Estamos criando a una generación de inútiles?

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Triste pero real.

Pues fíjate que yo creo que una imagen es consecuencia de la otra. Yo recuerdo haber tenido una par de profesores malísimos durante la EGB. En el instituto cambié de colegio y tuve la suerte de tener profesores buenos (alguno un poco malillo, pero en general bien). Aprendí mucho y gracias al profesor de ciencias, que me animaba muchísimo, acabé haciendo ciencias puras, una carrera científica y un doctorado. Y sinceramente, no llego a tener ese profesor y nunca hubiera creído en mis capacidades, y no me hubiera atrevido a meterme en una carrera así. Los profesores no saben la influencia (positiva y negativa) que pueden llegar a tener en sus alumnos, muchísima. Qué suerte es dar con gente que son verdaderos profesores de auténtica vocación.

Volviendo a los profesores nefastos que tuve en la EGB, recuerdo alguno en concreto que me masacró el año. Por pura manía, porque no había otra explicación, disfrutaban poniéndome notas raspadas, comentarios en las notas a mis padres completamente injustas, casi rozaban la invención. Recuerdo a dos en concreto que eran auténticos amargados que se desquitaban de sus frustraciones masacrando a algunos alumnos. Yo era una niña muy tímida y conformista, así que callaba y asumía la bronca de mis padres. Pero recuerdo el odio que llegué a sentir por esas personas, que por sus insatisfacciones personales yo tenía que pasarlo mal, muy mal. Por aquel entonces yo pensaba "algo haré mal, pero no soy consciente de ello porque soy una niña", pero con el tiempo me di cuenta de que no hacía absolutamente nada, simplemente caerles mal. Provocar algún tipo de manía en ellos. Yo ahora lo describiría como bullying pero por parte de los profesores. Repito que fueron dos, pero como me acuerdo de ellos. Eran otros tiempos: colegio religioso, mucha disciplina, etc...

Me imagino que esos padres, que pudieron sufrir en la infancia a profesores como estos, ven reflejados esos sentimientos e intentan defender a sus hijos, lo que no hicieron sus padres por ellos. Lo que es completamente un error, porque el profesor tiene que ser un "aliado" y no un enemigo en la educación de tu hijo. Incluso si te cae como una patada en los huevos, consideras que es un profesor nefasto y que no tiene razón, aún así hay que llegar a un entendimiento y tomarle en serio, porque es una persona que pasa con tu hijo muchas horas, y hay que suponer que algo de razón tendrá.
 
Pues fíjate que yo creo que una imagen es consecuencia de la otra. Yo recuerdo haber tenido una par de profesores malísimos durante la EGB. En el instituto cambié de colegio y tuve la suerte de tener profesores buenos (alguno un poco malillo, pero en general bien). Aprendí mucho y gracias al profesor de ciencias, que me animaba muchísimo, acabé haciendo ciencias puras, una carrera científica y un doctorado. Y sinceramente, no llego a tener ese profesor y nunca hubiera creído en mis capacidades, y no me hubiera atrevido a meterme en una carrera así. Los profesores no saben la influencia (positiva y negativa) que pueden llegar a tener en sus alumnos, muchísima. Qué suerte es dar con gente que son verdaderos profesores de auténtica vocación.

Volviendo a los profesores nefastos que tuve en la EGB, recuerdo alguno en concreto que me masacró el año. Por pura manía, porque no había otra explicación, disfrutaban poniéndome notas raspadas, comentarios en las notas a mis padres completamente injustas, casi rozaban la invención. Recuerdo a dos en concreto que eran auténticos amargados que se desquitaban de sus frustraciones masacrando a algunos alumnos. Yo era una niña muy tímida y conformista, así que callaba y asumía la bronca de mis padres. Pero recuerdo el odio que llegué a sentir por esas personas, que por sus insatisfacciones personales yo tenía que pasarlo mal, muy mal. Por aquel entonces yo pensaba "algo haré mal, pero no soy consciente de ello porque soy una niña", pero con el tiempo me di cuenta de que no hacía absolutamente nada, simplemente caerles mal. Provocar algún tipo de manía en ellos. Yo ahora lo describiría como bullying pero por parte de los profesores. Repito que fueron dos, pero como me acuerdo de ellos. Eran otros tiempos: colegio religioso, mucha disciplina, etc...

Me imagino que esos padres, que pudieron sufrir en la infancia a profesores como estos, ven reflejados esos sentimientos e intentan defender a sus hijos, lo que no hicieron sus padres por ellos. Lo que es completamente un error, porque el profesor tiene que ser un "aliado" y no un enemigo en la educación de tu hijo. Incluso si te cae como una patada en los huevos, consideras que es un profesor nefasto y que no tiene razón, aún así hay que llegar a un entendimiento y tomarle en serio, porque es una persona que pasa con tu hijo muchas horas, y hay que suponer que algo de razón tendrá.

No lo había visto del modo que explicas pero tienes toda la razón. De hecho, es algo que pasa en muchos trabajos con jefes abusivos que descargan la ira con la gente que está por debajo de ellos. Los profesores no dejan de ser personas al final... No se excusa, simplemente entiendo la parte humana y que a veces es complicado dejar los problemas en casa.

@Sydney Me he quedado alucinada con lo que cuentas y a la vez, no me resulta tan sorprendente. Igual habría que cambiar el modelo educativo para que los profesores estuviesen más protegidos o encontrar un modelo medio donde ni ellos, ni los alumnos sean abusados. Este tema es súper complejo y como comentó otra forera en otro tema (me enamoré de la frase): "yo ya tengo una edad para entender que no hay soluciones simples para problemas complejos" Mucha suerte!
 
@Akuna

Sí, y el problema es que ahora se están juntando la generación de los padres helicóptero, la generación de los niños trofeo y la generación de la baja natalidad. Tormenta perfecta. En el libro de Eva Millet lo describe tal cual: se tienen tan pocos hijos, a menudo uno solo, que no hay margen de error: ése tiene que triunfar sí o sí.
 
El "antes todo esto era campo" me pone de muy mala hostia. Cuando la juventud de los 60 se desmelenó los abuelos de entonces también se echaban las manos a la cabeza.
Luego está eso de "yo a tu edad", abuelos y padres que te pillan por banda con el "yo, yo y yo", pues tú a mi edad tuviste que tragar casándote con quien no querías solo por obligación, tuviste que tener hijos por obligación, tragabas currando como un cabrón por obligación.
No serán tiempos tan "estupendos" como los pasados, pero si tenemos algo bueno ahora es la libertad y el poder de decisión.

Al menos tú dices la verdad como es y como era. Detesto cuando se mira al pasado como un tiempo de gloria, no se dice nada de lo ignorantes que éramos entonces.

bueno pero es que una cosa es tener poder de decisión cuando te lo has ganado con tu dinero y otra , querer tenerlo cuando no mueves un dedo.
yo creo que las generaciones de antes no eran perfectas pero si creo que los actuales millenials son bastante flojos y vagos. que quieren que les diga. si, muchos en los 60 se desmelenaron pero tuvieron que salir a currar en algún momento, pero estos no hay por donde.
no se puede generalizar pero hay una tendencia...

salvo los señoritos el que se desmelenaba antes en algún momento tenia que pagarse sus gastos porque los padres no iban a estarle manteniendo toda la vida y pagándole los artilugios de moda y hasta los cigarros...

hay una tendencia innegable en la generación menor de 25 a querer tener todo sin hacer nada... lo veo con mi hermano menor, criado entre algodones por mi madre... no digo que yo sea perfecta, pero fueron dos sistemas de crianza. y a mi aun me tocó hacerme la cama, ayudar en casa, ir a estudiar, aguantar que no hubiera dinero para muchas cosas... versus una persona que no hace aseo jamas, se le compró todo lo que quiso y no siente la necesidad de madurar ...:confused: ni siquiera para echar a la lavar su ropa en una lavadora automática ... en la que no tiene qu hacer nada mas que echar la ropa, echar el detergente, enchufar y después colgarla...

si fuera por el, viviría metido en su pieza jugando esos juegos de computador :confused:

y no es mala persona, es simplemente que como nunca lo presionaron para hacer nada porque "pobrecito niño no se vaya a traumatizar"... ahí están los resultados.

Lo de la crisis es cierto, mucha gente joven no ha podido independizarse y viven con los padres pero es que yo creo que la critica no va hacia esas personas, muchas de las cuales de poder encontrar un curro estarían felices y que ayudan en todo lo que pueden en casa haciéndose cargo de los padres viejos y etc,.... yo creo que la critica va hacia una generación mas joven, esa que aun no sale de la universidad y que no ingresa al mercado laboral... y que no se ve para cuando (con crisis o sin ella)...

Probablemente sí, se estén criando generaciones de vagos, pero es que las de borregos que tienen alrededor tampoco lo hacen nada mal. El sistemita nos tiene bien enseñados.

es que esto es el meollo de la cuestion
 
Última edición:
Es cierto que los niños de ahora tienen acceso a muchas más cosas materiales que antes,a mí los Reyes,por ejemplo,jamás me traían loque pedía,había años que ni pedía,pensaba,para qué,pero no era ningún trauma para mí,al final me sorprendían los regalos y me gustaban mucho.Recuerdo pasar tardes con mis amiguitas jugando a la goma,a pídola,al escondite,a pillar....recuedo días enteros sin ver a mi padre porque me levantaba y se había ido y me acostaba y no había venido,tampoco ha supuesto eso un trauma para mí,le admiro muchísimo.
En mi trabajo tenemos a gente de prácticas varias veces al año,veo dos polos opuestos,gente muy espabilada,en mayor proporción chicas y gente desganada y con 0 iniciativa que se les nota que van a rellenar practicum.Hace poco un chico que tuvimos me dijo que él no aguantaría ni de broma trabajar 8 horas seguidas,me quedé....le dije: pues entonces no estás preparado para trabajar,ni en esto ni en nada.
Pienso,como ya habéis dicho,que hoy en día hay mucho proteccionismo,muy en parte por los hijos únicos y en otra parte por padres que han sufrido las cabronadas de muchos profesores antiguos y se vuelven extremistas,llo que tampoco es,estoy de acuerdo en que hay que aliarse más con los profesores,tener criterio por supuesto,pero desde la educación y el respeto se puede hablar de todo y llegar a acuerdos.
 
Tú dale a un mono un teclado
Disneyficación social y cultural


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Dismaland, un parque de atracciones creado por el artista británico Banksy. (Foto: EFE)

28/06/2017 -
VALÈNCIA. Hace unos días, una madre llamó al instituto donde trabajo para hablar sobre el examen de recuperación de su hijo. Había suspendido cuatro asignaturas, entre ellas la mía. Te llamo para que decidamos la fecha, me dijo. Porque, como tú comprenderás, no podemos ponerle cuatro exámenes seguidos. He pensado que el tuyo lo podría hacer una semana después y el de informática pues ya veremos, total esa asignatura no es importante. Le dije que no estaba en su mano decidir sobre las fechas de exámenes, que había un calendario oficial, y que, en todo caso, cambiar la fecha era una decisión mía y del profesor de informática. Me contestó muy seria, casi enfadada, que no era así, que debíamos decidirlo juntos, que qué me había creído, que era SU hijo. Después me pidió que le dijese todas las páginas que entraban en el examen, para hacerle los esquemas. Lo peor es que ni siquiera disimuló. Aquella marcianada de conversación le parecía lo más normal del mundo.

Cada día encuentro más padres y madres que llaman o wasapean a los compañeros de sus hijos para que les digan las tareas y las fechas de los exámenes. Es que siempre me dice que no tiene nada que hacer… como no se lo apunta me toca ir investigando a mí. A veces, les subrayan la lección para que sepan lo que es importante. Te piden que les apruebes el curso, para que no se traumaticen y cuando te pones en contacto con ellos porque su hijo se porta mal, es irrespetuoso o no estudia nada, lo disculpan con argumentos peregrinos.

Conozco otro caso de una madre que, cuando su hijo le dijo que unos compañeros se metían con él, amenazó a los estudiantes e incluso habló con unos matones más mayores (aprovechando que uno de ellos era su vecino) para que lo protegiesen. Es que mi hijo no sabe defenderse, dijo cuando fue preguntada al respecto. Otro padre vino a hablar conmigo porque había comentado la teoría de la evolución en clase mientras que a su hija le habían dicho siempre que el hombre había sido creado del barro, como afirma la Biblia. Decir que el hombre viene del mono va contra nuestras creencias y puede confundir a la niña, me dijo. Mi respuesta fue clara: Su hija debe seguir creyendo en Adán y Eva a pesar de gente como Darwin o como yo, porque si la tiene en una urna, ella jamás podrá tener una opinión mínimamente seria sobre nada.

Me pregunto qué adultos pueden salir de estos niños mimados y protegidos hasta el exceso. Adultos que no han aprendido a responsabilizarse ni han visto sus ideas problematizadas ni han asumido ninguna culpa. Un montón de adultos infantilizados. Irresponsables. Perdidos.

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Por suerte no son la mayoría (y por suerte muchos de ellos saldrán bien a pesar de sus padres) pero sí es cierto que cada vez hay más gente que no deja a sus hijos crecer, coger las riendas de su propia vida. Y tengo la impresión de que es un problema social más extenso.

No sé qué ha pasado exactamente en nuestra sociedad para llegar a esta sobreprotección. No solamente con los niños y adolescentes (no sea que le dé el sol, que se resfríe, que salga flojo porque no le doy leche materna, que me odie por ponerle límites, que se traumatice si suspende, que se ofenda por algún comentario, etc.) sino con absolutamente todo. Cuando los padres ya no pueden protegerlos, es el sistema el que se encarga de hacerlo. De llevarlos entre algodones.

La cultura es uno de los sectores que más padece este momento de susceptibilidades y recelos. Si los parques infantiles tienen suelo de material blando y amortiguadores en cada arista, también la industria cultural debe velar por nuestra integridad ofreciéndonos productos inofensivos.

No voy a decir esa tontería de que “cualquier época pasada fue mejor”, ni mucho menos. Cada época tiene sus cosas buenas y malas. Pero, en mi opinión, este es uno de los problemas a resolver AHORA: la infantilización social y cultural. La máxima sería: si el entrecot hace trabajar mucho a las muelas. ¡Ofrezcamos carne picada! O mejor aún: papilla, fácil de tragar y digerir con un esfuerzo mínimo.

Pensemos en la televisión, por ejemplo, que nació con cierta misión cultural y ha acabado convirtiéndose en entretenimiento puro y duro. Al precio que sea. Ya se ha convertido en tópico citar La bola de cristal como paradigma de la televisión (y la España) que fuimos. ¿Alguien puede imaginar que se emitiese La bola de cristal hoy día? ¿Cuántos padres y asociaciones de consumidores y peticiones de Change.org la hubiesen denunciado por políticamente incorrecta? O por perturbadora. Porque todo lo que nos haga pensar, lo que escape de los modelos que ya conocemos y de los discursos más frecuentados, es considerado perturbador y debe ser evitado.

Hoy la televisión es el ejemplo más claro del triunfo de lo superficial y la simpleza. Pero ojalá fuera solo la televisión. La música, la literatura o el cine también se han infantilizado y continúan dando Disney a los nuevos adultos: con sus personajes entrañables, sus cancioncitas pegadizas y sus finales felices, no sea que el público se pierda o se angustie y acabe traumatizado.

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El verdadero arte -al menos como yo lo entiendo- desconcierta, incomoda, hace pensar, te ataca, te pica, te remueve. El entretenimiento ofrece modelos fijos, mascaditos, repetitivos, sin apenas conflicto ni profundidad.

Ejemplos muy claros de esto que digo son, por citar algunos, las modas de la ilustración, la poesía juvenil o los monólogos teatrales, donde triunfa (con excepciones, obviamente) lo infantiloide. Que está genial hasta cierta edad, pero más allá empieza a ser un tanto ridículo.

Las ilustraciones más visibles recuerdan a las de los libros juveniles de hace cuarenta años: Esther y su mundo o Enid Blyton. Los poemas que más venden parecen más bien canciones pop de sentimentalismo adolescente y los monólogos hacen uso de los tópicos más trillados y casposos, sobre todo en lo que a diferencias entre hombres y mujeres se refiere. No hace falta recordar que hay verdaderos artistas dentro de estos colectivos que cito, pero veo algunos problemas. En primer lugar, que el mercado, cuando algo se pone de moda, lo agota con subproductos y lo convierte en parodia en nombre de los beneficios. Subproductos que, normalmente, son más superficiales y pierden la esencia transgresora de los modelos que imitan. Por último, que estas obras para-todos-los-públicos, repetitivas hasta la saciedad y sin riesgo alguno, acaban ocupándolo todo.

¿Todo? ¿Seguro?
Que sí, que a lo mejor después de trabajar de sol a sol lo que te apetece, si es que vas al teatro, que ya es un gran esfuerzo, es ver a un monologuista diciendo que su novia está dos horas maquillándose y su suegra es malísima y esas cosas que siempre hacen gracia. No estás para Shakespeare, lo entiendo. Y si escuchas música, algo pegadizo que entre rápido. Y si te lees un libro, pues una facilito, que no tienes la cabeza para más. Y si ves una película, pues que sea una de esas blockbuster americanas hechas con cartabón, de las que se casan al final, que al menos entretienen y son fáciles de seguir si te quedas dormido unos minutos.

Si no digo que no haya excusas. Y que todo este discurso no tenga su parte elitista. Digo que somos una sociedad cada vez más dormida. Y que la industria cultural, en lugar de despertarnos, nos canta nanas. El capitalismo nos pone almohaditas alrededor. Nos ha acostumbrado a no esforzarnos. Arte infantilizado para todos los públicos, que cualquiera puede entender sin tener las mínimas nociones de arte. Un arte bonito, sencillo, complaciente, poco subversivo, que evita el conflicto ético o estético. Arte comercial, distraído, para una sociedad perezosa y cansada. Políticamente correcto, por supuesto, no sea que alguien se enfade o se traumatice…

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La sociedad capitalista y su cultura del entretenimiento nos miman, como esas madres de mi instituto miman a sus hijos. Nos protegen de los rasguños… y de paso se protegen de nosotros. De que acabemos pensando demasiado por nuestra cuenta, ajenos al discurso oficial, y salgamos a la calle.

Por suerte, siempre hay toboganes oxidados esperando a aquellos que elijan las calles menos transitadas. Parques sin protección desde los que rebelarse contra el adocenamiento: Un Tenderete donde exponer ilustraciones inquietantes e incorrectas, unas Voces del Extremo recitando poemas revulsivos, un portátil desde el que grabar una maqueta incómoda para subirla a Youtube, un Espacio Inestable programando obras que horrorizarían al obispo Cañizares o una editorial al borde de la quiebra publicando esas novelas que jamás ganarán el Planeta.

Siempre ha sido así y, por suerte, a pesar de todo, siempre lo será. Porque siempre habrá gente que prefiera un entrecot a una papilla industrial.
 
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Disneyficación social y cultural


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Dismaland, un parque de atracciones creado por el artista británico Banksy. (Foto: EFE)

28/06/2017 -
VALÈNCIA. Hace unos días, una madre llamó al instituto donde trabajo para hablar sobre el examen de recuperación de su hijo. Había suspendido cuatro asignaturas, entre ellas la mía. Te llamo para que decidamos la fecha, me dijo. Porque, como tú comprenderás, no podemos ponerle cuatro exámenes seguidos. He pensado que el tuyo lo podría hacer una semana después y el de informática pues ya veremos, total esa asignatura no es importante. Le dije que no estaba en su mano decidir sobre las fechas de exámenes, que había un calendario oficial, y que, en todo caso, cambiar la fecha era una decisión mía y del profesor de informática. Me contestó muy seria, casi enfadada, que no era así, que debíamos decidirlo juntos, que qué me había creído, que era SU hijo. Después me pidió que le dijese todas las páginas que entraban en el examen, para hacerle los esquemas. Lo peor es que ni siquiera disimuló. Aquella marcianada de conversación le parecía lo más normal del mundo.

Cada día encuentro más padres y madres que llaman o wasapean a los compañeros de sus hijos para que les digan las tareas y las fechas de los exámenes. Es que siempre me dice que no tiene nada que hacer… como no se lo apunta me toca ir investigando a mí. A veces, les subrayan la lección para que sepan lo que es importante. Te piden que les apruebes el curso, para que no se traumaticen y cuando te pones en contacto con ellos porque su hijo se porta mal, es irrespetuoso o no estudia nada, lo disculpan con argumentos peregrinos.

Conozco otro caso de una madre que, cuando su hijo le dijo que unos compañeros se metían con él, amenazó a los estudiantes e incluso habló con unos matones más mayores (aprovechando que uno de ellos era su vecino) para que lo protegiesen. Es que mi hijo no sabe defenderse, dijo cuando fue preguntada al respecto. Otro padre vino a hablar conmigo porque había comentado la teoría de la evolución en clase mientras que a su hija le habían dicho siempre que el hombre había sido creado del barro, como afirma la Biblia. Decir que el hombre viene del mono va contra nuestras creencias y puede confundir a la niña, me dijo. Mi respuesta fue clara: Su hija debe seguir creyendo en Adán y Eva a pesar de gente como Darwin o como yo, porque si la tiene en una urna, ella jamás podrá tener una opinión mínimamente seria sobre nada.

Me pregunto qué adultos pueden salir de estos niños mimados y protegidos hasta el exceso. Adultos que no han aprendido a responsabilizarse ni han visto sus ideas problematizadas ni han asumido ninguna culpa. Un montón de adultos infantilizados. Irresponsables. Perdidos.

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Por suerte no son la mayoría (y por suerte muchos de ellos saldrán bien a pesar de sus padres) pero sí es cierto que cada vez hay más gente que no deja a sus hijos crecer, coger las riendas de su propia vida. Y tengo la impresión de que es un problema social más extenso.

No sé qué ha pasado exactamente en nuestra sociedad para llegar a esta sobreprotección. No solamente con los niños y adolescentes (no sea que le dé el sol, que se resfríe, que salga flojo porque no le doy leche materna, que me odie por ponerle límites, que se traumatice si suspende, que se ofenda por algún comentario, etc.) sino con absolutamente todo. Cuando los padres ya no pueden protegerlos, es el sistema el que se encarga de hacerlo. De llevarlos entre algodones.

La cultura es uno de los sectores que más padece este momento de susceptibilidades y recelos. Si los parques infantiles tienen suelo de material blando y amortiguadores en cada arista, también la industria cultural debe velar por nuestra integridad ofreciéndonos productos inofensivos.

No voy a decir esa tontería de que “cualquier época pasada fue mejor”, ni mucho menos. Cada época tiene sus cosas buenas y malas. Pero, en mi opinión, este es uno de los problemas a resolver AHORA: la infantilización social y cultural. La máxima sería: si el entrecot hace trabajar mucho a las muelas. ¡Ofrezcamos carne picada! O mejor aún: papilla, fácil de tragar y digerir con un esfuerzo mínimo.

Pensemos en la televisión, por ejemplo, que nació con cierta misión cultural y ha acabado convirtiéndose en entretenimiento puro y duro. Al precio que sea. Ya se ha convertido en tópico citar La bola de cristal como paradigma de la televisión (y la España) que fuimos. ¿Alguien puede imaginar que se emitiese La bola de cristal hoy día? ¿Cuántos padres y asociaciones de consumidores y peticiones de Change.org la hubiesen denunciado por políticamente incorrecta? O por perturbadora. Porque todo lo que nos haga pensar, lo que escape de los modelos que ya conocemos y de los discursos más frecuentados, es considerado perturbador y debe ser evitado.

Hoy la televisión es el ejemplo más claro del triunfo de lo superficial y la simpleza. Pero ojalá fuera solo la televisión. La música, la literatura o el cine también se han infantilizado y continúan dando Disney a los nuevos adultos: con sus personajes entrañables, sus cancioncitas pegadizas y sus finales felices, no sea que el público se pierda o se angustie y acabe traumatizado.

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El verdadero arte -al menos como yo lo entiendo- desconcierta, incomoda, hace pensar, te ataca, te pica, te remueve. El entretenimiento ofrece modelos fijos, mascaditos, repetitivos, sin apenas conflicto ni profundidad.

Ejemplos muy claros de esto que digo son, por citar algunos, las modas de la ilustración, la poesía juvenil o los monólogos teatrales, donde triunfa (con excepciones, obviamente) lo infantiloide. Que está genial hasta cierta edad, pero más allá empieza a ser un tanto ridículo.

Las ilustraciones más visibles recuerdan a las de los libros juveniles de hace cuarenta años: Esther y su mundo o Enid Blyton. Los poemas que más venden parecen más bien canciones pop de sentimentalismo adolescente y los monólogos hacen uso de los tópicos más trillados y casposos, sobre todo en lo que a diferencias entre hombres y mujeres se refiere. No hace falta recordar que hay verdaderos artistas dentro de estos colectivos que cito, pero veo algunos problemas. En primer lugar, que el mercado, cuando algo se pone de moda, lo agota con subproductos y lo convierte en parodia en nombre de los beneficios. Subproductos que, normalmente, son más superficiales y pierden la esencia transgresora de los modelos que imitan. Por último, que estas obras para-todos-los-públicos, repetitivas hasta la saciedad y sin riesgo alguno, acaban ocupándolo todo.

¿Todo? ¿Seguro?
Que sí, que a lo mejor después de trabajar de sol a sol lo que te apetece, si es que vas al teatro, que ya es un gran esfuerzo, es ver a un monologuista diciendo que su novia está dos horas maquillándose y su suegra es malísima y esas cosas que siempre hacen gracia. No estás para Shakespeare, lo entiendo. Y si escuchas música, algo pegadizo que entre rápido. Y si te lees un libro, pues una facilito, que no tienes la cabeza para más. Y si ves una película, pues que sea una de esas blockbuster americanas hechas con cartabón, de las que se casan al final, que al menos entretienen y son fáciles de seguir si te quedas dormido unos minutos.

Si no digo que no haya excusas. Y que todo este discurso no tenga su parte elitista. Digo que somos una sociedad cada vez más dormida. Y que la industria cultural, en lugar de despertarnos, nos canta nanas. El capitalismo nos pone almohaditas alrededor. Nos ha acostumbrado a no esforzarnos. Arte infantilizado para todos los públicos, que cualquiera puede entender sin tener las mínimas nociones de arte. Un arte bonito, sencillo, complaciente, poco subversivo, que evita el conflicto ético o estético. Arte comercial, distraído, para una sociedad perezosa y cansada. Políticamente correcto, por supuesto, no sea que alguien se enfade o se traumatice…

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La sociedad capitalista y su cultura del entretenimiento nos miman, como esas madres de mi instituto miman a sus hijos. Nos protegen de los rasguños… y de paso se protegen de nosotros. De que acabemos pensando demasiado por nuestra cuenta, ajenos al discurso oficial, y salgamos a la calle.

Por suerte, siempre hay toboganes oxidados esperando a aquellos que elijan las calles menos transitadas. Parques sin protección desde los que rebelarse contra el adocenamiento: Un Tenderete donde exponer ilustraciones inquietantes e incorrectas, unas Voces del Extremo recitando poemas revulsivos, un portátil desde el que grabar una maqueta incómoda para subirla a Youtube, un Espacio Inestable programando obras que horrorizarían al obispo Cañizares o una editorial al borde de la quiebra publicando esas novelas que jamás ganarán el Planeta.

Siempre ha sido así y, por suerte, a pesar de todo, siempre lo será. Porque siempre habrá gente que prefiera un entrecot a una papilla industrial.
Esta generación de jóvenes sobreprotegidos, inmaduros que se creen únicos y sin conocimientos básicos para sobrevivir será carne de cañón....estos chavales y chavalas sin la prestación económica/defensa de sus padres se van a morir en el intento de ser adultos.
 
Yo he llegado a la conclusión de que no hay un porqué en el acoso, y que las conductas no están cambiando. Siempre ha habido acoso escolar, lo que pasa es que ahora es visible. El niño acosado puede ser el gordo, el gafotas, el de la cara llena de granos, como lo puede ser el acosador. No es una cuestión física, si no de mala suerte. Hay muy pocas personas que reaccionen a un ambiente hostil de forma airosa, la mayoría nos quedaríamos "cortados" y pasaríamos a ser acosados. A veces es un estúpido detalle, una broma, una gilipollez que convierte a una persona en un "despojo" de la clase. Para ejemplo pongo el de un chico que estudió conmigo en el cole: estábamos en sexto de BUP (11 años) y en clase preguntó el profesor que si alguien sabía como era el sistema urinario. Un chico, que no tenía ningún problema contestó y explicó que los riñones tenían forma de habichuela. Al profesor fíjate le hizo gracia esa palabra (era un gilipollas ignorante, uno de los peores profesores que tuve) y se empezó a reír. Y le siguió toda la clase. Ese chico pasó a ser "el habichuela" y dos años más tarde tuvo que cambiarse de colegio. Pasó a ser la peste. Ante esa situación, hay gente que sale airosa, que se descojona también y suelta algo con desparpajo y pasa. La mayoría nos quedaríamos como el, sin hacer nada y seguramente hubiéramos pasado a ser los habichuelas. Todo por la put* gracia del profesor.

Yo pasé acoso escolar 2 años y tuve la maravillosa suerte de cambiarme de colegio y empezar de cero. No tuve nunca más problemas. Mi marido sin embargo sufrió acoso escolar toda la secundaria, hasta llegar al instituto y es algo que se te queda dentro. Ninguno de los dos eramos ni los gordos ni los gafotas ni nada. En ningún caso se metían con nuestro físico. El problema es que el ser humano cuando forma grupo necesita clases: el que está por encima, el que manda, la plebe, los apestados, etc...Y sólo en sistemas muy equitativos, donde se fomenta mucho la idea de que todos somos iguales, de que nadie es más que nadie, de que ir de "yo estoy por encima" está muy mal visto (paises escandinavos) creo que se consigue disminuir este efecto de "persona que manda - plebe - marginados". En países con diferencias sociales gigantes, donde se fomenta el exito personal como un triunfo frente a los fracasados (como EEUU) me imagino que el bullying ya será de alucinar.

Te cito porque me has recordado que mi hija menor también pasó por unos días de acoso por "culpa" de una gracieta sin mala intención de un profesor. Estando en clase y no tengo ni idea de como salió el tema, al profesor se le ocurrió mencionar los dibujos de Doraemon, y añadió: y yo se que a Mercedes (nombre supuesto de mi hija) le gusta mucho el Doraemon. Risas malévolas de pre-adolescentes y a todas horas la canción de inicio y bromas pesadas con el temita. Pero está visto que el chulito acosador no lo es tanto si se le planta cara. Mi hija tuvo una conversación privada con el cabecilla de las burlas y le dijo que o se terminaba todo aquello o que les diría a todos que un dia que fue a su casa le encontró viendo un DVD de Bob Esponja. Y que todos sabían que las hermanas mayores de ambos eran compañeras de clase y amigas, así que los demás creerían posible que hubiese estado en su casa. En un primer momento el chulito se rió y dijo que nadie se lo creería, pero minutos más tarde buscó a mi hija por el patio y le propuso el trato de que no dijese nada de Bob Esponja, y a cambio él mismo se encargaría de hacer callar a quien volviese a molestarla con lo de Doraemon. Cuando me lo contó me encantó su valor y su astucia y como supo defenderse. Literalmente eran casi como David y Goliat en tamaño.
 
Última edición por un moderador:
Te cito porque me has recordado que mi hija menor también pasó por unos días de acoso por "culpa" de una gracieta sin mala intención de un profesor. Estando en clase y no tengo ni idea de como salió el tema, al profesor se le ocurrió mencionar los dibujos de Doraemon, y añadió: y yo se que a Mercedes (nombre supuesto de mi hija) le gusta mucho el Doraemon. Risas malévolas de pre-adolescentes y a todas horas la canción de inicio y bromas pesadas con el temita. Pero está visto que el chulito acosador no lo es tanto si se le planta cara. Mi hija tuvo una conversación privada con el cabecilla de las burlas y le dijo que o se terminaba todo aquello o que les diría a todos que un dia que fue a su casa le encontró viendo un DVD de Bob Esponja. Y que todos sabían que las hermanas mayores de ambos eran compañeras de clase y amigas, así que los demás creerían posible que hubiese estado en su casa. En un primer momento el chulito se rió y dijo que nadie se lo creería, pero minutos más tarde buscó a mi hija por el patio y le propuso el trato de que no dijese nada de Bob Esponja, y a cambio él mismo se encargaría de hacer callar a quien volviese a molestarla con lo de Doraemon. Cuando me lo contó me encantó su valor y su astucia y como supo defenderse. Literalmente eran casi como David y Goliat en tamaño.

Qué genial tu hija!! me encanta como resolvió la situación. Ya se que no está bien mentir, pero ante un acosador es la mejor estrategia: dejarlo en ridículo aunque sea con una mentira.

Yo creo que la mayoría de profesores son conscientes de que la gracieta, o el comentario que puedan hacer ellos "sin importancia", para los críos es un mundo, pero como en todas partes hay gente que no sabe hacer bien su trabajo.
 
Qué genial tu hija!! me encanta como resolvió la situación. Ya se que no está bien mentir, pero ante un acosador es la mejor estrategia: dejarlo en ridículo aunque sea con una mentira.

Yo creo que la mayoría de profesores son conscientes de que la gracieta, o el comentario que puedan hacer ellos "sin importancia", para los críos es un mundo, pero como en todas partes hay gente que no sabe hacer bien su trabajo.

Gracias. A mi tampoco me gustan las mentiras, siempre les he enseñado que con la verdad por delante casi siempre todo sale mejor. Y que respeten a los demás por encima de todo. Pero también les he enseñado que vivimos en un mundo de fieras y que nunca deben dejarse pisar por los abusadores que se creen mejor y que se defiendan siempre. En este caso como una niña minúscula no se podía dar de hostias con un niño gigante tuvo que emplear la inteligencia, y lo hizo genial.
 
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