Herederos de Japón

Masako: la princesa triste que no quería reinar
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La esposa de Naruhito, príncipe heredero al Trono del Crisantemo, sufre depresión y desorden por estrés, lo que la ha alejado de la vida pública desde hace años.

Las historias de las plebeyas que se convierten en princesas no resul- tan tan felices como nos lo han hecho creer los cuentos de hadas. Ni siquiera una aristócrata como Diana de Gales pudo con el pesa- do paquete de vivir bajo el escrutinio público y dar cuenta de todos sus actos a la casa real de Inglaterra. Para muchas, es un suplicio que sufren en silencio; pero Masako, la futura emperatriz consorte de Japón no lo ha ocultado. Es infeliz y que lo sepa el mundo.

La esposa de Naruhito, príncipe heredero al Trono del Crisantemo, como se le conoce al escudo del imperio japonés, sufre depresión y desorden por estrés, una enfermedad que la soberanía reconoció en 2004, luego de que en su cumpleaños número 40, Masako fue hospitalizada por un herpes producto del estrés y de que no asistiera al enlace del príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, con Letizia Ortiz, en agosto de ese mismo año. Fue el escándalo.

Ante la insistencia de los medios de comunicación, que cada vez presionaban más a la Casa Imperial, no quedó de otra que revelar la realidad de la princesa, algo sin precedente en la historia de la realeza: Masako sufría de ?agotamiento y trastorno de adaptación debido a las responsabilidades de su cargo?.

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Masako cuando tenía dos años. / A los 7 años, esquiando en Belmont, Estados Unidos. / En el día de su graduación de preparatoria, a los 17 años.





Plebeya, pero de gran clase

Para entonces, la pareja ya llevaba diez años de casada y desde 2001 tenían una niña, la pequeña princesa Aiko. Pero, ¿quién es Masako y de dónde provenía, como para caer en depresión? Ninguna hija de vecino, seguro que no.

Su padre, Hisashi Owada, es uno de los diplomáticos japoneses más connotados e influyentes de la nación, quien además fue viceprimer ministro de Exteriores, magistrado del Tribunal de La Haya y funcionario de las embajadas de Rusia y Estados Unidos, entre otros importantes cargos.

Masako nació en diciembre de 1963 en Tokio, pero era todavía una bebé cuando su familia se mudó a Rusia; tanto ella como sus hermanas, Reiko y Setsuko, vivieron sus primeros años ahí para después trasladarse a Boston, donde la princesa pasó prácticamente toda su infancia y adolescencia, y tuvo una educación privilegiada hasta su etapa universitaria.

Estudió Economía en Harvard y después volvió a Japón, donde cursó una especialidad en la Universidad de Tokio. Fue ahí donde conoció al príncipe Naruhito, quien se prendó de ella, tanto, que se le declaró varias veces entre 1986 y 1991, pero ella nunca aceptó.

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La princesa Masako en compañía de sus padres y hermanas, días antes de su boda en junio de 1993.





La presión de su padre

Fue en su periodo laboral en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón, trabajando con su padre, que comenzó a sentir la presión no mediática, sino familiar. ?Su papá la obligó a aceptar al príncipe; le recordó la lealtad de la familia con su país?, cuenta la autora españo- la María Pilar Queralt del Hierro en su libro Masako, la princesa triste.

De acuerdo con esta biografía no autoriza- da, ?Masako tiene una relación agridulce con su padre?, porque por un lado lo admiraba y quiso emular su carrera diplomática, pero por el otro la sacrificó como en los tiempos anti- guos. Para 1992, cuando ya ni se hablaba de ella en la prensa rosa, se dio la sorpresiva noticia de su compromiso con el heredero.

Masako siempre supo lo que le esperaba. ?Nunca se quiso casar con él, lo hizo porque no le quedó de otra?, cuenta por su parte el perio- dista inglés Ben Hills en su biografía ?tampoco autorizada?, La princesa Masako, prisionera del Trono del Crisantemo. ?Esta familia vive encerrada en su monasterio medieval, son una especie extraña; ella nunca se adaptó?, agrega.

Lo mismo le había sucedido a su suegra, la emperatriz Michiko, quien era hija de un acaudalado empresario nipón cuando se casó con el actual monarca Akihito, y nunca se llevó bien con su suegra, la emperatriz Nagako. La presión de la agencia de la Casa Imperial, famosa por ser ?temible y muy estricta?, dice Hill, dio por resultado que Michiko perdiera el habla en 1993 por problemas psicológicos, según reveló en su momento el diario The New York Times.

Al igual que a su suegra, a Masako le esperaba una vida de opresión; para empezar, renunció a su prometedora carrera diplomática ?tenía a su cargo la oficina de relaciones con EUA? y, para seguir, la Casa Impe- rial, de acuerdo a sus tradiciones, le prohibió ocuparse de asuntos políti- cos e incluso hablar en otros idiomas en eventos oficiales.

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El príncipe Naruhito en su cumpleaños número 3, el 22 de febrero de 1963. / El rey Akihito celebrando su cumpleaños 43, en compañía de su esposa la reina Michiko y su hijo el príncipe Naruhito.





Sin heredero

Antes de su compromiso, del príncipe se contaban historias edípicas terribles: que su madre dejó de amamantarlo a los 12 años, que era virgen a los 33 e incluso que era homosexual. Al final, la agencia de la Casa Imperial nunca desmintió nada; su implacable oficina de protocolo, dirigida por el aún más temido Toshio Yuasa, estaba decidida a casarlo sí o sí para darle un heredero a la dinastía Yamato. El problema fue que Masako no pudo dárselo en diez años, tema con el que se ha especulado como la causa de su depresión.

Las habladurías alrededor de la imposibilidad de la pareja real de tener un hijo se volvieron tan turbias, que revistas de chismes como Shukan Shincho rumoraban que Naruhito era estéril o impotente y que se extraalimentaba de gingseng como remedio casero. Incluso se dijo que el mismísimo emperador Akihito había donado esperma para inseminar a su nuera.



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El príncipe Naruhito y su futura esposa, Masako Owada, posan con tradicionales trajes japoneses ocho días antes de su boda.





El lío de la sucesión

Finalmente, en diciembre del 200 nació la pequeña princesa Aiko. Fue casi un milagro. Pero la decepción del pueblo fue mucha al saberse que fue niña. La gravedad de que Masako no haya dado a luz a un varón obedece a que la Ley de la Casa Imperial de Japón impide que una mujer sea emperatriz reinante.

Así quedó establecido en la Constitución de Japón en 1947, donde también se estipula que una. Esa misma ley es la que impide que una mujer se quede en palacio tras contraer matrimonio con un plebeyo.

El primer ministro japonés de aquel entonces, Noda Yoshihiko, intentó cambiar dichos estatutos en 2005, pero no fue posible; los grupos conservadores del país consiguieron más de la mitad de las firmas necesarias del congreso legislativo y acabaron con la intentona, la llamada Ley Josei Miyake.

Todavía se hablaba de revivir el debate cuando al año siguiente nació el primo de Aiko, el príncipe Hisahito, el primer varón concebido en 41 años en la Casa Imperial. ?En realidad Masakodescansó, porque nunca ha querido que Aiko sea reina, es una responsa- bilidad que no quiere para su hija?, dijo Ben Hills al diario The Guardian.

Así, Naruhito queda como el primero en la línea de sucesión, luego sigue su hermano Akishino, y después el hijo de este, Hisahito. A bote pronto, el problema de la sucesión queda resuelto por la siguiente generación; lo difícil serán las siguientes, ya que la mayoría de los miembros de linaje directo del emperador son mujeres.



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Masako en su boda con Naruhito el 9 de junio de 1993, acompañada de sus suegros, los emperadores de Japón.





La princesa inútil

Después del nacimiento de su sobrino, Naruhito declaró que él yMasako no iban a buscar un segundo bebé. Con la sucesión definida, se esperaba que la depresión de la princesa se di- luyera, pero no fue así, sino al contrario: dejó de aparecer en los eventos más típicos de la familia real, como el Saludo de Año Nuevo o el cumpleaños de su esposo.

Desde 2004 solo ha hecho 17 apariciones públicas oficiales, según recoge el diario español La razón. Pero con todo y que la Casa Imperial la protege, y sobre todo su príncipe azul, el pueblo no está convencido de su actitud.

De acuerdo con la revista rosa Josei Seven, en 2009, en la ciudad de Nagano, donde la familia real vacacionaba, un plebeyo le gritó a la princesa desde la distancia: ?(degrees) Nos está robando el dinero a los contribuyentes! Finge enfermedad y elude responsabilidades. (degrees) Fuera del palacio imperial!?.

La molestia del pueblo es porque ?se la pasa de vacaciones?. En 2006 huyó a la casa de campo de la entonces reina Beatriz de Holanda para ?recuperarse? de su estado depresivo. ?A eso sí viaja, pero no a actos oficiales; es una inútil; no nos dio un heredero y tampoco sonríe?, dijeron súbditos en webpages de los diarios nacionales.



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Foto familiar de la casa real japonesa en 2008: Princesa Masako con su hija (la princesa Aiko) y el príncipe Naruhito; los emperadores Akihito y Michiko; el príncipe Akishino con su hijo (el príncipe Hisahito) y su esposa la princesa Kiko; atrás, las princesas Mako y Kako, hijas de Akishino.





Su amor hacia los Orange-Nassau

El cariño de Beatriz a Masako viene de tiempo atrás gracias a la relación que la ex monarca tie- ne con el padre de la princesa, quien fue diplomático residente en los Países Bajos; por eso, cuando Masako reapareció en la coronación de Guillermo Alejandro y Máxima el pasado abril, se hizo un gran revuelo. En realidad, ?la princesa triste?, como le llaman los medios euro- peos, no había estado recluida por once años, como se ha dicho tras la coronación holandesa, sino que en ese periodo no había atendido un evento oficial en el extranjero. Sus apariciones han sido pocas y muy contadas, además de los actos privados a los que asiste y todos ellos en suelo nipón.

El hecho de no cumplir con sus obligaciones le ha traído muchos problemas de ima- gen pública a su marido, a quien en varias ocasiones lo han tildado de sumiso, pues la ha defendido públicamente en numerosas oca- siones, la última de ellas en 2009, previo a un viaje oficial a Vietnam. En conferencia de prensa, Naruhito de- claró: ?Mi esposa necesita tiempo para re- anudar sus deberes. Hace todo lo que puede para cumplir con su agenda y asistir a tantos compromisos oficiales como le es posible. Me gustaría pedir al pueblo japonés que comprenda la situación?. Antes de eso, Masako había recibido en pa- lacio a los reyes de España, Juan Carlos y Sofía, lo que enardeció la molestia de sus detractores; muchos súbditos se quejaron en las redes sociales de que la princesa ?selecciona? para quién sí se siente bien y para quién no.



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La primera aparición pública de la princesa Masako después de 10 años fue en Holanda, en la coronación de Guillermo y Máxima.





Mamá sobreprotectora

Pero Naruhito siempre saca la cara por ella.?Está enamorado de una manera sobrehumana?, dice María Pilar Queralt. Cuando en 2008 el príncipe cumplió 45 años, la princesa no acudió y a cambio envió un comuni- cado en el que escribió: ?Aún no estoy com- pletamente bien, pero empiezo a sentirme capaz de hacer más cosas, poco a poco?.

La explicación de Toshio Yuasa ha sido desde entonces que ?por recomendaciones médicas?, es mejor para la princesa llevar una vida lo más normal posible ?con preferencia para sus actividades privadas?. Pero el com- portamiento ?normal? de Masako es totalmente lo opuesto.

También en 2009 y hasta gran parte de 2010 la princesa la hizo de escolta de su hija Aiko en la primaria Gakushuin, donde históricamente han estudiado los miembros de la familia real. ¿La razón? La niña sufría bullying. Las críticas les llovieron por todos los frentes y no es para menos, pues por todo el mundo es bien conocida la sobreprotección de Masako a su hija, para quien no desea la que los sentimientos nacionalistas de los japoneses se vieron heridos, cuando su futura emperatriz acudió a un país extranjero para reaparecer en público por cariño a una reina holandesa. Los japoneses monárquicos no se identifican con su futura gobernante, aunque hay aún quienes comprenden a la mujer detrás de la princesa. presión protocolaria que ella ha vivido en carne propia.

Mientras que sus biógrafos dicen que es un alivio para ella que Aiko no vaya a gobernar, otros miembros de la prensa japonesa creen que es un fracaso imperial. Cierta una o la otra, cualquiera de las dos opciones hablan de que el único interés de Masako es proteger a su hija.



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El prínicipe Hisahito, el tercero en la línea de sucesión al trono y primo de la princesa Aiko. / La princesa Aiko, cuando tenía 12 años, en compañía de su mamá, la princesa Masako.





Que renuncien al trono

Esto podría ser positivo para una madre promedio, pero cuando se trata de una princesa, la cosa es distinta. Las críticas por el desmedi- do interés de Masako en su hija y la exagerada atención que a su vez pone Naruhito en su esposa, se han traducido en críticas duras de parte incluso del sector político y académico de su país.

Uno de los politólogos más respetados de Japón, Takashi Mikuriya, dijo apenas en abril de este año a la revista política Bungei Shunju que ?su familia es el único tema con el que se comprometen los príncipes herederos?; por su parte, la publicación del mismo corte, Shincho 45, lanzó a través de sus columnistas un reclamo directo: ?Que Naruhito renuncie al trono si lo que quiere es una familia moderna?.

Pero fuera de casa las opiniones les son constructivas. La corresponsal del diario The New York Times, Kumiko Makihara, escribió que se identificaba plenamente ?con esta pobre mujer de 49 años que quiere proteger a su hija y conservar unida a su familia a pesar de todo, incluso de quienes son?.

Makihara le da un vuelco muy feminista a las críticas y ve enMasako a una vocera de los problemas que aquejan a las mujeres actuales ?y que sufren como ella por sus hijos?. Por eso, coincide en ?lo importante que debe ser acercarse a su pueblo y subir su popularidad?, misma que está por los suelos.

Si se ha ganado o no la indiferencia de su pueblo es un tema delicado, pero lo cierto es que los sentimientos nacionalistas de los japoneses se vieron heridos, cuando su futura emperatriz acudió a un país extranjero para reaparecer en público por cariño a una reina holandesa. Los japoneses monárquicos no se identifican con su futura gobernante, aunque hay aún quienes comprenden a la mujer detrás de la princesa.



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https://www.caras.com.mx/masako-la-princesa-que-no-queria-reinar/
 
El artículo es realmente bueno, pero me gustaría dar mi punto de vista. Primero: La sociedad japonesa en general, especialmente la gente joven está bastante al margen de su familia real. Segundo: Vivir en Japón y encajar es muy difícil (no olvidemos la alta tasa de suicidios que tiene el país), son tremendamente exigentes. Tercero: Como persona que convive con el lastre de la depresión os digo que es casi imposible saber cuando Masako está preparada para un evento. Habrá temporadas en las que tendrán que esperar al propio día para saber como está. Y lo de conectar con unos mandatarios u otros no es un capricho. Forma parte de su enfermedad. Si en cualquier otro país del mundo su problema no sería entendido, en Japón, donde no te perdonan el ser gordo, el ser débil, es decir... Todo lo que se salga de lo que ellos consideran "normal" es mucho más difícil. Muchas gracias por publicar este artículo tan interesante y un saludo.
 
Masako, el gran (y delicado) reto de ser la mujer del emperador
La princesa, que ha atravesado durante años una depresión, tendrá el foco sobre su persona más que nunca. ¿Está preparada para este reto?

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La familia imperial de Japón está viviendo unos meses frenéticos en una institución que no se caracteriza precisamente por estar adaptada a los tiempos en algunas cuestiones. Entre otras, la sucesión, ya que las mujeres siguen relegadas en este sentido, y el hecho de que cualquiera de ellas se case con alguien que no es de la familia pasa directamente a ser plebeya, como les va a ocurrir a dos princesas: Ayako, hija de un primo del actual emperador, y Mako, nieta de Akihito, quien abdicará oficialmente el próximo 30 de abril.

[LEE MÁS: La boda de Mako, una preocupación más para la familia imperial de Japón]

Este momento marcará la llegada al trono de su hijo Naruhito, después de que el emperador lleve ya tiempo reclamando una retirada, algo que pudo hacer con muchas menos dificiltades el marido deIsabel II, el duque de Edimburgo, que ahora solo acude a aquellos actos que le apetecen.

El actual emperador dejará paso a su primogénito, de 58 años, quien ya desde su juventud viajó por todo el mundo para estar al tanto de lo que se cuece fuera de la rígida familia imperial japonesa y empaparse de usos y costumbres que ampliaran sus puntos de vista.

Un camino que también ha emprendido este verano su única hija, la princesa Aiko, que ha estado estudiando en el elitista internado británico Eton, epicentro de la formación de las élites del país y de la mayoría de los miembros varones de la familia real británica. En efecto, se trata de un centro solo para chicos, pero en estos cursos especiales de verano se permite el acceso a chicas de tanto pedigrí como la mencionada princesa nipona.

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Masako, con su marido, el futuro emperador Naruhito. (Reuters)
Es un lugar común decir que los príncipes están muy preparados para suceder a sus padres en el trono, sea cual sea su nacionalidad o su periplo académico o vital. Para eso son educados y mentalizados paulatinamente para asumir las funciones que les tocará asumir en el futuro. En algunos casos, a unas edades en las que ya han tenido oportunidad de ejercer ese rol de manera oficiosa, como ha sido el caso de Naruhito. La cuestión que queda en el aire es: ¿está su mujer, Masako, en condiciones de asumir este reto?

Es de sobra conocido que la princesa, con la que contrajo matrimonio el 9 de junio de 1993, ha suscitado todo tipo de comentarios por la depresión que lleva décadas arrastrando. En una institución como la japonesa la presión para tener un hijo varón que garantice la sucesión puede llegar a ser tremenda y es este el motivo, nunca confirmado, que podría haber originado esta enfermedad.

De hecho, Masako tardó mucho en quedarse embarazada y acabó 1999 de la peor manera imaginable: perdió el bebé que esperaba el 31 de diciembre.

El nacimiento de su hija
Dos años más tarde, el 1 de diciembre de 2001, Naruhito y Masako fueron padres de una niña, Aiko, lo que reabrió un debate que se ha convertido en una patata caliente para los distintos Gobiernos en Japón: cambiar la ley de sucesión al trono, pero nadie parece dispuesto a abordar esta cuestión de una manera definitiva. Máxime cuando parece garantizada la sucesión, pues al futuro emperador le seguirián su hermano menor, Fumihito, que tiene 52 años, y su hijo, Hisahito, que cumple 13 años el 6 de septiembre.

Dos años después del nacimiento de su hija, la familia imperial japonesa comunicó que Masako padecía estrés, porque resultaba imposible esconder que algo no iba bien. Nunca se ha clarificado del todo qué sucedía, lo que ha dado pie a diversas especulaciones. Algunas de ellas incluso apuntaban a lo más alto: que la relación de la princesa con sus suegros no era buena. ¿Qué hay de cierto? Pues, como ocurre en algunas casas reales, y la japonesa no es una excepción, no se dan explicaciones de muchas cuestiones, lo que alimenta, en algunos casos, auténticas leyendas urbanas.



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El matrimonio, con su única hija, Aiko. (Reuters)




Sea como fuere, la actividad privada y pública de Masako ha estado muy mediatizada por su pertinaz depresión. Por eso fue un acontecimiento extraordinario que la princesa nipona hiciera acopio de todas sus energías para viajar hasta Ámsterdam para estar presente en la llegada al trono del rey Guillermo y Máxima en 2013.

Su estancia dejó un sabor agridulce ya que no se vio con fuerzas para acudir a la cena de la noche previa en la que la reina saliente, Beatriz, agasajaba a todas las casas reales asistentes, aunque finalmente sí estuvo en la ceremonia de la jornada siguiente, el momento institucional más trascendental.

[LEE MÁS: Masako, la mujer que más ha necesitado la sonrisa de Máxima de Holanda]

Se ha enfatizado mucho la relevancia de amistad entre Masako y Máxima, una mujer expansiva y siempre con una sonrisa, hasta en las circunstancias más amargas, como la reciente muerte de su hermana,Inés Zorreguieta. Incluso hay quien apunta a que ha sido decisiva para la recuperación de la princesa japonesa.

Al año siguiente de la coronación, los reyes de Holanda viajaron hasta Japón en visita oficial. La espontánea argentina se saltó todos los protocolos y abrazó y dio dos besos a la mujer de Naruhito, quien, lejos de sentirse incómoda por este gesto, estaba encantada.

Días de relax
Su amistad tiene unas raíces que se remontan a 2006, cuando los príncipes nipones habían viajado hasta Holanda por primera vez y se vio a una Masako inusualmente contenta, que ahora, ante los acontecimientos que se avecinan el año que viene, se muestra también bastante y relajada (aparentemente). Algo que hemos podido constatar estos días en los que daba comienzo a sus vacaciones en la villa imperial de Suzaki, acompañada por su marido y su hija, ya de vuelta del Reino Unido, donde ha vivido una experiencia que ha marcado un antes y un después en su vida.



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Masako ha hecho siempre todo lo posible con cumplir con su agenda. (Getty)


A su llegada en la estación de Shimoda, esperaban a los príncipes y a su hija numerosos entusiastas con los que se mostraron encantadores y cercanos. Un síntoma también de cómo la familia imperial se está adaptando a los nuevos tiempos y cambios sociales que demandan una nueva actitud por parte de sus miembros. El propio Naruhito reconocía recientemente en una entrevista que su intención es cumplir con lo que se espera de él a partir de ahora.

Estos días en la villa imperial, una espectacular construcción de una sola planta levantada en los años 70 y que dispone de una playa privada, Masako podrá aprovechar para desconctar de todo y disfrutar de su hija, de quien habrá estado muy pendiente durante su primer viaje al extranjero en solitario. En estos meses podrá prepararse para el gran reto que supone ser la mujer del emperador. De momento, los indicios parecen indicar que se encuentra en el buen camino.

Que así sea...

https://www.vanitatis.elconfidencia...asako-naruhito-trono-emperador-japon_1609849/
 
ttps://www.revistavanityfair.es/realeza/articulos/segunda-oportunidad-masako-princesa-que-renuncio-a-todo-por-amor/22793
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El anuncio del emperador de Japón sobre sus deseos de abdicar el trono a favor de su heredero el príncipe Naruhito ha situado de nuevo en primera línea informativa a la pareja de Naruhito y Masako, llamada a convertirse en emperatriz de Japón.

El propio Akihito argumentaba su deseo por las carencias físicas debido a su edad avanzada y un estado de salud algo deteriorado; queda pendiente que el Parlamento nipón apruebe la ley que permita hacer realidad la solicitud del emperador, porque la abdicación no está contemplada en la legislación de la Casa Imperial. De un modo u otro, sí parece acercarse el momento en que la princesa Masako, ya como emperatriz, pueda volar de nuevo.


Porque son muchos años los que Masako Owada lleva peleando contra las normas ancestrales que imperan en su cárcel de oro, a la que, es cierto, entró de manera voluntaria al aceptar el matrimonio con el heredero. Hay que reconocer que no era tan fácil negarse. No era fácil decir no a un miembro de una familia emparentada con los dioses y autoridad moral del país. Y Masako Owada, que no era una mujer mística, y sí una joven con un curriculum universitario excepcional, cayó rendida ante la frase clave: “¿y no es lo mismo que usted trabaje como diplomática en el Ministerio de Exteriores a que realice esa labor como miembro de la familia imperial? En ambos casos sirve a su país”. Con esa frase Naruhito convencía a Masako que debía de ser su esposa. Y tenía razón: ¿acaso no son las relaciones internacionales las labores de los monarcas actuales?

Sin embargo, aunque Naruhito no pretendía engañar sino convencer a su amada –él sí estaba muy enamorado de la brillante Masako–, las cosas no ocurrieron como habían planeado.

Masako conoce al príncipe

Todo comenzó en la embajada de España en Tokio durante una recepción en honor a la infanta Elena en octubre de 1986. El príncipe Naruhito, de 26 años, seguía soltero. Masako Owada y su familia acudieron como invitados. Era una de las tres mujeres que había alcanzado el nivel máximo en las pruebas de acceso al cuerpo diplomático. Tenía 23 años y una carrera apasionante en el mundo de la diplomacia. Esa tarde, su naturalidad, sonrisa de plenitud y felicidad impactó a los buscadores oficiales de novias para el príncipe y al propio Naruhito, que no necesitó sugerencias externas: Masako le había impactado.

Masako no creció en Japón. Debido a los destinos internacionales del padre, funcionario del Ministerio de Exteriores, vivió primero en Moscú, después en Nueva York, Boston… En 1985 se licenció en Ciencias empresariales con premio extraordinario en la universidad de Harvard. Al año siguiente comenzaba a preparar en la universidad de Tokio el examen de ingreso al cuerpo diplomático. Ese vaivén le hacía plantearse en ocasiones: “¿A dónde pertenezco?” Y explicaba a sus padres su necesidad de prestar algún servicio a su país. Masako pensaba en todo menos en boda. Voló a Inglaterra y en el Balliol College de Oxford estudió Relaciones Internacionales, que finalizó con calificación cum laude.

Tras cuatro años sin contactar con el príncipe heredero, que permanecía soltero a pesar de las presiones de la Oficina Imperial, el emperador y su propio hermano, Masako y Naruhito retomaron la relación, ella renunció a sus sueños. O los transformó. En enero de 1993, las televisiones de Japón confirmaban que Masako Owada de 29 años y funcionaria del ministerio de exteriores sería la próxima princesa heredera. Hubo de todo en aquel exceso de información sobre ella. También serias dudas de que una mujer educada fuera de Japón entendiese las tradicionales leyes de sumisión al marido. Masako Owada sería una princesa inteligente pero ¿sabría además rebosar delicadez y distinción y representar a la madre de Japón y observar la tradición?, se preguntaban. Sin embargo, los más jóvenes se mostraban encantados con esa mujer que podría modernizar la ancestral institución.

Tras los muros de palacio
La boda se celebró en julio de 1993. Masako estaba radiante durante el paseo en calesa por las calles de Tokio. Ni imaginar que al traspasar los muros de palacio encerraba también el sueño de ser una brillante profesional de la diplomacia. Lo habían intuido sus padres, Hisashi y Yumiko Owada, que nunca vieron bien ese enlace. El príncipe Naruhito se casaba enamorado de una joven brillante, hermosa y quizá no todo lo dócil que se requería para el puesto. Ambos compartían el deseo de modernizar las estrictas normas de la casa imperial.

A poco de casarse Masako brilló entre Clinton y Yeltsin durante un encuentro de los países más industrializados, no precisaba traductores, hablaba ruso, francés, inglés y alemán. Sin embargo, los ansiados viajes internacionales se redujeron a tres, dos de ellos a países árabes y a la boda de Felipe y Matilde de Bélgica. Su saber estar exquisito y profesional no entusiasmaba en palacio ante la posibilidad de que hiciese sombra al futuro emperador. Y acabó todo. A pesar de las peticiones de visitas por parte de muchos organismos y gobiernos, la pareja no volvió a viajar.

La oficina imperial, la Familia y los medios decidieron que la labor de Masako era la procreación, debía engendrar al 127 emperador de la monarquía más antigua del mundo. Tras sufrir un aborto a finales de 1999, había que conseguir no solo un nuevo embarazo, sino engendrar un varón porque la corona la transmite el emperador, la mujer se considera “sucia”.

Seguramente con ayuda médica, aunque es algo que nunca se ha confirmado, en diciembre de 2001, ocho años después de la boda, nació la princesa Aiko. La niña fue la alegría de sus padres, de hecho su nombre significa “hija del amor”, pero de nadie más. El problema de la sucesión seguía abierto y la edad de la madre y sus dificultades para tener un hijo hacían casi imposible un nuevo embarazo (en ningún momento se puso en duda la fertilidad de Naruhito)
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Masako, Naruhito y Aiko, la hija de ambos.© GTRESONLINE
La depresión
Y Masako se rindió, cayó muy enferma. La vida tras los muros palaciegos fue el infierno que no pudo soportar, ni siquiera contó con el apoyo de las mujeres de la familia, todas universitarias, licenciadas en profesiones tradicionalmente vinculadas a las mujeres y que nunca ejercieron. Ni la suegra Michiko ni las cuñadas Kiko (casada con Fumihito) ni Sayako (hermana de Naruhito y ya fuera de la familia imperial por su boda con un plebeyo) entendieron la necesidad de realización personal que reclamaba Masako, la realización personal siempre fue cumplir con el esposo y hacerle feliz.

Todo se mantuvo oculto hasta que Naruhito en 2004 dio una rueda de prensa con motivo de su viaje a Europa para acudir a las bodas reales de Dinamarca y España. Ante la perplejidad de los medios presentes, el príncipe heredero denunció que “ha habido intentos de anular la carrera y la personalidad de Masako.”

Naruhito se enfrentó a su familia, y no ha dejado a de apoyar a su mujer ni un solo día. La cuestión dinástica la solucionaron los príncipes Fumihito y Kiko, con dos hijas mayores pero que por el bien del Imperio engendraron un niño, el príncipe Hisahito –a punto de cumplir 10 años- el heredero al trono tras Naruhito y por encima de la que sería heredera natural la princesa Aiko. Y Masako tras casi una década en el ostracismo, hizo su primer viaje internacional en abril de 2013 para viajar a Holanda a la entronización de Máxima y Guillermo.Y poco a poco, va apareciendo de nuevo la sonrisa de la joven que quiso ser diplomática. Quizá en la nueva etapa que se abre en el viejo Japón pueda hacer realidad su deseo: “Me gustaría llevar una vida de la que en algún momento, cuando vuelva la vista atrás, pueda decir que ha sido una vida bonita”.
 
Masako: la princesa triste que no quería reinar
REVISTA CARAS
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La esposa de Naruhito, príncipe heredero al Trono del Crisantemo, sufre depresión y desorden por estrés, lo que la ha alejado de la vida pública desde hace años.





Las historias de las plebeyas que se convierten en princesas no resul- tan tan felices como nos lo han hecho creer los cuentos de hadas. Ni siquiera una aristócrata como Diana de Gales pudo con el pesa- do paquete de vivir bajo el escrutinio público y dar cuenta de todos sus actos a la casa real de Inglaterra. Para muchas, es un suplicio que sufren en silencio; pero Masako, la futura emperatriz consorte de Japón no lo ha ocultado. Es infeliz y que lo sepa el mundo.

La esposa de Naruhito, príncipe heredero al Trono del Crisantemo, como se le conoce al escudo del imperio japonés, sufre depresión y desorden por estrés, una enfermedad que la soberanía reconoció en 2004, luego de que en su cumpleaños número 40, Masako fue hospitalizada por un herpes producto del estrés y de que no asistiera al enlace del príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, con Letizia Ortiz, en agosto de ese mismo año. Fue el escándalo.

Ante la insistencia de los medios de comunicación, que cada vez presionaban más a la Casa Imperial, no quedó de otra que revelar la realidad de la princesa, algo sin precedente en la historia de la realeza: Masako sufría de ?agotamiento y trastorno de adaptación debido a las responsabilidades de su cargo?.



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Masako cuando tenía dos años. / A los 7 años, esquiando en Belmont, Estados Unidos. / En el día de su graduación de preparatoria, a los 17 años.





Plebeya, pero de gran clase

Para entonces, la pareja ya llevaba diez años de casada y desde 2001 tenían una niña, la pequeña princesa Aiko. Pero, ¿quién es Masako y de dónde provenía, como para caer en depresión? Ninguna hija de vecino, seguro que no.

Su padre, Hisashi Owada, es uno de los diplomáticos japoneses más connotados e influyentes de la nación, quien además fue viceprimer ministro de Exteriores, magistrado del Tribunal de La Haya y funcionario de las embajadas de Rusia y Estados Unidos, entre otros importantes cargos.

Masako nació en diciembre de 1963 en Tokio, pero era todavía una bebé cuando su familia se mudó a Rusia; tanto ella como sus hermanas, Reiko y Setsuko, vivieron sus primeros años ahí para después trasladarse a Boston, donde la princesa pasó prácticamente toda su infancia y adolescencia, y tuvo una educación privilegiada hasta su etapa universitaria.

Estudió Economía en Harvard y después volvió a Japón, donde cursó una especialidad en la Universidad de Tokio. Fue ahí donde conoció al príncipe Naruhito, quien se prendó de ella, tanto, que se le declaró varias veces entre 1986 y 1991, pero ella nunca aceptó.



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La princesa Masako en compañía de sus padres y hermanas, días antes de su boda en junio de 1993.





La presión de su padre

Fue en su periodo laboral en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón, trabajando con su padre, que comenzó a sentir la presión no mediática, sino familiar. ?Su papá la obligó a aceptar al príncipe; le recordó la lealtad de la familia con su país?, cuenta la autora españo- la María Pilar Queralt del Hierro en su libro Masako, la princesa triste.

De acuerdo con esta biografía no autoriza- da, ?Masako tiene una relación agridulce con su padre?, porque por un lado lo admiraba y quiso emular su carrera diplomática, pero por el otro la sacrificó como en los tiempos anti- guos. Para 1992, cuando ya ni se hablaba de ella en la prensa rosa, se dio la sorpresiva noticia de su compromiso con el heredero.

Masako siempre supo lo que le esperaba. ?Nunca se quiso casar con él, lo hizo porque no le quedó de otra?, cuenta por su parte el perio- dista inglés Ben Hills en su biografía ?tampoco autorizada?, La princesa Masako, prisionera del Trono del Crisantemo. ?Esta familia vive encerrada en su monasterio medieval, son una especie extraña; ella nunca se adaptó?, agrega.

Lo mismo le había sucedido a su suegra, la emperatriz Michiko, quien era hija de un acaudalado empresario nipón cuando se casó con el actual monarca Akihito, y nunca se llevó bien con su suegra, la emperatriz Nagako. La presión de la agencia de la Casa Imperial, famosa por ser ?temible y muy estricta?, dice Hill, dio por resultado que Michiko perdiera el habla en 1993 por problemas psicológicos, según reveló en su momento el diario The New York Times.

Al igual que a su suegra, a Masako le esperaba una vida de opresión; para empezar, renunció a su prometedora carrera diplomática ?tenía a su cargo la oficina de relaciones con EUA? y, para seguir, la Casa Impe- rial, de acuerdo a sus tradiciones, le prohibió ocuparse de asuntos políti- cos e incluso hablar en otros idiomas en eventos oficiales.

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El príncipe Naruhito en su cumpleaños número 3, el 22 de febrero de 1963. / El rey Akihito celebrando su cumpleaños 43, en compañía de su esposa la reina Michiko y su hijo el príncipe Naruhito.





Sin heredero

Antes de su compromiso, del príncipe se contaban historias edípicas terribles: que su madre dejó de amamantarlo a los 12 años, que era virgen a los 33 e incluso que era homosexual. Al final, la agencia de la Casa Imperial nunca desmintió nada; su implacable oficina de protocolo, dirigida por el aún más temido Toshio Yuasa, estaba decidida a casarlo sí o sí para darle un heredero a la dinastía Yamato. El problema fue que Masako no pudo dárselo en diez años, tema con el que se ha especulado como la causa de su depresión.

Las habladurías alrededor de la imposibilidad de la pareja real de tener un hijo se volvieron tan turbias, que revistas de chismes como Shukan Shincho rumoraban que Naruhito era estéril o impotente y que se extraalimentaba de gingseng como remedio casero. Incluso se dijo que el mismísimo emperador Akihito había donado esperma para inseminar a su nuera.
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de que Masako no haya dado a luz a un varón obedece a que la Ley de la Casa Imperial de Japón impide que una mujer sea emperatriz reinante.

Así quedó establecido en la Constitución de Japón en 1947, donde también se estipula que una. Esa misma ley es la que impide que una mujer se quede en palacio tras contraer matrimonio con un plebeyo.

El primer ministro japonés de aquel entonces, Noda Yoshihiko, intentó cambiar dichos estatutos en 2005, pero no fue posible; los grupos conservadores del país consiguieron más de la mitad de las firmas necesarias del congreso legislativo y acabaron con la intentona, la llamada Ley Josei Miyake.

Todavía se hablaba de revivir el debate cuando al año siguiente nació el primo de Aiko, el príncipe Hisahito, el primer varón concebido en 41 años en la Casa Imperial. ?En realidad Masako descansó, porque nunca ha querido que Aiko sea reina, es una responsa- bilidad que no quiere para su hija?, dijo Ben Hills al diario The Guardian.

Así, Naruhito queda como el primero en la línea de sucesión, luego sigue su hermano Akishino, y después el hijo de este, Hisahito. A bote pronto, el problema de la sucesión queda resuelto por la siguiente generación; lo difícil serán las siguientes, ya que la mayoría de los miembros de linaje directo del emperador son mujeres.

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La princesa inútil

Después del nacimiento de su sobrino, Naruhito declaró que él y Masako no iban a buscar un segundo bebé. Con la sucesión definida, se esperaba que la depresión de la princesa se di- luyera, pero no fue así, sino al contrario: dejó de aparecer en los eventos más típicos de la familia real, como el Saludo de Año Nuevo o el cumpleaños de su esposo.

Desde 2004 solo ha hecho 17 apariciones públicas oficiales, según recoge el diario español La razón. Pero con todo y que la Casa Imperial la protege, y sobre todo su príncipe azul, el pueblo no está convencido de su actitud.

De acuerdo con la revista rosa Josei Seven, en 2009, en la ciudad de Nagano, donde la familia real vacacionaba, un plebeyo le gritó a la princesa desde la distancia: ?(degrees) Nos está robando el dinero a los contribuyentes! Finge enfermedad y elude responsabilidades. (degrees) Fuera del palacio imperial!?.

La molestia del pueblo es porque ?se la pasa de vacaciones?. En 2006 huyó a la casa de campo de la entonces reina Beatriz de Holanda para ?recuperarse? de su estado depresivo. ?A eso sí viaja, pero no a actos oficiales; es una inútil; no nos dio un heredero y tampoco sonríe?, dijeron súbditos en webpages de los diarios nacionales.


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Foto familiar de la casa real japonesa en 2008: Princesa Masako con su hija (la princesa Aiko) y el príncipe Naruhito; los emperadores Akihito y Michiko; el príncipe Akishino con su hijo (el príncipe Hisahito) y su esposa la princesa Kiko; atrás, las princesas Mako y Kako, hijas de Akishino.

Su amor hacia los Orange-Nassau

El cariño de Beatriz a Masako viene de tiempo atrás gracias a la relación que la ex monarca tie- ne con el padre de la princesa, quien fue diplomático residente en los Países Bajos; por eso, cuando Masako reapareció en la coronación de Guillermo Alejandro y Máxima el pasado abril, se hizo un gran revuelo. En realidad, ?la princesa triste?, como le llaman los medios euro- peos, no había estado recluida por once años, como se ha dicho tras la coronación holandesa, sino que en ese periodo no había atendido un evento oficial en el extranjero. Sus apariciones han sido pocas y muy contadas, además de los actos privados a los que asiste y todos ellos en suelo nipón.

El hecho de no cumplir con sus obligaciones le ha traído muchos problemas de ima- gen pública a su marido, a quien en varias ocasiones lo han tildado de sumiso, pues la ha defendido públicamente en numerosas oca- siones, la última de ellas en 2009, previo a un viaje oficial a Vietnam. En conferencia de prensa, Naruhito de- claró: ?Mi esposa necesita tiempo para re- anudar sus deberes. Hace todo lo que puede para cumplir con su agenda y asistir a tantos compromisos oficiales como le es posible. Me gustaría pedir al pueblo japonés que comprenda la situación?. Antes de eso, Masakohabía recibido en pa- lacio a los reyes de España, Juan Carlos y Sofía, lo que enardeció la molestia de sus detractores; muchos súbditos se quejaron en las redes sociales de que la princesa ?selecciona? para quién sí se siente bien y para quién no.



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La primera aparición pública de la princesa Masako después de 10 años fue en Holanda, en la coronación de Guillermo y Máxima.





Mamá sobreprotectora

Pero Naruhito siempre saca la cara por ella.?Está enamorado de una manera sobrehumana?, dice María Pilar Queralt. Cuando en 2008 el príncipe cumplió 45 años, la princesa no acudió y a cambio envió un comuni- cado en el que escribió: ?Aún no estoy com- pletamente bien, pero empiezo a sentirme capaz de hacer más cosas, poco a poco?.

La explicación de Toshio Yuasa ha sido desde entonces que ?por recomendaciones médicas?, es mejor para la princesa llevar una vida lo más normal posible ?con preferencia para sus actividades privadas?. Pero el com- portamiento ?normal? de Masako es totalmente lo opuesto.

También en 2009 y hasta gran parte de 2010 la princesa la hizo de escolta de su hija Aiko en la primaria Gakushuin, donde históricamente han estudiado los miembros de la familia real. ¿La razón? La niña sufría bullying. Las críticas les llovieron por todos los frentes y no es para menos, pues por todo el mundo es bien conocida la sobreprotección de Masako a su hija, para quien no desea la que los sentimientos nacionalistas de los japoneses se vieron heridos, cuando su futura emperatriz acudió a un país extranjero para reaparecer en público por cariño a una reina holandesa. Los japoneses monárquicos no se identifican con su futura gobernante, aunque hay aún quienes comprenden a la mujer detrás de la princesa. presión protocolaria que ella ha vivido en carne propia.

Mientras que sus biógrafos dicen que es un alivio para ella que Aiko no vaya a gobernar, otros miembros de la prensa japonesa creen que es un fracaso imperial. Cierta una o la otra, cualquiera de las dos opciones hablan de que el único interés de Masako es proteger a su hija.



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El prínicipe Hisahito, el tercero en la línea de sucesión al trono y primo de la princesa Aiko. / La princesa Aiko, cuando tenía 12 años, en compañía de su mamá, la princesa Masako.





Que renuncien al trono

Esto podría ser positivo para una madre promedio, pero cuando se trata de una princesa, la cosa es distinta. Las críticas por el desmedi- do interés de Masako en su hija y la exagerada atención que a su vez pone Naruhito en su esposa, se han traducido en críticas duras de parte incluso del sector político y académico de su país.

Uno de los politólogos más respetados de Japón, Takashi Mikuriya, dijo apenas en abril de este año a la revista política Bungei Shunju que ?su familia es el único tema con el que se comprometen los príncipes herederos?; por su parte, la publicación del mismo corte, Shincho 45, lanzó a través de sus columnistas un reclamo directo: ?Que Naruhito renuncie al trono si lo que quiere es una familia moderna?.

Pero fuera de casa las opiniones les son constructivas. La corresponsal del diario The New York Times, Kumiko Makihara, escribió que se identificaba plenamente ?con esta pobre mujer de 49 años que quiere proteger a su hija y conservar unida a su familia a pesar de todo, incluso de quienes son?.

Makihara le da un vuelco muy feminista a las críticas y ve en Masako a una vocera de los problemas que aquejan a las mujeres actuales ?y que sufren como ella por sus hijos?. Por eso, coincide en ?lo importante que debe ser acercarse a su pueblo y subir su popularidad?, misma que está por los suelos.

Si se ha ganado o no la indiferencia de su pueblo es un tema delicado, pero lo cierto es que los sentimientos nacionalistas de los japoneses se vieron heridos, cuando su futura emperatriz acudió a un país extranjero para reaparecer en público por cariño a una reina holandesa. Los japoneses monárquicos no se identifican con su futura gobernante, aunque hay aún quienes comprenden a la mujer detrás de la princesa.

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Última edición:
La abdicación del emperador Akihito de Japón se llevará a cabo el 30 de abril, pero la entronización de su sucesor Naruhito no se llevará a cabo hasta el próximo octubre. En esta ceremonia ritual, su esposa Masako llevará un vestido tradicional llamado junihitoe que se remonta a la era Heian. Se compone de varias capas de ropa. En 1990, la emperatriz Michiko llevaba nueve capas de ropa. Su peinado también será adecuado para la ocasión.
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