Fallece a los 78 años la actriz Terele Pávez

Cuando Terele Pávez dormía algunas veces en la calle

Nunca quiso representar una obra de García Lorca… porque su padre fue quien entregó al poeta a los militares granadinos.

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Siempre fue Terele Pávez una mujer libre, ajena a todo convencionalismo social. Una actriz como la copa de un pino, a la que si tuviéramos que comparar con alguna otra de relieve internacional no dudaríamos en llamarla "nuestra Ana Magnani", en recuerdo de la gran trágica italiana.

No fue nunca reconocida como primera actriz, porque tampoco le dieron oportunidades para ello en el cine. En el teatro sí tuvo más suerte, aunque no la contrataban tanto como con su talento merecía. ¿Acaso por su carácter, por su indómito modo de comportarse? Puede… Pero a la vez, injusto.

Le ofrecieron más de una vez ser la Bernarda Alba lorquiana, personaje que le iba como anillo al dedo. Pero se negó. Era comprensible. Su padre, el tipógrafo de la Ceda Ramón Ruiz Alonso fue el que delató y entregó a las autoridades militares franquistas al poeta Federico García Lorca. Llegó con un pequeño grupo de exaltados compañeros a la casa que habitaba la familia de los Rosales en la granadina calle de Angulo. Allí se escondía Federico, porque era muy amigo de la casa, en particular de Luis, otro gran poeta. Y Ruiz Alonso y sus esbirros lograron llevarlo ante las autoridades militares. El resto, ya es sabido. Precisamente estos días se cumplen ochenta y un años del asesinato de García Lorca. Por eso Terele Pávez no se sentía moralmente indicada para representar ninguno de los dramas del poeta de Fuente Vaqueros.

Disculpaba a su progenitor, como no podía ser de otra manera, desde el punto de vista humano. Y contaba su infancia difícil, lo duro que les supuso a ella y a sus hermanas (Emma Penella, Elisa Montés) convivir entre las gentes de la farándula, sabedoras del drama por el que atravesaban. Marcada por la leyenda de un padre que había sido culpable, por lo menos, de la detención de uno de los más grandes poetas. "Mi padre quedó marcado para siempre por ello". Pero Terele Pávez descargaba parte de la responsabilidad en otros compañeros de viaje de su progenitor. Ruiz Alonso terminó marchándose fuera de España, muriendo en los Estados Unidos en 1977. Ella calló mucho tiempo, igual que sus hermanas, acerca de toda esa tragedia que tanto las marcó de por vida.


Terele Pávez pasó en su vida por muy malos momentos. Vagaba por el madrileño barrio de Malasaña, donde la encontraron más de una madrugada dormitando en algún rincón. Otra vez fue en la plaza de Santa Ana, precisamente frente al teatro Español, y a pocos pasos de donde se erige una estatua en homenaje a García Lorca. A veces, para olvidar pasajes duros de su existencia, se refugiaba en la bebida. Pero ella negaría siempre ser una indigente.

La recuerdo una tarde en el estudio de Radio Nacional de España, adonde yo la había convocado para una entrevista. Temí que no acudiera. Se cernía sobre ella una mala fama de mujer arisca, antipática. Cierto que poseía mucho carácter, lo que la ayudaba mucho para su carrera de actriz dramática. Pero me encontré a un ser humano adorable: encantadora, sonriente, amabilísima… No nos conocíamos. Y lo más sorprendente es que llegó acompañada de un muchacho alto y delgado, que resultó ser su hijo Carolo. Nunca, al menos públicamente hablaba de él, ni accedía a posar a su lado para los periodistas. Era el fruto de sus amores con José Benito Alique, un editor que contraería matrimonio, cuando acabó su relación con Terele Pávez, con la ministra Cristina Alberdi. Al muchacho tuvo que registrarlo con el apellido materno, es decir, Carolo Ruiz.

Se nos ha marchado para siempre una mujer extraordinaria, una actriz de primera. Aunque en su biografía se cuentan por éxitos muchas de sus interpretaciones, para los espectadores más jóvenes quedará en la memoria su Régula de Los santos inocentes, y doña Pura, la madre de Imanol Arias en los primeros tiempos de la serie Cuéntame. Que descanse en paz quien tanto luchó y sufrió en esta vida.

http://www.libertaddigital.com/cult...-dormia-algunas-veces-en-la-calle-1276604252/
 
CONVERSACIONES BÁRBARAS
“Hablo con mendigos porque en la calle no hay ministros, hay mendigos”
La actriz Terele Pávez repasa una vida con bajadas al infierno y elevaciones al Olimpo
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JESÚS RUIZ MANTILLA
Madrid 25 JUL 2014 - 00:02 CEST
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La actriz Terele Pávez, en Madrid. SAMUEL SÁNCHEZ


Luz matizada de rímel en sus ojos oscuros, refrescante en mitad del calor gracias a un té helado y al repaso a una vida con bajadas al infierno y elevaciones al Olimpo gracias a un Goya y a un baño de homenajes como el que acaba de recibir en el Festival de Cine y Arquitectura de Avilés. Mujer que en ese sentido, ha diseñado un método de interpretación para cimentar la España negra en pantalla y en teatro, de su inolvidable Régula en Los santos inocentes a Las brujas de Zugarramundi, todo en Terele Pávez es de una verdad imponente e inquietante.

Pregunta. ¿Recogiendo lo sembrado?

Respuesta. Estoy asustada, vivo como las artistas de antes, venga fechas, yendo, viniendo. Ni me hacía a que me dieran un Goya, estaba acostumbrada, pero me hizo tanta ilusión el de la crítica, que lo tuvo mi hermana Emma (Penella) y jugábamos como niñas pequeñas, a entregárnoslo. Cuando me lo entregaron dije: es que me lo he dado yo ya tantas veces…

P. Cuando la veo en el cine no sé si me da más miedo, angustia o pena, en el sentido tierno del término.

Cuando vienen los agujeros negros hay que agarrarse al borde y esperar”

R. Está muy bien eso porque yo bordeo lo que inquieta. Seres que caminan sin amor, con esa torpeza que te entra cuando estás mal y te pones feísimo. Mis personajes están perpetuamente en el desamor y en ese laboratorio que somos los actores, lo descubro en casi todos ellos.

P. ¿Desamor o desilusión?

No somos unos desalmaos; el cine español es un arte con ideas y sentimientos”

R. Desidia, de todo, lo que la vida no te da para que te pongas guapo. Yo ahora me siento más guapa que nunca. He pasado a tener las preocupaciones normales.

P. ¿Cuáles son, en su caso?

R. Pagar la luz, una neverita un poco bien…

P. ¿Y las anormales?

R. Mis agujeros negros, pero no te los cuento.

P. Alguno, mujer. A lo mejor está usted en un momento tan luminoso que le producen risa.

R. Eso me ocurre… Cuando eres mayor, sobre todo. Ya no tengo agujeros negros. Cuando vienen, hay que agarrarse al borde y esperar, no creértelo, pensar que no eres tú. Si ocurre al revés y viene la felicidad, haces lo contrario: en vez de agarrarte al borde, pues vas.

P. ¿Y aquello de que anduvo medio tirada en la calle?

R. Yo por la calle es que ando casi todos los días. Ya lo expliqué. Estaba sentada en un banco, me quedé dormida, me vieron, sacaron una foto y se lio. Fue tan incómodo y tan largo que… Empezar otra vez a tirar de aquello no quiero porque me dolió. La culpa fue mía por quedarme dormida en una acera. Me podía haber hundido, pero no.

P. Este es un país tan raro que cuando vemos a alguien en el hoyo, después de haberlo metido, nos da por sacarlo.

R. Del hoyo hemos salido todos juntos. Que hablo con mendigos, pues sí, porque en la calle no se ven ministros, se ven mendigos.

P. Ahora más que nunca.

R. Es que son gente especial. Con mucho sentido, pero mucho. A mí me pone las pilas hablar con alguien así y que te admitan también cuesta.

P. Hay muy poca gente que le haya sacado tanto partido a la España negra como usted. De La celestina a la Régula de Los santos inocentes, y ahora con lo que le exprime Álex de la Iglesia, menudo catálogo.

R. A mí me dice Álex, anda, tírate por un barranco y ahí me voy. La Régula, por otra parte, es vertical… Amorosa, lo justo. Lo mismo corta leña que planta un árbol o lava el culo a su hermano, lo suyo es quitar obstáculos. A veces me gustaría que no fuera así, que plantara más cara.

P. ¿Cómo se recuerda de niña?

R. Segura de que haría algo en este mundo. Con nueve años entré en el Teatro Español y a nadie se le olvida cuando pisa ese suelo. Yo era observadora y tranquila, distinta. Hasta que descubrí el teatro. Dije una frase y me gustó mi voz en escena. Aquello llegaba a todas partes. La voz que tenía era ésta eh, no te creas, la de siempre.

P. Tres hermanas actrices en la familia y cada una se llamó de distinta forma. ¿Por qué?

R. Porque no hay nada peor que las hermanas tal. Emma era distinta, tenía esa cosa como de Claudia Cardinale y Elisa..., muy grande. Cada una teníamos nuestro sitio.

P. ¿El de usted estaba en la rebeldía?

R. No, yo era una niña cobarde y llorona. Mis hermanas me defendían.

P. Con Emma siempre tuvo sus más y sus menos, ¿por qué?

R. Una relación muy rara, rarita, pasábamos años sin hablarnos, perdíamos la costumbre. Y ahora la echo de menos constantemente. No se entiende. Dejábamos de hablarnos por tonterías. Cosas de familia, de ver la vida, yo era la pequeña y me trataban con un maternalismo extraño. Y, además, si éramos actrices, tenía que haber envidias, entre otras cosas. Luego nos reíamos, pero volvíamos a las andadas.

P. ¿De su padre me va a hablar?

R. ¿Qué quieres que te cuente de mi padre?

P. Hasta qué punto les marcó la historia de que lo señalaran como parte implicada en la muerte de Lorca.

R. Pues ya te puedes imaginar, claro que nos ha afectado. Hasta en eso del apellido, el quitarnos el Ruiz las tres, pues nos lo quitábamos porque nos avergonzábamos. Pero paso, ya está bien. Era un buen padre, un tío estupendo.



P. Uno imagina cómo bordaría usted un personaje como Bernarda Alba. ¿Por qué no quiere hacerlo? ¿No sería un gran gesto?

R. Pues por eso. No me apetece. Me hace daño. No quiero hacer grandes gestos, yo soy de pequeños gestos. Es un asunto que he guardado en el cajón, un largo proceso de tiempo asimilar aquello. Para mí ya está en su sitio. Si me decidiera, lo haría bien y la gente iba a ir, pero no es un personaje que podría afrontar con libertad. Lo dejamos así. Hace 20 años, que era más insensata, a lo mejor podría haberlo hecho. Y eso que a Bernarda Alba yo la veo como un símbolo de amor a sus hijas tremendo. Es el miedo a que las pase algo el que la hace caer en ese fanatismo y esa dureza.

P. ¿Es usted lo que aparenta?

R. No, soy muy frágil, pero no me gusta que se me note.

P. ¿Una pista?

R. No, no quiero hablar de los agujeros negros, así que ¡a ti te voy a contar! Yendo de fuerte y de bruja me ha ido como me ha ido…

P. ¿Débil y santa, entonces?

R. Tampoco, soy muy nada. La interpretación es una cosa muy grande. Construir un personaje, jugar con todo eso, es enorme, sublime. Mi método ha sido observar. No podría trabajar con alguna tragedia que me ocurriera en mi vida referente a mi hijo, por ejemplo. Imposible. Tenemos una relación única, aunque ha cumplido 40 y está criadito, vive conmigo.

P. ¿Con 40 años?

R. Tiene una gracia eso.... Esta es una sociedad única. ¡Estamos condenados a vivir juntos! No sé qué decir. A nadie le extraña que vivas con una boa, pero sí con tu hijo. Si preguntas a cualquiera ahora qué quiere ser de mayor, te respondería: ¿Yo? ¡Hijo!

P. Eso lo coge Freud y…

R. Pues nos pasan cosas muy bonitas.

P. ¿Qué hay que hacer para que la gente vaya al cine?

R. Para empezar, que Montoro no nos ponga verdes y nos vean como unos desalmaos. El cine español es otra cosa: un arte con ideas y sentimientos.´


https://elpais.com/cultura/2014/07/24/actualidad/1406223948_009517.html
 
A mi me gustaba mucho esta mujer, me parecía muy buena actriz. Hace como 7-8 años mas o menos la vi un día en el corte de Castellana aquí en Madrid. Estaba sentada en una de las bases donde encima están los maniquís en la planta de señoras como si lo hubiera confundido con un sofá, estaba muy deteriorada y con la mirada perdida. Me dio mucha lastima verla porque la reconocí enseguida y se notaba que no estaba bien. Recuerdo que di un pequeño rodeo y volví animada a hablarla y decirle que me gustaban sus trabaJos pero ya no estaba.
 
Me apasionaba como actriz, tiene interpretaciones magistrales como Régula (Los Santos Inocentes), Mauricia (Fortunata y Jacinta), doña Pura (madre de Antonio Alcántara en Cuéntame), La Celestina... y me caía muy bien. Descanse en paz, la gran Terele.
Maravillosa como la abuela Pura ...me recordaba mucho a mi abuelo .
 
Desde aquí mi más sentido pésame a su hijo Carolo, una bellísima persona que fue hijo, padre y madre para Terele.

Terele era una actriz sensacional y una mujer buena y generosa que no supo ni pudo adaptarse a una vida convencional, algo que sufrió mucho su hijo. En los últimos años había llevado una vida algo más ordenada pero su salud era muy frágil. Aún así estaba encantada con el cariño y el reconocimiento que le habían brindado sus compañeros. Profesionalmente no creo que haya sido nunca tan feliz. Era extremadamente sensible a la opinión ajena, en contra de lo que pueda parecer.
Otro rasgo destacable era su lealtad y su gratitud hacia personas que le hubieran tendido una mano y no la juzgaban. Como por ejemplo, con Alex de la Iglesia. Estuviera como estuviera a Alex nunca le falló en sus películas ni él a ella.

No sé cuáles fueron los motivos que la llevaron a tocar fondo. Dicen que tenía un problema muy serio con el alcohol y que esa dependencia afectó a su salud mental, de ahí las conductas paranoicas durante algunas épocas de su vida con algunas compañeras de profesión. Siendo como fue una mujer bella y carismática, más interesada en la actuación y en la bohemia que en acostarse con el productor de turno, veía una mano negra detrás del triunfo de la actriz joven y no tan joven de moda. También tenía problemas por su franqueza y porque se ponía siempre del lado del más débil, era muy quijotesca.

Otra cosa maravillosa era oirla hablar de su oficio o sobre casi cualquier tema, era fascinante. Era una gran conversadora y narradora.

Las tres hermanas Ruiz Penella sufrieron muchísimo por lo que hizo su padre. Emma nunca se pronunció en vida, Elisa se creó su propio mundo y la única que se expresó públicamentr al respecto fue Terele. La versión que dieron ella y Emma a Gabriel Pozo, autor de "El último paseo"(libro más recomendable que los de Ian Gibson) sobre la implicación de su padre en la muerte de García Lorca se ajusta más a la realidad: Ruiz Alonso fue el tonto útil en las luchas internas de los falangistas y, quizás intentando hacer méritos, fanfarroneó más de la cuenta. A Lorca lo querían para llegar a Fernando de los Ríos, bestia negra de la ultraderecha, pero lo fusilaron al poco de capturarlo, " "por mari**n' (en palabras de Ruiz Alonso y sus camaradas).

Las tres hermanas Ruiz Penella eran mujeres bellas y con talento que se apresuraron a distanciarse de lo que había significado su padre, incluso ideológicamente.
De las tres la única que logró construir una vida familiar feliz fue Emma, locamente enamorada de Emiliano Piedra, que fue productor de cine. Se ofreció para criar a Carolo con sus hijas, a lo que Terele se negó. Incluso les compró un piso que dejó en herencia a su sobrino.

Que descanse en paz la gran actriz que fue Terele Pávez.
 
Bueno, como dato al margen, yo les cuento que hoy fui al cine a ver "El bar", la peli nueva de Álvaro de la Iglesia (aunque parece que no se escribía así) y... ¡me gustó mucho! Bueno, el principio, porque ya hacia la mitad se les va de las manos, y el final es mucho. Y yo no la conocía mucho (no soy española), pero... me gustó mucho su actuación. Aunque hay que decir que ya se veía enferma, grandes ojeras, etcétera.

Sé que murió de derrame cerebral (o eso leí), pero... no me sorprendería que ya estuviera débil de salud. Se veía, como decimos en Chile, carreteada.
 
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