En las últimas décadas se ha aumentado la esperanza de vida de ciertas enfermedades que hasta hace poco se consideraban de curso rápido y letal, como es el caso de la espina bífida o de ciertas alteraciones congénitas.
Sin embargo aún existe una gran numero de enfermedades de causa desconocida que aún no cuentan con un tratamiento específico que detenga el progreso de la enfermedad, como es el caso de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Esto implica para los pacientes y sus familiares vivir con limitaciones importantes y un tiempo de vida incierto. Según Pelechano (1999) nos hallamos en la época de la enfermedad crónica, puesto que en la sociedad occidental no es extraño que un índice elevado de familias tenga un miembro con una enfermad crónica, ya sea de carácter neurodegenerativo o no.
Por ello, la importancia de prepáranos para hacer frente a los cambios que vengan con el transcurso de la enfermedad, ya que esta no solo afecta al paciente. Es por tal motivo que a lo largo de este artículo hablaremos sobre el impacto de la enfermedad en la familia y las posibles estrategias que podremos utilizar para aminorar este.
La familia ejerce un papel crucial en el manejo de los cuidados del paciente. Las limitaciones del paciente con ELA tendrán un impacto en todo el conjunto de la familia, esto modificará la interrelación establecida entre los diferentes miembros, tanto en la pareja, como la relación que se establezca con los hijos del enfermo o la interacción que se genere entre los hermanos. Y no sólo afectará a las relaciones, sino también a la situación profesional del paciente, ya que por el rango de edad de la afectación de la enfermedad, involucra dejar de realizar paulatinamente actividades laborales, afectando el sustento económico familiar.
Los diferentes miembros dispondrán de menos tiempo para realizar actividades sociales y recreativas, es posible que se generen unas necesidades de adaptación del domicilio, una mayor carga económica, aislamiento social, modificación de los objetivos de la familia y como consecuencia de todo esto, cambios a nivel emocional. “La familia debe reestructurarse en cuanto a actividades y papeles, cambios que no siempre son aceptados, ni los “ servicios sanitarios” han previsto ni se han ocupado de integrar elementos de convivencia humana dentro de los regímenes de tratamiento y prevención”. Pelechano (1999)
Como menciona Mercè Gimeno (2000), en el conjunto de la estructura familiar se genera un desajuste donde aparecen reacciones de estrés en el conjunto de los miembros. Las esposa(o) generalmente, asumen las primeras responsabilidades de los tratamientos médicos diarios, los procesos familiares se centran en las actividades vinculadas a la enfermedad, se crean unas expectativas que muchas veces se hallan idealizadas debido a la resistencia al diagnóstico y al peregrinar de los pacientes antes de tener un diagnóstico certero.
Cuando el profesional notifica a una familia que su paciente padece una enfermedad neurodegenerativa incurable, se desencadenan mecanismos de defensa que suelen afectara la forma de afrontar la enfermedad. Entre los mecanismos más significativos Espina, A.; Pumar, B. y Garrido, M. (1995) indican:
La negación de la realidad transitoria, ésta se manifiesta en el momento que se les notifica la enfermedad, es una angustia tan grande que provoca una reacción de negación. La proyección provoca el buscar culpables ajenos a la propia familia, en muchos casos las familias buscan las culpas en los distintos profesionales. La autoculpabilidad es otro mecanismo fruto de no hallar explicaciones en el mundo exterior y culparse a uno mismo de todos los males que ocurren a la familia. La regresión o vuelta a fases del desarrollo anterior indica que la persona no puede asumirlos sentimientos que le provocan la situación. Mediante la represión, la familia puede llegar a asumir un problema determinado vinculado a la enfermedad pero excluye todo tipo de sentimiento que este hecho le genere. Finalmente, uno de los mecanismos que favorece un proceso de superación sería la reparación, la familia ante una reacción primaria negativa asume los errores y busca la mejor manera para facilitar la mejora del enfermo y del grupo familiar.
Las primeras reacciones comunes como se mencionaron anteriormente acerca a los familiares y a al paciente a la consciencia de la muerte por ello es que también se habla de un proceso de duelo anticipado, aunado al difícil proceso de adaptarse a los síntomas de esta enfermedad. Surgen preguntas como ¿Quién lo cuidará? ¿Cómo nos vamos a organizar? ¿Puede quedarse en casa? La mejor de las opciones, y en la medida de la posible, es mantener a la persona en su hogar, intentando asignarle un cuidador fijo, ya sea un familiar (hijo, cónyuge), una enfermera o un asistente. Esto evitará una alteración adicional que entorpezca la asimilación del padecimiento, tanto para el enfermo como para su familia.
Sin embargo, seguirá siendo un proceso que generará desgaste en todos los participantes, por ello, deben redistribuirse las funciones que tenía el enfermo y las nuevas obligaciones, lo más equitativamente posible. Cada miembro jugará un papel indispensable en ello. El diagnosticado requerirá mayores cuidados mientras más pase el tiempo, que van desde lo cotidiano, como ayuda para vestirse, alimentarse y trasladarse; así como el seguimiento de tratamientos médicos para controlar la sintomatología. Será absolutamente normal que los familiares experimenten fuerte agotamiento, intolerancia y desesperanza, muchos de ellos terminarán sacrificando algo de sus vidas y proyectos personales.
Algunas familias toleran bastante bien las cargas afectivas, tienen buena flexibilidad en los roles, los problemas los resuelven de forma efectiva y utilizan recursos externos para manejar el inicio de la enfermedad. Otras familias requieren un inicio gradual para adaptarse a la nueva situación.
La familia debe prepararse para un panorama cada vez más retador, pues llegará el momento en que el paciente estará inmóvil y será necesario reunirse para tomar nuevas decisiones en pro del afectado. Aún con ello, es importante no perder de vista que el enfermo no debe ser abandonado en ningún sentido a pesar de la incapacidad de movilidad y comunicación.
Por ello, la importancia de informarse y conocer sobre la enfermedad ya que a pesar de que medicamente no existe aún una cura, son varios los medicamentos que pueden ayudar al paciente con ELA a tener una buena calidad de vida y aminorar el impacto en la familia. Evitando retraerse y no involucrar a más personas en su nuevo estilo de vida; siendo esto un error, ya que cierran el acceso a redes de apoyo que pudieran aligerar el peso de las responsabilidades que ahora deberán enfrentar. La cercanía de amigos es un buen aliciente para el enfermo y para todos los integrantes de la familia.
Como menciona la MtraJuarez (2014), es importante considerar también que el estrés que experimentarán las familias con un paciente con una enfermedad neurodegenerativa, estará en riesgo latente de incrementarse velozmente, desatando también riñas y desacuerdos familiares con mayor frecuencia; que si bien, estos problemas podrían surgir de conflictos previos sin resolver, también podrían tratarse de disgustos nuevos. Es recomendable que al ser conscientes de esto busquen reforzar la calidad de la comunicación, logrando evitar, en la medida de lo posible, malos entendidos y disgustos.
Finalmente los obstáculos a vencer son muchos y el proceso de adaptación y de aceptación es en definitiva un trayecto que no tendrían que transitar solos, la apertura a recibir ayuda de externos, incluidos los Psicólogos y Tanatólogos especialistas, les proporcionará acompañamiento clave para superar esta difícil situación, ya que una vez concluido, podría dejar secuelas negativas en la vida de cada involucrado, si es que no se recibió la ayuda pertinente.
Fuente: Fyadenmac
Sin embargo aún existe una gran numero de enfermedades de causa desconocida que aún no cuentan con un tratamiento específico que detenga el progreso de la enfermedad, como es el caso de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Esto implica para los pacientes y sus familiares vivir con limitaciones importantes y un tiempo de vida incierto. Según Pelechano (1999) nos hallamos en la época de la enfermedad crónica, puesto que en la sociedad occidental no es extraño que un índice elevado de familias tenga un miembro con una enfermad crónica, ya sea de carácter neurodegenerativo o no.
Por ello, la importancia de prepáranos para hacer frente a los cambios que vengan con el transcurso de la enfermedad, ya que esta no solo afecta al paciente. Es por tal motivo que a lo largo de este artículo hablaremos sobre el impacto de la enfermedad en la familia y las posibles estrategias que podremos utilizar para aminorar este.
La familia ejerce un papel crucial en el manejo de los cuidados del paciente. Las limitaciones del paciente con ELA tendrán un impacto en todo el conjunto de la familia, esto modificará la interrelación establecida entre los diferentes miembros, tanto en la pareja, como la relación que se establezca con los hijos del enfermo o la interacción que se genere entre los hermanos. Y no sólo afectará a las relaciones, sino también a la situación profesional del paciente, ya que por el rango de edad de la afectación de la enfermedad, involucra dejar de realizar paulatinamente actividades laborales, afectando el sustento económico familiar.
Los diferentes miembros dispondrán de menos tiempo para realizar actividades sociales y recreativas, es posible que se generen unas necesidades de adaptación del domicilio, una mayor carga económica, aislamiento social, modificación de los objetivos de la familia y como consecuencia de todo esto, cambios a nivel emocional. “La familia debe reestructurarse en cuanto a actividades y papeles, cambios que no siempre son aceptados, ni los “ servicios sanitarios” han previsto ni se han ocupado de integrar elementos de convivencia humana dentro de los regímenes de tratamiento y prevención”. Pelechano (1999)
Como menciona Mercè Gimeno (2000), en el conjunto de la estructura familiar se genera un desajuste donde aparecen reacciones de estrés en el conjunto de los miembros. Las esposa(o) generalmente, asumen las primeras responsabilidades de los tratamientos médicos diarios, los procesos familiares se centran en las actividades vinculadas a la enfermedad, se crean unas expectativas que muchas veces se hallan idealizadas debido a la resistencia al diagnóstico y al peregrinar de los pacientes antes de tener un diagnóstico certero.
Cuando el profesional notifica a una familia que su paciente padece una enfermedad neurodegenerativa incurable, se desencadenan mecanismos de defensa que suelen afectara la forma de afrontar la enfermedad. Entre los mecanismos más significativos Espina, A.; Pumar, B. y Garrido, M. (1995) indican:
La negación de la realidad transitoria, ésta se manifiesta en el momento que se les notifica la enfermedad, es una angustia tan grande que provoca una reacción de negación. La proyección provoca el buscar culpables ajenos a la propia familia, en muchos casos las familias buscan las culpas en los distintos profesionales. La autoculpabilidad es otro mecanismo fruto de no hallar explicaciones en el mundo exterior y culparse a uno mismo de todos los males que ocurren a la familia. La regresión o vuelta a fases del desarrollo anterior indica que la persona no puede asumirlos sentimientos que le provocan la situación. Mediante la represión, la familia puede llegar a asumir un problema determinado vinculado a la enfermedad pero excluye todo tipo de sentimiento que este hecho le genere. Finalmente, uno de los mecanismos que favorece un proceso de superación sería la reparación, la familia ante una reacción primaria negativa asume los errores y busca la mejor manera para facilitar la mejora del enfermo y del grupo familiar.
Las primeras reacciones comunes como se mencionaron anteriormente acerca a los familiares y a al paciente a la consciencia de la muerte por ello es que también se habla de un proceso de duelo anticipado, aunado al difícil proceso de adaptarse a los síntomas de esta enfermedad. Surgen preguntas como ¿Quién lo cuidará? ¿Cómo nos vamos a organizar? ¿Puede quedarse en casa? La mejor de las opciones, y en la medida de la posible, es mantener a la persona en su hogar, intentando asignarle un cuidador fijo, ya sea un familiar (hijo, cónyuge), una enfermera o un asistente. Esto evitará una alteración adicional que entorpezca la asimilación del padecimiento, tanto para el enfermo como para su familia.
Sin embargo, seguirá siendo un proceso que generará desgaste en todos los participantes, por ello, deben redistribuirse las funciones que tenía el enfermo y las nuevas obligaciones, lo más equitativamente posible. Cada miembro jugará un papel indispensable en ello. El diagnosticado requerirá mayores cuidados mientras más pase el tiempo, que van desde lo cotidiano, como ayuda para vestirse, alimentarse y trasladarse; así como el seguimiento de tratamientos médicos para controlar la sintomatología. Será absolutamente normal que los familiares experimenten fuerte agotamiento, intolerancia y desesperanza, muchos de ellos terminarán sacrificando algo de sus vidas y proyectos personales.
Algunas familias toleran bastante bien las cargas afectivas, tienen buena flexibilidad en los roles, los problemas los resuelven de forma efectiva y utilizan recursos externos para manejar el inicio de la enfermedad. Otras familias requieren un inicio gradual para adaptarse a la nueva situación.
La familia debe prepararse para un panorama cada vez más retador, pues llegará el momento en que el paciente estará inmóvil y será necesario reunirse para tomar nuevas decisiones en pro del afectado. Aún con ello, es importante no perder de vista que el enfermo no debe ser abandonado en ningún sentido a pesar de la incapacidad de movilidad y comunicación.
Por ello, la importancia de informarse y conocer sobre la enfermedad ya que a pesar de que medicamente no existe aún una cura, son varios los medicamentos que pueden ayudar al paciente con ELA a tener una buena calidad de vida y aminorar el impacto en la familia. Evitando retraerse y no involucrar a más personas en su nuevo estilo de vida; siendo esto un error, ya que cierran el acceso a redes de apoyo que pudieran aligerar el peso de las responsabilidades que ahora deberán enfrentar. La cercanía de amigos es un buen aliciente para el enfermo y para todos los integrantes de la familia.
Como menciona la MtraJuarez (2014), es importante considerar también que el estrés que experimentarán las familias con un paciente con una enfermedad neurodegenerativa, estará en riesgo latente de incrementarse velozmente, desatando también riñas y desacuerdos familiares con mayor frecuencia; que si bien, estos problemas podrían surgir de conflictos previos sin resolver, también podrían tratarse de disgustos nuevos. Es recomendable que al ser conscientes de esto busquen reforzar la calidad de la comunicación, logrando evitar, en la medida de lo posible, malos entendidos y disgustos.
Finalmente los obstáculos a vencer son muchos y el proceso de adaptación y de aceptación es en definitiva un trayecto que no tendrían que transitar solos, la apertura a recibir ayuda de externos, incluidos los Psicólogos y Tanatólogos especialistas, les proporcionará acompañamiento clave para superar esta difícil situación, ya que una vez concluido, podría dejar secuelas negativas en la vida de cada involucrado, si es que no se recibió la ayuda pertinente.
Fuente: Fyadenmac