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Un álbum póstumo de Leonard Cohen verá la luz el 22 de noviembre

El trabajo contará con nueve canciones inéditas


20/09/2019


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Imagen de 2009 de Leonard Cohen en el Palau Sant Jordi (Àlex Garcia)



Con voz grave y alma de poeta, el espíritu de Leonard Cohen revivirá en Thanks For The Dance, el álbum póstumo con nueve canciones inéditas que verá la luz el 22 de noviembre. Según explica la nota de prensa remitida por Sony Music, esto ha sido posible gracias a su hijo, Adam Cohen, que hizo los arreglos necesarios a las grabaciones que conservaba de la voz de su padre, obtenidas durante la grabación del que hasta ahora era su último disco, You Want It Darker.

Aunque parecía que la voz del autor de Hallelujah había sido silenciada cuando falleció el pasado 7 de noviembre de 2016, siete meses después de esa fecha su hijo se retiró a un garaje cerca de la casa de Leonard y recuperó esas grabaciones.


Siete meses después de la muerte de Cohen, su hijo se retiró a un garaje cerca de la casa del poeta y recuperó esas grabaciones

“Al componer y hacer arreglos de la música para que se adaptara a sus palabras, elegimos sus marcas musicales más características, consiguiendo así que él estuviera con nosotros”, explica Adam Cohen en el comunicado. Coincidiendo con este anuncio, Sony Music ha publicitado también este viernes el estreno de The Goal, el primer tema que se ha conocido del álbum, disponible ya en plataformas de streaming.

Thanks For The Dance ha logrado continuar el baile gracias a la colaboración del músico español Javier Mas, que acompañó al maestro durante sus últimas giras y ha tomado el relevo de su propia guitarra para capturar el espíritu del artista. En los créditos del álbum figuran además el famoso productor Daniel Lanois (colaborador de U2), que aportó algunos unos arreglos maravillosos, el coro berlinés Cantus Domus, el baijsta de Arcade Fire Richard Reed, así como Damien Rice y Leslie Feist, entre otros artistas colaboradores.

Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011 y candidato al Nobel de Literatura en varias ocasiones, Cohen nació el 21 de septiembre de 1934 en Montreal en una familia de emigrantes judíos que se asentaron en Canadá. Además de escribir diez poemarios y dos novelas, fue autor de canciones exitosas como la inmortal “Suzanne”, en las que narraba tanto las miserias como la grandeza de la condición humana con esa voz tan personal, entre grave, rota y enigmática, propia del llamado “trovador de voz cavernosa”.

https://www.lavanguardia.com/musica/20190920/47501285135/album-postumo-leonard-cohen-noviembre.html

 
pse.

por la buena gente mix con alenar de maria del mar bonet [subt. español]


todo el álbum.
 
Última edición:
Aretha Franklin y la “Capilla Sixtina del góspel”
Se estrena 'Amazing Grace', la película del concierto de 1972 en el que la diva del 'soul' volvió a la música de iglesia.



DIEGO A. MANRIQUE
Madrid 22 SEP 2019


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En foto, Aretha Franklin en un fotograma de la película 'Amazing Grace'. En vídeo, trailer oficial de 'Amazing Grace'.



La vida profesional de Aretha Franklin (1942-2018) tuvo mucho de montaña rusa. En 1972 alcanzó un pináculo paradójico: el doble elepé Amazing Grace se convertiría en —dicen— el álbum más vendido de su carrera. Mientras iba perdiendo fuelle como hacedora de éxitos pop para el sello Atlantic, triunfaba con lo que inicialmente parecía un su***dio comercial: un retorno hacía sus orígenes, la música góspel de las iglesias baptistas.

Se supone que la comunidad del góspel es inflexible respecto a sus estrellas que giran hacia la música profana. Una exageración: en realidad, los prejuicios tienden a manifestarse con mayor virulencia en el otro lado, donde llevan mal que las figuras de la canción insistan en predicar. Aretha se manejó perfectamente entre ambos polos. Insistió para que Amazing Grace se grabara en un oficio religioso, no en un concierto convencional. Impuso que los principales instrumentistas fueran sus músicos de directo, cracks neoyorquinos tipo Bernard Purdie o Cornell Dupree. También rejuveneció el repertorio con temas de Carole King, Marvin Gaye o George Harrison. El resultado fue lo que su productor, el locuaz Jerry Wexler, definió como “la Capilla Sixtina del góspel moderno”: una artista en la cumbre de sus facultades, arropada por un coro magnífico y un público entregado.

Lo que se suele olvidar es que los servicios, celebrados el 13 y el 14 de enero, también fueron filmados, con vistas a lanzar un largometraje. Asombrosamente, dado el impacto de Amazing Grace, la película homónima solo ha visto la luz 47 años después (en España, se estrena el 4 de octubre). Entre medias hubo una concatenación de desastres que deja en mal lugar a una industria prestigiosa. Hablo del cine de Hollywood, aquí encarnado en Warner Bros.

Warner encargó el rodaje al director Sidney Pollack, que venía de arrasar con Danzad, danzad, malditos. Se le suponía un realizador competente pero, vaya, la cagó con Aretha Franklin. Fascinado por la teoría del cinema verité, dejó vía libre a su equipo para que improvisara y se dejara llevar por el flujo del evento. Eso supone que las cámaras captan frecuentemente a Pollack y su personal, conspicuos en un auditorio repleto de peinados afro. Palpamos la excitación del equipo cuando, entre la concurrencia, se detecta a un entusiasmado Mick Jagger.

Todo eso contribuía a retratar el eufórico ambiente del acto. Pero Pollack cometió un error de principiante: no usó claquetas. Cuando intentaron sincronizar las 20 horas de filmaciones con el sonido, tuvieron que rendirse: era imposible o, por lo menos, demasiado doloroso para un realizador que venía del tormento que supuso montar Las aventuras de Jeremiah Johnson. Puede que Pollack, hombre poco musiquero, entonces no apreciara el valor de lo rodado. Puede que todos los implicados, directivos y técnicos, se sintieran demasiado avergonzados. Conclusión: prefirieron olvidar el proyecto y almacenar las cintas.

Seguramente, allí seguirían de no ser por Alan Elliott. un joven productor musical que escuchó la historia y localizó el material. Se quedó maravillado y consultó a los expertos: sí, con la actual tecnología se podía enmendar el desaguisado. En 2007, Elliott hipotecó su casa y compró las cintas, con la bendición tanto de Sydney Pollack como de Jerry Wexler. La oposición surgió desde el rincón más inesperado: la propia Aretha. El problema no era el pudor de la cantante; se trataba de dinero.

Aretha Franklin y el dinero, esa ya es otra película. Siempre sospechó que demasiada gente se aprovechaba de ella. Estrella desde niña, estaba habituada a imponer su imperial voluntad. Suspendía conciertos a capricho, sin entender que eso implicaba pagar indemnizaciones. Con el tiempo, se acostumbró a ignorar las facturas de tiendas y servicios, creando situaciones muy enojosas. Ajena a las realidades económicas, Aretha planeaba abrir restaurantes, clubes, boutiques, discográficas, productoras cinematográficas. Cuando puso en marcha algunas de estas empresas, resultaron ruinosas. Así, deseaba interpretar en el cine a Bessie Smith. Contrató para el proyecto a Gordon Parks (director de Shaft), que se quedó alucinado al escuchar sus exigencias: no se podía reflejar la afición al alcohol de Bessie o su reconocida bisexualidad. El biopic sobre la cantante de blues nunca despegó.

Durante 10 años, Alan Elliott intentó pactar con Aretha. Misión imposible: tras cada acuerdo, ella subía su precio. Elliott tenía una baza ganadora: su contrato con Warner, donde ella aceptaba participar en el filme. Pero Aretha disponía de abogados beligerantes, que incluso impidieron que Amazing Grace se proyectara en festivales de cine. Elliott comprendió lo insostenible de su posición: en cualquier conflicto entre un productor blanco y una eminencia negra del calibre de Aretha, llevaba las de perder ante el tribunal de la opinión pública. Solo tras la muerte de la diva se acercó a sus herederos y les puso su Amazing Grace. Ellos concluyeron que nada de lo que allí se veía dañaba la reputación de Ree, como era conocida familiarmente.

Cierto. Lo que hoy nos asombra es la modestia de New Temple Missionary Baptist, la iglesia de Los Ángeles que acogió la grabación. Nos choca la ausencia de corografías y efectos. Sobre todo, impresiona la dignidad de Aretha, concentrada en explicar musicalmente su íntima relación con Dios.



CANTANTES Y PREDICADORES

En la primera fila de Amazing Grace, vemos a personas importantes en la vida de Aretha. Está su padre, el polémico reverendo C. L. Franklin, junto a su novia eterna, el primer modelo artístico de Aretha, la vocalista Clara Ward, y la madre de esta, Gertrude Mae. Esta señora era temida en el circuito del góspel e hizo todo lo que pudo para torpedear la relación entre el clérigo, un notorio libertino, y su hija querida.

La cámara no llega a captar lo que ocurre pero sí el resultado: Gertrude está en el suelo y Clara pone cara de yo-no-fui. Cabe imaginar que Aretha vio el incidente, prefirió ignorarlo y seguir cantando. Pudo ser peor: también su progenitor solía mostrarse violento con sus amantes. Igual que el primer marido de Aretha, un proxeneta de Detroit llamado Ted White. El mundo del góspel profesional, ahora sabemos, abundaba en gente promiscua y agresiva.

VIDEO:
https://elpais.com/cultura/2019/09/21/actualidad/1569060297_070964.html


 
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