GUERRA FRIA: AUN NO HA TERMINADO

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El crimen de Alexander Litvinenko, una muestra de que la Guerra Fría continúa
El caso del ruso Sergei Skripal, que agoniza en Inglaterra, recuerda la historia de otro espía ruso aniquilado en 2006 con polonio.

15|03|18

23:41
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Alexander Litvinenko con su hija, Marina, en Moscú. Foto:The Telegraph

Las fuertes sospechas que tiene Gran Bretaña sobre elenvenenamiento, a cargo del gobierno de Rusia, del ex agente secreto Sergei Skripal recuerdan el caso de Alexander Litvinenko, otro antiguo espía de los servicios secretos rusos (FSB) que murió envenenado en Londres en 2006. La historia revive los fantasmas de la Guerra Fría y sacan a la luz un mundo ocultos de espías, traiciones, venenos y conspiraciones.

Según una investigación británica, el presidente ruso, Vladimir Putin, al que Litvinenko había convertido en un enemigo personal, “aprobó probablemente” el asesinato de Litvinenko después de que este pidiera asilo político al gobierno británico en 2000. Pero el caso nunca fue aclarado del todo, especialmente porque los servicios secretos de los dos países saben ocultar bien sus “secretos”.

Acusado de traición al Estado, un pecado que se paga con la muerte en Rusia, en 2000 Litvinenko huyó con su familia a Gran Bretaña, donde comenzó a trabajar como consultor de seguridad que asesoraba a inversionistas interesados en Rusia. Pero también ejerció desde entonces como un miembro del servicio secreto británico (MI6), entregando información sobre la mafia rusa.

Según las investigaciones, el 1 de noviembre de 2006 Litvinenko se reunió en Picadilly Circus con el académico italiano Mario Scaramella. El exespía, que estaba seguro de que Rusia buscaba su muerte, había elegido esa concurrida zona de Londres porque evitaría los intentos de asesinato ante tantos transeúnes. En un restaurante, Litvinenko comió sushi mientras Scaramella solo tomó agua.

UNA "HISTORIA EXTRAORDINARIA"

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Litvinenko, agonizando (Foto: Cedoc)
Tras la comida, Litvinenko se dirigió al Hotel Millennium, donde se encontró con dos exagentes rusos que, se sospecha, lo envenenaron mientras tomaban té en el bar. El 3 de noviembre el ruso fue internado con vómitos y mucho dolor, asegurando a los doctores que creía haber sido envenenado. Al principio intervino la Policía Metropolitana de Londres, pero pronto la causa pasó a estar en manos de división antiterrorista británica.

"Un colega vino a mi oficina y me explicó que, en un hospital del norte de Londres, había un hombre contando una historia extraordinaria”, dijo el jefe de la brigada antiterrorista, Peter Clarke. “Decía que era un exmiembro de la agencia de inteligencia rusa y que había sido envenenado por sus excolegas".

Litvinenko mostraba signos de envenenamiento radiactivo, su sistema inmune había sido destruido y se le había caído el cabello. Pero cuando los doctores lo sometieron a un contador Geiger los resultados fueron negativos. Su estado era grave pero nadie podía saber por qué.

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Dos semanas después de ingresar al hospital, Litvinenko fue trasladado al University College Hospital (UCLH) en el centro de Londres para tratamientos intensivos. Ante la incertidumbre, un análisis de la orina del exespía fue enviado a un centro de desarrollo nuclear británico ultrasecreto, donde descubrieron una pequeña señal de rayos gamma de polonio-210, un componente vital de las primeras bombas nucleares.

Sabiendo que décadas atrás, la Unión Soviética había utilizado las mayores cantidades de polonio-210 para uso civil (para calentar durante la noche los componentes de sus vehículos lunares), y que solo hay un lugar en el mundo donde se puede producir la cantidad de polonio-210 necesario para el asesinato (un reactor nuclear en la planta de Avangard, en Sarov), todas las miradas se dirigieron a Rusia. El uso del polonio-210, que sólo tienen contados centros oficiales en Rusia, indica que los asesinos querían que se supiese que el golpe tenía un carácter oficial.

LA HUELLA DEL POLONIO-210

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Andrei Lugovoi, exagente del KGB
Los principales sospechosos del envenamiento son los ciudadanos rusos Andrei Lugovoi, un exagente del KGB, y Dmitri Kovtun, un antiguo militar de inteligencia, quienes fueron identificados por Scotland Yard como los más probables autores del crimen. El rastro del polonio-210 los delató: estaba en el restaurante de sushi donde se encontraron con Litvinenko el 16 de octubre, en las habitaciones del hotel “Best Western” del West End londinense y en el Sheraton de Hyde Park donde Lugovoi se hospedó después.

El 19 de octubre Lugovoi voló nuevamente de Moscú a Londres y en el avión de British Airways en el que viajó también se encontraron huellas de radiación. Kovtun, en tanto, voló desde Moscú el 1 de noviembre y antes de viajar a Londres pasó por Hamburgo, ciudad en la que también se hallaron rastros de polonio. Ese mismo día ambos se reunieron con Litvinenko en el Pine Bar del Hotel Millennium, el lugar más contaminado de todos.

Lugovoi, que desapareció sólo horas después de administrar una dosis mortífera de polonio al exespía, había llegado a Londres con un falso pasaporte de la UE y supuestamente fue el encargado de poner el veneno en una taza de té que preparó para Litvinenko en una habitación del hotel. Más tarde la policía británica descubriría la presencia de polonio-210 en estaciones del metro londinense, trenes, hoteles, restaurantes y estaciones, pero se mantuvo todo en secreto para evitar un pánico masivo.

¿UNA MUERTE APROBADA POR PUTIN?

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La tumba de Litvinenko en Londres
Graduado en una escuela militar de élite rusa, Lugovoi fue miembro de los servicios secretos de ese país en la sección dedicada a la seguridad de los altos cargos del Estado soviético. Entre 1991 y 1996 se encargó de proteger al presidente ruso y terminó en la cárcel por organizar un intento de fuga de Nikolái Glushkov, directivo de la aerolínea rusa Aeroflot. Tras salir de prisión en 2002, fundó su compañía de seguridad privada. Uno de sus mayores clientes sería el Kremlin.

En 2016, el Tribunal Británico acusó a Rusia por la muerte del espía. "Los testimonios develados sientan firmes premisas para considerar que el Gobierno ruso fue responsable de la muerte de Litvinenko", sentenció el juez de instrucción Robert Owen. "Tomando en cuenta todos los testimonios y pruebas periciales en mi poder, encuentro que la operación del FSB para el asesinato de Litvinenko fue probablemente aprobada por el señor Nikolai Pátrushev [ex director del FSB] y por el presidente Putin”.

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"Creo que varias organizaciones y personas concretas de Rusia tenían varios motivos para que Litvinenko se convirtiese en diana y fuese asesinado", señalaba el informe judicial. Entre los cinco motivos para su asesinato aparecen el hecho de que Litvinenko "era considerado como un traidor al FSB" y porque el FSB se enteró que "trabajaba para la inteligencia británica". El último motivo indicado por el juez fue "el antagonismo personal entre Litvinenko y Putin".

¿Por qué Rusia querría ver muerto a Litvinenko? En una carta conocida tras su muerte, el exespía acusaba al Gobierno ruso de estar detrás de su envenenamiento por haber acusado a los servicios secretos de causar una serie de explosiones en un edificio de Moscú en 1999 para abrir el paso a Vladímir Putin a la presidencia. En ese entonces, era teniente coronel de la FSB. El caso de su asesinado dejó al mundo en claro que Rusia no tolera traidores y, es una prueba de lo que dijo Vladimir Putin en una entrevista hace dos semanas: lo único que él no puede perdonar es la traición.

En mayo de 2007 Ken Macdonald, entonces director de la Fiscalía Pública, anunció que presentarían cargos de asesinato contra Lugovoi y pedirían su extradición. "Esta no fue una muerte al azar", dijo Macdonald a la BBC. "Esta es una muerte con un propósito muy claro, una muerte con involucramiento de Estado". Ese año, Viktor Makarov, otro exagente de la KGB que también espió para el MI6, manifestó sus temores sobre la venganza que la KGB buscaría contra él y contra todos aquellos que se atreven a traicionar a Rusia: "Nunca lo olvidan. Cuando estaba en la KGB en la década de 1970 todavía perseguían a personas que los habían traicionado 30 años antes".



Marina Litvinenko, la viuda de Litvinenko, dijo hace dos semanas al diario británico Daily Telegraph que el caso de Skripal “parece algo similar a lo que pasó con mi marido”. La mujer agregó que si se probaba que hubo algún tipo de envenenamiento y que Rusia estaba involucrada esto demostraría que "nada ha cambiado" desde la muerte de su marido.


Darío Silva D'Andrea

http://www.perfil.com/internacional...-muestra-de-que-la-guerra-fria-continua.phtml
 
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