Investidura de Pedro Sánchez.

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Se quemaron las lentejas
Por Koldo Mediavilla - Sábado, 5 de Marzo de 2016 - Actualizado a las 06:03h


NO sé en qué demontre estaba pensando. Se me fue la olla. Nunca mejor dicho.

Hacía un día de perros y me acerqué hasta la carnicería. El panorama, como siempre, era primoroso. Unas cintas de chuletas de primera centraban el expositor. Junto a ellas, todo un glosario de carnes, embutidos, quesos, alimentos preparados -hamburguesas, pinchos morunos, pollo relleno, etc- hacían del recinto un refugio inmejorable frente a la ventisca y el aguacero del exterior. Entré sin pensar muy bien qué me llevaría. ¿Unos filetes de rabadilla? Fue entonces cuando el marketing del buen tendero me iluminó. Entre la chacina y la proteína animal encontré una legumbre de aspecto un tanto pobre pero tremendamente llamativa. Era una pardina de pequeño formato. Envasada al vacío. No tuve dudas.

“Qué buenas, unas lentejitas para un día como hoy”, me sugirió Miguel. Tenía razón.

Junto a ellas, me hice con un trozo de costilla, dos choricitos y unas morcillas de arroz de pequeño formato. Suficiente para un guiso contundente.

Llegué a casa destemplado. En cuanto pude, puse manos a la obra. Tenía todo el proceso en mi cabeza y además, con la olla exprés, el potaje estaría listo en un periquete.

Comencé por cocer las morcillas aparte, para eliminar el exceso de grasa. Limpié bien las pequeñas lentejas y las incorporé a la cazuela. Pelé dos zanahorias, las troceé. Lo mismo hice con una patata. No demasiado grande. Su función era dar un poco de cremosidad al conjunto con la fusión de la fécula. Limpié una cebolla pequeña que introduje entera. Una vez cocida la pasaría por el turmix para devolverla al fondo de la legumbre. Introduje los chorizos, la costilla, una pizquita de sal, cerré herméticamente la tapa, y al fuego. Enseguida aquella mezcla estaría en su punto.

Pronto comencé a notar que algo no iba bien. Un ligero tufillo a chamuscado. Miré por todas partes y no observé nada extraño. Pero el olor a quemado se hizo más intenso. No lo entendía. Las lentejas apenas llevaban cinco minutos en el fuego. Aquella sensación tan desagradable lo invadió todo. Abrí las ventanas a pesar de la desapacible tormenta, retiré la olla de la cocina y, dándole vueltas a la cabeza, me preguntaba qué demonios habría pasado. Repasé uno a uno los pasos dados y hubo uno que no encontré en todo el proceso. ¿El agua? ¿Había echado agua a la cazuela? La respuesta fue evidente tan pronto como tras refrescar la marmita bajo el grifo abrí la tapa de la exprés.

Agua no había, solo una masa carbonizada que despedía un tufo que aún no he conseguido hacer desaparecer de mi pituitaria. Como pude, retiré aquel fracaso. Me puse un jersey y ventilé la casa. Luego tocó preparar una comida de emergencia y, lo peor de todo, limpiar el agarrado del fondo de la cazuela. Agua, jabón, poner a hervir y estropajo. Una, dos y tres veces. Sal gorda, agua, calor y estropajo. Nunca unas lentejas me habían provocado agujetas. Esta vez, sí. La culpa, como diría amama Teresa, “mi mala cabesa”.

Para cocinar un buen plato, podrás disponer de los mejores ingredientes, pero para que salga perfecto habrán de conjugarse debidamente. Sin olvidar nada. Ni tan siquiera algo tan insípido como el agua. Insípido pero fundamental para una cocción adecuada.

A Pedro Sánchez se le ha quemado la investidura. Quiso resolver la cuadratura del círculo y en lugar de saber diferenciar y elegir los ingredientes apropiados para que su propuesta fructificase innovó una receta que haría del producto final un fracaso incomestible.


Alguien le aconsejó mal. La alquimia no es para la cocina, y mucho menos para la política. La aritmética parlamentaria le ofrecía dos alternativas; la gran coalición con el PP a través del partenariado de Ciudadanos o liderar una alternativa plural del cambio con múltiples formaciones. Ante la disyuntiva y la necesidad de optar por uno de los dos caminos, Sánchez y sus asesores, apremiados por la situación interna de su partido, desplegaron una alternativa negociadora global. Con unos por un lado y con otros en sentido contrario. Y todo ello con el gran hándicap de la mercadotecnia.

De un tiempo a esta parte, la política se ha convertido en un gran espectáculo que se emite en directo por televisión. El Congreso de los Diputados se ha transformado en sede de productoras audiovisuales en las que los partidos han asumido participar en un Gran Hermano de horario continuado. Rueda de prensa tras rueda de prensa, declaración tras declaración, con la complicidad de unos periodistas que, en muchos casos, se han convertido en protagonistas del Masterchef político.

Los socialistas querían cocinar a la vista. Avanzaban en sus conversaciones con Ciudadanos. E intentaban que Podemos entrara en el juego paralelo. Gracias a Garzón (IU) consiguieron sentarlos alrededor de una mesa y comenzar el debate. Fuera de foco, el PSOE transaccionaba con los canarios, acercaba posiciones con los valencianos de Compromis y dialogaba con los catalanes. El PNV, por decisión propia, decidió quedarse fuera de la melé. Sus seis diputados podían ser determinantes pero para que fuese así, Sánchez necesitaba engrosar su lista de apoyos para que el PNV cerrara la suma. No obstante, ante la insistencia de Ferraz, los nacionalistas vascos hicieron llegar a Madrid su propuesta negociadora. La denominada “agenda vasca”. Si había voluntad, tiempo habría para alcanzar un acuerdo.

Rivera y Sánchez escenificaron un compromiso. El líder naranja reclamó cinco reformas exprés de la Constitución y el aspirante a presidente accedió. Era el punto intermedio en el que poder sumar otras propuestas.Momento de avanzar en el otro carril negociador.

Quizá deslumbrados por tantos focos, el PSOE cometió un error trascendental. En lugar de quedarse en el punto medio pactado con Ciudadanos, Sánchez y los suyos escenificaron un amplio acuerdo, “de legislatura”, matizó Rivera. Con el boato y la liturgia de un pacto de Estado. Entre una pléyade de cámaras televisivas desgranaron doscientas medidas pormenorizadas como programa de gobierno. Propuestas controvertidas unas, cuestionables otras, que condicionaban notablemente el paso a un acuerdo programático amplio con el resto de formaciones políticas. El menú de mar y montaña resultaba imposible. La mesa de los partidos de izquierda saltó inmediatamente por los aires. Primero, Izquierda Unida; luego, Podemos. Los catalanes, que desde fuera podían contemplar posiciones críticas pero no cerradas, vieron despejadas sus dudas. Ciudadanos escoraba y lastraba cualquier acuerdo con los nacionalistas de uno u otro signo.

En vía paralela, el equipo de Sánchez contestaba a la propuesta del PNV. Formalmente lo hacía, aunque su contenido era tan escaso que los jeltzales prefirieron no dar por recibido el escrito. Si lo hacían, su única posición posible era el no y la ruptura del hilo negociador. En ejercicio de la responsabilidad, contestaron a Sánchez que harían como si el papel nunca existió. Que si de verdad pretendían su apoyo, el PSOE debía remitir otra propuesta más seria. El aspirante Sánchez lo asumió y se comprometió a ello. Aunque Idoia Mendia, tan dispuesta siempre a sacar las cosas de quicio y buscando una notoriedad poco entendible, abrió una polémica que entorpeció el hilo de comunicación entre Ferraz y Sabin Etxea. Un minuto de gloria que hizo imposible recomponer la situación. Aunque, en todo caso, el PNV no ha cerrado puerta alguna.

Sin Podemos, sin sus confluencias, sin Compromis, sin IU, sin el PNV, y hasta con unos canarios contrariados con la nueva situación, Sánchez metió en el horno su investidura únicamente avalada por el acuerdo de largo recorrido con Rivera. Pasó lo que tenía que pasar. Que el pastel se quemó. Y, lo que es peor, que en el transcurso del debate parlamentario, se achicharró hasta calcinar el molde.

Lo de “tender la mano”, tan socorrido como argumento dialéctico, tuvo su consecuencia práctica. “Tender la mano” para darse guantazos sonoros y dolorosos. De esos que dejan mella. Hasta el punto de que muchos duden de que Sánchez pueda, en lo sucesivo, olvidar lo ocurrido y reformular su propuesta. La banalización de la política, la entrega al espectáculo, la falta de valentía en materia territorial y hasta la interferencia del “fuego amigo” han llevado el proceso de gobernabilidad en España a un punto que, hoy por hoy, solo conduce a unas nuevas elecciones. Aunque en dos meses todo puede cambiar. Veremos si de nuevo Sánchez se pone el mandil y se dispone a cocinar un nuevo plato. Si así lo estima, que estudie con rigor la receta y que no olvide ni los condimentos necesarios ni los tiempos de cocción del guiso. De lo contrario se expondrá a un nuevo fracaso. Y ese será ya definitivo.
 
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Al pan pan.....



La leyenda del beso
MARCELLO | 04/03/2016

Pablo Iglesias les ha vuelto a tomar el pelo. A un Pedro Sánchez que no salió de sus pobres monólogos faltos de fe y de pasión, y también les tomó el pelo Iglesias a quienes pensaban (ahí incluidos los enanos infiltrados del Ibex y del primer Palacio) que Podemos era un tonto comodín que caería cual pardillo en el pacto ‘histórico’ -decían ilusos Sánchez y Rivera- de ‘Los toros de Guisando’, como finalmente lo llamó Rajoy para mofarse de la extraña pareja que hacían Pedro, don Cambio, y Albert, Mr. Churchill, hacia su desembarco en la Moncloa en el día ‘D’ que nunca llegó.

Quien lo ha visto claro desde el principio ha sido Felipe González, al que Pablo Iglesias le recordó que tiene el pasado manchado de cal viva, lo que es verdad por mucho que se enfade el señor Glez. El que cabreado respondió a Iglesias que no entendía ‘su odio y su furia’ contra él para terminar diciendo que el de Podemos: ‘es un discípulo de Anguita’, lo que es verdad. No en vano el Califa cordobés declaró días atrás que a él le hubiera gustado hacer -con el PSOE, se entiende- lo que Podemos está haciendo para subir a la tribuna y decirles: ‘¡y ahora qué hijos de put*!’ (fin de la cita).

Y esa y no otra es la cuestión. Iglesias le pide a Sánchez un beso en el centro del hemiciclo -como el de Doménech- para la coalición de un Gobierno de izquierdas y ahí incluido el referéndum catalán. Pero en realidad el beso que quiere Iglesias es el de Alberto Garzón para lograr la unidad de la izquierda radical y llegar Podemos a nuevas elecciones del 26-J con más de seis millones de votos, delante del PSOE y tras los talones del PP. Estamos, pues, ante una nueva versión de ‘La leyenda del beso’, zarzuela que incluye la romanza de ‘amor de hombre’ y acaba con un beso mortal después de una tragicómica historia de casi nunca acabar.

Esperaban los ilusos que Iglesias le iba a pedir perdón a Felipe Glez. y se equivocaron. O que cambiaría el sentido de su voto a última hora ¡por España y contra Rajoy! y se volvieron a equivocar. Llegaron hasta amenazar a Podemos con derribar las alcaldías del cambio (Madrid, Zaragoza, Coruña y Cádiz) y otro error de los del PSOE tras utilizar a la abuela Carmena que finalmente tuvo que rectificar como en ella suele ser habitual.

Y todavía sueñan en Ferraz con, a partir del lunes, sumar a Podemos al pacto PSOE-Ciudadanos porque los ilusos no escarmientan y aún no han entendido que está en marcha a gran velocidad la ‘Operación Anguita’. La que vio González, para unir Podemos e IU y llevar al PSOE tras los pasos del PASOK.

Que es lo que tiene aterrorizados a la vieja guardia del PSOE por causa del pardillo de Sánchez, y a todos los campanudos ‘oligarcas’ -como les llama Iglesias- del poder económico, que son los dueños de las puertas giratorias que todavía no se han enterado que Podemos, mal que les pese, es un aliado indirecto del PP. Hasta tal punto que, de no ser por La Sexta TV puesta al servicio de Podemos, el PSOE le habría ganado las elecciones cómodamente al PP. ¿Alguien lo duda?

Las cosas son así, como ‘los platos son los platos y las tazas son las tazas’ como dijo Rajoy. A quien Sánchez acusó de usar las instituciones como si fuera corrupción, a lo que respondió el líder del PP diciendo que es Sánchez quien practica la corrupción política utilizando en sus temerarias aventuras al Rey. Uno y otro se han tirado la Corona a la cabeza y cabe esperar que en la Zarzuela (ésta con mayúscula) no le den a ese incidente mayor importancia, porque bastante tienen ahora en Palacio con lo de la Infanta Cristina como para disgustarse más.

El primer acto de la leyenda del beso se acabó, con todos haciendo mutis por el foro y con la caída a plomo del telón. A partir del lunes sonaran los teléfonos de incesante manera y vuelta a empezar a ver si se puede reconducir la situación. Y sobre las peleas parlamentarias ‘pelillos a la mar’ porque el segundo acto está a punto de comenzar.
 
Exacto,va a lo que van "todos" están super preocupados,solo están preocupados de franquito,ya vemos como saltan cuando se les menta y ayer quedo clarisímo con el diputado de ERC,aparte de dejar claro de como se las gasta falngito en Catalunya.

No deberían de cobrar NINGUNO hasta que no hubiese un gobierno establecido, veríamos que rápido lo solucionaban.
Es una vergüenza que estén cobrando cientos de parlamentarios por no hacer NADA.
No me refiero a los líderes y equipos, si al resto.
 
Con lo que no estoy de acuerdo es que llames piojosa a una forera. Eso está de más y denota tu personalidad. Reclamo un poco de educación y menos desprecio para una "cotilla"

No la he llamado piojosa, léete bien la frase. Dije "tú y siete piojosos", no "tú y otros siete piojosos". ¿Ves? Es como decir "Blancanieves y las siete enanas", o "Blancanieves y las otras siete enanas"

Pero bueno, si os va a dar un parraque a los mismos que insultais a diestra y siniestra a quien no es de vuestra ideología, empezando por esa forera a quien tanto defiendes, retiro, en general el "piojoso". Y mantengo absuolutamente el "gamberros". Quien participa en una gamberrada es un gamberro.
 
Mariano quiere cargarse a Sánchez, y ya con alguien, bueno más bien con La sultana pactar la gran coalición, lo que no sé yo si Susana sea tan boba para subirse en ese barco.

No puede, le faltan apoyos en la ejecutiva y sobre todo está manteniendo a pulso la posición del PSOE en Andalucía, y de momento allí no hay recambio viable
 
No la he llamado piojosa, léete bien la frase. Dije "tú y siete piojosos", no "tú y otros siete piojosos". ¿Ves? Es como decir "Blancanieves y las siete enanas", o "Blancanieves y las otras siete enanas"

Pero bueno, si os va a dar un parraque a los mismos que insultais a diestra y siniestra a quien no es de vuestra ideología, empezando por esa forera a quien tanto defiendes, retiro, en general el "piojoso". Y mantengo absuolutamente el "gamberros". Quien participa en una gamberrada es un gamberro.

Yo no insulto a nadie, sea de mi ideología o no. ¿Te queda claro?
 
Quien ha querido tender una trampa ha sido PS a todos los españoles haciendo creer que el pacto firmado con Rivera era el punto de partida para derogar las leyes injustas que ha aprobado el PP con su mayoría absoluta.

Leyendo a fondo el texto y los documentos se ve que sólo es maquillar esas leyes, pero no derogarlas.

PI ni los líderes de los demás partidos no han tragado con ello, pero SÓLO e intencionadamente se cita una vez, otra, y otra a Pablo Iglesias.

Ya vemos de que va el tema... El pobre PS es inocente, el malo es el adversario político que le ha tendido una trampa.

¡Que no somos idiotas pardiez!

Los que ha quedado como idiotas han sido naranjito y Sánchez, el Parlamento les ha dicho NOOOO y NOOOO, a la investidura.
 
No puede, le faltan apoyos en la ejecutiva y sobre todo esta manteniendo a pulso la posición del PSOE en Andalucía, y de mimento allí no hay recambio viable
No sé si le falten los apoyos necesarios, pero al margen de eso, aún teniéndolos meterse en un fregao de gobierno de coalición o aunque fuera una abstención con el PP, sin saber si sería bien aceptada en el resto de España muy arriesgado me parece, es más inteligente para ella esperar, que se queme Sánchez bien gobernando bien en nuevas elecciones
 
Dos tontos MUY tonto....estos los superan a todos juntos.
EL PARTIDO, TRAS LA FALLIDA INVESTIDURA
Un PSOE indignado con Iglesias avisa a Podemos de que no romperá su pacto con C's
Sánchez y la bancada socialista se irritan por la actitud de la formación morada, y cunde una cierta "desesperanza" porque creen que busca elecciones. El líder queda "reforzado" pese a la derrota
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La bancada socialista, en pie, aplaude a Pedro Sánchez tras ser rechazada su investidura en segunda votación, este 4 de marzo en el Congreso. (EFE)
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JUANMA ROMERO
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05.03.2016 – 05:00 H.
"Esto no pasaría si Pedro Sánchez hubiera sido investido". Lo contaba con cierta retranca un diputado socialista a la salida del pleno. En Madrid, en el patio del Congreso, jarreaba. No era el único que atribuía el enfado meteorológico al fracaso de la elección del secretario general del PSOE como presidente del Gobierno. Había que intentar digerir el profundo revés, el que marcó un hito en la historia de la democracia española, la primera investidura fallida. Un bofetón esperado que para el partido tenía un único culpable: Pablo Iglesias. Contra él se dirigió la ira de los parlamentarios, de la cúpula y del propio Sánchez. Él había hecho naufragar el Ejecutivo "del cambio" y el que mantenía a Mariano Rajoy pegado a la silla de La Moncloa. Y las esperanzas de que pegue un giro a su posición se debilitan dentro del PSOE: muchos creen que Podemos buscar ir a nuevas elecciones. Sólo las impedirá, estiman, si ve que la calculadora no le da los números y el tan ansiado 'sorpasso' no está tan al alcance de la mano. Aun así, los socialistas seguirán "trabajando" por el acuerdo, como dijo el líder. Siempre, eso sí, que no suponga resquebrajar la entente labrada con Albert Rivera.

Sánchez saboreó la hiel de la derrota a las 20:51 horas del viernes. Patxi López, el presidente del Congreso, solemnizaba lo que todos preveían y el PSOE había interiorizado. No a la investidura. El propio candidato, en su último 'speech' a la Cámara, en su último intento de persudir a los diputados de Podemos, ya daba por hecho, con un punto de amargura, que no conseguiría las llaves de La Moncloa. O al menos, no por ahora. En otra sesión de vapuleo dialéctico, sólo pudo sentir la caricia de Ana Oramas, la portavoz de Coalición Canaria, que anunció por sorpresa su cambio de posición: de la abstención del miércoles al sí. Ese punto no cambiaba la situación. 219 noes, 131 síes. El candidato necesitaba la mayoría simple, y se quedó a kilómetros de ella. Sólo cosechó el respaldo de su grupo (89 diputados, más el representante de Nueva Canarias, formación con la que el PSOE acudió en alianza en las generales), de los 40 diputados de Ciudadanos y el voto de CC.

En el segundo intento de investidura, el candidato recibe 219 noes y 131 síes. Un apoyo más gracias al respaldo de última hora de la diputada de CC

La sesión fue percibida, a ojos de los socialistas, como un "circo". Otra vez. Sánchez cubrió el expediente y, en sus 15 minutos de intervención [aquí en PDF], hizo lo que se esperaba: el último grito a Podemos. "No esperemos más, voten sí al cambio", concluía su alocución, tras defender su proyecto de "Gobierno del bien común", cimentado en pactos "transversales" y con su alianza con Ciudadanos como piedra matriz, como "única alternativa a la España de la injusticia y de la desigualdad".



Pedro Sánchez recibe manos tendidas de los partidos pero sin votos
Cruces por la "corrupción"
Mensaje a Podemos. Pero también a Rajoy. A él le volvió a atizar por haber rechazado la propuesta del Rey de acudir a la investidura, por su "sorprendente huida" en el último momento. También por la corrupción que hace "menos ruido", la de la "utilización partidista de las instituciones en los últimos cuatro años". El presidente en funciones hiló por su parte un discurso que conectaba con su tono faltón del miércoles pasado, y aprovechando la apoyatura de la referencia a la corrupción de Sánchez, estalló: "Ha puesto las instituciones al servicio de su supervivencia", y eso, dijo, "también es corrupción". El comentario soliviantó a la bancada socialista. El portavoz,Antonio Hernando, el último en salir a la tribuna, se lo afeó y le pidió que lo retirase: "Una sesión de investidura encargada por el jefe del Estado nunca es corrupción, y usted debería saberlo".

También molestó a los socialistas el tono "frívolo" de Iglesias en la sesión, y su "banalización" del debate de investidura, aparte de los ataques del miércoles

Claro que el momento álgido fue, de nuevo, el protagonizado por Pablo Iglesias. Rebajó el tono. No se disculpó por sus palabras contra Felipe González -el expresidente tiene el "pasado manchado de cal viva", bramó el miércoles-, pero tampoco añadió más tensión. Sí "frivolidad" y "banalización" del debate de investidura, como le reprochaban a la salida varios diputados socialistas. Reaprovechó el beso en los labios que se dio con el portavoz de En Comú Podem, Xavi Domènech, en medio del hemiciclo, para emplazar a Sánchez a una nueva negociación que podría rotularse, dijo, como "el acuerdo del beso". Adobó la imagen de amor aludiendo a la popular Andrea Levy, que "bebe los vientos" por el diputado de Podemos de pelo largo, pero sin coleta, llamado Miguel Vila. Referencia que, para entenderla, necesitaba haber echadoun ojo a 'El intermedio' del jueves. "Fluye el amor y la pasión en la política española. Pedro, sólo quedamos tú y yo", ironizó Iglesias ante un sorprendido y serio Sánchez. De nuevo, el efectismo. "Porque de medidas, ni una", criticaban los parlamentarios socialistas con desazón. El mensaje político del líder de Podemos fue su apuesta por el "Gobierno a la valenciana", de izquierdas, que necesitaría el concurso de los independentistas, a lo que el PSOE se niega en redondo, más tras escuchar a ERC.



Iglesias ofrece a Sánchez un nuevo acuerdo que incluye a los independentistas
Tendieron la mano IU -"No somos enemigos, somos posibles aliados"- yCompromís, con discursos sin estridencias. Igual que el PNV. Aunque todos se mantuvieron en el no. Igual que ERC -cuyo portavoz adjunto, Gabriel Rufián, comparó a Albert Rivera con el estrafalario, conservador y xenófobo candidato republicano estadounidense Donald Trump- y Democràcia i Llibertat, que ofreció apoyo a cambio del referéndum en Cataluña.



Alberto Garzón a Pedro Sánchez: “Nosotros no somos enemigos, somos posibles aliados”
"Punto y aparte"
El consuelo de Sánchez fueron Rivera y Oramas. El presidente de Ciudadanos centró sus ataques en Rajoy, al que da por desahuciado e incapaz de tejer ningún tipo de acuerdo. "Sólo falta verlos en un Gobierno juntos", ironizó, cargando contra el presidente en funciones y contra Iglesias y los independentistas, porque votaron juntos los que quieren que se rompa España y quienes quieren que se "pudra". Oramas anunció el sí "como gesto" frente a quienes bloquean el país y de apoyo a quienes sí han intentado tender puentes, caso de PSOE y C's. La diputada no había prevenido de su cambio de posición al PSOE, según confirmó ella misma a este diario.

En la cúpula creen un "su***dio" que el partido se revuelva, porque Sánchez ha visto fortalecido su liderazgo en estas semanas y con la consulta

Los socialistas salieron vencidos en votos del pleno. Sánchez cargará siempre con el lastre de haber sido el primer candidato de la democracia que no logró la investidura ni en primera ni en segunda votación. Pero en el grupo parlamentario, ni obviamente en la cúpula, pervive una sensación de derrota. Varios diputados consultados llegaban a la misma conclusión: el partido y el secretario general ha escapado "reforzado". El giro, tras las semanas que siguieron a las elecciones de calvario interno, se produjo el 2 de febrero, cuando el líder recibió la encomienda del Rey. A partir de entonces se acalló el ruido de sables y comenzó la búsqueda de aliados, sin violar las líneas rojas que el comité federal se había marcado, andando con pies de plomo. Sánchezlogró exposición mediática y logró demostrar, según los suyos, que es posible "acordar" y articular un programa "de cambio" para el país. El remate fue laconsulta a la militancia, su órdago a los barones del que salió sobradamente airoso, con un 79% de respaldo y una más que digna participación del 51,7%.



Sánchez: "Siento en el alma que España no tenga Gobierno por el PP y Podemos"
El Grupo Socialista, no obstante, sí chorreaba indignación contra Podemos. Cabreo que no ocultó el propio Sánchez. En los pasillos del Congreso, tras finalizar el pleno, acusó a Iglesias de haber "traicionado" a millones de votantes de la formación morada y de ser el "responsable último y único" de que Rajoy siga en La Moncloa. La segunda votación marca un "punto y aparte" en el proceso. Que seguirá, porque quedan aún 58 días, hasta el 2 de mayo, para la disolución de las Cortes, en caso de que sea imposible formar Gobierno. "A partir de mañana vamos a seguir trabajando para tener ese Gobierno y desde luego por mí no va a quedar", aseguró.

Sus primeras palabras, nada más producirse el revés de la Cámara, dan cuenta de cuáles serán los siguientes pasos. Intentar seguir negociando en este periodo de casi dos meses. Aunque no sin líneas rojas. Porque el acuerdo con Ciudadanos es "firme" y no se deshará, como advertían distintos cargos anoche. De hecho, el PSOE se ha ofrecido en los últimos días a complementar el documento suscrito con la formación naranja, pero no a desbaratarlo, con el argumento de que la mayoría de las medidas allí comprendidas reúnen a "más de 200 diputados".

El lunes, reunión de la ejecutiva
Pero la dirección tampoco se va a dejar llevar por la ansiedad. El lunes 7 de marzo se reúne la comisión permanente de la ejecutiva federal, que analizará qué camino seguir. El mismo día el Rey recibirá en La Zarzuela a Patxi López. Entonces se sabrá si Felipe VI insta a los partidos a ponerse de acuerdo y sólo propondrá al candidato que reúna los apoyos necesarios o bien postula a otro aspirante.

En el núcleo duro también observan que si Podemos observa que las encuestas le dan mal, evitará la repetición de las generales. Y quedan 58 días

"Nos sentaremos, sí, pero está claro que ellos no quieren negociar. No quieren. Ellos buscan imponernos un Gobierno de coalición", comentaba una integrante de la ejecutiva muy próxima a Sánchez. El análisis era compartido: Podemos quiere tensar y tensar porque "quiere ir a elecciones", con la esperanza de poder superar, ahora sí, al PSOE. Entre los diputados abundaba una cierta sensación de "desesperanza", por la percepción de que Iglesias puede no ceder ni siquiera en el último minuto. Otro cualificado dirigente, de la entera confianza del líder, sí advertía de que no es descabellado pensar que Podemos acabe absteniéndose "si comprueba que en unas nuevas generales puede ir a peor". Es decir, que obrará por cálculo electoral. Pero, por ahora, la indignación es total y la sensación de puentes rotos, palpable. No sólo por el voto no, sino por las críticas durísimas de Iglesias o por su acometida contra Felipe González. Los socialistas echan la culpa directamente a Iglesias. A él y a su núcleo de confianza, y dicen percibir una actitud más pactista en el número dos, Íñigo Errejón.



Mariano Rajoy dice que va a intentar formar Gobierno
¿Y qué pasará en el PSOE? ¿Aguantará Sánchez? Aún es pronto para saber si los barones críticos volverán a agitar el árbol tras el fiasco de la investidura. Ese bloque ya no siquiera tan compacto, porque el extremeño Guillermo Fernández Vara se ha realineado con el secretario general. En la dirección ven al jefe "muy reforzado y consolidado", y están convencidos de que si hay nuevas elecciones, él será el candidato. "Reabrir la guerra interna sería un su***dio. El enemigo está fuera, no dentro", terciaba una dirigente de mucho peso en la ejecutiva. España se adentra en terreno desconocido, y sólo el paso de estos dos meses dará cuenta de si las certidumbres de hoy se tienen en pie

Ya sabes Sánchez lo que te espera..., NOOOO, NOOOO Y NOOOO.
 
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