España tiene que dejar de ser una colonia del norte de Europa

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¿Están realmente en posición de dar lecciones de gestión económica quienes son abiertamente cómplices de que España tenga pérdidas de ingresos multimillonarias?



España es un país europeísta. No parecía que nuestra pertenencia a la Unión Europea pudiese siquiera ser puesta en duda. Sin embargo, la discusión que se ha producido en las últimas semanas sobre los distintos caminos que puede tomar la UE, sobre cómo va a afrontar la crisis económica sin precedentes que se avecina, han provocado un auge del sentimiento antieuropeísta o, por lo menos, un enfado evidente con la actitud de algunos de los Estados miembro de la Unión.

Nos convertimos en el lugar en el que vacacionan los ricos del norte y del que extraen, a precios ridículos, aquello que no crece en sus tierras


Y es que, la postura mantenida por el grupo de los países del norte, los llamados ‘halcones’ grandes defensores de la ortodoxia neoliberal, ha dolido mucho en nuestro país. No es algo nuevo, durante años hemos tenido que soportar burlas, comentarios despectivos e incluso xenófobos por parte de los dirigentes de estos países. Nos acusan de gastar nuestro dinero “en mujeres y alcohol” y piden que se nos investigue “por no tener margen presupuestario” para afrontar la crisis. Pero ¿es esto realmente así? ¿Son los países del sur derrochadores o es que la construcción europea ha desarrollado una desigualdad estructural? Veámoslo.

LAS RELACIONES COMERCIALES
Podríamos argumentar que la desigualdad norte-sur en el seno del viejo continente viene de largo, de un desarrollo dispar consolidado durante siglos. Pero la tan admirada integración económica europea no ha contribuido en exceso a reducir esa brecha. Un ejemplo de ello son las relaciones comerciales bilaterales que mantiene España con los países del norte. La balanza comercial de España con Alemania, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos y Suecia ─excepto la germana, economías considerablemente más pequeñas que la nuestra─ arroja un saldo negativo. Es decir, la cantidad de dinero que suman todas las exportaciones españolas hacia estos países es menor que la cantidad que suman las importaciones.

Para que entiendan lo que esto supone, la balanza comercial de España con respecto a grandes economías como Italia o Estados Unidos es positiva ─el saldo era negativo con el país norteamericano hasta final de 2018─ gracias a nuestra exportación del sector servicios.

¿Se debe esto a una suerte de plan malévolo de la UE para castigar al sur? No explícitamente. La razón principal es que la economía española sufrió, como condición necesaria para entrar en la Comunidad Económica Europea y poder recibir su parte de los ansiados fondos de cohesión ─fondos que son el principal argumento de los defensores de la unión a la hora de hablar de las bondades de la misma─, un desmantelamiento de partes enteras de su sector industrial. “Es cierto que, para nuestra realidad económica y social, supone un desafío de modernidad, exige un cambio de mentalidad y un cambio de estructuras”. dijo Felipe González en el discurso de la firma del Tratado de Adhesión. Un bonito eufemismo para esconder la entrega de nuestra independencia económica a las instancias comunitarias.

Tax Justice Network ha revelado el agujero de más de 25.300 millones de euros anuales que provocan a la UE los bajos impuestos de Luxemburgo, Países Bajos, Reino Unido y Suiza
Recordemos que, a mitad de los años 80, España tenía la décima industria a nivel mundial. La llamada reconversión industrial transformó nuestro modelo productivo por uno basado en el ladrillo y el turismo, mucho más asumible para nuestros vecinos europeos que evitaban así tener que competir con la producción española. En consecuencia, el valor añadido de nuestro producto nacional se redujo imposibilitando que, una vez más, se disminuyese la desigualdad entre el norte y el sur y debilitando la capacidad de respuesta de España ante las crisis económicas que nos han azotado en las últimas décadas. Nos convertimos en el lugar en el que vacacionan los ricos del norte y del que extraen, a precios ridículos, aquello que no crece en sus tierras.


LA “TRAICIÓN” FISCAL
Hace unos pocos días, la Red para la Justicia Fiscal (Tax Justice Network) publicaba una investigación que revelaba el agujero de más de 25.300 millones de euros anuales que provocan a la UE los bajos impuestos de sociedades de lo que llama “el eje de la evasión de impuestos”: Luxemburgo, Países Bajos, Reino Unido y Suiza. ¿A qué nos referimos exactamente con evasión de impuestos en este caso? Las grandes compañías estadounidenses que operan en Europa tributan en estos estados librando una gran carga impositiva y logran unos beneficios netos inmensamente superiores. La paradoja es que la recaudación que reciben entre los cuatro asciende a poco más de 3.600 millones de euros. La mayoría de esas pérdidas se concentran en Luxemburgo y Países Bajos, los dos países del eje que, en la actualidad, forman parte de la Unión Europea, sumando alrededor de los 20.000 millones, por encima de los 11.000 en el caso de Luxemburgo y alrededor de los 9.000 en el caso holandés. En España esta evasión fiscal provoca unas pérdidas de 2.300 millones al año.

No podemos continuar aguardando la tan esperada reforma democrática de la unión; no podemos continuar bajo un modelo productivo que solo produce salarios precarios
La propia Tax Justice Network realiza cada año una lista de los paraísos fiscales corporativos. Es decir, no tanto los lugares donde la presión fiscal en general es muy reducida, sino los que cuentan con impuestos de sociedades más bajos a las grandes multinacionales. Casualmente, en el ranking del año 2019 nos encontramos a Países Bajos en el cuarto puesto entre los paraísos fiscales para las corporaciones multimillonarias, tan solo por detrás de las Islas Vírgenes Británicas, las Bermudas o las Islas Caimán. Probablemente les sonarán todas ellas de esas veces en las que el telediario da una noticia de una cuenta bancaria secreta de algún famoso muy acaudalado. ¿Están realmente en posición de dar lecciones de gestión económica quienes son abiertamente cómplices de que España tenga pérdidas de ingresos multimillonarias?

DECIDIR NUESTRO FUTURO MÁS ALLÁ DE LA UE
Es necesario que se produzca, en el seno de la UE, un acuerdo que logre la armonización fiscal para evitar casos como los de Luxemburgo y Países Bajos que son totalmente contrarios a los principios fundacionales de la unión. No se puede permitir, si esto no cambia, que estos países formen parte de la UE. A quienes ya hace tiempo que vemos las instituciones comunitarias con recelo y como una amenaza a nuestra soberanía democrática, este tipo de noticias sumadas a la posición insolidaria de los países del norte ante la crisis sanitaria ─por no hablar de la xenofobia explicita que desprenden los comentarios de sus mandatarios─ nos aleja aún más. Pero es que, durante las últimas semanas, hemos visto cómo incluso los más abnegados defensores del proyecto europeo se han mostrado abiertamente decepcionados.

Seamos claros. No se puede imaginar, ahora mismo, una España fuera de la Unión Europea. No se dan ni los consensos mínimos ni las condiciones económicas necesarias no ya para promoverlo, sino para plantearlo siquiera. Pero es cierto, a su vez, que ante la insolidaridad de nuestros “socios” del norte y la asfixia que supone la imposición de las políticas de austeridad desde Bruselas, no podemos continuar aguardando la tan esperada reforma democrática de la unión; no podemos continuar bajo un modelo productivo, basado en poner copas a los turistas, que solo produce salarios precarios.

A nivel nacional, es imprescindible promover la reindustrialización del país, no solo para poder fabricar en nuestro territorio aquellos productos necesarios para afrontar la crisis pandémica como se ha repetido en debates televisivos en el último mes, sino para poder salir al mercado internacional en una mejor posición, sin depender de los ‘halcones’ que únicamente piensan en su propio provecho. A nivel geopolítico, no podemos más que buscar y reforzar nuevas alianzas. Parece que esta crisis ha mostrado una potencial coalición mediterránea que, como mínimo, merece ser evaluada. Pero también debemos mirar hacia América Latina. El nuevo gobierno argentino de Alberto Fernández ha mostrado su voluntad de fortalecer las relaciones con España y ese debe ser el comienzo de una nueva etapa de colaboración política y económica con distintos países de Latinoamérica. Si no exploramos nuevas vías, nos vemos abocados a que las imposiciones políticas de Bruselas y especialmente de Berlín, vuelvan a destrozar el futuro de generación tras generación como ocurrió tras la crisis financiera del 2008. Esperar o avanzar.


 
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Juan Carlos, del Golfo a Suiza: un maletín y 25 años de mordidas millonarias a costa del hermano árabe


Juan Carlos, del Golfo a Suiza: un maletín y 25 años de mordidas millonarias a costa del hermano árabe



Juan Carlos, del Golfo a Suiza: un maletín y 25 años de mordidas millonarias a costa del hermano árabe
Desde el episodio del empresario Javier de la Rosa en 1995 y su relación con el círculo del Rey hasta el último escándalo de los dos millones de euros, esta es la cronología de un cuarto de siglo de escándalos.

2 mayo, 2020


Lo último ha sido un maletín de casi 2 millones de euros, pero antes existieron otras acusaciones de trajines de dinero desde países del golfo Pérsico a cuentas en Bancos suizos donde siempre aparecía relacionado el rey Juan Carlos. Aunque se llegó a decir que en 1977 el Sha de Persia había entregado 100 millones de dólares, fue en 1995 con los dineros de Kuwait que Javier de la Rosa decía haber entregado al círculo próximo al Jefe del Estado cuando comenzó la contabilidad de la sospecha. Más tarde se conoció el escándalo de los 100 millones de Arabia Saudí por la construcción del AVE a La Meca: 25 años de mordidas millonarias a costa del hermano árabe.

Los patrones se repiten. Origen: el golfo Pérsico. Destino: Banca suiza. La diferencia es que ahora existe una investigación abierta por parte de la fiscalía helvética y otra en la Audiencia Nacional en España que pretenden averiguar la verdad. Las comisiones rogatorias están dando resultado y se esperan nuevas revelaciones en las próximas semanas.


El juez Manuel García Castellón no deja de investigar. El pasado viernes 24 de abril, el magistrado del Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional dictó un Auto donde deja constancia de la existencia de “documentos oficiales del Reino de Arabia Saudí relacionadas con varias cartas de invitación para empresarios españoles” para trabajar en aquel país. Esta documentación habría sido encontrada durante el registro realizado en noviembre de 2017 en el domicilio del ex comisario José Manuel Villarejoen Boadilla del Monte y forman parte de la llamada Operación Tándem.

Pero el juez Garcia Castellón ha dado un paso trascendental porque las piezas del rompecabezas empiezan a encajar. El magistrado anuncia en su escrito que parte de los documentos encontrados incluyen “información confidencial” relacionada con otra pieza separada declarada secreta y que también está siendo investigada en su juzgado: la denominada inicialmente como “Carol” donde se investigan el reparto de comisiones ilegales por la construcción del AVE a La Meca, también en Arabia Saudí.

Y es que desde hace meses un fantasma persigue al rey emérito Juan Carlos: los dineros de los países del golfo Pérsico que presuntamente pasaron por sus manos y terminaron en distintas cuentas opacas controladas desde Suiza. El último escándalo se conoció en el día de ayer y lo confesó en 2018 el gestor de su fortuna real en Suiza, el abogado Arturo Fasana, ante el fiscal suizo,Ives Bertossa que investiga estas actividades ilegales: Juan Carlos le entregó en Ginebra, siendo Rey en 2010, un maletín con 1,7 millones de euros que había recibido como regalo del rey de Bahréin. De hecho, unas semanas antes de esa entrega, el entonces Rey estuvo en el país asiático, donde asistió al campeonato de Fórmula 1.


A continuación repasamos la lista de los escándalos de corrupción en los últimos 25 años, algunos investigados por la Justicia helvética y española, en donde se ha visto envuelto el Rey emérito Juan Carlos. Empezando por el último conocido, la donación del rey de Bahréin.


1. Los 1,7 millones del sultán
Bahréin es un archipiélago que abarca más de 30 islas en el golfo Pérsico. Su ubicación se encuentra al este de Arabia Saudí, al sur de Kuwait, muy cerca de Qatar y al oeste de Irán. Un enclave privilegiado, sobre todo por los inmensos yacimientos de gas natural y de petróleo que alberga en su territorio. Su monarquía es de tipo medieval, con absoluto poder del sultán, al frente de la cual se encuentra Hamad bin Isa Al Khalifa (70 años) que sería la persona que regaló al padre de Felipe VI la cantidad de 1.895.250 dólares (unos 1,7 millones de euros), según lo declarado por el administrador de la fortuna de Juan Carlos: el abogado suizo Arturo Fasana.

Desde agosto de 2018 el fiscal suizo Yves Bertossa mantiene abierto un procedimiento penal (P14783/2018) donde se investiga a los supuestos testaferros del rey emérito Juan Carlos señalados en las grabaciones que Corinna Larsen realizó ante el ex comisario Villarejo y que fueron publicadas en exclusiva por El Español. Entre ellos estarían los financieros Dante Canónica, Arturo Fasana y Álvaro de Orleans. Todos ellos tienen su residencia fiscal en Mónaco y numerosas cuentas abiertas en el país helvético. Además manejan cientos de sociedades en paraísos fiscales. Hay que recordar que Arturo Fasana fue investigado por la Audiencia Nacional como el broker que manejaba la cuenta “Soleado” en un banco suizo, en alusión al sol español y a los importantes clientes españoles que representaba ante la banca de aquel país.


2. Los 100 millones saudíes
Según publicó el pasado mes de febrero el periódico suizo Tribune de Genèveel 8 de agosto de 2008 el entonces rey de Arabia Saudí, Abdallah bin Abdulaziz, habría realizado una transferencia de 100 millones de dólares a través del Ministerio de Finanzas saudí, a una cuenta de la banca privada Mirabaud a nombre de la fundación Lucum, una entidad panameña de la cual, presuntamente Juan Carlos de Borbón sería el único beneficiario. Dicha Fundación habría sido creada como “sociedad offshore panameña” por Arturo Fasana y Dante Conónica. La investigación suiza relaciona el cobro de esta cantidad de dinero con las presuntas comisiones que se podrían haber cobrado por la construcción del AVE a La Meca. Estos fondos habrían permanecido en la cuesta suiza hasta septiembre de 2012, cuando el Rey Juan Carlos transfirió los últimos 65 millones de dólares (unos 41,6 millones de euros) a su ex compañera sentimental Corinna Larsen.

Sin embargo la clave estaba en la entidad panameña Locum Foundation,constituida el 31 de mayo de 2008 para controlar esa cuenta del banco suizo Mirabaud y que tan solo unos días después, el 8 de agosto, recibió los 100 millones de dólares del ministerio de Finanzas saudí. Al frente de la Fundación los nombres de siempre: el abogado Dante Canonica y el gestor Arturo Fasana, ambos con oficina en territorio suizo. Sin embargo, la fiscalía suiza descubrió que el verdadero titular del depósito bancario y beneficiario de la mercantil era Juan Carlos de Borbón y Borbón.

Sin embargo, el escándalo no terminaba ahí porque la fortuna de Juan Carlos terminó salpicando a su hijo. El actual rey Felipe VI figuraba como beneficiario de dos cuentas: la primera, la denominada con el nombre Lacum, destinataria de los 100 millones de dólares relacionados con la construcción del AVE a la Meca; la segunda, utilizada presuntamente por el primo del rey emérito, Álvaro de Orleans-Borbón, para pagar viajes del padre del actual monarca.

Una vez publicada esta información, Felipe VI se vio obligado a actuar, haciendo público un Comunicado el pasado 15 de marzo donde renunciaba a su herencia personal y eliminaba la asignación oficial de su padre, pero, de igual manera reconocía que, desde hacía un año, en marzo de 2019, conocía que era beneficiario de esos fondos irregulares por una carta que se le había remitido desde un despacho del Reino Unido. Durante este periodo, padre e hijo compartieron actos e incluso Juan Carlos fue sometido a una grave intervención quirúrgica que, en caso de un fatal desenlace, podría haber activado el testamento de Juan Carlos a favor de su hijo.

Hay que recordar que Juan Carlos de Borbón cobraba una asignación anual de 194.232 euros brutos al año como rey emérito (al margen de gastos de vivienda, seguridad y viajes oficiales) y que los delitos de blanqueo de capitales o de fraude fiscal se cometen por cada movimiento de dinero opaco que se realice.


3. El 'regalo de 65 millones a Corinna
Corinna Larsen ha reconocido que en 2012 recibió una donación por parte del rey don Juan Carlos de 65 millones dólares. Dicho regalo se realizó después del batacazo y rotura de cadera del ahora rey emérito durante una cacería en Botswana donde estaban presentes Corinna y su hijo. Según los abogados de la antigua amiga íntima del rey “Corinna recibió un regalo no solicitado del rey emérito” descrita como “donación para ella y para su hijo” con los cuales se había encariñado, ya que durante varios años habrían cuidado del monarca debido a su mala salud.

Según lo investigado por la Fiscalía suiza también se habría entregado otro millón de euros a otra antigua amante del monarca español, cuya residencia se establece en Ginebra y que las investigaciones han demostrado que se trataría de Marta Gayá.


4. La 'mordida' del Banco Zaragozano
No tiene origen en el golfo Pérsico pero sí destino en Suiza. Y aparece involucrado el rey emérito. Durante el pasado mes de febrero el periódico británico “The Telegraph” reveló que el primo y testaferro del entonces rey Juan Carlos, Álvaro de Orleans, cobró 39 millones de libras –cerca de 50 millones de euros- por ejercer como mediador en la venta del Banco Zaragozano a Barclays en 2003. En declaraciones posteriores al diario El País, Álvaro de Orleans negó ser testaferro del anterior jefe del Estado y haber cobrado ninguna cantidad en su nombre. En conversación con El Español, James Badcock, confirmó que el diario británico tiene constancia documental del ingreso de esa cantidad de dinero “en la cuenta suiza de Álvaro de Orleans” y su relación “con la venta realizada en 2003 del Banco Zaragozano al Barclays”.


5. Javier de la Rosa
Fue otro de los episodios que la prensa española de la época calificó como “chantaje a la Corona”. Concretamente, los periodistas Isabel Durán y José Díaz Herrera publicaron el 9 de noviembre de 1995 en Diario 16, un reportaje titulado “Jaque al Rey”, en donde se detallaba como el empresario catalán, luego condenado por corrupción, Javier de la Rosa, había estado lanzando advertencias a todo aquel que quisiera escucharle sobre los supuestos pagos de hasta 100 millones de dólares “al antiguo embajador (Manuel Prado y Colón de Carvajal) por indicación y petición de una alta institución del Estado”.


6. El préstamo de los 100 millones
Jesús Cacho, en 1999 publicó el libro “El negocio de la libertad” donde daba cuenta de que, poco después de morir Franco, en 1977 Manuel Prado y Colón de Carvajal se dedicó a remitir una serie de misivas reales a otros tantos monarcas reinantes, especialmente del mundo árabe, para pedirles dinero en nombre del Rey de España. Una de esas cartas apareció publicada en Inglaterra en el libro de memorias del que fuera jefe de la Casa del Sha de Persia. Según Cacho, fue la monarquía saudí quien respondió afirmativamente a través de la concesión de un crédito de 100 millones de dólares. Crédito que, según lo publicado, nunca fue devuelto.


Video: El Rey Juan Carlos en Bahréin
¿Están realmente en posición de dar lecciones de gestión económica quienes son abiertamente cómplices de que España tenga pérdidas de ingresos multimillonarias?



España es un país europeísta. No parecía que nuestra pertenencia a la Unión Europea pudiese siquiera ser puesta en duda. Sin embargo, la discusión que se ha producido en las últimas semanas sobre los distintos caminos que puede tomar la UE, sobre cómo va a afrontar la crisis económica sin precedentes que se avecina, han provocado un auge del sentimiento antieuropeísta o, por lo menos, un enfado evidente con la actitud de algunos de los Estados miembro de la Unión.




Y es que, la postura mantenida por el grupo de los países del norte, los llamados ‘halcones’ grandes defensores de la ortodoxia neoliberal, ha dolido mucho en nuestro país. No es algo nuevo, durante años hemos tenido que soportar burlas, comentarios despectivos e incluso xenófobos por parte de los dirigentes de estos países. Nos acusan de gastar nuestro dinero “en mujeres y alcohol” y piden que se nos investigue “por no tener margen presupuestario” para afrontar la crisis. Pero ¿es esto realmente así? ¿Son los países del sur derrochadores o es que la construcción europea ha desarrollado una desigualdad estructural? Veámoslo.

LAS RELACIONES COMERCIALES
Podríamos argumentar que la desigualdad norte-sur en el seno del viejo continente viene de largo, de un desarrollo dispar consolidado durante siglos. Pero la tan admirada integración económica europea no ha contribuido en exceso a reducir esa brecha. Un ejemplo de ello son las relaciones comerciales bilaterales que mantiene España con los países del norte. La balanza comercial de España con Alemania, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos y Suecia ─excepto la germana, economías considerablemente más pequeñas que la nuestra─ arroja un saldo negativo. Es decir, la cantidad de dinero que suman todas las exportaciones españolas hacia estos países es menor que la cantidad que suman las importaciones.

Para que entiendan lo que esto supone, la balanza comercial de España con respecto a grandes economías como Italia o Estados Unidos es positiva ─el saldo era negativo con el país norteamericano hasta final de 2018─ gracias a nuestra exportación del sector servicios.

¿Se debe esto a una suerte de plan malévolo de la UE para castigar al sur? No explícitamente. La razón principal es que la economía española sufrió, como condición necesaria para entrar en la Comunidad Económica Europea y poder recibir su parte de los ansiados fondos de cohesión ─fondos que son el principal argumento de los defensores de la unión a la hora de hablar de las bondades de la misma─, un desmantelamiento de partes enteras de su sector industrial. “Es cierto que, para nuestra realidad económica y social, supone un desafío de modernidad, exige un cambio de mentalidad y un cambio de estructuras”. dijo Felipe González en el discurso de la firma del Tratado de Adhesión. Un bonito eufemismo para esconder la entrega de nuestra independencia económica a las instancias comunitarias.


Recordemos que, a mitad de los años 80, España tenía la décima industria a nivel mundial. La llamada reconversión industrial transformó nuestro modelo productivo por uno basado en el ladrillo y el turismo, mucho más asumible para nuestros vecinos europeos que evitaban así tener que competir con la producción española. En consecuencia, el valor añadido de nuestro producto nacional se redujo imposibilitando que, una vez más, se disminuyese la desigualdad entre el norte y el sur y debilitando la capacidad de respuesta de España ante las crisis económicas que nos han azotado en las últimas décadas. Nos convertimos en el lugar en el que vacacionan los ricos del norte y del que extraen, a precios ridículos, aquello que no crece en sus tierras.


LA “TRAICIÓN” FISCAL
Hace unos pocos días, la Red para la Justicia Fiscal (Tax Justice Network) publicaba una investigación que revelaba el agujero de más de 25.300 millones de euros anuales que provocan a la UE los bajos impuestos de sociedades de lo que llama “el eje de la evasión de impuestos”: Luxemburgo, Países Bajos, Reino Unido y Suiza. ¿A qué nos referimos exactamente con evasión de impuestos en este caso? Las grandes compañías estadounidenses que operan en Europa tributan en estos estados librando una gran carga impositiva y logran unos beneficios netos inmensamente superiores. La paradoja es que la recaudación que reciben entre los cuatro asciende a poco más de 3.600 millones de euros. La mayoría de esas pérdidas se concentran en Luxemburgo y Países Bajos, los dos países del eje que, en la actualidad, forman parte de la Unión Europea, sumando alrededor de los 20.000 millones, por encima de los 11.000 en el caso de Luxemburgo y alrededor de los 9.000 en el caso holandés. En España esta evasión fiscal provoca unas pérdidas de 2.300 millones al año.


La propia Tax Justice Network realiza cada año una lista de los paraísos fiscales corporativos. Es decir, no tanto los lugares donde la presión fiscal en general es muy reducida, sino los que cuentan con impuestos de sociedades más bajos a las grandes multinacionales. Casualmente, en el ranking del año 2019 nos encontramos a Países Bajos en el cuarto puesto entre los paraísos fiscales para las corporaciones multimillonarias, tan solo por detrás de las Islas Vírgenes Británicas, las Bermudas o las Islas Caimán. Probablemente les sonarán todas ellas de esas veces en las que el telediario da una noticia de una cuenta bancaria secreta de algún famoso muy acaudalado. ¿Están realmente en posición de dar lecciones de gestión económica quienes son abiertamente cómplices de que España tenga pérdidas de ingresos multimillonarias?

DECIDIR NUESTRO FUTURO MÁS ALLÁ DE LA UE
Es necesario que se produzca, en el seno de la UE, un acuerdo que logre la armonización fiscal para evitar casos como los de Luxemburgo y Países Bajos que son totalmente contrarios a los principios fundacionales de la unión. No se puede permitir, si esto no cambia, que estos países formen parte de la UE. A quienes ya hace tiempo que vemos las instituciones comunitarias con recelo y como una amenaza a nuestra soberanía democrática, este tipo de noticias sumadas a la posición insolidaria de los países del norte ante la crisis sanitaria ─por no hablar de la xenofobia explicita que desprenden los comentarios de sus mandatarios─ nos aleja aún más. Pero es que, durante las últimas semanas, hemos visto cómo incluso los más abnegados defensores del proyecto europeo se han mostrado abiertamente decepcionados.

Seamos claros. No se puede imaginar, ahora mismo, una España fuera de la Unión Europea. No se dan ni los consensos mínimos ni las condiciones económicas necesarias no ya para promoverlo, sino para plantearlo siquiera. Pero es cierto, a su vez, que ante la insolidaridad de nuestros “socios” del norte y la asfixia que supone la imposición de las políticas de austeridad desde Bruselas, no podemos continuar aguardando la tan esperada reforma democrática de la unión; no podemos continuar bajo un modelo productivo, basado en poner copas a los turistas, que solo produce salarios precarios.

A nivel nacional, es imprescindible promover la reindustrialización del país, no solo para poder fabricar en nuestro territorio aquellos productos necesarios para afrontar la crisis pandémica como se ha repetido en debates televisivos en el último mes, sino para poder salir al mercado internacional en una mejor posición, sin depender de los ‘halcones’ que únicamente piensan en su propio provecho.
A nivel geopolítico, no podemos más que buscar y reforzar nuevas alianzas. Parece que esta crisis ha mostrado una potencial coalición mediterránea que, como mínimo, merece ser evaluada. Pero también debemos mirar hacia América Latina. El nuevo gobierno argentino de Alberto Fernández ha mostrado su voluntad de fortalecer las relaciones con España y ese debe ser el comienzo de una nueva etapa de colaboración política y económica con distintos países de Latinoamérica. Si no exploramos nuevas vías, nos vemos abocados a que las imposiciones políticas de Bruselas y especialmente de Berlín, vuelvan a destrozar el futuro de generación tras generación como ocurrió tras la crisis financiera del 2008. Esperar o avanzar.


Todo lo que dices no te falta razón, pero para mí está incompleto, nos guste o no.
tenemos los políticos junto a la casa real MÁS CORRUPTA DE EUROPA y eso no ayuda para que respeten a España a todos los niveles.
Acaso crees que si ahora negociamos con los países sudamericanos se les va a poder engañar mejor???.
¿Porqué no se permite una investigación a JC ...?
¿Porqué no se le obliga a todos los políticos procesados que abandonen la política y que devuelvan todo el dinero, jueces, banqueros, ,...magistrados y un largo etc
"NOS HEMOS CONVERTIDO EN EL HAZMERREÍR DE TODO EL MUNDO, POR CULPA DE LOS POLÍTICOS QUE TENEMOS.
Portugal es un ejemplo a seguir.
 
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España es un país europeísta. No parecía que nuestra pertenencia a la Unión Europea pudiese siquiera ser puesta en duda. Sin embargo, la discusión que se ha producido en las últimas semanas sobre los distintos caminos que puede tomar la UE, sobre cómo va a afrontar la crisis económica sin precedentes que se avecina, han provocado un auge del sentimiento antieuropeísta o, por lo menos, un enfado evidente con la actitud de algunos de los Estados miembro de la Unión.




Y es que, la postura mantenida por el grupo de los países del norte, los llamados ‘halcones’ grandes defensores de la ortodoxia neoliberal, ha dolido mucho en nuestro país. No es algo nuevo, durante años hemos tenido que soportar burlas, comentarios despectivos e incluso xenófobos por parte de los dirigentes de estos países. Nos acusan de gastar nuestro dinero “en mujeres y alcohol” y piden que se nos investigue “por no tener margen presupuestario” para afrontar la crisis. Pero ¿es esto realmente así? ¿Son los países del sur derrochadores o es que la construcción europea ha desarrollado una desigualdad estructural? Veámoslo.

LAS RELACIONES COMERCIALES
Podríamos argumentar que la desigualdad norte-sur en el seno del viejo continente viene de largo, de un desarrollo dispar consolidado durante siglos. Pero la tan admirada integración económica europea no ha contribuido en exceso a reducir esa brecha. Un ejemplo de ello son las relaciones comerciales bilaterales que mantiene España con los países del norte. La balanza comercial de España con Alemania, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos y Suecia ─excepto la germana, economías considerablemente más pequeñas que la nuestra─ arroja un saldo negativo. Es decir, la cantidad de dinero que suman todas las exportaciones españolas hacia estos países es menor que la cantidad que suman las importaciones.

Para que entiendan lo que esto supone, la balanza comercial de España con respecto a grandes economías como Italia o Estados Unidos es positiva ─el saldo era negativo con el país norteamericano hasta final de 2018─ gracias a nuestra exportación del sector servicios.

¿Se debe esto a una suerte de plan malévolo de la UE para castigar al sur? No explícitamente. La razón principal es que la economía española sufrió, como condición necesaria para entrar en la Comunidad Económica Europea y poder recibir su parte de los ansiados fondos de cohesión ─fondos que son el principal argumento de los defensores de la unión a la hora de hablar de las bondades de la misma─, un desmantelamiento de partes enteras de su sector industrial. “Es cierto que, para nuestra realidad económica y social, supone un desafío de modernidad, exige un cambio de mentalidad y un cambio de estructuras”. dijo Felipe González en el discurso de la firma del Tratado de Adhesión. Un bonito eufemismo para esconder la entrega de nuestra independencia económica a las instancias comunitarias.


Recordemos que, a mitad de los años 80, España tenía la décima industria a nivel mundial. La llamada reconversión industrial transformó nuestro modelo productivo por uno basado en el ladrillo y el turismo, mucho más asumible para nuestros vecinos europeos que evitaban así tener que competir con la producción española. En consecuencia, el valor añadido de nuestro producto nacional se redujo imposibilitando que, una vez más, se disminuyese la desigualdad entre el norte y el sur y debilitando la capacidad de respuesta de España ante las crisis económicas que nos han azotado en las últimas décadas. Nos convertimos en el lugar en el que vacacionan los ricos del norte y del que extraen, a precios ridículos, aquello que no crece en sus tierras.


LA “TRAICIÓN” FISCAL
Hace unos pocos días, la Red para la Justicia Fiscal (Tax Justice Network) publicaba una investigación que revelaba el agujero de más de 25.300 millones de euros anuales que provocan a la UE los bajos impuestos de sociedades de lo que llama “el eje de la evasión de impuestos”: Luxemburgo, Países Bajos, Reino Unido y Suiza. ¿A qué nos referimos exactamente con evasión de impuestos en este caso? Las grandes compañías estadounidenses que operan en Europa tributan en estos estados librando una gran carga impositiva y logran unos beneficios netos inmensamente superiores. La paradoja es que la recaudación que reciben entre los cuatro asciende a poco más de 3.600 millones de euros. La mayoría de esas pérdidas se concentran en Luxemburgo y Países Bajos, los dos países del eje que, en la actualidad, forman parte de la Unión Europea, sumando alrededor de los 20.000 millones, por encima de los 11.000 en el caso de Luxemburgo y alrededor de los 9.000 en el caso holandés. En España esta evasión fiscal provoca unas pérdidas de 2.300 millones al año.


La propia Tax Justice Network realiza cada año una lista de los paraísos fiscales corporativos. Es decir, no tanto los lugares donde la presión fiscal en general es muy reducida, sino los que cuentan con impuestos de sociedades más bajos a las grandes multinacionales. Casualmente, en el ranking del año 2019 nos encontramos a Países Bajos en el cuarto puesto entre los paraísos fiscales para las corporaciones multimillonarias, tan solo por detrás de las Islas Vírgenes Británicas, las Bermudas o las Islas Caimán. Probablemente les sonarán todas ellas de esas veces en las que el telediario da una noticia de una cuenta bancaria secreta de algún famoso muy acaudalado. ¿Están realmente en posición de dar lecciones de gestión económica quienes son abiertamente cómplices de que España tenga pérdidas de ingresos multimillonarias?

DECIDIR NUESTRO FUTURO MÁS ALLÁ DE LA UE
Es necesario que se produzca, en el seno de la UE, un acuerdo que logre la armonización fiscal para evitar casos como los de Luxemburgo y Países Bajos que son totalmente contrarios a los principios fundacionales de la unión. No se puede permitir, si esto no cambia, que estos países formen parte de la UE. A quienes ya hace tiempo que vemos las instituciones comunitarias con recelo y como una amenaza a nuestra soberanía democrática, este tipo de noticias sumadas a la posición insolidaria de los países del norte ante la crisis sanitaria ─por no hablar de la xenofobia explicita que desprenden los comentarios de sus mandatarios─ nos aleja aún más. Pero es que, durante las últimas semanas, hemos visto cómo incluso los más abnegados defensores del proyecto europeo se han mostrado abiertamente decepcionados.

Seamos claros. No se puede imaginar, ahora mismo, una España fuera de la Unión Europea. No se dan ni los consensos mínimos ni las condiciones económicas necesarias no ya para promoverlo, sino para plantearlo siquiera. Pero es cierto, a su vez, que ante la insolidaridad de nuestros “socios” del norte y la asfixia que supone la imposición de las políticas de austeridad desde Bruselas, no podemos continuar aguardando la tan esperada reforma democrática de la unión; no podemos continuar bajo un modelo productivo, basado en poner copas a los turistas, que solo produce salarios precarios.

A nivel nacional, es imprescindible promover la reindustrialización del país, no solo para poder fabricar en nuestro territorio aquellos productos necesarios para afrontar la crisis pandémica como se ha repetido en debates televisivos en el último mes, sino para poder salir al mercado internacional en una mejor posición, sin depender de los ‘halcones’ que únicamente piensan en su propio provecho.
A nivel geopolítico, no podemos más que buscar y reforzar nuevas alianzas. Parece que esta crisis ha mostrado una potencial coalición mediterránea que, como mínimo, merece ser evaluada. Pero también debemos mirar hacia América Latina. El nuevo gobierno argentino de Alberto Fernández ha mostrado su voluntad de fortalecer las relaciones con España y ese debe ser el comienzo de una nueva etapa de colaboración política y económica con distintos países de Latinoamérica. Si no exploramos nuevas vías, nos vemos abocados a que las imposiciones políticas de Bruselas y especialmente de Berlín, vuelvan a destrozar el futuro de generación tras generación como ocurrió tras la crisis financiera del 2008. Esperar o avanzar.


Mira que me duele, pero sí. Nos pueden dar lecciones.

No debimos permitir la desindustrialización de España. ¿Tienen ellos la culpa de que no nos hiciésemos respetar?

y ya que se hizo ¿Tienen ellos la culpa de que, logrados los fondos de cohesión, se tirase el dinero en CCAA y miles de organismos públicos, en lugar de invertirlo sabiamente?

¿Tienen ellos la culpa de que nuestro sector público no haya dejado de crecer, y sea un pozo sin fondo? Tanto ministerio, secretaría, subsecretaría, organismo, observatorio etc etc ¿Redunda, de verdad, en beneficio de los españoles? ¿O más bien supone una carga pesadísima, en forma de impuestos y deuda que pagarán hasta nuestros bisnietos.

¿Acaso nos han prohibido competir con ellos, bajando impuestos, y simplificando trámites, para que los inversores extranjeros nos elijan?

Irlanda y España estaban casi a la par, en los 80. Irlanda supo atraer inversiones, pero nosotros nos dedicamos a dividir España en 17. Cada parte con su legislación, lo cual no facilita precisamente las cosas, a alguien que quiera invertir aquí. Ahora Irlanda nos da mil vueltas.

Decían los romanos: “Divide et impera”. A nosotros no ha hecho falta que venga nadie de fuera a dividirnos. Nosotros solitos lo hicimos. Ahora somos 17, y por tanto mucho más débiles. Pero eso sí: cada una de las 17 nacioncitas con toda la estructura de un estado, y con todos los costes, a lo grande. Que no falte de nada. Tenemos, por ejemplo, más coches oficiales que Estados Unidos, con una novena parte de su población.


¿Qué queremos? ¿Qué encima nos sigan dando?
 
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Mira que me duele, pero sí. Nos pueden dar lecciones.

No debimos permitir la desindustrialización de España. ¿Tienen ellos la culpa de que no nos hiciésemos respetar?

y ya que se hizo ¿Tienen ellos la culpa de que, logrados los fondos de cohesión, se tirase el dinero en CCAA y miles de organismos públicos, en lugar de invertirlo sabiamente?

¿Tienen ellos la culpa de que nuestro sector público no haya dejado de crecer, y sea un pozo sin fondo? Tanto ministerio, secretaría, subsecretaría, organismo, observatorio etc etc ¿Redunda, de verdad, en beneficio de los españoles? ¿O más bien supone una carga pesadísima, en forma de impuestos y deuda que pagarán hasta nuestros bisnietos.

¿Acaso nos han prohibido competir con ellos, bajando impuestos, y simplificando trámites, para que los inversores extranjeros nos elijan?

Irlanda y España estaban casi a la par, en los 80. Irlanda supo atraer inversiones, pero nosotros nos dedicamos a dividir España en 17. Cada parte con su legislación, lo cual no facilita precisamente las cosas, a alguien que quiera invertir aquí. Ahora Irlanda nos da mil vueltas.

Decían los romanos: “Divide et impera”. A nosotros no ha hecho falta que venga nadie de fuera a dividirnos. Nosotros solitos lo hicimos. Ahora somos 17, y por tanto mucho más débiles. Pero eso sí: cada una de las 17 nacioncitas con toda la estructura de un estado, y con todos los costes, a lo grande. Que no falte de nada. Tenemos, por ejemplo, más coches oficiales que Estados Unidos, con una novena parte de su población.


¿Qué queremos? ¿Qué encima nos sigan dando?
Con Franco no había tanto ministerio, secretaría, subsecretaría organismo, observatorio etc etc y tampoco nos respetaban con alguna excepción,
el sueldo del mes con muchas horas apenas llegaba para pasar el mes con familias de tres hijos como mínimo.
Los que mejor vivían eran los curas y los militares.

Para mí las autonomías no es el problema.
El problema se crea cuando las autonomías son llevadas por políticos sin escrúpulos muy corruptos pero protegidos por sus partidos y la Justicia mira para otro lado.
 
¿Están realmente en posición de dar lecciones de gestión económica quienes son abiertamente cómplices de que España tenga pérdidas de ingresos multimillonarias?



España es un país europeísta. No parecía que nuestra pertenencia a la Unión Europea pudiese siquiera ser puesta en duda. Sin embargo, la discusión que se ha producido en las últimas semanas sobre los distintos caminos que puede tomar la UE, sobre cómo va a afrontar la crisis económica sin precedentes que se avecina, han provocado un auge del sentimiento antieuropeísta o, por lo menos, un enfado evidente con la actitud de algunos de los Estados miembro de la Unión.




Y es que, la postura mantenida por el grupo de los países del norte, los llamados ‘halcones’ grandes defensores de la ortodoxia neoliberal, ha dolido mucho en nuestro país. No es algo nuevo, durante años hemos tenido que soportar burlas, comentarios despectivos e incluso xenófobos por parte de los dirigentes de estos países. Nos acusan de gastar nuestro dinero “en mujeres y alcohol” y piden que se nos investigue “por no tener margen presupuestario” para afrontar la crisis. Pero ¿es esto realmente así? ¿Son los países del sur derrochadores o es que la construcción europea ha desarrollado una desigualdad estructural? Veámoslo.

LAS RELACIONES COMERCIALES
Podríamos argumentar que la desigualdad norte-sur en el seno del viejo continente viene de largo, de un desarrollo dispar consolidado durante siglos. Pero la tan admirada integración económica europea no ha contribuido en exceso a reducir esa brecha. Un ejemplo de ello son las relaciones comerciales bilaterales que mantiene España con los países del norte. La balanza comercial de España con Alemania, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos y Suecia ─excepto la germana, economías considerablemente más pequeñas que la nuestra─ arroja un saldo negativo. Es decir, la cantidad de dinero que suman todas las exportaciones españolas hacia estos países es menor que la cantidad que suman las importaciones.

Para que entiendan lo que esto supone, la balanza comercial de España con respecto a grandes economías como Italia o Estados Unidos es positiva ─el saldo era negativo con el país norteamericano hasta final de 2018─ gracias a nuestra exportación del sector servicios.

¿Se debe esto a una suerte de plan malévolo de la UE para castigar al sur? No explícitamente. La razón principal es que la economía española sufrió, como condición necesaria para entrar en la Comunidad Económica Europea y poder recibir su parte de los ansiados fondos de cohesión ─fondos que son el principal argumento de los defensores de la unión a la hora de hablar de las bondades de la misma─, un desmantelamiento de partes enteras de su sector industrial. “Es cierto que, para nuestra realidad económica y social, supone un desafío de modernidad, exige un cambio de mentalidad y un cambio de estructuras”. dijo Felipe González en el discurso de la firma del Tratado de Adhesión. Un bonito eufemismo para esconder la entrega de nuestra independencia económica a las instancias comunitarias.


Recordemos que, a mitad de los años 80, España tenía la décima industria a nivel mundial. La llamada reconversión industrial transformó nuestro modelo productivo por uno basado en el ladrillo y el turismo, mucho más asumible para nuestros vecinos europeos que evitaban así tener que competir con la producción española. En consecuencia, el valor añadido de nuestro producto nacional se redujo imposibilitando que, una vez más, se disminuyese la desigualdad entre el norte y el sur y debilitando la capacidad de respuesta de España ante las crisis económicas que nos han azotado en las últimas décadas. Nos convertimos en el lugar en el que vacacionan los ricos del norte y del que extraen, a precios ridículos, aquello que no crece en sus tierras.


LA “TRAICIÓN” FISCAL
Hace unos pocos días, la Red para la Justicia Fiscal (Tax Justice Network) publicaba una investigación que revelaba el agujero de más de 25.300 millones de euros anuales que provocan a la UE los bajos impuestos de sociedades de lo que llama “el eje de la evasión de impuestos”: Luxemburgo, Países Bajos, Reino Unido y Suiza. ¿A qué nos referimos exactamente con evasión de impuestos en este caso? Las grandes compañías estadounidenses que operan en Europa tributan en estos estados librando una gran carga impositiva y logran unos beneficios netos inmensamente superiores. La paradoja es que la recaudación que reciben entre los cuatro asciende a poco más de 3.600 millones de euros. La mayoría de esas pérdidas se concentran en Luxemburgo y Países Bajos, los dos países del eje que, en la actualidad, forman parte de la Unión Europea, sumando alrededor de los 20.000 millones, por encima de los 11.000 en el caso de Luxemburgo y alrededor de los 9.000 en el caso holandés. En España esta evasión fiscal provoca unas pérdidas de 2.300 millones al año.


La propia Tax Justice Network realiza cada año una lista de los paraísos fiscales corporativos. Es decir, no tanto los lugares donde la presión fiscal en general es muy reducida, sino los que cuentan con impuestos de sociedades más bajos a las grandes multinacionales. Casualmente, en el ranking del año 2019 nos encontramos a Países Bajos en el cuarto puesto entre los paraísos fiscales para las corporaciones multimillonarias, tan solo por detrás de las Islas Vírgenes Británicas, las Bermudas o las Islas Caimán. Probablemente les sonarán todas ellas de esas veces en las que el telediario da una noticia de una cuenta bancaria secreta de algún famoso muy acaudalado. ¿Están realmente en posición de dar lecciones de gestión económica quienes son abiertamente cómplices de que España tenga pérdidas de ingresos multimillonarias?

DECIDIR NUESTRO FUTURO MÁS ALLÁ DE LA UE
Es necesario que se produzca, en el seno de la UE, un acuerdo que logre la armonización fiscal para evitar casos como los de Luxemburgo y Países Bajos que son totalmente contrarios a los principios fundacionales de la unión. No se puede permitir, si esto no cambia, que estos países formen parte de la UE. A quienes ya hace tiempo que vemos las instituciones comunitarias con recelo y como una amenaza a nuestra soberanía democrática, este tipo de noticias sumadas a la posición insolidaria de los países del norte ante la crisis sanitaria ─por no hablar de la xenofobia explicita que desprenden los comentarios de sus mandatarios─ nos aleja aún más. Pero es que, durante las últimas semanas, hemos visto cómo incluso los más abnegados defensores del proyecto europeo se han mostrado abiertamente decepcionados.

Seamos claros. No se puede imaginar, ahora mismo, una España fuera de la Unión Europea. No se dan ni los consensos mínimos ni las condiciones económicas necesarias no ya para promoverlo, sino para plantearlo siquiera. Pero es cierto, a su vez, que ante la insolidaridad de nuestros “socios” del norte y la asfixia que supone la imposición de las políticas de austeridad desde Bruselas, no podemos continuar aguardando la tan esperada reforma democrática de la unión; no podemos continuar bajo un modelo productivo, basado en poner copas a los turistas, que solo produce salarios precarios.

A nivel nacional, es imprescindible promover la reindustrialización del país, no solo para poder fabricar en nuestro territorio aquellos productos necesarios para afrontar la crisis pandémica como se ha repetido en debates televisivos en el último mes, sino para poder salir al mercado internacional en una mejor posición, sin depender de los ‘halcones’ que únicamente piensan en su propio provecho.
A nivel geopolítico, no podemos más que buscar y reforzar nuevas alianzas. Parece que esta crisis ha mostrado una potencial coalición mediterránea que, como mínimo, merece ser evaluada. Pero también debemos mirar hacia América Latina. El nuevo gobierno argentino de Alberto Fernández ha mostrado su voluntad de fortalecer las relaciones con España y ese debe ser el comienzo de una nueva etapa de colaboración política y económica con distintos países de Latinoamérica. Si no exploramos nuevas vías, nos vemos abocados a que las imposiciones políticas de Bruselas y especialmente de Berlín, vuelvan a destrozar el futuro de generación tras generación como ocurrió tras la crisis financiera del 2008. Esperar o avanzar.



cuando el tema iba de converger econonicamente, en roman paladino para los espanyolitos: recibir, recibir y recibir, no se hacian ascos. Parques, carreteras, aeropuertos sin aviones, subvenciones para el turismo...jauja. Somos Uropeos.

Ni que a nivel europeo los que NO entregaban NUNCA a tiempo los justificantes del gasto eran siempre los mismos : Italia, Espanya y Grecia ;) por ahi se perdia un dineral , para la corrupcion autoctona ( la que se vota en las urnas en cada pais). Cada anyo lo mismo.
 
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