Illa, tres ministros más y la cúpula del PP se van de fiesta con Pedro Jota, saltándose todas las restricciones

Todo esto lo hacen porque pueden. ¿Y por qué pueden? Porque saben que los ciudadanos no vamos a hacer nada. Llevamos 8 meses tragando (tanto por parte del gobierno como por parte de las autonomías) lo intragable y van a seguir estirando la cuerda
 
Todo esto lo hacen porque pueden. ¿Y por qué pueden? Porque saben que los ciudadanos no vamos a hacer nada. Llevamos 8 meses tragando (tanto por parte del gobierno como por parte de las autonomías) lo intragable y van a seguir estirando la cuerda

Bingo.
Conocen muy bien a su pueblo, conocen muy bien a sus ciudadanos
Saben hasta donde pueden estirar la cuerda y eso es lo que están haciendo

Y no, eso no es ni conspiración ni nada, es pura psicología y conocer la personalidad de tus ciudadanos, punto y pelota

El proletariado muriendo de hambre y la élite en una burbuja, siempre ha sido así y ahora no iba a ser menos.
 
Illa debería dimitir por participar en el banquete de Pedro J.
Cuando se ostentan ciertos galones convendría extremar las precauciones, pues los ciudadanos podrían tener la sensación de que alguien se está riendo en su cara
El ministro de Sanidad, Salvador Illa.

El ministro de Sanidad, Salvador Illa.

PUBLICADO 27/10/2020 15:32ACTUALIZADO27/10/2020 16:31
A Pedro J. Ramírez se le podrá atribuir en adelante el mérito de haber puesto de acuerdo a todos los españoles, cosa que no es fácil, pues ni siquiera Rafael Nadal ha sido capaz de lograrlo. Pero es difícil contener el malestar al apreciar la última decisión del editor de El Español.
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Resulta que este lunes decidió mantener la fiesta de entrega de los premios anuales de ese periódico, pese a ese asunto tan nimio que es la pandemia de covid-19, el que ha obligado a establecer restricciones en todas las actividades sociales y laborales; y a posponer de forma indefinida todo tipo de proyectos. Y el que ha implicado la cancelación de las fiestas nocturnas y los botellones que no se organizan desde ciertas esferas. Porque hay botellones que todavía se consienten, como los que sientan sobre una misma mesa a un centenar de personas y tienen photocall.
Podría decirse que lo prudente hubiera sido suspender la celebración, pero claro, eso hubiera implicado una menor exposición mediática; y ya se sabe que en este país hay novios que han decidido mantener sus bodas pese a que existe la posibilidad de que el virus se cargue a alguno de los invitados. Son los que piensan, como Pedro J., o al menos así lo demuestra, que sus celebraciones son más importantes que 'lo del resto'.
Dicho esto, cada persona tiene la capacidad de asistir o de quedarse en casa; y, apunten, todos estos representantes políticos y empresariales hicieron ayer lo primero. Por cierto, contraviniendo la recomendación de los propios gobiernos central y autonómicos: Salvador Illa, Margarita Robles, Juan Carlos Campo, José Manuel Rodríguez Uribes, Pablo Casado, Inés Arrimadas, Isabel Díaz Ayuso (que no se quedó a la entrega, según matiza su entorno), José Luis Martínez Almeida, Fernando López Miras, Emiliano García Page, Dolores Delgado, Teodoro García Egea, Cuca Gamarra, Ana Pastor, Cristina Álvarez, Florentino Pérez (sin mascarilla en algunas fotos), Antonio Coimbra...
Ellos mandan; el resto calla
Todos son culpables y todos han demostrado una actitud impresentable al prestarse a participar de ese acto unas horas después de que Pedro Sánchez anunciara su intención de establecer un estado de alarma -con toque de queda- para el próximo medio año. Ahora bien, mención especial merece Salvador Illa, la máxima autoridad sanitaria del país, quien debería dimitir de inmediato por participar en el convite.
También debería hacerlo Francina Armengol, la presidenta de Baleares, a la que la semana pasada pillaron en un bar de madrugada. Pero no lo ha hecho ni lo hará, por lo que habrá que conformarse con su petición de disculpas por el “malentendido”. Porque alegó que en ese momento estaba trabajando y que lo suyo no tenía nada que ver con el ocio. Y tuvimos que creerlo...
Recapitulemos: mientras las autoridades piden a todo el país que se relacionen con el mínimo número de personas posible, que renuncien a la vida nocturna, que no abran sus negocios a partir de las 10, las 11 o las 12 de la noche; o que no asistan al sepelio de sus familiares por precaución, acuden sin miramientos a la entrega de premios de un editor de periódicos que hace no mucho clamaba contra la irresponsabilidad de los otros. Y ojo, es evidente que la situación del virus en España está descontrolada por la indisciplina de un pueblo abotargado. El primero, el que firma esto. Pero cuando se ostentan ciertos galones convendría extremar las precauciones, pues los ciudadanos podrían tener la sensación de que alguien se está riendo en su cara.
Cuando se ostentan ciertos galones convendría extremar las precauciones, pues los ciudadanos podrían tener la sensación de que alguien se está riendo en su cara.
Se ha dicho en estas columnas desde hace meses: si hay dos gremios que saldrán perjudicados de esta crisis -sea cuando sea cuando termine- serán la política y los medios de comunicación, pues las dosis de incompetencia, hipocresía y complicidad mutua que han demostrado son insostenibles. El acto de este lunes tuvo casi un componente poético: mientras la gente de a pie se apresuraba a encerrarse en casa para que no le multaran, quienes habían redactado las normas y quienes las habían reproducido en sus cabeceras brindaban con champán y se entregaban galardones.
De la boca de unos cuantos ha salido en muchas ocasiones la palabra “regeneración”, por no hablar de ese término tan vaciado como es el de la “ética”. Desde luego, si creyeran en alguno de los dos conceptos no habrían asistido a esa fiesta. Y si la máxima autoridad sanitaria de este país conservara todavía cierta dignidad moral, dimitiría de inmediato.
Por cierto, y si los españoles no estuvieran anestesiados, les exigirían explicaciones. O les conducirían hacia la puerta de salida.
 
Debe tener razón Pedrojota Ramírez cuando se queja de ser víctima de ese mal tan español como «el pecado de la envidia».

Los españoles son muy envidiosos y están sumamente ofendidos porque no se les invitó al guateque de su portalito de Belén en el Casino de Madrid.

Una juerga que podría haberle costado unos 40.000 euros, un lujo para un periódico que lleva meses pagando los sueldos de algunos de sus trabajadores con retraso.

Los españoles también tiene otro grave defecto: por lo general suelen ser respetuosos con las normas. Son una sociedad lanar y poco dada a los amotinamientos como lo demostraron en el primer estado de alarma en el que asumieron su arresto domiciliario con alegría y cantando en los balcones.

Cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida instaron a los madrileños a no salir de Madrid y a «reducir la movilidad a lo necesario» en el puente de la Hispanidad la gran mayoría eligió quedarse en casa, sacrificando entre otras cosas estar con sus seres queridos en los pueblos.

También tomaron nota de las recomendaciones sanitarias de Salvador Illa cuando en septiembre pedía «quedarse en casa y relacionarse con la gente imprescindible» cuando todavía no se hablaba de estado de alarma.

Será por la envidia, pero los españoles también saben sumar. Si las autoridades llevan dos meses alertando de que la situación en Madrid es «preocupante y compleja», que «hay presión en los hospitales y en atención primaria» y que la recomendación es «disminuir al máximo la movilidad y hacer solo las actividades imprescindibles» (Illa dixit)… ¿qué demonios hacían en la fiestuqui de Pedrojota a mayor gloria de sus patrocinadores y sus servidumbres políticas?

Allí estaban toda la cuchipandi del PP y de C’s, muchos de ellos despreocupados y sin mascarillas. Cuatro ministros, tres presidentes de CCAA, el alcalde de Madrid, Pablo Casado, Teodoro García Egea, Inés Arrimadas… y todo cuando en Madrid se está analizando pedir el toque de queda. Dando ejemplo, como siempre.


El guateque de ‘El Español’ sirve para constatar la incoherencia de las normas sanitarias que los españoles tienen que acatar con estocismo a sabiendas de que son redactadas con criterios políticos y no científicos, porque los ‘expertos’ no existen.

Aunque parezca mentira, está prohibido superar el límite de seis personas en cualquier encuentro social en Aragón, Asturias, Extremadura, Comunidad de Madrid, Cataluña, Castilla y León, Región de Murcia, Navarra, La Rioja y las dos ciudades autónomas, Ceuta y Melilla pero sí se permiten congresos, encuentros, reuniones de negocios, ferias, conferencias y eventos, y actos similares con un máximo del 75% de aforo.

«Mismo aforo si el evento se realiza en un cine, teatro, auditorio o recinto al aire libre, donde a mayores, en estos espacios, se exige preasignación de butacas. Los eventos en hoteles, en un museo o sala de exposición también cuentan con el 75% de aforo. En salas multiusos el aforo se reduce al 40% y se necesita la preasignación de butacas», explica una web de eventos.

De ahí que la defensa de Pedrojota es que el salón “estuvo ocupado por un total de 80 personas, todas ellas sentadas, lo que representa el 33% de su capacidad. Este aforo se distribuyó en 12 mesas de seis personas y dos mesas más de cuatro personas cada una”.

Este 27 de octubre de 2020, el director de ‘El Español’ recibió un capote nada menos de TVE. Su amigo Xavier Fortes, presentador del 24 horas, hizo una cariñosa conexión con él para que pueda cargar contra «los vertederos de demagogia y radicalismo de Podemos y VOX».

Pedro Cuartango, periodista del ‘ABC’, dijo no ver ninguna irregularidad en la fiesta de Pedrojota y culpó a una ‘minoría inquisitorial’ que mira demasiado lo que hacen los demás.

Huelga decir que no hizo ninguna autocrítica (la ministra Montero dijo que había que hacer una autorreflexión por parte de los asistentes), por el contrario, Pedrojota dijo sentirse muy orgulloso de su sarao. Y nos pidió con su habitual cinismo «estar unidos» en la lucha contra el virus.

Mañana leeremos en ‘El Español’ informaciones sobre las «Fiestas y botellones: continúan las conductas incívicas en plena segunda ola de Covid». Con un par.

 
Sinceramente, no se salvan ni unos ni otros.

Illa no debería haber ido, para algo es el Ministro de Sanidad, pero vamos, que el resto de políticos, El Español y su equipo acaban de perder todo prestigio (si alguna vez lo tuvieron).
 
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