ENTREVISTA A MICHEL HAZANAVICIUS Godard, en mayo del 68: un 'mal genio' que quería destrozarlo todo

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Después de llevarse cinco oscars con 'The Artist' y tras una incursión más bien discreta en el cine bélico, el director vuelve al cine sobre el cine desmontando el mito de Godard
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Louis Garrel es Godard en 'Mal Genio'. (Vértigo films)
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MARTA MEDINA
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04.10.2017 – 05:00 H. - ACTUALIZADO: 3 H.
Una de las primeras veces en las que se cruzaron, ella se tropezó con él en la escalera del edificio y le gritó "¡Cretino! ¡Imbécil! ¡Estúpido!". Ella tenía 19 años y estaba en el último curso de Bachillerato. Suspendió Filosofía. Él era 17 años mayor y uno de los directores más importantes del mundo. Ella era Anne Wiazemsky y comenzaba a labrarse una carrera como actriz. Él era Jean-Luc Godard, padre de la Nouvelle Vague, cineasta de profesión y revolucionario de vocación. Y entre medias, los primeros compases transformadores de lo que unos meses después se convertiría en una catarsis mundial: las protestas de mayo del 68. " Jean-Luc aprovechó para explicarme en términos muy claros, con un mínimo de palabras, que había amado apasionadamente a Anna Karina, que había sufrido muchísimo cuando ella lo abandonó pero que su relación había terminado hacía tiempo. Agregó que había estado enamorado de Marina Vlady hasta el día en que fue a verme a Montfrin. Y al prendarse de mí dejó de amarla", cuenta la propia Wiazemsky en 'Un año ajetreado', la primera de una serie de novelas que han servido como germen de 'Mal genio', la última película del oscarizado Michel Hazanavicius, que se estrena el próximo 12 de octubre, tras su paso por los festivales de Cannes y San Sebastián.



En 2011, Hazanavicius se dio a conocer fuera de las fronteras del cine francés con su risueña 'The Artist', una oda muda y en blanco y negro a la nostalgia del cine primigenio que le valió cinco premios Oscar, la ubicuidad de su nombre y la garantía de una continuidad en el difícil oficio de la dirección, que no es moco de pavo. Tras una menos afortunada incursión en el cine bélico con 'The Search' —que ni siquiera llegó a estrenarse en España—, el director francés vuelve al género del cine sobre el cine, el que más alegrías le ha dado, aunque él intente restarle importancia e intención. Porque en 'Mal genio' se desmonta el tótem de Godard (interpretado por Louis Garrell) a través de los ojos de Wiazemsky (Stacy Martin), sí, pero también a través de la mirada cáustica del propio Hazanavicius. Godard ya no es el genio intocable; es el hombre contradictorio y en crisis, en una suerte de mímesis empática con una Francia en plena efervescencia revolucionaria.



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Garrel y Stacy Martin en el papel de Anne Wiazemsky. (Vértigo Films)


"La manifestación de los estudiantes continuaba por el boulevard Saint-Germain y la calle Saint-Jacques. Los grupos de jóvenes, chicos y chicas mezclados, luchaban con sus manos desnudas contra las porras de la policíamientras otros lanzaban objetos recogidos de las aceras. A veces, el humo no nos dejaba distinguir quién atacaba a quién. Más tarde supimos que aquel humo era gas lacrimógeno. El teléfono sonó. Era Jean-Luc, muy preocupado porque temía no poder volver a nuestro apartamento. [...] Era el 3 de mayo de 1968", escribe Wiazemsky en 'Un an après', el libro sobre el que realmente se centra 'Mal genio'.

En mayo del 68 Godard tenía autoridad intelectual y la gente le escuchaba"La aureola que rodeaba a Godard en mayo del 68 era más grande que el público de sus películas", analiza Hazanavicius. "No tiene nada que ver con lo de ahora. Entonces Godard tenía una autoridad intelectual y la gente le escuchaba. Y eso no se puede pasar por alto. Él hizo su revolución comenzando por sí mismo, con la idean de comenzar una revolución social". Fue por eso que el director de 'Al final de la escapada' (1960), 'Banda aparte' (1964) y 'Pierrot, el loco' (1965), se empeñó en renegar de su obra "aburguesada" previa a 'La chinoise' (1967) —estudiantes maoístas franceses y complots para asesinar al embajador soviético—, por falta de compromiso político y social. "Mi lucha personal es una lucha contra el cine americano, contra el imperialismo económico y estético del cine americano", llegaría a decir. Por algo acuñó aquello de que "el travelling es una cuestión moral".



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Michel Hazanavicius en la presentación de 'Mal genio' en Madrid. (Efe)


"Lo que más me interesaba del retrato de Godard era sobretodo su paradoja, su espíritu de contradicción y de oposición", apunta Hazanavicius, que todavía no ha recibido el veredicto de Godard sobre la película. "Tenemos un personaje que a la vez no es muy simpático, porque es violento [por eso lo de 'Mal genio'] pero que a la vez tiene un halo de grandeza por su visión artística y su estatus de mito. Una imagen que he intentado tratar a través de la comedia y de la provocación. Un intento de desacralización". Un equilibro difícil cuando el cinesta franco-suizo "es un personaje que ya es de por sí a veces una caricatura de sí mismo. Pero yo no he querido juzgarle. Me pareció interesante la sola evocación del personaje, aunque después no tuve problemas en colocarle en situaciones difíciles, novelescas, grotescas. Y aunque la película rinde también un homenaje al cine de Godard, me apetecía ser un poco más cáustico".

Godard es un personaje que ya es de por sí a veces una caricatura de sí mismo. Pero yo no he querido juzgarlePara Hazanavicius, Godard, más que un provocador, es un masoquista que se coloca a sí mismo en situaciones dolorosas, carne de tragicomedia. "Sí es cierto que hay gente que se ve condenada a traspasar líneas rojas continuamente, pero yo no creo que él sea tanto un provocador como un revolucionario constante, en la búsqueda del destrozarlo todo para reinventarlo todo. Y cuando alguien se pasa la vida intentando destrozarlo todo, ésta se complicada", defiende el director. Sin embargo, en un momento de 'Mal genio', Hazanavicius muestra el lado menos benigno y más narcisista de un Godard que, en un intento de catalizar la radicalidad de los asistentes a una reunión estudiantil, plantea la cuestión de Palestina al grito de "los judíos son los nuevos nazis", ante el pasmo de los oyentes.


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Otro fotograma de 'Mal genio'. (Vértigo Films)


Pero Hazanavicius también aprovecha la historia de amor entre el director y Wiazemsky no sólo para desentrañar el lado más personal del cineasta, sino también para volver a un momento en el que la izquierda tomó las riendas del cambio en una Europa en la que hoy parece estar relegada a un papel testimonial. "En la revolución de mayo del 68 participó la izquierda burguesa, pero sobre todo fueron los estudiantes. La participación de la izquierda fue forzosa porque Francia había sido de derechas durante décadas y en la oposición sólo podía estar a la izquierda. Después los obreros se unieron a la lucha, hubo huelgas generales y la fuerza del 68 fue resultado de la solidaridad entre obreros y estudiantes. Eran gente comprometida. Y también eran sexies. En la Francia de De Gaulle, el mayo del 68 llegó como un balón de oxígeno".

Hoy en día Estados Unidos y Rusia no representan el enfrentamiento entre capitalismo y comunismo; ahora todo es mucho más caótico"Hoy también hay muchos estudiantes, muchos burgueses, pero la revolución es complicada. Hoy en día Estados Unidos y Rusia no representan el enfrentamiento entre capitalismo y comunismo; ahora todo es mucho más caótico e incluso la alternancia en el Gobierno entre la izquierda y la derecha ha hecho que se diluya la fuerza de la oposición, que ahora recae en las formaciones antisistema. Hoy estamos contra todo. Cuando estábamos contra DeGaulle, nosotros sabíamos que estábamos contra la derecha y la izquierda sabía que dentro de las leyes de la República tenían que hacerlo mejor. Hoy estamos contra la derecha, pero también contra la izquierda. Y este tipo de partidos antisistema no me hacen ninguna gracia".

https://www.elconfidencial.com/cultura/2017-10-04/mal-genio-michel-hazanavicius-godard_1453545/
 
CINE
Godard y las mujeres: dos o tres cosas que sé de ellas

ISMAEL MARINERO
  • 8 OCT. 2017 20:37
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En los buenos tiempos, Godard sólo necesitaba una pistola y una mujer para hacer una película y puede que la pistola sobrara. Mal genio, la película que aborda la obsesión erotómana del suizo, no está a la altura de su leyenda,pero hay dónde leer.




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Godard y AnJean-Luc na Karina, el día de su boda, en Suiza. JEAN-CLAUDE SAUER


«Es una verdad universalmente aceptada que la Historia del Cine es una conjura de hombres tímidos, poco atractivos y obsesos sexuales para rodearse de mujeres arrebatadoras», escribe Colin MacCabe en Godard: retrato de un artista a los 70 (Seix Barral). De carrerilla podríamos hablar de Woody Allen, Roman Polanski, Roger Vadim, François Truffaut y, por supuesto, el propio Jean-Luc Godard. Pero ninguno de ellos tuvo alianzas creativas tan duraderas y prolíficas con sus amantes como el cineasta que comenzó su carrera hace seis décadas y a día de hoy sigue en activo, recluido en su casa a orillas del lago Lemán junto a la mujer de su vida, Anne-Marie Miéville.

En sus inicios, todo lo que necesitaba Godard para hacer una película era una mujer y una pistola. A veces incluso le sobraba la pistola. Cuando vio por primera vez a Anna Karina en un anuncio de jabón, no tuvo ninguna duda: el cine había sido creado para captar su rostro, su espalda, su voz, sus lágrimas, sus bailes. Ella rechazó el primer ofrecimiento de aquel extraño tipo de gafas oscuras 10 años mayor que ella, que quería que apareciera desnuda en Al final de la escapada. Al segundo intento dijo que sí.

Tras el pudoroso acercamiento y tímido acoso de la cámara de Godard al rostro y el cuerpo de la actriz en El soldadito, su primera película juntos (aunque se estrenara tres años más tarde), Una mujer es una mujer supuso una absoluta declaración amorosa en la que el cine y la vida, cómplices de una misma causa, se unieron para enriquecerse mutuamente. Una cita de Godard siempre es un buen asidero al que agarrarse: «el cine no es un arte que filma la vida, el cine está entre el arte y la vida».

Las siete películas que hicieron juntos fueron, en palabras de Raoul Coutard, fiel director de fotografía del cineasta suizo, «la postal más cara que un hombre haya enviado nunca a su mujer». Sus rupturas y reconciliaciones, intentos de su***dio y cartas de amor, discusiones alimentaron las imágenes y sonidos de Vivir su vida, Banda aparte, Lemmy contra Alphaville, Pierrot el loco y Made in USA. Incluso cuando la desquiciada inestabilidad de su relación lo hizo imposible, como en El desprecio, Godard utilizó a Brigitte Bardot para emular a Karina y al actor Michel Piccoli como su propio sosias.

Durante el verano de 1966, Godard rodaba por la mañana Made in USA y por la tarde Dos o tres cosas que sé de ella. Si la primera fue la despedida definitiva de Karina, la segunda supuso el encuentro con Marina Vlady, con quien vivió un romance destinado a fracasar. Él quería que Vlady, una intérprete ya consagrada, olvidara todo lo que sabía y se mostrara ante la cámara vulnerable, natural, sin máscaras. Aquello no funcionó. Cuando Godard le pidió matrimonio y fue rechazado, el despecho le llevó a fijarse en una chica de 18 años que había descubierto a través de una foto. La instantánea, tomada durante el rodaje de Al azar, Baltasar, de Robert Bresson, era la de una muchacha pelirroja de mirada transparente y labios entreabiertos: Anne Wiazemsky, la que sería su segunda esposa y musa de su etapa política.

Por aquel entonces, un año antes de mayo del 68, Godard era lo más parecido a una estrella del rock. El futuro le pertenecía. Junto a sus compañeros de generación, había reinventado el cine varias veces pero todavía tenía pendiente su revolución interior. Maoísta, para más señas. Ella, nieta de François Mauriac, Nobel de Literatura que ejerció de gran apoyo en las páginas de Le Figaro a la presidencia conservadora de De Gaulle, lo vivía todo con la intensidad y la ingenuidad propias de la juventud. Entre algaradas estudiantiles, veladas con intelectuales, tardes en el cine y noches en vela, juntos rodaron La chinoise. Y ya nada volvió a ser igual.

Mal genio, la película de Michel Hazanavicius que se estrena el jueves 12 y que ha coincidido con la muerte de Wiazemsky víctima de un cáncer, es una adaptación muy libre de Un año ajetreado (Anagrama) y Un an aprés (inédito en nuestro país), dos libros autobiográficos escritos por la actriz en los que ambos viven sus primeros encuentros y desencuentros. El filme se apropia de recursos y citas de Godard y lo retrata en clave de comedia, cuando no parodia, como un tipo celoso, torpe, neurótico y de discurso plúmbeo. Pese a los encomiables esfuerzos de Louis Garrel por habitar al personaje, Mal genio sólo puede entenderse como una broma, bordeando el mal gusto, sobre la vanidad machista de un cretino sin remedio.

Tras los turbulentos años del Grupo Dziga Vertov, con Godard a la deriva en su cruzada ideológica, Anne-Marie Miéville aparecería en el horizonte como la única tabla de salvación posible. Ella fue primero su guionista, luego su montadora y co-directora, para acabar construyendo su propia carrera como brillante cineasta, un foco de luz frente a la alargada sombra que proyectaba Godard. Pareja sentimental y creativa desde 1973 -salvo algún paréntesis como el del rodaje de Yo te saludo, María, en el que el cineasta se desvivió por la actriz Myriem Roussel- juntos han compartido lo más importante de sus vidas: un amor incondicional por el cine. Y lo que el cine ha unido, que no lo separe el hombre.

http://www.elmundo.es/cultura/cine/2017/10/08/59da3960ca4741536b8b469a.html
 
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