Hablemos de la soledad, una realidad con la que debemos aprender a convivir

La soledad hasta el coronavirus


Son muchos los que se han sentido solos en estas semanas de conf inamiento. Pero llevamos siglos reflexionando sobre la soledad


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'Soledad', cuadro del pintor historicista inglés Frederic Leighton. (Dominio público)



Las medidas para responder a la Covid-19 han recluido en sus domicilios a millones de personas en todo el mundo, muchas de ellas en soledad (en España, casi cinco millones). Esta experiencia despierta reacciones encontradas. No es lo mismo el aislamiento no deseado que el retiro voluntario de quienes buscan descansar o cultivar el espíritu. Los angloparlantes distinguen claramente entre ambos: tanto el primero, loneliness, como el segundo, solitariness, se traduce en español como soledad.

La soledad no implica necesariamente una separación física; también puede experimentarse estando uno acompañado. Pero, en cualquier caso, su existencia no se entiende sin el progreso económico y social, como si fuera el reverso inquietante de los avances humanos. Como señala el historiador Georges Minois, la soledad es “un lujo”. No aparece en la historia hasta un momento muy tardío, cuando hay gente que se la puede permitir.


Una idea absurda

En la prehistoria y la Antigüedad, la idea de que una persona pudiera vivir separada de sus congéneres resultaba sencillamente absurda. La supervivencia del individuo, en el día a día, dependía de su colaboración con otras personas. De ahí que el ser humano, al imaginar mundos sobrenaturales, pensara en una pluralidad de dioses. En las antiguas mitologías, una multiplicidad de divinidades interactúa entre sí de todas las formas concebibles.
Según el Génesis, Dios creó a Eva para paliar la soledad de Adán.

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Según el Génesis, Dios creó a Eva para paliar la soledad de Adán. (Dominio público)


La soledad tenía mala prensa. ¿Quién no ha escuchado alguna vez aquello de que “no es bueno que el hombre esté solo”? Según el Génesis, Dios crea a Eva porque advierte que Adán no será feliz en solitario.


En la antigua Grecia, la soledad se contemplaba desde un prisma igualmente hostil. Filósofos como Aristóteles y Platón ven en el ser humano un animal social. La soledad puede ser atributo de dioses o monstruos, pero no distingue a los mortales.


En su mitología, los personajes solitarios acostumbran a poseer una connotación negativa. Narciso, por ejemplo, despierta pasiones por su belleza, pero se niega a entregarse a nadie y rechaza a la ninfa Eco. En castigo a un comportamiento arrogante, Némesis, la diosa de la venganza, hace que se enamore de su propio reflejo en una fuente, y el semidios muere ahogado. Si todavía hoy denominamos “narcisistas” a los egocéntricos no es por casualidad.


El solitario aparece como un personaje extravagante, insólito en su obsesión de apartarse de la comunidad. Esto es lo que sucede con Diógenes el Cínico (c. 412 a.C.-323 a.C.), seguro de bastarse a sí mismo y famoso por vivir en un tonel (dará nombre a un síndrome, pero esa es otra historia). Diógenes no necesitaba a los demás, porque su estilo de vida se basaba en hacer justo lo contrario que el resto del mundo. Este afán de originalidad hacía que viviera aislado, incomprendido por el resto de sus congéneres.

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La figura de Diógenes es un prototipo de la rebeldía social y la soledad.
La figura de Diógenes es un prototipo de la rebeldía social y la soledad. (Dominio público)

En cambio, en la tradición cristiana, la soledad va a adquirir un valor sublime. En el siglo IV, un movimiento de hombres y mujeres abandona las ciudades para vivir su fe en los desiertos de Siria y Egipto, donde llevan una existencia ascética. “Monje”, en su acepción griega original (monachos), significa “solitario”. Por eso se empleó para designar a unos cristianos que se retiraban del mundo para buscar en solitario la –eso sí– unión con Dios.


Un estigma social


Contaba el gran especialista Georges Duby que en la Edad Media no existía “la espantosa soledad del miserable que vemos en nuestros días”. El individuo estaba protegido por instituciones como la familia o la parroquia. Sin embargo, la documentación muestra que no fue así en el cien por cien de los casos. Si las personas de su entorno morían o emigraban, los hombres y las mujeres de la época quedaban expuestos a la indefensión. Sin parientes y amigos, los pobres se enfrentaban a la miseria económica y al estigma social.


El Libro de miseria de omne, una obra de finales del siglo XIII o tal vez del XIV, refleja en términos crudos el drama de los más desfavorecidos: “Aun vos quiero decir del pobre e del menguado: por su mala ventura de todos es olvidado”.


Con la llegada del Renacimiento, el “yo” empezará a ganarle terreno al “nosotros”



Para paliar estas situaciones de desamparo surgieron iniciativas diversas. Las casas de acogida se pensaron para evitar que mujeres en situación de riesgo, como las viudas, cayeran en la prostit*ción. Los huérfanos constituían otro sector que exigía una protección social. En Las siete partidas, su código legislativo, Alfonso X estableció normas sobre las personas que debían tutelarlos. A falta de parientes cercanos, un juez debía encomendar su cuidado a “algún hombre bueno y leal”.


Del mundanal ruido al aburrimiento


Con la llegada del Renacimiento, el “yo” empezará a ganarle terreno al “nosotros”. En 1346, el poeta italiano Francesco Petrarca concluye De la vida solitaria, el tratado en el que glorifica el contacto con la naturaleza, lejos de las obligaciones impuestas por la vida urbana. El melancólico Petrarca está cansado de las ciudades, aglomeraciones que le parecen, con toda la razón, sucias y ruidosas. Por eso adquiere una pequeña casa en Vaucluse (Francia), que convierte en un refugio lleno de libros donde se entrega a la literatura y a los paseos en la montaña.


Esta idea, la del sabio que busca la paz en el retiro, se halla muy presente en la literatura europea. Hunde sus raíces en la herencia latina, donde encontramos el tópico del beatus ille (“dichoso aquel”). La expresión procede un poema de Horacio (65 a.C.-8 a.C.) que empieza así: “Dichoso aquel que lejos de los negocios, como la antigua raza de los hombres, dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con sus propios bueyes, libre de toda deuda”.


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Pintura de Alexander Mann llamada 'El camino solitario'.
Pintura de Alexander Mann llamada 'El camino solitario'. (Dominio público)


La influencia del beatus ille en el Renacimiento resulta muy difícil de exagerar. En el siglo XVI, fray Luis de León, un perfecto conocedor de Horacio, al que había traducido, recreará este tema con una composición de célebre inicio: “Qué descansada vida / la del que huye del mundanal ruido”.


La Ilustración , por el contrario, potencia instrumentos de sociabilidad, como los salones literarios, que cobran un auge inusitado. Los intelectuales, en lugar de retirarse a sus torres de marfil, hacen causa común en empresas colectivas, como la Enciclopedia.


La soledad, en lugar de ser objeto de admiración, recibe críticas encarnizadas. Voltaire , uno de los autores más representativos del momento, ve en el solitario a un ser inútil, porque solo a él benefician sus virtudes privadas. Otra gran figura de las Luces, Denis Diderot, se expresa en similares términos: “El hombre de bien vive en sociedad, solo el canalla vive en soledad”. Y el filósofo Jean-Jacques Rousseau manifiesta que la soledad constituye el mayor de sus miedos: “Temo el aburrimiento de estar a solas conmigo”.


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Ilustración del siglo XIX de un pirata abandonado, por Howard Pyle.
Ilustración del siglo XIX de un pirata abandonado, por Howard Pyle. (Dominio público)



Hércules, trabajos y trabajadores


Con el triunfo del capitalismo, en cambio, asistiremos a la apoteosis del individualismo. La ideología liberal convierte en un modelo a seguir al hombre hecho a sí mismo, al emprendedor que asciende por méritos propios hasta las cumbres de la riqueza. El magnate, desde esta perspectiva, viene a ser una versión del héroe solitario que acomete, como Hércules, ímprobos trabajos.


Mientras tanto, el movimiento obrero reacciona con una propuesta colectiva: en lugar de vivir solo para sus intereses particulares, los trabajadores deben asociarse y luchar por un cambio revolucionario de la sociedad.


En general, en el siglo XXI, la soledad se contempla como algo amenazador, y mientras unos la combaten con las redes sociales, otros las culpan de fomentarla, de alejarnos del contacto real. Esta loneliness de la que se desea escapar convive con la solitariness defendida por algunos. Para el filósofo Francesc Torralba (El arte de saber estar solo, Milenio), la soledad puede ser un antídoto contra la banalidad del mundo moderno.

 
Hace falta un cambio de modelo, pero visto lo visto, es como si quisieran imponer un modelo todavía peor de individualismo y aislamiento extremos. Qué futuro nos espera. El documental "La teoría sueca del amor" se queda corto.
 
BIENVENIDO MR. PEPPER
Robots que ayudan a paliar la soledad en residencias: ¿solución o inmoral?
Entre 2015 y 2050, aquellos con más de 60 años en Occidente pasarán de 900 millones hasta los 2.000. En algunas zonas ya se están usando robots para paliar la soledad de los más mayores



Foto: Peter and Peper (Foto: Sam Clark. BBC)


Peter and Peper (Foto: Sam Clark. BBC)




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CELIA MAZA. LONDRES
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@celiamaza
TAGS
SALUD MENTAL
19/09/2020




La población mundial está envejeciendo. Es un hecho. Entre 2015 y 2050, aquellos con más de 60 años a ambos lados del Atlántico pasarán de 900 millones hasta los 2.000, según datos de la Organización Mundial de la Salud, lo que representan un aumento del 12% al 22%. El problema es que los mayores cada vez se sienten más solos y deprimidos. Y las residencias cada vez afrontan más obstáculos ante la falta de cuidadores. En este escenario, ¿es posible que un robot con forma de humanoide pueda ayudar a combatir la soledad y las enfermedades mentales derivadas del aislamiento? Sí, es posible. Pero, al mismo tiempo, ¿no resulta deprimente tener que hablar con una máquina ante la falta de un interlocutor de carne y hueso?

El debate se ha puesto encima de la mesa después de que un estudio internacional haya demostrado que los mayores que han interactuado durante dos semanas con Pepper —un robot "culturalmente competente", según sus creadores— han mejorado su salud mental y reducido su sensación de soledad.

"La utilización de robots en el campo de la asistencia social no debe estigmatizarse", explica Chris Papadopoulos, de la Universidad de Bedfordshire del Reino Unido, a El Confidencial. "En muchas ocasiones se asocia a una visión futurista aterradora, pero se ha demostrado que brinda muchas oportunidades y lo importante es que se debe ver como algo complementario. En ningún momento se busca reemplazar a los profesionales y siempre se deben cumplir los estándares éticos", afirma este experto, autor principal de la evaluación de "Caresses", un proyecto de investigación de 2,6 millones de euros, financiado por la Comisión Europea y Japón.


Música, películas y conversación
El robot Pepper se mueve de forma independiente, lleva incorporado una pantalla en su pecho y gesticula con brazos y manos. Pero la clave está en el 'software', ya que puede mantener conversaciones básicas, después de una programación inicial con la que "aprende" los intereses y el 'background' de los residentes. Esto le permite reproducir su música y películas favoritas, hablar sobre su familia o recodarles incluso cuando deben tomar los medicamentos.

"No se trata de un capítulo de Black Mirror [la serie de Netflix sobre uso de tecnología en un contexto futurista]. No es que el robot esté programado con la información personalizada de cada residente", matiza Papadopoulos. El estudio se llevó a cabo en 10 residencias de Inglaterra y una grande en Japón. Y lo que se hizo fue crear tres tipos de programas con información del Reino Unido, India [debido al gran número de británicos de origen indio] y Japón para que, si se hacían al robot preguntas sobre deporte, grupos de música o lugares emblemáticos tuviera información adecuada para las respuestas. "A eso nos referimos cuando hablamos de que es culturalmente competente", recalca.









La Universidad de Bedfordshire, la Middlesex y Advinia Health Care han sido los socios en la parte europea del estudio, coordinado por la Universidad de Génova en Italia, que es la que ha desarrollado la Inteligencia Artificial de Pepper. A su vez, los voluntarios en el estudio fueron personas de 65 años o más. Todos presentaban una buena capacidad motora y cognitiva, aunque algunos tenían signos menores de demencia.

"Al principio se mostraron reacios, no les generaba mucha confianza eso de interactuar con un robot. Sobre todo porque muchos no están acostumbrados a las tecnologías. Pero luego los voluntarios que se prestaron a estar con Pepper durante dos semanas, durante aproximadamente 18 horas en total, presentaron un impacto pequeño pero positivo en la severidad de la soledad y mejoraron su salud mental", explica Papadopoulos.

Cuando los expertos iniciaron el estudio en 2016, nadie imaginó por aquel entonces que tres años más tarde una pandemia global iba a poner en jaque a los gobiernos a ambos lados del Atlántico, evidenciando precisamente la falta de recursos que existen en las residencias de mayores. "Por supuesto, nunca podríamos haber predicho cuán relevante se ha vuelto este tema hoy en día, donde el confinamiento ha incrementado los niveles de soledad en este sector de la población. Nuestro sistema realmente no podría haber llegado en un mejor momento para intentar reducir algunos de estos problemas", señala el doctor.
No en vano, Pepper ha ayudado a los residentes a estar en contacto con sus familiares. En lugar de ordenadores o teléfonos que en muchas ocasiones son complicados de utilizar para los mayores de 65 años, los residentes tan solo tenían que decir "llamar a Sara", por ejemplo, y al otro lado de la pantalla aparecía la nieta. "El proyecto demuestra que el sistema que desarrollamos podría mejorar y, de hecho lo ha hecho, la salud mental y el bienestar y reducir la soledad", señala Papadopoulos. "Sin embargo, es solo a nivel de prototipo y aún hay muchas limitaciones técnicas", añade.


Entre 15.000 y 21.000 euros
El experto calcula que se necesitarían otros dos o tres años de investigación, desarrollo comercial y financiación antes de que los robots como Pepper pudieran utilizarse en las residencias. "No se trata de reemplazar la atención; un robot no puede hacer lo que hace un humano. Pero pueden ser una herramienta complementaria útil para ayudar a estimular la salud mental de las personas", asegura.

Antes del brote de la pandemia, la industria dedicada al servicio de cuidadores en el Reino Unido tenía al menos 120.000 vacantes. Los operadores han advertido a los parlamentarios que el personal está sobrepasado, sencillamente está sufriendo un "agotamiento" ante las actuales circunstancias y la tensión tan solo aumenta debido a las dificultades financieras que afrontan muchas residencias.


Por lo tanto, pese a que muchos centros se hayan mostrado ahora interesados en este estudio internacional, ¿se pueden permitir comprar a Pepper? ¿Cuál es el precio del robot humanoide? Los responsables del proyecto prefieren no hablar de cifras. Se limitan a decir que el robot en sí ronda los 15.000 euros, pero luego se le tiene que sumar el coste del 'software' (la clave, al fin y al cabo). La prensa británica estima que la cifra final podría rondar en torno a los 21.000 euros. En definitiva, unos 1.100 euros más caro que el salario promedio anual de un asistente social en Inglaterra.

Y luego está el dilema moral: ¿es buena idea? ¿o es deprimente depender de un robot precisamente para reducir los niveles de soledad? Vic Rayner, director ejecutivo del National Care Forum —que agrupa a las asociaciones de cuidadores del Reino Unido— señala que "siempre que pensamos en la tecnología en el campo de asistencia social, debemos tener absolutamente claro que lo que hace es mejorar la atención que está disponible y que es comprendida y bienvenida por quienes la reciben". "Este estudio nos da una idea de que los robots pueden cumplir y cumplen esos criterios", destaca.

"Por supuesto, desafía nuestra comprensión del cuidado como una interacción puramente humana. Sin embargo, en los últimos años todos hemos tenido múltiples desafíos como ciudadanos en cuanto al papel que puede jugar la tecnología y es absolutamente correcto que estemos analizando todos los aspectos del desarrollo tecnológico y entendiendo cuándo es apropiado que se utilicen en este sector", añade.

"Necesitamos asegurarnos de que la atención, y las personas que la utilizan, estén a la vanguardia de las mentes de los desarrolladores de tecnología y, siempre que sea posible, las personas que reciben atención participen activamente en la configuración de ese futuro tecnológico", explica.


 

“Kodokushi”, la epidemia silenciosa que atormenta a Japón: una ola de muertes en absoluta soledad

Miles de personas que viven aisladas de sus entornos sociales mueren solas y pueden pasar semanas, meses o años sin que nadie se entere. Un fenómeno que preocupa cada vez más a autoridades y ciudadanos​


Por Darío Mizrahi
13 de Diciembre de 2020
dmizrahi@infobae.com


Ichio Kuro, un barbero, dentro de su tienda vacía en Gojome, Prefectura de Akita, Japón, el viernes 6 de septiembre de 2019 (Bloomberg)
Ichio Kuro, un barbero, dentro de su tienda vacía en Gojome, Prefectura de Akita, Japón, el viernes 6 de septiembre de 2019 (Bloomberg)
Tenía 69 años en 1997, cuando murió. Vivía solo, completamente alejado de su familia. No tenía amigos, ni relación con sus vecinos. Casi no salía de su domicilio. Hasta que un día colapsó y no salió nunca más.

Durante tres años, el cuerpo del hombre permaneció ahí, tirado en el piso del departamento ubicado en un complejo de viviendas públicas en Chiba, a 40 kilómetros de Tokio. Tan aislado estaba que nadie se dio cuenta de su muerte, hasta que en el 2000 se agotó el dinero de su cuenta bancaria, de la que se debitaba todos los meses el pago del alquiler y de los servicios. Cuando fueron a buscarlo, de su cuerpo apenas quedaban los huesos.


El caso puso en el centro del debate público al kodokushi, que en japonés quiere decir “muerte solitaria”. Las víctimas son personas que viven solas y desconectadas, que mueren en sus casas ante la indiferencia de su entorno, que puede tardar semanas, meses o incluso años en enterarse. Es un fenómeno del que hay registros al menos desde la década de 1970, pero que en los últimos 20 años se convirtió en una epidemia silenciosa.


Kaoru Ishiyama, un jubilado de 82 años, posa para una fotografía fuera de una clínica ortopédica en Kawasaki, en la prefectura de Kanagawa, el 11 de julio de 2014 (Bloomberg)
Kaoru Ishiyama, un jubilado de 82 años, posa para una fotografía fuera de una clínica ortopédica en Kawasaki, en la prefectura de Kanagawa, el 11 de julio de 2014 (Bloomberg)

No hay estadísticas oficiales que permitan cuantificar el kodokushi. Pero una investigación publicada en 2011 por el instituto NLI estimó que cada año mueren de esta manera entre 8.000 y 26.000 personas en Japón. El año pasado, una encuesta de la Oficina del Gabinete japonés reveló que al 50,7% de los mayores de 60 años que viven solos les angustia la posibilidad de terminar así.

La población japonesa sigue envejeciendo y muy a menudo los adultos mayores viven solos, ya que sus cónyuges han muerto y sus hijos viven en otro lugar. Algunos siguen manteniendo contactos sociales, pero otros no, y pueden morir sin que los demás se den cuenta durante semanas. En una sociedad con una baja tasa de natalidad y una población envejecida, este problema parece inevitable, aunque creo que los medios de comunicación japoneses le han dado demasiada significación, ya que muchas personas sienten realmente terror a morir solas”, dijo a Infobae Gordon Mathews, profesor del Departamento de Antropología de la Universidad China de Hong Kong.

Si bien el incremento de la soledad y el debilitamiento de los vínculos familiares y sociales son procesos globales, hay distintas razones por las que se viven con mayor intensidad en la sociedad japonesa. Una de ellas es que tiene la población más envejecida del mundo. La expectativa de vida al nacer es de 84,1 años, una marca superada solo por Hong Kong, donde es 84,6.

Una mujer sentada en un banco revisa su billetera en el área comercial de Sugamo Jizo-dori en Tokio, Japón, el lunes 1 de agosto de 2016 (Bloomberg)
Una mujer sentada en un banco revisa su billetera en el área comercial de Sugamo Jizo-dori en Tokio, Japón, el lunes 1 de agosto de 2016 (Bloomberg)

Este factor está directamente relacionado con la incidencia creciente de la demencia, que afecta a cerca de 5 millones de japoneses. Esta es la principal razón por la que en los últimos meses cobró notoriedad una versión más impactante del kodokushi: cuando quien muere vive con otra persona, pero su cuerpo pasa igual varios días sin ser descubierto, porque su conviviente no se entera o no está en condiciones de reportarlo. Según el periódico Mainichi Shimbun, se produjeron al menos 538 casos en Tokio y Osaka entre 2017 y 2019.

“Este fenómeno se hizo notable durante las últimas dos o tres décadas en Japón. La causa principal es el envejecimiento de nuestra sociedad y la disminución de la tasa de natalidad. Las víctimas son típicamente hombres mayores que viven solos en áreas urbanas, como Tokio. Faltan capitales sociales, como la fiabilidad, la reciprocidad y las redes entre los miembros de las comunidades locales. Estamos obligados a reconstruir un sistema social que se ajuste a esta población envejecida”, sostuvo Yasuyuki Fukukawa, profesor de la Escuela de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Waseda, en diálogo con Infobae.

Un hombre camina por la calle en el distrito Sugamo de Tokio, Japón, el lunes 15 de septiembre de 2016. La proporción de japoneses envejecidos ha estado aumentando constantemente durante décadas (Bloomberg)
Un hombre camina por la calle en el distrito Sugamo de Tokio, Japón, el lunes 15 de septiembre de 2016. La proporción de japoneses envejecidos ha estado aumentando constantemente durante décadas (Bloomberg)

Del hikikomori al kodokushi

La comparación de la pirámide de población de Japón actual con la de 1950 impresiona un poco. El 47% de los japoneses tienen actualmente más de 50 años, un segmento que en 1950 representaba apenas el 15 por ciento. Casi el 22% tiene ahora más de 70 años, cuando antes no llegaban a ser el tres por ciento.


La contracara del envejecimiento es la natalidad decreciente. Siete décadas atrás, el 35% de los habitantes del país eran niños de menos de 15 años, que hoy apenas superan el 12 por ciento. Los menores de cuatro, que eran la franja dominante, representando el 13%, ahora suman el 3,8% y son superados por todas las categorías etarias que se ubican entre los cinco y los 85 años.

El kodokushi es el resultado de la combinación de que la edad promedio de la población haya aumentado al mismo tiempo que se debilitaron los lazos familiares. El indicador más fuerte de este proceso es que cada vez más gente vive sola. En 2015, el 35% de los hogares tenían un solo ocupante. A principios de siglo eran el 27 por ciento, lo que revela un importante crecimiento en los últimos años.


La antropóloga Anne Allison, profesora de la Universidad de Duke, se especializa en cultura japonesa y es una de las personas que más estudió este fenómeno. “Este es un problema creciente debido al debilitamiento de los vínculos familiares —dijo a Infobae—. Creo que es algo más profundo en Japón porque, después de la guerra en los años 40, lo que había sido una organización familiar extendida en el campo cambió sociológicamente con las grandes migraciones urbanas y la reducción a la familia nuclear. La gente mantenía otros lazos sociales: los hombres con sus empresas y las mujeres con otras madres en el vecindario. Pero la unidad social básica era la familia nuclear. Con el estallido de la burbuja económica a principios de los 90 y el viraje a un mercado de trabajo más irregular, los antiguos lazos de familia, matrimonio y empleo también cambiaron. Las víctimas de muerte solitaria tienden a ser hombres de 50 y 60 años, desempleados y alejados de su familia. Pero, a medida que disminuyen las parejas y la población envejece, más y más gente vive y muere sola, así que el kodokushi se ha convertido en una posibilidad para casi todo el mundo”.

Vivir solo no significa vivir aislado, está claro. Pero para muchos japoneses es cada vez más así. Por un lado, pierden el vínculo con su propia familia. No es infrecuente que hermanos y hermanas, e incluso que padres e hijos dejen de hablarse con el paso del tiempo. Por otro lado, hay un número importante de personas a quienes les cuesta hacer amigos y tener una vida social por fuera del trabajo. De modo que cuando se jubilan quedan literalmente solas.


El aislamiento social extremo se conoce en Japón como hikikomori, que se traduce como “hacia adentro”. El término se acuñó originalmente pensando en jóvenes que deciden abandonar toda interacción social y pueden pasar meses encerrados en sus dormitorios. Pero también se ve en gente más grande, que no sale de su casa por nada. Cuando se da en adultos mayores, puede terminar en kodokushi.


“Las causas de las muertes solitarias son diversas, pero una especialmente importante es el hikikomori, una forma de retraimiento social patológico que se prolonga durante más de seis meses. Más de un millón de personas lo padecen en Japón, pero también hay casos en otros países, lo que hace que sea un problema de salud mental global. Creo que la prevención del hikikomori está directamente vinculada a la solución del kodokushi. El aislamiento social puede inducir a la soledad, lo que fácilmente lleva a sentimientos depresivos y de ansiedad, y aumenta el riesgo de su***dio. Supongo que las muertes solitarias son una forma de su***dio pasivo por hikikomori. Además, la sociedad japonesa tiene un fuerte sentido de la vergüenza, que arrastra fácilmente a las personas a la soledad para evitar situaciones embarazosas”, explicó Takahiro A. Kato, profesor del Departamento de Neuropsiquiatría de la Universidad de Kyushu, consultado por Infobae.

Estas tendencias, que están presentes en la mayor parte del mundo desarrollado y que son resultado de profundas transformaciones económicas y sociales a nivel global, se potencian en Japón por cómo se conjugan con determinadas facetas culturales. El Budismo Zen acuñó el término gaman para referirse a la cualidad de “resistir lo intolerable con paciencia y dignidad”, algo que se convirtió en un rasgo de carácter de muchos japoneses.

Wolfram Manzenreiter, profesor del Departamento de Estudios de Asia Oriental de la Universidad de Viena, remarca las consecuencias que tiene este fenómeno sobre la autopercepción de los japoneses. “La imagen que la sociedad japonesa tiene de sí misma como comunidad se ve amenazada por el creciente número de casos de personas aisladas de los demás miembros de su familia o de un vecindario que les brinde apoyo. Otro aspecto muy apreciado por los japoneses es no ser una carga para los demás y evitar una relación desequilibrada entre dar y recibir. Desde la perspectiva de las personas que viven solas, ser una molestia, incluso después de la muerte, no es una idea reconfortante. Las encuestas de opinión muestran que es una fuente considerable de ansiedad entre los mayores”, dijo a Infobae.

Los peatones se reflejan en las ventanas del distrito de Ginza en Tokio, Japón, el viernes 25 de mayo de 2018 (Bloomberg)
Los peatones se reflejan en las ventanas del distrito de Ginza en Tokio, Japón, el viernes 25 de mayo de 2018 (Bloomberg)

Una vieja cultura de tolerancia ante la adversidad, que concibe como una virtud resistir con estoicismo, sin quejarse, lleva a algunas personas a no pedir ayuda a otros ante los problemas. Eso contribuye al retraimiento de quienes prefieren no contar a sus conocidos que están angustiados o sufriendo, porque lo considerarían una muestra de debilidad y una forma de importunarlos.

“Lamentablemente, la muerte solitaria ha ido en aumento en Japón. Aunque no hay una sola causa para ello, se ha señalado el empleo precario, en contraposición al trabajo tradicional japonés de por vida, como causa del creciente número de personas solteras que nunca se casan ni tienen familia. La soledad suele considerarse una cuestión individual, pero en realidad es social, tanto en sus causas como en sus consecuencias. Los estudios epidemiológicos muestran que está asociada con enfermedades cardíacas, cáncer, depresión, diabetes y el su***dio. En términos de mortalidad, la soledad es equivalente a fumar 15 cigarrillos al día, y se está convirtiendo en una pandemia mundial, especialmente en las sociedades industrializadas”, dijo a Infobae Chikako Ozawa-de Silva, profesor del Departamento de Antropología de la Universidad Emory.

Peatones cruzan una calle en el barrio de Kita en Tokio, Japón, el martes 16 de junio de 2015 (Bloomberg)
Peatones cruzan una calle en el barrio de Kita en Tokio, Japón, el martes 16 de junio de 2015 (Bloomberg)

Una epidemia difícil de contener

El kodokushi se volvió algo tan frecuente en Japón que hasta se desarrolló una incipiente industria alrededor. Hace diez años, la revista Time entrevistó a Taichi Yoshida, dueño de una empresa de mudanzas que en determinado momento se dio cuenta de que la mayoría de sus clientes eran familiares de personas que habían muerto solas, que lo contrataban para que vaciaran sus casas.

Eso lo llevó a cambiar el objeto de su empresa y a refundarla como una firma especializada en la limpieza de domicilios desocupados por el deceso de su dueño. Según el relato de Yoshida a Time, lo más desagradable era tener que limpiar las manchas que quedaban en pisos, alfombras y camas, en los casos en los que el cadáver había sido encontrado en estado de descomposición.

Pero el sector privado no sólo registró el fenómeno y empezó a tratar de obtener un beneficio económico. También hay compañías que se sumaron a las recientes estrategias de distintos gobiernos para mitigar el problema.

Kohei Suzuki, profesor del Instituto de Administración Pública de la Universidad de Leiden, destaca lo mucho que avanzaron las autoridades en algunos lugares. “No creo que el gobierno y la sociedad japonesa estén indefensos ante este problema —dijo a Infobae—. Históricamente, Japón ha disfrutado de una vibrante sociedad civil de base. Hay varios tipos de grupos ciudadanos, incluyendo asociaciones de vecinos, grupos de jóvenes y ancianos, y otras formas de voluntariado comunitario. Hay varios municipios que están apelando a iniciativas conjuntas público-privadas para combatir el aislamiento. Por ejemplo, la ciudad de Okazaki. También está el caso de Adachi, uno de los 23 distritos especiales de Tokio, que puso en marcha un proyecto de tolerancia cero al aislamiento. Hay una colaboración activa entre los gobiernos locales y los ciudadanos en muchos otros lugares de Japón”.

Pacientes conversan mientras esperan la apertura de una clínica ortopédica en Kawasaki, Prefectura de Kanagawa, el viernes 11 de julio de 2014 (Bloomberg)
Pacientes conversan mientras esperan la apertura de una clínica ortopédica en Kawasaki, Prefectura de Kanagawa, el viernes 11 de julio de 2014 (Bloomberg)

El municipio de Okazaki convocó a negocios barriales y pequeñas empresas de servicios para que faciliten la entrega de productos a los adultos mayores que no pueden salir de sus casas. Más allá de la ayuda concreta, es una forma de reforzar la presencia, con recorridas por los domicilios que pueden servir para detectar si hay personas enfermas que no irían por su cuenta al médico.

También hay esfuerzos comunitarios. Por ejemplo, hay organizaciones barriales que, con la ayuda de voluntarios, invitan a las personas más aisladas a salir de sus casas y a juntarse con otros que están en la misma situación, para realizar actividades.

“Es mucho lo que pueden hacer y ya están haciendo los gobiernos locales y las organizaciones de gestión regional, como los consejos vecinales, para comprobar cada semana si están bien los mayores de la comunidad, en particular si viven solos. En algunas zonas, el servicio postal también se encarga de pasar durante sus rutinas. En otros lugares se recurre a las telecomunicaciones modernas, como aplicaciones de celular y videollamadas para mantener una línea de comunicación constante con las personas que viven en zonas remotas del distrito o que están aisladas por cualquier motivo”, contó Manzenreiter.

Son intentos de regenerar, al menos parcialmente, los lazos sociales que se rompieron. Quizás sea algo imposible de conseguir, pero vale la pena tratar.

 

Honjok, el movimiento surcoreano que reivindica la soledad como estilo de vida


Estar solo por decisión propia, así es como viven muchos jóvenes surcoreanos en la actualidad.​


Mujer coreana en un campo florido



¿Crees que podrías ser un Honjok? © Getty Images





Quizá estés pensando, ¡pero si llevamos solos un año! ¡Qué demonios es esto del “honjok”! Olvídate por un momento de la pandemia, este movimiento contracultural nació en 2017, años antes de que un virus nos obligará a vivir aislados y separados de nuestros seres queridos. Y, aunque no te olvides de la pandemia, Honjok no tiene nada que ver con la soledad impuesta, es una filosofía de vida. Pero vamos por partes.



Fue en el verano de 2019 cuando la psicoterapeuta americana Francie Healey empezó a interesarte por el concepto Honjok (pronunciado “hon-juk”) después de seguir su auge en redes sociales. “Aprendí que Honjok era un término reciente que había surgido en 2017 como una palabra contracultural de moda en Corea del Sur. Multitud de jóvenes coreanos comenzaron a usarlo como hashtag para describirse a sí mismos y a sus actividades. "Hon" es la abreviatura de "honja", que significa solo; "jok" significa tribu. En pocas palabras, "honjok" significa "tribu de uno"”, subraya a Traveler.es la autora del libro Honjok. El arte de vivir en soledad (Libros Cúpula, 2020).



Francie decidió viajar a Corea del Sur y empezar una serie de entrevistas a los llamados Honjok, fruto de ello nació su libro donde explica por qué ha surgido en un país como Corea del Sur y cómo podemos aprender de él en Europa.







‘Honjok. El arte de vivir en soledad’ (Libros Cúpula, 2020)
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‘Honjok. El arte de vivir en soledad’ (Libros Cúpula, 2020)


COREA DEL SUR Y UNA JUVENTUD HASTIADA

Parece comprensible que este movimiento surgiera en un país como Corea del Sur. ¿Por qué? Hay varios factores que así lo indican, uno de ellos es la falta de expectativas vitales y las preocupaciones por un futuro nada alentador de la juventud surcoreana.

Para entenderlo habría que remontarse a la opresión cultural que vivió la población durante el final de la Segunda Guerra Mundial y poco después durante la guerra (1950) entre ambas Coreas por hacerse con el control la una de la otra. A pesar de la actual situación de Corea del Sur, esta fue la que se desarrolló posteriormente mejor económicamente; durante 1980 y 1990 su PIB fue uno de los más altos de todo el mundo, pero todo se truncó debido a los diferentes régimenes dictatoriales, protestas sociales y políticas.

Durante los años 90 se instaló en una generación el llamado “Sueño Coreano”, muy similar al americano -EEUU gobernaría Corea del Sur tras la Segunda Guerra Mundial-. Este sueño implicaba tener una carrera en una buena universidad, un buen trabajo, casarse, comprarse un hogar, tener hijos y una vida acomodada.

Sin embargo, Corea del Sur no era América y los sueños de esos jóvenes se vieron frustrados en su mayoría por un mercado laboral, que a pesar de contar con grandes empresas como Samsung o Hyundai, ofrece salarios muy bajos y una gran dificultad para encontrar trabajo.







El movimiento Honjok surgió durante una época de frustración para muchos jóvenes coreanos. Después de años de competir dentro de una economía lenta, además de carecer de empleo, oportunidades y movilidad social, la juventud de la nación se desesperaba. Muchos sintieron que no tenían más remedio que elegir la vida honjok”, explica Francie a Traveler.es.

Honjok es reivindicar lo contrario a las tradiciones.


Honjok es reivindicar lo contrario a las tradiciones. © Getty Images

Todo ello se suma a una fuerte jerarquía social en la que la familia, la comunidad, está por encima del individuo. La mujer tiene que cumplir el rol de esposa perfecta o sacrificarlo todo por su carrera profesional. Es decir, no existe la posibilidad de conjugar ambas opciones.

La natalidad en este sentido es abrumadora, con solo 95 nacimientos de niños por cada 100 mujeres, es una de las más bajas del mundo. Según los estudios, los surcoreanos podrían extinguirse hacia el año 2750. Estamos seguros que tanto el movimiento Honjok como el movimiento feminista con campañas como #NoMarriage en Corea del Sur han tenido mucho que ver en estos datos.

Además, el número de hogares de un solo miembro en Seúl representa un tercio del total de la ciudad, un 31,6% en abril de 2019, según los datos aportados en el libro Honjok. El arte de vivir en soledad.







“Cuando estaba haciendo mi investigación, me sorprendió saber que Corea no está sola en este movimiento. En los EEUU, por ejemplo, los hogares unipersonales son más más comunes que nunca (un 28% en 2018). En otros países occidentales como Reino Unido y Suecia, cada vez más personas dedican tiempo a sí mismas y viven solas. En Suecia, 1,8 millones de personas, el 39,2% de todos hogares, y el 17,8% de la población estaba compuesta por una sola persona en 2017”.

También en Japón, la idea de pasar tiempo a solas es muy aceptable. Por ejemplo, el término "ohitorisama" (por su cuenta) evolucionó a partir de la creciente popularidad de las actividades de una sola persona, como comer y leer solos, y más radicalmente, ir de viaje solos o de karaoke.

Creo que vivir solo se convertirá en un aspecto más prominente y duradero del mundo moderno. Las personas que entrevisté en Corea del Sur que viven vidas Honjok parecían abrazar su estilo de vida sin resentimientos y apreciar las virtudes de vivir solos a pesar del impacto social que tiene este estilo de vida”.

¿Crees que podrías ser un Honjok?


¿Crees que podrías ser un Honjok? © Getty Images


BENEFICIOS DEL HONJOK

Honjok es una decisión vital frente a cualquier crítica o estándar social. Es abrazar la teoría del individualismo puesta sobre la palestra por grandes pensadores contemporáneos como la filósofa alemana Hannah Arendt. En sus palabras: “la soledad llega cuando soy yo, sin compañía, o cuando no me ofrezco a mí misma lo que necesito en términos de acompañamiento.







También resuenan frases como la de Picasso que decía que “sin soledad, ningún trabajo sería posible” o la de Edgar Alan Poe que dijo “todo lo que amé, lo amé en soledad”.

Por tanto, Honjok es abrazarte a ti mismo, ser tu mejor amigo, conocerte, disfrutar de tu propia compañía después de haber tomado una decisión plenamente consciente y convencido de que eso es lo mejor para ti.

Si bien no hay definición sociológica exacta para el término o el grupo que describe, pero los Honjok generalmente optan por realizar actividades en solitario y aprovechar al máximo su independencia, rechazando los valores colectivistas de Corea del Sur que otorgan un mayor valor a las necesidades y deseos de la comunidad sobre el individuo. Esto incluye formar una unidad familiar tradicional, a menudo renunciando al matrimonio y eligiendo vivir solos en sus propios términos”, añade Francie.

Tal y como apunta el libro, los beneficios son muchos, no solo económicos. Imagina que supone pagar una cuenta en un restaurante, o planes de ocio en solitario a final de mes comparado con hacerlo en familia o con amigos. Pero sus beneficios son, sobre todo, espirituales. En el libro, por ejemplo, propone, además de un test para valorar si estarías capacitado para ser un Honjok, maneras de conseguirlo, planes y formas de sacarle partido. Una de ellas sería la de viajar solo/a.







“La gente que entrevisté, no solo desarrolló un gusto por la soledad, sino que se sintió más vital, inspirada, nutrida y profundamente conectada con la riqueza de su mundo interior.

Aseguraron tener relaciones más auténticas y saludables. Por ejemplo, entrevisté a una mujer que vivía sola en Tongyeong que expresó que el gran descubrimiento de estar sola y encontrarse a sí misma por primera vez fue una especie de iluminación. Su soledad mejoró sus relaciones con los demás porque pudo ser más auténtica y menos superficial”.

En un momento en el que la presión social (sobre todo en las redes sociales) y el FOMO están muy presentes, este estilo de vida puede traer más paz y calma.

¿Y cómo se puede ser un Honjok? “Considere pasar tiempo a solas en la naturaleza, practicar jardinería, desarrollar un cuidado personal diario, hacer ejercicios de respiración profunda, explorar actividades creativas que ha estado posponiendo y participando en actividades como danza, caminar, Tai Chi... Manténgase abierto y curioso acerca de lo que le inspira”, señala.

Viajar sola, comer sola, hacer actividades que nutran tu espíritu. ¡Eso es Honjok!


Viajar sola, comer sola, hacer actividades que nutran tu espíritu. ¡Eso es Honjok! © Getty Images


LA PANDEMIA Y EL HONJOK

“Una temporada de soledad y aislamiento hace que la oruga obtenga sus alas. Recuerda esto la próxima vez que te sientas sola”, dijo la escritora Mandy Hale. Sus palabras pueden ser un aliento para lo que muchos entienden como uno de los peores años de su vida. La pandemia y el confinamiento están detrás de un repunte de enfermedades como la depresión o la ansiedad. Pero, ¿tiene este tipo de soledad algo que ver con ser un Honjok?







“Creo que la actual crisis de salud está contribuyendo a un profundo cansancio en las personas y contribuyendo a una mayor curiosidad sobre Honjok. Los funcionarios de salud de todo el mundo reconocen cada vez más los efectos adversos que la soledad tiene en nuestra salud. Según el Instituto Nacional de EEUU, se ha asociado el aislamiento social y la soledad con un mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas, obesidad, un sistema inmunológico debilitado, Alzheimer, depresión e incluso la muerte. Honjok invita a una perspectiva más expansiva sobre estar solo. Existe una distinción importante entre estar solo y la soledad”.
Y añade: “Podemos estar solos y aun así sentirnos conectados y realizados. Creo que esa es la invitación de una vida Honjok: el tiempo y el espacio para explorar una conexión más profunda con tu verdadero yo para que también puedas nutrir la auto-aceptación”.




 
Yo he conocido y conozco a mucha gente de ésta que repite el mantra de "para conocerte a ti mismo, lo mejor es estar solo, hasta que no estés bien en soledad no podrás estar bien en compañía" (cosa que no tiene ningún fundamento, más que nada porque somos seres sociales y somos en relación a la demás). Pero bueno, vale, les compro el discurso de marras. Esta gente, a la que han tenido un revés importante en la vida, qué creéis que han hecho? Exacto: buscar refugio en los demás. Necesitar a los demás no es ser débil, en absoluto.
 
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