Feminismo

Nancy Fraser: "El feminismo liberal ha fallado a la mayoría de mujeres"

Igualdad

La intelectual y teórica feminista cree que la nueva ola gira sobre la 'reproducción social': "Eso lo diferencia del feminismo liberal centrado en permitir a algunas mujeres ascender mientras subcontratan el trabajo de cuidados a mujeres migrantes mal pagadas"

"No hay un sujeto universal abstracto del feminismo. Las mujeres reales tienen identidades étnicas, sexuales, de clase. Un movimiento para el 99% debería representarlas a todas y no podemos hacerlo diciendo que no vamos a hablar de algunos problemas", señala

"Cualquiera que crea que la desigualdad de género existe, es injusta y debe desaparecer, puede considerarse feminista. Pero hay muchas interpretaciones diferentes y en conflicto de cómo abordar esa desigualdad de género", apunta

Ana Requena Aguilar
22/03/2019 - 21:47h
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Nancy Fraser. FOTO: Fernando Sánchez

"Es un engaño que el trabajo asalariado sea la clave para liberar a las mujeres"
Es una de las intelectuales más relevantes de las últimas décadas, una de las teóricas del feminismo que los libros seguirán citando pasados los años. Nancy Fraser (Baltimore, 1947), profesora de Ciencias Políticas, Sociales y también de Filosofía en Nueva York, está en España en pleno auge del feminismo. El Museo Reina Sofía y Medialab Prado han traído a la filósofa política para, entre otras cosas, impartir un seminario que, ante la afluencia de solicitudes, ha terminado por convertirse en una encuentro multitudinario. Fraser cree que vivimos "un momento especial" y que la mejor forma de gestionar este éxito del feminismo es pensar "qué feminismo queremos". Y para quién.

Porque esta intelectual ha criticado con dureza a un feminismo liberal que, considera, ha sido colaboracionista de un sistema opresor. Por contra, subraya que la nueva ola se articula sobre los cuidados y el conflicto entre lo productivo y lo reproductivo y que apela e incluye a una masa de mujeres mucho más amplia y con posiciones sociales diferentes. La coautora, junto a otra referente, Judith Butler, de 'Redistribución o reconocimiento', uno de los clásicos feministas contemporáneos, fue de hecho muy crítica con la candidatura de Hillary Clinton. ¿Beneficiarían sus propuestas a todas las mujeres o solo a unas pocas?, lanzaba. Se muestra hoy, sin embargo, entusiasmada con Alexandria Ocasio-Cortez, la nueva estrella demócrata. "Ella sí representa un feminismo para el 99%".

Teniendo en cuenta lo que está sucediendo en países como España, Argentina, EEUU, India... ¿estamos asistiendo a la cuarta ola del feminismo?

No sé exactamente cómo contarlas, pero definitivamente es una ola, una nueva ola. Es extraordinario, es un potencial de cambio enorme respecto al feminismo de las dos décadas anteriores. Pertenezco a la generación de los 60, a la segunda ola, que cuando empezó fue muy radical, pero que cuando la nueva izquierda se vino abajo y resurgió el neoliberalismo, especialmente en EEUU, se convirtió en un feminismo muy liberal. Ese feminismo está en crisis, como lo está el liberalismo en general, y ciertamente estamos viendo un nuevo impulso de gente joven que no quiere el feminismo liberal, quiere inventar un nuevo feminismo y eso es algo maravilloso.

¿Y cómo definiría está ola, qué está pasando exactamente?

Primero, diría que esta ola aún está en formación, su identidad aún no está del todo clara y podría ir en diferentes direcciones. El contexto es el de una crisis general de la sociedad a escala global, una crisis de la democracia, de la economía, de las finanzas y, especialmente interesante para el feminismo, hay una crisis de la reproducción social, un término con el que me refiero al trabajo de cuidados y a todas las acciones que funcionan como pegamento social y como sostenimiento de los seres humanos, que son vistas tradicionalmente como un trabajo de las mujeres, con frecuencia no pagado, pero a veces pagado.

Ese sector entero de la sociedad está bajo una presión muy profunda porque tenemos la austeridad, los recortes de gasto, la crisis financiera, todo el apoyo público está menguando y al mismo tiempo tenemos una economía que demanda la participación a tiempo completo de las mujeres en el empleo remunerado. Tenemos retos enormes por delante que tienen que ver con la sanidad pública, con los cuidados que se prestan desde los servicios públicos, la educación pública, el transporte público, la provisión de agua y aire limpio... Todo esto se está convirtiendo en el frente, en la vanguardia de la lucha, especialmente en un momento en que los sindicatos se han debilitado, en que la industria se ha deslocalizado...

Este nueva ola del feminismo gira entorno a la reproducción social y eso le da un aura completamente diferente al feminismo corporativo liberal que ha estado centrado en permitir a algunas mujeres escalar a posiciones altas mientras subcontratan su trabajo doméstico y de cuidados a mujeres migrantes o racializadas mal pagadas. Ahora este feminismo incorpora también a estas trabajadoras en su centro y en su primera línea así que es muy diferente, se opera desde asuntos diferentes y apela a más sectores de la población. Su composición en términos de clase es diferente, no hablamos solo de mujeres privilegiadas, sino de cualquier persona afectada por la austeridad, preocupada por la educación pública o por la sanidad de calidad.

También tenemos la violencia sexual como otro de los componentes que parecen estar articulando la movilización de esta nueva ola, al menos así lo señalan otras pensadoras, ¿está de acuerdo? En España lo hemos vivido con 'la manada', y a nivel global el movimiento MeToo.

Sí, es otro de los elementos importantes e inspiradores de lo que está sucediendo. Creo que mucha gente no entiende que el MeToo es también un movimiento laboral, es una lucha para conseguir un entorno de trabajo más seguro, sin acoso o discriminación. Así que aunque los medios se centren en las estrellas de Hollywood, que están en una situación buena en general, las tripas de este movimiento están entre las trabajadoras de la agricultura, de los hoteles, entre las empleadas domésticas, que son muy vulnerables. Aunque el MeToo podría parecer una lucha de las privilegiadas no lo es. Y por supuesto tenemos la violencia de género en las parejas, que seguimos encontrando en todas las clases sociales, grupos étnicos y lugares, pero que se vuelve especialmente pronunciada en momentos de crisis como los actuales, porque existe mucha presión en la intimidad de los hogares. Es muy importante que en este momento aseguremos la financiación para atender este asunto, tenemos que asegurarnos de que las mujeres tienen lugares seguros a los que acudir con sus hijos, sitios donde vivir.

Las mujeres necesitan opciones de salida. Si tú eres más dependiente que tu compañero, tu compañero puede irse fácilmente, pero tú no. Quién va a tener el poder y la voz en una relación así. Así que una parte de la solución, no toda, es darle a las mujeres posibilidades de salida asegurándonos de que son autosuficientes y pueden sostenerse a ellas y a sus hijos.

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Nancy Fraser, durante la entrevista en Madrid. FOTO: Fernando Sánchez

En España ha habido un debate polémico sobre quién debe ser el sujeto del feminismo. Hay quien habla de un sujeto más abierto, que incluya a las personas LGTBi, hay quien defiende el sujeto mujeres y alerta incluso del peligro de abrir ese sujeto. ¿Qué opina?

'Mujeres' incluye a las lesbianas, a las trans, a las queer, a las mujeres cis [mujeres cuya identidad sexual y/o de género se corresponde con el s*x* asignado al nacer], a las blancas, a las negras. Quiero decir que claro que hay muchas mujeres, y ¿cuál es el objetivo de decir que no podemos hablar de esto o de aquello o incluir ciertos temas en nuestros debates? Eso debilita el movimiento, decir que solo hablamos de mujeres en abstracto. Las mujeres reales tienen identidades étnicas y raciales, sexuales, de clase, etc. No hay un sujeto universal abstracto del feminismo, hay todas estos tipos de mujeres ocupando diferentes posiciones, en lugares diferentes con intereses y necesidades diferentes. Y un movimiento para el 99% debería representarlas a todas y no puedes representarlas a todas diciendo que no vamos a hablar de algunos problemas, solo de lo que nos afecte absolutamente a todas. Eso es volver al pasado, a centrarse solo en las mujeres blancas cis heterosexuales de clase media, volver a un sujeto restringido, algo que ha sido fuertemente contestado por el feminismo negro, el feminismo queer, etc. No queremos volver al pasado.

Conforme hemos ido viviendo este auge del feminismo, los partidos políticos también han ido tomando posiciones. En España, Ciudadanos se ha definido como un partido liberal que defiende un feminismo liberal. Hay quien dice, sin embargo, que el feminismo no puede serlo. ¿Es así?

Existe, en Estados Unidos es el feminismo de Sheryl Sandberg, de Christine Lagarde, de Hillary Clinton. Así que claro que existe ese feminismo, pero no es el que creo que debiéramos apoyar. Me alegra que tengan un manifiesto para poder argumentar en contra de ese feminismo. Hay más de un feminismo, el feminismo no es una posición, es un campo de debate y discusión. Cualquiera que crea que la desigualdad de género existe, es injusta y debe desaparecer, puede considerarse feminista. Pero hay muchas interpretaciones diferentes y en conflicto de cómo abordar esa desigualdad de género, de cuál es su origen y causas... y ahí hay argumentos liberales, socialistas, populistas...

Contra ese feminismo liberal usted propone el feminismo para el 99%, ¿podría explicar en qué consiste?

Como sugiere el nombre, es el feminismo que toma como referencia la situación vital, las demandas, las necesidades de la inmensa mayoría de mujeres. Ese es el punto de partida, no la situación de un grupo de mujeres ejecutivas que quieren llegar más alto. Empieza en la vida de las mujeres que trabajan en hoteles, restaurantes, o que no tienen trabajo, en mujeres migrantes... Empezando ahí diagnostica dónde están las raíces del problema, de este sistema, y ahí es donde hablamos de la reproducción social y de la crisis entre lo productivo y lo reproductivo y otro tipo de contradicciones que vivimos actualmente. Criticamos también como el feminismo liberal falla a la mayoría de mujeres y proponemos una alternativa, un feminismo centrado en derechos laborales, en derechos para las personas migrantes, en acabar con la violencia hacia las mujeres, apoyar a minorías sexuales...

En este contexto, ¿cómo lee la llegada de la gestación subrogada, los debates por su regulación, sus efectos sobre la igualdad?

No me gustaría responder a favor o en contra de esta práctica, sino que me gusta decir que es un síntoma de algo que tiene también que ver con ese conflicto de lo productivo y lo reproductivo. Está por ejemplo la idea de que mujeres privilegiadas con problemas para concebir con sus compañeros están agarrándose a un fetiche biológico cuando hay muchos niños que podrían adoptar. Por otro lado, está la cara de las mujeres que se prestan, cómo de limitadas son sus posibilidades y opciones para que esto parezca un buen negocio para ellas. En EEUU tienes mujeres más bien pobres, que han tenido pocas oportunidades educativas, recibiendo 10.000 dólares que ven como una fortuna. Durante el embarazo muchas desarrollan apego y de repente tienen que desprenderse del bebé. Algunas tratan de deshacer el contrato y hemos vivido auténticas batallas legales. Así que esto va de las opciones vitales tan restringidas que tienen algunas mujeres y del fetiche biológico. También tiene que ver con el posponer la llegada de los hijos por la exigencia del mercado... Todo forma parte del mismo problema.

Ha dicho en varias ocasiones, también en sus artículos, que algunas ideas feministas han acabado siendo sirvientas del neoliberalismo. ¿No es eso una forma de culpar al feminismo en lugar de señalar al sistema, al patriarcado o al neoliberalismo, por apropiarse de unas ideas para reforzarse y neutralizar su amenaza?

Diría que la culpa principal de la neoliberalización no es desde luego del feminismo. El villano principal de esta historia es el capitalismo financiero. Pero el feminismo liberal del que hablo no ha sido pasivo, ha sido un colaborador activo, quizá amateur, pero activo. Alguien como Sheryl Sandberg no es una víctima. Sus ideas han tenido mucha influencia. Es una apropiación de otras formas anteriores de feminismo más crítico.

Pero, por ejemplo, una de esas ideas que usted señala es la crítica feminista al salario familiar, a la idea de que un salario, ganado por el hombre, bastaba, y que las mujeres solo tenían cabida en un espacio privado, sin recursos propios. Eso no es una idea del feminismo liberal...

Hay una ironía, el feminismo criticó la idea del salario familiar, un salario que sostenga a toda la familia y que dejaba a las mujeres en dependencia. Nuestra crítica acabó convergiendo con la idea neoliberal de abaratar los puestos de trabajo y de tener trabajadoras
baratas, y ahí, efectivamente, no hay que culpar al feminismo. Pero hay que decir que una parte importante del feminismo hizo una alianza con fuerzas que han destruido los derechos laborales y las condiciones de vida de la clase media trabajadora.
https://www.eldiario.es/politica/Nancy-Fraser_0_880512834.html
 
Embarazo adolescente en México: un problema alimentado por la inequidad
La maternidad precoz es un problema que expresa desigualdad al presentarse en los estratos sociales bajos en comparación con los altos
Brissa, de 15 años, sostiene en brazo a su hijo de tres semanas de edad en la casa de su madre en Sinaloa, México. JONATHAN


HYAMS SAVE THE CHILDREN

GRECIA VILLA
26 MAR 2019 - 00:01552580422_784534_1552581920_noticia_normal_recorte1.jpg
México tiene la mayor tasa de natalidad en mujeres adolescentes de todos los países miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE): 62 embarazos por cada 1.000 son de niñas y adolescentes. Pese a que entre los años 2000 y 2006 se logró una reducción de más del 8%, entre el 2007 y el 2012 el incremento llegó casi al 15%. En 2017, dos de cada diez nacimientos en México eran de una mujer menor de 20 años.

El embarazo adolescente es la causa principal de mortalidad en niñas entre los 15 y 19 años en el mundo. El 90% de las muertes ocurren en países en vías de desarrollo, como México y el resto de Latinoamérica, y la mayoría de estas son prevenibles. Pero la preocupación por esta problemática parte también de las tasas elevadas de abortos clandestinos y de la falta de conocimiento para buscar apoyo e iniciar control prenatal.

Existen factores de riesgo en la dimensión individual, familiar y social como la menarquia precoz, la baja autoestima, el uso de drogas, ser hija de una madre adolescente, un padre ausente, no usar métodos de planificación familiar, o la falta de conocimiento sexual. Así mismo, también existen factores protectores como una familia que apoye a la adolescente, la buena comunicación interpersonal, el sentido de la vida laboral, y la abstinencia.

El embarazo adolescente no es solo un problema de salud global, sino que expresa desigualdad al presentarse en los estratos sociales bajos en comparación con los altos. Las variaciones en México van desde 97 adolescentes por cada 1.000 mujeres embarazadas entre la clase más desfavorecida, a 15 adolescentes por cada 1.000 mujeres embarazadas en la más alta. Está documentado que la diferencia más importante en cuanto a salud reproductiva tiene que ver principalmente con la inequidad en el acceso a los servicios de salud, la cual se encuentra claramente marcada por los estratos socioeconómicos.

Estado mundial de las madres que cada año realiza la ONG Save the Children, se evidencia la discrepancia en la prevalencia de uso de métodos anticonceptivos entre los estados más al sur del país, como Chiapas, con un 35,5%, y el resto, donde se estima su uso en un 59%.

Aunado a esto, se suma el problema del desempleo y el abandono escolar al enfrentarse a la problemática del nuevo embarazo. En este marco, se han implementado estrategias como el Programa de becas de apoyo a la educación básica de madres jóvenes y jóvenes embarazadas (Promajoven) de la Secretaria de Educación Pública. Sin embargo, los indicadores muestran que ha tenido poco éxito, ya que solo cuenta con un 22% de efectividad. De esta forma, la problemática social de los padres adolescentes continúa con sus hijos, pues ellos tienen mayores tasas de abuso y negligencia, mayores posibilidades de ser criminales y mayor probabilidad de convertirse ellas mismas en madres adolescentes, lo que perpetúa esta situación.

Con la finalidad de disminuir este problema social que tiene un impacto importante en los jóvenes del mundo, se han realizado múltiples intentos por entender las situaciones que llevan a las adolescentes a tomar decisiones que las ponen en riesgo de un embarazo. Se han realizado múltiples intervenciones, muchas de ellas multidisciplinarias, con enfoque en salud sexual y reproductiva, cuyos programas incluyan también nuevas oportunidades de educación y trabajo, todo esto con poco éxito.

Existe poca teoría para guiar la práctica y los programas de prevención de embarazo en adolescentes, por lo que urge el desarrollo de investigaciones que busquen entender los factores que predisponen a las adolescentes a embarazos a temprana edad. La finalidad es la de crear programas inclusivos y adecuados culturalmente que mejoren las condiciones de vida de los adolescentes y, con ello, les permita tomar mejores decisiones en cuanto al momento de la maternidad.

Grecia Villa es jefa de residentes de Ginecología y Obstetricia en el Instituto Tecnológico de Monterrey (México). Como estudiante del Máster en Salud Global ISGlobal-UB, participó en la primera edición del taller de liderazgo Safe Mothers and Newborns organizado por ISGlobal, centro impulsado por “la Caixa”, junto con la Escuela de Salud Pública de Harvard y la Universidad Aga Khan.


https://elpais.com/elpais/2019/03/14/planeta_futuro/1552580422_784534.html?por=mosaico
 
¿ HASTA CUANDO ?

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Detenido un depredador sexual multirreincidente por la agresión a una joven en Valencia tras la Cremà

El arrestado también está acusado de abusar de una joven que hacía 'running', cuenta con 10 antecedentes de delitos sexuales y el sospechoso de otros abusos a menores en Valencia



La Policía considera al detenido sospechoso de otros abusos sexuales incluso a menores en Valencia, tanto de día como de noche





El detenido, con 11 antecedentes policiales diez de ellos por delitos contra la indemnidad sexual, pasó a disposición judicial y se decretó su ingreso en prisión provisional.

https://www.lasprovincias.es/sucesos/depredador-sexual-valencia-20190326164312-nt.html

 
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El Feminismo y el Progreso

Por Cecilia Castaño | marzo 26, 2019 | 0

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Cecilia Castaño, Catedrática de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid (UCM.)

Feminismo es progreso, también económico

La búsqueda de la justicia de género por parte del movimiento feminista hace avanzar a toda la sociedad, que mejora cuando se enfrenta a las desigualdades y las mujeres acceden a los estudios, al empleo, al poder. Más mujeres, con más formación, trabajando de forma remunerada, contribuyen a que la economía crezca más y mejor, porque aportan su salario y su talento. Más hombres que comparten los cuidados y disfrutan más de sus hijos y de sus mayores, contribuyen también al bienestar social. No olvidemos que el crecimiento económico no solo se nutre del empleo remunerado sino también del trabajo donado en los hogares. Si las mujeres dejásemos de realizar esas tareas y se creasen puestos de trabajo para dar a las familias los servicios que necesitan, una gran parte de este trabajo invisible se convertiría en empleo remunerado, contribuyendo al crecimiento del PIB, a los ingresos fiscales, a financiar el sistemas de pensiones. La socióloga Mª Ángeles Durán, en su último libro La riqueza invisible de los cuidados (2018) nos dice que el trabajo que se dedica en España al hogar y familia es un 30% superior al remunerado y que, aplicando la metodología del INE, las horas de trabajo para el cuidado del hogar y la familia equivalen a 28 millones de empleos a tiempo completo.

La sociedad no reconoce, sin embargo, esta donación, que se considera propia de la naturaleza de las mujeres aunque las prive de derechos, autonomía y oportunidades de desarrollo personal y profesional. En nuestro país, al igual que en todo el mundo, cada avance de las mujeres ha sido y será el resultado de su lucha en pos de este reconocimiento, con avances y retrocesos, porque cada vez que el feminismo conquista un territorio, el patriarcado se reorganiza para que ese avance no sea completo. Ningún avance ha sido fácil. La despenalización de los anticonceptivos en 1978, la ley del divorcio en 1981, no estuvieron exentos de polémica y oposición por parte de los sectores más conservadores y de la iglesia católica. La creación del Instituto de la Mujer en 1983, la modificación del Código Penal en 1985 para permitir la interrupción voluntaria del embarazo, la Ley de Protección contra la Violencia de Género de 2004, La Ley de Igualdad de 2007, han sido el resultado de la lucha pacífica del movimiento feminista español dentro y fuera de los partidos políticos y los gobiernos.

El Feminismo de hoy: global, masivo, unitario e intergeneracional

2017 quedará para la historia como el año de la eclosión del feminismo global. La Marcha de la Mujeres en enero de 2017, al día siguiente de la toma de posesión del Presidente Trump -contundente respuesta a su comentario de que a las mujeres había que “agarrarlas por el coxx”- reunió a 500.000 mujeres en Washington para proclamar que “los derechos de las mujeres son derechos humanos”, secundadas por 673 marchas más con tres millones de manifestantes en todo el mundo.

El hashtag #MeToo (Yo también), que se hizo viral en las redes sociales en octubre de 2017 dio nuevo impulso al debate al denunciar las agresiones y acoso sexual, a raíz de las acusaciones contra el productor de cine estadounidense Harvey Weinstein. Si cada mujer acosada tuitea su experiencia se demuestra la magnitud del comportamiento misógino, a la vez que se crea una memoria colectiva de las agresiones que contribuye a la liberación del sentimiento de culpabilidad que la violencia sexual genera en las mujeres.

Las mujeres españolas hemos tenido un protagonismo especial en esta eclosión del feminismo, por el importante seguimiento de las huelgas de mujeres del 8 de marzo tanto en 2018 como en 2019, subrayadas en la prensa internacional y nacional. Esto ni ha sido algo casual o inesperado. La tensión en el movimiento feminista estaba creciendo por el malestar ante los efectos negativos para las mujeres de la Gran Recesión y las políticas neoliberales aplicadas por el gobierno del Partido popular desde 2012 y, finalmente, por la necesidad de dar respuesta a los ataques concretos a los derechos de las mujeres por parte de ese mismo gobierno.

El 1 de febrero de 2014, llegó a Madrid la campaña del Tren de la Libertad -movimiento organizado por la Tertulia Feminista Les Comadres de Asturias- contra el Anteproyecto de Ley de Protección de la Vida presentado por el gobierno de Mariano Rajoy, enormemente restrictivo con el derecho de las mujeres a la interrupción voluntaria del embarazo, que en 2009 había sido ampliado por el gobierno de Zapatero con una ley de plazos. Trenes y autobuses de todo el estado confluyeron en una movilización masiva de mujeres y la entrega en el Congreso de los Diputados del manifiesto “Porque Yo Decido”. La persistencia y fuerza de estas movilizaciones alcanzó su objetivo el 23 de septiembre, cuando se anunció la retirada del Anteproyecto y la renuncia del Ministro de Justicia Alberto Ruíz Gallardón.

Pero el detonante clave para que la sociedad española haya adquirido conciencia de la necesidad y justicia de las demandas del feminismo fue la campaña frente a la violación colectiva a una chica de 18 años en los Sanfermines de 2016, grabada por sus agresores. En las distintas etapas del proceso judicial a La Manada, conforme se apreciaba el cuestionamiento de la conducta de la denunciante -por parte de los abogados de las defensas y por algunos medios de comunicación- el seguimiento masivo de las protestas convocadas al minuto por las redes sociales llenó los centros de las ciudades españolas de mujeres y hombres de todas las edades al grito de “No es abuso, es violación”.

Las dos convocatorias de Huelga Mundial de Mujeres del 8 de Marzo de 2018 y 2019, bajo el lema “Sin nosotras el mundo se para” han sido momentos culminantes para el feminismo español. En 2018 el seguimiento en las redes sociales y la complicidad de muchos medios de comunicación –el Manifiesto de la Plataforma de Mujeres Periodistas contó con 7.000 apoyos- derivó en una auténtica toma de la calle y los medios de comunicación contra la discriminación salarial, la violencia y el abuso sexual. Especialmente relevantes fueron las manifestaciones, con cientos de miles de asistentes en las principales capitales españolas y un seguimiento notable en el resto del país. En 2019 el seguimiento de la convocatoria de huelga y la asistencia a las manifestaciones han sido todavía mayores, haciendo patente que el malestar de las mujeres tiene raíces profundas y requiere respuestas en consonancia con la magnitud de los problemas que motivan la movilización.

Los logros recientes del feminismo español

A punto de finalizar la segunda década del siglo XXI uno de los logros más significativos del feminismo español ha sido hacerse entender. Hemos conseguido que la sociedad española comprenda que el feminismo no es un machismo al revés. En palabras de Amelia Valcárcel, “el feminismo no es lo contrario del machismo, pero es absolutamente contrario al machismo, y quiere acabar con él”.

En esta misma línea, se empieza a asumir la necesidad de cambiar las conciencias. Se ha generalizado el rechazo a la violencia y la discriminación de género y muchas mujeres y hombres anteriormente indiferentes, hoy se declaran feministas, incluso la Presidenta del Banco de Santander Ana Botín. Para acabar con estos problemas las leyes no son suficientes, sino que es necesario un compromiso real y efectivo al máximo nivel de los poderes públicos, de todas las instituciones del Estado, de las empresas y de toda la sociedad, así como medios materiales y humanos para actuar en consecuencia.

Se ha conseguido asimismo que, poco a poco, el foco de las noticias y el análisis sobre la discriminación y la violencia de género, no se ponga tanto en las mujeres como víctimas –“reduce tu jornada”; “protégete”; “denuncia”; “pide ayuda”- sino en los hombres como responsables. Algunas campañas interpelan directamente a los maltratadores –“tienes que cambiar”- o al conjunto de los hombres -“no seas cómplice”; “no permitas que otros lo hagan”-.Lo anterior representa un gran avance respecto a las campañas tradicionales de atemorizar a las mujeres –“no te vistas así”; “no salgas sola”- y las propuestas de aumento de las penas a los maltratadores como única solución.

El papel de las redes sociales difundiendo información y convocatorias es clave para el funcionamiento de este feminismo unitario (diversas, pero no dispersas) e intergeneracional (las mujeres jóvenes y adolescentes se incorporan con fuerza; las mujeres mayores vuelven a estar en primera fila). Se acabó el silencio y la resignación; es tiempo de movimiento, actividad, participación y solidaridad.

El feminismo se consolida como una idea transformadora del poder, que cuestiona el orden patriarcal y pone la igualdad real y efectiva en el centro de la agenda política. La conciencia y los lemas del feminismo han pasado a formar parte de la cultura de género de nuestro país. Por ejemplo, en la precampaña electoral observamos que todos los partidos políticos, todos los líderes y organizaciones sociales, con mejor o peor acierto, se definen respecto a las demandas del feminismo. En unos casos, incorporándolas a sus programas; en otros, negándolas y ofreciendo respuestas tradicionales que implican el retorno a un pasado anclado en las visiones del machismo más rancio. A pesar de los ataques al feminismo y la negación de los datos más evidentes sobre la discriminación y la violencia, es evidente que la fuerza del movimiento feminista han logrado colocar las demandas de las mujeres en el primer plano del debate político.

Los retos del feminismo

Mirando al futuro del feminismo, la violencia de género y sexual es el problema más urgente, porque está en juego la integridad física de las mujeres y su derecho a la intimidad. Pero hay otros problemas igualmente graves, que originan los anteriores, y necesitan respuestas en clave feminista. A punto de finalizar la segunda década del siglo XXI, la igualdad efectiva está todavía lejana y la situación de las mujeres empeora. La Brecha Global de Género (Global Gender Gap) del Foro Económico de Davos registra un considerable retroceso de la igualdad de género en nuestro país, que ha pasado de ocupar el puesto nº 10 en 2007 al nº 29 en 2018. Lo que más ha empeorado es la participación económica y salarial femenina, por la reducción de los servicios sociales y asistenciales; menos mujeres ministras, parlamentarias y en las cúpulas empresariales. Los avances alcanzados por las mujeres se revierten porque las dos coordenadas estratégicas que los sustentaban, las legislaciones de igualdad de género y las políticas de Estado de Bienestar, se ven debilitadas por las medidas de austeridad aplicadas en España -y en otros países la Unión Europea- frente a la Gran Recesión de 2008. Dichas coordenadas de igualdad y bienestar retrocedieron subordinadas a objetivos de consolidación fiscal que implicaban no solo austeridad y recortes mientras durase la recesión, sino una reducción estructural del tamaño del sector público y la oferta de servicios públicos.

Las mujeres nos movilizamos porque nos sentimos muy afectadas por una salida de la crisis con medidas de austeridad y empeoramiento de las condiciones laborales y de los salarios que afectan particularmente nuestra autonomía y libertad hasta llevarnos a la pobreza estructural. Un buen ejemplo es el movimiento de las Kellys –laskelimpian– camareras de piso subcontratadas que, tras la reforma laboral de 2012, vieron reducidos sus sueldos y jornadas de trabajo, manteniendo el mismo volumen de tareas (30 habitaciones a 2,5 Euros por unidad en 6 horas)

Desde la perspectiva neoliberal aplicada por los gobiernos de Rajoy, la desigualdad no es un problema. Las mujeres, a pesar de constituir más del 50 % de la población, somos consideradas como un “colectivo” con problemas de inclusión, y las políticas sociales y de género se han orientado únicamente a mujeres pobres, vulnerables, en riesgo de exclusión. Para las demás mujeres, no se considera necesario aplicar políticas de igualdad, ya que los problemas de desigualdad se resolverían con el reemplazo generacional.

En nuestro país, donde conviven ideologías igualitarias con otras muy restrictivas respecto al papel de las mujeres, no pocos actores políticos argumentan que la igualdad de género es un lujo que no podemos permitirnos. Las políticas económicas, laborales y sociales de los últimos años parece que pretendieran el regreso de las mujeres al hogar y a los roles tradicionales. Con la combinación de reducción estructural del tamaño del Estado del Bienestar y contratos a jornada parcial, las mujeres contribuimos a reducir tanto el gasto público como las abultadas cifras de desempleo, al tiempo que se nos dirige de forma inexorable a una vejez de pobreza.

La decisión de trabajar y tener hijos, sin embargo, no es un capricho y tampoco es una responsabilidad exclusiva de las mujeres y sus familias. Cuando nos preguntamos cuántas mujeres quieren trabajar más, o simplemente trabajar, observamos que en España hay 9,4 millones de mujeres inactivas, cuya razón principal para no buscar empleo es que creen que no lo van a encontrar, o que cuidan de niños, mayores u otras tareas personales. Hay también 1,7 millones de mujeres en paro. Hay 2,1 millones que trabajan a tiempo parcial y de ellas las que alegan razones de cuidados y obligaciones familiares son 1,5 millones. El objetivo del Horizonte 2020 era una tasa de empleo femenina del 74% para España, y al ritmo actual no se alcanzará hasta 2030 o más tarde.

Y si nos preguntamos cuántas mujeres quieren tener hijos y no pueden hacerlo por miedo a perder su trabajo, el indicador de fecundidad del INE nos muestra que en España la edad media al tener el primer hijo se sitúa en 30,9 años, y ha crecido 1 año y medio desde 2007.

Ante la evidencia de que el empleo femenino no es sostenible sin el apoyo de servicios públicos de educación, salud, sociales y asistenciales, a las mujeres españolas se nos ofrecen dos alternativas en las campañas electorales de 2019: una defiende que es mejor reducir impuestos para que el dinero esté en el bolsillo de losespañoles, y gastar menos en servicios públicos y tener a las mujeres en casa; otra propone, por el contrario, recaudar más y gastar más en servicios públicos porque las mujeres están trabajando. Es muy dificil que las mujeres españolas de hoy acepten la primera propuesta, la de regresar al hogar y jornada parcial; sin embargo, para que la propuesta alternativa de empleo femenino y servicios públicos, sea posible son necesarios algunos cambios importantes.

La perspectiva feminista sobre el mercado de trabajo: no basta con crear empleo

Las políticas económicas, de empleo, de Estado de Bienestar, han estado funcionando sin tener en cuenta el cambio fundamental experimentado por la sociedad española en los últimos 30 años: la incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo. Desde 1987, se ha duplicado el número de mujeres activas, que ha pasado de 5 a 10 millones. Se han incorporado, sobre todo, mujeres casadas y con hijos, incluso en los años peores de la crisis, cuando la tasa de actividad masculina bajaba y la femenina subía.

Las mujeres españolas de hoy tienen muy claro que su identidad como mujeres está tan asociada al empleo como en el caso de los hombres. Quieren trabajar y se preparan para ello mejorando su cualificación con estudios secundarios y universitarios. Sin embargo, tienen que atender también al cuidado y, aunque desde 1987 el empleo femenino también ha aumentado en más de 5 millones de mujeres, cuando hay algún hijo menor de 3 años, es la mujer la que reduce su jornada o abandona el empleo. En la reciente crisis, las mujeres han reafirmado su papel como sustentadoras de los hogares españoles y en la actualidad es cada vez más importante el modelo de familia de dos sustentadores. Esto sin embargo ha incidido muy poco en el incremento de la dedicación de los hombres a las tareas de cuidados.

Es necesario aproximarse al mercado de trabajo desde una perspectiva nueva. A pesar del compromiso de las mujeres con el empleo, accedemos a un mercado de trabajo que es un sistema de reglas masculinas, de total libertad en la disposición de tiempos e incompatible por tanto con la conciliación. Mercado que se configuró institucionalmente cuando las mujeres eran la excepción en el empleo porque trabajaban en el hogar. Judy Wacjman afirma que se nos considera trabajadoras diferentes de los hombres “impregnadas de domesticidad”; María Emilia Casas nos habla del “estigma de la conciliación” (si concilias, no confían en ti y te pagan menos); para esta jurista, la conciliación sería el “suelo pegajoso de las mujeres” y una de las causas inexplicables de la brecha salarial de género.

Es necesario modificar la perspectiva teórico-analítica predominante y analizar la relación de las mujeres con el mercado de trabajo no de un modo aislado e independiente, sino como parte de una trama social. La relación trabajo-familia se despliega en dos planos diferentes -el plano de la vida cotidiana familiar y el plano institucional- pero hay que establecer su conexión, de manera que los sujetos del cuidado ya no sean solo mujeres sino también hombres, y el dominio privado del hogar haya de ser compartido con el sector público (Carlos Prieto). El bienestar de niños y dependientes se ha de combinar, por tanto, con la igualdad de las mujeres, y no subordinar la igualdad al cuidado; al mismo tiempo, el deber y la solidaridad han de combinarse con la justicia y los derechos sociales, y no depender de la doble jornada de las mujeres.

El modelo masculino de trabajo de mercado no es generalizable a las mujeres porque es incompatible con el cuidado de las personas. Por ello su regulación ha de establecerse en conexión con la regulación de los cuidados –la corresponsabilidad- y contando con la provisión de abundantes recursos públicos (que no han sido suficientes). No basta con ofrecer tiempo a las mujeres bajo distintas fórmulas de conciliación, jornada parcial y flexibilidad (Juan Antonio Fernández-Cordón y Constanza Tobío). La conciliación es el suelo pegajoso que impide que las mujeres disfruten de una carrera laboral completa y se promocionen.

Cristina Carrasco nos dice que el gran desafío político del momento es aceptar que es la sociedad en su conjunto la que debe asumir el cuidado de su población y no asignarlo a un sector de la misma –las mujeres- desplazando con ello hacia los hogares toda la tensión que conllevan la gestión del cuidado y la reprivatización de la reproducción social. La drástica reducción del gasto público en servicios de cuidados, sanitarios o educativos, persigue que una parte de los cuidados regresen al hogar, con el consiguiente aumento del trabajo de las mujeres, auténtico amortiguador de los efectos devastadores de la crisis en el bienestar de las personas. Cada vez que se niega una beca de comedor, o una plaza de residencia de mayores, hay una mujer que tiene que dejar su trabajo o reducir su jornada para atender esa necesidad. Estamos inmersos en una gravísima crisis de los cuidados, una crisis de reproducción social, que va mas allá de una crisis financiera o económica.

Para garantizar, por tanto, la incorporación de las mujeres y el bienestar de la sociedad, la creación de empleo no es suficiente. La igualdad no se puede alcanzar integrando a las mujeres en el modelo masculino de empleo. Para alcanzarla efectivamente es necesario avanzar hacia una organización social del cuidado desde el debate ciudadano informado. Unos servicios públicos de calidad no son necesarios solo para las mujeres y las familias con recursos limitados o en situación de pobreza, son necesarios para el bienestar económico y social general.

Conclusión

Las demandas del feminismo no son utópicas, aunque sin duda son difíciles de alcanzar. En la Inglaterra del siglo XIX era legal que las mujeres recibieran palizas por parte de sus padres, hermanos y maridos. En España, las mujeres no tenía siquiera derecho a una educación pública. El siglo XX fue el siglo de las mujeres, con el acceso a la educación universitaria, al empleo masivo, al divorcio, a los anticonceptivos y al aborto, en una sucesión de cambios hacia la libertad y la autonomía de las mujeres a pesar de las resistencias y la oposición del patriarcado. Cuando los ataques al feminismo sean más feroces, pensemos que “ladran, luego cabalgamos”, porque será muy difícil para el patriarcado doblegar a este feminismo global, masivo, unitario e intergeneracional.
https://economistasfrentealacrisis.com/el-feminismo-y-el-progreso/
 
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Retrato de Francisca de Pedraza


Francisca de Pedraza, una mujer maltratada que pudo 'divorciarse' en el XVII
En La Jungla. La historia de esta mujer es bastante desconocida, sin embargo su caso fue el primero de violencia de género que se encuentra registrado en España.
14 septiembre, 2018 17:42
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M. C. @MartinhaCorral


Aquel día, en medio de una calle de Alcalá de Henares, Francisca de Pedraza perdía al niño que llevaba en sus entrañas después de que su marido, Jerónimo de Jaras, le hubiese pateado el vientre. No era, ni mucho menos, la primera vez que pegaba a su mujer, con la que se casó en 1610; pero probablemente fuese una de las últimas.

Ella podría haber huido, pero el miedo a que sus otros hijos creciesen a merced de un padre como aquel, le hizo buscar justicia. Fue la primera mujer de la historia que denunció malos tratos de su marido y peleó hasta conseguir el divorcio, una condición que no estaba ni mucho menos contemplada en el siglo XVII.




La primera de sus denuncias la presentó el 28 de julio de 1620 ante el canónigo de la Colegial de la villa de Alcalá y en ella manifestó que, tras las agresiones físicas y las humillaciones a las que estaba siendo sometida, quería acabar con la relación conyugal. Evidentemente el divorcio en aquel momento no suponía lo que supone en nuestros días; pero sí garantizaba que Francisca podría vivir en otro domicilio alejada de su marido.

"Trátela con amor"
No obstante, la lucha de Francisca no había hecho más que empezar. A pesar de que hubo testigos que afirmaron haber estado presentes en episodios de maltrato, el 16 de septiembre salió la sentencia recogiendo únicamente una solicitud para Jerónimo Jaras: "de aquí en adelante trate bien y amorosamente" a su mujer.

Y si este tipo ya era un maltratador de primer orden, ahora que se supo ridiculizado y en boca de todos, podemos imaginar que su reacción podía ser de todo menos amorosa. Así que, para desgracia de Francisca, las palizas no cesaron. Llegó entonces una nueva demanda de divorcio el 6 de julio de 1622, esta vez ante la Iglesia.

Meses después, a pesar de los testimonios, el vicario general dictaminó el 13 de octubre una amonestación contra su marido y, otra vez, el consejo: "de aquí en adelante trate a la dicha su mujer con mucho amor y no le haga semejantes malos tratamientos". Sin embargo, lejos de venirse abajo, Francisca quiso agotar todas las vías posibles.

La primera orden de alejamiento
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Placa en recuerdo de Álvaro de Ayala y Francisca de Pedraza por la Universidad de Alcalá

Tras varios pronunciamientos de las autoridades que le seguían obligando a convivir con su marido, Francisca acudió al nuncio del Papa ante los reinos de España, que autorizó a que el caso se expusiese en la Audiencia Escolástica de la Universidad de Alcalá de Henares.

Allí, el jurista don Álvaro de Ayala, primer colegial con los grados de licenciado en Derecho Canónico y Civil, fue el encargado de dictar la resolución del caso. Así, diez años después de recibir la primera paliza, Francisca celebró cómo quedaban revocadas todas las resoluciones anteriores. Se le permitió la separación, se concedió una orden de alejamiento y se ordenó a Jerónimo Jaras que devolviera la dote.

La historia hecha música y premio
La vida de Francisca de Pedraza, que cayó en el olvido hasta hace pocos años, fue recuperada y puesta en valor por el catedrático de Derecho de la Universidad Juan Carlos I, Ignacio Ruiz. El Ayuntamiento de Alcalá de Henares ha celebrado diversos actos e iniciativas en homenaje a esta mujer, pero desde este pasado mes de julio su lucha también se ha convertido en música.

La Orquesta Filarmónica Cervantina de las 25 Villas estrenó el 9 de julio en la iglesia de los Remedios de Guadalajara una suite sinfónica que plasma el sufrimiento de Francisca, pero también su valor y la victoria final ante el tribunal. Se trata de una composición de Fernando Furones que pretende convertirse en un símbolo cultural contra la violencia de género.





Además, desde 2016, se convoca el Premio Francisca de Pedraza contra la violencia de género, creado por la Asociación de Mujeres Progresistas de Alcalá de Henares con la colaboración de la Universidad, el Ayuntamiento y el Colegio de Abogados. El ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero fue el primer galardonado y en 2017 se le concedió a la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) de la Comisaría General de Policía Judicial del Cuerpo Nacional de Policía.

[URL]https://www.elespanol.com/social/20180914/francisca-pedraza-mujer-maltratada-pudo-divorciarse-xvii/337966997_0.html
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Tirano y muy señor mío: el matrimonio infantil en Afganistán


Qué es el infierno? Para los griegos, por ejemplo, era el lugar donde, después de la muerte, las almas de los pecadores eran torturadas… Cada cultura tiene su propio infierno con sus demonios particulares. Si nos preguntasen a nosotros divagaríamos hasta acabar describiendo un lugar lúgubre, lleno de fuego y de dolor. Si esa pregunta se la trasladamos a una mujer afgana su respuesta nos dejaría estupefactos.

Para ellas el infierno es una puerta. La cual siempre permanece cerrada y que nunca podrán traspasar. Viven encarceladas en vida. Son esclavas de un monstruo que las tiraniza. Y, por las noches, todas y cada una de las noches, ese ser monstruoso las visita para abusar sexualmente de ellas. En Afganistán el infierno existe y los monstruos también, a pesar de tener rostro humano.


Formas geométricas, dibujadas con henna natural, decoran las delicadas manos de Nassia. Los pies también están cincelados con esmero. La niña tiene la mirada perdida. Oculta su rostro tras un trozo de tela verde, su traje de bodas. Hoy es un día inolvidable para ella. Se acaba de casar. Ha dejado de ser una niña para convertirse en mujer y en esposa. Pero está triste. Ausente. La pena ahoga cualquier tipo de emoción. Es un día que no olvidará jamás. Por mucho que lo intente…

-“¿Eres feliz?”, pregunto sin obtener respuesta.

La niña se hace un ovillo detrás de la tela verde. Ahora oculta, incluso, sus ojos negros como la noche. Daría su vida por desaparecer de aquel lugar. Huir lo más lejos posible para no volver nunca más. Esta noche, su marido, entrará en su habitación para consumar el matrimonio. Nassia, que no es más que una niña de 15 años, tratará de resistirse o no… ¿qué más da? Y ese individuo, que ha pagado 4.700 euros y unas tierras a la familia de ella, la violará. Sí. Porque eso es lo que hará este ser, que se siente poderoso por tener una mujer a la que cuadruplica la edad y otra esposa, con quien tiene tres hijos. Esto es Afganistán y los matrimonios forzados, con menores, están a la orden del día. De hecho, según un informe Naciones Unidas el 35% de las menores se ven forzadas a casarse.

“Aquí, en Afganistán, la edad es relativa…”, asevera Shir Khan, el exultante marido de 53 años. El hombre tiene el rostro afable. Las arrugas van floreciendo bajo sus ojos. Las canas ganan terrero en su barba. Manos llenas de callos. Manos de agricultor. Manos agrietadas de arar el campo. Un pakol cubre su cabeza. El hombre suda copiosamente. Mira el ventilador que está apagado. Se encoje de hombros. “No tenemos electricidad. Y los paneles solares no son suficientes para hacer que el otro también funcione”, dice tratando de disculparse por el intenso calor que hay en la habitación. “Lo siento. Es una casa modesta. No tengo mucho dinero…”.

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Shir Khan ANTONIO PAMPLIEGA

“La familia de Nassia es muy pobre y tienen problemas económicos. Necesitaban dinero y por eso ofrecieron a su hija en matrimonio. Les hice una buena oferta y por eso me escogieron a mi como su futuro marido”, asegura este hombre cuya cara irradia una felicidad un tanto sospechosa. Cada vez que piensa en su esposa es para hablar de los futuros hijos que le dará. “Tendremos muchos. Por eso me he casado con ella…”, afirma mirando de reojo a su mujer quien se tapa aún más tras la tela verde.

Shir Khan, al igual que Nassia, es musulmán pero esto no tiene nada que ver con la religión es cultural. Un mal endémico que tiene inoculada la sociedad afgana desde hace siglos y que es imposible erradicar si no se combate con educación y con una mejora en la situación económica del país; ambas cosas poco probables. “Nuestra cultura es así y así la aceptamos. El día de mañana tendré que casar a mi hija con un hombre…”, comenta mientras insiste que su matrimonio con Nassia es por amor. “Por supuesto. Nos hemos casado por amor. Además, no sólo hay una relación de pareja sino de familias. Y esas relaciones se fortalecen gracias a bodas como esta”.

La niña dejará de asistir al colegio, obviamente, se quedará en casa ayudando a la mujer

¿Y el futuro de la niña? ¿De verdad piensan que hay futuro después de esto? La niña dejará de asistir al colegio, obviamente, se quedará en casa ayudando a la mujer, y a los tres hijos de su marido, convirtiéndose en la sirvienta y, cada noche, servirá de disfrute sexual de Shir Khan que está como loco por tener más y más hijos. Así que no… Nassia no tiene ningún tipo de futuro salvo dejarse llevar o tratar de quitarse la vida para aliviar este dolor.

Nadie sabe, a ciencia cierta, cuántas mujeres se quitan la vida en Afganistán, cada año. La mayoría de las muertes son registradas como meros accidentes domésticos porque, para las familias de las jóvenes, el su***dio es un deshonor. Tanto es así que durante el régimen talibán los padres de las jóvenes que habían tratado de quitarse la vida eran encarcelados por considerarlo un pecado. El Islam, al igual que el cristianismo, considera el su***dio una aberración. Un insulto a Dios. Por lo tanto, a día de hoy, las muertes se siguen ocultado. Por vergüenza.

Según un informe de 2014, elaborado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas, la mayoría de los suicidios en Afganistán “son llevados a cabo por mujeres”. Depende de la provincia del país, las jóvenes optan por un método u otro para quitarse la vida. “El más popular es rociarse el cuerpo con algún líquido inflamable y, después, prenderse fuego. En otros sitios prefieren la ingesta masiva de pastillas o cortarse las venas”, describe Sami Sadata, cirujano jefe del hospital de quemados de Herat.

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Centro de acogida para mujeres y niñas maltratadas ANTONIO PAMPLIEGA

“Los motivos por los que una mujer intenta quitarse la vida son fundamentalmente, tres: Los matrimonios forzosos, el consumo de opio y los problemas económicos. Pero, en su mayoría, son chicas muy jóvenes, de entre 14 y 21 años, que sufren malos tratos en el seno familiar o se ven obligadas a sacarse con un hombre que no desean y, en casi todos los casos 10 o 15 años mayor que ellas”, confiesa doctor. “En la mayoría de los casos las pacientes no quieren dar el motivo real por miedo a las represalias de la familia”.

Quienes no reúnen el valor suficiente para tratar de quitarse la vida deciden huir de sus casas pero, en un país como Afganistán, el precio a pagar, si te detienen es muy elevado. Fátima, con 16 años, se negó a casarse con un hombre 15 años mayor que ella. Sus padres habían concertado el matrimonio y ella se negó. Decidió huir pero, finalmente, la policía la detuvo. “Estoy condenada a dos años de internamiento en un reformatorio”, se sincera la muchacha quien oculta su rostro tras un pañuelo. “Estoy mejor aquí, encerrada, que casada con un hombre que no quiero. Sólo espero poder salir de aquí y ser yo quién decida qué hacer con mi vida”, añade esperanzada.

Esta mujer decidió huir porque no quería estar sometida a nadie y va a pagar con dos años en un reformatorio. Pero aun así tiene esperanza. Esperanza de salir y de tener una vida feliz con la persona que ella elija. Una segunda oportunidad en un país donde eso no suele ser la tónica habitual.

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Fátima ANTONIO PAMPLIEGA

Los datos sobre matrimonio infantil son terroríficos. El el 57% de las niñas se casan antes de los 19 años, cerca del 40% son obligadas a sacarse entre 10 y 13 años, el 32% a los 14 años y 27% a los 15 años, según denuncia Naciones Unidas en un informe de 2016. La discriminación contra las niñas es generalizada en este país. Se les priva de sus derechos básicos como la educación, el juego y el simple hecho de ser un niño. En su lugar, demasiadas de ellas son casadas por razones económicas, como el pago de la deuda, como objetos ofrecidos para resolver disputas, o para ganar el favor de alguien importante. También son regaladas por los padres a aquellos que demandan tenerlas para escapar de la retribución si se resisten a hacerlo.


Afganistán, el jardín del opio
La ONU ha informado que el 12% de las niñas menores de edad son obligadas a casarse cada año en Afganistán. Según la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán (AIHRC), la pobreza, las prácticas tradicionales, la inseguridad y la cultura de la impunidad son las principales razones para aumentar las tasas de matrimonios forzados y menores de edad en Afganistán.
Narges sostiene, en su regazo, un oso de peluche de color blanco. Se aferra a él como si de un salvavidas se tratase. La pequeña es muy vergonzosa. Evita cualquier contacto visual, ocultando su rostro detrás del muñeco. Poco a poco va ganando confianza y se asoma lo justo. Ríe a carcajadas. No deja de ser una niña, aunque sus ojos y su rostro digan lo contrario.

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Narges ANTONIO PAMPLIEGA

Con tan solo siete años su padre la obligó a casarse. Durante tres años estuvo conviviendo con una familia que la maltrató, la torturó y la convirtió en una esclava. “Cuando me obligaron a casarme tuve que dejar de ir a la escucha para trabajar en casa de mi marido”. Las más de cien cicatrices que tamizan su cuerpo cuentan una historia de violencia, de abusos y de dolor. “Mi suegra y mi madrastra me pegaban cuando no traía agua a casa o cuando faltaba algo. Me pegaban con piedras, con cuchillos y con alicates”, susurra tratando de no romperse.

Aquel infierno quedó atrás. Narges, de 10 años, pudo escapar y está tratando de recuperar su vida en un centro de acogida para mujeres y niñas maltratadas. “Estudio inglés”, apunta. “Ahora soy feliz”, dice con una mirada tan triste que es capaz de traspasar el alma.
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Y el de Abascal?
A mí que pongan como ejemplo a Espinosa, un niño de papá con educación privada elitista pues qué quieres que te diga. A mí ese pavo sí que no me representa.
 
La Revolución Francesa fue la primera revolución feminista
  • LUIS MARTÍNEZ
    París
Martes, 9 abril 2019 - 02:13
Pierre Schoeller, director de 'Un pueblo y su rey', insiste en una lectura de la toma de la Bastilla como una revuelta popular en buena parte protagonizada por las mujeres que atiende a un "impulso de emancipación"

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Una escena de 'Un pueblo y su rey'.
«El pasado es siempre una reescritura del presente», dice Pierre Schoeller, director de Un pueblo y su rey. Lo dice en ese tono entre categórico y críptico que siempre define a un aforismo. Se queda pensando y repite la frase. Pero esta vez al revés: «El presente siempre es una reescritura del pasado». Y se ríe. Sea de un lado o del otro, cuesta llevarle la contraria. Su película ahora en cartelera quiere ser una aproximación a laRevolución Francesa, pero en los dos sentidos. Todo sea por hacer buena la frase mil veces repetidas, e igual de irrefutable, de Faulkner: «El pasado no está muerto. De hecho, ni siquiera es pasado».

La película, para situarnos, se entretiene en contar el año 1789. Pero desde muy abajo. Por la pantalla se entrecruzan las vidas de aquellos hombres y, más importante, aquellas mujeres sin sitio en los libros de Historia. O, mejor, sin una entrada digna en el índice onomástico. Su lugar lo acostumbra a ocupar una perífrasis abstrusa que habla de una inteligencia colectiva, de una lógica de los tiempos o, más abultado por hegeliano, de la razón de la misma Historia. Si La Marsellesa,de Jean Renoir, contaba la revolución desde la perspectiva del Frente Popular y hasta el Napoleón de Abel Gance tuvo su posterior lectura gaullista, el de Schoeller atiende a lo ahora que se mueve. El hoy y el ayer de la mano.

«Mi idea», comenta el director, «es ofrecer la Revolución Francesa desde la perspectiva del pueblo. Y no se trata tanto de un eslogan como de la constatación de un hecho. Cada uno de los afectados por ella cambió. Y su transformación hizo que el tiempo viviera una quiebra. Su cambio fue el de todos», dice. Y sigue: «Hay un personaje (el interpretado por Gaspard Ulliel) que hace una transición radical desde la completa desesperación hasta convertirse en un hombre nuevo. El empeño suicida de la revolución soviética de crear un hombre nuevo, sí tuvo éxito en la Francia de finales del siglo XVIII».

No está claro que Schoeller sea consciente de que hasta qué punto su visión coincide con la que no hace tanto presentaba Éric Vuillard en su novela 14 de julio. Pero, en efecto, se parecen como dos gotas de aguas. Y de sangre. El Premio Goncourt 2017 hablaba de una sublevación sin instigadores para referirse a la toma de la Bastilla. En el ideario de su libro, la revuelta fue rápidamente entendida por todos. Incluso por la Historia. Las élites votaron de inmediato por la abolición de sus queridos privilegios; Jefferson, que estaba en París, corrió a citarla con admiración en su correspondencia, y la prensa inglesa se ocupó de ella en la caja más alta que daban sus titulares. Vuillard no duda en referirse a la historia de los procesos de emancipación y ahí cita desde a los recientes chalecos amarillos como a los no tan lejanos indignados.

Y Schoeller, lo mismo más el MeToo. «Aquel fue un momento de incertidumbre y redefinición que se parece bastante a la actualidad. Tuvo éxito, y luego falló. Duró siete años. Lo primero que se pretendía era la regeneración del reino. Querían redefinir los principios del Estado y darle un nuevo impulso. Se tiende a creer que Revolución Francesa trataba únicamente de cómo acabar con el rey y no es cierto. Ni un solo historiador que se respete dirá que hubo una idea unívoca que guiara todo el proceso. No es tan simple», dice Schoeller, se toma un respiro y vuelve al hoy que, en su reflexión, es el ayer. Y al revés.

«Entonces como ahora se clamaba por asuntos tales como la libertad, la igualdad y, más importante aún, la demanda de derechos. Con todas las confusiones que se quiera, eso pretenden desde el MeToo a los chalecos amarillos. Se dice que estos últimos son reaccionarios, pero eso es de un reduccionismo casi estúpido. Es un movimiento incierto, pero la incertidumbre es una búsqueda, una pregunta, la promesa de un cambio».

-En su película, las mujeres juegan un papel decisivo. ¿Diría que la Revolución Francesa fue feminista?

-Hay controversia sobre el tema. Falta mucho todavía para que las mujeres consiguieran el derecho al voto. Pero lo cierto es que sin ellas no habría sido posible. La marcha de las mujeres a Versalles obligó a volver al rey tuvo unas repercusiones políticas tremendas. De alguna manera, sí, lo fue.

El hoy es el ayer. Y al revés.

https://www.elmundo.es/cultura/cine/2019/04/09/5cab925dfc6c83ac1d8b465d.html
 
FEMINISMO

"Nuestro cuerpo, nuestro s*x*", Agnès Varda explicó qué es ser mujer en un corto de 1975

La artista belga falleció el 29 de marzo a los 90 años







La cineasta belga Agnés Varda, fallecida el 29 de marzo a los 90 años, combinaba su sabiduría con una dulzura y curiosidad propias de la infancia. Siempre restó importancia a su condición de pionera cuando, cada dos por tres, se le recordaba como la única mujer de la nouvelle vague. Eso era para ella un hecho circunstancial. Su verdadera lucha fue la de mantenerse activa en el mundo del cine. Y su carrera duró más de seis décadas.

Entre los homenajes que la directora de Cleo de 5 a 7 (1962) y Los espigadores y la espigadora (2000) ha recibido en redes se encuentra un mensaje de una tuitera, Mina. En su mensaje recupera un extracto del cortometraje que Varda rodó en 1975 para contestar a la pregunta ¿Qué es ser mujer?

Respuesta de mujeres: Nuestro cuerpo, nuestro s*x* formó parte del programa de la televisión francesa F comme femme (Con M de mujer). Trataba en siete minutos temas que siguen siendo actuales, como la sororidad y la cosificación del cuerpo femenino, coincidiendo con la celebración del Año Internacional de la Mujer.

En el cortometraje aparecen con naturalidad imágenes de desnudo femenino y mujeres de todas las edades y comentan algunos de los tópicos en torno a su género.

Voluptuosidad no es voyerismo. Sexualidad no es sex-shop. Amor no es chantaje.

Danos hijos, soldados, obreros científicos... Danos hijas, cocineras, obreras, madres... dice la sociedad.

No estoy de acuerdo con que me exploten para aumentar el comercio.

Los hombres no nos conceden el derecho a envejecer.

A riesgo de desagradarles y tener que romper con algunos de ustedes, señores, padres, maridos, amantes, jefes, amigos y colegas de trabajo, las mujeres nos hacemos cargo de nuestra evolución.

La grabación es en realidad un cinetract (cinepanfleto), una película de pocos minutos y elevado contenido político creado por el artista francés Chris Marker y que popularizó el director Jean-Luc Godard durante las revoluciones sociales de 1968.

Varda siguió cruzando metas y rompiendo techos de cristal mucho después de rodar esta película. Fue la primera mujer en recibir la Palma de Oro honorífica en la historia del Festival de Cine de Cannes, en 2015. Y optó a su primer Oscar en 2018 por su documental Caras y lugares, en el que experimentaba con el artista visual JR, 55 años más joven que ella.

https://verne.elpais.com/verne/2019/03/30/articulo/1553953924_981924.html
 
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