Espido Freire: genio y figura

Me encanta las traducciones al inglés que hace en sus mensajes en IG. Primero, pone la parrafada en castellano, y luego la resume en una simple frase en el idioma de Shakespeare. Joder pa la filóloga!
 
Por lo menos escribe en inglés sin dar patadas al diccionario, no como otras (véase Vragas) :D

Bueno, pero es que de Vraga ya no me esperaría ni una frase simple en inglés correctamente escrita. Pero de una filóloga, especialidad inglés, y que trabaja como escritora si me esperaría que pudiese elaborar un texto mínimamente complejo en esa lengua
 
Alucino con el dinero que se gasta en ropa horrorosa que encima le queda fatal, por no hablar de las combinaciones que hace de vestidos y zapatos.

Me recuerda a Bette Davis en "Qué fue de Baby Jane?"
babyjane.jpg


Ha perdido el norte totalmente
 
De dónde saca esos vestidos tan espantosos? Y parece que se los recomiende su peor enemiga, quė mal le quedan....
 
http://espidofreireblog.com/2015/12/03/por-que-yo-si-continuare-en-instagram/
Por qué yo sí continuaré en Instagram
PUBLICADO EL DICIEMBRE 3, 2015 POR ESPIDOFREIRE
3
EspidoFreire105

Si bien las redes sociales han sido criticadas desde su inicio, Instagram se encuentra ahora bajo la lupa, con opiniones a favor, en contra, sonados abandonos, acusaciones de frivolidad o de vacuidad.
Por mi parte, defiendo Instagram por motivos muy personales; a diferencia de otros escritores, mantengo presencia en las principales redes sociales, que me han servido para comunicar directamente mi trabajo, ponerme en contacto con mis lectores y mantenerme informada del devenir de personas o instituciones. Cada una de las redes posee su público, y demanda un lenguaje diferente, y quizás Instagram, pese a su sencillez y su capacidad intuitiva, sea el más complicado de comprender: imágenes, sin texto, en general, o con unas pocas etiquetas. Galerías plagadas de atardeceres, selfies, o comida. Mujeres guapas que muestran su ropa, o su estilo de vida. ¿Eso es todo?
Para mí, no. No reniego del sentido emocional, o de álbum compartido, que puede tener para muchas personas. No podemos imponer nuestra filosofía de uso a otros, y quien abra cuentas solo para seguir a otros, o incluso no se arriesgue más que a repetir fotos ajenas sabrá sus razones. Pero lo que de verdad me interesa de Instagram es la forma narrativa: cómo algunas cuentas, de nombres célebres o no, interpretan la vida, sus historias personales o la realidad a través de imágenes. Valoro la originalidad y la calidad de la fotografía, y algo que muchos críticos pasan por alto: el trabajo tras la cámara, aquello que de manera aparentemente fácil se ofrece, y que conlleva mucho esfuerzo, planificación y profesionalidad. Como espectadora, aprecio esa labor, y la premio, independientemente de que las cuentas sean conocidas o no. Curioseo, busco, sigo las sugerencias, veo realidades y enfoques que de otra manera no conocería, y que cambian de hora en hora.
Como usuaria, @espidofreire, en cambio, la historia es otra: ya he comentado en otras ocasiones que pasé recientemente por un proceso depresivo importante. En mi recuperación han intervenido muchos factores: tratamiento médico, terapia, olvidarme del alcohol y de la cafeína (aunque a la cafeína he vuelto), ordenar mis hábitos de descanso, de alimentación y ejercicio, y restructurar mi vida, que se encontraba completamente fagocitada por el trabajo, la ansiedad y la autoexigencia. Y ahí me encontré con un problema: no sabía qué hacer con mi tiempo libre, obligatorio, que no tuviera que ver con mi trabajo. La terapia ocupacional era clave, y tras probar algunos clásicos (puzzles, bordado, sudokus…) encontré que podía retomar mi interés por la fotografía, sin más ambición que la de distraerme, y sacar alguna imagen bonita.
Ahí apareció la idea de crear un blog en que hablara de moda, un terreno que siempre me ha apasionado y del que había escrito en medios y tonos serios. Y sobre todo, Instagram. Instagram me obligaba a una continuidad, al compromiso de publicar al menos una foto diaria (en la actualidad son entre 3 y 5), y de que esa foto no me avergonzara. A mirar, por lo tanto, desde una óptica que no fueran las palabras, mi vida, y ver qué podía haber de interesante o curioso en mi día a día. Al principio no encontraba casi nada. Ahora, en cada vistazo hay algo. Encontré a seguidores de toda la vida, que de pronto me captaban de otra manera, y que compartían conmigo terrenos que no había cultivado mucho: el sentido del humor y mis intereses personales. Otras personas rompieron la idea preconcebida transmitida por medios periodísticos, o mis libros. He descubierto cuentas interesantes con las que se crean bonitos vínculos basados en las aficiones y la simpatía. Han sido testigos de cómo regresaba la alegría a mi vida y cómo mejoraba mi estado de ánimo, han sido cómplices de sorteos, juegos y microcuentos. Qué sorpresa, no creí que fueras así, me dicen algunos. A quienes no les gusta, sencillamente, se van.
Porque, aunque no era mi intención, la cabra tira al monte, y poco a poco han aparecido pequeñas historias bajo las fotografías: historias de caballos en Praga, las conversaciones de y con mis gatitas, microcuentos de apoyo solidario o caprichos momentáneos. Retratos de artistas y fotógrafos que han tenido la deferencia de elegirme como modelo, y recomendaciones de libros, de visitas culturales o literarias, de cosméticos, o complementos, o ropa. Aquello que me gusta y que quiero mostrar. Hay pocos bodegones con alimentos, porque resulta dificilísimo tomar una buena instantánea de un plato y que parezca apetecible, pero lo intentaré. Introduzco, según conozco un poco más, vídeos, o enfoques un poco más arriesgados. Confío en la generosidad de los extraños, a los que entrego mi camarita Canon o mi Samsung S6 (es lo que empleo, aunque como me habían advertido, el deseo por las cámaras es inacabable) y en la paciencia de los conocidos. Mis seguidores crecen, y yo intento mimarles, corresponderles y agradecer su tiempo.
Es un lenguaje más, un medio de construir algo más, una manera de cultivar áreas que ahora deseo compartir. No más, pero tampoco menos.
La vanidad se encuentra en Instagram de manera tan obvia como en las juntas de vecinos, las columnas de los periódicos o las fiestas de empresa. Los haters o comentarios malintencionados, con la misma frecuencia que en la vida, y con la misma cobardía o falta de reflexión. El impulso de dar opinión inmediata es el mismo que en otras redes sociales, pero por suerte, Instagram es más amable, y la atención se trata de atraer con una frase dulce, y no con una crítica ácida, cosa que, siendo sincera, yo prefiero en estos momentos. Mi carácter nunca ha sido agrio, y aunque jamás he rechazado las críticas, no entiendo los ataques, ni a quien se regodea en ellos.
No sé a dónde me llevará esta red social, si mi camino en ella será largo o no: como herramienta de trabajo está resultando inmediata y útil, como manera de iniciar colaboraciones con gente interesante un hallazgo, como motor de satisfacción personal sorprendentemente productiva, como fuente de aprendizaje aún es inagotable.


O sea, que ya nos ha pillado. Jajaja... y la mu tonta se marca semejante parrafada que duerme a las ovejas para justificar sus gilipuerteces de cara a la platea. De verdad, está peor de lo que parece.
 
Los haters o comentarios malintencionados, con la misma frecuencia que en la vida, y con la misma cobardía o falta de reflexión. El impulso de dar opinión inmediata es el mismo que en otras redes sociales, pero por suerte, Instagram es más amable, y la atención se trata de atraer con una frase dulce, y no con una crítica ácida, cosa que, siendo sincera, yo prefiero en estos momentos. Mi carácter nunca ha sido agrio, y aunque jamás he rechazado las críticas, no entiendo los ataques, ni a quien se regodea en ellos.

Esto que ha escrito en referencia a Instagram puede que esté dirigido indirectamente hacia Cotilleando.
 
Los haters o comentarios malintencionados, con la misma frecuencia que en la vida, y con la misma cobardía o falta de reflexión. El impulso de dar opinión inmediata es el mismo que en otras redes sociales, pero por suerte, Instagram es más amable, y la atención se trata de atraer con una frase dulce, y no con una crítica ácida, cosa que, siendo sincera, yo prefiero en estos momentos. Mi carácter nunca ha sido agrio, y aunque jamás he rechazado las críticas, no entiendo los ataques, ni a quien se regodea en ellos.

Esto que ha escrito en referencia a Instagram puede que esté dirigido indirectamente hacia Cotilleando.

No lo dudes, Citroen.
Lo más lamentable es eso de que ella nunca ha sido agria, no, qué va, ni trepa, ni clasista, ni prepotente, ni marisabidilla. Que le venda la burra a quienes no se han cruzado nunca con ella en persona: a sus seguidores en las redes sociales, a sus lectores, a sus alumnos, a todos esos a los que considera inferiores. Ella presume de no tratar jamás a sus pupilos de igual a igual, de hablarles de usted, de establecer barreras. Pero, claro, aquí toca montarse un personaje cándido y hacerse la víctima si alguien se ríe de ella. Qué patética es la pobre. Lo de dar pena no cuela, mona, y menos a los 41, y menos aún cuando tú misma te pones cada día en evidencia.
 
Me he leido el hilo enterito. Me declaro 'MEGAFLAN' de Speedogirl.
Su mirada, como no haber amado sus grandes ojos fijos(fijados en dos puntos), su sutileza serena y civilizada como Kwei-lan y sobre todo amigah, la determinacion y superior inteligencia de Elisabeth Bennet. Una heroina moderna.
 
Me he leido el hilo enterito. Me declaro 'MEGAFLAN' de Speedogirl.
Su mirada, como no haber amado sus grandes ojos fijos(fijados en dos puntos), su sutileza serena y civilizada como Kwei-lan y sobre todo amigah, la determinacion y superior inteligencia de Elisabeth Bennet. Una heroina moderna.

Y trilingüe en noruego. Y ese fondo de armario, lo mejor de Humana en sus perchas
 
No lo dudes, Citroen.
Lo más lamentable es eso de que ella nunca ha sido agria, no, qué va, ni trepa, ni clasista, ni prepotente, ni marisabidilla. Que le venda la burra a quienes no se han cruzado nunca con ella en persona: a sus seguidores en las redes sociales, a sus lectores, a sus alumnos, a todos esos a los que considera inferiores. Ella presume de no tratar jamás a sus pupilos de igual a igual, de hablarles de usted, de establecer barreras. Pero, claro, aquí toca montarse un personaje cándido y hacerse la víctima si alguien se ríe de ella. Qué patética es la pobre. Lo de dar pena no cuela, mona, y menos a los 41, y menos aún cuando tú misma te pones cada día en evidencia.

Que aprenda de Amelie Nothomb que conoce a sus fans y hasta les saluda por su nombre en las ferias de libros (que memoria tiene la rejodia!)
 
Back