Estrenos Cine Español

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Un aluvión de estrenos de cine español para acabar el año


Detalle del cartel de 'Musa', de Jaume Balagueró. y una escena de 'Oro', de Agustín Díaz Yanes (Filmax / Sony)
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Una docena de películas españolas, y un buen número de documentales, preparan su llegada a las pantallas. 'Oro', 'Musa' y 'La librería', tres esperados estrenos, coincidirán en el día de estreno previsto, el viernes 10 de noviembre. También destacan títulos como 'Perfectos desconocidos' de Álex de la Iglesia o 'El autor' de Manuel Martín Cuenca.


CARLES RULL. 31.10.2017 - 06:31h Los dos últimos meses del año contarán con una destacada presencia de estrenos españoles. Al menos una docena de largometrajes de ficción, además de documentales, esperan su turno para llegar a la gran pantalla y más de uno con posibilidades de obtener importantes candidaturas a los premios Goya, que se anunciarán a mediados de diciembre. Sobre todo predominarán los dramas y la comedia, y también algo de aventura y thriller fantástico. Las estrategias comerciales o la coincidencia harán que el próximo viernes 10 de noviembre se estrenen seis de producciones. Entre ellas algunas de las más llamativas. Es el caso de Oro, la adaptación de una novela de Arturo Pérez-Reverte que ha dirigido Agustín Díaz Yanes. Se inspira en las expediciones de los conquistadores españoles en el siglo XVI buscando hacer fortuna en América, como los intentos por hallar la mítica ciudad de El Dorado. Una ambiciosa producción, de 8 millones de euros, que deja entrever un relato de aventuras en el que la crudeza prevalecerá sobre la épica. El reparto está formado por José Coronado, Raúl Arévalo, Bárbara Lennie, Óscar Jaenada, Anna Castillo y Juan José Ballesta.

Álex de la Iglesia estrenó en marzo 'El bar', y el 1 de diciembre volverá con 'Perfectos desconocidos' Agustín Díaz Yanes logró el Goya por su debut con Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto en el apartado de mejor dirección novel en 1995 . Oro es el quinto largometraje del director madrileño que en 2006 ya llevó al cine las aventuras de Alatriste, basada también en la obra de Pérez-Reverte. En otro registro, el leridano Jaume Balagueró ha sido uno de los realizadores más relevantes en el auge del cine fantástico que ha experimentado nuestro cine en los últimos años. El firmante de Mientras dormía y uno de los creadores de la saga [•REC] regresa, también el viernes 10, con Musa. Es la adaptación de la novela La dama número trece escrita por José Carlos Somoza. En ella, un profesor de literatura quedará atrapado en una trama sobrenatural que relaciona las clásicas musas de la mitología con la brujería. Su protagonista es el actor londinense Elliot Cowan, y entre los secundarios están Leonor Watling, Manuela Vellés, Franka Potente o Christopher Lloyd —el icónico Doc de la trilogía de Regreso al futuro—. Las películas de Díaz Yanes y Balagueró coincidirán el mismo viernes con lo nuevo de la barcelonesa Isabel Coixet, se titula La librería (The Bookshop) y es también la adaptación de una novela, la que escribió Penelope Fitzgerald basándose en sus propias experiencias.

A finales de los 50 decidió abrir una librería en una pequeña localidad británica, pero la iniciativa no fue vista con buenos ojos por parte de algunas personas influyentes del lugar. El reparto es anglosajón y está encabezado por Emily Mortimer, Patricia Clarkson y Bill Nighy. Isabel Coixet también posee el Goya a la mejor dirección, fue por La vida secreta de las palabras (2006), al igual que Álex de la Iglesia —por El día de la bestia (1995). El director bilbaíno sigue incansable. El bar se estrenó a finales de marzo y ya tiene otra película terminada, Perfectos desconocidos, y a punto para que llegue a los cines el 1 de diciembre. Una comedia en la que predomina el humor negro y una visión salvaje de las relaciones humanas. En una noche bajo el influjo de un inminente eclipse de luna, con los ciudadanos presa de una extraña inquietud, un grupo de amigos se reúne para lo que debería ser una velada tranquila. Sin embargo, uno de ellos propone un juego: dejar sus móviles encima de la mesa y compartir todos los mensajes personales que vayan llegando desde cualquier red social. Entre anfitriones e invitados, los protagonistas de Perfectos desconocidos son Belén Rueda, Eduard Fernández, Ernesto Alterio y Eduardo Noriega, y está basada en una película italiana de 2016.

Cine comercial y de autor
Por su parte, Berto Romero interpretará en Algo muy gordo a un guionista de televisión que vivirá una delirante experiencia. Por un error jurídico, deberá repetir el octavo curso de EGB. La comedia dirigida por Carlo Padial será otro de los estrenos que nos llegará el 10 de noviembre, al igual que el thriller político Pasaje de vida, una coproducción hispano-argentina. Manuel Martín Cuenca, director de Caníbal o La flaqueza del bolchevique, gustó en el pasado Festival de San Sebastián con El autor, y en el de Toronto obtuvo el premio FIPRESCI, el que otorga la crítica internacional. Basada en una historia de Javier Cercás, un escritor (Javier Gutiérrez) manipulará a sus amigos y vecinos para que se comporten como los personajes de la novela que pretende escribir. El estreno está previsto para el 17 de noviembre, misma fecha que la experimental y onírica El vientre de Europa, un drama fantástico dirigido por Javier Pinzás. Las dos intentarán atraer a sus potenciales espectadores en un fin de semana que estará marcado por el estreno de la superproducción Liga de la Justicia, lo nuevo de los superhéroes de DC Comics.

Tres producciones españolas más para la semana siguiente. A partir del viernes 24 han previsto su estreno La higuera de los bastardos, protagonizada por Karra Elejalde y dirigida por Ana Murugarren mezclando drama, comedia y un punto de magia para una historia ambientada en los años 30 y 40. Llueven vacas es la peculiar propuesta de Fran Arráez, en torno a la violencia de género y con dos protagonistas. Una pareja con una relación de dominio y sumisión, pero que son interpretados a lo largo de la película por varios actores. Por un lado, Maribel Verdú, Laia Marull o María Barranco encarnan a la protagonista femenina, por el otro, Eduardo Noriega, Secún de la Rosa o Víctor Clavijo. Y la tercera propuesta es la comedia de relaciones de amistad y de pareja Tierra firme con Natalia Tena y Oona Chaplin —curiosamente, dos actrices que estuvieron en Juego de tronos—.

El auge de los documentales El cine documental prolifera y se hace notar en cartelera, aunque su público aún sea muy minoritario. Este mismo viernes, 3 de noviembre, se estrena Saura(s) dedicado a las múltiples facetas de uno de nuestros mejores cineastas, Carlos Saura —85 años y aún trabajando en nuevos proyectos—. Y el viernes siguiente, día 10, dos más. Bernabéu sobre el ex presidente del Real Madrid, y La Chana, un homenaje a la veterana bailaora autodidacta Antonia Segura en su regreso a los escenarios y en una coproducción entre España e Islandia. Para el viernes 17, Arte al agua que recoge la vida a bordo de un barco pesquero en Terranova y Los demás días, una reflexión sobre la inminencia de la muerte y cómo afrontarla. Cortar (Las 1001 novias) es un original y divertido documental del director Fernando Marinero, a modo de falsa autobiografía, pero en el que predomina la mirada femenina; y El latido de Urdaibai una sentida visión sobre esta área natural, reserva de la biosfera, en el País Vasco. Estrenos previstos para el 24 de noviembre. Si el calendario de estrenos se cumple, también el 15 de diciembre se estrenarán Los desheredados, un documental de Laura Ferrés, premiado en Cannes, sobre su padre. Propietario y conductor de una empresa de autobuses, para evitar la quiebra, decidió aceptar también dedicarse a las despedidas de soltero, viviendo constantes vejaciones, problemas e incluso destrozos de su vehículo. Por último, Muchos hijos, un mono y un castillo, un testimonio familiar de Gustavo Salmerón y cuyo título hace referencia a los deseos que tenía en mente su madre.

http://www.20minutos.es/noticia/3173078/0/aluvion-de-estrenos-de-cine-espanol-para-acabar-2017/
 
UNA PELÍCULA SOBRE LA CONQUISTA DE AMÉRICA
'Oro', el Vietnam español: "España no descubrió nada, América ya estaba allí"
Agustín Díaz Yanes adapta un relato inédito de Pérez Reverte ambientado en el siglo XVI y protagonizado en pantalla por Raúl Arévalo, José Coronado, Bárbara Lennie y Óscar Jaenada
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El equipo de 'Oro' en la presentación de la película en el Festival de Sevilla. (Efe)
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MARTA MEDINA. SEVILLA
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08.11.2017 – 05:00 H.

Dice Agustín Díaz Yanes que la conquista de la Indias es, para los españoles, "nuestro Vietnam". La época dorada del Imperio español, sí, pero también un momento que levanta ampollas e invita a la autocrítica, una autocrítica que no es nueva y que se remonta incluso hasta 1550 con la Junta de Valladolid, en la que Bartolomé de las Casas ya planteó el debate sobre la violencia con la que se trató a los indígenas por parte de los conquistadores. Y es que en 'Oro', su última película, recién estrenada en el Festival de Cine de Sevilla y que llega a la cartelera este mismo fin de semana, Díaz Yanes imagina con un realismo virulento cómo fue la experiencia de aquellos conquistadores, más allá del pendón y la épica, en la que la enfermedad, la muerte y la brutalidad están presentes en un día a día extremo en el que "la gente difícilmente llegaba a los 30 años, las mujeres tenían ocho hijos y se les morían siete, y donde cuando se mataba a alguien se le mataba con un puñal, a la cara".



'Oro' es un western crepuscular ambientado en el siglo XVI, en el que un batallón a las órdenes del "emperador Carlos, rey del mundo y de las tierras de España", en busca de oro, fama y fortuna, o mejor dicho, en una huida hacia delante escapando del hambre y la miseria. Después de ocho años alejado del cine, el director madrileño vuelve con un proyecto de gran magnitud -aunque recalca que el presupuesto ha sido inferior a los 8 millones de euros que se le adjudican-, una película histórica, rodada en parte en la jungla panameña y con un reparto repleto de grandes nombres como José Coronado, Bárbara Lennie, Óscar Jaenada, Juan Diego y Raúl Arévalo, entre otros. "Volver a rodar cualquier película da vértigo, porque cuando hablamos de millones de euros, aunque sea una película muy barata. Es que incluso en una película ‘barata’, dos millones de euros son dos millones de euros, que es un montón de dinero. Cuando empiezo una película el vértigo viene del dinero que ponen detrás de ti, porque en cuanto te equivoques o vayas mal o pierdas tiempo o la cosa no vaya, es el dinero de otra gente lo que hay en juego y esa es tu responsabilidad. Claro que me ha dado vértigo, mucho vértigo". De nuevo, el oro.


Con 'Oro', el responsable de 'Alatriste' (2006) vuelve a adaptar un texto de Arturo Pérez Reverte -esta vez inédito- al cine. "Hemos intentado meternos en la mente de estos soldados del siglo XVI. Gente que no había salido nunca del pueblo y, de repente, coge un barco que pasa tres meses de travesías horribles y llegan a un continente que para nosotros sería como llegar a un planeta desconocido completamente. Estaba la jungla, lo vemos al principio, cuando uno de los personajes dice lo de ‘engullido por una bestia que aquí llaman caimán’, porque no tenían ni put* idea de lo que eran. Es que no sabían donde iban, nada estaba cartografiado. Las espadas que pesaban de coj*nes en aquella época. Mataban a la gente con una daga. Había un sacrificio brutal". Un imperio levantado con el sudor y la sangre de los indígenas, sí, pero también de los soldados.



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José Coronado y Raúl Arévalo en 'Oro', de Agustín Díaz Yanes. (Sony)


Y este relato sobre los albores de la construcción de una nación se estrena precisamente en un momento en el que el modelo de nación está abiertamente cuestionado. La película dará que hablar, seguro, aunque Díaz Yanes no espera que 'Oro' se convierta en estandarte de nada. "No creo que la conquista, habiendo pasado 400 años, sea un tema controvertido, la verdad. Yo vi ‘Aguirre’ de Herzog cuando se estrenó y no vi ninguna polarización social, vi ‘El Dorado’ de Carlos Saura y tampoco noté ninguna polarización. Yo creo que son ciertas élites políticas las que buscan la polarización".

Jaenada: "Yo no creo que nadie se sienta más o menos español por ver esta película"

"Yo creo que el punto político, si lo tuviera la película -que no lo tiene para nada-, es que creo que aún hay muchos libros de historia que hablan del ‘descubrimiento de América' y creo que hay que huir de esos términos", defiende por su parte Óscar Jaenada, que en 'Oro' interpreta al alférez Gorriamendi. "Nosotros no descubrimos nada, eso ya estaba ahí. Fue una conquista y demostramos que allí había gente, no fue un descubrimiento, y estaría bien que en los libros de historia con los que aprenden nuestros hijos se utilizasen los términos y las palabras como son. Quizás eso es lo que está también pasando ahora, que nadie utiliza la palabra correcta para definir lo que está pasando. Por lo demás, yo no creo que nadie se sienta más o menos español por ver esta película".



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Un fotograma de 'Oro', de Agustín Díaz Yanes. (Sony)


José Coronado, otro de los protagonistas de la cinta, añade: "A mí lo que me gusta de contar esta historia es que creo que, como yo siempre he admirado mucho a los americanos por cómo se ríen de sus vergüenzas y de sus miserias, también está bien que lo hagamos nosotros y que pongamos sobre la mesa un problema que ya era patente desde hace 500 años y que seguimos teniendo hoy en día". ¿Y cuál es ese problema tan español? Lo describe la voz en off del cronista de 'Oro', interpretado por Andrés Gertrúdix: "Si no había enemigo enfrente, nos matábamos entre nosotros".

Díaz Yanes: "Entre los extranjeros teníamos fama de ser un pueblo más aguerrido, un poquito más cruel"

"Esto de que los españoles sean así, de que si el uno era de Trujillo y el otro de otro lado peleaban, no es del todo verdad", prosigue Díaz Yanes, que además de director de cine también es licenciado en Historia por la Complutense. "Quizá menos cuando se unificó Inglaterra, en todos los países de la época ocurría. Porque ésta es una época en la que las naciones empiezan a unirse y se empiezan a formar. Y eso ocurría en Francia, ocurría en Italia y en España un poco más porque éramos el país -bueno, todavía no éramos un país como tal, pero casi- más poderoso del mundo y al ser el más poderoso del mundo teníamos más visibilidad, lo que nos hacía tener un carácter más agrio. Entre los extranjeros teníamos fama de ser un pueblo más aguerrido, un poquito más cruel. Pero lo que también somos aquí es muy masoquistas".



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Bárbara Lennie es Doña Ana en 'Oro'. (Sony)


No de crueldad, quizás, pero sí de violencia está empapado el relato que de la colonización hace 'Oro', algo a lo que apuntan cada vez más voces críticas respecto al relato oficial de la historia. "No puedes decir que la conquista de América fue maravillosa, porque no lo fue, como no lo fue la Transición española", admite Raúl Arévalo, que da vida al soldado Martín Dávila. "Pero sin defendar nada y haciendo cosas horribles como hicieron -y desde el punto de vista de alguien como mi personaje-, también hay que entender, pero nunca justificar, que es que en esa época decían que los indios no tenían alma, se les consideraba animales. Y llegaban allí y si los mataban no consideraban que estuviesen matando a una persona, de nuevo sin querer justificar nada. Contar esto como lo cuenta la película es dejar a cada uno que saque sus conclusiones, pero sí que es verdad que es un tema complicado de la historia de nuestro país".

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Cartel de 'Oro'


'Oro' es una película muy masculina, puesto que la conquista de América fue una campaña muy masculina. Sin embargo, entre los colonizadores de Díaz Yanes también hay dos mujeres interpretadas por Bárbara Lennie y Anna Castillo. "Mi personaje es más literario que histórico, es el que puede estar más modernizado", explica Lennie. "Yo no tenía mucha idea de qué habían hecho las mujeres, no me las imaginaba, entonces aprendí que las mujeres en la conquista de América fueron bastantes y que algunas llegaron a liderar ejércitos, a sobrevivir a sus maridos y a sus sirvientes. Y lo que más me gustó es que para ellas también fue un espacio de libertad, aunque sea de libertad mental, de libertad espiritual".

https://www.elconfidencial.com/cultura/2017-11-08/oro-agustin-diaz-yanes-coronado-arevalo_1473988/
 
CINE | 'EL FOTÓGRAFO DE MAUTHAUSEN'
La vida del fotógrafo que sufrió el horror nazi se convierte en película
Mario Casas protagoniza el filme sobre el catalán Francesc Boix en Mauthausen

JACINTO ANTÓN
Terrassa 24 NOV 2017 - 09:23 CET


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El actor actor Mario Casas en el papel de Francesc Boix durante el rodaje 'El fotógrafo de Mauthausen'.JOAN SÁNCHEZ


Los enjutos deportados en sucios trajes de rayas avanzan escudilla en mano hacia la mesa donde les sirven una sopa aguada y un mendrugo. Luego se refugian en los camastros del barracón para dar cuenta con avidez de las inhumanas raciones. Se escucha una voz: “¡Gracias, chicos! Cortamos para ir a comer”. Y los presos cambian de expresión y salen animados camino del abundante catering que les espera fuera. Dentro quedan abandonados los platos oxidados, las cucharas de madera y por supuesto la sopa y el pan duro. En el borde de una litera alguien se ha dejado la ajada chaqueta a rayas con el número 9112 que lleva cosida una estrella de David compuesta por dos triángulos amarillos; es improbable que se la roben.

Estamos en uno de los sets de rodaje de El fotógrafo de Mauthausen, una película sobre las peripecias que vivió en el famoso campo de concentración nazi, en el que se internó a siete mil republicanos españoles, el fotógrafo catalán Francesc Boix (1920-1951) para conseguir ocultar fotos que testimoniaban el horror y los crimenes del III Reich y que sirvieron luego de prueba en los juicios de Nuremberg.

Mauthausen, por el que pasaron cerca de 190.000 presos, de los que murieron casi la mitad, se convirtió a lo largo de la guerra en un inmenso complejo concentracionario, con medio centenar de subcampos. Aunque no estaba considerado propiamente un campo de exterminio como Treblinka, Sobibor o Belzec, fue un campo de extraordinaria dureza, incluso para ser un campo nazi, y en el que de hecho se exterminaba a los internados (una gran mayoría presos políticos considerados enemigos incorregibles del Reich) sobre todo a través del trabajo extenuante aunque también funcionó (en Gusen) una cámara de gas. Los SS desplegaron en Mauthausen un sadismo particularmente sobrecogido.

Entre los presos famosos del campo, además de Boix, figuran Simon Wiesenthal, Mariano Constante, Joaquim Amat-Piniella, o Peter van Pels, el adolescente que se escondió con Anna Frank. El personaje más celebre que nunca estuvo es, por supuesto, el impostor Enric Marco.

El filme, dirigido por Mar Targarona y protagonizado por Mario Casas, que ha perdido 12 kilos para encarnar al Boix preso (en general todos, actores y figurantes han rebajado peso, excepto, claro, los que hacen de nazis), se está rodando estos días en Terrassa y luego lo hará en Budapest, donde aprovechará los mismos decorados de un campo que se usaron en El niño del pijama de rayas.El estreno está previsto para septiembre u octubre próximos.

“Hay escenas muy duras”, admite Targarona, “no puedes contar esta historia sin ellas”. No obstante, continúa, la personalidad de Boix, “un superviviente, un hombre que amaba la vida, que no se dejó arrastrar a la desesperación y que incluso era algo pícaro”, ofrece una perspectiva soportable, no tan oscura.

eblinka, Sobibor o Belzec, fue un campo de extraordinaria dureza, incluso para ser un campo nazi, y en el que de hecho se exterminaba a los internados (una gran mayoría presos políticos considerados enemigos incorregibles del Reich) sobre todo a través del trabajo extenuante aunque también funcionó (en Gusen) una cámara de gas. Los SS desplegaron en Mauthausen un sadismo particularmente sobrecogedor.


El rodaje de la película permite presenciar escenas tan insólitas como las de los deportados comiendo bocadillos, croquetas y empanadillas y hablando por los móviles

Entre los presos famosos del campo, además de Boix, figuran Simon Wiesenthal, Mariano Constante, Joaquim Amat-Piniella, o Peter van Pels, el adolescente que se escondió con Anna Frank. El personaje más celebre que nunca estuvo es, por supuesto, el impostor Enric Marco.

El filme, dirigido por Mar Targarona y protagonizado por Mario Casas, que ha perdido 12 kilos para encarnar al Boix preso (en general todos, actores y figurantes han rebajado peso, excepto, claro, los que hacen de nazis), se está rodando estos días en Terrassa y luego lo hará en Budapest, donde aprovechará los mismos decorados de un campo que se usaron en El niño del pijama de rayas.El estreno está previsto para septiembre u octubre próximos.

“Hay escenas muy duras”, admite Targarona, “no puedes contar esta historia sin ellas”. No obstante, continúa, la personalidad de Boix, “un superviviente, un hombre que amaba la vida, que no se dejó arrastrar a la desesperación y que incluso era algo pícaro”, ofrece una perspectiva soportable, no tan oscura.

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Francesc Boix, en el campo de concentración.


La directora destaca la asombrosa aventura vital de Boix, que utilizó su trabajo en el laboratorio fotográfico de los SS para robar negativos y, jugándose la vida, esconderlos de cara a probar luego los crímenes. Boix, que intervino como testigo en Nuremberg, también realizó él mismo una gran cantidad de fotografías de Mauthausen tras la liberación que son testimonio asimismo de las atrocidades del campo.

Mario Casas no conocía a Boix antes de encarnarlo. Su historia le parece “fascinante” y el personaje un regalo. “Es un verdadero superhéroe, sin máscara, sin capa y sin superpoderes. En su caso la realidad supera a la ficción”. La recreación que se ha hecho del campo le parece “espectacular” y afirma que el adelgazamiento radical le ha servido para compartir en una pequeña parte el sufrimiento de los presos.

El rodaje de la película permite presenciar escenas tan insólitas como las de los deportados comiendo bocadillos, croquetas y empanadillas y hablando por los móviles o la de los operarios desmontando la famosa portalada del campo (de porexpan pintado), por la que se accedía al patio de garajes, tras rodarse la secuencia de la liberación del recinto (el 5 de mayo de 1945). Durante dicha escena se hizo caer la gran águila nazi que coronaba la entrada, con la mala suerte de que se partió antes de llegar al suelo (la directora quería que se rompiera en pedazos y mordiera el polvo al caer, como un símbolo del fin del poder hitleriano; en realidad, ese águila era de bronce y no se partió).

Los exteriores monumentales de Mauthausen se han reconstruido en un descampado junto al antiguo sanatorio de tuberculosos de Can Viver en Torrebonica. Ayer era posible entrar y salir por la puerta del campo con una libertad poco acorde con la realidad histórica. En el suelo se apreciaban roderas de orugas, quien sabe si de los Sherman de la 11 ª división acorazada de los EE UU que lo liberaron.

En la granja agrícola vecina se han adecuado unas naves para devenir el barracón de desinfección y la carpintería, donde Boix y sus camaradas escondieron parte de las fotos sustraidas a los SS. En el segundo escenario se pueden ver cajas apiladas con el águila nazi (uno podría creer que allí se esconde el Arca Perdida) y un letrero en la pared con el famoso lema irónico habitual en los campos de Arbeit macht frei, “el trabajo os hará libres”.Aún más siniestra es la reconstrucción que se ha hecho en el Parc Audiovisual de Cataluña, en el antiguo Hospital del Tórax, del hospital del campo, antesala de la muerte. Un retrato de Hitler preside el lugar y, para mayor espanto, una puerta al fondo da paso al plató donde se han reconstruido, con aterradora exactitud, cenizas incluidas, los hornos crematorios. Parece mentira que a muy poca distancia, unas puertas más allá, esté la academia de Operación Triunfo...


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Extras del filme sobre Boix, durante el rodaje.

DIDÁCTICO Y EMOCIONAL


Mar Targarona afirma que lo más difícil de un filme sobre los campos nazis es “hacerlo creíble”, que el vestuario, los decorados y los rostros sean verosímiles. A tal fin se ha realizado un exhaustivo trabajo de documentación que ha incluido visitas al campo real y las consultas a Amical de Mauthausen. La directora subraya que pretenden que el filme sea didáctico además de muy emocional. Para ella ha sido especialmente interesante descubrir la existencia de las mujeres obligadas a ejercer la prostit*ción en el campo, a las que se hace mención en la película.





https://elpais.com/cultura/2017/11/23/actualidad/1511459290_411761.html
 

'Muchos hijos, un mono y un castillo': la loca historia de una excéntrica madre española

El documental familiar de Gustavo Salmerón se convierte en un homenaje a su progenitora Julita y, a través de ella, a una forma vital y caótica de entender la maternidad
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Julita Salmerón protagoniza 'Muchos hijos, un mono y un castillo'. (Caramel)
AUTOR
EULÀLIA IGLESIAS
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15.12.2017 – 05:00 H.
Ya desde el inicio de la película, Julita muestra su preocupación por encontrar unas vértebras que deben seguir guardadas en algún rincón de la casa. Sí, dos piezas que formaban parte de la columna de su bisabuela, asesinada durante la Guerra Civil junto a una de sus hijas. Gustavo Salmerón, director de este documental en torno a su propia madre, y sus hermanos no acaban de entender por qué la mujer ha custodiado un recuerdo tan macabro, los fragmentos de un esqueleto que deberían estar enterrados con el resto del cuerpo. La búsqueda de las vértebras entre los docenas y docenas de cajas, bultos y paquetes que la familia acumula en sus casas deviene la excusa narrativa de esta película que se está convirtiendo en la sorpresa de la temporada. Los huesos resumen a fin de cuentas el apego que siente la protagonista por los recuerdos que ha ido acumulando a su alrededor. Si es capaz de atesorar los objetos más banales porque los asocia a alguna emoción concreta de su vida, ¿como no va a guardar el testigo material del sufrimiento de las mujeres de su familia?




Las vértebras en una cajita también son uno de los signos de la cierta extravagancia que caracteriza a esta matriarca. Gustavo Salmerón ha filmado a su progenitora a lo largo de varios años para armar un documental que trasciende el mero ámbito doméstico y se erige en un homenaje a una mujer de vitalidad desbordante, simpatía contagiosa y talante espontáneo. El film podría haberse planteado como el reverso oscuro de un cuento de hadas. Como anuncia el título, los deseos de la pequeña Julia consistían en tener muchos hijos, un mono y un castillo. Cumplió los tres. Su prole la acompaña todavía en la casa familiar.


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Julieta Salmerón y su mono en 'Muchos hijos, un mono y un castillo'. (Caramel)



Pero el mono acabó sacrificado después de que resultara ser menos amistoso de lo previsto. Y el castillo que se compraron a partir de un golpe de fortuna que el film no acaba de detallar también pasa a otras manos por culpa de la crisis. Sin embargo, Julita mantiene el buen humor ante los golpes de mala suerte, aunque a veces desee desaparecer del mapa. Mientras padres y hermanos se dedican a organizar una mudanza sin saber muy bien adónde van a destinar muchos de los objetos de su antigua residencia regia, otra idea atraviesa la película. La tendencia al caos en las familias numerosas no es otra cosa que un signo de humanidad ante un panorama que solo se podría controlar a través de mano férrea y exceso de disciplina.

El mono acabó sacrificado después de que resultara ser menos amistoso de lo previsto

"¿A quién le va interesar una película casera como esta?", pregunta la matriarca al hijo que esgrime la cámara ante ella. La reflexión metacinematográfica aparece en un par de momentos, siempre de la mano de Julita, quien no acaba de entender cómo un film doméstico puede traspasar las fronteras de exhibición de su propio ámbito de rodaje. Al contrario de su hijo, ella no contempla su propio potencial como personaje en la gran pantalla ni intuye la facilidad con la que conectará con el público. Y eso que hace poco, otro actor pasado a director, Paco León, convirtió igualmente a su madre en la protagonista de un díptico imprescindible, 'Carmina o revienta'y 'Carmina y amén', que jugaba más en el terreno de la docuficción. Además, uno de los grandes títulos de la historia del cine español también es un documental familiar, 'El desencanto' de Jaime Chávarri, con otra madre carismática, Felicidad Blanc.



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Otro fotograma de 'Muchos hijos, un mono y un castillo'. (Caramel)


En cierta manera, 'Muchos hijos, un mono y un castillo' es el reverso tonal del film en torno a los Panero. Aquí no se pretende conjurar a los fantasmas familiares, ni psicoanalizar posibles traumas materno-filiales, ni poner en evidencia la distancia entre el discurso oficial de cara al público y la vida íntima de los personajes. La película de Salmerón no aspira a ser otro drama sobre secretos y mentiras familiares. Desde una lectura sociopolítica, resulta una oportuna visión de la crisis económica a través de a una familia que debe renunciar al sueño de vivir en un castillo. El film sobre todo celebra a una mujer que encarna una forma heterodoxa de entender la maternidad.



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Cartel de 'Muchos hijos...'


A 'Muchos hijos, un mono y un castillo' se le puede reprochar que pase de puntillas por algunos de los temas que esboza, como el origen de la puntual fortuna familiar o la filiación política de la madre, queprimero se confiesa falangistadebido a las circunstancias que vivió durante la Guerra Civil (en una de las pocas escenas en que Salmerón entra en cuadro para confrontar de forma directa el discurso de su madre) y después se pelea con el padre a propósito de la monarquía. Pero reivindica a un tipo de mujer tradicionalmente invisibilizada o juzgada solo por cómo encaja en el rol que la sociedad le ha adjudicado. Y Julita desborda las etiquetas de madre y esposa con un carisma que ya querrían para sí muchos personajes de ficción.

https://www.elconfidencial.com/cultura/cine/2017-12-15/muchos-hijos-un-mono-y-un-castillo_1493030/
 
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Las 10 mejores películas españolas de 2017: ¿eres más de Dios o de Satán?
A dos semanas de que acabe el año, el cine español le faltan 3 millones de espectadores y 15 millones de euros de recaudación para igualar las cifras de 2016
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Paula Robles y Laia Artigas en 'Verano 1993'. (Avalon)

MARTA MEDINA
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19.12.2017 – 05:00 H. - ACTUALIZADO: 7 H.
A dos semanas de acabar el año, el cine español hace balance: de momento, una taquilla a la que le faltan 15 millones de euros de recaudación y casi tres millones de espectadores para repetir los datos conseguidos en 2016. Difícil que lo consiga. 2017 ha sido un año irregular que habría sido bastante olvidable si no hubiese sido por el tesón de unos cuantos francotiradores empeñados en sacar adelante sus historias, ya sea al margen de la industria o dentro de la misma, pero no demasiado.

El cine español ha salvado los muebles gracias al aire fresco de sus nuevos realizadores; de las 'grandes' producciones, salvo un par de nombres puntuales, poco que reseñar. Del drama intimista a la comedia más gamberra, de las vocaciones religiosas a las posesiones satánicas, éstas han sido —criterio personal mediante— las mejores películas españolas estrenadas en los últimos 12 meses:

10. 'No sé decir adiós', de Lino Escalera


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'No sé decir adiós', de Lino Escalera. (Super 8 Media)


La primera y la última película de esta lista tienen mucho en común: ambas son óperas primas, ambas han encontrado su mejor aliado en la sencillez y ambas hablan del duelo y la pérdida, aunque desde diferentes estadios. 'No sé decir' adiós habla sobre el momento previo a esa pérdida: el ritual preparatorio ante lo inevitable, pero desde la proximidad. Este drama pequeño, seco e intuitivo empezó haciendo ruido en el último Festival de Málaga y ha acabado abriéndose paso entre producciones más grandes en el camino hacia los Goya 2018 con tres nominaciones, entre ellas a Mejor director.


"José Luis (Juan Diego) se gana la vida como profesor de autoescuela en un pueblo del sur de España. Su hija Blanca (Lola Dueñas) decidió quedarse en el pueblo y formar su propia familia. Su otra hija, Carla (Nathalie Poza), optó por marcharse a trabajar a Barcelona, donde se ha convertido en una mujer con éxito en los negocios pero alejada de la vida familiar, sin ejercer de hija, sin tener pareja y sin ser madre. Después de un tiempo distanciados, la frágil salud de su padre obliga a Carla a volver a su pueblo. Lo que en principio parecía una reunión por compromiso acaba trastocando la vida de todos ellos en el momento en el que a José Luis le diagnostican un cáncer terminal". Una película reposada, de planos fijos y escaso diálogo, de esas que se cuecen a fuego lento, pero que dejan poso.

9. 'Júlia ist', de Elena Martín


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Elena Martín dirige y protagoniza 'Júlia ist'. (Avalon)


Dos años después de protagonizar la aplaudida 'Las amigas de Àgata', Elena Martín dirige, escribe y actúa en 'Júlia ist', el relato común de una joven española que se traslada a vivir a Berlín con una beca Erasmus. Con una mirada sencilla y cercana, de planos cortos, diálogos costumbristas, luz naturalista, 'Júlia ist' es una reflexión sobre la juventud emigrante y sobre el camino hacia la madurez desde un punto de vista algo melancólico.


"'Júlia ist' es un ejercicio de autoficción para el que ha contado con la complicidad en el guion de tres compañeros, Maria Castellví, Marta Cruañas y Pol Rebaque, que también estudiaron fuera", escribió la crítica Eulàlia Iglesias en su reseña. "Desde esa cámara que apenas se separa de Júlia, el filme encuentra en este registro íntimo sin estridencias su mejor baza. Visión desmitificada de la vida estudiantil en el extranjero, 'Júlia ist' no resulta ni demasiado dramática ni cae en la autoindulgencia. Este año en Alemania no le cambia la vida al personaje principal. Se trata más bien de observar cómo esospequeños desgastes, descubrimientos, desengaños y euforiasacaban conformando un periodo de transformación personal con sus características propias".


8. 'Selfie', de Víctor García León



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Santiago Alverú en 'Selfie', de Víctor García León.


'Selfie' es el resultado necesario y accidental de una industria cinematográfica española cerrada y endogámica, en la que muchos talentos tienen que recurrir al 'low cost' casero para desfogar sus ansias creativas. El hecho de que esta película haya llegado a los goya es, al la vez, motivo de aplauso y de llanto, en tanto en cuanto la Academia que la premia está compuesta por los mismos profesionales que han empujado al director Víctor García León a rodar una película sin presupuesto cimentada casi exclusivamente en el empeño personal.


"Bosco (Santiago Alverú) es hijo de un ministro, vive en un casoplón en La Moraleja y está estudiando un "em-bi-ei" -Master in Business Administration, es decir, negocios- en la exclusiva Universidad Nebrija de Madrid. Todo en su vida va bien. Hasta que a su padre lo detienen acusado de fraude, alzamiento de bienes, blanqueo de capitales, corrupción urbanística, malversación de fondos públicos, tráfico de influencias, falsedad documental, cohecho, prevaricación, administración desleal y apropiación indebida". 'Selfie' es una sátira sobre la situación política actual —y el espíritu político de siempre— de nuestro país a través del viaje de un niño bien por los ambientes de izquierdas del barrio de Lavapiés.


7. 'El bar', de Álex de la Iglesia



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'El bar', de Álex de la Iglesia. (Sony)


Este 2017, Álex de la Iglesia, siempre tan prolífico e inquieto no se ha conformado este 2017 con estrenar una, sino dos películas, con apenas nueve meses de diferencia. En marzo, 'El bar', su decimocuarto largometraje como director, comenzó su andadura en la Berlinale un buen presagio a nivel de crítica para una cinta que además ha acabado siendo la décima producción española más taquillera de año. De la Iglesia ha vuelto a esa combinación de 'thriller' con humor negro que tanto le gusta y que tan buenos resultados le ha aportado, esta vez rodeado de un reparto encabezado por Mario Casas, Blanca Suárez y Carmen Machi.

"Un día cualquiera, a plena luz del día, un barrendero sale de tomarse su desayuno en un bareto del centro de Madrid. Todo parece normal hasta que alguien le vuela la cabeza. "Quizá solo ha sido una coincidencia", piensan el resto de clientes, parapetados tras la cristalera. Quizás estaba metido en un lío chungo. Quizá se lo merecía. Un segundo cliente sale a auxiliar a la víctima... y también le vuelan la cabeza. Es entonces, cuando los clientes del bar se dan cuenta de que el francotirador que está disparando es de lo más democrático, cuando cunde el pánico. Cualquiera puede ser el siguiente". Una reflexión sobre el patetismo, la mezquindad y el instinto de supervivencia del ser humano en momentos de crisis. El regreso del mejor De la Iglesia.


6. 'Muchos hijos, un mono y un castillo', de Gustavo Salmerón



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'Muchos hijos, un mono y un castillo', de Gustavo Salmerón. (Caramel)

Este documental del actor Gustavo Salmerón sobre su propia familia ha sido una de las últimas revelaciones del año, a camino entre el 'Grey Gardens' de Ellen Hovde y Albert Maysles y 'El desencanto' de Jaime Chávarri, lo que le ha valido la nominación al Goya al Mejor documental. Con la premisa de una mudanza, Salmerón ahonda en su historia familiar a través del personaje —persona— de su madre, una mujer excéntrica y dicharachera que consiguió las tres principales cosas a las que aspiraba en la vida: muchos hijos, un mono y un castillo, como su propio título indica.


"El documental trasciende el mero ámbito doméstico y se erige en un homenaje a una mujer de vitalidad desbordante, simpatía contagiosa y talante espontáneo", analiza Eulàlia Iglesias en su crítica. "Aquí no se pretende conjurar a los fantasmas familiares, ni psicoanalizar posibles traumas materno-filiales, ni poner en evidencia la distancia entre el discurso oficial de cara al público y la vida íntima de los personajes. La película de Salmerón no aspira a ser otro drama sobre secretos y mentiras familiares. Desde una lectura sociopolítica, resulta una oportuna visión de la crisis económica a través de a una familia que debe renunciar al sueño de vivir en un castillo. El film sobre todo celebra a una mujer que encarna una forma heterodoxa de entender la maternidad".

5. 'Handia', de Aitor Arregi y Jon Garaño


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Eneko Sargadoy es Joaquín, el gigante de Altzo en 'Handia'. (A Contracorriente)


Tres años después de 'Loreak', los directores y guionistas Jon Garaño, Aitor Arregi y José María Goenaga —esta vez también con Andoni de Carlos— vuelven con 'Handia', un drama histórico ambientado en lasguerras carlistas sobre un personaje mítico de la cultura vasca, el Gigante de Altzo. Con una estética pictórica y cuidada —recuerda al romanticismo de Friedrich—, 'Handia' cuenta la historia de los hermanos Martín y Joaquín Eleizegi, desde su infancia en un caserón de Guipúzcoa hasta sus viajes por todo el mundo como una atracción de feria cuando Joaquín, de adulto, sobrepasa los dos metros de alto.

La película se llevó el premio del Jurado del Festival de San Sebastián y está nominada en 13 categorías en los Goya 2018. "Si la anterior, 'Loreak', suponía un filme insólito en su interés por explorar la perdurabilidad del amor y del luto, 'Handia' sorprende por su capacidad para discurrir como un relato de porte clásico sin caer en el academicismo. A través del personaje de Joaquín, Garaño y Arregi se acercan al género sin renunciar al realismo", escribió sobre ella la crítica Eulàlia Iglesias.


4. 'La llamada', de Javier Ambrossi y Javier Calvo



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Macarena García protagoniza 'La llamada', de Javier Ambrossi y

Javier Ambrossi y Javier Calvo han firmado la comedia más refrescante del año: 'La llamada', que tras dar el salto de las tablas a la gran pantalla se ha convertido en una de las grandes revelaciones del cine nacional este año. Una comedia musical que ha arrastrado al cine a casi medio millón de espectadores gracias a sus números cantados, sus grandes interpretaciones y su fotografía colorida y estridente.

Macarena García, Belén Cuesta y Anna Castillo tienen una sinergia especial que denota mucha intimidad y un trabajo en conjunto de muchos años —la mayoría de las actrices pasaron por la obra de teatro primero— que se ha concretado en un gran trabajo interpretativo. "Con mucho sentido del humor, mucha chispa, unos diálogos perfectamente pulidos, Ambrossi y Calvo se meten en unas aguas tan pantanosas como las de la religión —o más bien la fe— en un alegato a favor del amor como fuerza transformadora, ya sea para entrar o salir de la Iglesia, y de las diferentes formas de vivir la fe, que es algo que va mucho más allá de la religión".
 
3. 'Verónica', de Paco Plaza


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Sandra Escacena protagoniza 'Verónica', de Paco Plaza. (Sony)


El valenciano Paco Plaza ('Rec', 'Romasanta, la caza de la bestia') dirige esta película de terror inspirada en el famoso 'Expediente Vallecas', el caso de una joven madrileña a la que se relacionó con una posesión demoníaca después de haber jugado con sus amigas a la ouija. Con el pretexto paranormal, Plaza construye en 'Verónica' una historia sobre la pubertad y el miedo a crecer y a los cambios de una forma que trasciende su propio género.


"Con un estilo sobrio y costumbrista y una cámara elegante —rodada en digital, pero con ópticas antiguas, lo que da mucha textura a la imagen—, Plaza traza el paralelismo entre los estragos de la entrada en la adolescencia y los de una posesión demoníaca. Y todo en plena transformación de una España que se despertaba del letargo y entraba en la modernidad de mano de las televisiones privadas y de unos Héroes del Silencio que con 'Senderos de traición' ponían una pica en Alemania, en Europa, en el mundo". La cinta de Plaza compite en siete categorías en los Goya 2018, entre ellas Mejor película, Mejor director y Mejor guión original.


2. 'Mimosas', de Oliver Laxe



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Ahmed Hammoud y Said Aagli en 'Mimosas', de Oliver Laxe. (Numax Distribución)


'Mimosas' pertenece a esa categoría de cine desconocido en su propia tierra pero que hace patria en los festivales de todo el mundo. La segunda película del franco-gallego Oliver Laxe —a quien se enmarca en la corriente del Novo Cinema Galego— se llevó el Gran Premio de la Semana de la Crítica del Festival de Cannes por esta historia de aventuras rodada en el Anti-Atlas marroquí con un estilo poético cercano al de autores como Ben Rivers o Lisandro Alonso en 'Jauja'. Ahmed y Saíd son dos buscavidas que se ofrecen a ayudar a un jeque a viajar a la tierra de su familia para poder morir en paz junto a los suyos. Un camino lleno de obstáculos que empieza cuando el propio jeque muere, lo que no detiene a los dos hombres en su empeño de cumplir el trato.

1. 'Verano 1993', de Carla Simón


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Una imagen de 'Estiu 1993'. (Avalon)

Ya sólo por 'Verano 1993' ('Estiu 1993') ha merecido la pena el año. La mejor película española es una ópera prima que, aunque se ha caído de la carrera hacia los Oscar, compite en ocho categorías de cara a los Goya 2018. 'Verano 1993' comenzó su andadura festivalera en la pasada Berlinale, donde ganó el premio Generación KPlus a Mejor película y el premio a Mejor ópera prima. La directora y guionista Carla Simón ha conquistado a crítica y público —su película está entre las 20 más taquilleras del año de la producción nacional— con una historia muy personal, basada en su propia vida, rodada de forma sencilla y confiando el peso del film a las interpretaciones de sus actores, sobre todo de Laia Artigas en el papel de Frida, la protagonista.

Con sólo seis años a Frida le toca enfrentarse a algo que siquiera muchos adultos están preparados para afrontar: el significado de la muerte. Tras el fallecimiento de su madre, Frida tiene que aprender a lidiar con una ausencia de la que nadie quiere hablar, pero que está presente en cada uno de los segundos de ese verano de 1993. Una mirada totalmente transparente hacia el dolor y el duelo que deja marca.
 
LA PELÍCULA DE LA SEMANA | SIN RODEOS
Los otros talentos de Torrente
Siento enorme respeto por la agilidad mental, la gracia y el talento de Santiago Segura


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El director Santiago Segura habla con Maribel Verdú durante el rodaje de 'Sin rodeos'. En vídeo, el tráiler de la película.


TRAILER:https://elpais.com/cultura/2018/03/01/actualidad/1519928562_674652.html


CARLOS BOYERO
2 MAR 2018
Existe una curiosa y notable coincidencia, con resultado venturoso para mis convencionales y groseros gustos, entre las últimas películas de Álex de la Iglesia y Santiago Segura, y es que ambos, autores de un cine tan personal como reconocible (independientemente de que te atraiga o te desinterese) han dirigido remakes, su adaptación de historias y películas inventadas por otra gente. Perfectos desconocidos, que ha logrado hacer reír a un público tan diverso como cuantioso, entre el que me incluyo, es el remake de una película italiana, dirigida por Paolo Genovese, que todavía no he podido ver. Y Sin rodeos es una nueva adaptación (me cuentan que hay una versión mexicana y otra argentina) de la película chilena Sin filtros, parida por Nicolás López, alguien con el que tuve un breve encuentro y me pareció un señor inteligente y un cinéfilo heterodoxo.

En el caso de Álex de la Iglesia Perfectos desconocidos fue un encargo que resolvió modélicamente. Pero no hubo intermediarios en el trabajo de Santiago Segura, que intuyó que existía un filón muy goloso al ver la película chilena. También un reto, ya que aparte de una breve y graciosa aparición, interpretando a un místico y sanador hindú que en realidad es de Alcobendas, Segura se limita a dirigir. Un riesgo de cara al multitudinario público de la millonaria saga torrentiana. Iban a disfrutar con ese esperpéntico y delirante antihéroe identificándolo con la presencia en cada plano de Santiago Segura. El cebo absoluto era él delante de la cámara. Dudo que a gran parte de esos espectadores masivos les interesara saber quién dirigía las aventuras y desventuras de su idolatrado Torrente.

Disfruté mucho con el primer Torrente y poco o nada con el resto. Y siento enorme respeto por la agilidad mental, la gracia y el talento de Santiago Segura. Y por lo tanto, notables expectativas ante su trabajo como director al margen de su prolongado e infalible éxito con Torrente. No me defrauda. Sigo con interés la tortura cotidiana —en un mundo donde todo cristo pretende ser oído pero nadie escucha al prójimo— de esa mujer tan afortunadamente normal que los demás tratan como si fuera anormal, su resignada desolación constatando que no existe o únicamente la quieren para explotarla en su entorno familiar, profesional y sentimental. Y sobre todo, agradezco que personajes, situaciones y gags me despierten la sonrisa y la risa, gestos que escasean en el cine y en la vida. Y, cómo no, me confirma que puedo estar solo pero jamás estupidizado al mantenerme ajeno a esas redes sociales que al parecer son imprescindibles y gozosamente adictivas en la vida o en la supervivencia de la gente.

Y celebro, como en la memorable Alice, que se inventó el extraordinario y satanizado a perpetuidad Woody Allen, que la afligida protagonista de Sin rodeos,gracias a la ingestión de una liberadora pócima tenga la lucidez y el valor de enviar a la nada o la mierda a todos los que se empeñaban en condenarla al naufragio. O sea, mejor solos que mal acompañados, como sostiene la escéptica e irreplicable sabiduría popular.

Maribel Verdú sigue ofreciéndome razones para que sea la actriz española que más me gusta. Y Candela Peña solo necesitas tres apariciones episódicas para bordar un personaje. Lo he pasado bien con esta película. Y confieso que no me siento pecador por ello.

SIN RODEOS

Dirección: Santiago Segura.

Intérpretes: Maribel Verdú, David Guapo, Cristina Castaño.

Género: comedia, España, 2018.

Duración: 87 minutos.
 
'Dhogs', la película española que tensa hasta el límite las cuerdas de la realidad


GONZOO 06.03.2018 -

Ha ganado 13 galardones en los Premios Mestre Mateo y ha pasado ya por Londres, Buenos Aires y Sitges. Su director Andrés Goteira, con la que es su opera prima, ahonda en la perversión del ser humano tan poco tratada en el cine español.



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Una de las partes de la película 'Dhogs'. YOUTUBE/CINEMALDITO


Rodada en gallego y habiendo ganado 13 galardones en los Premios Mestre Mateo, 'Dhogs' se ha convertido en una de las sensaciones de la temporada. Intentando sacar al espectador de esa plácida zona de confort, esta película encuadrada dentro del género fantástico tensa hasta el límite las cuerdas de la realidad. El relato parte del encuentro casual entre un hombre de negocios y una mujer que bebe sola en el bar de un hotel, algo que se transforma en una retorcida y, casi irreal, espiral de violencia. Se trata de un filme de gran contenido simbólico y metafórico, que se muestra incluso en el propio título (juego de palabras entre dogs, perros, y hogs, cerdos). Su director Andrés Goteira (Meira, Lugo, 1983) confiesa, influenciado por las películas de Gaspar Noé, los Coen o Tarantino, que su objetivo era hablar de la parte perversa del ser humano, de la violencia, en especial de la masculina. Además de querer incidir en la pasividad sumisa y egoísta de la gente ante esa perversión… Con la que es su opera prima, Goteira sin duda busca remover la mente del espectador y le invita a la reflexión.





Ni más ni menos que un proceso de cuatro años para sacar adelante este proyecto totalmente anómalo dentro del cine español. Crowdfunding, vender una cerveza artesana con el nombre de la película… estas son algunas de las peripecias que se llevaron a cabo hasta que, por fin, las ayudas institucionales permitieron acometer el rodaje. El largometraje ha pasado ya por festivales como el de Londres, Buenos Aires o Sitges dejando al espectador hipnotizado y atónito ante lo mostrado.


https://www.20minutos.es/gonzoo/noticia/dhogs-pelicula-tensa-limite-realidad-3280669/0/
 
ESTRENO DE CINE
'El aviso' de Calparsoro: ¿pueden las matemáticas ser culpables de asesinato?
Raúl Arévalo, Aura Garrido y Belén Cuesta protagonizan el último 'thriller' del director barcelonés

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Raúl Arévalo y Antonio Dechent en 'El aviso'. (DeAPlaneta)
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MARTA MEDINA
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23.03.2018 –

Jon (Raúl Arévalo) es un madrileño más de esa marabunta que recorre todos los días de arriba a abajo la M-30, bajo la presencia imponente de las cuatro torres, en plena construcción. El cuarteto de rascacielos no terminan de recortar la silueta de Madrid en un paisaje inacabado. Es el año 2008, Zapatero acaba de ganar las elecciones, Obama está a punto de hacer lo propio, y sus respectivos países se acercan al abismo de la crisis —'Crisis? What Crisis?', que dirían Supertramp—.. Y en una pequeña gasolinera del barrio de La Paz, un hombre entra con una pistola y le mete un tiro al mejor amigo de Jon, que queda en coma. Pero pronto Jon descubre que ese no es el único crimen cometido en el mismo lugar: antes hubo una venta y antes hubo un banco, protagonistas también de la crónica negra. Y la relación entre ellos es, aunque suene imposible, una secuencia matemática: 10, 21, 32, 42, 53. ¿Pueden ser las matemáticas culpables de asesinato?





Ahora es abril de 2018 —presente diegético, futuro extradiegético, en breve pasado— y Nico (Hugo Arbues), un niño a punto de cumplir 10 años, se encuentra una nota de aviso entre las hojas de una revista comprada en una pequeña gasolinera del barrio de La Paz. "No te acerques a la gasolinera el día de tu cumpleaños el 12 de abril de 2018", le advierte, "o morirás". Así comienza 'El aviso', la última película de uno de los directores, junto a Enrique Urbizu, Alberto Rodríguez y Daniel Monzón, han elevado el 'thriller' a la categoría de rentable en el cine español: Daniel Calparsoro reaparece en la cartelera este 23 de marzo dos años después de 'Cien años de perdón', que consiguió dos nominaciones a los Goya.



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Raúl Arévalo protagoniza 'El aviso', la nueva película de Daniel Calparsoro. (DeAPlaneta)


Y lo hace con la adaptación de la novela homónima con la que Paul Pen, otro madrileño que hasta 2011 se ganaba la vida como guionista de 'Supervivientes', y que tras dar el salto editorial con 'El aviso' —publicado en RBA—, con su segundo libro, 'El brillo de las luciérnagas', ha sobrepasado los 150.000 ejemplares vendidos... en Estados Unidos y en su traducción al inglés. Dice Pen que sus padres en términos literarios son Roald Dahl y Stephen King, y efectivamente de ambos hereda el gusto entre el suspense realista y el misterio sobrenatural. Sin embargo, la puesta en escena trasluce algunas manías televisivas y, aunque efectiva, a veces se acerca más a un capítulo de 'Caso abierto' que a Fincher.

'El aviso' es la adaptación de la novela homónima de Paul Pen, un madrileño que hasta 2011 se ganaba la vida como guionista de 'Supervivientes'

Aunque la historia original está ambientada en Arenas de la Despernada, un trasunto ficticio de Villanueva de la Cañada, los guionistas de 'El aviso', Patxi Amezcua ('Atrapa la bandera'), Chris Sparling ('Buried') y Jorge Guerricaechevarría (todo lo que se estrena en España... digo 'Cien años de perdón', 'El bar', 'Perfectos desconocidos' y 'El cuaderno de Sara', entre muchos otros) han trasladado la acción al Madrid lánguido de extrarradio, de bloques de ladrillo y descampado de tierra y rastrojo. La ciudad suburbana puede ser demoledora. Sobre todo bajo la vigilancia de la representación arquitectónica de la megalomanía financiera que son las cuatro torres. ¿Puede haber más distancia emocional?



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Sergio Mur, Raúl Arévalo y Belén Cuesta. (DeAPlaneta)


La película es un cruce ya no de tiempos, sino de estados emocionales. Mientras el personaje de Arévalo sobrevive a la pérdida —de su antiguo amor, su mejor amigo y su salud mental, todo a la vez—, el del niño intenta superar la hostilidad de un entorno marcado por los malos tratos: los de sus compañeros de clase hacia él y los de su padre hacia su madre (interpretada por Aura Garrido). Garrido, casi siempre perfecta, aquí no acaba de encajar en el papel de madre coraje, más bien por cuestiones de casting —por edad, por lo que transmite su apariencia—, que por sus cualidades actorales, que las tiene y mucho. Por su parte, Belén Cuesta —la chica de moda— se atreve con uno de sus primeros papeles dramáticos.


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Cartel de 'El aviso'




Raúl Arévalo soporta con creces el peso del protagónico —un tipo con un historial clínico complicado obsesionado con descubrir la verdad detrás del lugar donde se asienta la gasolinera—, una trama desarrollada en dos líneas temporales y un enigma matemático —de esos en los que el espectador intenta adelantar por la derecha al protagonista— con varios puntos de giro. Aunque algunos un poco tramposos.

Y si durante la hora y media que dura la película Calparsoro consigue que la tensión, la intriga y el interés del espectador no decaigan, la forma de plantear la resolución no es la más adecuada. "Yo quedé fascinado por la novela, pero al autor le fui muy franco, le dije que el final me parecía muy decepcionante para el cine y también había que explicar mejor el mecanismo, por lo mismo, porque lo que puede funcionar muy bien en literatura, en cine muchas veces no", explicaba hace poco el productor Pedro Uriol en una entrevista para la web para profesionales de la industria Audiovisual451.

Habrá que esperar a este fin de semana para saber si 'El aviso', que tiene ADN de 'bestseller', también lo tiene de taquillazo. Recuperar los cuatro millones de presupuesto exige estar en lo alto de la tabla de la recaudación de taquilla. Los ingredientes, al menos sobre el papel, prometen. El enemigo a batir: los robots de 'Pacific Rim'.

https://www.elconfidencial.com/cultura/2018-03-23/aviso-thriller-raul-arevalo-calparsoro_1538967/
 
LA PELÍCULA 'SELFIE' TRIUNFÓ EL AÑO PASADO
Willy Bárcenas: lo que te puede pasar cuando meten a tus padres corruptos en la cárcel
Luis Bárcenas y Rosalía Iglesias, padres del cantante de Taburete Willy Bárcenas, tendrán que ingresar en prisión; ya vimos una situación similar en una cinta que llegó a los Goya

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La trama Gürtel ha propiciado una situación muy de película (EFE/'Selfie')

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24.05.2018 –


Luis Bárcenas a la cárcel. La Audiencia Nacional ha condenado hoy al extesorero del PP a 33 años y 4 meses de prisión, y tendrá además que pagar 44 millones de multa. Pero no es el único miembro de la familia Bárcenas sobre el que se desploma la sentencia: su mujer, Rosalía Iglesias, ha sido condenada a 15 años de prisión. Así, con el caso Gürtel entran en la cárcel los dos padres de Willy Bárcenas, el líder del conocido grupo Taburete. ¿De qué nos suena esto?

Hijo de un imputado por corrupción cuyo padre acaba en la cárcel. Es lo que le acaba de pasar a Willy Bárcenas pero también es el argumento de una película que llegó a los últimos premios Goya, ‘Selfie’, del director Víctor García León. Como si de un vaticinio de ‘Los Simpson’ se tratara, la película muestra cómo Bosco (Santi Alverú), el hijo pijo de un ministro del PP condenado por corrupción y malversación de fondos, ve cómo su vida se desmorona cuando su padre entra en la cárcel, su madre huye y su lujoso chalet de la Moraleja es embargado.





Aunque ni la madre de Bosco entra en la cárcel ni Willy Bárcenas vive con sus padres, la coincidencia con el argumento de ‘Selfie’ llama la atención, sobre todo teniendo en cuenta que el nombre del cantante de Taburete surgió en varias ocasiones como inspiración para crear el personaje de Bosco, junto con el del pequeño Nicolás. Así lo explicó García León en una entrevista en Europapress. “Sin embargo, cuando su padre está peor resulta que llena el Palacio de los Deportes y es una estrella del pop”, apuntó.

En la película, Bosco termina buscándose la vida por Lavapiés y siendo acogido en un piso con simpatizantes de Podemos. “La realidad es tan descabellada que se escapa a cualquier coordenada dramática”, continuaba el director poco antes del estreno, casi describiendo la situación actual. “La vida no es creíble”.



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Si bien, como apunta el director, hay veces que la realidad supera a la ficción, 'Selfie' no se queda corta. Rodada como un falso documental, hizo las veces de caricatura del país en la que no se salvaban ni pijos ni progres. Después de tener que abandonar su chalet, la única opción del protagonista es bucar cobijo en Lavapiés -"¿Si esta gente se ayuda entre ella por qué no me va a ayudar a mí?"-, termina trabajando en un centro de ayuda a discapacitados, se enamora de una chica ciega simpatizante de Podemos (Macarena Sanz) e incluso Esperanza Aguirre tiene su minuto de gloria cuando habla con Bosco en un mítin del PP.

https://www.elconfidencial.com/cult...illy-barcenas-taburete-gurtel-selfie_1568503/
 
ESTRENOS DE CINE
'El hombre que mató a Don Quijote': un Gilliam desatado a las puertas de la locura
Después de dos décadas intentando sacar adelante su proyecto maldito, el director no ha conseguido su 'opus magna' buscada, pero sí una comedia surrealista, divertida y disfrutable


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Adam Driver y Jonathan Pryce, en 'El hombre que mató a Don Quijote'. (Warner)


MARTA MEDINA
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01.06.2018

Nunca, jamás de los jamases, ni aunque se ponga a huevo, te acuestes con tu ídolo. La revolución de mayo del 68 sobrevive gracias a su fracaso. 'La traviesa molinera' (1934), de Harry Abbadie D'Arrast, es una de las mejores películas de la historia del cine español —era la favorita de Chaplin— precisamente porque no hay nadie vivo que la haya visto. Y tu ídolo tiene opciones de seguir siendo tu ídolo en tanto en cuanto no acabes con él/ella en la cama. Las materializaciones son odiosas: pocas veces cumplen las expectativas.

Después de casi 30 años dándole vueltas al proyecto, a Terry Gilliam le tocaba asumir que ni el Quijote de sus sueños iba a ser Jean Rochefort—murió en octubre del año pasado tras meses ingresado— ni Johnny Depp su Sancho posmoderno, y al público zafarse de la mística que ha precedido a una película de la que se esperaba que fuese la última Coca-Cola del desierto. El principal inconveniente de la crítica contemporánea es la incapacidad de abstraerse de 'teasers', tráileres, adelantos, previas, de una primera oleada de opiniones enfervorecidas a favor o en contra seguida de otra oleada de opiniones igualmente enfervorecidas en contra o a favor. Y a propósito de la última película de Gilliam, todo multiplicado por más de 20 años de espera. Con la subjetividad y las circunstancias yendo por delante, 'El hombre que mató al Don Quijote' no es una obra maestra, pero sí es un filme personalísimo, libérrimo, heterodoxo, desconcertante, divertido, caótico y desafiante. Es Cervantes y es Gilliam. Es arte y es entretenimiento.






Explica Alain Bergala que el cine primero llega a la víscera y luego al cerebro, y 'El hombre que mató a Don Quijote' es un filme extremadamente visceral: un torrente exagerado, hiperbólico y aberrante. Un relato líquido y lisérgico que toma algunos pasajes del 'Quijote' como exigua médula espinal y que se desparrama en busca, más que de una historia, de una sensación: la de entregarse a los brazos de la locura y el éxtasis frente a la ortodoxia de lo cotidiano. Tres décadas después, Gilliam ha cambiado su Barón de Münchausenpor el Caballero de la Triste Figura, quizá más comedido al inicio, embarcado en un viaje por el secarral manchego en el que fantasía y realidad se entrelazan desordenados y en el que entran y salen personajes grotescos y extravagantes.

La película se desparrama en busca, más que de una historia, de una sensación: la de entregarse a los brazos de la locura y el éxtasis

En su versión definitiva —que desecha ideas previas, como el viaje en el tiempo—, 'El hombre que mató a Don Quijote' parte de un viaje de Toby (Adam Driver), un realizador de publicidad, de vuelta a Castilla-La Mancha para grabar un encargo. Gilliam muestra su desdén por el mundo de la publicidad y de los 'blockbusters' retratando una industria codiciosa, ruin e infiel, un compendio de los pecados capitales —avaricia, gula, lujuria, soberbia— interesado solo en lo material, en la propiedad. En una primera epifanía —más bien una huida hacia delante—, Toby repara en que cerca de allí —en un pueblo con un nombre muy onírico— rodó su trabajo final de carrera, basado en el antihéroe de Cervantes, cuando todavía era un joven idealista.



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Adam Driver y Jonathan Pryce, en 'El hombre que mató a Don Quijote'. (Warner)


Allí vuelve a encontrarse con algunos de quienes participaron en su ópera prima: Angélica, la joven posadera de la que se prendó y a la que insufló aspiraciones de estrella; el zapatero Javier (Jonathan Pryce), al que sacó de su zapatería para ofrecerle el papel protagonista, y algunos de los lugareños, que vivieron aquel rodaje como el espejismo de una fiesta sin fin. Y a su regreso, Toby se da cuenta de cómo su pequeña película trastocó la vida de todos ellos y, en particular, la de Javier, que ahora se cree el verdadero Don Quijote, y que confunde al publicista con su fiel escudero Sancho.

Javier, que ahora se cree el verdadero Don Quijote, al ver a Toby lo confunde con su fiel escudero Sancho

Entre la culpa y la curiosidad, Toby decide seguirle la corriente y acompañarlo en su delirio, un pretexto que Gilliam utiliza para entrar y salir del libro de Cervantes en un juego referencial. Gilliam tira abajo hasta las convenciones idiomáticas, planteando unas reglas de juego despegadas de la norma y de lo verosímil a través de un movimiento metacinematográfico: el personaje de Adam Driver, ante la imposibilidad de comunicarse en castellano y de que los campesinos manchegos hablen un inglés del British College, mira a cámara y empuja con la mano los subtítulos. A partir de aquí, con el narrador explicitándose, el relato carece de límites.



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¿Son gigantes o son molinos? (Warner)


Gilliam, como no podía ser de otra manera, explota el humor y el absurdo, y la vis cómica del venerable Pryce es incuestionable: su Quijote es hilarante, amanerado, esperpéntico e incluso tierno. Impagable el histrionismo de Pryce cuando, ya metido en su armadura de hidalgo Don Quijote, le lee sus propias aventuras a Toby, a quien trata como analfabeto y lelo. Driver, aunque más apagado por exigencias de su personaje, no se queda atrás. Además, el director ha confeccionado una serie de secundarios a cada cual más desfasado, como si de un circo ambulante se tratara.

El ex Monty Python remoza algunos de los arquetipos castizos y cervantinos

Además, el ex Monty Python remoza algunos de los arquetipos castizos y cervantinos: el morisco se convierte en un terrorista del ISIS, y la autoridad queda representada por una pareja de guardiaciviles, mientras que el dueño del castillo no es un duque ni un conde ni un rey, sino un oligarca ruso dueño de una marca de vodka. Gillian aprovecha la distancia para hacer chanza del folclore y los tópicos españoles: la superstición, la religiosidad y la capacidad de ver la Paj* en el ojo ajeno y no la viga en el propio, entre otros.



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Cartel de 'El hombre que mató a Don Quijote'




'El hombre que mató a Don Quijote' aúna la ambigüedad carnavalesca de lo divertido y lo perturbadoramente dionisíaco: bajo toda la fanfarria se esconden la amargura y el 'pathos'. En la película, está la dicotomía del personaje y del arma de doble filo que son las ilusiones. Esta es, quizá, la película más Gilliam de todas las que ha hecho su director: un filme que conecta con la dualidad placer-sufrimientoinherente a las personalidades soñadoras, la frustración que conlleva perseguir ideales elevados y la inadaptación a la realidad más pragmática. Y, sobre todo, lo contagioso de la locura. Aunque, viendo el panorama de la actualidad, ¿quién tiene el cuajo de decidir quiénes son los locos y quiénes los cuerdos?

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ESTRENOS DE CINE
'Yucatán': cornudos, estafadores y camisas hawaianas en un crucero demasiado largo
Daniel Monzón vuelve a contar con Luis Tosar y el guionista Jorge Guerricaechevarría en esta comedia de enredo a bordo de un transatlántico


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Luis Tosar y Stephanie Cayo son dos de los protagonistas de 'Yucatán'. (Fox)
MARTA MEDINA
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31/08/2018

Desde que en el año 2002 estrenó 'El robo más grande jamás contado', Daniel Monzón no había vuelto a probar las dinámicas de la comedia. Precisamente, esa película supuso la primera colaboración entre Monzón y el guionista Jorge Guerricaechevarría, ese hombre que en España lo escribe todo y que en apenas un año ha estrenado 'Perfectos desconocidos', 'El cuaderno de Sara', 'El aviso' y el título que nos concierne: 'Yucatán'. La premisa, sobre el papel, prometía una cinta de enredo, de estafadores y estafados y planes sin fisura que acaban haciendo aguas, con el aliciente del barroquismo 'kitsch' que se le presupone a un crucero como localización, epítome del turismo de sobreexplotación de bufé libre, fauna bufa y bingo final con bote acumulado.





En 'Una noche en la ópera', los hermanos Marx ya experimentaron con las posibilidades dramáticas del microcosmos itinerante y de obligada y enfebrecida felicidad que es un transatlántico, con la libertad de tejer una red de tramas tan amplia como el número de camarotes. Además de la multiculturalidad que ofrece un viaje intercontinental y el abanico de personajes potencialmente caricaturescos sacados del pasaje y la tripulación. Por camisas hawaianas y aventuras extramatrimoniales, que no quede: las leyes del mar eximen del protocolo mesetario.



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Un momento de 'Yucatán'. (Fox)



Sin embargo, en un filme con tantos personajes, es esencial mantener un rumbo, y 'Yucatán' no consigue contener, por un lado, un superávit de personajes, algunos de los cuales parece que el director se ha visto obligado a sacrificar —como el matrimonio formado por Toni Acosta y Xavi Lite—, y por el otro, los circunloquios en el desarrollo de la trama, que es de digestión pesada. Monzón no acaba de encontrar el ritmo en el ir y venir de los camarotes y el guion recurre a gags tan achicharrados como el del laxante en la comida, que cualquiera presupondría ya superados. El crucero de 'Yucatán' da tantos golpes de timón a lo largo de la película que, aun sabiendo dónde quiere llegar, trasluce una sensación de extravío, de abusar de accesorios para encubrir carencias. Eso sí, los números musicales —que los hay, y muchos— tienen su gracia.

Un personaje humilde recibe una gran suma de dinero que atrae el interés de facinerosos de todo pelaje con objetivos muy lucrativos

'Yucatán', como indicador a grandes rasgos, tiene más de Mariano Ozores que de David Mamet. Como en 'Jenaro, el de los 14', la película de Ozores de mediados de los setenta —su época de máximo estajanovismo—, un personaje humilde recibe repentinamente una gran suma de dinero que atrae el interés de facinerosos de todo pelaje con objetivos muy lucrativos. Sin renunciar a los diálogos explícitos, Monzón no deja de recordar que no es ya que el dinero no da la felicidad, sino que muchos de los ganadores de premios grandes de la lotería han acabado "en la ruina, en la cárcel o muertos". La riqueza como maldición, consuelo de pobres.



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Rodrigo de la Serna, Luis Tosar y Joan Pera, en 'Yucatán'. (Fox)


Antonio (Joan Pera, doblador habitual de Woody Allen y Rowan Atkinson) es un panadero que en un golpe de suerte gana en la lotería más de 160 millones de euros. Hombre humilde y curtido en la cultura del esfuerzo, decide continuar con su rutina de vida y dedicar su fortuna a financiar causas solidarias. Como pequeño lujo personal, decidepagarse un viaje en un crucero junto a su familia —yernos incluidos— para visitar México, un país con el que tiene una fuerte vinculación emocional, pero que hace medio siglo que no visita. Pero en el crucero también viaja un grupo de estafadores entre los que se encuentran los personajes de Luis Tosar y Rodrigo de la Serna, que intentarán sacarle al bueno de Antonio todo lo que puedan.

Los personajes de Luis Tosar y Rodrigo de la Serna intentarán sacarle al bueno de Antonio todo lo que puedan

Porque Antonio es un hombre bueno: Monzón acierta con la elección de 'casting' —la familiaridad de la voz del acto y su físico vulnerable en seguida despiertan empatía— pero, por si no se dan cuenta a la primera ni a la segunda, la película insiste. Y por si siguen sin interiorizar la idea, el guion no deja de subrayar esa 'entrañabilidad' mediante escenas que detienen el ritmo y lastran el relato. Por otro lado, el hieratismo de Tosar casa muy bien con la interpretación sanguínea de De la Serna, en una vuelta al contraste de las parejas de la comedia clásica, y la tercera en discordia, la actriz peruana Stephanie Cayo, exprime lo que puede de un personaje insulso de planteamiento, que solo sirve para azuzar filias y fobias y para resolver toscamente el embrollo. Con unos actores tan efectivos y una localización tan cinematográfica, resulta imposible no proyectar aquello que pudo ser y no fue: 'Yucatán' no es un desastre y tiene destellos de gracia, pero le falta afinación. Y saber atar cabos.



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Cartel de 'Yucatán'.




Sobre todo hacia el final, 'Yucatán' tiene mucho de esa retórica 'coelhiana' de la felicidad como estado mental y el dinero como abstracción. Porque no hay otra forma de enfrentarse a una resolución tan desprovista de sentido. La desorientación es tal que aquí la redención se consuma a golpe de inmoralidad y pelillos a la mar. Si al principio la película se empeña en demostrar que si hay dinero de por medio no hay amigos ni yernos ni amores que valgan, al final parece que, bueno, en fin, hijos de put* somos todos y que tampoco hay que tener rencores y que cosas más raras se han visto. Y en un crucero, más.

https://www.elconfidencial.com/cult...osar-daniel-monzon-estafadores-barco_1608533/
 
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