Fran Rivera y Lourdes Montes. Boda religiosa, hijos y otros temas.

No comments. Todavía no sé qué decir sobre su último post, sin palabras.

No ha habido reacción por su parte de que podemos haya arrasado estas elecciones? extraño, estará enfermo.
 
No comments. Todavía no sé qué decir sobre su último post, sin palabras.

No ha habido reacción por su parte de que podemos haya arrasado estas elecciones? extraño, estará enfermo.

El cuñaoooo si, por supuesto

Jose Manuel Soto ‏@JOSEMANUELSOTO1 14 hHace 14 horas
Este es el legado d Zp, una España fragmentada, ingobernable, anclada en el guerracivilismo y en manos d extremistas e independentistas

Jose Manuel Soto ‏@JOSEMANUELSOTO1 14 hHace 14 horas
Este es el legado d Zp, una España fragmentada, ingobernable, anclada en el guerracivilismo y en manos d extremistas e independentistas

Jose Manuel Soto ‏@JOSEMANUELSOTO1 14 hHace 14 horas
Los mercados ya están opinando y su opinión es q esto no les gusta nada,
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#labolsa y
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la #primaderiesgo pierde España, perdemos todos

Jose Manuel Soto ‏@JOSEMANUELSOTO1 10 hHace 10 horas
Bueno, se acabó la política por una temporaita, toca disfrutar d las fiestas, Felicidades a todos!!!

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E
21diciembre
Faenas de campo
Como dicen los árabes, “el paraíso se ve a lomos de un caballo”.

Nada de este mundo me gusta más que montar a caballo. Ese animal de una nobleza infinita, porque con lo grande que es y la fuerza que tiene sería un enemigo terrible, en cambio se entrega al hombre para ayudarlo en su trabajo y darnos el privilegio de ir montados en su lomo, aunque solo sea por disfrute. Cuando consigues que el caballo sea tu amigo y que confíe en ti encontrarás en él un amigo para siempre que te protegerá y se creará un vínculo irrompible.



Dentro de montar a caballo, que es mi pasión, las faenas que hay que realizar en el campo, en la ganadería, ya sea con ganado bravo o manso, ¡me encantan!

Este fin de semana me llamó un íntimo amigo que vive en el Rocío, ¡qué suerte más grande! Su casa es una choza de las de toda la vida, como en las que vivían los guardas del coto de Doñana, una auténtica preciosidad con su techo de castañuela y sus paredes de blanca cal.



Pues bien, me llamó para que fuera a ayudarle a recoger los becerros que tiene dentro del parque ya que, como es residente en el Rocío y ganadero, tiene derecho a tener un número de vacas dentro y, pidiendo los permisos pertinentes, entramos varias veces al año para realizar tales faenas necesarias como, por ejemplo, esta. En total éramos cuatro, nos montamos en el caballo a eso de las seis de la mañana, de noche, con los chaquetones puestos porque hacía un frío horroroso, las alforjas bien amarradas y surtidas de un buen chorizo, queso, pan y, por supuesto, la bota no podía faltar.



La idea era adentrarnos lo más posible en el parque para que cuando amaneciera encontrarnos ya en la zona de trabajo y poder empezar a buscar los becerros. Es como encontrar una aguja en un pajar porque, aunque más o menos siempre se quedan por la misma zona, en este caso la zona es muy grande. Una vez los localizas empieza la labor de apartarlos del resto del ganado que no nos vamos a llevar hasta su finca. Es una labor lenta y meticulosa ya que las prisas en esto son muy malas consejeras, imaginad a todos los becerros reunidos y que, de pronto, se den en desbandada… Para llorar…



Sobre el medio día, con la faena más o menos encarrilada y si no ha habido ningún percance, paramos a dar buena cuenta de las alforjas. No existe manjar en el mundo que sepa mejor que un buen chorizo picantito con un trozo de pan, sentado en una piedra en medio del campo sin ver un rastro de civilización en muchos kilómetros a la redonda, rodeado de naturaleza pura, cansado pero feliz, con amigos y tu caballo como compañía. Un auténtico privilegio.

Una vez que hemos repuesto fuerzas, tanto nosotros como los caballos, volvemos a rematar la faena. Este es un momento crítico ya que siempre algún becerro quiere darse a la fuga y si uno se va el resto le sigue, así que tiene su técnica y emoción. El ir bien organizados y que cada uno sepa cual es su sitio es importantísimo. En todo este proceso las risas no faltan, dentro de que un error podría provocar que esto durara quién sabe cuánto. Un año casi nos tuvimos que quedar a pasar la noche, así que hay que andar muy atento y sin bromitas, sobre todo porque hay que cuidar de los caballos.



Regresamos a la finca a eso de las once y media de la noche guiando al ganado por los caminos de arena entre los pinos de la marisma, pasamos bastante cerca de la ermita de la Virgen del Rocío, ¡ viva!, y derechos a las cercas donde van a pasar el invierno los becerros. Una vez llegamos (molidos de cansancio), lo primero es organizar a los caballos, ducharles, ponerles de comer y recoger todo, y cuando todo está en su sitio entramos en la casa donde nos espera una buena comida.











Por supuesto nuestro brindis por la labor bien hecha y finalizada, y de ahí a la cama con ese regusto que solo te da este tipo de experiencias de vivir, la naturaleza, alejado del móvil, de las prisas, de los coches y demás cosas que, si lo piensas bien, no tienen el valor que nosotros nos empeñamos en darles.
Eso lo escribe palurdez??? No es una parodia??? :LOL::LOL::LOL:
 
Versión del ganadero rosiero; contra poh de los cahones


Faena jodida en el campo


Al dar las seis de la mañana salí de casa cantando de alegría….como reza la cansión de Jaume Marques…hasta que me topé con el torerito.

Tenía faena, ir a traerme de vuerta unos becerros, cosa que se hace en ná. Pero se me pegó el esaborío del niño guapito del Paquirri. Venía el tío de farra de incoñito de pasar la noche en blanco escapando de la jartible de su mujer, una palurda de Sevilla que ya se empeñó hace tiempo en sacar a mis críos en los papeles, y menuda la lié a la muy cara cemento.

Nada que hacer, se nos pegó como una lapa. Medio cayéndose de la yegüa, que le di la más mansita. Pues ahí salimos ya perdida media mañana.

Y perdimos casi el resto del día, el tio empeñao en almorsar al rato. Ni un becerro avistao.

Encendí una candelita pa hacer unos choricillos, poca cosa que había tajo, y er niño Paquirri como un ancestro que descubre el fuego, en cuanto me daba la vuerta metía un tronco er tío y yo quitaaaaa, que es una candelita. Joder casi me monta una fogata o un insendio y me la lia.

Se bebio todo el vino con el almuerso y pa qué quieres mas…ese torerillo en la pobre yegüa encaramao cantando a gritos My waaaaayyyyy del Sinatra con la música der móvil a to meter. Los becerros salían despavoridos.

Cuando se amodorró y cerró el pico, pudimos agrupar los animales y ya de vuelta abre el ojo, y carga contra los becerros al grito de Santiago y cierra España, y no se qué de la yihad….

Las 11 eran de la noche cuando pudimos volver. Comparti la cena con el y entre brindis y mas brindis por su Catetana, y la virgen del rocio, se trinco en un momento tres palmeras de chocolate de los chiquillos, que se lo han prohibido decía.

El Paquipijo que que maravilloso que me pensaba venir ayudar en cuanto le diera esquinazo a la palurda de su mujer.

He puesto en venta la finca.

P.D. La candelita se fue de madre. Foto de los vecinos aterrados

118.jpg
118.jpg
 
:hilarious::hilarious::hilarious::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO:

lo má grandejjjjjjjjjjjj :hilarious:


Versión del ganadero rosiero; contra poh de los cahones


Faena jodida en el campo


Al dar las seis de la mañana salí de casa cantando de alegría….como reza la cansión de Jaume Marques…hasta que me topé con el torerito.

Tenía faena, ir a traerme de vuerta unos becerros, cosa que se hace en ná. Pero se me pegó el esaborío del niño guapito del Paquirri. Venía el tío de farra de incoñito de pasar la noche en blanco escapando de la jartible de su mujer, una palurda de Sevilla que ya se empeñó hace tiempo en sacar a mis críos en los papeles, y menuda la lié a la muy cara cemento.

Nada que hacer, se nos pegó como una lapa. Medio cayéndose de la yegüa, que le di la más mansita. Pues ahí salimos ya perdida media mañana.

Y perdimos casi el resto del día, el tio empeñao en almorsar al rato. Ni un becerro avistao.

Encendí una candelita pa hacer unos choricillos, poca cosa que había tajo, y er niño Paquirri como un ancestro que descubre el fuego, en cuanto me daba la vuerta metía un tronco er tío y yo quitaaaaa, que es una candelita. Joder casi me monta una fogata o un insendio y me la lia.

Se bebio todo el vino con el almuerso y pa qué quieres mas…ese torerillo en la pobre yegüa encaramao cantando a gritos My waaaaayyyyy del Sinatra con la música der móvil a to meter. Los becerros salían despavoridos.

Cuando se amodorró y cerró el pico, pudimos agrupar los animales y ya de vuelta abre el ojo, y carga contra los becerros al grito de Santiago y cierra España, y no se qué de la yihad….

Las 11 eran de la noche cuando pudimos volver. Comparti la cena con el y entre brindis y mas brindis por su Catetana, y la virgen del rocio, se trinco en un momento tres palmeras de chocolate de los chiquillos, que se lo han prohibido decía.

El Paquipijo que que maravilloso que me pensaba venir ayudar en cuanto le diera esquinazo a la palurda de su mujer.

He puesto en venta la finca.

P.D. La candelita se fue de madre. Foto de los vecinos aterrados

118.jpg
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21diciembre
Faenas de campo
Como dicen los árabes, “el paraíso se ve a lomos de un caballo”.

Nada de este mundo me gusta más que montar a caballo. Ese animal de una nobleza infinita, porque con lo grande que es y la fuerza que tiene sería un enemigo terrible, en cambio se entrega al hombre para ayudarlo en su trabajo y darnos el privilegio de ir montados en su lomo, aunque solo sea por disfrute. Cuando consigues que el caballo sea tu amigo y que confíe en ti encontrarás en él un amigo para siempre que te protegerá y se creará un vínculo irrompible.



Dentro de montar a caballo, que es mi pasión, las faenas que hay que realizar en el campo, en la ganadería, ya sea con ganado bravo o manso, ¡me encantan!

Este fin de semana me llamó un íntimo amigo que vive en el Rocío, ¡qué suerte más grande! Su casa es una choza de las de toda la vida, como en las que vivían los guardas del coto de Doñana, una auténtica preciosidad con su techo de castañuela y sus paredes de blanca cal.



Pues bien, me llamó para que fuera a ayudarle a recoger los becerros que tiene dentro del parque ya que, como es residente en el Rocío y ganadero, tiene derecho a tener un número de vacas dentro y, pidiendo los permisos pertinentes, entramos varias veces al año para realizar tales faenas necesarias como, por ejemplo, esta. En total éramos cuatro, nos montamos en el caballo a eso de las seis de la mañana, de noche, con los chaquetones puestos porque hacía un frío horroroso, las alforjas bien amarradas y surtidas de un buen chorizo, queso, pan y, por supuesto, la bota no podía faltar.



La idea era adentrarnos lo más posible en el parque para que cuando amaneciera encontrarnos ya en la zona de trabajo y poder empezar a buscar los becerros. Es como encontrar una aguja en un pajar porque, aunque más o menos siempre se quedan por la misma zona, en este caso la zona es muy grande. Una vez los localizas empieza la labor de apartarlos del resto del ganado que no nos vamos a llevar hasta su finca. Es una labor lenta y meticulosa ya que las prisas en esto son muy malas consejeras, imaginad a todos los becerros reunidos y que, de pronto, se den en desbandada… Para llorar…



Sobre el medio día, con la faena más o menos encarrilada y si no ha habido ningún percance, paramos a dar buena cuenta de las alforjas. No existe manjar en el mundo que sepa mejor que un buen chorizo picantito con un trozo de pan, sentado en una piedra en medio del campo sin ver un rastro de civilización en muchos kilómetros a la redonda, rodeado de naturaleza pura, cansado pero feliz, con amigos y tu caballo como compañía. Un auténtico privilegio.

Una vez que hemos repuesto fuerzas, tanto nosotros como los caballos, volvemos a rematar la faena. Este es un momento crítico ya que siempre algún becerro quiere darse a la fuga y si uno se va el resto le sigue, así que tiene su técnica y emoción. El ir bien organizados y que cada uno sepa cual es su sitio es importantísimo. En todo este proceso las risas no faltan, dentro de que un error podría provocar que esto durara quién sabe cuánto. Un año casi nos tuvimos que quedar a pasar la noche, así que hay que andar muy atento y sin bromitas, sobre todo porque hay que cuidar de los caballos.



Regresamos a la finca a eso de las once y media de la noche guiando al ganado por los caminos de arena entre los pinos de la marisma, pasamos bastante cerca de la ermita de la Virgen del Rocío, ¡ viva!, y derechos a las cercas donde van a pasar el invierno los becerros. Una vez llegamos (molidos de cansancio), lo primero es organizar a los caballos, ducharles, ponerles de comer y recoger todo, y cuando todo está en su sitio entramos en la casa donde nos espera una buena comida.











Por supuesto nuestro brindis por la labor bien hecha y finalizada, y de ahí a la cama con ese regusto que solo te da este tipo de experiencias de vivir, la naturaleza, alejado del móvil, de las prisas, de los coches y demás cosas que, si lo piensas bien, no tienen el valor que nosotros nos empeñamos en darles.


Curro Jiméneh-Paquirri pa lo amigo- y su banda, al asesho de lo maleshoreh y forajidoh que encuentren a su paso, protegiendo siempre la pah y la tranquilidá de su villa y de su 3 amoreh como 3 soleh, la Palur, la Tana-desendiente directa de la noble casa de Arba-, y la Carmen-Esto.
 
21diciembre
Faenas de campo
Como dicen los árabes, “el paraíso se ve a lomos de un caballo”.

Nada de este mundo me gusta más que montar a caballo. Ese animal de una nobleza infinita, porque con lo grande que es y la fuerza que tiene sería un enemigo terrible, en cambio se entrega al hombre para ayudarlo en su trabajo y darnos el privilegio de ir montados en su lomo, aunque solo sea por disfrute. Cuando consigues que el caballo sea tu amigo y que confíe en ti encontrarás en él un amigo para siempre que te protegerá y se creará un vínculo irrompible.



Dentro de montar a caballo, que es mi pasión, las faenas que hay que realizar en el campo, en la ganadería, ya sea con ganado bravo o manso, ¡me encantan!

Este fin de semana me llamó un íntimo amigo que vive en el Rocío, ¡qué suerte más grande! Su casa es una choza de las de toda la vida, como en las que vivían los guardas del coto de Doñana, una auténtica preciosidad con su techo de castañuela y sus paredes de blanca cal.



Pues bien, me llamó para que fuera a ayudarle a recoger los becerros que tiene dentro del parque ya que, como es residente en el Rocío y ganadero, tiene derecho a tener un número de vacas dentro y, pidiendo los permisos pertinentes, entramos varias veces al año para realizar tales faenas necesarias como, por ejemplo, esta. En total éramos cuatro, nos montamos en el caballo a eso de las seis de la mañana, de noche, con los chaquetones puestos porque hacía un frío horroroso, las alforjas bien amarradas y surtidas de un buen chorizo, queso, pan y, por supuesto, la bota no podía faltar.



La idea era adentrarnos lo más posible en el parque para que cuando amaneciera encontrarnos ya en la zona de trabajo y poder empezar a buscar los becerros. Es como encontrar una aguja en un pajar porque, aunque más o menos siempre se quedan por la misma zona, en este caso la zona es muy grande. Una vez los localizas empieza la labor de apartarlos del resto del ganado que no nos vamos a llevar hasta su finca. Es una labor lenta y meticulosa ya que las prisas en esto son muy malas consejeras, imaginad a todos los becerros reunidos y que, de pronto, se den en desbandada… Para llorar…



Sobre el medio día, con la faena más o menos encarrilada y si no ha habido ningún percance, paramos a dar buena cuenta de las alforjas. No existe manjar en el mundo que sepa mejor que un buen chorizo picantito con un trozo de pan, sentado en una piedra en medio del campo sin ver un rastro de civilización en muchos kilómetros a la redonda, rodeado de naturaleza pura, cansado pero feliz, con amigos y tu caballo como compañía. Un auténtico privilegio.

Una vez que hemos repuesto fuerzas, tanto nosotros como los caballos, volvemos a rematar la faena. Este es un momento crítico ya que siempre algún becerro quiere darse a la fuga y si uno se va el resto le sigue, así que tiene su técnica y emoción. El ir bien organizados y que cada uno sepa cual es su sitio es importantísimo. En todo este proceso las risas no faltan, dentro de que un error podría provocar que esto durara quién sabe cuánto. Un año casi nos tuvimos que quedar a pasar la noche, así que hay que andar muy atento y sin bromitas, sobre todo porque hay que cuidar de los caballos.



Regresamos a la finca a eso de las once y media de la noche guiando al ganado por los caminos de arena entre los pinos de la marisma, pasamos bastante cerca de la ermita de la Virgen del Rocío, ¡ viva!, y derechos a las cercas donde van a pasar el invierno los becerros. Una vez llegamos (molidos de cansancio), lo primero es organizar a los caballos, ducharles, ponerles de comer y recoger todo, y cuando todo está en su sitio entramos en la casa donde nos espera una buena comida.











Por supuesto nuestro brindis por la labor bien hecha y finalizada, y de ahí a la cama con ese regusto que solo te da este tipo de experiencias de vivir, la naturaleza, alejado del móvil, de las prisas, de los coches y demás cosas que, si lo piensas bien, no tienen el valor que nosotros nos empeñamos en darles.

EL AÑO PASADO PALUR YA HIZO UN POST SOBRE LA CHOCITA DEL ROCÍO, DEL AMIGO DE LA PACA

04noviembre
Personas únicas, lugares únicos
Ya os he contado en posts anteriores que soy especialmente sensible a la energía que transmiten los lugares y las personas. Hay sitios que desde la primera vez que los pisas te hacen sentir a gusto, feliz, te provocan sentimientos positivos, alegres… Y exactamente igual ocurre con las personas, algunas te dan paz, confianza, y otras te crean intranquilidad o desconfianza, incluso a mí me provocan mal humor.

Pues bien, hoy quiero hablaros de un sitio de esos únicos, de esos a los que llegas y te inunda una felicidad enorme, respiras profundamente y te dices a ti misma “qué maravillosa es la vida”.

http://blog-static.hola.com/entrecosturas/files/2014/11/la-foto-1.jpg



Esta es la casa de mis amigos Juani y Alicia y de sus tres hijos Manuel, Juan y Valentina. Todavía me acuerdo cuando Fran, al poco tiempo de empezara a salir, me dijo “quiero presentarte a un amigo mío que, no es que sea mi amigo es mi hermano”.



Aquí están los dos con unos añitos menos. Cuando entramos en la finca por este camino repleto de árboles y vi al final la casa, me quedé impresionada, era como estar dentro de un cuento. Cuando los conocí a todos, me ocurrió eso que os contaba antes de las personas especiales, que te llenan de cosas buenas desde el principio y en unas horas ya los quieres como si formaran parte de tu vida desde siempre.





Os explico un poco más de este lugar. Esta casa es una réplica (con bastantes más metros) de las chozas típicas que se construían en el Coto de Doñana, aquí vivían los guardas de lo que hoy es Parque Nacional. Los techos están hechos de castañuela, para las ventanas y puertas se usan vigas de madera y las fachadas se encalan para combatir el calor del verano.

Para los niños es un privilegio crecer aquí. Al llegar del cole, en lugar de jugar a la Wii, montan a caballo, doman un pony, recogen los huevos recién puestos, apartan becerros y mil tareas más que, además de divertirles, les hacen crecer como personas infinitamente más que un videojuego cargado de tiros y violencia o una serie de televisión.

Aquí tenéis a Juan con 7 años, sin palabras…



Manolete tiene 10 años y es el mejor jinete que conozco.





Un tema aparte es la relación de Juan con su pony, están todo el día juntos, Juan lo ha domado completamente solo.







Y esta señorita tan guapa es Valentina, mi ahijada.



Por cierto, no sabéis qué ilusión me hizo cuando sus padres nos dijeron que fuéramos sus padrinos, yo no tenía ninguna ahijada y la verdad que fue una sorpresa estupenda. Los tres están en contacto directo con la naturaleza y aprenden a respetarla y a quererla.




Para los mayores también es un privilegio disfrutar de esto y después de un día de trabajo y estrés, acostarte con esta vista y esta puesta de sol no tiene precio.



Nosotros intentamos ir todo lo que podemos. Este fin de semana precisamente hemos estado allí, y desde luego que hemos vuelto con las pilas cargadas.



Aquí os dejo algunas fotos más de la finca para que terminéis de entender por qué es un lugar único y especial.








¡Besos y que tengáis muy buena semana!
 
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