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Franco nunca se fue
Begoña ERrazti - Sábado, 4 de Noviembre de 2017 - Actualizado a las 09:45h
LA semana pasada tuve que ir a Madrid por motivos laborales y encontré una ciudad plagada de banderas españolas en balcones y ventanas. Tras mi primera sorpresa por esa rojigualda que me resulta más lejana que el planeta Plutón, pensé: es normal, es la suya.
Ese impresionante espectáculo patrio me hubiera parecido estupendo si no fuera porque en España se suele utilizar la bandera siempre contra alguien o algo, con especial obsesión por las naciones que, aun no queriéndolo, formamos parte de ese Estado autoritario.
Mal asunto ese uso agresivo y provocador; sobre todo, porque demuestra su incapacidad para ser parte de un mundo en el que caben muchos más pueblos e ideas (incluidos quienes estamos a la fuerza en esa España que no ha superado la dictadura franquista). Franco nunca se fue: mandan sus descendientes con disfraz de demócratas. Fuimos demasiado inocentes al creer que aprenderían a respetar ideas y personas. Nos equivocamos totalmente.
En nuestro país, la violencia de la dictadura generó violencia y les vino muy bien al lograr una representación en las instituciones que nunca hubieran tenido sin rentabilizar el dolor de quienes decían defender. Esto, unido a las continuas mentiras y manipulaciones, ahondó el enfrentamiento entre las fuerzas políticas vascas y debilitó la defensa de los derechos nacionales vascos. Caímos en la trampa, por eso estamos sin ningún viso de unidad de acción entre abertzales.
Ahora el primer objetivo es Catalunya. Los y las políticas catalanistas y la ciudadanía continúan dando ejemplo de civismo, generosidad y entrega en la defensa de sus derechos; lo contrario a la ferocidad de los vergonzosos ataques españoles.
La prisión de los miembros del Govern por defender el cumplimiento del programa electoral ganador ha demostrado hasta dónde son capaces de llegar esos españolitos de charanga y pandereta que, como siempre ante los conflictos democráticos, optan por cargarse la libertad ideológica y el derecho a la pluralidad política. A Sabino Arana también le encarcelaron por rebelión y mira lo que fue capaz de organizar.
Si comparamos la prisa de meterles a estos en la cárcel con los 800 del PP encausados por corrupción que andan tranquilamente por la calle, o la infanta y su marido, con pasaporte en Suiza, solo podemos llegar a la conclusión de que es bochornoso e indecente. Por otro lado, los argumentos para maltratarles y privarles de libertad son tan extravagantes como acusarles de desobediencia (decidieron legal y legítimamente), acoso a las fuerzas de seguridad (¿a un guardia civil armado?), insurrección, levantamiento… ¡Demasiado coincidentes con los intereses del Gobierno y de los partidos de Madrid!
En todo esto, los medios de comunicación españoles tienen una enorme responsabilidad al jalear y contar lo que venga bien para bloquear el desarrollo de la república catalana. En ese sentido, me resultó interesante una entrevista en este periódico a Elsa González, presidenta de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España, y que viene al hilo de todo esto, pues defendía que la información es un derecho esencial, ya que de eso dependen las libertades y la justicia y, de hacerlo mal, se corre el riesgo de imponerse a la ética.
Atención a los próximos tiempos en Catalunya donde es de prever que ganen los catalanistas el 21 de diciembre, siempre y cuando la cuadrilla de Madrid no avance más en este golpe de Estado encubierto y les impidan participar en las elecciones. La unidad parece la opción con mayor sentido común y oportunidad política.
Anima su valor pues, como decía Publius Siro, quien vive constantemente en el miedo está cada día más condenado.
Begoña ERrazti - Sábado, 4 de Noviembre de 2017 - Actualizado a las 09:45h
LA semana pasada tuve que ir a Madrid por motivos laborales y encontré una ciudad plagada de banderas españolas en balcones y ventanas. Tras mi primera sorpresa por esa rojigualda que me resulta más lejana que el planeta Plutón, pensé: es normal, es la suya.
Ese impresionante espectáculo patrio me hubiera parecido estupendo si no fuera porque en España se suele utilizar la bandera siempre contra alguien o algo, con especial obsesión por las naciones que, aun no queriéndolo, formamos parte de ese Estado autoritario.
Mal asunto ese uso agresivo y provocador; sobre todo, porque demuestra su incapacidad para ser parte de un mundo en el que caben muchos más pueblos e ideas (incluidos quienes estamos a la fuerza en esa España que no ha superado la dictadura franquista). Franco nunca se fue: mandan sus descendientes con disfraz de demócratas. Fuimos demasiado inocentes al creer que aprenderían a respetar ideas y personas. Nos equivocamos totalmente.
En nuestro país, la violencia de la dictadura generó violencia y les vino muy bien al lograr una representación en las instituciones que nunca hubieran tenido sin rentabilizar el dolor de quienes decían defender. Esto, unido a las continuas mentiras y manipulaciones, ahondó el enfrentamiento entre las fuerzas políticas vascas y debilitó la defensa de los derechos nacionales vascos. Caímos en la trampa, por eso estamos sin ningún viso de unidad de acción entre abertzales.
Ahora el primer objetivo es Catalunya. Los y las políticas catalanistas y la ciudadanía continúan dando ejemplo de civismo, generosidad y entrega en la defensa de sus derechos; lo contrario a la ferocidad de los vergonzosos ataques españoles.
La prisión de los miembros del Govern por defender el cumplimiento del programa electoral ganador ha demostrado hasta dónde son capaces de llegar esos españolitos de charanga y pandereta que, como siempre ante los conflictos democráticos, optan por cargarse la libertad ideológica y el derecho a la pluralidad política. A Sabino Arana también le encarcelaron por rebelión y mira lo que fue capaz de organizar.
Si comparamos la prisa de meterles a estos en la cárcel con los 800 del PP encausados por corrupción que andan tranquilamente por la calle, o la infanta y su marido, con pasaporte en Suiza, solo podemos llegar a la conclusión de que es bochornoso e indecente. Por otro lado, los argumentos para maltratarles y privarles de libertad son tan extravagantes como acusarles de desobediencia (decidieron legal y legítimamente), acoso a las fuerzas de seguridad (¿a un guardia civil armado?), insurrección, levantamiento… ¡Demasiado coincidentes con los intereses del Gobierno y de los partidos de Madrid!
En todo esto, los medios de comunicación españoles tienen una enorme responsabilidad al jalear y contar lo que venga bien para bloquear el desarrollo de la república catalana. En ese sentido, me resultó interesante una entrevista en este periódico a Elsa González, presidenta de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España, y que viene al hilo de todo esto, pues defendía que la información es un derecho esencial, ya que de eso dependen las libertades y la justicia y, de hacerlo mal, se corre el riesgo de imponerse a la ética.
Atención a los próximos tiempos en Catalunya donde es de prever que ganen los catalanistas el 21 de diciembre, siempre y cuando la cuadrilla de Madrid no avance más en este golpe de Estado encubierto y les impidan participar en las elecciones. La unidad parece la opción con mayor sentido común y oportunidad política.
Anima su valor pues, como decía Publius Siro, quien vive constantemente en el miedo está cada día más condenado.