Fallece la exministra de Cultura Carmen Alborch a los 70 años

Agua muy clara
Culta, socialista sin caspa, llena de savia y fecundidad, frutal. Carmen Alborch fue exactamente lo que necesita este país
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Maruja Torres
24 OCT 2018 - 17:21 EDT
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Carmen Alborch, retratada durante una entrevista en noviembre de 2017. BERNARDO PÉREZ
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Quiero despedir a Carmen Alborch citando, adaptado al personaje, al gran poeta valenciano Vicent Andrés Estellés: “No hi havia a València una llum com la teua, car de llums com la teua, a tot arreu i ara, en son parides ben poques” (No había en Valencia una luz como la tuya, porque luces como la tuya, en todas partes y ahora, son paridas muy pocas). Carmen Alborch era una verbena, pero una verbena muy seria. Llegaba, estallaba, iluminaba, escuchaba, decidía, animaba. Y era profunda. Luminosa y profunda.

De sus tiempos como ministra de Cultura recuerdo, sobre todo, el profundo contraste establecido con su sucesora en el cargo, Esperanza Aguirre, ética y estéticamente, pero sobre todo éticamente. Era, para qué os lo voy a decir, todo lo contrario. Culta, socialista sin caspa, llena de savia y fecundidad, frutal. Pienso en ella y solo se me ocurren imágenes relacionadas con la madre tierra y con el mar. La tierra que ahora la acoge y que será mejor porque ella la abona. Carmen Alborch fue exactamente lo que necesita este país: lo contrario de Bernarda Alba (que sería Aznar, si también me lo permiten). Era agua muy clara.
 
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El legado de Carmen





“Las mujeres solas no nos conformamos. Vivimos acompañadas mientras nos sentimos queridas, mientras se mantiene el deseo, mientras perduran la complicidad y el respeto. Pero cuando no existe sincronización con nuestra pareja, preferimos estar solas que resignarnos al desamor”.

Solas: gozos y sombras de una manera de vivir. Carmen Alborch.

Recuerdo perfectamente esas palabras dichas por la primera Ministra de Cultura que tuvo el gobierno español. Y no solo eso; también fue la primera decana de la Facultad de Derecho de Valéncia y la primera mujer directora del IVAM, museo que ella ayudó a prestigiar. En aquellos años, esas instituciones arrastraban un tufillo rancio y machista que ella quiso limpiar. Y lo hizo.

La entrevisté cuando publicó “Solas”

y me impactó nada más verla. Carmen era una de esas mujeres que transmiten fuerza según entran en cualquier sitio. Mujer rotunda a la que muchos juzgaron por su imponente físico más que por su trabajo, algo que ella llevaba con humor y resignación. Sin duda, su mayor atractivo se encontraba en lo personal de una persona rebelde, inconformista, comprometida, coherente, feminista, solidaria y demócrata.

Feminista. Profundamente feminista. Así era Alborch. Tanto que consideraba que este movimiento debiera ser considerado “patrimonio inmaterial de la humanidad”. Sin estridencias y debatiéndolo todo. “Todo debate enriquece, siempre que no sea ir contra nosotras mismas. Hay quien quiere que nos tiremos del moño, pero no lo vamos a consentir. El feminismo no es un catecismo y cada una lo vive a su modo. Las causas evolucionan, pero siempre hay que tener al menos una”.

Carmen era una mujer valiosa, inteligente, valiente, digna, referente y pionera. “Debemos de seguir luchando juntas“, decía. Ese tiene que ser su legado y su petición para todas las que la admirábamos y hoy continuamos recorriendo el camino que ella abrió.
 
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Agur Carmen – Váyase señor Sánchez



Miércoles 24 de octubre de 2018

Agur Carmen

Seguramente iba a ser el último acto político de tu vida y yo no lo sabía. Lo explico. Acaba de morir Carmen Alborch, Ministra de Cultura, Senadora, Directora de Museos, Escritora, amante de la cultura y lo digo porque hace un mes me llamaron de radio nacional para iniciar un programa semanal de entrevistas a dos con personas que habíamos pasado por las Cortes y a mí me tocaba con Carmen Alborch a quien conocí y traté como Ministra y que fue quien me sustituyó como Secretaria primera del Senado en 2008 ocupando el que había sido mi despacho y el mismo conductor.

Todavía recuerdo su entrada en el hemiciclo del Congreso como nueva ministra de cultura. Fue radiante y una de las escenas estelares de aquella legislatura y recuerdo asimismo su simpatía en un viaje que hicimos a Paris con la Comisión de Amistad que ella presidía en ese momento.

Tras haberme comprometido a ese programa, hace quince días me llamaron diciendo que se posponía. Ahora entiendo porque. Y lo lamento. Era una socialista culta e inteligente, de sonrisa amable y a quien le gustaba venir a Euzkadi. Descanse en paz

Y cuantos diputados seguirán recordando a Carmen en su entrada en el congreso y volviendo la cabeza para cerciorarse que no era un sueño
 
Gran mujer Carmen Alborch :)
Que por lo 80´s era decana de la facultad de derecho de valencia y rompía moldes entrando en la facultad con minifaldas cuchilleras o lo que hiciese falta :)
Y que tocaba ir a la disco "BARRACA", pos allí estaba la carmen :)

Creo que carmen querría que la recordásemos así: siempre viva, siempre dando caña (y)
Siempre te recordaremos juvenil y brillando con tu sonrisa, Carmen :)
Va por ti, GUAPA :love:
 
Gran mujer Carmen Alborch :)
Que por lo 80´s era decana de la facultad de derecho de valencia y rompía moldes entrando en la facultad con minifaldas cuchilleras o lo que hiciese falta :)
Y que tocaba ir a la disco "BARRACA", pos allí estaba la carmen :)

Creo que carmen querría que la recordásemos así: siempre viva, siempre dando caña (y)
Siempre te recordaremos juvenil y brillando con tu sonrisa, Carmen :)
Va por ti, GUAPA :love:



Las promociones del 81, 82,...de la Facultad de Derecho de Valencia, sabemos perfectamente como daba las clases de derecho mercantíl esta señora (cuando se dignaba a venir y no mandaba a un PNN a que las diera). Vestida de Loewe de la cabeza a los pies (incluyendo maletín). Libro de Broseta en mano, se dedicaba a leerlo en voz alta y no admitía preguntas. Si tenías alguna consulta o duda, lo hacías por escrito y se la dejabas al ayudante que tenía en su despacho.
Por aquel tiempo se dejaba caer los viernes por los reservados de Bounty Valencia. Desde luego, una falta de discreción porque estaba la discoteca llena de alumnos de su facultad.
 
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