Grace Kelly la señora Grimaldi


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Sociedad
Cuando la princesa Grace de Mónaco estuvo de cacería en la finca de unos amigos en Toledo

La agencia EFE celebra su 80º aniversario. Recordamos algunas de sus imágenes icónicas sobre las visitas de celebridades a España (incluyendo a Isabel II o Imelda Marcos).

Andrea Verdejo
29 DE OCTUBRE DE 2019 · 23:48
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SOFÍA LOREN


REALEZA
Desde que en 1939 la Agencia EFE iniciara su actividad en Burgos ha sido testigo de momentos históricos tanto dentro como fuera de España. La institución celebra su 80º aniversario y por ello acaban de estrenar La Agencia, un documental que recorre el trabajo de sus 2.000 corresponsales en 120 países, el legado de más de 15 millones de imágenes en su archivo gráfico. Con motivo de la cita, repasamos algunas de las más especiales: actores, figuras de la política y la realeza, cantantes y otros rostros conocidos que quedaron inmortalizados por la primera agencia de noticias en español en su paso por el país.

Jacqueline Bouvier en Cordóba, 1943
Una jovencísima Jacqueline Bouvier es retratada por las cámaras en 1943. Se encuentra en Córdoba, junto a dos amigas, vestida con estampado de lunares y mantilla. La fotografía fue tomada diez años antes de casarse con John Kennedy, nueve antes de que se conocieran gracias al periodista Charles L. Bartlett siendo él un joven candidato a senador de Massachusetts y ella fotógrafa reportera. 17 años después de la imagen de la agencia, Jacqueline Kennedy se convirtió en primera dama.

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Jacqueline Bouvier (1943)EFE
Gary Cooper en el aeropuerto de Barajas, 1953
En julio de 1953 la capital acoge a grandes estrellas de Hollywood con motivo de la inauguración del hotel Hilton, el actual hotel InterContinental. Gary Cooper, ya entonces conocido mundialmente por su interpretación en películas como El forastero (1940) o Juan Nadie (1941), es fotografiado en su llegada al aeropuerto de Barajas, como nos sitúa el famoso cartel con el nombre de la ciudad que aparece en la instantánea. Poco después fue captado de nuevo en la recepción en el Retiro durante la inauguración del hotel, por el que también pasaron ilustres huéspedes como Ava Gardner, Frank Sinatra o Bette Davis.

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Gary Cooper (1953).EFE
El último Sha de Persia en Madrid, 1957
Mohammad Reza Pahlevi, conocido como el último Sha de Persia, comparte escenario cuatro años después con Gary Cooper: el abarrotado aeropuerto de Barajas. En la imagen, Francisco Franco y su esposa Carmen Polo acuden a despedirlo a él y a su segunda esposa la emperatriz Soraya. "Tras varios días de visita oficial en la ciudad, el monarca iraní y su esposa parten con destino a Sevilla", apunta EFE.

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Sha de Persia (1957).EFE
Charlton Heston con Menéndez Pidal, 1961
La simpática imagen fue tomada durante el rodaje de la película El Cid de Anthony Mann. El actor Charlton Heston, que interpretaba al protagonista del filme, aparece junto a Félix Rodríguez de la Fuente, asesor cetrero del film, y Ramón Menéndez Pidal, asesor histórico. Fue rodada en Peñíscola (Castellón) y en ella participaba también, en el papel de Jimena, la actriz Sophia Loren, aunque previamente Mann pensó en su mujer, Sara Montiel, para interpretar al personaje, sin embargo, esta lo rechazó y recomendó a Loren.

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Charlton Heston, Félix Rodríguez de la Fuente y Ramón Menéndez Pidal (1961).EFE
The Beatles, 1965
Aunque la fotografía podría situarnos en Andalucía por los trajes de las dos mujeres que aparecen en ella, fue realmente tomada en Madrid. El grupo británico The Beatles se encuentra en la capital para asistir a un evento en el hotel Fenix, organizado por el Instituto Sherry, antes de iniciar su gira por Estados Unidos. Esta era la primera visita a España de la formación inglesa, aunque ya habían viajado al país por separado, especialmente John Lennon, que veraneó en Torremolinos (Málaga) durante dos semanas con el productor Brian Epstein. La visita a España en julio de 1965 fue breve debido a las trabas que puso el régimen; tampoco lograron completar los aforos de los conciertos. Sin embargo, eso no impidió que Lennon volviera un año después al país, concretamente a Almería para rodar la película Cómo gané la guerra y además componer una de las canciones más populares de la banda: Strawberry Fields Forever.

The Beatles (1965).EFE
Yul Brinner en Alicante, 1966
El actor de Los siete magníficos (1960) y El Rey y yo (1956) se encuentra en Alicante para rodar una nueva película: El regreso de los Siete, dirigida por Burt Kennedy. En su visita aprovecha para acudir a la plaza de toros de la ciudad y asistir a una corrida "a beneficio del asilo de ancianos de Alicante en la que actuó como alguacil", apunta la agencia. En la imagen le acompañan los toreros Curro Romero y Pacorro.

Yul Brinner (1966).EFE
Grace Kelly en Toledo, 1967
Este año, la hija de Carolina de Mónaco, Carlota Casiraghi, viajaba hasta Segovia con motivo de la presentación de su libro en el Hay Festival. 52 años antes, su abuela, la princesa Grace de Mónaco, era retratada en una ciudad cercana; Toledo concretamente. Fue tomada mientras participaba "en una cacería en la finca de unos amigos de los Príncipes de Mónaco", indica EFE. No era la primera vez que visitaba el país, había pasado incluso su luna de miel con Rainiero de Mónaco en Mallorca y volvió en numerosas ocasiones.

Grace Kelly (1967).EFE
La reina Sofía e Imelda Marcos, 1957
La reina Sofía e Imelda Marcos, entonces primera dama de Filipinas, se despiden en el aeropuerto de Madrid. La esposa del dictador Ferdinand Marcos se encontraba en España con motivo del fallecimiento de otro dictador, Francisco Franco. Con la noticia se puso en marcha la denominada 'Operación Lucero' para que el suceso transcurriera con normalidad; así, se planeó limitar la presencia de líderes extranjeros en los funerales al rey Hussein de Jordania, el príncipe Rainiero de Mónaco, el vicepresidente norteamericano Nelson Rockefellerel y el dictador chileno Augusto Pinochet, además de la filipina.

La reina Sofía e Imelda Marcos (1957).EFE
La reina Isabel II y Felipe de Edimburgo, 1988
La reina Isabel II y su esposo, el duque de Edimburgo, observan en el palacio de las Cortes los impactos de bala en el techo del hemiciclo siete años después del intento de golpe de Estado llevado a cabo por Antonio Tejero. Les acompañan el ministro de Asuntos Exteriores Británico, Geoffrey Howe y el presidente del Congreso de los Diputados, Felix Pons. Durante los cinco días que duró el viaje, la monarca británica pudo conocer, además de la capital, las ciudades de Sevilla, Barcelona y Mallorca en compañía de los reyes de España.

La reina Isabel II y el príncipe Carlos (1988).EFE
Papa Juan Pablo II en Covadonga, en 1989
Así, con la ayuda de su bastón y unas llamativas sneakers blancas y rojas que contrastan con su sotana, el papa Juan Pablo II pasea por los lagos de Covadonga, "a 12 kilómetros de la localidad asturiana antes de su regreso al Vaticano, tras su visita a España", señala EFE. Durante su viaje también oró ante la Virgen de Covadonga en presencia del príncipe Felipe.

Papa Juan Pablo II (1989).EFE
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La Reina Victoria Eugenia y la Princesa Grace de Mónaco: una amistad real marcada por el interés común

La viuda de Alfonso XIII, aburrida en el exilio, se volcó en convertir a la actriz en una auténtica princesa y esta a su vez consiguió así ser aceptada en los círculos de la realeza europea.

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Juan Salgado25 Octubre 2019 en Bekia

Galería: La Familia Real Española en


Galería: La Familia Real de Mónaco en imágenes



Una había nacido a finales del siglo XIX y la otra a principios del XX. Una descendía de la mismísima Reina Victoria de Inglaterra y la otra de un empresario de la construcción. Dos currículos vitales casi opuestos pero que derivaron en un punto común: el ejercicio de consorte de un Jefe de Estado soberano. Estas dos mujeres tan diferentes fueron la Reina Victoria Eugenia de España y la Princesa Grace de Mónaco, quienes a pesar de todo lo que las separaba, mantuvieron durante años una profunda y sorprendente amistad.

A priori podría parecer difícil comprender las motivaciones de una amistad entre dos personas tan distintas entre sí, pero si uno hurga en las circunstancias vitales de estas dos mujeres se da cuenta de que se trataba de algo natural y casi inevitable. Pero... ¿Cómo llegaron a convertirse en amigas íntimas la viuda de Alfonso XIII y la esposa de Rainiero III?



Una boda boicoteada por la realeza


El inicio de esta curiosa historia podría fijarse en la fecha de anuncio del compromiso oficial entre el Príncipe Rainiero de Mónaco y la por entonces actriz estadounidense Grace Kelly el 5 de enero de 1956. Se trataba de un hecho insólito, puesto que nunca antes un príncipe reinante había contraído matrimonio con una plebeya. Hasta ese momento, los matrimonios morganáticos o desiguales estaban totalmente vetados a miembros de la realeza.


Mientras que los fans de la actriz y el público en general recibieron con gran alegría esta historia de amor, los compañeros de estamento del Príncipe Rainiero no podían ocultar su rechazo a algo que consideraban poco menos que denigrante. Era tal la situación que ningún representante de las Casas Reales europeas acudió a la boda celebrada el 19 de abril de 1956 en la Catedral de Montecarlo

El Rey Faruk de Egipto fue la única presencia regia entre los 600 invitados que ese día se desplazaron hasta el principado monegasco. El resto de invitados eran en su mayoría actores de Hollywood y familiares, al margen de los 1.500 periodistas de todo el mundo que se desplazaron hasta allí para cubrir uno de los acontecimientos del siglo.



Pero por si no hubiese sido bastante con el boicot sufrido en el que tendría que haber sido el día más feliz de su vida, Su Alteza Serenísima la Princesa Soberana Consorte Grace de Mónaco (título que recibió la exactriz tras dar el 'sí, quiero') tendría que vivir un difícil periodo de adaptación a la vida palaciega que ella misma relataría años después con estas palabras: "Cuando acabó la boda no pensé en nada. Me pasé al menos un año sin leer un recorte de prensa. Era una pesadilla. Hubo uno o dos momentos realmente maravillosos, pero en general fue un periodo muy difícil".



La Reina en el exilio y su protegida


Todos estos acontecimientos fueron vistos con la impasividad de la distancia por la Reina Victoria Eugenia de España desde su residencia en Lausana (Suiza). Allí vivía su exilio la viuda del Rey Alfonso XIII desde hacía décadas sin prácticamente más actos en su agenda que cuidar de sus nietos de vez en cuando, acudir a actos sociales y, en definitiva, dedicarse a la vida contemplativa.

Ella, como era de esperar, también se sumó al boicot orquestado por la realeza europea a la boda celebrada en Mónaco. Aunque no sin ciertos reparos, puesto que el vínculo de los Borbón con el principado era bastante estrecho: su hijo, el Conde de Barcelona, recalaba asiduamente allí con su velero y ella misma solía frecuentar las lujosas avenidas de Montecarlo. Y quizás por este motivo, una vez superado el escándalo inicial del enlace, decidió fijarse detenidamente en la Princesa Grace.

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Veía en ella a una joven que lo tenía todo para triunfar pero que no acababa de encontrar su sitio en el nuevo papel que debía desempeñar. Victoria Eugenia conocía por su propia experiencia lo difícil que era adaptarse a un país que no es el tuyo y a una Corte reacia a dejarte formar parte de ella. Por lo tanto, sin dudarlo, decidió que a la espera de una remotamente probable reinstauración monárquica en España, su nueva misión en la vida sería hacer de la oscarizada actriz de Hollywood toda una princesa de cuento de hadas.

Por su parte, la Princesa Grace tenía a su vez una profunda admiración por la exreina española y así lo sostiene el periodista Martín Bianchi, según el cual cuando la actriz se comprometió con el Príncipe Rainiero se puso a investigar sobre las monarquías europeas como si del guion de una película se tratase: "Así fue cómo descubrió a la Reina Victoria Eugenia, que se convirtió desde ese momento en un modelo para ella".



La creación de un vínculo familiar


Fue así como la abuela del Rey Juan Carlos comenzó a prolongar cada vez más sus estancias en Mónaco y a ser una inquilina más que habitual en el ala de invitados del Palacio Grimaldi. Sus veteranos consejos fueron clave para convertir a la Princesa Grace en el icono que todavía sigue siendo a día de hoy y, para agradecérselo, la esposa del príncipe Rainiero III un gesto muy significativo con ella.

El 14 de marzo de 1958 nació el Príncipe Alberto, segundo hijo de los soberanos monegascos e inmediato Heredero al Trono. En calidad de futuro Jefe de Estado, su nacimiento fue el mayor acontecimiento de ese año en Mónaco y la ocasión perfecta para que su madre agradeciese públicamente a la Reina Victoria Eugenia todo lo que había hecho por ella hasta entonces. Decidió así nombrarla madrina del retoño, que recibió las aguas bautismales el 20 de abril de 1958 y es el único de los tres hermanos Grimaldi que cuenta con un miembro de la realeza entre sus padrinos.







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Siendo ya prácticamente de la familia, la Reina Victoria Eugenia no dudó en incluir a su comadre y al marido de esta en las propias celebraciones de la Familia Real Española. Fue el caso, por ejemplo, de la boda de Don Juan Carlos y Doña Sofía en 1962. Un evento en el que se dieron cita todas las Casas Reales europeas y al que los Príncipes de Mónaco acudieron precisamente gracias a la abuela del novio, ante la negativa de la madre de la novia, la Reina Federica de Grecia con quién la princesa Carolina tiene parentesco pues es tía de su esposo Ernesto de Hannover y su hija es sobrina nieta de esta Reina.

Tal y como cuenta la periodista Pilar Eyre en su libro 'La soledad de la Reina' (2012): "La Reina Federica estuvo a punto de no enviarle la invitación, puesto que para ella una actriz de cine era poco más que una prost*t*ta. Solo accedió a invitarla a instancias de la Reina Victoria Eugenia". Para agradecérselo, los príncipes Grace y Rainiero organizaron una fiesta para los recién casados en el Sporting Club de Mónaco durante la luna de miel y les regalaron un velero.



Unos años después, con motivo de la boda de la Infanta Pilar con Luis Gómez-Acebo, los Condes de Barcelona organizaron una cena de gala el día antes de la ceremonia y los Príncipes de Mónaco volvieron a estar presentes. Es más, la Princesa Grace ocupó un lugar de honor en la mesa principal, sentada a la derecha del propio Don Juan de Borbón.

La exactriz se convirtió acabaría convirtiéndose en un pilar fundamental para la Reina Victoria Eugenia durante los últimos años de su vida. Hasta el punto de que a principios de 1968 la exreina española estaba pasando unos días en Montecarlo como invitada de los Príncipes de Mónaco cuando recibió la noticia del nacimiento de su bisnieto, el Príncipe Felipe. A la mañana siguiente, la propia Princesa Grace acompañó a su amiga al aeropuerto de Niza para que tomase uno de los vuelos más importantes de su vida.



La Reina Victoria Eugenia no solo viajaba para amadrinar al hijo de Don Juan Carlos y Doña Sofía, sino que volvía a España por primera vez desde que la instauración de la Segunda República la obligase a exiliarse en el año 1931. Se trataba de un momento de lo más emotivo y no es casualidad que su gran amiga estuviese ahí junto a la escalerilla para darle todo su apoyo. Tal y como ella había hecho años atrás.



El enfriamiento de las relaciones pasado el tiempo


La Reina Victoria Eugenia falleció en Lausana el 15 de abril de 1969 y desde ese momento las relaciones de los Grimaldi y los Borbón ya nunca volverían a ser lo mismo. Al menos no con la intensidad del afecto mutuo que se tenían la Princesa monegasca y la reina española, pero sí con una cordialidad propia de dos familias conocidas y que, por el bien de sus respectivos países, están condenadas a entenderse.

Los Príncipes de Mónaco acudieron a la proclamación del Rey Juan Carlos I en 1975 y años después, cuando la Princesa Grace falleció en un fatídico accidente de coche, fueron los Condes de Barcelona los encargados de representar a la Casa Real Española en el funeral. Cuando la vida de estos últimos llegó a su fin (Don Juan murió en 1993 y Doña María de las Mercedes en 2000), los Grimaldi quisieron corresponderles y acudieron también a sus funerales.

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Los Grimaldi y los Borbón no solo se encontraban en esos momentos de tristeza, sino también en otros de mucha alegría. Sobre todo en bodas: Rainiero de Mónaco asistió a la de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar en 1995 y a la de la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin en 1997. En el caso del enlace entre el Príncipe Felipe y Letizia Ortiz, fue la Princesa Carolina la encargada de representar a Mónaco.

Todo iba bien hasta que en 2005 el Comité Olímpico Internacional se reunió para elegir la sede de los Juegos Olímpicos 2012. La ciudad de Madrid presentaba su candidatura y, de manera totalmente inesperada, el Príncipe Alberto II de Mónaco cuestionó públicamente la seguridad de la capital española tras el atentado perpetrado por la banda terrorista ETA en el estadio de La Peineta.

Su intervención no solo contribuyó al fracaso de la candidatura española, sino que supuso la ruptura de relaciones formales e informales entre la Familia Real de Mónaco y la Española. Desde entonces han sido contadas las ocasiones en las que representantes de ambas se han visto y, las veces que lo han hecho, la tensión era más que palpable en el ambiente.



Especialmente representativo de esto fue que ningún miembro de la Casa Real Española acudió a la entronización del Príncipe Alberto II en 2005 ni a su boda con Charlene Wittstock en 2011, siendo la única Familia Real europea que no envió representación alguna al enlace ya que si asistieron representantes de todas las casas reales europeas y del mundo entre ellos cabezas reinas, reyes, príncipes, grandes duques, príncipes herederos . En 2016 y en 2019, el soberano monegasco realizó sendas visitas a Madrid por motivos relacionados con la fundación que lleva su nombre y, quizás obligado por el protocolo, el Rey Felipe VI lo recibió en La Zarzuela.

El último capítulo (por el momento) en esta historia se vivió en el verano de 2019, cuando de manera totalmente inesperada, la Infanta Cristina acudió a Mónaco a la inauguración de una exposición de Salvador Dalí. Allí se mostró de lo más sonriente con el Príncipe Alberto II por lo que muchos interpretaron el gesto como una "alianza con el enemigo". Pero... ¿Qué pensarían la Reina Victoria Eugenia y la Princesa Grace de la relación que mantienen sus descendientes? Desgraciadamente, nunca lo sabremos.
 
Rumbo a Monaco el 8 de Abril de 1956.
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Durante la travesía en el SS Constitution.

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Boda Civil en Palacio, 18 de Abril de 1956.

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Boda religiosa, el día despues en la Catedral de San Nicolás...
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