Felipe VI (sin Letizia) preside por primera vez como Rey la corrida de la beneficiencia

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pilou12

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16.06.2017 – 19:41 H.
Este viernes, Felipe VI ha debutado en la corrida de la Beneficencia como Rey. Durante años, asisitó al evento como Príncipe de Asturias, pero hasta ahora no lo había hecho como monarca, y coincide con el tecer aniversario de su proclamación, que se celebrará el próximo lunes 19 de junio. Manzanares, El Juli y Talavante han sido los encargados de dar lidia y muerte a un encierro de Victoriano del Río y Toros de Cortés en presencia de Su Majestad, quien ha estado acompañado por Cristina Cifuentes, pesidenta de la Comunidad de Madrid, e Íñigo Méndez de Vigo, ministro de educación, cultura y deporte.

Don Felipe no ha estado acompañador por la Reina. En el pasado, Doña Letizia asistía junto a su marido a los toros, pero desde 2009, cuando acudió a la Feria de San Isidro, no se la ha vuelto a ver en una plaza.

FOTOS:
http://www.vanitatis.elconfidencial...felipe-vi-rey-corrida-beneficiencia_1400764#0
 
IDA DE LA BENEFICENCIA
La plomada de El Juli se impone a la desilusión


La corrida de Victoriano del Río hunde la tarde más importante del año en Madrid por su falta de fuerza y fondo

Un extenso minuto de ovación cerrada y unánime saludó al Rey de España. La plaza en pie. Respetuosa en grado superlativo. Firme a los acordes del himno nacional. Y agradecida por su presencia. Tan escasa. Debutaba Felipe VI en la Corrida de la Beneficencia como Monarca. La Monarquía de todos, tituló Anson aquella mítica Tercera abecedaria. También de quienes aman la Tauromaquia, comulguen o no con la Corona. Que no se olvide en estos tiempos oscuros de persecución.

(El resto del articulo es de como fue la corrida, he quitado las fotos para no herir sensibilidades)

Los tendidos se desbordaban de expectación. Al reclamo de un cartel de máxima categoría, el cartel de «no hay billetes». El Juli, José María Manzanares y Alejandro Talavante como sumos sacerdotes. Repetía Victoriano del Río por tercer año consecutivo como ganadería benéfica. Bajo el recuerdo de Dalia y la obra magna manzanarista. La gran belleza. A las 20:05 se habían lidiado dos toros sin noticias de Dios. Entre el riego tardío del ruedo y la devolución de un precioso salinero que apuntaba cosas extraordinarias -un derrape de sus acalambrados cuartos traseros lo condenó, ¡qué pena!, ya cambiado el tercio-, un siglo vacío. Manzanares y el grandón sobrero de Domingo Hernández no se entendieron más que cuando el torero le concedió distancia. Y la inercia de aquel primer muletazo de cada serie jugaba a favor. Luego, la noble embestida no acababa de salirse de los vuelos. Ni el torero le perdía el paso exigido ni la rompía hacia delante. Como si el compromiso de forzar la curvatura del muletazo se la dejase detrás de la cadera. La llama del toro -tan notable en el caballo y alegre en banderillas- se apagó apoyada en sus manos, y los naturales -tan bien concebidos por su camino- no desataron ningún incendio.
El Juli había carecido de opciones con un toro bajo, recortado y apretado que no se dio, ni descolgó, ni cogió ritmo. Probón y sin celo siempre en el capote. Así que tuvo que remontar Julián López con su prodigiosa cabeza con el altón cuarto de enorme cuerpo. De generoso cuello para contradecir al anterior de su lote. Tocado arriba de pitones también. La lidia se antojó perfecta. Como la concepción de la faena y el sitio pisado. Por abajo la obertura genuflexa. Y después todo lo demás. La plomada presidía la ligazón. La rotundidad de las tandas en redondo. El toraco de 633 kilos contaba con una humillación obediente y magnífica en el embroque. Sólo en el embroque. Y Juli ponía el resto. El alma y el mando. Un cambio de mano soberbio prendió la faena definitivamente. A la izquierda únicamente le faltó tirarle de la lengua al toro. Ahí le metía la muleta Juli. Y las zapatillas que trasgredían los terrenos de lava. Un par de naturales fueron inmensos. Como la coda de faena en explosivo arrimón por luquecinas, agotada ya, desde hacía algún tiempo, la embestida. Un espadazo al estilo de la casa. Un zambullón impepinable. Trasera la colocación e incontestable la oreja.

José María Manzanares se estrelló definitivamente con un quinto de buen estilo pero de muy contado poder. Tanto, que el torpísimo quite de Alejandro Talavante enseñó todas sus carencias. Tampoco ayudó el banderazo de inicio de faena de Manzanares que lo derrumbó. La trémula fuerza lastró la labor consciente que se hundió con los malos apoyos del toro. Pesaba el calor aplastante en la plaza ya. Y a lo peor en los toros.

Alejandro Talavante se puso pronto con un tercero montado, ensillado, muy astifino y herrado con el fuego de Toros de Cortés. Le pesaron al toro los adentros siempre. Como una llamada atávica de mansedumbre. Lo que arreó en los estatuarios y en la zurda talavantista fue con el motor del genio. Y la cara muy suelta. Antes de rajarse enseguida.

El último de Victoriano del Río cerró una corrida tan distinta a la redonda que lidió en San Isidro: no se pareció en nada. Como si la búsqueda de la excelencia, por el cuaderno o la preparación, hubiera salido completamente al revés. Las fuerzas se ausentaron de nuevo en el sexto, que quería pero... Y Talavante fue la brevedad
 
Al principio Letizia iba.
Luego, empezó a pasar de todo, y no iba. Felipe, pues tampoco. Porque todo lo que ella no hace (ser católica, esquiar, toros, cazar, regatear a vela), él como que tampoco.
Ahora ha vuelto a los toros. Este año la llevó del cabello a esquiar. Etc.
Se está dando vuelta la ecuación.
 
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