Ha muerto Palomo Linares tras no superar su operación de corazón

a ver en ninguna comundiad todo va a los hijos

loq ue marca la ley es eso, lo marca ley, tu testas sobre la libre disposición y eso se lo dejas a quein te de la gana, por eso es libre disposición como si quieres legarselo a tu cartero

en españa la legitima que va a los hijos es en la mayoria de españa: dos tercios a repartir entre un tercio obligado a partes iguales entre los tres y otro tercio que pued dejarlo igual a repartir o benficiar a alguno de los hijos. Este creo es el caso de Palomo Linares

en las comundiades forales cambia, en Catalunya y Galicia solo hay un 25% de la herencia obligado para los hijos a repartir con el 75% restante se peude hacer lo que quiera

pero si le dejas un tercio entero a alguien ya es mas que dos novenas partes

es decir si tiene 9 duros

6 duros a repartir entre 3 hijos da 2 a cada hijo

y los otros 3 se los puede dejar a a concha si quiere, por tanto es la que mas se lleva

gracias, ahora lo entiendo. Pero tampoco es la realidad, el testamento es un papel, tenía por ejemplo el piso al nombre del hijo, que sepamos, que dicen que más. A principios de año tuvo que abonar una cantidad grande a su exmujer y la pagó su apoderado porque lo iban a embargar. Todo raro, quien será los beneficiados nunca lo sabremos. Si las cosas están como parecen los hijos, porque ya tendrán propiedades a su nombre escondidas en sociedades. Si es como no parece, entonces su compañera porque lo tendrán escondido en un agujero. Y si es como también podría parecer puede que hasta un extraño listo, a buen entendedor pocas palabras.
 
¡ Hola a todas!

Yo he oído en la 1, que os gastos del entierro han ascendido a 8.000 euros y que los ha pagado Marina.
Supongo que Igartiburu se habrá equivocado ( como siempre, que parece que no sabe ni hablar) y lo mismo le dará decir " 8 que 80".

Más de 8.000 fijísimo que costó.
 
Nosotros en nuestra familia tampoco lo tenemos, que mi padre no quería. Mi abuela materna intentó inscribirme y tuvo sus más y sus menos con mi progenitor. He pagado tres entierros, dos de ellos con incineración, uno de ellos con un traslado (cosa cara), uno de los entierros comprando nicho, todos ellos con todo lo correspondiente, flores, cirios, misas, tanatorios, tarjetas de agradecimiento, y muchas más cosas, todos los gastos, ninguno llegó ni por muy lejos a esa cantidad. Es lo que pasa cuando uno prefiere impresionar en vez de pagar la comunidad.

Esos gastos son absurdos, más pensando que no han tenido que comprar panteón. También raro que ya sepan los gastos totales, las facturas van llegando


Vamos 80.000 Euros sólo se pagan por una incineración si de camino quemas a la viuda con el difunto, como en India.
Pagar un seguro de muertos es tontería....siempre tienen claúsulas para invalidarlo ( la letra pequeña q no leemos nunca)...
Que si no eres suscriptor al menos 10 años..
Q si mueres por enfermedad ( cáncer, corazón, diabetes, obesidad...), aunq en el momento de firmar las pólizas no se tengan ninguna de ellas...
Accidentes de tráfico, da igual q seas el culpable, o no...haber estado pendiente..
Fumador, alcohólico, drogodependiente....( a éstos, los los cogen mientras paguen las cuotas....luego ya eligen la excusa para no pagar)

El caso es q pagar los muertos y q te cubra el seguro debes ser un ancianito mínimo de 90 años, fallecido en su hogar y habiendo pagado muertos 50 años mínimo y aún así, cubre el ataúd y poco más...

Conozco varios casos, pero el colmo fue con el abuelo de mi marido, siempre pagando los muertos el pobre, y con 90 años le diagnosticaron un melanoma el la calva, le quitaron el lunar y punto....pero como no avisó al seguro, pq fué algo casi anecdótico, a su edad ( estaba el abuelo más sano, activo y lúcido q muchos de nosotros)... el caso q murió a los 96 años, de puro viejo, pues nos tocó apoquinar todo, por " mentir en la póliza, y morir de cáncer de piel"....
TELA!!!
 
Es posible que haya desheredado a sus hijos, podría encajar enalguna cláusula legal, pero en todo caso, Jaime Ostos dijo que la finca estaba de nuevo a nombre de Palomo. Me dá que la casa se la ha dejado a Concha. Si es así, estos se sacan los ojos entre todos.
 
Palomo Linares no deja herencia que repartir
Tras vivir una época de esplendor como torero, terminó sus días sin patrimonio y enfrentado a sus tres hijos
ANTONIO LORCA
Sevilla 29 ABR 2017 - 00:19 CEST


Muere el torero Palomo Linares
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    FOTOGALERÍA Palomo Linares, su vida en imágenes

Palomo Linarescarecía de patrimonio; a su muerte solo tenía a su nombre una modesta cuenta bancaria. Vivía en la finca El Palomar por deferencia de sus propietarios, los hermanos Lozano, y sus ingresos se limitaban a su trabajo como pintor y a sus colaboraciones en la televisión de Castilla la Mancha. Sus hijos no tendrán herencia que repartir”. Así lo cuenta una persona del entorno del torero, que conoce bien los avatares de la familia y prefiere soslayar detalles íntimos que solo pertenecen a la privacidad de sus protagonistas.


Lo cierto, sin embargo, es que el cuento de hadas que se inició a finales de los años sesenta cuando un vivaracho torero famoso conoció en Palma de Mallorca a una bellísima adolescente colombiana, Marina Danko, nieta de un rico hacendado cafetero, ha degenerado en una triste pesadilla.

El torero ha fallecido, inesperadamente, cuando gozaba de una joven madurez —el jueves habría cumplido los 70—, disfrutaba con la pintura y parecía feliz junto a un nuevo amor, Concha Azuara, que ha sido su ángel de la guarda en los últimos cuatro años.

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Sebastian Palomo Linares, en una capea. Luis DavillaCover/Getty Images
Pero detrás de la sonrisa siempre pícara de Palomo Linares había una dolorosa realidad. El matrimonio se separó tras 34 años de convivencia, aquejado por graves problemas económicos. La ruptura afectó gravemente a la relación con sus tres hijos, y Palomo y Marina —aficionada a las joyas, primero, y diseñadora de estas, después—, una de las parejas más glamurosas de este país, se convirtieron en enemigos irreconciliables.

El torero se ha ido alejado de sus hijos y del entorno de amigos de la familia. Ni siquiera ha podido asistir a la inauguración de su última exposición de pintura, que abrió sus puertas el pasado día 21, en Boadilla del Monte, ni ha vuelto a la plaza de Las Ventas para recibir el último homenaje de la afición que un día de 1972 se sintió conmovida, emocionada y también dividida por los máximos trofeos que paseó en su arena el torero de Linares.


“He sido siempre radical y mal perdonador”, confesó el torero en mayo de 2015, cuando se descubrió en la plaza madrileña un azulejo que recordaba el rabo que cortara en ese ruedo. Ya en aquel acto se mostró como había sido siempre: un hombre de fuerte carácter y amor propio, avispado y rebelde, nada fácil, aparentemente, para los avatares de la convivencia. Algunos de sus amigos añaden algo más: fue un hombre generoso y manirroto también; un mal gestor de su patrimonio, que no acertó en sus inversiones empresariales y recibió con frecuencia los requerimientos de la Agencia Tributaria.

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Palomo Linares, exhibe el rabó que cortó al ejemplar de Atanasio Fernández en la feria de 1972. © BOTAN
Solo así se puede entender que tuviera que vender su finca El Palomar a los hermanos Lozano (Pablo, José Luis y Eduardo), sus apoderados desde que comenzara su andadura en los ruedos y verdaderos padres adoptivos del torero, que lo han considerado como de su propia familia hasta el día de su muerte.

El Palomar, situada en el término de la localidad toledana de Seseña, de 72 hectáreas y una vivienda de 1.335 metros cuadrados, la compró Palomo en el año 1981, y fue adquirida en 1997 por Agrícola la Sagra, propiedad de Eduardo Lozano, para saldar una deuda con Hacienda que superaba los sesenta millones de pesetas de la época. Se ha publicado que la venta ascendió a 211,4 millones de pesetas, y el acuerdo incluía que Palomo y su familia podían seguir viviendo en ella, como así ha ocurrido, lo que ofrece una muestra del ejemplar comportamiento de los Lozano con Palomo Linares.

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El hijo del torero Palomo Linares, Miguel Linares, a su llegada al tanatorio La Paz de Alcobendas (Madrid), el pasado martes. Víctor LerenaEFE

Lo que no está tan claro es cómo pudo el matrimonio dilapidar la fortuna que el torero ganó honestamente en los ruedos. Sus allegados se limitan a decir que el matrimonio “tenía un modo muy diferente de ver la vida”. La realidad es que parece que Palomo no contaba, siquiera, con liquidez para pagar la pensión compensatoria de 4.000 euros que debía abonar mensualmente a su exesposa (el torero intentó rebajarla sin éxito cuando Marina Danko inició una nueva relación sentimental), y 1.000 euros a su hijo menor, cantidades ambas que han abonado los hermanos Lozano.

El torero llegó a recibir requerimientos judiciales por impago de los gastos de comunidad de la vivienda donde vivían Marina Danko y su hijo Andrés, piso situado en la calle madrileña de Diego de León, y que está a nombre de Explotación Ganadera Hermanos Palomo SL, cuyo administrador único es su hijo Miguel.

Palomo Linares se ha ido de repente y ha dejado tras de sí una honrosa trayectoria taurina y una vida personal y familiar con luces y sombras. A fin de cuentas, no era más que un ser humano.
 
GENTE
/ TOROS
Jesús Mariñas
2017/4/298:8H.
La familia de Palomo Linares «entra a matar» por la herencia
El torero deja avíos, trajes y «souvenirs», y se teme lo peor en el reparto de sus pertenencias

Parece que hace dos años, afianzada su historia con la jueza Concha Azuara, rehizo el testamento

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Penoso, practican el ojo por ojo, donde las dan las toman. Y los «palomos» no perdonaron que la jueza que lo hizo feliz los últimos cuatro años les impidiera entrar en las habitaciones hospitalarias para dar a su padre un adiós póstumo, un muy tardío arrepentimiento. Hábiles, finalmente por la noche lograron burlar el veto de la jueza, colarse y ver lo que quedaba del matador, que nunca fue número uno en la profesión. También la misa tuvo tensión porque no se saludaron los hijos y la viuda, todo muy reprobable, según divulgan. Concha Azuara es toda una señora y no pierde los nervios. Se pone en su sitio.

Todos lo comentaban, incluso de cuerpo presente, y sobre todo enaltecían la valentía que en 1970 tuvo Palomo Linares junto a «El Cordobés» enfrentándose a los empresarios. Les apodaron «los guerrilleros» y durante dos temporadas sólo torearon en placitas de segunda a costa de su prestigio, entonces creciente. Acabaron rindiéndose los empresarios, plenos de soberbia, pero que, ante la debacle de no programarlos, aceptaron sus condiciones y una importante subida de salarios general, que incluía a sus colegas menos peleones.



Jaime Ostos (con 86 años que no aparenta, aún elegante) le dio la alternativa en 1967 y me lo recuerda: «Consiguieron rebajar las pretensiones de las empresas, que admitieron sus imposiciones, a lo que ninguno de nosotros nunca se atrevió. Sólo por eso merecería un homenaje». Pero esquivó mi pregunta de qué era lo mejor para él del fallecido, con cenizas ya esparcidas en El Palomar, su finca de Aranjuez donde estuve varias veces. Allí admiré dos magníficos Botero de buen tamaño junto a varios Tàpies. Eran de temática taurina, especialidad de este nuevo Picasso que se cotiza carísimo; en Bogotá hay un enorme museo con su nombre y obra. Inspiró mucho a Palomo cuando, dejado el traje de luces, se dedicó a pintar.

Sara Montiel, fan además de amiga, lo apoyó comprándole seis abstracciones de las que entonces hacía. Eran coloristas y no se parecen a la limpia profusión de líneas de su obra actual, con cuadros de 10.000 a 30.000 euros, muy picassianos, que pensaba inaugurar, y que se lo impidió ser ingresado a vida o muerte. Son piezas más relajadas que las de los primeros tiempos. En el pasillo de mi casa cuelga un cuadro suyo azul y rojo de 2000. Pertenecía al lote de Sara, que en su casa de Lagasca le dedicó una pared enfrentada a Palmaroli y un Vicente López también de influencia torera. Eran figurativos. Palomo evolucionó luego en un chorreo colorista de inspiración Viola con fuertes paletadas. Hizo casi 70 exposiciones dentro y fuera de España, número incomparable con el de sus corridas; al evocarlas hoy nadie señala una gran tarde o un lance único. Las enciclopedias subrayan «su garbo en el paseíllo y la vergüenza torera». «Se limitaba a estar muy bien, pero sin provocar éxtasis», recuerda la afición.



Emblemático fue su largo matrimonio con la miss colombiana Marina Danko. Era lo más exótico de los saraos madrileños, equiparable a la Preysler, sin llegar a su privilegiado y eterno estatus. Tuvieron tres hijos varones y ella siempre suspiró por una mujercita. Fue «Lady España» cuando el título suponía timbre calificador y no apaño publicitario. Lo recibieron desde la Duquesa Cayetana a Marta Chávarri, Laura Valenzuela, Teresa Gimpera y Rocío Jurado. Encajaba bien en aquella España alegre, confiada y desenfadada. Era un bellezón, algo seca de carácter, aunque con sonrisa de sesión continua. Las malas lenguas creen que se separó cuando Palomo bajó de estatus económico tras sus problemas con Hacienda. Por eso los hermanos Lozano se quedaron El Palomar abonando el embargo, aunque luego se la devolvieron, se supone que lo invertido. Allí han aventado sus cenizas de hombre bueno, muy castigado por las cogidas y diferentes accidentes de tráfico. Pero nunca perdió el ánimo y mantuvo la sonrisa. Tampoco su atildamiento, muy de matador de otro tiempo, enseñoreado con trajes de alpaca, santo y seña profesional, siempre un pañuelo de seda perfectamente doblado sin el alboroto arrugado que entusiasma a otros dandis de la época.

Desmienten o confirman simultáneamente, creando cierto caos, que llevaba seis años sin hablarse con sus hijos. Suerte que a última hora rectificaron. Quizá los animó su madre, que con innegable señorío o mea culpa abonó los gastos del sepelio, en cuya misa se cantó el «Ave María» por un romántico acuerdo mutuo en tiempos mejores. Algunos consideran que la incineración fue decisión de los hermanos Lozano, que siempre le administraron. Un misterio por descubrir que hace malpensar en más despistes que agobios monetarios, pese a la valiosa finca o el enorme madrileño piso de Diego de León, en el nº 29, primer hogar matrimonial y actual residencia de Marina cuando no recorre mundo con su novio millonario Fabio Mantegazza.

Una familia rota siempre levanta morbo y éste sólo está empezando. Promete. Muchos ya sacan punta a las incesantes referencias que la jueza hizo al «abandono filial», caso que podría repercutir judicialmente en el reparto de la hipotética herencia. «Como experta, ella sabe lo que hace y dice. Tira con bala», señalan, imaginando la que se avecina. Me extraña que ninguna crónica haya resucitado o hecho hincapié en la experiencia actoral de Sebastián en dos películas con Marisol, gran mito español de aquel momento. Los filmes pasaron sin pena ni gloria, sólo explotando documentalmente su lado profesional. Las películas de toros con diestros auténticos llegaron a ser fiebre en los 70. Pocas como el autobiográfico «Aprendiendo a morir» de «El Cordobés», cuya fotogenia iba mas allá de lo personal, su simpatía y ángel también lo distanciaba de Palomo, sin tanto gancho cautivador. La película de Manuel Benítez arrasó y marcó estilo por su profundidad al retratar el lado más humano además del torero que generalmente se limitaban a reproducir lo captado y difundido por el «No-Do». También sorprendió que Mondeño, compañero de tantas tardes, tuviera tentaciones fílmicas de poco alcance. El gran peliculón sobre la fiesta nacional aún es la no superada «Tarde de toros», casi en tándem con «A las cinco de la tarde», basada en «La cornada» de Alfonso Sastre, estrenada teatralmente por María Asquerino y Carlos Larrañaga como manipulado matador.

Pocos se atrevieron a contar toda la verdad de un mundillo «mu cerrao» –así lo tildan–, sucio, lleno de líos amorosos, miedos insuperados y el brillo de los trajes de luces. Los archivos exhuman los mejores momentos humanos de Palomo, realmente llamado Sebastián Palomo Martínez. Añadió Linares en tributo a su pueblo. Nació un 27 de abril, como anteayer, de 1947. Su primer gran reto fue matar en solitario seis vaquillas a beneficio de su compañero «El bola». Logró ocho orejas, cuatro rabos y una pata. Eso lo envalentonó creyéndose en la cima. Pero, poco ducho en el manejo administrativo y para entenderse con los representantes, el éxito se olvida y tardó en tener lugar su presentación madrileña, poco fulgurante pese al prólogo de haber estoqueado en solitario –constante repetida en su larga carrera– en esa Valladolid tan adicta. De ahí a la «hermandad» con Manuel Benítez, que le reporta actuar nada menos que en 65 pequeñas plazas. Curioso exceso, cambiaron los tiempos, la afición ya no es la misma.

Palomo deja avíos, trajes, «souvenirs», tal hizo Paquirri destinándolo a Fran y Cayetano. La Pantoja los retiene más agorera que añorante y temo lo peor con las pertenencias del de Linares. Pasarán más de mil años, muchos más, que dice la copla, y quizá la historia se repita. Apunta a eso. Parece que hace dos años, afianzado su historia con la jueza, rehizo el testamento. ¿Quién heredará, habrá desheredados? En este sentido son elocuentes las palabras de Azuara pidiendo a los tres hijos que no hagan un espectáculo con la muerte de su padre. No se lo dice a ellos personalmente porque desconoce a los presuntos herederos, de los que ni siquiera tiene el teléfono. El lío está formado.














Penoso, practican el ojo por ojo, donde las dan las toman. Y los «palomos» no perdonaron que la jueza que lo hizo feliz los últimos cuatro años les impidiera entrar en las habitaciones hospitalarias para dar a su padre un adiós póstumo, un muy tardío arrepentimiento. Hábiles, finalmente por la noche lograron burlar el veto de la jueza, colarse y ver lo que quedaba del matador, que nunca fue número uno en la profesión. También la misa tuvo tensión porque no se saludaron los hijos y la viuda, todo muy reprobable, según divulgan. Concha Azuara es toda una señora y no pierde los nervios. Se pone en su sitio.

Todos lo comentaban, incluso de cuerpo presente, y sobre todo enaltecían la valentía que en 1970 tuvo Palomo Linares junto a «El Cordobés» enfrentándose a los empresarios. Les apodaron «los guerrilleros» y durante dos temporadas sólo torearon en placitas de segunda a costa de su prestigio, entonces creciente. Acabaron rindiéndose los empresarios, plenos de soberbia, pero que, ante la debacle de no programarlos, aceptaron sus condiciones y una importante subida de salarios general, que incluía a sus colegas menos peleones.



Jaime Ostos (con 86 años que no aparenta, aún elegante) le dio la alternativa en 1967 y me lo recuerda: «Consiguieron rebajar las pretensiones de las empresas, que admitieron sus imposiciones, a lo que ninguno de nosotros nunca se atrevió. Sólo por eso merecería un homenaje». Pero esquivó mi pregunta de qué era lo mejor para él del fallecido, con cenizas ya esparcidas en El Palomar, su finca de Aranjuez donde estuve varias veces. Allí admiré dos magníficos Botero de buen tamaño junto a varios Tàpies. Eran de temática taurina, especialidad de este nuevo Picasso que se cotiza carísimo; en Bogotá hay un enorme museo con su nombre y obra. Inspiró mucho a Palomo cuando, dejado el traje de luces, se dedicó a pintar.

Sara Montiel, fan además de amiga, lo apoyó comprándole seis abstracciones de las que entonces hacía. Eran coloristas y no se parecen a la limpia profusión de líneas de su obra actual, con cuadros de 10.000 a 30.000 euros, muy picassianos, que pensaba inaugurar, y que se lo impidió ser ingresado a vida o muerte. Son piezas más relajadas que las de los primeros tiempos. En el pasillo de mi casa cuelga un cuadro suyo azul y rojo de 2000. Pertenecía al lote de Sara, que en su casa de Lagasca le dedicó una pared enfrentada a Palmaroli y un Vicente López también de influencia torera. Eran figurativos. Palomo evolucionó luego en un chorreo colorista de inspiración Viola con fuertes paletadas. Hizo casi 70 exposiciones dentro y fuera de España, número incomparable con el de sus corridas; al evocarlas hoy nadie señala una gran tarde o un lance único. Las enciclopedias subrayan «su garbo en el paseíllo y la vergüenza torera». «Se limitaba a estar muy bien, pero sin provocar éxtasis», recuerda la afición.



Emblemático fue su largo matrimonio con la miss colombiana Marina Danko. Era lo más exótico de los saraos madrileños, equiparable a la Preysler, sin llegar a su privilegiado y eterno estatus. Tuvieron tres hijos varones y ella siempre suspiró por una mujercita. Fue «Lady España» cuando el título suponía timbre calificador y no apaño publicitario. Lo recibieron desde la Duquesa Cayetana a Marta Chávarri, Laura Valenzuela, Teresa Gimpera y Rocío Jurado. Encajaba bien en aquella España alegre, confiada y desenfadada. Era un bellezón, algo seca de carácter, aunque con sonrisa de sesión continua. Las malas lenguas creen que se separó cuando Palomo bajó de estatus económico tras sus problemas con Hacienda. Por eso los hermanos Lozano se quedaron El Palomar abonando el embargo, aunque luego se la devolvieron, se supone que lo invertido. Allí han aventado sus cenizas de hombre bueno, muy castigado por las cogidas y diferentes accidentes de tráfico. Pero nunca perdió el ánimo y mantuvo la sonrisa. Tampoco su atildamiento, muy de matador de otro tiempo, enseñoreado con trajes de alpaca, santo y seña profesional, siempre un pañuelo de seda perfectamente doblado sin el alboroto arrugado que entusiasma a otros dandis de la época.

Desmienten o confirman simultáneamente, creando cierto caos, que llevaba seis años sin hablarse con sus hijos. Suerte que a última hora rectificaron. Quizá los animó su madre, que con innegable señorío o mea culpa abonó los gastos del sepelio, en cuya misa se cantó el «Ave María» por un romántico acuerdo mutuo en tiempos mejores. Algunos consideran que la incineración fue decisión de los hermanos Lozano, que siempre le administraron. Un misterio por descubrir que hace malpensar en más despistes que agobios monetarios, pese a la valiosa finca o el enorme madrileño piso de Diego de León, en el nº 29, primer hogar matrimonial y actual residencia de Marina cuando no recorre mundo con su novio millonario Fabio Mantegazza.

Una familia rota siempre levanta morbo y éste sólo está empezando. Promete. Muchos ya sacan punta a las incesantes referencias que la jueza hizo al «abandono filial», caso que podría repercutir judicialmente en el reparto de la hipotética herencia. «Como experta, ella sabe lo que hace y dice. Tira con bala», señalan, imaginando la que se avecina. Me extraña que ninguna crónica haya resucitado o hecho hincapié en la experiencia actoral de Sebastián en dos películas con Marisol, gran mito español de aquel momento. Los filmes pasaron sin pena ni gloria, sólo explotando documentalmente su lado profesional. Las películas de toros con diestros auténticos llegaron a ser fiebre en los 70. Pocas como el autobiográfico «Aprendiendo a morir» de «El Cordobés», cuya fotogenia iba mas allá de lo personal, su simpatía y ángel también lo distanciaba de Palomo, sin tanto gancho cautivador. La película de Manuel Benítez arrasó y marcó estilo por su profundidad al retratar el lado más humano además del torero que generalmente se limitaban a reproducir lo captado y difundido por el «No-Do». También sorprendió que Mondeño, compañero de tantas tardes, tuviera tentaciones fílmicas de poco alcance. El gran peliculón sobre la fiesta nacional aún es la no superada «Tarde de toros», casi en tándem con «A las cinco de la tarde», basada en «La cornada» de Alfonso Sastre, estrenada teatralmente por María Asquerino y Carlos Larrañaga como manipulado matador.

Pocos se atrevieron a contar toda la verdad de un mundillo «mu cerrao» –así lo tildan–, sucio, lleno de líos amorosos, miedos insuperados y el brillo de los trajes de luces. Los archivos exhuman los mejores momentos humanos de Palomo, realmente llamado Sebastián Palomo Martínez. Añadió Linares en tributo a su pueblo. Nació un 27 de abril, como anteayer, de 1947. Su primer gran reto fue matar en solitario seis vaquillas a beneficio de su compañero «El bola». Logró ocho orejas, cuatro rabos y una pata. Eso lo envalentonó creyéndose en la cima. Pero, poco ducho en el manejo administrativo y para entenderse con los representantes, el éxito se olvida y tardó en tener lugar su presentación madrileña, poco fulgurante pese al prólogo de haber estoqueado en solitario –constante repetida en su larga carrera– en esa Valladolid tan adicta. De ahí a la «hermandad» con Manuel Benítez, que le reporta actuar nada menos que en 65 pequeñas plazas. Curioso exceso, cambiaron los tiempos, la afición ya no es la misma.

Palomo deja avíos, trajes, «souvenirs», tal hizo Paquirri destinándolo a Fran y Cayetano. La Pantoja los retiene más agorera que añorante y temo lo peor con las pertenencias del de Linares. Pasarán más de mil años, muchos más, que dice la copla, y quizá la historia se repita. Apunta a eso. Parece que hace dos años, afianzado su historia con la jueza, rehizo el testamento. ¿Quién heredará, habrá desheredados? En este sentido son elocuentes las palabras de Azuara pidiendo a los tres hijos que no hagan un espectáculo con la muerte de su padre. No se lo dice a ellos personalmente porque desconoce a los presuntos herederos, de los que ni siquiera tiene el teléfono. El lío está formado.
 
He visto el programa , Igartiburu se ha equivocado , han sido 8000 euros los que ha pagado Marina .
Es un horror oir hablar a Anne I. en ese programilla , la muchacha no sabe ni leer . En este país solo trabajan los enchufados , porque me supongo que hay periodistas de carrera deseosas de currar , profesionales y listas .
 
80.000 euros? Pero si ni siquiera han tenido que comprar un panteón o un nicho. ¿No decían que sus cenizas iban a ser repartidas por la finca de Toledo?
 
Los hijos ...SIEMPRE ...son los hijos....aunque entre ellos y su padre hayan habido problemas.
No conozco a la señora jueza... pero voy a recordar este refrán...."entre padres, hijos, y hermanos...nadie meta las manos"....
 
Pagar un seguro de muertos es tontería....siempre tienen claúsulas para invalidarlo ( la letra pequeña q no leemos nunca)...
Que si no eres suscriptor al menos 10 años..
Q si mueres por enfermedad ( cáncer, corazón, diabetes, obesidad...), aunq en el momento de firmar las pólizas no se tengan ninguna de ellas...
Accidentes de tráfico, da igual q seas el culpable, o no...haber estado pendiente..
Fumador, alcohólico, drogodependiente....( a éstos, los los cogen mientras paguen las cuotas....luego ya eligen la excusa para no pagar)

El caso es q pagar los muertos y q te cubra el seguro debes ser un ancianito mínimo de 90 años, fallecido en su hogar y habiendo pagado muertos 50 años mínimo y aún así, cubre el ataúd y poco más...

Conozco varios casos, pero el colmo fue con el abuelo de mi marido, siempre pagando los muertos el pobre, y con 90 años le diagnosticaron un melanoma el la calva, le quitaron el lunar y punto....pero como no avisó al seguro, pq fué algo casi anecdótico, a su edad ( estaba el abuelo más sano, activo y lúcido q muchos de nosotros)... el caso q murió a los 96 años, de puro viejo, pues nos tocó apoquinar todo, por " mentir en la póliza, y morir de cáncer de piel"....
TELA!!!

Gracias por decirlo tan claro, confirma las cuentas que hacía mi padre, unos sinvergüenzas.
 
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