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Cuando se usa a la prensa para amenazar


No hay ningún vacío legal.
La gente es libre de hacerse las pruebas.
Mientras tengamos tribunales donde acudir.
Que también es posible que eso pronto se acabe.
Hace 100 años estaban exterminando a los judíos.
Ahora seguramente están usando este tema para otra represión masiva.
Estamos ya en un régimen totalitario?
 
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SOCIEDAD
Crisis del coronavirus
Las limpiadoras al borde de la jubilación que mató el coronavirus
Las estimaciones apuntan a cientos de contagiados entre el personal de limpieza de hospitales y residencias de ancianos
Una limpiadora, en el hospital de campaña de Ifema, en Madrid.

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PREMIUM
Actualizado Jueves, 27 agosto 2020 - 02:07
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No recibieron grandes reconocimientos, apenas el aplauso póstumo de sus compañeros. Sus familias tuvieron que llorarlas a distancia. Fotos con crespón negro, condolencias a miles de kilómetros. Después de un largo peregrinaje por ocupaciones modestas, el coronavirus sorprendió a las limpiadoras Georgina (66 años), Margarita (65) y Lorenza (63) en los hospitales y la residencia donde trabajaban. Fueron vulnerables en vida y casi invisibles en el adiós.
Georgina Vasileva murió unos meses antes de jubilarse. En Bulgaria había sido muchos años ayudante en una fábrica de cristal de Bohemia que luego cerró. En España, adonde llegó en 1999, comenzó en la cocina de restaurantes y en un bar de Madrid. No oía sin aparato y pertenecía a la plantilla de ACCESA, que ocupa y apoya a un centenar de personas discapacitadas. Llevaba más de un lustro en la lavandería del hospital Puerta de Hierro de Majadahonda. Cobraba "entre 800 y 900 euros", según su sobrina Liliana, residente en la Comunidad de Madrid.
"Un día me llamó llorando, me dijo que les habían traído la ropa de los médicos que trataban a los pacientes con el coronavirus", relata su hija Tina desde Alemania. A mediados de marzo Georgina confesó a su sobrina Liliana que pasaba "mucho miedo" y no tenía "nada de protección". A ambas les contó que recibió guantes y mascarillas después de quejarse.
"No fumaba, no bebía alcohol, no tenía enfermedades, era muy activa, no era una persona que cogiera la baja por lo que fuera", recuerda Liliana. Las familiares de Georgina señalan que en la tercera semana de marzo empezó a sentirse mal. Tenía unas décimas. Era su único síntoma y en el centro de salud le recetaron paracetamol. Continuó trabajando. Explicó a su sobrina que se notaba "sin fuerzas" pero tenía que seguir porque había dos compañeros enfermos. ACCESA ha declinado hacer comentarios.

El día 29, al comprobar durante su turno que tenía 38,5 de fiebre, Georgina acudió a Urgencias. En casa, de baja, fue empeorando. El 1 de abril su sobrina avisó a una ambulancia. Quedó ingresada en el Hospital Infanta Leonor. Fue intubada el 8. Murió el 22.
"Es muy difícil no poder ir a España, la impotencia de no poder hacer nada", concluye Tina en un relato que mezcla el dolor con el malestar por las circunstancias que desembocaron en la muerte de su madre. Georgina planeaba acompañarla este verano en el nacimiento de su sexto nieto. Dejó cuatro hijos y un marido al que cuidaba porque había sufrido un ictus.
Horas después de su muerte, UGT reclamaba que la limpieza en los hospitales fuera considerada "de alto riesgo de exposición" al contagio. Criticaba que el procedimiento difundido el 24 de marzo por Sanidad para la prevención de riesgos laborales afirmara que se trataba de una exposición "de bajo riesgo" que, sin embargo, ha afectado a un elevado número de personas.
No existen cifras globales, pero sólo en la Comunidad Madrid los infectados se cuentan por cientos. En el Hospital San Carlos de Madrid, según fuentes del comité de empresa, se contagiaron "entre 80 y 90" limpiadores, un tercio de la subcontrata. En el Doce de Octubre presentaron "síntomas compatibles y estuvieron de baja" por la Covid-19 "unos 50 ó 60" de una plantilla de 287. Adrián Mateo, presidente de su comité, destaca la dificultad "de mantener la distancia en una habitación de dos por dos metros con dos pacientes".
Georgina Vasileva.

Georgina Vasileva.EL MUNDO
Ya el 20 de marzo la asociación ASPEL, que reúne a las grandes empresas de limpieza, había reiterado al Gobierno la necesidad de EPIs quejándose de que sus proveedores estaban "intervenidos".A los problemas en la protección se añadió la edad de algunos afectados. El documento de Sanidad sobre riesgos laborales consideraba "grupos vulnerables" a todos los mayores de 60 años. Pero este sector supone una vía de inserción laboral para personas, en su inmensa mayoría mujeres, en torno a esa edad y sin cualificación.

Margarita Paz, pese a sus 65 y sus deseos, no podía jubilarse. Modista en Ecuador, llevaba 23 años trabajando en España pero sólo 12 cotizados. Le faltaban tres para cobrar una pensión. Al llegar, comenzó en casas, cuenta su hija Wendy. Fue cocinera y por último se dedicó a la limpieza.
Como Georgina, sufría una enfermedad auditiva. Se había incorporado hace años a Ilunion, el mayor empleador de personas con discapacidad; constituyen el 41% de una plantilla de más de 35.000 trabajadores. Margarita cubría turnos de siete horas como limpiadora en el hospital de Fuenlabrada. Su sueldo tampoco llegaba a los 1.000 euros mensuales.
"Era alegría pura, le gustaba leer, escuchar música, quedar con amigas, la vida española". En la casa que compartían en Madrid, Wendy evoca las ganas de su madre de sacarse el carné de conducir y de regresar una temporada a Ecuador, señala conmovida la urna donde guarda unas cenizas que, si no consuelo, al menos le dan "paz".
Margarita se topó con la crisis del coronavirus tras cuatro meses de baja por una operación de un 'dedo en gatillo'. "No puedo no ir porque me quedo sin trabajo", dijo a su hija. Volvió al hospital "pero con miedo". No la destinaron al 'área Covid', pero las libranzas de compañeros -según Wendy- acabaron llevándola allí. "Yo me pongo todo", comentaba Margarita para acallar la inquietud familiar.
Una limpiadora, en el hospital de campaña de Ifema, en marzo, en Madrid.

Una limpiadora, en el hospital de campaña de Ifema, en marzo, en Madrid.ALBERTO DI LOLLI
Algo más de una semana después aparecieron la fiebre, la tos y la carraspera. "Pensaba que era el asma", comenta Wendy. No era su única patología: tenía problemas con el azúcar, hernias, artrosis. "Era una persona de riesgo", se lamenta. Una valoración sobre la que Ilunion prefiere no pronunciarse.
El 8 de abril fue por su propio pie al Hospital Gregorio Marañón. Quedó en observación y dio positivo. Entró el 15 en la UCI. A Wendy le asaltó la preocupación. "No reaccionaba". Llegaron luego la angustia, los peores presagios, un apresurado adiós de madrugada a una enferma inconsciente. El duelo. "Quedan muchas preguntas".
Margarita murió el 3 de mayo. Tenía dos hijas y un nieto adolescente al que ayudaba a cuidar. Una familia amplia en Ecuador. Un montón de compañeros solidarios que hicieron una colecta en el hospital de Fuenlabrada para los gastos funerarios. "Era muy querida y me lo han demostrado", agradece Wendy.
Georgina y Margarita no son las únicas empleadas del sector que han perdido la vida por la Covid-19. A los 61 años falleció el 27 de abril Eloy López, limpiador de una subcontrata en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza. Le faltaban tres meses para prejubilarse.
Margarita Paz.

Margarita Paz.EL MUNDO
Igualmente, con una vida de sacrificio a sus espaldas, murió Lorenza Plaza a sus 63 años. Era interina del servicio doméstico de la residencia 'Quijote y Sancho' (Torrijos, Toledo), dependiente del Gobierno de Castilla - La Mancha. Atendía en el comedor a los ancianos, limpiaba utensilios y habitaciones, se ocupaba de su ropa.
Había trabajado antes pintando cerámica, como ayudante de cocina y en un pub. La nota que había sacado en el examen de oposición le daba probabilidades de obtener la ansiada estabilidad justo a las puertas del retiro. Tampoco podrá disfrutar de su deseado viaje a Canarias.
"Era supervital, muy trabajadora, lo pasabas muy bien con ella", recuerda su amiga Juli, compañera durante años y ahora con plaza en otro geriátrico del ejecutivo autonómico en Talavera. La última vez que se vieron, Loren se encontraba "rara". Murió el 20 de abril después de luchar hasta el final contra el sombrío pronóstico de los médicos.
Juli define como "inhumano" el trabajo en lo peor de la pandemia, con plantillas muy mermadas por las bajas y la necesidad de reforzar la desinfección. Denuncia que este colectivo, hoy de nuevo crucial contra los rebrotes, fue -después de los ancianos- el más afectado, con una treintena de contagios entre ambas residencias. "Hemos estado en primera línea de fuego y no hemos pintado nada. En la valoración de riesgos no estábamos entre los primeros cuando el Covid estaba en todas las superficies. Hemos estado expuestos en todo".
 
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