Festival Internacional de Cine de San Sebastián. 68º Edición. 18 al 26 septiembre 2020

Otro «Akelarre» vasco en el Festival de San Sebastián
La competición por la Concha de Oro empezó con la española “Akelarre”, del director argentino Pablo Agüero, y con la francesa de François Ozon “Verano del 85”

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El cineasta Pablo Agüero (tercero por la izquierda) posa con el reparto de «Akelarre» en San Sebastián - EFE

Oti Rodríguez Marchante
SAN SEBASTIÁN Actualizado:20/09/2020 00:46h

La competición por la Concha de Oro empezó con cautela, sin avasallar (bastante tenía el festival con domesticar, o sencillamente masticar, lo de Woody Allen y “Patria”), con la película española “Akelarre”, del director argentino Pablo Agüero, y con la francesa de François Ozon “Verano del 85”. La de Agüero alude a un tiempo lejano, a una caza de brujas en el País Vasco durante el siglo XVII y la historia tremebunda de unas cuantas niñas apresadas y torturadas por los enviados del Rey al haber sido acusadas de bailar en el bosque de noche y durante la luna llena.

La película va de un menos a más formidable, con una primera mitad redundante y machacona, hasta que coge las riendas de la historia un humor malicioso, la actriz Amaia Aberasturi (la “bruja” lista y lúcida) y el actor Álex Brendemühl, realmente entregado a su rugoso papel de enjuiciador “boludo”…, es endemoniadamente expresiva, oscura, seductora y significativa, hasta el punto de que nos habla de nuestro hoy con ciertas posibilidades de mordaz regocijo, al pensar en las brujas actuales y sus cazadores, pongamos por caso el caso de Woody Allen y el caso de la grotesca persecución de señales de carretera. Será por “brujas”…

La de François Ozon, “Verano del 85”, es una forzada intriga romántica sobre un joven de 16 años y el cadáver de su amigo íntimo de 18, y el personal director francés modela su narración como si fuera una pesquisa judicial para descubrir eso que pasó entre ellos… "Flash backs" luminosos de la historia vista, naturalmente, desde los ojos del amigo vivo, con una mejor resolución de su trama romántica y de las emociones del primer amor que la trama de intriga “policial”, más bien baladí y sin auténtico peso dramático. La ambientación y la chispa de Valeria Bruni Tedeschi (qué sugerente primera escena), junto a la música que moverá los pies de los hoy sesenteros, pues ayuda a sobrellevar su levedad o su peso.

 
FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

El gai saber de François Ozon entusiasma en Zinemaldia

LUIS MARTÍNEZ
San Sebastián
Actualizado Sábado, 19 septiembre 2020 - 18:35

El hiperactivo director francés sorprende en Zinemaldia con una de sus películas más delicada y delirantemente anárquica, libre y profundamente antipandémica

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El director François Ozon y el actor Felix Lefebvre en la rueda de prensa 'online' en San Sebastián. EFE

No consta que François Ozon haya entretenido sus días de confinamiento con la atenta lectura de Nietzsche. Pero hay indicios.'Verano del 85', por ejemplo, es lo más parecido a un oda a ese peligro que el filósofo reclamaba como matriz no tanto del vivir bien como del vivir pleno y, por ello, sensato. "El secreto para cosechar la mayor fecundidad y el mayor goce de la existencia es ¡vivir peligrosamente! ¡Construid vuestras ciudades en las laderas del Vesubio! ¡Enviad vuestros barcos a los mares inexplorados! ¡Vivid en guerra con vuestros iguales y con vosotros mismos!", escribía en el libro donde por primera vez formuló la teoría del eterno retorno y en el que se declaraba optimista por primera vez. Y Ozon le cree. Y le lee.

La última película del hiperactivo director francés es a su manera una traducción de 'El gai saber' (de este libro hablábamos también conocido como 'La gaya ciencia') y lo es desde cualquier punto de vista: el más elemental, homosexual y alegre, y el profundo, si es que esta cantata a los sentidos permite abandonar siquiera un instante la superficie. La cinta fue la presentación estrella de la sección oficial competitiva del Festival y suyo fue el privilegio de la sorpresa, el goce y, ya que estamos, el Vesubio que erupciona.

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Un momento de 'Verano del 85'

La película viaja al terreno necesariamente mítico de una adolescencia no tanto pasada como soñada. Estamos en los años 80 y Ozon ofrece la cámara y la palabra al chaval que probablemente alguna vez él mismo imaginó ser. Se trata de reconstruir el primer contacto con asuntos tales como el amor, el s*x*, la vida y la propia muerte. Pero siempre desde el punto del vista y la mirada, por fuerza virgen, del que ama, folla, vive y hasta muere.

'Verano del 85' es melodrama con la misma intensidad que parodia; es tragedia sin renunciar a construirse como una intriga. Es todo a la vez y de manera tan extraordinariamente veloz y feliz que no puede por menos que invitar al entusiasmo. Al propio director le gusta referirse a su último trabajo como una vacuna contra la depresión de la pandemia y el enclaustramiento del confinamiento. De hecho, para soportar su juicio está su incontestable éxito en los cines franceses. Y, a su modo, es eso y una tan libre como fugaz y plena celebración del propio cine.

En su contra se podía decir que el artificio construido como motor y sentido de todo (el de la mirada que todo lo hace por primera vez) es él mismo la excusa perfecta para quebrar todas las normas, para permitirse todo. Es decir, desde muy pronto, el libro de estilo de la película deja claro que no hay límites. Pero el pesar dura poco. Es demasiado fuerte el deseo de no discutir con nadie y menos con Ozon. Como en 'En la casa', película con la que ya ganó la Concha de Oro en 2012, también aquí la palabra guiada por las cartas que se escriben, se intercambian y se leen en 'off' (no había aún móviles) añade misterio al caos, al peligro. Y contra la afectación engolada de 'Gracias a dios', su última película, todo.

Si se quiere, Guadagnino, presidente del jurado, tiene con quien medirse. Además de como épilogo de 'Gai saber', también vale como epígono de 'Call me by your name'. Y así.

ENTRE BRUJAS

Por lo demás, la sección oficial ofreció un nuevo trabajo de Pablo Agüero siempre pendiente de hilvanar metáforas a media luz. O directamente a oscuras. La última vez que se le vio en San Sebastián fue con 'Eva no duerme', un viaje hipnótico a través del cadáver por fuerza incorrupto de Eva Perón que era también sueño y desesperación. Ahora, con 'Akelarre', propone otro cuento sonámbulo que habla de mujeres perseguidas y noches muy negras.

La santa Inquisición llega a un pueblo de pescadores en el País Vasco. Mientras los hombres están en el mar, todas las mujeres (o casi) son tomadas por brujas. Lo que sigue habla de dominación, ignorancia, estupidez y violencia. Se refiere a un tiempo pasado, pero como si no. Todo suena al telediario. Sorprende la tensión preciosista de cada encuadre, entusiasma el tenebrismo grave y profundo, y desalienta el ritual pedestre de un verismo interpretativo tan pomposo y afectado como tristemente melodramático. Sea como sea, la noche acaba y, como diría Nietzsche, "¡Pronto habrá pasado el tiempo en que debíais daros por satisfechos con vivir escondidos en el bosque, al igual que tímidos ciervos!". Pues eso.

 
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El Festival de cine de San Sebastián 2020, en imágenes
12 fotos
Con una programación reducida en proyecciones y con aforos al 50%, el Zinemaldia cuenta en su 68ª edición con la compañía de Johnny Depp, Matt Dillon, Viggo Mortensen, Gina Gershon, el estreno de 'Patria’ y un desembarco de estrellas española

EL PAÍS
20 SEP 2020 - 18:20 CEST

 
Alejandro Sanz presume de pareja en el Festival de San Sebastián
Tras los problemas de divorcio de Raquel Perera, el cantante posó feliz en el Festival de cine al que asistió en compañía de su novia, Rachel Valdés, y su hija
Europa Press

SAN SEBASTIÁN - DOMINGO, 20/09/2020 - 18:45

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Alejandro Sanz junto a su novia Rachel Valdes en el Festival de San Sebastián / RAUL TERREL / EUROPA PRESS

Alejandro Sanz se ha dejado ver por el Festival Internacional de Cine en San Sebastián acompañado por su chica, Rachel Valdés, y su hija. Por supuesto el cantante ha posado para los medios que había en las inmediaciones con una sonrisa de oreja a oreja y es que a pesar de los problemas de divorcio que ha tenido con Raquel Perera, parece que todo vuelve por fin a su normalidad.

No es la primera vez que Rachel Valdés acude junto a su pareja a un evento, ya les vimos el pasado julio en un homenaje que recibía Alejandro Sanz, por su trayectoria, en la Comunidad de Madrid. Nuevamente han derrochado elegancia y han mostrado ante las cámaras el gran cariño que se tienen.

Aunque los dos fueron con looks completamente distintos, formaron un tándem para los objetivos de las cámaras que se encontraban en el lugar perfecto. Rachel Valdés lucía un total white, con pantalón pitillo, camiseta y chaqueta del mismo color y Alejandro Sanz un total black.

La hija del cantante se mantuvo en un segundo plano, pero sin embargo fue la primera en bajarse del coche con pantalones cortos y sudadera. Como no podía ser de otra manera, Alejandro Sanz mostró un sonrisa a todos los medios agradeciendo su presencia en un día tan especial para él.

 
Blanca Suárez, María Pedraza y otros estilismos (de día y noche) en San Sebastián

Nos gusta el cine y también todo el fasto que le rodea. Qué ilusión especial nos ha hecho después de un año de tanta sequía ver a nuestros actores por las calles de Donosti.

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Blanca Suárez. (Limited Pictures)

C.CASTANY
ACTUALIZADO: 21/09/2020 11:06

Nos gusta el cine y también todo el fasto que le rodea. Qué ilusión especial nos ha hecho después de un año de tanta sequía ver a nuestros actores patrios paseando por las calles de Donosti. ¡Viva el Festival de San Sebastián!

Este fin de semana podemos hablar de triunvirato, aunque haremos también alguna mención especial. Pero no debemos dejar de mencionar que la atención se la han llevado María Pedraza, Blanca Suárez y Javier Rey. Han llegado pisando fuerte y con un despliegue de looks que nos han dejado asombrados. En el caso de las chicas, por lo disruptivo entre el día y la noche. De día se han presentado como millennials rompedoras, y de noche, cada una con su estilo, han sacado de dentro la parte más femenina.

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Blanca Suárez. (Limited Pictures)

¿Y él? ¿Qué decir de él? Nos remitimos a su apellido. Javier, correcto, rompiendo moldes y protocolos. ¿Por qué decimos esto? Ahora te lo vamos a contar al detalle.

Blanca de día, princesa de noche

La actriz protagonista de 'El verano que vivimos' llegó rompiendo las calles con un look pura tendencia. Los protagonistas de este look eran una americana gris oversize con doble botonadura dorada y unas zapatillas deportivas de Gucci con adornos en la misma línea que los del blazer de Carmen March. Debajo de este, un little black dress (o minivestido negro) de la misma marca que alió con un bolso de corte clásico de Christian Dior en el mismo color. Prendas clásicas y modernas en un mix que le funcionó a la perfección para atraer la atención de las cámaras. Nos gusta este gesto sonriente mientras se quita la mascarilla.

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Blanca Suárez. (Limited Pictures)

De noche, la televisiva intérprete se vistió de gala como mandan los cánones con un look con el que pasar desapercibida no era la intención. De tul de seda azul cielo, escote bañera y con volúmenes y cola, lo acompañó con unas sandalias beis de piel hiperfemeninas con un detalle fruncido en el talón que no le ganaban importancia al vestido.

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Blanca Suárez. (Limited Pictures)

María de día, guerrera de noche

Al igual que Blanca, la reina de Netflix llegó pisando fuerte. El streetstyle es lo suyo; los códigos de vestimenta actuales, su hábitat natural, y con ellos se bajó del coche como diciendo: "La Pedraza os va a dar comentarios fashion para todo el festival", y así está siendo. Sus herramientas para deslumbrar fueron un traje camel desestructurado y reinventando el mono de trabajo de Cindy Figueroa, un bra-top negro y las sandalias más atrevidas de Balenciaga, que combinó con calcetines como buena trendsetter.

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María, de día. (Limited Pictures)

De noche rompió moldes de nuevo, pero en esta ocasión con un vestido negro de tul transparente con volantes en la parte frontal que llevó con unas sandalias negras altísimas de corte minimal.

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María, de noche. (Limited Pictures)

Javier, rey de día y de noche

Esa barba, esa elección de un polo de punto en color teja que solo se puede permitir él llevarlo cerrado hasta el último botón, esas zapatillas deportivas de piel, lo más cercano a un voy arreglado pero informal... Todas esas prendas solo las puede llevar él, eso es así.

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Javier Rey. (Limited Pictures)

La pareja del momento nos regaló (festival mediante) esta imagen de los dos juntos, pero con la distancia de seguridad reglamentaria. Él con un estilo militar revisitado, corbata caqui y zapatillas performance en blanco. Ella, en su versión más lady con un vestido negro, cinturón de Christian Dior y stilettos rojo sangre.

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Blanca Suárez y Javier Rey posan este domingo en la Concha. (EFE)

De noche, ese impulso retro arrebatador del actor que no se conforma con el típico traje, sino que quiere demostrar que otros códigos de vestimenta son posibles, también está presente en este look azul, en el que el punto toma un papel protagonista, sustituyendo la clásica camisa por una prenda de este cómodo tejido.

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Javier Rey. (Limited Pictures)

Una mención especial

Sí, en el festival nos han llamado la atención los tres fantásticos, pero ha habido una actriz que merece que hablemos de ella. Amaia Aberasturi ha lucido así en la entrada del hotel María Cristina de San Sebastián. El vestido es espectacular, ese juego entre un blanco y negro tan puros, esa lazada a la espalda... Pero ¿y las mules? ¿Se puede tener más estilo y personalidad para lucir un vestido como este plana? ¿No es la combinación más acertada en unos tiempos en los que las actrices quieren ir bellas sin sufrir? A todo que sí.

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Amaia Aberasturi. (Limited Pictures)

 
Arrebatador Guadagnino contra el fascismo de la belleza y genial Matt Dillon contra la desmemoria

LUIS MARTÍNEZ
San Sebastián
Lunes, 21 septiembre 2020 - 21:12

San Sebastián se rinde a la mayor gloria de las ocho horas de duración de la serie del italiano 'We are who we are' a la vez que cae enamorado de 'El gran Fellove', una maravilla firmada por Matt Dillon

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Luca Guadagnino en la presentación de 'We are who we are' en San Sebastián. EFE

Guadagnino está convencido de que la belleza es un concepto fascista. Cuando se le pregunta por la estetización de la imagen, detiene el gesto, engola ligeramente la voz y se declara violentamente en contra. No de todo, pero casi. "El cine y la belleza no son buenos compañeros. Es más, se oponen. El cine tiene que ver con la posibilidad de conocimiento. Vivimos esclavizados por las imágenes bonitas, supuestamente bellas... La belleza tal y como se comercializa hoy es un instrumento de opresión. Cuando oigo hablar de belleza absoluta o 'grande bellezza' me vienen a la mente las películas nazis de Leni Riefenstahl... El concepto de belleza, por concluir, es muy conservador... Es fascista". Y dicho esto, Guadagnino respira feliz ante la segura cara de asombro del interlocutor.

De repente, el Festival de San Sebastián se decidió por hacer hueco al director de 'Call me by your name' que también es presidente del jurado. Y lo hizo a lo grande. Se antoja raro que entre 'Patria' y 'We are who we are', así se llama la serie del italiano, en lo que llevamos de festival hayan sido proyectadas más horas de televisión (ocho por un lado y otras tantas por otro) que de cine si nos limitamos a la sección oficial a competición. Si esto es el futuro, vamos mal. Es cierto que se pudieron ver 'Any crybabies around'?, del japonés Takuma Sato, y el notable y sorprendente debut como documentalista (en calidad de director de ficción se estrenó en 2002 con 'La ciudad de los fantasmas') del actor Matt Dillon y que responde al nombre de 'El gran Fellove'. Pero sus presentaciones con sus respectivas fotos, ruedas de prensa y declaraciones fuera de lugar se trasladaron al día siguiente, el martes.

Sea como sea, lo más notable de 'We are who we are' es que no parece una serie. Es decir, pese a estar estructurada en episodios, emitirse en HBO y obedecer a un libro de estilo tallado en mármol, en realidad no hay argumento, 'plot' o hilo narrativo que seguir. No es tanto folletón decimonónico, como, digámoslo así, ballet postcontemporáneo. Lo que importa no es tanto el texto central como las innumerables notas a pie de página que inundan los márgenes. De hecho, durante buena parte del metraje, la sensación a la que se enfrenta el espectador es a la de asistir a un ritual (quizá aquelarre) con el espacio de representación desplazado. Todo discurre fuera de campo en el terreno difuso de los deseos de eso que el tiempo ha dado en llamar adolescencia.

En el extraño y anómalo espacio de una base militar norteamericana en Italia, un joven y una joven juegan a buscarse. No tanto entre ellos, como por dentro. Ella se viste de chico y él empieza a sentirse atraído por un compañero. La identidad sexual, la celebración de la rabia, el placer del caos y la evidencia de las hormonas son los únicos argumentos de una producción que juega a confundirse con lo narrado. También 'We are who we are' se extravía, duda, se interroga y finalmente se ofrece al espectador como un profundo, meditado y obsesivo ejercicio de cine. Era esto.

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Fellove y Matt Dillon en una imagen de 'El gran Fellove'.

En los dos primeros capítulos, se narra la misma historia desde dos puntos de vista, el de él y el de ella; una perfecta introducción a todo lo que vendrá después. Por supuesto, lo que Guadagnino propone se parece bastante a un ensayo serial o dodecafónico de cine pendiente exclusivamente del gesto. No se trata tanto de una observación desimplicada, distante o abstracta, como enérgica, existencial u orgánica. Y así hasta el más exhaustivo y extenuante de los agotamientos. Abruma y entusiasma a partes iguales.

Se agradece sin duda la aproximación rota y siempre en vibración al objeto retratado. La cámara de Guadagnino, lejos del preciosismo de mucho de sus trabajos anteriores, quiere arrojar de sí el virtuosismo casi amoral de lo simplemente bello. Fuera filtros de Instagram. La idea es ofrecer una imagen de la adolescencia en crudo a la vez que se discuten los códigos de repetición que configuran buena parte de las series. La belleza reside en la capacidad para retratar con pasión y sin excusas asuntos tales como la duda, lo turbio, la desesperación, el miedo o, simplemente todo lo feo. Hemos llegado.

MATT DILLON DESCUBRIDOR DE MÚSICOS
Por lo demás, y a la espera de su paseo por las la alfombra del Kursaal, Matt Dillon sorprendió con un documental sobre una leyenda perdida de la música cubana en el que supuestamente lleva enfangado una vida entera. De repente, Francisco Fellove Valdez, cantante de scat, es ese hombre que todo al que todo mundo, educado o menos, no puede por menos que adorar. Aunque aún no lo sepa. ¿Se acuerda de 'Searching for sugarman'? Pues por ahí va 'El Gran Fellove', así se llama.

La cinta, tan instructiva como deliciosamente divertida (signifique la cursilería precedente lo que signifique), repasa la vida del hombre que con sólo 16 años compuso 'Mango mangue', un lugar común en el jazz latino. Emigrado desde Cuba a México en los años 50, Fellove se convirtió en una estrella casi vanguardista tan admirada por sus colegas como querida por el público. Y así hasta que desapareció y volvió a ser reencontrado en los años 90 con 77 años cumplidos por, en efecto, Matt Dillon.

La película se estructura alrededor de la grabación de un nuevo disco todavía inédito (verá la luz, se dice al final, en 2021). En el estudio, el trompetista Alfredo 'Chocolate' Armenteros y una joven generación de músicos actuales rodean y abrigan a la leyenda que se esfuerza por revivir sus glorias. Y sobre este escenario colocado más o menos en el presente, 'El gran Fellove' recorre una vida entera con testimonios de viejos colegas como Chucho Valdez, Dandy Beltrán o su 'enemigo' y rival Melón; imágenes de archivo impagables, y la evidencia de que si no sabíamos hasta hoy nada de este hombre es hora de redimirse y remediar tanto vacío.

Lejos de la gravedad de 'Buena Vista Social Club', de Wim Wenders, la propuesta de Matt Dillon secundado por la mano maestra de su editor Jason Cacioppo se parece más a una película de intriga donde el villano es la propia ignorancia del espectador y el héroe es simplemente el que mejor baila. Eso o un melodrama de época en el que el galán es el que se sabe las canciones de amor. Eso o una película de mil catástrofes diminutas. Hay motivos para el entusiasmo y todos ellos cantan 'Mango mangue'.

El martes lo explica todo aquí mismo el propio Dillon.

 
Juan Luis Goenaga, el pintor vasco que conquistó a Woody Allen y a Borja Sémper

JAVIER BLÁNQUEZ
Martes, 22 septiembre 2020 - 02:00

El padre de Bárbara Goenaga es uno de los pintores vascos en activo de trayectoria más larga y respetada.
El caserío en el que vive y pinta es uno de los escenarios de la última película de Allen, 'Rifkin's Festival'.

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Juan Luis Goenaga, captado por su hija Bárbara en su estudio del caserío de Alkiza. IG

 

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