Fútbol es Fútbol

La tumba del jogo bonito
Publicado por Rafa Cabeleira
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Sócrates durante el partido entre Brasil e Italia en la Copa Mundial de Fútbol 1982. Fotografía: Maurizio Borsari / Cordon Press.
Les sucede a los amantes del jogo bonito lo mismo que a muchos descendientes del bando perdedor en tantas y tantas guerras, que ni siquiera disponen de una lápida frente a la que llorar y lamentarse por la pérdida de un ser querido. El cementerio donde reposaban sus cenizas fue derruido el 20 de septiembre de 1997 y el terreno sagrado, profanado y recalificado, acoge hoy varios centenares de viviendas y un parque urbano conocido como Jardins del Camp de Sarrià. No hay placa ni monumento que honre a los caídos, nadie enciende velas ni refresca con flores su memoria, solo unos pocos recuerdan lo que allí sucedió.

La cuna y el corsé

Pese a que son muchos los que se atribuyen la paternidad de la criatura, lo cierto es que resulta imposible determinar quién acuñó el término jogo bonito. A la carrera por la autoría se han apuntado mitos del fútbol brasileño como Pelé o Didí, poetas, periodistas, oportunistas de diferente pelaje… Incluso un inglés, de nombre Peter Doherty, aseguraba que fue su boca la primera en deslizar tan histórica ocurrencia mientras veía jugar al Manchester United en 1956, sin duda la más exótica de las reclamaciones.

Sea como fuere, lo cierto es que nadie en su sano juicio sería capaz de discutir la pertenencia del jogo bonito a las entrañas mismas de Brasil, un país roto cien veces y ciento una cosido con cuero, regates y aplausos. El jogo bonito es una expresión cultural, un modo de vida moldeado alrededor de una pelota, la respuesta lógica al desafío diario de una realidad cruda y hostil que invita a depositar en el talento las esperanzas de un mañana mejor. En cualquier callejón sobre el que pueda rodar un balón, en cada campinho de barrio o en un trozo de playa, los niños y niñas brasileños de ayer y hoy sueñan con ser el nuevo Garrincha, el siguiente Romario, la próxima Marta… Y todo ello a pesar de unos dirigentes, los del fútbol profesional brasileño, empeñados en mirar hacia Europa y encorsetar su propia naturaleza, convencidos de que el miedo es un arma más poderosa que el atrevimiento y obsesionados por una derrota histórica que tiñó sus corbatas de complejos y coartadas. Sucedió un 5 de julio de 1982, en España, en un entonces remozado y hoy desaparecido Estadio de Sarriá: la tumba del jogo bonito.

Preparativos para el funeral

El 16 de enero de 1982, en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid, tuvo lugar el primer acto solemne de la fase final de la XII Copa del Mundo, el principio del fin. El sorteo de los grupos que compondrían la primera fase del torneo resultó ser una fotografía perfecta de la España de entonces: un amasijo de caspa, desorganización y confusión, mucha confusión. En una curiosa iniciativa, los cabezas de serie pudieron elegir sede para sus primeros partidos y los brasileños, aliados naturales del calor y la alegría, se decidieron por Sevilla. Sus primeros rivales, escupidos por unos bombos que descomponían las bolas y enrojecían de vergüenza los rostros de los organizadores, serían la URSS, Escocia y la cenicienta del Mundial, Nueva Zelanda.

Pese a la ausencia por lesión de su delantero centro titular, el prometedor Careca, los brasileños se convirtieron en los protagonistas indiscutibles de la primera fase del torneo. Sus solventes victorias frente a soviéticos, escoceses y kiwis les otorgaron la etiqueta de favoritos indiscutibles y tan solo la atrevida Francia, capitaneada por Michel Platini, parecía capacitada para enfrentarse al vendaval verdeamarelo con alguna posibilidad de victoria, un partido de verdadero ensueño que algún buen aficionado habrá jugado mil veces en su cabeza. El jogo bonito de los brasileños desbordaba a sus rivales entre combinaciones electrizantes, maniobras inverosímiles, disparos endiablados y una plasticidad exagerada incluso para sacar de banda, como no podía ser de otra manera. El mero recuerdo de aquellos futbolistas mayúsculos y tan puramente brasileños debería bastar para que algunos de los actuales integrantes de la selección canarinha pregunten a sus padres en qué lejano país fueron adoptados. «Brasil nos ha enseñado cómo se juega al fútbol. Enfrente hemos tenido a un equipo tremendo, imparable, que lo posee todo para ser campeón», sentenciaba el seleccionador de Escocia, Jock Stein. Al jogo bonito le llovían tantas flores que aquello solo podía terminar en boda o en funeral.

Un enterrador italiano

La segunda fase del torneo enfrentó a las doce selecciones clasificadas en cuatro triangulares que debían conformar los cuadros de semifinalistas del torneo. El grupo C, con Brasil, Argentina e Italia, fue señalado enseguida como el grupo de la muerte pues, además de a las dos grandes favoritas en las apuestas, acogía a una selección italiana de la que nadie se fiaba y con razón.

Argentina fue la primera en probar el veneno de los transalpinos. Maradona recibió tantas patadas que habría necesitado a un economista para ocuparse de contarlas y los italianos terminaron por llevarse el partido por dos goles a uno. Aquella derrota dejaba al borde de la eliminación a la defensora del título y el partido contra Brasil adquirió tintes de conflicto bélico, otra batalla más tras la reciente derrota frente a los ingleses en las islas Malvinas. El partido fue bronco y Maradona terminó expulsado, impotente y desfigurado ante la superioridad brasileña. Los goles de Zico, Serginho y Júnior apenas recibieron respuesta en los últimos minutos, cuando Ramón Díaz anotaba el gol del honor con menos honra de la historia de los mundiales.

Así las cosas, el partido entre brasileños e italianos se transformó en una primera final para ambos, un duelo a muerte entre el jogo bonito y el catenaccio por una plaza en las semifinales del torneo. Tan segura estaba la prensa azzurra de la derrota de los suyos que cuesta creer que nadie en Brasil hiciera sonar todas las alarmas. Por la diferencia de goles lograda en sus respectivos partidos frente a Argentina, a Brasil le bastaba con el empate, algo que ni siquiera entraba dentro de sus cálculos pues un brasileño de entonces solo saltaba a un campo de fútbol para divertirse y ganar. Empatar, o como se dijera aquello, era un verbo de desconocida conjugación en aquella selección.

Paolo Rossi fue el encargado de certificar la defunción del jogo bonito con tres goles que todavía resuenan en las paredes del fútbol brasileño, un eco perturbador que impide analizar las cosas con cierta objetividad. Su primera puñalada, en el minuto cinco de partido, fue contestada por los brasileños en el doce por medio de Sócrates, futbolista y librepensador. El incontenible arrojo de la canarinha fue aprovechado otra vez por el enterrador Rossi, esta vez tras aprovechar un error de Toninho Cerezo en la gestación de la jugada, con todos sus compañeros enfilando campo italiano. No dejó de atacar Brasil, no sabía hacer otra cosa, y Falcão empataba el partido con apenas veinte minutos por jugarse.

Todavía hoy apuntan famosos intelectualoides del balompié que Brasil debió de conservar el empate y ceder la iniciativa a los italianos, algo muy sencillo de sostener a toro pasado, pues una de las grandes virtudes de los expertos analistas del deporte es explicar lo sucedido a raíz del resultado. Sin embargo, Brasil siguió buscando la victoria y la historia del fútbol terminó pagando un alto precio por su osadía. Un error del portero, Waldir Peres, dejó en bandeja la pelota a Paolo Rossi, que cavó un agujero profundo en el que los agoreros y los mediocres enterraron el jogo bonito para siempre.

¿Resurrección?

La derrota en Sarriá sirvió de pretexto para que una nueva corriente invadiese el fútbol brasileño, hasta entonces libre de ataduras y orgulloso de su esencia. En lo sucesivo, tanto los principales clubes como la selección nacional se afanaron en adoptar un estilo más europeo, un estilo mal llamando ganador. El talento natural se vio estrangulado por la táctica y el miedo a perder, por la racanería y el ego de unos técnicos que se creyeron más importantes que sus propios futbolistas. Brasil volvería a levantar la Copa del Mundo, primero en Estados Unidos y después en el campeonato organizado conjuntamente por Corea y Japón, pero sus victorias no terminaron de diluir el sabor a cobre y a ceniza alojado en la garganta del hincha brasileño.
https://www.jotdown.es/2018/09/la-tumba-del-jogo-bonito/
 
El punto de inflexión del fútbol femenino: entre la explosión definitiva y la rémora del machismo


En España, la selección ha logrado su primer Mundial sub-17 y ha sido finalista del mismo torneo en la categoría sub-20. Las futbolistas están inmersas en la negociación del primer convenio colectivo y la Liga no para de crecer

La noruega Ada Hegerberg se ha convertido en la primera ganadora del prestigioso Balón de Oro, y Francia se engalana para recibir en junio de 2019 el Mundial absoluto más disputado que se recuerda

A lo largo de este año, diferentes futbolistas y dirigentes han lanzado mensajes opuestos a esta lucha: el portero Antonio Adán llamó “putas” a las sevillistas; el presidente de la Federación dijo que varias internacionales iban “en paños menores”, Vitolo o Simeone hablaron de partidos “de hombres”

Mamen Hidalgo
24/12/2018 - 19:39h
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Entrenamiento del Rayo Vallecano femenino. FOTO: Romina Peñate.

Jugadoras de primera división, trabajadoras de segunda categoría
2018 ha sido el año de las mujeres, del feminismo y la sororidad. También en el fútbol. En España, la selección ha logrado su primer Mundial sub-17 y ha sido finalista del mismo torneo en la categoría sub-20. Las futbolistas están inmersas en la negociación del primer convenio colectivo y la Liga no para de crecer. Fuera, la noruega Ada Hegerberg se ha convertido en la primera ganadora del prestigioso Balón de Oro, y Francia se engalana para recibir en junio de 2019 el Mundial absoluto más disputado que se recuerda.

Según datos del Consejo Superior de Deportes (CSD), las licencias de mujeres que practican fútbol federado en España pasaron de 36.282 en 2011 a 60.329 en 2017, un crecimiento del 60% en apenas seis años y a la espera de ver el efecto del gran año del fútbol español en las cifras. Cada paso de las futbolistas ha sido trascendental en un ámbito donde casi todo se hace por primera vez en femenino. En el horizonte se percibe una proyección imparable, pero existe el riesgo de crecer bajo el tutelaje de clubes tradicionalmente masculinos, de un fútbol inerte más preocupado de vender igualdad que de creer en ella.

La delantera Vero Boquete, —una de las mejores jugadoras españolas de la historia ganadora de la Champions League y con una exitosa carrera en clubes como Portland, Frankfurt, Bayern o PSG—, daba nombre femenino por primera vez a un estadio en Santiago de Compostela. Pero mientras, la Real Sociedad era sancionada por tener a 15 jugadoras con contratos a tiempo parcial. El mismo año que la jugadora del Ajax de Ámsterdam Chantal de Ridder era renovada automáticamente tras quedarse embarazada, el Huesca menospreciaba a la campeona del mundo sub 17 Salma Paralluelo públicamente en un fallido homenaje. Futbolistas, entrenadores y dirigentes de la élite masculina han reiterado el mensaje de que éste es un deporte de hombres, concretamente “de coj*nes”, como diría el entrenador del Real Madrid. "Yo de dinero no hablo, y menos con una mujer", contestó el presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo, a una periodista.

Mientras ellos excluyen públicamente a las mujeres de este negocio, ellas siguen trabajando en la igualdad. "Las futbolistas han tomado conciencia este año, con la negociación del convenio colectivo y con las respuestas ante actitudes machistas. No es que se produzcan más hechos, sino que ya no nos callamos", explica Fe Robles, presidenta del Comité de Fútbol Femenino de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE). "Nosotras sabemos que esto no se puede cambiar de un día para otro. El fútbol es de todos y todas, pero el cambio tiene que partir desde la educación, de tener una visión más amplia y no solo una androcentrista".

Según el último estudio de FIFPro publicado en 2017, realizado a través de encuestas anónimas a futbolistas de todo el mundo, un 90% de las mujeres cree que dejará el fútbol pronto para iniciar una familia o por motivos económicos. Con un salario medio de 600 dólares anuales, ellas no se plantean la profesionalidad como una opción. Se trata de un "problema estructural", según recalca el sindicato internacional, que se ve además contaminado por las actitudes sexistas por parte de los aficionados, origen del 70% de las agresiones que reciben por el mero hecho de ser mujeres.

Con el Balón de Oro que le acredita como mejor jugadora del mundo, la noruega Ada Hegerberg no quiso olvidarse de esta realidad en su discurso. Mientras su imagen daba la vuelta al mundo por negarse a bailar twerking, ella dirigió el foco hacia la base, a las niñas y jóvenes que quieren cumplir su mismo sueño: "Por favor, no dejéis de creer". Era plenamente consciente del machismo imperante a su alrededor, donde ella era la excepción.

Se trata del mismo espíritu que Sita Méndez lleva promoviendo en las últimas dos décadas. Esta asturiana de 52 años, presidenta del Femiastur, lidera la causa para que el fútbol base sea ejemplo de la igualdad a través de equipos completamente mixtos, 50-50, hasta los 12 años. "Hay que hacer una apuesta de futuro", dice. "Las mentalidades adultas son difíciles de cambiar, tenemos que ir a la base. Hay estudios que muestran que no hay diferencias de actitudes ni aptitudes hasta el desarrollo, y educar a todos los niños y niñas juntos es lo que provocaría un cambio sustancial y generacional".

Pero más allá de la legislación y la educación, el ejemplo de los líderes en la élite es clave. A lo largo de este año, diferentes futbolistas y dirigentes han lanzado mensajes opuestos a esta lucha, excluyendo a las mujeres de un entorno en el que ya les cuesta entrar. El portero Antonio Adán llamó “putas” a las sevillistas —incluida su novia—; el presidente de la Federación dijo que varias internacionales iban “en paños menores”, aludiendo a un pantalón corto; Vitolo, Simeone, Emre Can e Íñigo Martínez hablaron de partidos “de hombres”; Solari inició su andadura madridista apelando a los “coj*nes” para ganar partidos. Todos ellos protagonistas de una larga lista de actitudes cuestionables que dejan en evidencia al entorno de este deporte.

"En la igualdad hay que creer. Y dentro del fútbol ni creen en ella ni tienen la más mínima intención de formarse", explica Sita. "Aquí es cuando se producen estos patinazos en público, cuando les salen las cosas de dentro. De cara al escaparate se vende mucho la igualdad pero es mentira. Lo que ocurre es que hay un nuevo mercado en el que están interesados: se cree en el fútbol femenino pero no como un sinónimo de igualdad, sino como negocio. No hay más que ver el tutelaje que se está produciendo desde los clubes tradicionalmente masculinos".

En la misma línea se expresa Fe Robles, quien considera que la respuesta a la cuarta ola del feminismo, también en el fútbol, va a ser dura. "Hay cuatro tarugos que no quieren ceder su espacio porque tienen privilegios que no quieren perder", lamenta. "Cualquier acto por nuestra parte va a tener como respuesta mucha más dureza, y eso lo estamos empezando a ver con más insultos en los campos. Se están revolviendo ante la evidencia de nuestro trabajo por la igualdad".

Un club de lectura feminista en un vestuario
Para erradicar del fútbol todo lo que pone en riesgo los valores del deporte, nacieron los clubes del llamado fútbol popular. Fútbol de la mano de socios, lejos del negocio y las presiones mediáticas y económicas, que tiene como objetivo asociar a personas en un ambiente menos tóxico. El U.C. Ceares de Gijón, pionero en España, trabaja en esa dirección también desde la igualdad. Y lo hace incluso con gestos simbólicos, como la creación de un club de lectura feminista dentro del vestuario local. Feminismo en territorio hostil, donde los primeros viernes de cada mes una docena de personas—la mayoría mujeres—toma las instalaciones. "Reivindicamos un espacio que también nos pertenece, que es nuestro y que lo tenemos que ocupar", explica Lucía Rodríguez, socia del club y fundadora de 'Pa cruz la nuestra', en respuesta al nombre del campo de fútbol, 'La cruz'.

Lucía cree que la clave para acabar con el machismo en el entorno futbolístico está en involucrar en ello a la sociedad. "Hay una responsabilidad de los aficionados que es esencial y que debería darse así en todos los clubes. Tenemos que enfrentar las cosas con las que no estamos de acuerdo e impedir que las actitudes machistas crezcan". Además del club de lectura feminista, ponen en marcha actividades concretas como una mesa redonda sobre mujeres y lucha obrera, recogida de libros para presas o participación activa en fechas clave como el 8-M. "Intentamos, en definitiva, tener una actitud normal. O lo que debería ser normal. ¿Qué hacer para cambiar esto en clubes tradicionales? Si no se hace desde dentro de la institución, la presión social tiene que ablandar este tipo de expresiones. Es complicado, pero no debería ser imposible".

Francia 2019 será el verdadero inicio del cambio. Con la fecha marcada en el calendario, el segundo Mundial para la selección absoluta será la piedra de toque definitiva, el momento cumbre en el que la revolución de las mujeres con el esférico se verá materializada, donde ellas sabrán si siguen siendo cuestionadas por un deporte de hombres donde ellos se niegan a ceder el espacio que les corresponde, o si rompen definitivamente con los estereotipos y sienten el respaldo social para buscar un futuro plenamente profesional
https://www.eldiario.es/sociedad/ano-futbol-femenino_0_849715178.html
 
La Policía inspecciona más de 2.000 bares por emitir partidos de la Liga de forma fraudulenta

Los agentes han requisado más de ochocientos decodificadores ilegales utilizados por establecimientos públicos

0 Fútbol, un lujo para el público español

La Policía Nacional ha requisado más de ochocientos decodificadores ilegales utilizados por establecimientos públicos para la emisión fraudulenta de partidos de fútbol de la Liga en el marco de una investigación nacional en la que se han inspeccionado más de dos mil locales.

Según informan la Policía Nacional y LaLiga en sendos comunicados, a finales de noviembre de 2018 representantes legales de la organización deportiva denunciaron a los titulares de diversos establecimientos públicos de varios puntos de España por un presunto delito contra la propiedad intelectual.

Los responsables de los locales ponían supuestamente a disposición de sus clientes todos los partidos de fútbol, que están protegidos por la normativa de propiedad intelectual, sin autorización ni licencia.



Para ello utilizaban distintas modalidades, sobre todo los decodificadores ilegales -"vitaminados"- a los que se altera el firmware para permitir su acceso a la señal privada y así ofrecerlo a los clientes sin pagar por los derechos.

Este delito, según el operativo de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional, afectaría negativamente no solo a LaLiga sino también al resto de establecimientos públicos que sí pagan las tarifas correspondientes a la emisión legal de los contenidos deportivos.

Las denuncias por parte de LaLiga son el resultado del trabajo de un equipo creado específicamente para la detección de los establecimientos que emiten los partidos sin pagar por las licencias.

Este equipo, en lo que va de temporada futbolística, ha detectado ya más de nueve mil emisiones fraudulentas tras la investigación de más de veinte mil visitas a locales públicos.

En esta ocasión, el 60% de los locales inspeccionados por la Policía tras la denuncia de LaLiga desarrollaban actividades ilícitas.
https://www.abc.es/economia/abci-po...a-forma-fraudulenta-201812271144_noticia.html
 
Una compañía de criptomonedas anuncia la compra del Elche CF por 20 millones
La firma holandesa Libereum explica que la operación incluye la compra del club y una inversión de capital. El inversor afirma tener una hoja de ruta que pretende devolver al club a Primera División en un período de tres años

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Estadio Martínez Valero, campo del Elche CF Wikimedia Commons
ALBERTO SANZ
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PUBLICADO 27.12.2018 - 14:30ACTUALIZADOhace 27 minutos

La empresa de criptomonedas holandesa Libereum anuncia la compra del club de fútbol español Elche CF. Según explica fuentes de la compañía a este medio, la cifra de la operación se ha cerrado en 20 millones de eurosque incluye la compra del club y una inversión de capital.

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La empresa asegura que el acuerdo puede hacerse oficial a partir de la semana que viene. Por su parte, desde el club ilicitano ha emitido un comunicado negando este anuncio detallado de la operación y han señalado que su equipo jurídico está analizando lo ocurrido.

"El Elche Club de Fútbol, a colación de ciertas informaciones aparecidas, quiere negar rotundamente la venta del Club a ninguna sociedad dedicada a la criptomoneda ni a ninguna otra actividad. De esta manera, el Club quiere zanjar los rumores acaecidos por las distintas informaciones aparecidas que puedan inquietar y llevar a confusión a la afición franjiverde", indica en su comunicado.

Pero Libereum mantiene su postura y sigue detallando como sería la operación. La firma indica que realizaría un pago inicial de 4,3 millones de euros como garantía bancaria. La operación se produciría con un club que arrastra problemas económico y que sufrió un descenso administrativo en 2015 por estas debilidades. El equipo pasó de Primera División a 2ºB en dos años y actualmente, ocupa la 15º en la Liga 123 (Segunda División).

Por su parte, Libereum es una empresa holandesa que opera en internet con una criptomoneda, el 'liber', una divisa virtual mediante la cual se pueden hacer compras. La compañía holandesa tiene en su hoja de ruta lograr una combinación entre su criptomoneda y el deporte. Es decir, pretenden sustituir al euro por el liber en los acuerdos con los patrocinadores, compra-venta de entradas, artículos de merchandaising y catering en el propio estadio.

"Libereum ve potencial en el Elche CF que quiere llevar al club en las próximas 2-3 temporadas a la Primera División del fútbol español. Para lograr esto, la compañía proporcionará al Elche CF los apoyos financieros necesarios", explican en este anuncio. "La adquisición del club de la Segunda División es un paso crucial hacia la conexión con la moneda digital descentralizada (Liber) con el deporte más popular del mundo: el fútbol", añade a través de su web oficial.

Es importante señalar que el club no será la fuente de ingresos de Libereum, repetimos, el Elche no nos generará ningún rédito"

Cem Kumlar, fundador de Libereum
La noticia de la compra del Elche coincide con que Libereum inicia este viernes la preventa de 'liber'. Una una oferta inicial de 10 millones de estos 'tokens' que se podrán comprar a 5 dólares de forma exclusiva en la web Latoken. "Es importante señalar que el club no será la fuente de ingresos de Libereum, repetimos, el Elche no nos generará ningún rédito", explica a este medio Cem Kumlar, fundador de Libereum., tras publicarse su comunicado.

Una auditoria
La empresa explica en este anuncio que, con el fin de reducir los posibles riesgos de adquisición del club, pidió a los responsables del Elche CF que hicieran una evaluación exhaustiva, completando todos los requisitos reclamados con la mayor diligencia posible. "Los resultados de la auditoría fueron positivos, por lo cual, después se efectuó la adquisición", informan.




Libereum@libereum

https://twitter.com/libereum/status/1078082441892560897

Following the announcement of acquiring Elche CF by Libereum, here are some more details.https://bit.ly/2TdYcUi @libereum $liber @Elche_EN #football


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1:17 - 27 dic. 2018
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El propósito de esta adquisición, según expone el anuncio, es doble. Por un lado, la empresa de criptomonedas quiere devolver el club a la Primera División, "esto requiere apoyos financieros y ahí es donde entra nuestra moneda digital", matiza el propio fundador de la empresa. "Queremos que la moneda (token) se convierta gradualmente en parte de la política financiera dentro y alrededor del club, para que todo, en los mismos términos, se pueda pagar de manera sencilla y accessible, con Liber", relata.

Musampa es su asesor
Libereum insiste en este anuncio que el Elche es el primer equipo de la red que quieren expandir con diferentes clubes de fútbol. Por ello, su equipo directivo junta a expertos en criptomonedas con expertos del sector del fútbol. Uno de ellos es un viejo conocido de la afición española, Kiki Musampa, exfutbolista del Málaga y el Atletico de Madrid.

La empresa holandesa destaca que el Elche es un club de fútbol tradicional español de la ciudad de (Elche) Elx, la tercera ciudad más grande de la región de Valencia. "El club tiene una gran apariencia, gracias a sus fieles fans y al hermoso Estadio Manuel Martínez Valero, que ofrece aforo para más de 35.000 espectadores. Recientemente se jugó en el estadio del Elche CF el partido entre España y Croacia, para la copa de naciones", destacan los representantes de Libereum.

Su objetivo no es ganar dinero con el fútbol. "Utilizaremos el aumento de precios de Liber para contribuir a los clubes dentro de nuestra red. Y mientras más gente de la red tenga liber, mayor será la demanda y, por lo tanto, aumentará el precio", explica Kumlar. Una información que sigue sin ser respaldada por el equipo español y promete nuevos capítulos de este extraño proceso de compra.
https://www.vozpopuli.com/economia-...as-compra-Elche-CF-millones_0_1203779976.html
 
Deportes
La increíble historia del Spartak y el loco fútbol ruso
Publicado por Íñigo Domínguez
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Arsenal vs. Spartak, 1954. Fotografía: Cordon Press.
Hace tiempo salió un librito estupendo que cuenta la historia del Spartak de Moscú. Dirán: ¿y a mí qué? Ya, pensé lo mismo. Lo que pasa es que el libro, Fútbol y poder en la URSS de Stalin, de Mario Alessandro Curletto, publicado por Altamarea, una nueva editorial que promete colmar los agujeros de literatura italiana en nuestras librerías, es de esos que te intrigan y ves que te lo lees en una tarde. Acabas diciendo: ¿por qué no? Que es una de esas preguntas esenciales que distinguen al ser humano, aunque se hable poco de ella, porque parece muy coloquial. No voy a ocultarles que el sencillo propósito de este artículo es que se lo lean ustedes también. Es una historia increíble, porque va entrelazada con la de la URSS y en cada párrafo uno descubre un detalle asombroso que intenta memorizar para contárselo luego a alguien. Solo contaré tres pequeños episodios para que se hagan una idea.

Primera historieta. Los clubes de fútbol rusos nacieron como prolongaciones naturales de clubes informales y no declarados de gente que quedaba en la calle para darse de hostias. Es curioso que luego esto haya terminado hoy volviendo al punto de partida, con hordas ultras para quienes el fútbol es una excusa y se citan para lo mismo, especialmente en Rusia. El Spartak, aunque al principio tuvo varios nombres, lo levantaron literalmente entre familiares y amigos. Llegaron con tablas a un descampado, temido por ser lugar de reuniones de bandidos, y construyeron un estadio. Cuatro hermanos, los Stárostin, nacidos a principios de siglo, son el alma del club y su historia es una auténtica novela rusa que forma el hilo del libro. Ellos van y vienen de guerras y tragedias, pero entremedias siguen jugando o entrenando al equipo como si tal cosa.

La Revolución bolchevique alteró un poquito, en clave local y con rasgos propios, lo que sería la evolución natural de este deporte en otros países. Estaba prohibida la iniciativa privada, y solo se permitían equipos ligados a empresas públicas, fábricas o instituciones. Por ejemplo, el Dinamo de Moscú era del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos y el CDKA del Ejército Rojo, lo que implicaba que hicieran todo lo posible, y todo es todo, para ganar la liga. Lo mínimo era mover hilos políticos e influencias para fastidiar a los otros equipos o robarles jugadores; lo máximo, enviar a los rivales a un gulag en Siberia. Los Stárostin, por ejemplo, acabaron allí.

El comunismo en el fútbol también se tradujo en detalles llamativos que implicaban un vano intento de introducir valores inhumanos en la competición, del tipo de que lo importante no es solo ganar. Hubo un complejo sistema de puntos durante cuatro años, entre 1924 y 1928, con el que no ganaba la liga simplemente el que más partidos vencía. Se premiaba igualmente alinear jugadores que colaboraran en actividades deportivas de su barrio o que jugaran a otros deportes, no hacer faltas ni tener tarjetas. Pero la gente seguía haciendo sus cálculos como se ha hecho siempre, con victorias y empates, para decidir el campeón. Aunque oficialmente quedara quinto, para todo el mundo era ese. Un revelador y temprano síntoma de realidad paralela en el proyecto soviético. El Spartak, cuyo nombre fue elegido por una novela de Espartaco escrita por un italiano —desconocido en su país, pero muy popular en Rusia—, fue el equipo del pueblo, nacido desde abajo, no con ninguna institución, y el más amado en todo el país, no solo en su ciudad.

Segunda historieta. El fútbol ruso era bastante troglodita, basado en un ataque a lo loco, mucha leña y algunos jugadores virtuosos. Lo que pasa es que cuando salían fuera los zurraban de lo lindo, con un mínimo esquema los mareaban. Para el ideal revolucionario eso no podía ser, evidentemente. En su primera incursión exterior, los Juegos Olímpicos de 1912, la selección rusa sufrió grandes goleadas. En 1936 el Racing de París, que entonces era uno de los mejores de Europa, invitó al Spartak y otros equipos rusos y también los vapuleó. Fue al año siguiente cuando Rusia invitó a otro equipo a Moscú y se tomó la victoria como una cuestión de Estado. Era la selección vasca de Euzkadi, organizada por el lehendakari Aguirre, que había sido jugador del Athletic, y peregrinaba por Europa dando palizas a todo el mundo, porque era un equipazo. Estaban en gira forzosa y sin fecha de regreso por la Guerra Civil. Acabaron en América, jugando en México y Cuba. Terminada la guerra, rompieron filas y cada cual se buscó la vida fichando donde le cogieron. La historia del equipo vasco merecería una película, o un artículo en Jot Down, donde por cierto ya se ha publicado uno muy bueno y muy amplio de los Stárostin y el Spartak de Álvaro Corazón Rural, por si quieren saber más.

En Rusia organizaron varios partidos con la selección vasca, pero como los vascos ganaban todos, les pusieron más, y cada vez con peor humor, a ver si perdían alguno, aunque solo fuera por agotamiento. El duelo decisivo fue con el Spartak, y sería otra película, porque pasó de todo. El 8 de julio de 1937, ante noventa mil espectadores, los moscovitas se impusieron 6-2 y es un hito fundacional de la historia del fútbol ruso. Cómo se lo tomarían de seriamente que fue la primera vez que el Spartak, yendo contra su propia naturaleza, incluso usó un esquema de juego, en W. Pero, en fin, hubo cosas raras: el árbitro, que luego se supo que trabajaba en las oficinas del Spartak, pitó un penalti muy discutido con un 2-2 en el marcador y los vascos abandonaron el campo como protesta. Tuvo que intervenir Mólotov —sí, sí, el de los cócteles— para convencerles de que volvieran al cabo de cuarenta minutos. Desde entonces, cuando se quería decir el máximo elogio de un jugador era: «Jugó contra los vascos».

Tercera historieta. Toda la época estalinista del Spartak, y supongo que de cualquier ruso, es delirante. Abundan los episodios increíbles. En 1936 se organizó un partido de exhibición ante Stalin en la mismísima Plaza Roja. Para ello fabricaron una alfombra verde grande como un campo de fútbol y ensayaron un partido, coreográficamente, para mostrar todos los tipos de jugadas existentes, que debía terminar con un resultado concreto. Así se hizo, por supuesto. La llegada al poder del temible Beriacomo jefe de los servicios secretos, y por tanto presidente del Dinamo, hizo llegar lo inverosímil a categoría de rutinario. Una vez hizo repetir una semifinal de la Copa de la Unión Soviética aunque ya se había jugado la final posterior. Con Beria, algunos futbolistas que caían en desgracia desaparecían. Con este panorama, Nikolái Stárostin recuerda un encuentro glacial que tuvo con él. Le presentó a sus acompañantes con esta frase: «Este es Stárostin, el que se me escapó una vez en Tiflis». Glups. Resulta que Beria fue futbolista, un centrocampista rocoso, y en los años veinte su equipo jugó contra el de Stárostin, al que tuvo que marcar, con desastrosos resultados. Total, en 1942 arrestaron a los hermanos Stárostin, acusados de ser enemigos del pueblo. Pasaron once años dando tumbos de gulag en gulag, también a merced de los jefes de cada lugar que los querían en sus equipos locales.

Epílogo. De todas las anécdotas memorables del libro, hay una que he releído varias veces, de puro absurda. Fue un partido amistoso organizado en Stalingrado en 1943, solo tres meses después del final de la espantosa batalla, en una ciudad arrasada. Por levantar el ánimo. El Spartak, estrella invitada, contra el Dinamo local. Imagino a miles de espectadores famélicos, que durante noventa minutos tuvieron uno de sus primeros ratos de distracción y alegría mirando simplemente a otros hombres jugar con una pelota. El detalle soviético majara está en la pelota. Se pensó que lo más épico sería que un caza de guerra sobrevolara el estadio y lanzara el balón al centro de campo desde las alturas, un prodigio de puntería del glorioso Ejército Rojo. Increíblemente acertó. Pero la pelota pegó un bote descomunal, pasó por encima de la grada y se perdió entre las ruinas de Stalingrado.
https://www.jotdown.es/2019/01/la-increible-historia-del-spartak-y-el-loco-futbol-ruso/
 
El peor equipo del mundo
Publicado por Rafa Cabeleira
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Next Goal Wins, 2014. Fotografía: Archer’s Mark / Agile Films.
Esta es una historia cosida a retales, una fábula fabricada sobre anhelos modestos y conquistas inesperadas, repleta de héroes anónimos y lugares olvidados. En ella nos encontraremos con un portero que tardó más de diez años en ver cumplido su sueño de saborear, por fin, una victoria. También con un entrenador que perdió algo más que un partido de fútbol y recorrió medio mundo buscando algo parecido a una familia. Es, además, la pelea tranquila de una futbolista diferente, tanto que no cejó en su empeño de ser tratada como una más… Esta es, en definitiva, la historia de Samoa Americana, una pequeña y remota isla del Pacífico Sur que llamó la atención del mundo entero de la forma más insospechada.

El fútbol modesto

Lejos del fútbol profesional suceden cosas tan inverosímiles como que varios jugadores de una selección nacional no puedan representar a su país en un partido de clasificación para un Mundial porque sus jefes no les conceden el día libre. La solución, entonces, resulta tan sencilla como impensable en países acostumbrados a conceder al deporte el tratamiento propio de los asuntos de Estado: darse una vuelta por los institutos del centro y convocar para el evento a los reyes del recreo. Algo así le sucedió a la selección de Samoa Americana en 2001, obligada a plantar cara a la todopoderosa Australia con un once plagado de imberbes quinceañeros. El resultado del experimento fue de 31-0, la mayor goleada jamás registrada en cualquier competición oficial organizada por la FIFA.

Debutar en el infierno

Días antes de la famosa debacle, el portero Nicky Salapu debutaba como internacional en un partido frente a la vecina Fiji. Pronto la ilusión por el estreno se convirtió en una auténtica pesadilla y no hicieron falta más de noventa minutos (lo que dura una mala película) para que Nicky descubriese todos y cada uno de los horrores que suelen acechar a cualquier guardameta, incluso a aquellos que defienden una portería dibujada con tiza sobre un muro. Cariacontecido, se marchó al vestuario habiendo encajado trece goles, uno más de los que John Bonello se merendó en aquel famoso España-Malta de 1983 y que, con el paso de los años, terminó con el portero maltés protagonizando una conocida campaña publicitaria bajo el irónico lema de «Amigo mío, solo tú eres leyenda».

Sin embargo, para Nicky todavía no había pasado lo peor. En el siguiente encuentro de aquella primera fase de clasificación para el Mundial de Corea y Japón, el entonces joven portero encajaría un gol por cada tres minutos de partido, unas cifras escandalosas y difícilmente superables incluso en torneos escolares y ligas de barrio. En treinta y una ocasiones agachó la cabeza lamentando su mala fortuna, treinta y una veces que se vio obligado a doblar el espinazo para recoger la pelota del fondo su portería: si el gol fuese considerado un acto de violencia, la actitud de los delanteros australianos habría sido documentada como un claro ejemplo de agresión con agravante de ensañamiento.

La noticia corrió como un reguero de pólvora entre la prensa deportiva de todo el planeta, a menudo ávida de grandes gestas pero también de los ridículos más espantosos. El nombre de aquel desconocido guardameta, figuradamente fusilado sin piedad por los crueles aussies, compartió espacio durante días con algunas de las grandes estrellas del momento y, tras una nueva goleada en el tercer y definitivo partido, Nicky Salapu decidió abandonar la selección nacional y diluirse durante meses entre la muchedumbre de las calles de Pago Pago, la ciudad más poblada de la isla.

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Next Goal Wins, 2014. Fotografía: Archer’s Mark / Agile Films.
El regreso del iluso

Casi una década después, la gente seguía parando a Nicky por las calles para preguntarle si de verdad era él: el samoano, el peor portero del mundo. Su carrera como futbolista profesional lo llevó a jugar en varios equipos de ligas regionales en Austria e Indonesia hasta que las necesidades familiares lo abocaron a colgar los guantes y buscar un trabajo bien remunerado en Seattle. Allí residía tras anunciar su segunda retirada como internacional cuando, en 2011, recibió la llamada de Tavita Tauma, presidente de la Federación Samoanoamericana de Fútbol.

No tuvo que insistir demasiado el directivo. A Nicky lo carcomía su propio orgullo y el deseo de conseguir la primera victoria, incluso había llegado a conformarse con la hipotética posibilidad de poder celebrar un gol con sus compañeros de selección. El proyecto desarrollado por Tauma convenció a Salapu, que no dudó en abandonar un empleo estable y una nueva vida para regresar a la isla en pos de sus sueños. Sin embargo, el despertar no pudo ser más abrupto: el portero volvió de aquellos Juegos del Pacífico Sur con veintiséis goles más en su abultado saco de cuchillas y sin haber saboreado ninguna miel, así que, por tercera vez, el cancerbero anunciaba su adiós al combinado nacional.

Un grito de auxilio

«Todos se reían de nosotros. Para nuestros rivales éramos un equipo de comida rápida», confesaba Tauma en un documental que recogió las peripecias del entonces considerado peor equipo del mundo y que se tituló Next Goal Wins. Desesperado ante la inminente cita con la fase de clasificación para el Mundial de Sudáfrica, Tauma solicitó el auxilio de la Federación de Fútbol de los Estados Unidos, que respondió a su petición publicando un anuncio oficial en el que se ofertaba el puesto de seleccionador de Samoa Americana. La convocatoria no tuvo una gran acogida entre los potenciales interesados y tan solo uno de ellos mostró su disposición a aceptar la exótica tarea.

Mientras se preparaba la llegada del nuevo entrenador, la decisión de Tauma suscitó un gran malestar en la isla. Samoa Americana es un territorio no agregado de los Estados Unidos que lleva años enzarzado en una disputa casi tribal entre quienes aspiran a ser reconocidos como ciudadanos americanos y los que prefieren aprovechar las ventajas de no estar sometidos a las leyes americanas, especialmente las tributarias. Todavía hoy se da la extraña paradoja de que los samoanoamericanos son los únicos emigrantes del planeta que para solicitar la nacionalidad americana presentan un pasaporte idéntico al de cualquier ciudadano reconocido de los Estados Unidos de América.

Las tensiones propias de una política colonialista sin resolver se hicieron más evidentes ante el grito de auxilio de Tauma y la ayuda desde el continente no fue recibida con el fervor que cabría esperar, al menos entre una gran mayoría de la población a la que ni siquiera le gustaba el fútbol.

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Next Goal Wins, 2014. Fotografía: Archer’s Mark / Agile Films.
Un mesías holandés

Con apenas cuatro semanas para preparar el debut en la fase de clasificación aterrizaba el supuesto mesías, un holandés flaco y arrugado con aspecto de vieja leyenda del rock: Thomas Rongen. Como futbolista había compartido vestuario con grandes mitos como Johan Cruyff o George Best y formó parte de hasta seis equipos profesionales en la bisoña Major Soccer League.

Fue durante esos años cuando conoció a Gail Megaloudis, recién divorciada y con dos hijos. Se enamoraron, se casaron y aquel flamenco trotamundos se afincó definitivamente en Estados Unidos, aunque sin descartar la posibilidad de regresar, algún día, a su idolatrada Holanda. «Cuando los americanos conquistaron la Luna se encontraron allí a un holandés», suele bromear Rongen, sin reparar en lo ofensiva que resulta semejante chanza en la Galicia migratoria, especialmente en la orgullosa Ourense. Sin embargo, la felicidad no duraría demasiado y en 2004, tras un accidente de tráfico, Nicole Megaloudis, la hija menor de Gail, perdía la vida con tan solo diecinueve años.

Tras una etapa gris y llena de dificultades, apenas capaces de aceptar la pérdida de Nicole, la posibilidad de refugiarse en una minúscula isla del Pacífico y comenzar una nueva vida les pareció a Thomas y Gail una buena oportunidad que no dejarían escapar.

La receta

Lo que se encontró Rongen al llegar a la isla fue un equipo que rezumaba amateurismo por los cuatro costados: practicantes recientes, futbolistas con sobrepeso, varios fumadores compulsivos, una chica transexual… Su mentalidad occidental se sacudió al chocar de frente con aquella realidad tan pintoresca, de ahí que su primer pensamiento se limitase a un lacónico: «A ver qué hago yo con esto».

Rongen comenzó a moldear el barro desde el minuto cero. En primer lugar se centró en el aspecto mental de sus futbolistas, en la necesidad de inculcarles rutinas de alta competición y alejar costumbres tan arraigadas como las de abandonar los entrenamientos en cualquier momento para ir a la iglesia. Sus normas levantaron ampollas incluso entre sus más firmes defensores, incluido el presidente Tauma, que a punto estuvo de romper el contrato y devolver a Rongen como una mercancía defectuosa. La segunda parte de su plan consistía en preparar físicamente a unos deportistas tan particulares que apenas podían mantener un mínimo rendimiento más allá de los treinta minutos de juego. «Cualquiera es capaz de sentir el deseo de ganar, pero yo necesitaba que mis jugadores interiorizasen la gravedad de la derrota, el miedo a perder: ahí reside la verdadera fuerza de un deportista».

Su plan para Samoa Americana también incluía rastrear cualquier posibilidad de incorporar nuevos futbolistas que elevasen el nivel competitivo del equipo y así llegaron a la isla el delantero Ramin Ott y el defensa Rawlston Masaniai, ambos de nacionalidad americana pero descendientes naturales de nativos Fa’a. Sin embargo, la primera incorporación fue la de una vieja leyenda del fútbol nacional: el portero Nicky Salapu, una vez más tentado por sus deseos más utópicos.

Compuesto el equipo, tan solo quedaba entrenar duro y confiar en el poder intangible de la tapuinga(la oración).

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Next Goal Wins, 2014. Fotografía: Archer’s Mark / Agile Films.


Jaiyah

Más allá del aspecto estrictamente futbolístico, Rongen se sorprendió gratamente con la calidad humana del grupo, concepto muy manoseado en el fútbol de élite actual pero del todo incomparable con aquella auténtica familia convertida en selección nacional que se topó el holandés en Samoa Americana.

Al nuevo seleccionador le costó varios días dejar de llamar Johnny a Jaiyah, algo a lo que ella no parecía dar excesiva importancia, al fin y al cabo, era el nombre que aparecía en su pasaporte y en su ficha federativa. Lo que para la enfermiza mentalidad occidental supondría un problema evidente dentro de un equipo masculino, en Samoa Americana era considerado una bendición. Para sus compañeros, como para el resto de la isla, Jaiyah no era una simple transexual sino una fa’afafine, palabra que significa ‘la forma de la mujer’ y que define un tercer género reconocido y plenamente integrado dentro de la cultura samoana.

Lo cierto es que a Rongen, más allá de sus prejuicios iniciales, no le parecía gran cosa como futbolista y desde el primer instante baraja su nombre como uno de los que, posiblemente, se quedarán fuera de la convocatoria definitiva. Jaiyah muestra pasión y ganas de mejorar, eso sí, además de una ascendencia sobre sus compañeros que la convierte en un pilar fundamental de aquel vestuario tan atípico, al menos durante la fase de preparación. «Las fa’afafine tenemos dos espíritus: podemos hacer lo que hace un hombre y también lo que hace una mujer. Pero en el equipo yo solo me siento un jugador de fútbol. Puede que me vista como una chica y salude como una diva, pero en el campo no soy hombre ni mujer: solo soy futbolista».

Y de repente, un milagro

La selección nacional fue despedida con una gran misa en la que estuvieron presentes todas las autoridades del país y que impresionó de un modo bastante inesperado a un ateo convencido como Rongen. El acto le provocó una fuerte conmoción espiritual y en ese momento empieza a sentir como propio el lema que reza en el escudo de la nación: Muama le atua (‘Dios es lo primero’). Los cánticos tradicionales, las hakas y las tapuingas acompañan a la expedición hasta el aeropuerto de Pago Pago desde donde partirán a la vecina Samoa, sede designada para el campeonato. Entre los convocados, como una muestra evidente de la transformación y la influencia mutua entre Rongen y su equipo, se encuentra Jaiyah Saelua.

El primer partido ya forma parte de la historia del fútbol para siempre. Los samoanoamericanos saltan al campo para batirse con Tonga, vieja conocida y culpable de un buen puñado de las dolorosas derrotas sufridas en las últimas décadas, y entre los once elegidos por Rongen se encuentra Jaiyah: la primera futbolista transgénero en disputar cualquier competición organizada al amparo de la FIFA. No será la única noticia reseñable en un duelo que Samoa Americana vence por dos goles a uno. Ramin Ott se lleva el honor de anotar el primer tanto de los isleños en diecisiete años y Jaiyah se erige en la heroína del partido al sacar un balón bajo palos que suponía el empate en los últimos instantes del encuentro. Como un perro que se suelta de la cadena y no sabe hacia dónde correr, Nicky Salapu, el portero que tantas veces se marchitó de pena bajo una montaña de goles en contra, disfrutó por primera vez de su merecido y ansiado capricho.

Al día siguiente, la modesta Samoa Americana acaparó titulares en la prensa de medio mundo por segunda vez en su historia, salvo que ya nadie se reía de ellos: se habían convertido en un majestuoso y emocionante ejemplo de superación e integración. Lo que sucedió en los otros dos partidos del torneo no importa demasiado, pero es de justicia apuntar que, tras empatar el segundo encuentro, el combinado de Rongen acarició la clasificación hasta los últimos instantes del partido definitivo.

Una galleta de la suerte

No existe ninguna razón lógica que pueda explicar cómo un equipo acostumbrado a perder se sube al carro de los vencedores en apenas cuatro semanas. Habrá quien atribuya todo el mérito a los métodos de Thomas Rongen, algunos se decantarán por el factor diferencial de las nuevas incorporaciones, otros por el empeño titánico de soñadores empedernidos como Nicky Salapu o Jaiyah Saelua… Lo único cierto es que acudir a la razón cuando se produce el milagro no tiene demasiado sentido, solo queda entregarse a la magia y la superstición. La irracionalidad es uno de los tesoros más infravalorados del fútbol, un deporte inescrutable que a menudo tratamos de reducir a estadísticas y argumentos tangibles, como si a la pelota le importasen un carajo. En el caso de Samoa Americana, todo se puede resumir en la sabiduría de una galleta china: la que tocó en suerte a Ramin Ott la misma noche que decidió anunciar su regreso a la isla de su abuelo y que contenía la siguiente premonición: «No te subestimes, los seres humanos tienen un potencial ilimitado».

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Next Goal Wins, 2014. Fotografía: Archer’s Mark / Agile Films.
https://www.jotdown.es/2019/01/el-peor-equipo-del-mundo/
 
Récord de asistencia a un partido de fútbol femenino en España: más de 48.000 espectadores en San Mamés

Igualdad

El choque entre los equipos femeninos del Athletic Club y el Atlético de Madrid congrega a 48.121 asistentes, 13.000 más que en anterior récord

EUROPA PRESS
30/01/2019 - 20:53h
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Aspecto del estadio de San Mamés en el partido entre el Athletic Club y el Atéltico de Madrid femeninos@ATHLETICCLUB

Ningún medio de comunicación va a la rueda de prensa del Athletic femenino, líder de la Liga
El enfrentamiento de este miércoles entre el Athletic Club y el Atlético de Madrid, correspondiente a las semifinales de la Copa de la Reina, ha congregado a 48.121 espectadores en el estadio de San Mamés, batiéndose así el récord de asistencia a un partido de fútbol femenino en España.

"Las previsiones iniciales, con la venta de todas las localidades disponibles, se han cumplido y Bilbao ha escrito un trocito de la historia de este deporte", ha indicado la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) en una nota de prensa, después de que el propio club bilbaíno confirmase la nueva plusmarca.

“Esta tendencia corrobora los últimos datos de asistencia a partidos de la selección absoluta femenina de fútbol, que también batió récord el pasado día 22 en Alicante, cuando se registraron más de 9.182 aficionados en el partido amistoso de preparación contra Estados Unidos", prosigue el comunicado.

"El auge del fútbol femenino ha llegado para quedarse y la apuesta de la RFEF por potenciarlo en esta nueva etapa también. A los éxitos deportivos de la selección española, campeona del mundo y de Europa Sub- 17, campeona continental Sub-19, subcampeona del mundo Sub-20, todo ello el pasado año, se le une el interés social y deportivo por competiciones de la RFEF como la Liga Iberdrola", añadió la nota.

Así, el nuevo San Mamés batió un récord que pertenecía al viejo San Mamés: el anterior máximo registro data del 27 de abril de 2003, cuando el Athletic se proclamó campeón de la Superliga al imponerse en casa por 5-0 al CD Híspalis delante de unas 35.000 personas.

Vistas estas cifras, parecen muy lejanos los tiempos ( y no lo son tanto) cuando el Athletic Club tuvo que suspender una rueda de prensa que tenía previsto realizar el entrenador del primer equipo femenino y líder en la Liga. La razón: que no acudió ningún medio de comunicación. ¿La fecha? Mayo de 2016.

https://www.eldiario.es/norte/Record-Espana-espectadores-San-Mames_0_862664744.html
 
«Yo no vivo la vida, la vida me vive a mí». La leyenda de Mané Garrincha, el ángel de las piernas torcidas
Publicado por Rafa Cabeleira
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Garrincha, 1958. Fotografía: Cordon Press.
Sus amigos le llamaban Mané, pero el mundo entero conoció a Manoel Fernando dos Santos por el apodo con que su hermana Rosa lo rebautizó cuando nadie podía imaginar que aquel muchacho medio lisiado, despistado y enamoradizo, se convertiría en uno de los mejores y más singulares futbolistas de la historia: Garrincha, la alegría del pueblo.

En 1950, mientras Brasil lloraba la derrota frente a Uruguay en el partido decisivo de la Copa del Mundo, una tragedia de dimensiones inimaginables en cualquier otro país donde el fútbol no comparta altares con la religión, un joven del municipio de Pau Grande regresaba a casa tras una tranquila y relajante jornada de pesca, completamente ajeno al drama que había conmocionado al país. Aquel muchacho que nunca parecía enterarse de nada y al que su hermana apodó con el nombre de un pájaro feo y cojitranco parecido a un gorrión sería convocado ocho años después para defender los colores del combinado nacional en el Mundial de Suecia y, al igual que sus compañeros de expedición, debió someterse al escrutinio de un test psicológico impuesto por unos dirigentes empeñados en modernizar las estructuras habituales del fútbol y reducir cualquier margen de incertidumbre. Garrincha logró una puntuación de treinta y ocho sobre una media de ciento treinta y el psicólogo concluyó su informe apuntando que el habilidoso extremo derecho tenía una edad mental de, aproximadamente, unos ocho años.

Quienes le conocieron aseguran que Mané Garrincha no tenía un pelo de tonto, tan solo era una persona despreocupada, absoluta y peligrosamente despreocupada. Una muestra de ello fue que, tras su muerte, se descubrieron docenas de cheques sin cobrar que la estrella había acumulado en un cajón de su antigua casa, ignorante de la caducidad de aquellos bonos. Su indolencia quedó patente en cientos de anécdotas que todavía hoy son relatadas en las cantinas de cualquier rincón de Brasil, como la que protagonizó en Chile durante el Mundial de 1962. Expulsado en el partido de semifinales por revolverse con cierta violencia contra un defensa contrario, y después de recibir una pedrada en la cabeza cuando se retiraba del campo, su presencia en el partido definitivo se convirtió en una cuestión de Estado. Final y felizmente indultado, Mané Garrincha se presentó en el despacho del entrenador minutos antes del comienzo del encuentro y preguntó: «Maestro, ¿hoy es la final?». Desconcertado, Aymoré Pereira respondió que sí, por supuesto que era la gran final. «Ah, con razón hay tanta gente», sentenció Garrincha.

Un espíritu libre, tanto fuera como dentro del campo, aprendió a jugar en un pequeño e irregular campo de tierra de su Pau Grande natal al que todos llamaban ‘O Maracanazinho’ y en el que regían unas normal muy particulares que Mané interpretaba como nadie. Quizás por esta razón, su relación con los entramados tácticos del fútbol profesional resultó de total y mutua incomprensión hasta el punto de que, un día, tras escuchar a uno de sus entrenadores explicar sobre una vieja pizarra un sinfín de instrucciones que debían ejecutar para contrarrestar al contrario, Garrincha se le acercó y preguntó: «¿Usted ya se puso de acuerdo con los rivales para que nos dejen hacer todo eso?». En uno de los muchos documentales inspirados por su leyenda se cuenta cómo, recién llegado al Botafogo, un miembro del cuerpo técnico se empeñó en acentuar la verticalidad de su juego y con tal intención dispuso una silla de madera sobre el terreno de juego, pasado el medio campo. Las instrucciones eran sencillas: una vez rebasada la silla, metáfora del defensa, el delantero debía encarar el área con la pelota controlada a la mayor celeridad. Ante la mirada divertida de Nilton Santos, lateral izquierdo y capitán del equipo, Garrincha terminó agotando la paciencia del preparador a base de regatear el mueble de todas las formas imaginables, una y otra vez.

Mané y Nilton se conocieron la misma tarde en que aquel joven desconocido y paticojo, empleado de una fábrica textil desde los diez años y que solía jugar al fútbol descalzo, se presentó sin demasiadas esperanzas a una prueba organizada por el Botafogo. Mientras se calzaba las botas con dificultad evidente, uno de los utileros del club se le acercó para advertirle de que su marcador sería Nilton Santos, la estrella del club y uno de los mejores zagueros del país, a lo que Garrincha respondió: «¿Quién? Para mí todos los defensas se llaman Joao». La tortura a la que el novato sometió al capitán, con su habilidad para el regate y su descaro infinito, provocó que Nilton Santos se dirigiese de manera inmediata a las oficinas del club e instase a los dirigentes a no dejar salir de las instalaciones al tan Garrincha sin firmar el correspondiente contrato. Apenas una hora más tarde, Manoel Fernando dos Santos estampaba una especie de firma sobre un papel en blanco, cuestión que tampoco le preocupó demasiado y se convertiría en costumbre durante la mayor parte de su carrera deportiva pues, al fin y al cabo, tampoco sabía leer ni escribir.

Aquella no era la primera vez que Mané se presentaba a estas catas para nuevos talentos que, periódicamente, organizaban los grandes clubes de Río de Janeiro en busca de nuevas figuras con las que engordar su negocio y su palmarés. En una ocasión fue rechazado por el simple motivo de presentarse sin las preceptivas botas y pretender pasar la prueba con los pies desnudos. En otra, fue él mismo quien decidió abandonar antes de finalizar el test para poder montarse en el primer autobús de vuelta a Pau Grande y llegar a tiempo de salir a pasear con una de sus namoradas. Vasco da Gama, uno de los colosos del fútbol brasileño, lo descartó a primera vista por sus evidentes malformaciones físicas: tenía la columna vertebral desviada, la pierna derecha más corta que la izquierda y las rodillas alarmantemente torcidas, secuelas de una poliomielitis aguda que ni la cirugía pudo corregir. Y pese a que semejantes defectos lo acompañaban desde niño, el despistado Mané no fue consciente de sus deformidades hasta aquella tarde en Río de Janeiro, el día en que Vasco da Gama cometió el error más grande y lastimoso de su centenaria historia.

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Pelé y Garrincha, 1981. Fotografía: Cordon Press.
Fue en 1951 cuando Garrincha firmó aquel primer contrato con Botafogo y se convirtió en futbolista profesional. Se trasladó a Río de Janeiro y pese a estar casado con Nair, la madre de sus primeras dos hijas, su compañera en la aventura lejos de Pau Grande fue Iraci, su amante desde la adolescencia, casi una segunda esposa. El s*x* y las mujeres fueron sus grandes pasiones hasta que la adicción al alcohol se impuso a sus propios deseos, muy por encima del fútbol, los pájaros y la música soul. A lo largo de su vida acumuló esposas, amantes oficiales y pasajeras, hijos e incontables demandas de paternidad que, en su mayor parte, atajó a base de dinero. En total, Garrincha reconoció a catorce hijos como propios: ocho con Nair, dos más con Iraci y una con Vanderleia, todas ellas niñas; de una noche de pasión en Suecia, embarcado en una gira promocional con el Botafogo nació Ulf, un sueco moreno y de piernas torcidas al que no llegó a conocer en persona pero con el que se carteaba con cierta frecuencia; Rosángela fue reconocida por el ‘ángel de las piernas torcidas’ después de que un juez ordenase una prueba de ADN y Manoel, el único hijo varón al que pudo abrazar, nació de su relación con Elsa Soares, unas famosa cantante de samba. Preguntada en cierta ocasión por el éxito de Mané con las mujeres, Elsa se echó a reír y concretó una cifra espeluznante seguida de la palabra «centímetros».

Elsa y Mané se conocieron en Chile, durante el Mundial de 1962. Ella había viajado como madrina honorífica de la Seleçao y Garrincha, la estrella absoluta del equipo y del campeonato tras la desafortunada lesión de Pelé, se le acercó una noche con un regalo muy especial: un disco de Billie Holiday. Se enamoraron y, unos pocos meses después, él solicitó el divorcio a Nair para poder casarse con Elsa. Inteligente y acostumbrada a negociar sus soldadas en un mundo tan canalla como el de la música, enseguida cayó en la cuenta del expolio al que era sometido Mané por parte de su propio club y sus continuas denuncias provocaron un terremoto en una institución acostumbrada a tratar a sus futbolistas como a famélicas fieras de circo. La respuesta no se hizo esperar y los medios afines al Botafogo aprovecharon la estrecha moralidad y la asfixia religiosa de la sociedad brasileña para estigmatizar a la artista. En lenguaje de internet, por aligerar la carga de las acusaciones, la estrategia difamatoria empleada podría resumirse de la siguiente manera: «depravada en tu zona busca varón débil de espíritu para destrozar familia cristiana». Las consecuencias no se hicieron esperar y la pareja se vio obligada a convivir con el insulto, la amenaza y el sonido de las piedras y las balas impactando contra las paredes de su casa.

Las crónicas de entonces aseguran que 1963 fue el último año en que Garrincha se comportó como Garrincha, al menos dentro de los terrenos de juego. Aunque todavía hoy quedan aficionados y periodistas que culpan a Elsa de su apagón futbolístico, lo cierto es que sus rodillas estaban devastadas por el exceso de partidos, la violencia de los rivales y las infiltraciones salvajes de cortisona a las que era sometido para asegurar la presencia en el campo de la gallina de los huevos de oro. Mané terminó pasando por el quirófano tras un tira y afloja con los dirigentes del Botafogo pero, lejos de lograr el efecto reparador que se buscaba, la cirugía tuvo consecuencias catastróficas: alejado de la obligación diaria de entrenarse y preparar el partido del fin de semana, Garrincha comenzó a beber de manera compulsiva. El gusto por la cachaça, el ron y la cerveza, que aseguraba haber heredado de su padre y que había comenzado a los cinco años de edad, se convirtió en una adicción severa al alcohol que lo acabaría llevando a la tumba, años más tarde.

Pese a que Garrincha volvería a jugar al fútbol después de la operación, su vida se convirtió en un infierno de cristal y los tragos sustituyeron a los regates como sus señas de identidad. Una tarde, Elsa encontró docenas de botellas y garrafas enterradas en el jardín de la casa. Asustada por el bloqueo alcohólico en el que parecía sumido su marido, le hizo una promesa: si dejaba la bebida, ella le daría lo que más había deseado en la vida, un hijo varón. Él aceptó, ella cumplió y lo primero que hizo Mané al enterarse del nacimiento de Manoel fue salir a celebrarlo con una borrachera formidable. Unos meses más tarde, Garrincha apareció en la casa con un coche recién comprado y la intención de visitar a sus hijas en Pau Grande. Olía a alcohol y Elsa trató de disuadirlo de que condujese en aquel estado. Ante el empeño de su marido y la imposibilidad de acompañarlo por motivos de trabajo, la madre de Elsa se ofreció a ir con él y, con su nieta en brazos, fruto de una relación anterior de la artista, se montó en el coche y se despidieron. En la autopista, a gran velocidad, Garrincha empotró su nuevo Ford Landau contra la parte trasera de un camión: su suegra falleció en el acto y la niña pasó meses ingresada en un hospital de Río de Janeiro recuperándose de las graves lesiones sufridas. Fue condenado a dos años de cárcel por homicidio imprudente pero no llegó a ingresar en prisión.

Lejos de intentar redimirse, Garrincha pasaba más tiempo al abrigo de las cantinas que en el calor del hogar, ausentándose durante días o semanas enteras, hasta que algún camarada de parranda o algún vecino que lo reconocía derrumbado en la calle remolcaban su cuerpo ahogado en alcohol hasta el jardín o la puerta de su casa. Los episodios de violencia doméstica se sucedieron y los periódicos de la época se hicieron eco del ocaso de Mané Garrincha, el héroe nacional que «regateaba defensas y los dejaba con el culo en el suelo, en fila y disciplinados», como dijo Didí, compañero suyo en la selección y exjugador del Real Madrid. Desesperada, Elsa le planteó un ultimátum: no entraría en casa ni se acercaría al pequeño Manoel mientras su aliento oliese a alcohol. Mané Garrincha no volvió a ver al niño nunca más y regresó a su pueblo natal, donde se fue apagando poco a poco, apenas amparado por algún amigo de la infancia y el amor incondicional de Iraci. El 20 de enero de 1983, Garrincha moría en un hospital, solo, después del enésimo ingreso en sus últimos tres años de vida, víctima de una cirrosis hepática: tenía cuarenta y nueve años.

Su entierro fue multitudinario y caótico. Llegó al cementerio de Raíz da Serra en un ataúd sujetado con cuerdas a la escalera de un camión de bomberos, rodeado por una marabunta que creía haberlo olvidado pero que recordó el profundo amor que le profesaba al enterarse de la triste noticia. Todavía hoy se percibe un cierto remordimiento nacional por no haber sabido cuidar del ídolo, de aquel ángel de piernas torcidas que hacía explotar los mismos estadios que Pelé enmudecía. Sus restos descansan en una tumba prestada y, junto al nombre de su legítimo dueño, se puede leer una placa en la que dice: «Aquí descansa en paz aquel que fue la alegría del pueblo». En un documental que recoge la visita de su hijo Ulf a la tierra de su padre, en 1985, uno de los sepultureros del cementerio se lamenta de que tan solo la lluvia y el viento visitan, ya, la tumba de Mané. «Mi vida es una lucha entre el bien y el mal en la que siempre pierdo yo», dijo en una ocasión, casi a modo de epitafio perfecto. «Yo no vivo la vida, la vida me vive a mí».
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El Alavés paga la rebelión del fútbol de los lunes
Antiviolencia multa al club con 110.000 euros tras la protesta que vació Mendizorroza al comienzo del partido con el Levante
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DAVID ÁLVAREZ
Madrid 22 FEB 2019 - 16:35 CET
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Un ataúd ayer en la grada vacía de Mendizorroza como protesta por el fútbol en lunes L. RICO
Las gradas de Mendizorroza escenificaron el pasado 11 de febrero la protestamás sonada en España contra los partidos ligueros entre semana: las gradas lucieron vacías hasta el minuto 5 del encuentro contra el Levante; después, un ataúd recorrió el perímetro del graderío mientras la hinchada entonaba un canto fúnebre. “El fútbol ha muerto”, proclamaba en los carteles la peña Iraultza, cabecilla de las protestas, consensuadas con las peñas del Levante. Semana y media después de la queja, el Alavés recibió ayer una comunicación de la Comisión Permanente de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte con cuatro propuestas de sanción que sumaban 110.000 euros.

Rebelión en la grada por el fútbol en lunes
Una de ellas, de 20.000 euros, estaba directamente relacionada con la primera protesta de gradas vacías. Dos semanas antes del Alavés-Levante también hubo partido en lunes en Mendizorroza, el 28 de enero. La mayoría de los aficionados entró a ver el partido contra el Rayo Vallecano cinco minutos tarde. El retraso en la entrada provocó una situación que antiviolencia ve merecedora de castigo “por las deficiencias registradas en las medidas de control de permanencia de espectadores, al no impedir que, desde antes del comienzo del encuentro y hasta el minuto 5, se ocupasen los pasillos, escaleras y vías de evacuación en la Grada de Animación”, se lee en la resolución.
“Aquel día llovía”, recuerda Raúl Corralejo, de Iraultza, que ocupa esa grada; “y la gente se apiñó como pudo, se resguardó donde pudo. Tampoco se iba a mojar”.

Los otros 90.000 euros vienen de tres sanciones de 30.000 “por desobediencia a las disposiciones de las autoridades gubernativas y permitir el despliegue de una pancarta con la leyenda ‘Iraultza 1921 Fanatics”. Las tres multas corresponden a los tres últimos partidos del Alavés en casa: los dos de las gradas vacías y el del Valencia, disputado el 5 de enero.





Nunca antes habían recibido una propuesta de sanción de Antiviolencia por los carteles en los que se puede leer “Iraultza”, asegura un portavoz oficial del club. “Llevamos ocho años con la misma pancarta. Está ahí desde que estábamos en Segunda B”, cuenta Corralejo, que explica el estatus administrativo de la organización: “Somos un grupo legal ante el Gobierno vasco; estamos inscritos en el registro como asociación deportiva sin ánimo de lucro, pero al parecer para LaLiga somos ilegales. Le hemos dicho al club que si quiere que quitemos la pancarta que lo diga públicamente, que se entere el alavesismo, y la quitamos. Pero también nos vamos, como hemos acordado ya en una asamblea. Montamos nuestro propio club y empezamos desde abajo”, dice.

En Iraultza llevan semanas empeñados en sumar a otras aficiones a sus protestas contra el fútbol liguero entre semana. Cuando el Rayo Vallecano visitó Mendizorroza el 28 de enero, hubo entendimiento y el lunes siguiente, 4 de febrero, protestaron en Vallecas juntos la gente del Rayo y del Leganés. Los últimos en sumarse han sido los aficionados del Huesca, que juega este viernes en Barcelona contra el Espanyol (21.00, beIN LaLiga) después de jugar el lunes contra el Athletic en casa. Ese día la peña Alcorazados y la grada de animación protestaron con pancartas fuera del estadio (“No al fútbol entre semana”) y no entraron al campo hasta pasados cinco minutos de partido.



Alcorazados SDHuesca@alcorazados

https://twitter.com/alcorazados/status/1097602765180846080

¡Respeto para el aficionado! #NoALaLigaEntreSemana


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10:04 PM - Feb 18, 2019

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Antes de los 110.000 euros de Antiviolencia, el Alavés supo de otra multa de 1.000 procedente de LaLiga por el trabajo de tres fotógrafos y un periodista durante el partido de la escenificación del funeral. Los tres fotógrafos habían salido de la zona asignada para tomar, desde la grada, imágenes del estadio vacío. “Lo que hemos hecho ha sido informar”, defiende uno de los reporteros gráficos. El cuarto informador implicado grabó un vídeo con su móvil con el partido ya en marcha. En un primer momento, el club comunicó a los periodistas que la multa la tendrían que pagar ellos, 250 euros cada uno, y que se les prohibía el acceso al campo en los siguientes cuatro encuentros en Mendizorroza. Anteayer volvieron a llamarles: había sido un malentendido, ni tenían que pagar multa ni habría castigo.

https://elpais.com/deportes/2019/02...TDPa3jkgy9AKwsM_5icVKg8305pCgahtDBmAkZV17u2-E
 
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