Herederos de Japón

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Naruhito, el príncipe heredero de un imperio vetado a las mujeres
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El emperador Akihito de japón quiere abdicar pero la constitución le prohíbe hablar de ello
Es un hombre tranquilo y amable a pesar de que su esposa, la princesa Masako, sufre una depresión crónica y que su única hija, Aiko, tiene vetado el acceso al trono


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De todas las monarquías constitucionales, la de Japón es la única en la que se aplica la ley sálica, es decir, las mujeres no pueden heredar el trono, tengan o no tengan hermanos varones. El Imperio del Sol Naciente, cuyo anterior emperador Hirohito tuvo que reconocer en público que no era hijo de Dios, se prepara ahora para que el actual emperador, Akihito, pueda abdicar en su hijo, Naruhito. Más allá empieza la incógnita ya que el futuro emperador sólo tiene una hija, la princesa Aiko, de 15 años, a quien la Constitución prohíbe el acceso al trono. Por tanto, el siguiente heredero será el pequeño Hisahito, un niño de 9 años, único nieto varón del actual emperador, hijo del príncipe Akishino y la princesa Kiko.

Japón, un país moderno en tecnología y con un gobierno democrático es también un país tradicional en las costumbres y las tradiciones, donde nadie se cuestiona que en el siglo XXI el trono esté vetado a las mujeres. Hubo unos años en los que se pudo cambiar la ley.Naruhito y Masako solo tenían una hija, Aiko, mientras que su hermano, el príncipe Akishino y su esposa, la princesa Kiko, tenían solo dos niñas, Mako y Kako. La tercera hija del actual emperador, la princesa Nori Sayako, renunció a pertenecer a la familia imperial tras casarse con un funcionario.

La Ley de sucesión de Japón impide que la princesa Aiko, única hija del heredero, llegue a emperatriz

Ante la falta de varones y la imposibilidad de que Masako quedara embarazada de nuevo, el Gobierno, de acuerdo con la Casa Imperial, se planteó la posibilidad de modificar la ley de sucesión para permitir heredar a Aiko. Un proceso que se anunciaba complicado precisamente por la mentalidad tradicional del pueblo japonés, pero necesario si se quería mantener la estabilidad de la monarquía. En ese debate se encontraba Japón cuando se anunció que la princesa Kiko, de entonces 40 años, esposa del segundo hijo del emperador, estaba esperando un hijo. No hace falta confirmación oficial de un hecho que los japoneses consideran un embarazo por encargo para concebir un varón que garantizara la sucesión y, al mismo tiempo, evitara el debate sobre el derecho de las mujeres al trono que nadie quería, ya que iba a dividir al país.

Kiko, efectivamente, dio a luz el 6 de septiembre del 2006 a un niño al que llamaron Hisahito, el primer varón que nacía en la familia imperial en 41 años, los mismos que tenía entonces su padre. Desde su nacimiento, a Hisahito se le considera el virtual sucesor de su tío, aunque en realidad su padre lo sería antes que él.

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Los emperadores Akihito y Michiko con sus hijos Naruhito y Akishino, sus nueras Masako y Kiko y sus nietos Aiko, Mako, Kako y Hisahito (The Imperial Household Agency of Japan / AP)
Toda esta maraña debe despejarse antes de que se pueda hacer efectiva la abdicación del actual emperador, una decisión filtrada por la prensa hace algunos días que la Agencia Imperial (el equivalente a nuestra Casa del Rey) desmintió tajantemente. La razón por la que no se ha admitido oficialmente que Akihito, de 82 años y con poca salud, quiere ceder el trono está en el papel institucional del emperador de Japón, a quien no le está permitido hacer consideraciones de carácter político. Es decir, como la Constitución japonesa no contempla la abdicación, Akihito estaría cuestionando la legalidad si hablara de abdicar. Por eso, hasta que el Gobierno encuentre una salida legal que legitime la decisión del emperador, en Japón no abdica nadie. Pueden pasar algunos años y que sea la ley natural la que solucione el dilema.

Mientras tanto, lo único que está claro es que Naruhito, de 56 años, será el 126.º emperador del trono del Crisantemo. El príncipe fue el primer heredero que se educó en un colegio y en contacto con sus padres y no entre preceptores, como sus antepasados; fue a la universidad en Tokio y luego estudió historia medieval en Oxford (Inglaterra). En 1993, el príncipe Naruhito se casó con Masako Owada, una brillante diplomática criada fuera de Japón, a quien conoció en 1986 en una recepción ofrecida a la infanta Elena en un viaje a Japón.

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El príncipe Hisahito, único nieto varón del actual emperador, junto a sus padres Akishino y Kiko y sus hermanas, Kako y Mako (AFP)
El príncipe tardó seis años en convencer a Masako, quien hubiera preferido seguir con su carrera y casarse con otro diplomático. Al final Naruhito logró su propósito, pero Masako, aquejada de una depresión crónica, nunca ha podido ejercer de princesa heredera. Fue recibida como la Lady Di de Oriente, pero sometida a una gran presión por no quedarse embarazada, y aislada en el palacio imperial, su sonrisa y dulzura se fueron apagando. A los ocho años de la boda, Masako, sometida a duros tratamientos de fertilidad, dio a luz a una niña pero con casi 40 años ya no pudo quedarse embarazada de nuevo.

A pesar de las dificultades, el príncipe Naruhito no se ha planteado divorciarse de su esposa

Naruhito y Masako forman, en su vida privada, una buena pareja, pero la princesa no tiene agenda oficial debido a su fragilidad emocional. Prueba de que el príncipe heredero sigue fiel a su esposa es que, a pesar de las dificultades, nunca se le ha pasado por la cabeza divorciarse o repudiar a Masako. Gente amable, la familia imperial, a los que siempre te imaginas cuidando el jardín, siguen ofreciendo una imagen de unidad y servicio al país, sin los grandes melodramas de otras familias reales. De momento, esperan a que se encuentre una salida legal al deseo de Akihito de abdicar; luego le sucederá Naruhito y Masako será emperatriz consorte, aunque sea ausente. Su hija, Aiko, deberá ceder el puesto a su primo Hisahito, a no ser que durante el reinado de su padre Japón decida que ya es hora de tener una emperatriz.

https://www.lavanguardia.com/intern...pe-heredero-imperio-japon-vetado-mujeres.html
 
Los 55 años de Naruhito y el resurgir de Masako: la extraña vida de la familia imperial de Japón

El celebró su cumpleaños el pasado 23F. Ella lleva más de 12 años tratando de superar su depresión y empieza a ver los frutos de su esfuerzo. Así son los príncipes herederos de Japón.

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El 23F cumplió 55 años y posó un año más junto a su mujer, la princesa heredera Masako, su hija la princesa Imperial Aiko de Toshi y su perro favorito que, en una de las imágenes luce una badana multicolor. Naruhito, Príncipe Heredero de Japón, el próximo Tenno, es el primero en muchas cosas: será el 126 emperador del Imperio del Crisantemo, pero el primero educado al lado de sus padres y no solo por preceptores; el primero que ha ido a la universidad, estudió en Oxford, es especialista en Historia medieval de Inglaterra y Japón pero, sobre todo, allí aprendió “que puedo pensar, decidir y hacer cosas por mí mismo”.

Naruhito es el primero que se animó a practicar footing por un parque de Tokio, eso sí a los 55; el primero que ha reivindicado algunos cambios para actualizar una monarquía que impide a su única hija sucederle en el trono, porque en Japón las mujeres solo pueden aspirar a convertirse en emperatrices consortes. Y Nahurito siempre ha sido el primero y único en hablar con cierta claridad sobre el estado de salud de su mujer, Masako, la mariposa de alas quebradas. “Está mejorando” dijo. Aunque pidió más paciencia aún hasta su incorporación definitiva a las tareas del Estado.

LA SOLEDAD DE NARUHITO

Masako Owada mejora de una profunda depresión nerviosa inducida por el estrés que arrastra desde 2003; desde entonces Naruhito se pasea por las alfombras rojas o azules de las cortes de Europa acompañado únicamente de su sempiterna media sonrisa. El Príncipe Heredero acude solo a bodas, bautizos o funerales de Estado. Echamos en falta a la princesa Masako en la boda de los reyes de España, con un traje claro y la dulce y sumisa sonrisa, entre el resto de invitados que desfilaba en grupos de a dos camino de la Almudena, entonces, la soledad de Naruhito de Japón llamó tanto la atención como la de Carolina de Mónaco, aunque los motivos del abandono de ambos fueran tan dispares.

Casualidad (o no), en estos años la princesa Masako ha hecho el gran esfuerzo de abandonar la jaula de oro para acudir a las citas de Máxima de Holanda, su amiga. Sorprendentemente, asistió a la entronización de Guillermo y Máxima; antes, incluso compartieron vacaciones y desde luego, estuvo presente, y vestida del color de los Orange-Nassau, en los actos de la primera visita oficial a Japón de la pareja. Seguro que no es baladí el origen argentino de la reina de Holanda, capaz de acentuar con su presencia la sonrisa de Masako que la contempla con admiración; probable que, además de su empuje y energía, Máxima guarde entre sus habilidades palabras eficaces contra la depresión.

LA DIPLOMÁTICA





Masako era casi perfecta. Hija de un diplomático influyente, vivió y se educó primero en Rusia y después en Boston. Formada en las universidades de Harvard, Oxford, Cambridge y Tokio, Masako Owada era una mujer brillante y con un futuro profesional envidiable. Masako tenía todas las virtudes. Todas excepto la única que se le exigía para ser una buena princesa heredera: un útero fértil, no solo capaz de procrear con soltura, si no de engendrar varones.

Y así pasó. La rigidez del protocolo de la familia imperial, las presiones internas y de opinión pública para tener un hijo varón, la prohibición para ejercer de manera independiente, incluso para opinar en la opresiva corte del crisantemo hicieron el resto. ¿Cómo no bajar a los infiernos cuando se vive bajo el yugo de un imperio tan conservador como el japonés?

Masako era casi perfecta hasta el día de 1986 en el que conoció al príncipe heredero en una recepción oficial de bienvenida a la Infanta Elena de Borbón y él puso sus ojos en ella. Era el mismo día en que Masako se convertía en una de las tres mujeres que obtenía el nivel máximo en las pruebas de acceso al cuerpo diplomático. Tenía entonces 23 años, el pelo corto, unos mofletes que hacían simpático un rostro que reflejaba su alegría de vivir, y una férrea voluntad de servir a su país.

Esa voluntad también fue su trampa. Porque fue el arma que terminó por convencerla para dar el sí a Naruhito siete años después. El deseo de convertirse en la primera representante de Japón en el Exterior, ese deseo y también el de su padre que entendía que su sí al heredero al trono era bueno para la familia.

Ella ya ha cumplido 51, Naruhito festejó los 55 y en el encuentro con los medios, además de opinar sobre la paz mundial, lo hizo sobre su esposa:“Masako está todavía en terapia. Además, están trabajando también su condición física. Se han dado los primeros pasos en la dirección correcta”.Confirmó la mejoría de su esposa, que es eso, mejoría en su estado de salud y matizó: “pero no creo que ella pueda volver a cumplir de nuevo todas sus tareas públicas y privadas. Su médico nos ha asesorado para fortalecer su estado mental, y trabajar en ese sentido para ampliar los resultados satisfactorios”.

https://www.revistavanityfair.es/ce...na-vida-de-la-familia-imperial-de-japon/20449
 
Japón coronará a la esposa de Naruhito, la triste princesa Masako

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Masako, 'la princesa de las alas quebradas'. LUCÍA PÉREZ
Tras más de dos décadas en la corte, la esposa de Naruhito se convertirá en emperatriz cuando abdique su suegro.

El emperador de Japón Akihito abdicará en favor de su hijo

Tras hacerse público que el emperador de Japón, Akihito, de 82 años, tiene previsto abdicar "en pocos años" por razones de salud en su hijo Naruhito, de 56, son muchos los que se preguntan qué suerte correrá el trono del Crisantemo con esta sucesión. Sobre todo por la dramática situación personal de la esposa del heredero, la princesa Masako, de 52 años, quien a raíz de su boda en 1993 fue entrando paulatinamente en una depresión que con el paso de los años se ha agravado hasta hacerse crónica, pese a rachas de leve mejoría, lo que le impide acompañar a su esposo en la mayor parte de los actos oficiales.

Aseguran que sobre su enfermedad planean dos causas fundamentales: la asfixiante rigidez del milenario protocolo de la corte nipona, controlado de forma férrea por un poderoso núcleo de funcionarios cerrados a cualquier innovación; y el no haber podido dar un hijo varón a su esposo, lo cual hace que su única hija, la princesa Aiko, nacida en 2001, no pueda heredar el trono dado que en Japón rige la Ley Sálica que impide a las mujeres reinar.

El drama de la futura emperatriz nipona es comprensible si analizamos la personalidad de soltera de la plebeya Masako, nacida Owada, quien pertenecía a una importante familia de Tokio, ya que su padre había sido viceministro de Asuntos Exteriores japonés. Esto le permitió educarse en Harvard, donde obtuvo sobresaliente cum laude en economía, y posteriormente, decidida a seguir los pasos de su progenitor, se hizo diplomática en Oxford. Pero su carrera en las relaciones internacionales se frustró en 1986 cuando conoció al heredero nipón en una recepción que por cierto se ofrecida a la Infanta Elena de Borbón en su visita al país nipón, en la cual Naruhito cayó rendido ante la joven y brillante diplomática.

Decidida a dar prioridad a su carrera profesional, dio calabazas al príncipe,que sin embargo persistió en su empeño hasta lograr que le diera el sí, algo en lo que dicen tuvo bastante que ver la presión de su familia y del propio palacio imperial. La boda se celebró en 1993 y al poco también comenzó el calvario de Masako, presa en esa jaula de oro milenaria donde se le forzó a renunciar a su vida personal, merced al rígido protocolo imperial. Según este, una futura emperatriz debe caminar tres pasos por detrás de su esposo, no puede hablar a menos que le hable él, debe sonreír sólo en su justa medida, saludar con contención y someterse a un larga lista de prohibiciones, como no salir de palacio sin permiso, acceso limitado al teléfono y a las visitas de familiares y amigos y tampoco tiene pasaporte individual. Ya en la comparecencia en prensa donde se anunció su compromiso matrimonial junto a Naru Hito se la criticó despiadadamente por hablar 39 segundos más que su futuro esposo.

A este panorama se unieron sus dificultades para dar un heredero al Trono, que se tradujeron en numerosos tratamientos de fertilidad que propiciaron, tras un aborto, el nacimiento en 2001, ocho años después, del ansiado heredero. Pero no era un varón, sino una niña, la princesa Aiko, y por lo tanto vetada por la dieta o cámara baja japonesa para ostentar el trono nipón, donde aún rige la milenaria Ley Sálica que impide a las mujeres reinar. Pese a sus denodados intentos, Masako no volvió a ser madre, lo que le sumió en un fuerte estrés que recrudeció sus crisis melancólicas.

Algo que desencadena su casi permanente ausencia de los compromisos institucionales, incluso en los viajes al exterior, a los que suele acudir Naruhito sin la compañía de su esposa, como por ejemplo la boda de los Reyes Felipe y Letizia en 2004. En los últimos años Masako ha tenido épocas de cierta mejoría, que le han llevado a aparecer con cuentagotas, por ejemplo en las entronizaciones de Máxima y Guillermo de Holanda en abril de 2013, o de los soberanos de Tonga en 2015, así como a la conferencia sobre educación sostenible en la Unesco. Incluso en noviembre pasado acudió por primera vez en doce años a la tradicional "ceremonia del jardín" que ofrecen los emperadores en palacio.

Sin embargo, el propio Naruhito, quien se ha visto forzado a reconocer públicamente la realidad del drama que afecta a su esposa, confirmando incluso que se sometía a una terapia, es bastante pesimista. Pese a afirmar que Masako está dando pasos en la dirección correcta, no tiene mucha fe en que pueda volver a desempeñar de nuevo todas sus tareas públicas. En definitiva, que de no existir un milagro, Masako seguirá siendo la "mariposa de las alas quebradas", sobrenombre con el que se la conoce.

http://www.elmundo.es/loc/2016/07/14/57867cd5e2704e58418b45fc.html
 
La nueva vida de Aiko, la heredera de la casa real de Japón

La insólita estampa de la familia imperial sonriendo ha tenido lugar durante la graduación de la princesa Aiko, la hija de Naruhito y Masako, y es más sorprendente de lo que parece.

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Ver sonreír a la familia de los herederos al trono del Sol Naciente es algo a celebrar. Ocurrió hace unos días durante su última aparición pública en el acto de graduación de la princesa Aiko, que ya ha finalizado la primera parte de sus estudios de secundaria en la prestigiosa escuela de señoritas Gakushuin de Tokio.

Pero no fue la princesa adolescente la única que sonreía. También lo hacían sus padres los príncipes herederos Naruhito y Masako, que arropaban abiertamente a su única hija con sus gestos y sonrisas. ¿Esto es noticia? Parecería una situación normal en cualquier familia. Sin embargo, no es habitual en la pequeña familia de los príncipes herederos de Japón, siempre discretos, casi ausentes. Una actitud que no solo se debe a las estrictas normas de la casa imperial, las intrigas palaciegas o a los hábitos comedidos de los japoneses, la pena acompaña desde años atrás a Naruhito y Masako. También a su hija. Los tres han conformado una familia marcada por una tristeza tan ancestral como el reino.

Vestida con traje marinero, melena a ras de cuello y el gran flequillo que la acompaña desde la cuna, la princesa Aiko posó en las puertas del centro educativo con gesto más amable, algo menos tímida, mucho más delgada, con mayor confianza en sí misma y con la sonrisa en los labios. Incluso llegó a hablar del trabajo escolar que había presentado con motivo de su graduación. Según informó EFE, la princesa ha escrito un ensayo en el anuario de su promoción titulado Un deseo por la paz, en el que relata cómo una excursión escolar al Parque Memorial de la Paz de Hiroshima, donde se homenajea a las víctimas de la bomba atómica arrojada por EE.UU. en 1945, cambió drásticamente sus puntos de vista. "Tenemos que compartir con el mundo lo que hemos visto y sentido", escribió la princesa sobre el único país que ha sufrido un bombardeo atómico. Aiko finaliza su relato con el deseo de vivir en un mundo sin armas nucleares.

La visita a la que hace referencia la joven Aiko tuvo lugar en mayo de 2016, dos semanas antes de que Barack Obama se convirtiera en el primer líder en funciones del país norteamericano en visitar la ciudad portuaria y donase varias grullas de papel a su Museo de la Paz.

HIJA DEL AMOR
Masako, de 53 años vestía tan de azul marino y blanco como su hija y se recogía la melena, casi tan igual como ella. A la Casa Imperial no ha llegado la estética renovada y ultra fashionista que han impuesto las nuevas reinas y princesas en las cortes europeas. Las mujeres de la casa Imperial no usan los estiletos de Gianvito Rossi o Prada, ni sofisticadas melenas. La discreción es norma de la casa, sus zapatos, casi monjiles. Los atuendos y colores utilizados, también.

Aun así Masako lucía radiante junto a su hija, con una franca sonrisa adornando el rostro de la que tanto años fue bautizada como la princesa triste. Naruhito y Masako han sido unos padres especialmente volcados en la protección de su hija que tanto esfuerzo dolor y llanto les costó traer al mundo. Aiko nació casi ocho años después de su boda, tras algún aborto y una presión brutal ejercida sobre la pareja porque no lograban ser padres. Cuando nació finalmente Aiko el 1 de diciembre de 1991, no colmó las expectativas del entorno palaciego que esperaban con ansia el varón que permitiese la continuidad de la dinastía; sin embargo, sí logró la de sus padres, que la bautizaron como Aiko “la hija del amor”, la hija que quiere la gente. Masako y Naruhito la llaman por el apelativo cariñoso “Ai-chan” la hija de su amor.

El apoyo de sus padres en esta ceremonia de graduación era especialmente importante porque hace tan solo unos meses, la Oficina de la Casa Imperial informaba de una posible enfermedad de la joven Aiko, que hubo de abandonar la escuela para someterse a una exhaustiva revisión hospitalaria y a permanecer recluida en casa aquejada de síntomas tan dispares e inconcretos como dolor de estómago, fatiga e inapetencia. Los resultados no dieron con un mal concreto; de ahí que saltaran las alarmas, la princesa estaba triste, apática, ¿deprimida como su madre lo estuvo durante tantos años? El fantasma de la depresión sobrevoló por las salas de palacio. Las pruebas achacaron la debilidad física y anímica de la princesa al sobre esfuerzo de estudio por los exámenes y de las competiciones deportivas.Nobutake Odano, un portavoz de la Casa del príncipe heredero, explicó que la princesa no habría de guardar cama, e incluso daba paseos por el jardín.

Tampoco era la primera vez que la nieta del emperador Akihito tenía problemas en el colegio. Hace algunos años, la princesa sufrió el "comportamiento brusco" de algunos compañeros, según informaron en su momento. Al parecer, un grupo de alumnos más rebeldes estuvo acosando a sus compañeros, entre ellos a la princesa, por lo que el Palacio Imperial hubo de intervenir con los responsables del colegio.

Desde pequeña, Aiko ha sido una niña muy seria y poco sociable, por lo que la apodaron "la princesa que apenas sonríe". La profunda depresión de su madre sin duda influyó en el carácter de la pequeña. “A Masako no se le autorizó a realizar viajes internacionales. Esto le ha hecho sufrir mucho. Lo cierto es que ha habido intentos de anular la carrera y la personalidad de Masako”, fue la sorprendente declaración de Naruhito, heredero al trono, en una multitudinaria rueda de prensa en palacio ante cientos de periodistas el 10 de mayo de 2004. Su hija tenía 3 años, y su mujer permanecería oculta y recluida durante años. Para colmo de males, en 2006 nació un niño en la familia imperial, el príncipe Hisahito, hijo de los príncipes Fumihito –hermano de Naruhito y segundo hijo del emperador- y de la princesa Kiko. Un nacimiento que quitaba el trono a la pequeña Aiko, esa princesa que apenas sonríe y que según la propia Casa Imperial ha tenido problemas de adaptación debido a su timidez.

Sin embargo, su última aparición parece acabar con el lastre de tristeza. La sonrisa de Aiko no fue tan enigmática como la de la Gioconda, pero sí tan impactante, y en su despedida de la escuela ha resaltado que “He hecho muchas amigas y he disfrutado mucho estos últimos tres años”. En pocos días, a principios de abril, el mes en el que arranca el curso en Japón, Aiko comienza la segunda fase de sus estudios de Secundaria en el instituto de secundaria de Gakushuin, un centro privado creado a finales del XIX para dar formación a los hijos de las familias nobles del país.

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NOTICIA PUBLICADA EL
09 de junio 1993 , 12:00 a.m.

JAPÓN: SE CASÓ EL PRÍNCIPE HEREDERO
El principe heredero del Japón, Naruhito, de 33 años, se casó hoy con la ex diplomática de carrera Masako Owada, de 29, en una ceremonia inspirada en arcaicos ritos sintoístas, en el templo de la diosa Amaterasu, madre del Japón, en el Palacio Imperial de Tokio. El príncipe vestía una capa anaranjada que se remonta al siglo VIII, mientras que su esposa lució un quimono del siglo XI de 13 kilos de peso.

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Los ritos sintoístas, desarrollados bajo la lluvia, se hicieron a la vista de 800 invitados, todos japoneses.

La pareja ingresó en el Kashikodokoro, el templo ancestral de madera de ciprés, donde Naruhito leyó la declaración del matrimonio, sellándola con un sorbo de saki, el vino de arroz, junto a su esposa.

El rito no fue transmitido por la televisión y se cumplió sin testigos.

Amor verdadero Las monarquías ya han aburrido a muchos. Sus historias de amor, odio y celos han sido el plato fuerte de los diarios de todo el mundo. Pero hay una que siempre se ha mantenido al margen.

La japonesa no sólo es la monarquía más antigua del mundo, sino una de las más respetadas por su pueblo, pues su función es mantener la tradición y el respeto por las costumbres.

Lejos de ser una boda por interés, la de Naruhito y Masakosan (como llaman a la novia)está basada en el amor.

La pareja se conoció en 1986 y desde ese momento el futuro emperador ha cortejado a su novia como cualquier hombre occidental. Quizás tuvo que hacerlo así porque Masako Owada dista mucho de ser la típica japonesa sumisa de quimono de seda.

Hija de Hisashi Owada, el viceministros de asuntos exteriores de Japón, Masako ha recibido una educación bastante occidentalizada. Estudió en Harvard y hasta este año era una de las más talentosas miembros del Minsterio de Asuntos Exteriores, donde manajaban asuntos de comercio con Estados Unidos.

Aunque haya tenido que renunciar al cargo debido a su boda, su espíritu liberal y emprendedor la acompañará hasta el trono de Japón, un puesto que ha sido, durante su milenaria existencia, tradicionalmente conservador.

Sin embargo, dicen que Owada encontrará en su suegra. Michinko, el apoyo que necesita para enfrentar una prueba tan dura como su nueva vida.

La emperatriz, que se casó con Akihito en 1959, también tenía fama liberal Desde un comienzo, Michiko quiso encargarse personalmente de la crianza de sus hijos, petición aparentemente normal pero que despertó tantas críticas que la joven emperatriz estuvo a punto de tener un colapso nervioso un año después de su boda.

Desde que se anunció el compromiso real, las cosas han cambiado mucho para la plebeya de 29 años. No sólo renunció a su brillante carrera, sino que tuvo que tuvo que vestir por primera vez en su vida un quimono de seda para recibir los presentes del futuro emperador, quien, al mismo tiempo que le hacía entrega de los regalos a su prometida, les comunicaba a los dioses su compromiso.

Durante las seis semanas que precidieron a la ceremonia, Masako Owada debió someterse a cursos intensivos de rituales religiosos y complicadas ceremonias, para saber como actuar hoy.

Los nueve quimonos Em matrimonio comenzó muy temprano, cuando chambelanes palaciegos acompañaron a la novia a un rito especial de purificación que se llevó a cabo em el santuario del Palacio Imperial, un lugar rodeadode muros de piedra en pleno centro de Tokio.

Luego se le pintó el rostro de blanco y fue vestida con nueve quimos de seda, que peasban 13 kilos.

Más tarde, se encminó, junto con su futuro marido, hasta un santuario sagrado situado en el corazón del Palacio, mientras que por todo el país, a la misma hora, miles de sacerdotes de la religión Shinto oraron por su felicidad y la preservación eterna del trono.

Este es el cuarto matrimonio real que se produce este siglo, por lo que el gobierno japonés decretó este como un día de fiesta nacional.

Mientras que los mercados financieros, la banca y el correo estuvieron inactivos, los almacnenes de ropa abrieron sus puertas para realizar promociones.

El Gobierno había prometido promociones en esta festividad. También había ofrecido una amnistía para beneficiar a tres millones de personas, entre las que se encuentran presos de más de 70 años.

AJUAR El trono imperial japonés es conocido como el Trono del Crisantemo .

El crisantemo se constituyó en símbolo de la familia imperial en el siglo XII, cuando el emperador Go-Toba comenzó a adornar sus carruajes y espadas con diseños a base de esa flor, que era su favorita.

Más adelante se hizo de uso exclusivo de la familial imperial y adorna todo sus vehículos, vestimentas e incluso el tren especial que utilizan para sus viajes.

El imperio del sol naciente fue establecido hace 1.500 años.

Debido a su condición de símbolo del Estado , el emperador japonés no puede manifestar preferencia alguna por equipos deportivos o agrupaciones musicales. También tiene prohibido abdicar.

El emperador carece de derecho al sufragio y no puede presentarse como candidato.

Después de su matrimonio , la joven Owalda recibirá un pasaporte diplomático especial para cada uno de sus viajes al extranjero.

La familia imperial paga contribuciones sobre la renta, aunque no sobre el estipendio que recibe del gobierno para cubrir sus gastos regulares.

Al igual que el resto de la familia imperial, el principe heredero carece de apelido.

Horas después que beban un sorbo de consagrado vino de arroz para sellar sus nupcias, el futuro emperador del Japón y la emperatriz cumplirán otro antiguo rito de la religión Shinton: rezarán por el nacimiento de un hijo de buena salud.

Tiene que ser un heredero del s*x* masculino. Aunque la mitología asevere que la familia imperial japonesa desciende de la diosa del sol, Amaterasu, una mujer no puede ocupar el trono.

Naruhito nació el 23 de febrero de 1960, diez meses después del matrimonio del entonces príncipe herederoAkihito y su esposa la plebeya Michiko Matsuyama.

Naruhito y Masako han dicho que les gustaría tener una familia numerosa; y los japoneses esperan que no tarden poner manos a la obra; muchos creen que el primogénito de toda mujer debe haber llegado antes de que la madre cumpla 30 años.

El rito de la fertilidad se hace después de la boda real. Se colocan tortas de arroz en bandejas de plata dentro de una caja de fina madera. Todo el conjunto se deja en el dormitorio de la pareja de esposados por espacio de tres días. En la mañana del cuarto día se procede a la ceremonial sepultura del conjunto, orientado en una dirección considerada auspiciosa.

Si la criatura primogénita de Naruhito y Masako resulta ser una hembra, ello podría dar nuevo ímpetu al debate acerca de la posibilidad de conceder acceso al torno a una mujer.

La prohibición ha estado vigente apenas desde 1889. Japón ha tenido en su largo pasado varias emperatirces reinantes; la más reciente, Go-Sakuramachi, murió en 1813.

https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-217729
 

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Creo que Naruhito hará todo lo que esté en su mano para por lo menos conseguir una reforma de la Ley de Sucesión que permita que las mujeres de la Familia Imperial no tengan que renunciar a sus privilegios al casarse con plebeyos......además cuenta en tal menester con el favor de su hermano, Akishino, que desde hace años viene pregonando en sus ruedas de prensa que quiere que las mujeres (o sea sus dos hijas) se puedan casar con plebeyos pero sigan siendo miembros de la Familia Imperial.........

Pobre Hisahito, en unos cuantos lustros muerto su tío o su padre él será el heredero y el único miembro en la línea de sucesión. Pobre la mujer que se case con él que tendrá la presión de darle un hijo varón si o si porque de lo contrario se extinguirá la Familia Imperial.
 
No deja de sorprender que un país como Japón. que esta a la cabeza de todas las innovaciones tecnológicas,que son pioneros en las energías renovable,con el reducido espacio que tienen de territorio,han conseguido tener millones de habitantes y casi nulo paro,que las mujeres están consideradas en su puestos de trabajo,pero a la hora de destacar en la primera linea se las excluya.La casa Imprial por si misma es un anacronismo,las mujeres son rechazadas por ser mujeres, no tiene una explicación con el avance social de ese país.
No me extraña que Masako cogiera una depresión de caballo,y que se haya convertido en crónica.Entrar en esa prisión machirula tiene que ser terrible.
 
Yo recuerdo haber leído en su momento, sería en Hola supongo, no había otra publicación de ese estilo en mi país, que Masako no quería casarse. Que recibió la presión de su padre para que lo hiciera, y darle honor a su familia. Pobre mujer! tener que renunciar a su vida. Pues, hasta donde tengo entendido, la vida que llevan en palacio es espantosa, totalmente encerrados. Ignoro quién dicta esas normas, pues hasta el emperador es víctima de ellas y la familia imperial toda. Quiénes serán esos "burócratas" que dictan esas normas tan tiránicas.
Japón ha podido sobreponerse a la derrota de la II Guerra Mundial y al haber renunciado su emperador a su carácter divino, y no logra superar la ley sálica. Increíble, en verdad.
 
Masako: la princesa triste que no quería reinar
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La esposa de Naruhito, príncipe heredero al Trono del Crisantemo, sufre depresión y desorden por estrés, lo que la ha alejado de la vida pública desde hace años.

Las historias de las plebeyas que se convierten en princesas no resul- tan tan felices como nos lo han hecho creer los cuentos de hadas. Ni siquiera una aristócrata como Diana de Gales pudo con el pesa- do paquete de vivir bajo el escrutinio público y dar cuenta de todos sus actos a la casa real de Inglaterra. Para muchas, es un suplicio que sufren en silencio; pero Masako, la futura emperatriz consorte de Japón no lo ha ocultado. Es infeliz y que lo sepa el mundo.

La esposa de Naruhito, príncipe heredero al Trono del Crisantemo, como se le conoce al escudo del imperio japonés, sufre depresión y desorden por estrés, una enfermedad que la soberanía reconoció en 2004, luego de que en su cumpleaños número 40, Masako fue hospitalizada por un herpes producto del estrés y de que no asistiera al enlace del príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, con Letizia Ortiz, en agosto de ese mismo año. Fue el escándalo.

Ante la insistencia de los medios de comunicación, que cada vez presionaban más a la Casa Imperial, no quedó de otra que revelar la realidad de la princesa, algo sin precedente en la historia de la realeza: Masako sufría de ?agotamiento y trastorno de adaptación debido a las responsabilidades de su cargo?.

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Masako cuando tenía dos años. / A los 7 años, esquiando en Belmont, Estados Unidos. / En el día de su graduación de preparatoria, a los 17 años.





Plebeya, pero de gran clase

Para entonces, la pareja ya llevaba diez años de casada y desde 2001 tenían una niña, la pequeña princesa Aiko. Pero, ¿quién es Masako y de dónde provenía, como para caer en depresión? Ninguna hija de vecino, seguro que no.

Su padre, Hisashi Owada, es uno de los diplomáticos japoneses más connotados e influyentes de la nación, quien además fue viceprimer ministro de Exteriores, magistrado del Tribunal de La Haya y funcionario de las embajadas de Rusia y Estados Unidos, entre otros importantes cargos.

Masako nació en diciembre de 1963 en Tokio, pero era todavía una bebé cuando su familia se mudó a Rusia; tanto ella como sus hermanas, Reiko y Setsuko, vivieron sus primeros años ahí para después trasladarse a Boston, donde la princesa pasó prácticamente toda su infancia y adolescencia, y tuvo una educación privilegiada hasta su etapa universitaria.

Estudió Economía en Harvard y después volvió a Japón, donde cursó una especialidad en la Universidad de Tokio. Fue ahí donde conoció al príncipe Naruhito, quien se prendó de ella, tanto, que se le declaró varias veces entre 1986 y 1991, pero ella nunca aceptó.

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La princesa Masako en compañía de sus padres y hermanas, días antes de su boda en junio de 1993.





La presión de su padre

Fue en su periodo laboral en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón, trabajando con su padre, que comenzó a sentir la presión no mediática, sino familiar. ?Su papá la obligó a aceptar al príncipe; le recordó la lealtad de la familia con su país?, cuenta la autora españo- la María Pilar Queralt del Hierro en su libro Masako, la princesa triste.

De acuerdo con esta biografía no autoriza- da, ?Masako tiene una relación agridulce con su padre?, porque por un lado lo admiraba y quiso emular su carrera diplomática, pero por el otro la sacrificó como en los tiempos anti- guos. Para 1992, cuando ya ni se hablaba de ella en la prensa rosa, se dio la sorpresiva noticia de su compromiso con el heredero.

Masako siempre supo lo que le esperaba. ?Nunca se quiso casar con él, lo hizo porque no le quedó de otra?, cuenta por su parte el perio- dista inglés Ben Hills en su biografía ?tampoco autorizada?, La princesa Masako, prisionera del Trono del Crisantemo. ?Esta familia vive encerrada en su monasterio medieval, son una especie extraña; ella nunca se adaptó?, agrega.

Lo mismo le había sucedido a su suegra, la emperatriz Michiko, quien era hija de un acaudalado empresario nipón cuando se casó con el actual monarca Akihito, y nunca se llevó bien con su suegra, la emperatriz Nagako. La presión de la agencia de la Casa Imperial, famosa por ser ?temible y muy estricta?, dice Hill, dio por resultado que Michiko perdiera el habla en 1993 por problemas psicológicos, según reveló en su momento el diario The New York Times.

Al igual que a su suegra, a Masako le esperaba una vida de opresión; para empezar, renunció a su prometedora carrera diplomática ?tenía a su cargo la oficina de relaciones con EUA? y, para seguir, la Casa Impe- rial, de acuerdo a sus tradiciones, le prohibió ocuparse de asuntos políti- cos e incluso hablar en otros idiomas en eventos oficiales.

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El príncipe Naruhito en su cumpleaños número 3, el 22 de febrero de 1963. / El rey Akihito celebrando su cumpleaños 43, en compañía de su esposa la reina Michiko y su hijo el príncipe Naruhito.





Sin heredero

Antes de su compromiso, del príncipe se contaban historias edípicas terribles: que su madre dejó de amamantarlo a los 12 años, que era virgen a los 33 e incluso que era homosexual. Al final, la agencia de la Casa Imperial nunca desmintió nada; su implacable oficina de protocolo, dirigida por el aún más temido Toshio Yuasa, estaba decidida a casarlo sí o sí para darle un heredero a la dinastía Yamato. El problema fue que Masako no pudo dárselo en diez años, tema con el que se ha especulado como la causa de su depresión.

Las habladurías alrededor de la imposibilidad de la pareja real de tener un hijo se volvieron tan turbias, que revistas de chismes como Shukan Shincho rumoraban que Naruhito era estéril o impotente y que se extraalimentaba de gingseng como remedio casero. Incluso se dijo que el mismísimo emperador Akihito había donado esperma para inseminar a su nuera.



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El príncipe Naruhito y su futura esposa, Masako Owada, posan con tradicionales trajes japoneses ocho días antes de su boda.





El lío de la sucesión

Finalmente, en diciembre del 200 nació la pequeña princesa Aiko. Fue casi un milagro. Pero la decepción del pueblo fue mucha al saberse que fue niña. La gravedad de que Masako no haya dado a luz a un varón obedece a que la Ley de la Casa Imperial de Japón impide que una mujer sea emperatriz reinante.

Así quedó establecido en la Constitución de Japón en 1947, donde también se estipula que una. Esa misma ley es la que impide que una mujer se quede en palacio tras contraer matrimonio con un plebeyo.

El primer ministro japonés de aquel entonces, Noda Yoshihiko, intentó cambiar dichos estatutos en 2005, pero no fue posible; los grupos conservadores del país consiguieron más de la mitad de las firmas necesarias del congreso legislativo y acabaron con la intentona, la llamada Ley Josei Miyake.

Todavía se hablaba de revivir el debate cuando al año siguiente nació el primo de Aiko, el príncipe Hisahito, el primer varón concebido en 41 años en la Casa Imperial. ?En realidad Masakodescansó, porque nunca ha querido que Aiko sea reina, es una responsa- bilidad que no quiere para su hija?, dijo Ben Hills al diario The Guardian.

Así, Naruhito queda como el primero en la línea de sucesión, luego sigue su hermano Akishino, y después el hijo de este, Hisahito. A bote pronto, el problema de la sucesión queda resuelto por la siguiente generación; lo difícil serán las siguientes, ya que la mayoría de los miembros de linaje directo del emperador son mujeres.



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Masako en su boda con Naruhito el 9 de junio de 1993, acompañada de sus suegros, los emperadores de Japón.





La princesa inútil

Después del nacimiento de su sobrino, Naruhito declaró que él yMasako no iban a buscar un segundo bebé. Con la sucesión definida, se esperaba que la depresión de la princesa se di- luyera, pero no fue así, sino al contrario: dejó de aparecer en los eventos más típicos de la familia real, como el Saludo de Año Nuevo o el cumpleaños de su esposo.

Desde 2004 solo ha hecho 17 apariciones públicas oficiales, según recoge el diario español La razón. Pero con todo y que la Casa Imperial la protege, y sobre todo su príncipe azul, el pueblo no está convencido de su actitud.

De acuerdo con la revista rosa Josei Seven, en 2009, en la ciudad de Nagano, donde la familia real vacacionaba, un plebeyo le gritó a la princesa desde la distancia: ?(degrees) Nos está robando el dinero a los contribuyentes! Finge enfermedad y elude responsabilidades. (degrees) Fuera del palacio imperial!?.

La molestia del pueblo es porque ?se la pasa de vacaciones?. En 2006 huyó a la casa de campo de la entonces reina Beatriz de Holanda para ?recuperarse? de su estado depresivo. ?A eso sí viaja, pero no a actos oficiales; es una inútil; no nos dio un heredero y tampoco sonríe?, dijeron súbditos en webpages de los diarios nacionales.



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Foto familiar de la casa real japonesa en 2008: Princesa Masako con su hija (la princesa Aiko) y el príncipe Naruhito; los emperadores Akihito y Michiko; el príncipe Akishino con su hijo (el príncipe Hisahito) y su esposa la princesa Kiko; atrás, las princesas Mako y Kako, hijas de Akishino.





Su amor hacia los Orange-Nassau

El cariño de Beatriz a Masako viene de tiempo atrás gracias a la relación que la ex monarca tie- ne con el padre de la princesa, quien fue diplomático residente en los Países Bajos; por eso, cuando Masako reapareció en la coronación de Guillermo Alejandro y Máxima el pasado abril, se hizo un gran revuelo. En realidad, ?la princesa triste?, como le llaman los medios euro- peos, no había estado recluida por once años, como se ha dicho tras la coronación holandesa, sino que en ese periodo no había atendido un evento oficial en el extranjero. Sus apariciones han sido pocas y muy contadas, además de los actos privados a los que asiste y todos ellos en suelo nipón.

El hecho de no cumplir con sus obligaciones le ha traído muchos problemas de ima- gen pública a su marido, a quien en varias ocasiones lo han tildado de sumiso, pues la ha defendido públicamente en numerosas oca- siones, la última de ellas en 2009, previo a un viaje oficial a Vietnam. En conferencia de prensa, Naruhito de- claró: ?Mi esposa necesita tiempo para re- anudar sus deberes. Hace todo lo que puede para cumplir con su agenda y asistir a tantos compromisos oficiales como le es posible. Me gustaría pedir al pueblo japonés que comprenda la situación?. Antes de eso, Masako había recibido en pa- lacio a los reyes de España, Juan Carlos y Sofía, lo que enardeció la molestia de sus detractores; muchos súbditos se quejaron en las redes sociales de que la princesa ?selecciona? para quién sí se siente bien y para quién no.



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La primera aparición pública de la princesa Masako después de 10 años fue en Holanda, en la coronación de Guillermo y Máxima.





Mamá sobreprotectora

Pero Naruhito siempre saca la cara por ella.?Está enamorado de una manera sobrehumana?, dice María Pilar Queralt. Cuando en 2008 el príncipe cumplió 45 años, la princesa no acudió y a cambio envió un comuni- cado en el que escribió: ?Aún no estoy com- pletamente bien, pero empiezo a sentirme capaz de hacer más cosas, poco a poco?.

La explicación de Toshio Yuasa ha sido desde entonces que ?por recomendaciones médicas?, es mejor para la princesa llevar una vida lo más normal posible ?con preferencia para sus actividades privadas?. Pero el com- portamiento ?normal? de Masako es totalmente lo opuesto.

También en 2009 y hasta gran parte de 2010 la princesa la hizo de escolta de su hija Aiko en la primaria Gakushuin, donde históricamente han estudiado los miembros de la familia real. ¿La razón? La niña sufría bullying. Las críticas les llovieron por todos los frentes y no es para menos, pues por todo el mundo es bien conocida la sobreprotección de Masako a su hija, para quien no desea la que los sentimientos nacionalistas de los japoneses se vieron heridos, cuando su futura emperatriz acudió a un país extranjero para reaparecer en público por cariño a una reina holandesa. Los japoneses monárquicos no se identifican con su futura gobernante, aunque hay aún quienes comprenden a la mujer detrás de la princesa. presión protocolaria que ella ha vivido en carne propia.

Mientras que sus biógrafos dicen que es un alivio para ella que Aiko no vaya a gobernar, otros miembros de la prensa japonesa creen que es un fracaso imperial. Cierta una o la otra, cualquiera de las dos opciones hablan de que el único interés de Masako es proteger a su hija.



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El prínicipe Hisahito, el tercero en la línea de sucesión al trono y primo de la princesa Aiko. / La princesa Aiko, cuando tenía 12 años, en compañía de su mamá, la princesa Masako.





Que renuncien al trono

Esto podría ser positivo para una madre promedio, pero cuando se trata de una princesa, la cosa es distinta. Las críticas por el desmedi- do interés de Masako en su hija y la exagerada atención que a su vez pone Naruhito en su esposa, se han traducido en críticas duras de parte incluso del sector político y académico de su país.

Uno de los politólogos más respetados de Japón, Takashi Mikuriya, dijo apenas en abril de este año a la revista política Bungei Shunju que ?su familia es el único tema con el que se comprometen los príncipes herederos?; por su parte, la publicación del mismo corte, Shincho 45, lanzó a través de sus columnistas un reclamo directo: ?Que Naruhito renuncie al trono si lo que quiere es una familia moderna?.

Pero fuera de casa las opiniones les son constructivas. La corresponsal del diario The New York Times, Kumiko Makihara, escribió que se identificaba plenamente ?con esta pobre mujer de 49 años que quiere proteger a su hija y conservar unida a su familia a pesar de todo, incluso de quienes son?.

Makihara le da un vuelco muy feminista a las críticas y ve enMasako a una vocera de los problemas que aquejan a las mujeres actuales ?y que sufren como ella por sus hijos?. Por eso, coincide en ?lo importante que debe ser acercarse a su pueblo y subir su popularidad?, misma que está por los suelos.

Si se ha ganado o no la indiferencia de su pueblo es un tema delicado, pero lo cierto es que los sentimientos nacionalistas de los japoneses se vieron heridos, cuando su futura emperatriz acudió a un país extranjero para reaparecer en público por cariño a una reina holandesa. Los japoneses monárquicos no se identifican con su futura gobernante, aunque hay aún quienes comprenden a la mujer detrás de la princesa.



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