Evangelio del Día

Miércoles 31 de octubre de la trigésima semana del tiempo ordinario
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    San Wolfgango de Ratisbona
  • Comentario del día : San León Magno

« Entonces vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios » (Trad. ©Evangelizo.org©)

  • Evangelio según San Lucas 13,22-30.

    Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.
    Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió:
    "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.
    En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'.
    Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'.
    Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'.
    Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera.
    Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.
    Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos".
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

    « Entonces vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios » (Trad. ©Evangelizo.org©)
    En los últimos tiempos (1 P 1:20), en su misericordiosa bondad, Dios quiso venir a socorrer al mundo que estaba agonizando. Él decidió que la salvación de todas las naciones se haría en Cristo. Es por las naciones que Abraham recibió en aquél entonces la promesa de una descendencia innombrable, engendrada no por la carne, sino por la fe. Dicha descendencia es comparada a la multitud de las estrellas del cielo (Gn 15:5), pues de este padre de todas las naciones, debemos esperar una posteridad no terrestre sino celestial… Entonces que «la totalidad de las naciones entre» (Rm 11:25), que todos los pueblos entren en la familia de los patriarcas. Que los hijos de la promesa reciban también la bendición de la raza de Abraham (Rm 9:8)…Que todas las naciones de la tierra vengan a adorar al Creador del universo. Que ahora Dios no sea solamente «conocido en Judea», sino en el mundo entero y que por doquier, como «en Israel, su nombre sea grande» (Sal 75:2) Hermanos, instruidos por estos misterios de la gracia divina, con espíritu de alegría, celebremos el llamado de las naciones. Demos gracias al Dios de misericordia «que nos hizo capaces de participar en la luminosa herencia de los santos» (Col 1:12-13). Como lo anuncia el profeta Isaías: «Las naciones que no te conocían te invocarán; los pueblos que te ignoraban recorrerán hacia ti» (55:5). Abraham vio ese día y se regocijó (Jn 8:56), cuando supo que sus hijos según la fe serían bendecidos en su descendencia, es decir en Cristo. En la fe se «vio padre de una multitud de pueblos» y, «Dio gracias a Dios, convencido de que él es todopoderoso para cumplir lo prometido» (Rm 4:18-21)
 
Solemnidad de Todos los Santos

  • Santos no ejemplares
  • Comentario del día : Santa Teresa del Niño Jesús

La comunión de los santos (Trad. ©Evangelizo.org©)

  • Evangelio según San Mateo 5,1-12a.

    Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.
    Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
    "Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
    Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
    Felices los afligidos, porque serán consolados.
    Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
    Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
    Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
    Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
    Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
    Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
    Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron."
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

La comunión de los santos (Trad. ©Evangelizo.org©)
Sor María de la Eucaristía quería encender las velas para una procesión. No tenía fósforos, pero al ver la lamparita que arde ante las reliquias, se acercó. Pero, ¡vaya!, la encontró medio apagada, no quedaba más que un débil destello en la mecha carbonizada. Sin embargo, consiguió encender su vela, y, gracias a su vela, se fueron encendiendo todas las de la comunidad. Fue aquella lamparita medio apagada la que produjo aquellas hermosas llamas que, a su vez, hubieran podido producir infinidad de otras e incluso encender el universo. Sin embargo, la causa primera de ese incendio se debería siempre a aquella lamparita. ¿Cómo es entonces que, sabiendo esto, las hermosas llamas podrían gloriarse de haber provocado semejante incendio, cuando ellas mismas sólo se encendieron gracias a aquella chispita?... Lo mismo ocurre con la comunión de los santos. Muchas veces, sin que nosotros lo sepamos, las gracias y las luces que recibimos las debemos a un alma escondida, porque Dios quiere que los santos se comuniquen la gracia unos a otros por medio de la oración, para que en el cielo se amen con un gran amor, con un amor todavía mucho mayor que el amor de la familia, incluso el de la familia más ideal de la tierra. ¡Cuántas veces he pensado si no podría yo deber todas las gracias que he recibido a las oraciones de un alma que haya pedido por mí a Dios y a la que no conoceré sino en el cielo! Sí, una chispita muy pequeña puede hacer brotar grandes lumbreras en toda la Iglesia, como doctores y mártires, que estarán muy por encima de ella en el cielo; ¿pero quién podría afirmar que la gloria de aquellos no se convertirá en la suya propia? En el cielo no habrá miradas de indiferencia, porque todos los elegidos reconocerán que se deben mutuamente las gracias que les han merecido la corona.
 
Viernes 2 de octubre de 2018

Conmemoración de todos los fieles difuntos

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    San Victorino de Pettau
  • Comentario del día : San Ambrosio

« Cuando Jesús vio que María lloraba, y que también lloraban los judíos que la acompañaban se conmovió interiormente » (Trad. ©Evangelizo.org©)

  • Evangelio según San Mateo 25,31-46.

    Jesús dijo a sus discípulos:
    "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
    Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
    y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
    Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
    porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron;
    desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
    Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
    ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
    ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'.
    Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
    Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,
    porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;
    estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'.
    Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
    Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.
    Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

    • « Cuando Jesús vio que María lloraba, y que también lloraban los judíos que la acompañaban se conmovió interiormente » (Trad. ©Evangelizo.org©)
      ¿Por qué lloré tanto por ti, mi hermano que tanto me amabas y que me has sido arrebatado? Pues mi relación contigo no la perdí, sino que cambió completamente: hasta aquí era inseparable del cuerpo, ahora es indisociable de los sentimientos. Tú te quedas conmigo, y te quedarás por siempre. El apóstol Pablo me recuerda, poniendo un freno a mi pena, estas palabras: «hermanos, no queremos que estén en la ignorancia respecto de los muertos como los que no tienen esperanza » (1 Ts 4:13) Pero todo llanto no es un signo de falta de fe o de debilidad. El dolor natural es una cosa, la tristeza de la incredulidad es otra. El dolor no es el único que puede contener lágrimas: la alegría tiene sus lágrimas, el afecto también hace venir el llanto, la palabra riega el suelo de lágrimas y la oración, según las palabras del profeta, baña de lágrimas nuestra cama (Sal 6:7). Cuando enterraron a los patriarcas, su pueblo también le lloró mucho. Las lágrimas son entonces un signo de afecto y no de incitación al dolor. He llorado, lo acepto, pero el Señor también ha llorado (Jn 11:35); él lloró por alguien que no era de su propia familia. Yo lo hice por un hermano. Él sobre un solo hombre, lloró por todos los hombres. Yo te lloraré, mi hermano, en todos los hombres. Es con nuestra sensibilidad que Cristo lloró, no fue con la suya, pues la divinidad no tiene lágrimas. Lloró en este hombre que estaba «triste hasta el punto de morir» (Mt 26:38); lloró en quien fue crucificado, quien murió, quien fue enterrado. Lloró en este hombre…que nació de la Virgen.

 
Meditaciones para el Día de los Difuntos
02/11/18 12:05 AMpor Bruno de la Inmaculada

¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos! Bécquer

Desgraciadamente, desde que para consolar a los deudos (de buenas intenciones está el Infierno lleno) los sacerdotes les dicen en la Misa del funeral que el finado ya está en Cielo, casi nadie reza por los pobres difuntos. Las mismas misas de difuntos se han convertido muchas veces en una especie de homenaje en vez de un sufragio para el alma. Deberíamos acordarnos más de los muertos. Los antiguos romanos acostumbraban enterrar a los suyos a lo largo de los caminos porque así los caminantes veían las lápidas al pasar, y en tanto que se los recordara seguían existiendo y no terminaban por desaparecer. Pero aunque se las olvide, no desaparecen; las almas siguen existiendo, y quienes no se han condenado están en su inmensa mayoría expiando sus faltas en el Purgatorio (como también nos tocará irremediablemente a la mayoría de nosotros pasar por allí algún día). No dejemos nosotros también solos a los muertos; acordémonos de vez en cuando de rezar u ofrecer indulgencias por ellos.

A los muertos no hay que tenerles miedo; los vivos son mucho más peligrosos, y los hay muy vivos. Aunque también existen manifestaciones diabólicas, lo más habitual es que cuando se manifiesta lo que solemos llamar un fantasma se trate en realidad de un alma en pena que necesita ayuda, y no se la podemos negar; siempre podemos rezar en el momento por ella, y quizá ofrecerle una Misa más tarde (y si se trata de una manifestación diabólica, como una aparición siniestra, un poltergeist o alguna otra cosa rara, el que está en nosotros (el Señor) es mayor que el que está en el mundo (1 Jn.4,4), y ante la señal de la cruz, el agua bendita y el nombre de Jesús huyen todos los demonios. Un alma en pena normalmente no asusta ni hace nada siniestro; las ánimas son hermanas nuestras en Cristo, la Iglesia purgante, aunque en la literatura y en el cine el género de terror nos presente con aire tétrico todo lo relacionado con los muertos y los cementerios. Y no digamos ya el horrendo e infame Halloween.

Tal como se lo conoce actualmente, el Halloween es una fiesta de origen estadounidense de ayer por la mañana. No tiene más de cincuenta o sesenta años en los EE.UU., de donde ha pasado a la América Hispana y más recientemente a Europa. No es cierto que sea una antigua tradición irlandesa, al menos tal como se celebra en la actualidad. Como en tantas otras cosas, hay mucho arqueologismo. Se nos quiere hacer creer que es una antigua tradición pagana irlandesa. Dado que lo que quieren es precisamente resucitar el paganismo, nos hablan de una ancestral celebración druida, de la que en realidad se conoce muy poco, llamada Samhain, a la que han añadido elementos originalmente cristianos pero degenerados. Los mismos gallegos evocan últimamente el Samhain, a pesar de ser ajeno a su tradición, sólo porque ellos también son de ascendencia celta. En realidad, el nombre de Halloween no puede ser más cristiano. En inglés arcaico All Halloween es la víspera de todos los santos (eso es lo que significa, nada de siniestro; pero en inglés actual no se entiende ya muy bien). Hasta tiempos bastante recientes ha existido en algunos países católicos como Irlanda o Portugal la tradición de que grupos de chiquillos fueran de casa en casa la noche previa al Día de Difuntos ofreciéndose a rezar por los muertos de la familia allí residente; en señal de gratitud, al despedirse les daban dulces u otras golosinas. Pero no era algo que exigieran, ni mucho menos amenazaban con realizar actos vandálicos si no se los daban. Y por supuesto no se exaltaba al Diablo, las brujas y todo lo siniestro. Las típicas calabazas eran desconocidas en la Irlanda antigua, así como en toda Europa. Antes del descubrimiento de América, la única variedad de estas cucurbitáceas que se conocía por aquí era la que acostumbraban llevar como cantimplora los peregrinos a Santiago, con su clásica forma de pera. Al otro lado del Atlántico existe una enorme variedad (zapallos, calabazas, auyamas, pipianes, mates, ayotes…), pero la de Irlanda era redondeada y de pequeño tamaño. Aunque, ahuecada, se utilizaba como lámpara, no tenía ni de lejos el aspecto siniestro de las del Halloween moderno.

Otros ejemplos del arqueologismo con el que nos quieren dar gato por liebre presentándonos costumbres recientes como si fueran tradiciones ancestrales, o sincretismos de larga data entre cultos precolombinos y elementos cristianos, son por ejemplo la Santa Muerte en México o San la Muerte en algunas zonas de Sudamérica. Son, en efecto, cultos sincréticos que mezclan elementos paganos y cristianos, pero de cuño reciente; existen desde hace pocas décadas. Al haber hecho la Iglesia dejación de funciones después del Concilio, el pueblo sencillo ha dejado estar bien catequizado, como lo estaba cuando se levantó en la gesta cristera; aun los analfabetos estaban bien formados y tenían sensus fidei. Tradiciones gastronómicas del Día de Difuntos como el pan de muerto y las calaveras dulces en México, los huesos de santo en España, el pão-por-Deus portugués, las caspiadas de las Azores y los soul cakes anglosajones son costumbres netamente cristianas de estas fechas aunque, otra vez el arqueologismo, algunos indigenistas quieran remontar el origen del pan de muerto a unos tiempos prehispánicos en los que ni siquiera se conocía el pan.

No nos olvidemos, pues, de las ánimas Cuando vemos las esquelas mortuorias en el periódico, no hace falta que recemos un Padrenuestro por cada uno de los difuntos, pero se puede por ejemplo rezar uno por todos los finados que figuran en la página, o bien la jaculatoria requiem aeterna dona eis, Domine. No toma más que un momento rezarla cuando vemos pasar un cortejo fúnebre o un coche de muerto. En fin, no son más que algunas ideas. Cada uno puede hacer lo que mejor le parezca, según se sienta motivado en el momento, y tampoco digo que estemos rezando constantemente por ellos. Cosas así podemos hacerlas cualquier día del año, no sólo el Día de los Fieles Difuntos. Otra idea puede ser rezar el Rosario un día mientras se pasea por el cementerio, aplicándolo por todos los que estén enterrados allí.

Bruno de la Inmaculada
 
Sábado 3 de noviembre de la trigésima semana del tiempo ordinario
  • San Ermengol de Urgel
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    San Martín de Porres
    Comentario del día : San Francisco de Sales

«El que se humilla será enaltecido»

  • Evangelio según San Lucas 14,1.7-11.

    Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente.
    Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:
    "Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú,
    y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio', y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.
    Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: 'Amigo, acércate más', y así quedarás bien delante de todos los invitados.
    Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

    «El que se humilla será enaltecido»
    La humildad no consiste sólo en desconfiar de nosotros mismos, sino también de confiarnos a Dios; desconfiar de nosotros y de nuestras propias fuerzas produce la confianza en Dios, y de esta confianza nace la generosidad de espíritu. La santísima Virgen, nuestra Señora, nos ha dado un remarcable ejemplo al pronunciar estas palabras: «he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). Al decir que es la esclava del Señor hace el acto de humildad más grande que jamás se pueda hacer, de tal manera que ante las alabanzas que le dice el ángel – que será madre de Dios, que el niño que saldrá de su seno será llamado Hijo del Altísimo, una gran dignidad que jamás se haya podido imaginar- ella contrapone a todas estas alabanzas y grandezas su bajeza e indignidad diciendo que es la esclava del Señor. Pero notemos que después de haber hecho este acto de humildad, inmediatamente practica una generosidad muy grande, diciendo: «Hágase en mí según tu palabra». Es verdad, ella quería decir, que no soy, de ninguna manera, capaz de esta gracia teniendo en cuenta de lo que soy por mí misma, pero en tanto que lo que en mí hay de bueno es de Dios y lo que tú me dices es su santísima voluntad, creo que esto se puede hacer y se hará; y sin dudar en absoluto, dice: «Hágase en mí según tu palabra».
 
  • Domingo 4 de noviembre de 2018

    Evangelio según San Marcos 12,28b-34.


    Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?».
    Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor;
    y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas.
    El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos".
    El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él,
    y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios".
    Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
 
Lunes 5 de noviembre
Lunes de la trigésima primera semana del tiempo ordinario
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    San Guido María Conforti
  • San Zacarías Isabel
  • Comentario del día : San Vicente de Paúl

«Invita a los pobres»

  • Evangelio según San Lucas 14,12-14.

    Jesús dijo al que lo había invitado: "Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa.
    Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.
    ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!".
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

    «Invita a los pobres»
    Es para honrar a nuestro Señor, para entrar en sus sentimientos, para estimarlos, hacer lo que él ha hecho y ejecutar lo que ha ordenado. Sin embargo sus sentimientos más grandes han sido, el cuidado de los pobres para curarlos, consolarlos, asistirlos y encomendarlos; éste era su deseo. Y él mismo ha querido nacer pobre, recibir en su compañía a los pobres, servir a los pobres, ponerse en el lugar de los pobres, hasta llegar a decir que el bien y el mal que hagamos a los pobres, lo considerará como hecho a su persona divina (Mt 25,40). ¡Qué amor más tierno podría manifestar hacia los pobres! Y ¿qué amor, os ruego, podemos tener por Él, si no amamos aquello que Él amó? Tanto, que éste es el tipo de amor, para amar a los pobres; es el bien servir, y es honrarlo como él quisiera que le imitáramos... Ahora bien, si este bondadoso Salvador, se siente honrado por esta imitación, ¡cuánto más nosotros, debemos considerar un gran honor parecernos en esto a él! ¿No os parece que este es un motivo muy poderoso para renovar vuestro primer fervor? Para mí, creo que debemos ofrecernos hoy a su divina Majestad..., de suerte, que se pueda decir ahora de vosotros que es "la caridad de Jesucristo la que os apremia» (2Co 5,14).
 
Martes 6 de noviembre de la trigésima primera semana del tiempo ordinario

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    San Leonardo Noblac
Comentario del día : Balduino de Ford

«Dichoso el que participará del banquete en el Reino de Dios»

  • Evangelio según San Lucas 14,15-24.

    En aquel tiempo:
    Uno de los invitados le dijo: "¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!".
    Jesús le respondió: "Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente.
    A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: 'Vengan, todo está preparado'.
    Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: 'Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes'.
    El segundo dijo: 'He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes'.
    Y un tercero respondió: 'Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir'.
    A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y este, irritado, le dijo: 'Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos'.
    Volvió el sirviente y dijo: 'Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar'.
    El señor le respondió: 'Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa.
    Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena'".
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

  • «Dichoso el que participará del banquete en el Reino de Dios»
    Dice el salmista: «El pan da fuerzas al corazón del hombre y el vino le alegra el corazón» (Sl 103, 15). Para los que creen en él, Cristo es alimento y bebida, pan y vino. Es pan cuando nos da fuerza y firmeza, según lo que dice Pedro: «Tras un breve padecer, el mismo Dios de toda gracia que os ha llamado como cristianos a su eterna gloria os restablecerá, os afianzará, os robustecerá» (1P 5,10). Es bebida y vino cuando alegra, según dice el salmista: «Alegra el alma de tu siervo pues levanto mi alma hacia ti, Señor» (Ps 85,4). Todo lo que en nosotros es sólido, firme, alegre y gozoso para cumplir los mandamientos de Dios, soportar los males, actuar según la obediencia, defender la justicia, todo esto es fuerza que nos da este pan o gozo que nos produce este vino. ¡Dichosos aquellos cuya actuar es sólido y gozoso! Y puesto que nadie lo puede por sí mismo, dichosos son los que desean ávidamente vivir según lo que es justo y honesto y ser en todas estas cosas fortificados y gozosos gracias a aquel que dice: «Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia» (Mt 5,6). Si desde ahora Cristo es pan y bebida para la fuerza y gozo de los justos ¿cuánto más lo será en la vida futura cuando se dará sin medida a los justos?
 
Miércoles 7 de noviembre de la trigésima primera semana del tiempo ordinario
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    Beata Marthe Robin
  • San Wilibordo de Utrecht
  • Comentario del día : San Buenaventura

San Francisco renuncia a todo para seguir a Cristo

  • Evangelio según San Lucas 14,25-33.

    Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo:
    "Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo.
    El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
    ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla?
    No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo:
    'Este comenzó a edificar y no pudo terminar'.
    ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil?
    Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz.
    De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo."
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

    San Francisco renuncia a todo para seguir a Cristo
    El padre de Francisco lo quería hacer comparecer ante el obispo para que renunciara a todos sus derechos de heredero y le restituyese todo lo que aún poseía. Francisco, amante auténtico de la pobreza, se presta con agrado a la ceremonia, se presenta ante el tribunal del obispo y, sin esperar un instante, ni vacilar en absoluto, sin esperar una orden o pedir una explicación, se quita de presto sus vestidos y los devuelve a su padre... Llevado por su admirable fervor, embriagado por el Espíritu se quita hasta la ropa interior y, completamente desnudo delante de toda la asistencia, declara a su padre: “Hasta ahora te he llamado padre en la tierra; de aquí en adelante puedo decir con toda seguridad: “Padre Nuestro que estás en el cielo” ya que he confiado a él mi tesoro y entregado mi fe.” El obispo, un hombre santo y lleno de dignidad, lloraba de admiración al ver hasta qué excesos lo llevaba su amor de Dios; se levantó, tomó al joven entre sus brazos, lo envolvió en su manto y le hizo traer algo para cubrirse. Le entregaron la pobre túnica de sayal de un criado del obispo; Francisco la recibe agradecido y recoge luego por el camino un trozo de yeso y traza la señal de la cruz sobre su vestido; era un hábito muy significativo para este hombre crucificado, pobre y medio desnudo. Así el servidor del Gran Rey fue despojado para seguir luego a su Señor desnudo y clavado en la cruz.
 
08 Noviembre

Jueves 8 de noviembre de la trigésima primera semana del tiempo ordinario
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    Beato Juan Duns Scoto
  • Comentario del día : San Pedro Crisólogo

Dios va en busca de una oveja para la salvación de todas

  • Evangelio según San Lucas 15,1-10.

    Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.
    Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".
    Jesús les dijo entonces esta parábola:
    "Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla?
    Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría,
    y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido".
    Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse".
    Y les dijo también: "Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla?
    Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido".
    Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte".
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


  • Dios va en busca de una oveja para la salvación de todas
    El mero hecho de encontrar un objeto que habíamos perdido nos llena de un gozo renovado cada vez. Y este gozo es más grande que el que experimentamos, antes de perderlo, cuando este objeto estaba bien guardado. Pero la parábola de la oveja perdida habla más de la ternura de Dios que de la manera como los hombres se comportan habitualmente. Y expresa una verdad profunda. Dejar lo que tiene importancia por amor a lo que hay de más humilde es propio del poder divino, no de la codicia humana. Porque Dios incluso hace existir lo que no existe; y va en busca de lo que está perdido aún cuidando lo que ha dejado en su lugar, y encuentra lo que se había perdido sin perder lo que tiene bajo su custodia. He aquí porque este pastor no es de la tierra sino del cielo. La parábola no es, de ninguna manera, la representación del obrar humano, sino que esconde misterios divinos, tal como lo demuestran los nombres que, de entrada, menciona: “Si uno de entre vosotros, dice el Señor, tiene cien ovejas y pierde una”… Ved como la pérdida de una sola oveja ha hecho sufrir, dolorosamente, al pastor, como si el rebaño entero, privado de su protección hubiera tomado un mal camino. Por eso, dejando a las noventa y nueve restantes, va en busca de una sola, se ocupa de una sola, a fin de reencontrarlas y salvar a todas en ella.
 
MEDITACIÓN
De la venida del Señor y sus señales

06/11/18 3:00 PMpor Meditación

Para el martes veinticuatro

PUNTO PRIMERO. Considera como llegando el fin del mundo dará muestras de acabarse, como suelen los hombres cuando se les acaba la vida, y como dice Cristo, el sol se oscurecerá, y la luna no dará luz, y los cielos se desencajarán de sus ejes y perderán su orden y movimiento, y las estrellas caerán del cielo a la tierra, y todos los elementos se descompondrán, y todo el universo perderá su orden y se reducirá a una temerosa confusión. Considera el fin que tienen todas las cosas, y cual estarán entonces los malos, sintiendo que viene sobre ellos y se acerca la justicia de Dios; si ahora tiemblan de un relámpago o de oír un trueno, ¿Qué temblor les causarán tantos truenos y rayos como entonces caerán del cielo, y las mismas estrellas que se desencajaran de sus lugares y abrasaran el mundo? Atiende a la vanidad de él y cual quedara desecha toda esta farsa cuando no se vea rey, señor, príncipe ni monarca, sino que todos sean iguales, y que ninguno tenga quien le valga ni se pueda valer a sí mismo, y solo les acompañe sus obras. Abre ahora los ojos, y mira despacio de lo que entonces quisieras haber hecho, y ponlo en ejecución.

Punto II. Considera lo que dice Cristo, que enviará delante de si, como precursores de su venida, a los ángeles con trompeta y voz grande, a que junten los hombres de las cuatro partes del mundo, y al sonido de aquella trompeta resucitaran todos los muertos y perecerán en el tribunal de Cristo cada uno conforme hubiere vivido; los malos llorarán, y los buenos se alegrarán, y cada uno tendrá las esperanzas según hubiere vivido. Medita despacio esta resurrección, y como estarás en aquel teatro universal del mundo; y saca de aquí desengaño de la vanidad presente de este siglo, y propósito firmes de disponer las cosas de tu alma para el futuro.

Punto III. Considera lo que dice el Señor, que vendrá en las nubes del cielo con grande potestad y majestad, y todas las tribus y naciones de la tierra le temblarán y llorarán su venida, especialmente los que no lloraron acá y se dieron a risas y deleites en esta vida; dispón la tuya en mortificación y penitencia, de manera que puedas entonces gozarte con los escogidos, y no llorar con los condenados.

Punto IV. Carga la consideración sobre las últimas palabras de Cristo, que dice; el cielo y la tierra faltaran, y mis palabras no. Pondera la firmeza de esta verdad, y la duración de la vida futura, cotéjala con la brevedad de la presente, y hallaras que esta es un sueño y menos que un instante, respecto de la duración de aquella. Alarga los ojos de la consideración a aquella duración sin fin, y aquél tiempo sin termino para siempre, llora la ceguedad de los que por gozar de este soplo de vida engañosa, pierden aquella verdadera y eterna, y pide al Señor afectuosamente que los desengañe y que te de su gracia para no caer en su ceguedad, sino despreciar todo lo presente, caduco y perecedero por gozar de la vida bienaventurada y eterna.

Padre Alonso de Andrade, S.J
 
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