ESCANDALO EN MONACO

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En los titulares de "Paris Match", las tensiones en el Principado de Mónaco a raíz de una denuncia presentada en 2015 por el oligarca ruso Dmitri Rybolovlev contra el empresario suizo Yves Bouvier que constituyó una colección de obras de " el arte. El multimillonario ruso le acusa de haberlo engañado. El caso ha llegado a tal punto que el Director de Servicios Judiciales del Principado ha dimitido
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Actualizando un poco la noticia que rollo con todo esto,
Y aquí llegamos a Mónaco. Rybolovlev consideró que en Suiza ya no estaba seguro. La compra del AS Monaco, el club del príncipe Alberto, le abrió las puertas del palacio y la esperanza de obtener una de las ciudadanías más cotizadas del planeta. El magnate desembarcó en el peñón junto a su abogada, Tetiana Bersheda, una mujer tan fascinante como peligrosa, y compró, por supuesto, la vivienda más cara del principado: un dúplex de 1.600 metros, junto al palacio de los Grimaldi, por el que pagó 280 millones de euros.

Una trampa
Después de que el Mónaco ganara la liga francesa, el príncipe Alberto creyó haber encontrado en el magnate ruso un gran amigo y un gran socio. Lo que no sabía Alberto era que Rybolovlev preparaba otro de sus golpes. Atrajo al marchante Bouvier a Montecarlo, al que aún debía al menos 60 millones de euros, y le preparó una trampa similar a la que intentó con su mujer. Esta vez tuvo éxito. Bouvier fue encarcelado. El
magnate no contaba, sin embargo, con que acababa de llegar un nuevo juez a Mónaco. Una investigación sobre las comunicaciones telefónicas de la abogada Bersheda reveló que ésta se había asociado con el banco HSBC y con el propio ministro de Justicia y mano derecha del príncipe, Philippe Narmino, para hundir al marchante Bouvier (y obligarle a firmar todo tipo de renuncias). La trama incluía al menos a un juez y a tres policías monegascos, entre ellos un comandante.

Para entonces se sabía ya que Rybolovlev había cometido todo tipo de fraudes en la gestión del AS Monaco y participaba en la compraventa encubierta de jugadores en asociación con el agente portugués Jorge Mendes (Football Leaks). Alberto le declaró persona non grata y presentó cargos contra él. Pero el magnate ruso ya se había marchado a Los Ángeles. La abogada Bersheda, a su vez, voló hacia Londres. Mientras el futuro del AS Monaco queda en el aire y Alberto intenta reparar los estragos de la conspiración, Rybolovlev y Bersheda deben estar ya tramando nuevos planes.


http://www.elmundo.es/loc/casa-real/2017/09/30/59ce687be2704e34748b45e8.html
 
Mucho cuidado en Mónaco, como se te ocurra denunciar a algún dirigente de ese país, tienes la cruz echa para siempre. No llegará la sangre al río, lo arreglarán con dinero y ya está.
 
Dmitri Rybolovlev: el amigo ruso estafador de Alberto de Mónaco
    • ENRIC GONZÁLEZ
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  • 30 SEP. 2017 06:01
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Dmitri Rybolovlev y Alberto de Mónaco en el palco durante un partido del AS Monaco, en el año 2015 CORDON PRESS
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Rybolovlev salvó al As Mónaco del descenso, convirtiéndose en amigo y socio del soberano. Ha cometido todo tipo de fraudes



Los Grimaldi tienden a frecuentar malas compañías. El peñón de Mónaco, repleto de dinero opaco, atrae a un tipo de gente muy peculiar. Pero el hombre que llegó en 2013 era realmente de lo peor: Dmitri Rybolovlev (50), el más desalmado de los magnates rusos, alguien a quien incluso Vladimir Putin, generalmente comprensivo con los tipos malvados, considera "una persona despreciable".

Rybolovlev compró el AS Monaco, el club de fútbol local, lo salvó del descenso y, con una inversión de 300 millones de euros, lo hizo campeón de Liga. Alberto de Mónaco se entregó a su amigo ruso. Ahora debe lamentarlo: en menos de cuatro años, Rybolovlev organizó una trama corrupta que incluía bancos, policías, jueces y al propio ministro de Justicia monegasco. Tras el estallido del asunto, el amigo ruso se ha fugado a Los Ángeles. Y Alberto de Mónaco (59) intenta ahora recomponer su gobierno y averiguar hasta dónde llega realmente la conspiración.

Hay que repasar la biografía de Dmitri Rybolovlev para apreciar el calado del personaje y su forma de hacer eso que él llama "negocios". Nació en 1966 en Perm (Rusia), estudió medicina y después pasó una temporada en Moscú para introducirse en medios financieros. A los 28 años ya era el cacique de su región y el propietario de Uralkali, una de las mayores empresas mundiales de fertilizantes. Sus contactos con la mafia no eran ningún secreto. A los 30 años fue detenido y juzgado por el asesinato de uno de sus ejecutivos. Un tribunal le absolvió. A los 40 años, una de sus minas de potasa se hundió y causó el mayor desastre ecológico de la historia rusa (al margen del desastre nuclear de Chernobyl, en la actual Ucrania). Gracias a un informe redactado por otra de sus empresas, se le exoneró de culpa pese a que había incumplido todas las normas de seguridad. Putin intervino y le exigió que pagara la factura de los desperfectos. Rybolovlev se negó. Como el Kremlin no tolera negativas, el magnate se vio obligado a vender Uralkali a otro magnate del círculo de Putin.

Con esa venta, una anterior salida a Bolsa y unas cuantas operaciones especulativas, Rybolovlev ya se había convertido en uno de los 200 hombres más ricos del mundo. Compró un banco en Chipre y gracias a ello obtuvo un pasaporte chipriota, con lo que se convirtió en ciudadano comunitario. Chipre, sin embargo, tiene convenio de extradición con Rusia. El magnate saltó a Suiza.

Cuando su mujer le pidió el divorcio, le tendió una trampa, finalmente fallida, para que fuera a prisión. "Habría pasado una temporada entre rejas, luego la habría sacado y ella habría firmado cualquier papel que le pusiera delante", explicó más tarde Rybolovlev, con un cinismo deslumbrante. El juez encargado del divorcio no apreció la maniobra: le condenó a pagar a su ex esposa, Elena, 3.295 millones de euros. No se sabe cómo, Rybolovlev logró convencer luego a Elena de que se conformara con sólo 564 millones.

Aristoteles Onassis. Compró por 88 millones de dólares, con su hija Ekaterina como testaferro, el apartamento más caro de Nueva York. Compró dos aviones transoceánicos. Compró un yate gigantesco. Compró una mansión de Donald Trump en Florida. Lo que le preocupaba era poner su patrimonio lejos del alcance de la justicia, en especial la estadounidense, y para ello organizó una complicada red de sociedades en paraísos fiscales. ¿En qué podía invertir que fuera fácilmente transportable y pudiera ocultarse en el almacén de una zona franca asiática? Eligió el arte. Se asoció con el marchante suizo Yves Bouvier y empezó a comprar obras de Picasso, Monet, Modigliani, Rothko y otros. En total, 37 cuadros por un precio global superior a los 2.000 millones de euros.

Y aquí llegamos a Mónaco. Rybolovlev consideró que en Suiza ya no estaba seguro. La compra del AS Monaco, el club del príncipe Alberto, le abrió las puertas del palacio y la esperanza de obtener una de las ciudadanías más cotizadas del planeta. El magnate desembarcó en el peñón junto a su abogada, Tetiana Bersheda, una mujer tan fascinante como peligrosa, y compró, por supuesto, la vivienda más cara del principado: un dúplex de 1.600 metros, junto al palacio de los Grimaldi, por el que pagó 280 millones de euros.

Una trampa
Después de que el Mónaco ganara la liga francesa, el príncipe Alberto creyó haber encontrado en el magnate ruso un gran amigo y un gran socio. Lo que no sabía Alberto era que Rybolovlev preparaba otro de sus golpes. Atrajo al marchante Bouvier a Montecarlo, al que aún debía al menos 60 millones de euros, y le preparó una trampa similar a la que intentó con su mujer. Esta vez tuvo éxito. Bouvier fue encarcelado. El magnate no contaba, sin embargo, con que acababa de llegar un nuevo juez a Mónaco. Una investigación sobre las comunicaciones telefónicas de la abogada Bersheda reveló que ésta se había asociado con el banco HSBC y con el propio ministro de Justicia y mano derecha del príncipe, Philippe Narmino, para hundir al marchante Bouvier (y obligarle a firmar todo tipo de renuncias). La trama incluía al menos a un juez y a tres policías monegascos, entre ellos un comandante.

Para entonces se sabía ya que Rybolovlev había cometido todo tipo de fraudes en la gestión del AS Monaco y participaba en la compraventa encubierta de jugadores en asociación con el agente portugués Jorge Mendes(Football Leaks). Alberto le declaró persona non grata y presentó cargos contra él. Pero el magnate ruso ya se había marchado a Los Ángeles. La abogada Bersheda, a su vez, voló hacia Londres. Mientras el futuro del AS Monaco queda en el aire y Alberto intenta reparar los estragos de la conspiración, Rybolovlev y Bersheda deben estar ya tramando nuevos planes.
 
Actualizando un poco la noticia que rollo con todo esto,
Y aquí llegamos a Mónaco. Rybolovlev consideró que en Suiza ya no estaba seguro. La compra del AS Monaco, el club del príncipe Alberto, le abrió las puertas del palacio y la esperanza de obtener una de las ciudadanías más cotizadas del planeta. El magnate desembarcó en el peñón junto a su abogada, Tetiana Bersheda, una mujer tan fascinante como peligrosa, y compró, por supuesto, la vivienda más cara del principado: un dúplex de 1.600 metros, junto al palacio de los Grimaldi, por el que pagó 280 millones de euros.

Una trampa
Después de que el Mónaco ganara la liga francesa, el príncipe Alberto creyó haber encontrado en el magnate ruso un gran amigo y un gran socio. Lo que no sabía Alberto era que Rybolovlev preparaba otro de sus golpes. Atrajo al marchante Bouvier a Montecarlo, al que aún debía al menos 60 millones de euros, y le preparó una trampa similar a la que intentó con su mujer. Esta vez tuvo éxito. Bouvier fue encarcelado. El
magnate no contaba, sin embargo, con que acababa de llegar un nuevo juez a Mónaco. Una investigación sobre las comunicaciones telefónicas de la abogada Bersheda reveló que ésta se había asociado con el banco HSBC y con el propio ministro de Justicia y mano derecha del príncipe, Philippe Narmino, para hundir al marchante Bouvier (y obligarle a firmar todo tipo de renuncias). La trama incluía al menos a un juez y a tres policías monegascos, entre ellos un comandante.

Para entonces se sabía ya que Rybolovlev había cometido todo tipo de fraudes en la gestión del AS Monaco y participaba en la compraventa encubierta de jugadores en asociación con el agente portugués Jorge Mendes (Football Leaks). Alberto le declaró persona non grata y presentó cargos contra él. Pero el magnate ruso ya se había marchado a Los Ángeles. La abogada Bersheda, a su vez, voló hacia Londres. Mientras el futuro del AS Monaco queda en el aire y Alberto intenta reparar los estragos de la conspiración, Rybolovlev y Bersheda deben estar ya tramando nuevos planes.


http://www.elmundo.es/loc/casa-real/2017/09/30/59ce687be2704e34748b45e8.html

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Me leí la entrada de este señor en la Wiki y por donde pasa hay escándalos y actos turbios, incluso el asesinato de un socio.

Yo creo que a Albert le gusta jugar con fuego, porque Mónaco se ha llenado de rusos con parecida reputación. Y eso que él dijo que quería limpiar la reputación de un principado conocido como "un lugar soleado para gente sospechosa"
 
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