahí fue cuando se le ocurrió la idea de una ciencia que pudiera predecir el futuro sobre una base estadística que le sirviera como forma de unificar todas las entregas de la serie.

Así fue como un jovencísimo Asimov de veintipocos años escribió las primeras historias de la Fundación y, de paso, creó la psicohistoria, la ciencia que hablando del futuro hablaba de nosotros.

¿Qué es la psicohistoria?



Hari Seldon solo sale, en persona, en el primer capítulo del primer libro de La Fundación. Había nacido en Helicón, un planeta secundario del Imperio Galáctico, y desde joven mostró un enorme talento para las matemáticas. Pero si es recordado por algo, ser el creador de la ciencia psicohistórica, un framework que combinaba historia, psicología y estadística para predecir el comportamiento de grandes masas de personas.

La idea general reconoce que no se pueden predecir las elecciones de un individuo en particular, pero que si aplicamos el modelo adecuado a grandes grupos humanos, se podría predecir el flujo general de los acontecimientos futuros.

Asimov, que como hemos comentado era químico, se inspiró en el comportamiento de los gases. Como observadores, nos es virtualmente imposible saber cómo va a moverse una molécula concreta de un gas, pero sí podemos saber cómo se comportará un masa concreta del gas con un alto nivel de precisión.

Cuando Hari Seldon consiguió que sus modelos psicohistóricos funcionaran descubrió algo terrible: el gran Imperio Galáctico se dirigía a su desaparición y, tras ella, habría 30.000 de caos, dolor y destrucción hasta encontrar otra época de paz y prosperidad.

Los axiomas de la psicohistoria exigían que (a) se aplicasen sobre gigantescas cantidades de seres humanos y (b) que esos humanos ignoraran los resultados. Eso quiere decir que Seldon no podía comunicar el inminente fin del Imperio porque, de hacerlo, las consecuencias podían ser aún peores de las previstas. Y tras mucho estudio, estableció un plan secreto (la creación de las fundaciones) para poder reducir los 30.000 años en solo mil.

Más allá de la Trilogía de la Fundación

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No se dan muchos más detalles técnicos sobre la psicohistoria, pero no hizo falta. Rápidamente la idea de una ciencia predictiva superó los límites de la obra de Asimov. Él mismo se quejaba, medio en serio medio en broma, de que la gente tendía a hacerse una idea propia de lo que era la psicohistoria y se dedicaba a refutarla o defenderla. No es extraño, la idea de la psicohistoria era a la vez sencilla y muy potente:

En 1942, cuando Asimov ideó la psicohistoria, estas ideas eran populares. En cierta forma, eran una versión actualizada (y abstracta) del historicismo clásico: la idea de que existen leyes históricas identificables en el desarrollo de la sociedad. Aunque el debate sobre el 'problema del cálculo económico' había tenido lugar unos años antes, esas críticas no parecían afectar a los axiomas psicohistóricos (al menos, no aparentemente). Aún faltaban 20 años para que Popper escribiera su 'Miseria del Historicismo'; un opúsculo dedicado a la "memoria de los incontables hombres y mujeres de todos los credos, naciones o razas que cayeron víctimas de la creencia en las Leyes Inexorables del Destino Histórico" y escrito para impugnar esas ideas.

Todo esto es verdad pero no podemos decir que la psicohistoria fuera un pecado de juventud. En 1987, Asimov concedió una entrevista a Terry Gross en la radio pública americana donde explicó que él 'era optimista' sobre la psicohistoria. Al menos, en términos generales. Y esta declaración coincide con lo que sabemos sobre el escritor. Durante toda su vida defendió el control poblacional y se mostró cercano a las posiciones de autores como Thomas Malthus o Paul Ehrlich. Precisamente, autores que, de una u otra forma, encarnan el historicismo demográfico en sus distintas versiones históricas.

¿Es posible la psicohistoria?

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Decir que no es aventurado, la verdad. Pero lo cierto es que no podemos decir otra cosa: no solo no sabemos cómo hacer viable la psicohistoria, sino que por lo que sabemos hasta ahora, no es ni siquiera posible. Y no porque no se haya intentado.


La posibilidad de predicción, de ver tendencias e identificar futuros escenarios existe. Pero esa capacidad de predecir depende de la estabilidad del entorno, del 'equilibrio socio-tecnológico'. Si, de repente, aparece una nueva tecnología, las predicciones pierden su validez. Sin ir más lejos, la 'revolución verde' (la aparición de versiones mejoradas de maíz, trigo y otros granos) convirtió las predicciones demográficas de Paul Ehrlich en papel mojado.

En la medida en que no podemos predecir cuando aparecerán innovaciones realmente disruptivas, la predicción a largo-medio plazo se vuelve muy compleja. A 30.000 años como se plantea en los libros de la Fundación es directamente eso, ciencia ficción.

Sin embargo, como hemos visto, Asimov se adscribía a cierta forma de historicismo. Algo llamativo porque el optimismo asimoviano debería haber encajado bien con la fuerza de la creatividad humana para cambiar el mundo. Y si volvemos a las novelas, descubrimos que la disrupción está en ahí: las crisis Seldon, los momentos críticos de la historia del proyecto fundacional, son la estructura narrativa de la saga y, además, son claros ejemplos de disrupción tecnológica, social y económica. En cierta forma, toda la Saga de la Fundación puede leerse como una novelización de la famosa frase de Engels, "si el subteniente Bonaparte hubiera muerto en Tolón otro subteniente hubiera llegado a ser primer cónsul". Las circunstancias, como explica el holograma de Seldon tras la primera crisis, marcan el siguiente paso; o, dicho de otra forma, las dirupciones tienen que llegar. Da igual que tarden un poco más o un poco menos, da igual quien son los que las protagonicen, al final el resultado es el mismo.

Un proyecto ético

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La pregunta es, llegados a este punto, por qué Asimov se adscribió a una visión historicista de la psicohistoria, cómo podía ser que una mente tan brillante se declarara optimista en cuanto al desarrollo de una ciencia tan incierta como esta.

En parte porque todos tenemos ideas que nos marcan y nos forman. En buena medida, en la psicohistoria hay algunas de las ideas y deseos más importantes de Asimov. Pero por otro lado, porque desde su punto de vista la ciencia era parte indisociable de un proyecto humanista mucho más amplio que surgió con la Ilustración y se resume en el famoso 'sapere aude', 'atrévete a pensar'.

La psicohistoria nunca fue una propuesta académica o científica; la psicohistoria para Asimov era la promesa de como la ciencia y la tecnología podían usarse para hacer frente a los problemas más importantes de la humanidad. Porque "rendirse a la ignorancia siempre es prematuro y hoy más que nunca".

Imagen | telly negotrópica, Abode of Chaos

 
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