Antes de nada, a todas las que habéis contado vuestra experiencia os doy todo mi cariño y apoyo.
En mi caso fue algo que arrastré desde primaria, pasando por secundaria. Era muy tímida y no me gustaba que entre las niñas hubiese una "cabecilla", por lo que mi infancia se basó en tener a mi lado a una sola amiga. Supongo que por no bailarle el agua a esta cría, toda primaria se centró en meterse con nosotras a base de insultos, empujones, rompiendo los libros de texto, robo de materiales, etc. Lo más destacable era cuando celebraban cumpleaños y mis padres me obligaban a ir, por lo que era algo así como el mono de feria de los demás, llegado a tener que esconderme hasta que terminara todo y mis padres me recogiesen. Aún recuerdo la bronca que me llevé de mi madre cuando pilló las invitaciones de cumpleaños en la basura.
Un día esta amiga me contó que volvió del colegio a casa llorando hasta las narices de la situación, decidió contárselo a sus padres, y yo por presión hice lo mismo (ya que todo esto me producía vergüenza contarlo). Nuestros padres hablaron con los profesores en cuestión, teniendo como respuesta "que eran cosas de críos y no hiciésemos caso". Claro, al enterarse las mamás de las niñas todo empeoró, ya que a la hora de pasar al instituto, mi amiga decidió ir a otro instituto lejos de la situación, por lo que yo quedé a mi suerte completamente sola en el mismo instituto que esta gente.
Nada más pisar el instituto a los días me hice amiga de una chica que tenía problemas de espalda y debía llevar un corsé para corregirlo (nadie se le acercaba porque era como el bicho raro). Era un trozo de pan esa niña y tuvo que comerse las risas y burlas principalmente relacionadas con su problema de espalda, por el hecho de que en Educación Física estábamos OBLIGADAS a cambiarnos la camiseta en el vestuario en frente de todo el mundo sin opción a hacerlo de forma privada dentro de un váter a puerta cerrada.
Si es cierto que aquí ya no habían cumpleaños, pero sí excursiones. Lo pasaba fatal, desde que pisaba el autobús de ida, hasta la vuelta. Misma situación, risas, burlas, zancadillas, tirones de pelo, empujones, abrir la mochila y tirarte lo que llevases dentro, fotografías a escondidas para subirlas a Tuenti con el prósito de ponerte de vuelta y media, etc.
La situación realmente terminó cuando una de estas indeseables pilló mononucleosis (o la enfermedad del beso), y todo el mundo empezó a meterse con ella cuando la gente se enteró de por qué faltaba tanto. Supongo que fue un final de "karma", pero a día de hoy sigo creyendo que tuve la suerte del tonto. No se qué fue de esa gente y ojalá no saberlo nunca.
En mi caso fue algo que arrastré desde primaria, pasando por secundaria. Era muy tímida y no me gustaba que entre las niñas hubiese una "cabecilla", por lo que mi infancia se basó en tener a mi lado a una sola amiga. Supongo que por no bailarle el agua a esta cría, toda primaria se centró en meterse con nosotras a base de insultos, empujones, rompiendo los libros de texto, robo de materiales, etc. Lo más destacable era cuando celebraban cumpleaños y mis padres me obligaban a ir, por lo que era algo así como el mono de feria de los demás, llegado a tener que esconderme hasta que terminara todo y mis padres me recogiesen. Aún recuerdo la bronca que me llevé de mi madre cuando pilló las invitaciones de cumpleaños en la basura.
Un día esta amiga me contó que volvió del colegio a casa llorando hasta las narices de la situación, decidió contárselo a sus padres, y yo por presión hice lo mismo (ya que todo esto me producía vergüenza contarlo). Nuestros padres hablaron con los profesores en cuestión, teniendo como respuesta "que eran cosas de críos y no hiciésemos caso". Claro, al enterarse las mamás de las niñas todo empeoró, ya que a la hora de pasar al instituto, mi amiga decidió ir a otro instituto lejos de la situación, por lo que yo quedé a mi suerte completamente sola en el mismo instituto que esta gente.
Nada más pisar el instituto a los días me hice amiga de una chica que tenía problemas de espalda y debía llevar un corsé para corregirlo (nadie se le acercaba porque era como el bicho raro). Era un trozo de pan esa niña y tuvo que comerse las risas y burlas principalmente relacionadas con su problema de espalda, por el hecho de que en Educación Física estábamos OBLIGADAS a cambiarnos la camiseta en el vestuario en frente de todo el mundo sin opción a hacerlo de forma privada dentro de un váter a puerta cerrada.
Si es cierto que aquí ya no habían cumpleaños, pero sí excursiones. Lo pasaba fatal, desde que pisaba el autobús de ida, hasta la vuelta. Misma situación, risas, burlas, zancadillas, tirones de pelo, empujones, abrir la mochila y tirarte lo que llevases dentro, fotografías a escondidas para subirlas a Tuenti con el prósito de ponerte de vuelta y media, etc.
La situación realmente terminó cuando una de estas indeseables pilló mononucleosis (o la enfermedad del beso), y todo el mundo empezó a meterse con ella cuando la gente se enteró de por qué faltaba tanto. Supongo que fue un final de "karma", pero a día de hoy sigo creyendo que tuve la suerte del tonto. No se qué fue de esa gente y ojalá no saberlo nunca.