Fran Rivera y Lourdes Montes. Boda religiosa, hijos y otros temas.

09marzo
Viajar en avión o como sardinas en lata
¿A quién no le gusta viajar? A mí me encanta, donde sea, cuando sea, lo importante es la compañía.

Viajar es lo mejor que se puede hacer, desde planear el viaje, la ilusión, preparar la maleta, los nervios, el desconectar de todo, conocer gente que nada tiene que ver contigo, vivir otras tradiciones… Dicen que la vida es un viaje, pero viajar sin duda te da vida.

Se puede viajar en coche, que es la manera de vivir más todo lo que te rodea en ese país nuevo para ti. Se puede viajar en tren, muy elegante y una maravilla en lo referente a la logística. En barco, que nunca lo he hecho, es mi asignatura pendiente el realizar un crucero. Y puedes hacerlo también en avión.

Cierto es que si vas a un país lejano, la forma de viaje más común es el avión, pero la verdad es que la cosa se está poniendo complicadita…

El volar se ha convertido en una auténtica prueba olímpica. Es una prueba para todos tus sentidos donde no solo se mide tu capacidad de paciencia, sino también de aguante.

Desde que llegas al aeropuerto ya te están poniendo a prueba con un sinfín de incómodos inconvenientes que debes ir sorteando uno a uno para conseguir tu meta, llegar a tu destino lo más humanamente posible.

La primera prueba es acceder al aeropuerto en sí. La única vía posible es en taxi. Todo medio de locomoción distinto te obligará a adentrarte en el mundo parking gigantesco que nadie es capaz de saber nunca dónde te encuentras con exactitud. Aquí está la prueba de memoria, debes memorizar el piso, el color de la zona, el número de plaza y el bloque. Después deberás comenzar una prueba constante que es la de la maratón. Ya desde este punto debes recorrer distancias kilométricas hasta los distintos puntos donde deberás sortear diferentes pruebas que medirán todas tus habilidades.

Lo segundo localiza un carro, carga el carro con todas las maletas, y ahora lo difícil es conseguir que el carro vaya en línea recta. Además, deberás ser muy habilidoso para que en esos giros que debes realizar no se caiga ninguna maleta, tarea casi imposible, sobre todo si llevas muchas maletas, que parece que se repelen unas a otras.

La tercera prueba es que debes localizar el mostrador donde facturar. Esta prueba llamada “orientación” va a ser una constante al igual que la maratón.

Pues bien, una vez localizado el mostrador es muy posible que te encuentres que eres tú el que debes hacer el check-in, lo que quiere decir que tienes que enfrentarte a una especie de ordenador que te pide un montón de claves que ni conoces ni sabes dónde buscarlas. Esta es la prueba para medir tu nivel de informática. Una vez que has concluido esta tarea (pidiendo ayuda a uno que pasaba por allí de uniforme y que al pedirle ayuda te vio esa cara de agobio y se apiadó de ti porque él/ella no tenían nada que ver con aquel artilugio pero aun así te ayuda), vuelves al mostrador, eso sí, después de esperar una cola que se te hace eterna.

Esto es solo como preparación de lo que se te viene encima, la prueba para medir tu paciencia. ¡¡¡Sorpresaaaa!!! Tu maleta tiene exceso de peso, pero claro, el ordenador de fuera no mide eso, entonces debes apartarte, abrir tus maletas delante de todo el mundo y reorganizar el contenido, lo que quiere decir que empiezas a meter cosas en tu mochila hasta que ya casi no cierra y, rezando, vuelves a poner la maleta en la balanza… Uffff, menos mal, has conseguido sacar lo justo para que el peso sea el correcto, porque hoy en día, las maletas deben tener un peso y medida exacta, si no, no vuelan. Agudeza para calcular el peso de tu maleta a pulso. ¡Prueba superada!



Pues bien, ya tienes tus tarjetas de embarque, en las cuales, por cierto, no pone casi nunca la puerta de embarque. Así que esa es otra prueba para más tarde, pero por lo menos eso, ya sin maletas. Que por cierto, yo cada vez que veo que les ponen una pegatina y las meten en esa cinta transportadora que va quién sabe a dónde, siempre digo lo mismo: “que sea lo que Dios quiera“. Es alucinante que lleguen al mismo sitio que tú, parece magia, bueno, cuando llegan claro.

Ahora toca pasar el temido control de seguridad. Esto más que una prueba parece una gincana.

Primero te paras a leer el cartel donde aparecen los artículos prohibidos. ¿Una ballesta, un extintor o una batería de coche? ¿Pero quién viaja con eso por Dios? Bueno a lo nuestro. Quítate el reloj, el cinturón, las botas, el abrigo, los anillos, saca las monedas de los bolsillos, las gafas, el móvil, si llevas ordenador o Ipad sácalos y ponlos en una bandeja aparte, las pulseras, el sombrero o la gorra si llevas… Pues nada, al final pitas y te acaban cacheando, pero lo peor no es eso, seguro que has metido un pequeño cortaúñas en la mochila a última hora y claro, ¿cómo no te das cuenta del arma tan terrible que es un cortaúñas hombre? Pues te quedaste sin él.



A todo esto llevas la tarjeta de embarque en la boca.

Una vez superas la gincana, te vistes después de haber vivido en tus carnes esa tremenda cola otra vez, lenta, agoniosa, y todo el mundo mirando el reloj y murmurandolo pierdo seguro“, viene la prueba de, ¿seré capaz de no comprar nada? Bueno, en esta prueba si pierdes no pasa nada….

Siguiente prueba, tener buena vista. Como en la tarjeta de embarque casi nunca pone la puerta de embarque, valga la redundancia, tienes que ir a una pantalla azul chillón y buscar tu vuelo el cual está en letras clave, muy chiquitito escrito y que además va cambiando de una lista a otra, o sea que si no eres rápido de vista te cambian la pantalla y debes empezar de nuevo, ¡qué tensión!



Tu cara de concentración en esta terrible prueba es genial, y la satisfacción momentánea cuando encuentras tu puerta genial también. Y digo momentánea porque una vez que te orientas dónde estás tú y dónde está tu puerta comienza la siguiente prueba… ¡Contrarreloj!



Siempre te toca en la otra punta del gigantesco aeropuerto, así que miras el reloj y le dices a tu acompañante: “¡Vamos corre!” Empiezas a sortear pasajeros, entras y sales de las cintas eléctricas (que alguna no funciona), ves tu puerta a lo lejos, aprietas el paso y cuando llegas sudando y feliz de tu velocidad y de cómo has sorteado todos los obstáculos… ¡zasss…! Vuelo retrasado. Lo que te entra por el cuerpo…

Siguiente prueba, más paciencia que el santo Job.

Empiezan a pasar las horas lentas, muy lentas, una tras otra. Llega una azafata, que por cierto mirad si la cosa está mal que es la misma de facturación, y te levantas para recoger pero… falsa alarma. Esta situación a veces te pasa dentro del avión, así que infinitamente mejor fuera. Pues bien, una vez solucionados los problemas “técnicos” (nunca te cuentan que ha pasado), comienza el embarque. Saca la tarjeta de embarque y el DNI y ya por fin llegas a tu asiento y a la siguiente prueba, la más dura, contorsionismo o cómo sentirte sardina el lata.

Qué barbaridad, dónde vamos a llegar. Primero nunca hay sitio para todas las maletas de mano y tienes que empezar a empujar tu pobre mochila en la que llevabas unos bombones y que Dios sabe cómo llegarán. Después, ya por fin, te encajas en tu pequeño cubículo, muy pequeño, pequeñísimo.



Yo mido un metro setenta y uno y voy como una auténtica sardina en lata, no me puedo ni imaginar los altos. Ya no es solo lo pegado que vas al de delante, que cuando llegas tienes dos moratones en las rodillas, es que de lo estrecho que es, casi vas de perfil. Estos son los sillones que les ponen a los presos para que hablen. ¿Y el apoyabrazos? Será apoya el brazo en el brazo del pasajero que va a tu lado porque los dos no caben, de hecho, cuando uno mueve el brazo el otro lo pone haciéndose el loco pero con cara de triunfo.



Pero lo peor está por llegar… la bandeja de comida. Bueno, eso si es vuelo intercontinental, porque si es doméstico como ellos dicen, te cobran hasta por respirar casi. Cuando te dan de comer, lo primero y más difícil es abrir la bolsita donde van los cubiertos que parece que es antirrobo. Por cierto, te quitan el cortaúñas en el control y ahora te dan un cuchillo y dos tenedores, me quedo mucho más tranquilo, sí señor, con dos co…

Volviendo a la comida, ¿alguna vez habéis intentado comer sin separar un milímetro los brazos del cuerpo? Te entra dolor de cuello de estirarlo para poder meter algo de comida en la boca, pero lo mejor es cuando te dan agua y un refresco o un vasito de vino y te ves con un vaso en cada mano y sin sitio en la bandeja, mucho menos en la mesita. ¿Qué haces? Esta prueba es de ingenio. Pues te bebes el agua del tirón, metes el otro vaso dentro del agua, el pan lo pones dentro del plato junto con los dos tenedores y el cuchillo y ya tienes sitio para el vaso de vino. ¿Veis como no es tan difícil?



Una vez comido te dispones a dormir y, justo cuando estás cogiendo la postura, pasan el carrito por si quieres comprar un perfume. Superado lo del perfume y cogiendo otra vez el sueño, habla el comandante para contarte que volamos a no sé cuántos pies y a no sé cuántos nudos por hora, lo cual ni sabes lo que significa y además te da igual. Eso sí, te regalan un muy pequeño neceser con un peine, un cepillo de dientes que no sirve para nada, un antifaz y un enjuague bucal, que todos guardamos como si fuera oro en paño hasta que, tres meses después, lo encuentras en un cajón de tu casa y lo tiras. Lo que siempre guardo son los antifaces, me encantan, tengo un montón, jajajajaja.

Por fin comienza el descenso y te piden que pongas derecho el asiento porque esa levísima inclinación de dos milímetros pone en peligro a quien va detrás, vamos, si el que va detrás casi va sentado encima de ti, pues nada, debes aterrizar derecho como una vara. Cuando te desencajas de tu cubil no sientes las piernas, solo un dolor terrible en las rodillas por tenerlas chocando con el asiento de delante. Terminaremos viajando como en el autobús, de pie.



Bajas del avión y vas directo a enfrentarte a la última prueba.

Prueba acto de fe.

Localizas la cinta transportadora después de haber recorrido otra vez todo el aeropuerto de punta a punta y te preparas para ver pasar delante de ti una y otra maleta esperanzado con que la siguiente será la tuya, te tranquilizas a ti mismo diciendo que seguro que ha llegado. Y de pronto ves una, es la tuya, pero no, solo es del mismo color, y por cada maleta que sale de ese túnel y no es la tuya te va invadiendo un pánico terrible al pensar que tu maleta está ahora mismo llegando a Kazakhtán pero te haces fuerte en tu fe y de pronto… ¡sí! ¡Ahí está tu maleta! ¡Qué alegría más grande te entra, como si vieras a tu mejor amigo!

¡Y prueba superada!

Lo del avión, la verdad, cada día se pone más antipático, pero merece la pena pasar por cualquier penuria de este tipo con tal de poder viajar y conocer otros países. No dejéis de viajar nunca, donde sea, aunque sea al pueblo de al lado, merece la pena.


Este tio es tonto, pero tonto, tonto, madre del amor hermoso parece que no ha salido de su casa en su vida!!!!

El peso máximo en las maletas ha existido toda la vida

Que proeza leer la puerta de embarque en una pantalla, diooooos que le den una medalla.

Los anillos y pulseras no hay que quitárselos para pasar el control, so listo

Y la tarjeta de embarque llévala en el bolsillo o la mochila, no hace falta en ese momento

Etc, etc, etc......

En fin, que donde no hay mata no hay patata....
 
Mercado del Barranco ‏@mldelbarranco 32 minHace 32 minutos
Presentación de un importante proyecto @CasaToreros @Paquirri74 @rafitaserna @portaltaurino #SevillaHoy #toros

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09marzo
Viajar en avión o como sardinas en lata
¿A quién no le gusta viajar? A mí me encanta, donde sea, cuando sea, lo importante es la compañía.

Viajar es lo mejor que se puede hacer, desde planear el viaje, la ilusión, preparar la maleta, los nervios, el desconectar de todo, conocer gente que nada tiene que ver contigo, vivir otras tradiciones… Dicen que la vida es un viaje, pero viajar sin duda te da vida.

Se puede viajar en coche, que es la manera de vivir más todo lo que te rodea en ese país nuevo para ti. Se puede viajar en tren, muy elegante y una maravilla en lo referente a la logística. En barco, que nunca lo he hecho, es mi asignatura pendiente el realizar un crucero. Y puedes hacerlo también en avión.

Cierto es que si vas a un país lejano, la forma de viaje más común es el avión, pero la verdad es que la cosa se está poniendo complicadita…

El volar se ha convertido en una auténtica prueba olímpica. Es una prueba para todos tus sentidos donde no solo se mide tu capacidad de paciencia, sino también de aguante.

Desde que llegas al aeropuerto ya te están poniendo a prueba con un sinfín de incómodos inconvenientes que debes ir sorteando uno a uno para conseguir tu meta, llegar a tu destino lo más humanamente posible.

La primera prueba es acceder al aeropuerto en sí. La única vía posible es en taxi. Todo medio de locomoción distinto te obligará a adentrarte en el mundo parking gigantesco que nadie es capaz de saber nunca dónde te encuentras con exactitud. Aquí está la prueba de memoria, debes memorizar el piso, el color de la zona, el número de plaza y el bloque. Después deberás comenzar una prueba constante que es la de la maratón. Ya desde este punto debes recorrer distancias kilométricas hasta los distintos puntos donde deberás sortear diferentes pruebas que medirán todas tus habilidades.

Lo segundo localiza un carro, carga el carro con todas las maletas, y ahora lo difícil es conseguir que el carro vaya en línea recta. Además, deberás ser muy habilidoso para que en esos giros que debes realizar no se caiga ninguna maleta, tarea casi imposible, sobre todo si llevas muchas maletas, que parece que se repelen unas a otras.

La tercera prueba es que debes localizar el mostrador donde facturar. Esta prueba llamada “orientación” va a ser una constante al igual que la maratón.

Pues bien, una vez localizado el mostrador es muy posible que te encuentres que eres tú el que debes hacer el check-in, lo que quiere decir que tienes que enfrentarte a una especie de ordenador que te pide un montón de claves que ni conoces ni sabes dónde buscarlas. Esta es la prueba para medir tu nivel de informática. Una vez que has concluido esta tarea (pidiendo ayuda a uno que pasaba por allí de uniforme y que al pedirle ayuda te vio esa cara de agobio y se apiadó de ti porque él/ella no tenían nada que ver con aquel artilugio pero aun así te ayuda), vuelves al mostrador, eso sí, después de esperar una cola que se te hace eterna.

Esto es solo como preparación de lo que se te viene encima, la prueba para medir tu paciencia. ¡¡¡Sorpresaaaa!!! Tu maleta tiene exceso de peso, pero claro, el ordenador de fuera no mide eso, entonces debes apartarte, abrir tus maletas delante de todo el mundo y reorganizar el contenido, lo que quiere decir que empiezas a meter cosas en tu mochila hasta que ya casi no cierra y, rezando, vuelves a poner la maleta en la balanza… Uffff, menos mal, has conseguido sacar lo justo para que el peso sea el correcto, porque hoy en día, las maletas deben tener un peso y medida exacta, si no, no vuelan. Agudeza para calcular el peso de tu maleta a pulso. ¡Prueba superada!



Pues bien, ya tienes tus tarjetas de embarque, en las cuales, por cierto, no pone casi nunca la puerta de embarque. Así que esa es otra prueba para más tarde, pero por lo menos eso, ya sin maletas. Que por cierto, yo cada vez que veo que les ponen una pegatina y las meten en esa cinta transportadora que va quién sabe a dónde, siempre digo lo mismo: “que sea lo que Dios quiera“. Es alucinante que lleguen al mismo sitio que tú, parece magia, bueno, cuando llegan claro.

Ahora toca pasar el temido control de seguridad. Esto más que una prueba parece una gincana.

Primero te paras a leer el cartel donde aparecen los artículos prohibidos. ¿Una ballesta, un extintor o una batería de coche? ¿Pero quién viaja con eso por Dios? Bueno a lo nuestro. Quítate el reloj, el cinturón, las botas, el abrigo, los anillos, saca las monedas de los bolsillos, las gafas, el móvil, si llevas ordenador o Ipad sácalos y ponlos en una bandeja aparte, las pulseras, el sombrero o la gorra si llevas… Pues nada, al final pitas y te acaban cacheando, pero lo peor no es eso, seguro que has metido un pequeño cortaúñas en la mochila a última hora y claro, ¿cómo no te das cuenta del arma tan terrible que es un cortaúñas hombre? Pues te quedaste sin él.



A todo esto llevas la tarjeta de embarque en la boca.

Una vez superas la gincana, te vistes después de haber vivido en tus carnes esa tremenda cola otra vez, lenta, agoniosa, y todo el mundo mirando el reloj y murmurandolo pierdo seguro“, viene la prueba de, ¿seré capaz de no comprar nada? Bueno, en esta prueba si pierdes no pasa nada….

Siguiente prueba, tener buena vista. Como en la tarjeta de embarque casi nunca pone la puerta de embarque, valga la redundancia, tienes que ir a una pantalla azul chillón y buscar tu vuelo el cual está en letras clave, muy chiquitito escrito y que además va cambiando de una lista a otra, o sea que si no eres rápido de vista te cambian la pantalla y debes empezar de nuevo, ¡qué tensión!



Tu cara de concentración en esta terrible prueba es genial, y la satisfacción momentánea cuando encuentras tu puerta genial también. Y digo momentánea porque una vez que te orientas dónde estás tú y dónde está tu puerta comienza la siguiente prueba… ¡Contrarreloj!



Siempre te toca en la otra punta del gigantesco aeropuerto, así que miras el reloj y le dices a tu acompañante: “¡Vamos corre!” Empiezas a sortear pasajeros, entras y sales de las cintas eléctricas (que alguna no funciona), ves tu puerta a lo lejos, aprietas el paso y cuando llegas sudando y feliz de tu velocidad y de cómo has sorteado todos los obstáculos… ¡zasss…! Vuelo retrasado. Lo que te entra por el cuerpo…

Siguiente prueba, más paciencia que el santo Job.

Empiezan a pasar las horas lentas, muy lentas, una tras otra. Llega una azafata, que por cierto mirad si la cosa está mal que es la misma de facturación, y te levantas para recoger pero… falsa alarma. Esta situación a veces te pasa dentro del avión, así que infinitamente mejor fuera. Pues bien, una vez solucionados los problemas “técnicos” (nunca te cuentan que ha pasado), comienza el embarque. Saca la tarjeta de embarque y el DNI y ya por fin llegas a tu asiento y a la siguiente prueba, la más dura, contorsionismo o cómo sentirte sardina el lata.

Qué barbaridad, dónde vamos a llegar. Primero nunca hay sitio para todas las maletas de mano y tienes que empezar a empujar tu pobre mochila en la que llevabas unos bombones y que Dios sabe cómo llegarán. Después, ya por fin, te encajas en tu pequeño cubículo, muy pequeño, pequeñísimo.



Yo mido un metro setenta y uno y voy como una auténtica sardina en lata, no me puedo ni imaginar los altos. Ya no es solo lo pegado que vas al de delante, que cuando llegas tienes dos moratones en las rodillas, es que de lo estrecho que es, casi vas de perfil. Estos son los sillones que les ponen a los presos para que hablen. ¿Y el apoyabrazos? Será apoya el brazo en el brazo del pasajero que va a tu lado porque los dos no caben, de hecho, cuando uno mueve el brazo el otro lo pone haciéndose el loco pero con cara de triunfo.



Pero lo peor está por llegar… la bandeja de comida. Bueno, eso si es vuelo intercontinental, porque si es doméstico como ellos dicen, te cobran hasta por respirar casi. Cuando te dan de comer, lo primero y más difícil es abrir la bolsita donde van los cubiertos que parece que es antirrobo. Por cierto, te quitan el cortaúñas en el control y ahora te dan un cuchillo y dos tenedores, me quedo mucho más tranquilo, sí señor, con dos co…

Volviendo a la comida, ¿alguna vez habéis intentado comer sin separar un milímetro los brazos del cuerpo? Te entra dolor de cuello de estirarlo para poder meter algo de comida en la boca, pero lo mejor es cuando te dan agua y un refresco o un vasito de vino y te ves con un vaso en cada mano y sin sitio en la bandeja, mucho menos en la mesita. ¿Qué haces? Esta prueba es de ingenio. Pues te bebes el agua del tirón, metes el otro vaso dentro del agua, el pan lo pones dentro del plato junto con los dos tenedores y el cuchillo y ya tienes sitio para el vaso de vino. ¿Veis como no es tan difícil?



Una vez comido te dispones a dormir y, justo cuando estás cogiendo la postura, pasan el carrito por si quieres comprar un perfume. Superado lo del perfume y cogiendo otra vez el sueño, habla el comandante para contarte que volamos a no sé cuántos pies y a no sé cuántos nudos por hora, lo cual ni sabes lo que significa y además te da igual. Eso sí, te regalan un muy pequeño neceser con un peine, un cepillo de dientes que no sirve para nada, un antifaz y un enjuague bucal, que todos guardamos como si fuera oro en paño hasta que, tres meses después, lo encuentras en un cajón de tu casa y lo tiras. Lo que siempre guardo son los antifaces, me encantan, tengo un montón, jajajajaja.

Por fin comienza el descenso y te piden que pongas derecho el asiento porque esa levísima inclinación de dos milímetros pone en peligro a quien va detrás, vamos, si el que va detrás casi va sentado encima de ti, pues nada, debes aterrizar derecho como una vara. Cuando te desencajas de tu cubil no sientes las piernas, solo un dolor terrible en las rodillas por tenerlas chocando con el asiento de delante. Terminaremos viajando como en el autobús, de pie.



Bajas del avión y vas directo a enfrentarte a la última prueba.

Prueba acto de fe.

Localizas la cinta transportadora después de haber recorrido otra vez todo el aeropuerto de punta a punta y te preparas para ver pasar delante de ti una y otra maleta esperanzado con que la siguiente será la tuya, te tranquilizas a ti mismo diciendo que seguro que ha llegado. Y de pronto ves una, es la tuya, pero no, solo es del mismo color, y por cada maleta que sale de ese túnel y no es la tuya te va invadiendo un pánico terrible al pensar que tu maleta está ahora mismo llegando a Kazakhtán pero te haces fuerte en tu fe y de pronto… ¡sí! ¡Ahí está tu maleta! ¡Qué alegría más grande te entra, como si vieras a tu mejor amigo!

¡Y prueba superada!

Lo del avión, la verdad, cada día se pone más antipático, pero merece la pena pasar por cualquier penuria de este tipo con tal de poder viajar y conocer otros países. No dejéis de viajar nunca, donde sea, aunque sea al pueblo de al lado, merece la pena.

LOS COMENTARIOS EN EL BLOG


  • Saray dice:
    9 marzo, 2016 a las 11:14 am
    Fran!!!
    Qué buen ratito me has hecho pasar…jajajaja muertita de la risa estoy.
    Si a todo eso le añades el pánico a volar que tengo yo,imagínate qué vuelos tengo!!! Pa morir,oiga usted!!
    Un besazo,maestro!!

    Responder
  • 4c8dd41a007ede71be26451451c54753
    LILIANA ELENA WEIMER dice:
    9 marzo, 2016 a las 11:20 am
    Querido Francisco:
    Todo un narrador, es verdad, todos pasamos esas pruebas!!!!!!!! hay que tomarlo ” como un ejercicio zen, es decir de paciencia” que medira’ la CAPACIDAD DE RESISTENCIA!!!!!!.
    Yo personalmente pienso que cuantos mas obstaculos saltamos en la vida mas fuertes somos y cuando entramos en serenidad APRECIAMOS MUCHO MAS LOS ” MOMENTOS FELICES”
    Lo importante es hacerlo todo con una sonrisa – que es dificil porque justamente ahi’ esta’ el desafio, todo se cuadra para que perdamos la paciencia , pues, NO LO TIENEN QUE CONSEGUIR!!!!?!!!!!!???????? – y disfrutar en lo posible del viaje (parandose – lo se’ otro desafio – , observando desde la ventanilla con una buena musica, leyendo, MIRANDO TANTAS PERSONAS DISTINTAS PERO A LA VEZ TODOS JUNTOS CON UN MISMO OBJETIVO) y pensando que llegaremos con muchas mas riquezas de vida………………
    Gracias por contarnos estos pedacitos de vida que tanto bien hacen al alma!!!!!!!
    Con mucho afecto a toda tu familia!!!!!!!!!
    liliana

    Responder
  • 7da2fe23d5c95a0b594e3d3b6822c717
    Victoria dice:
    9 marzo, 2016 a las 11:46 am
    Me encanta tu blog. Me rio muchisimo y por ser sevillana tambien te entiendo muchisimo. Yo q he viajado recientemente a Inglaterra no sabes lo q me he reido con este post. Y cuannnn identificada me he sentidooo…

    Responder
  • 1b89a1ba090b21cad46ae2f11df7dd9d
    Elena dice:
    9 marzo, 2016 a las 12:32 pm
    Fran!

    Como me he reido y tambien identificado contigo…. vaya prueba. Si te recomiendo un crucero, a mi me encantan, la verdad la primera vez me dio miedo pero superada la primera noche, no hay nada mas divertido que un cruzero, sobretodo para los ninios, un crucero de Disney, lo mejor

    Responder
  • 3c24f9a62835f6745b23c8e5305bfba3
    isabel sanchez dice:
    9 marzo, 2016 a las 12:44 pm
    Hola, trabajo en esto, y no se puede explicar mejor¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

    Responder
  • b517e40d9f9a55d22efc7840d950885a
    ASUN dice:
    9 marzo, 2016 a las 12:44 pm
    Me ha encantado tu relato. Me he imaginado a mí misma haciendo tu viaje y me he identificado totalmente con lo que cuentas. Un saludo y un beso muy grande. Sigue así.

    Responder
  • 770422c51b52e4af23a4c6e98dc03973
    Ana dice:
    9 marzo, 2016 a las 12:50 pm
    Fran, yo mido 1,79 cm y mi marido 1,96 cm y desde un viaje BCN-Lisboa en el que él tuvo 2 episodios de rampas en las piernas, ya vamos siempre con asiento especial. Pagamos un poco más y al menos el ratito que estamos enlatados, lo estamos menos.
    Es una auténtica vergüenza lo que ocurre… Estas Navidades fuimos a NYC, pagamos como 100 euros más cada uno para conseguir un asiento más espacioso y, bueno… nos defraudó un poco… no te cuento cómo hubiéramos pasado el viaje en un asiento “normal”….
    Que gente conocida como tú haga llegar estos comentarios a los responsables de las aerolíneas seguro que tiene más efectividad que lo hagamos las personas anónimas…. Te animo a que te quejes y hagas difusión por todos los canales que tengas (redes sociales, tu blog, etc.)

    Saludos

    Responder
  • b4a4404d830c48775661c40bb967b0ff
    Maria dice:
    9 marzo, 2016 a las 12:56 pm
    Genial relato, tal cual lo cuentas, es!! que desesperación!! a pesar de todas las odiseas VIAJAR

    Responder
  • 15dbc65b8ff00aae87d75cba640fbd81
    Vicky dice:
    9 marzo, 2016 a las 1:12 pm
    ¡¡Ja ja jaaa!! Lo que me he reído con este post. Totalmente de acuerdo!!. Creo que viajar en avión lo van a incluir como deporte olímpico!!.

    Responder
  • d7883b59b5b1eb86ab4647799905afdc
    SUSANA dice:
    9 marzo, 2016 a las 1:17 pm
    Fran!,…lo que me he reído por Dios!,…jajajajja, qué buen narrador eres!,…ainnn, cuánto me he identificado con todo eso que nos cuentas!,…de verdad que no dejas de sorprenderme!,…
    Me ha encantado el relato, no tienes nada que envidiar a esos monologuistas famosos que tanto nos hacen reir.
    un bico desde Galicia

    Responder
  • 624104a6946a11a790d8898a5577d452
    marta dice:
    9 marzo, 2016 a las 1:28 pm
    por la cara!!! Q VERDAD TAN GRANDE TODO LO Q ESCRIBES DEL AEROPUERTO! LA VIDA MISMA…
 
¿No es un poco raro que este señor tan, taan católico, apostólico y romano por la gracia del santisimo cristo de triana vea un bautizo como una juerga??? Cada vez que abre la boca mete la gamba.

"¿Cómo se ha tomado Kiko el hecho de que no puedas estar en un día tan señalado?
Está triste pero entiende perfectamente nuestra profesión y la respeta. Ya nos la pegaremos otro día"
 
¿No es un poco raro que este señor tan, taan católico, apostólico y romano por la gracia del santisimo cristo de triana vea un bautizo como una juerga??? Cada vez que abre la boca mete la gamba.

"¿Cómo se ha tomado Kiko el hecho de que no puedas estar en un día tan señalado?
Está triste pero entiende perfectamente nuestra profesión y la respeta. Ya nos la pegaremos otro día"
sólo es católigo de boca pá fuera
 
Madre mía que palurderío!!!

Las historias de Paco Martínez Soria eran la postmodernidad al lado de este cateto. Tio cutre,pesetero,paleto grado extremo...
 
Par de monguers y su aventura y los retos

Lo hacen x dinero. Si no hay nada k vender ni contratos para berrear, al desierto un ratito como reclamo de la mar a

Y la palurda y su veyesa ifusia.

Ay k mugre

No seas malpensada. No es el dinero lo que los mueve. Es que quieren por adelantado hacer acopio de audífonos de manera preventiva, que está la vida muy achuchada.
 
Qué malas semos y cuánta hembidia tenemos. Si no vuela en primera es porque no le dejan llevar palmeras de chocolate, que lo sepáis.
Y que sepáis también que Ryanair tendría que darle muchos vuelos de gratis al dignarse él a viajar, con su raza, arte y tronío en una compañía como esa. Seguro que modifican su política después de una crítica tan bien fundamentada.
 
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