Entrevista a Alfonso Diez.

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El Mundo Orbyt.

23/09/2017

ALFONSO DIEZ: “ME OFRECEN DINERALES POR HACER PUBLICIDAD”

El duque viudo de Alba habla por primera vez tras la muerte de Cayetana hace tres años. Lo hace en un momento crucial de su vida, apenado por la muerte de dos de sus hermanos este verano y meses después de haberse mudado a un nuevo domicilio.

POR MARÍA EUGENIA YAGÜE

HA VUELTO A SER EL ALFONSO DIEZ DE siempre, pero no olvida que estuvo casado con Cayetana. Cuando se cumplen casi tres años del fallecimiento de la aristócrata, su viudo habla por primera vez de su discreta vida actual y, entre otras muchas cosas, de su nuevo piso, mayor que el anterior, en el que los invitados a su cumpleaños o a cenar cualquier fin de semana ya pueden sentarse a la mesa en lugar de coger la comida de un bufé.

Alfonso continúa con su afición a viajar, su pasión por el cine y los libros, que comparte con amigos de su misma situación. “No me aburro lo más mínimo; me falta tiempo”, cuenta el funcionario ahora jubilado que cumple 67 años el próximo mes de noviembre, sentado en el elegante salón de un hotel cercano del barrio de Chamberí, donde ha pasado la mayor parte de su vida.

Diez es un hombre tranquilo, educado y cercano. Aparenta menos años de los que va a cumplir, habla bajito y tiene buen humor. Su aspecto y su forma de vestir son muy británicos, algo que seguramente le gustaba a la duquesa, pariente de Winston Churchill y descendiente de la rama bastarda de los Estuardo.

Cuenta la leyenda rosa que se reencontraron a la salida de un cine en Madrid, “pero nos habíamos escrito muchas cartas antes de ese encuentro, nos conocíamos y yo tenía mucha admiración por ella”, recuerda.

Una relación de años. El segundo marido de la duquesa, Jesús Aguirre, era muy amigo de Pedro Diez, uno de los hermanos de Alfonso, dedicado a las antigüedades en Madrid. Pedro tenía también un puesto en El Rastrillo, del que Cayetana fue fundadora y con el que siempre colaboró estrechamente. Después de saludarse a la salida de un cine de Madrid, cuando la duquesa ya estaba muy sola después de enviudar por segunda vez, Cayetana y Alfonso se dieron un largo abrazo y prometieron volver a verse. Fue la aristócrata la primera que organizó la siguiente cita: un almuerzo en Liria. Alfonso se fue antes de lo que hubiera querido porque tenía que fichar en el Ministerio donde ejercía como funcionario, pero empezaron a hablarse cada noche y se hicieron inseparables.

“Desde luego que Cayetana era de armas tomar”, añade al hablar del carisma y la personalidad de la aristócrata. “Entre sus amistades había gitanos o artistas, pero nadie como ella consiguió ese difícil equilibrio entre estar en su sitio, ser popular, ser la duquesa de Alba y mantener siempre la compostura”.

Cuando empezó la relación entre el funcionario y la mujer con más títulos de la nobleza española, todo fueron comentarios sobre aquel señor soltero, bien relacionado en Madrid, pero prácticamente desconocido, del que se sabía que era de buena familia de Palencia y poco más. Comentarios destructores que sospechaban de un hombre interesado en la fortuna y el estatus de una mujer excepcional en todos los sentidos. Y 30 años mayor que él. Recelos que iban desde los propios hijos de Cayetana al mundo de la prensa. Alfonso Diez consiguió estar siempre en un segundo plano, huyó de su propio personaje y las pasó moradas tragándose todos los sapos con que se despertaba muchas mañanas. “Me destrozaron pero ahora he conseguido que me respeten y me persiguen menos. ‘Yo ya no intereso, déjenme tranquilo’, les dije un día”.

Cuando falleció la duquesa el 20 de noviembre de 2014, Alfonso dejó el palacio de Las Dueñas y sólo regresa al de Liria para almorzar de vez en cuando con Carlos, el actual duque de Alba, con el que tiene una relación más que correcta. Podía haberse quedado más tiempo disfrutando de desayunar frente a la Cayetana de Goya, pero no lo hizo y volvió a su piso de Chamberí, que nunca había dejado. Un apartamento de soltero que con el tiempo se le quedó pequeño, tanto que recientemente ha adquirido un inmueble de dimensiones mayores (unos 200 metros cuadrados) en el mismo barrio.

También podía haberse construido una imagen de duque viudo inconsolable, pero prefirió volver a ser el hombre discreto anterior a su boda. “Dinerales me han ofrecido y me ofrecen por hablar y hasta por hacer publicidad, pero esas cosas no entran en mi cabeza. Yo no estuve casado con Paquita Rico, que en paz descanse. Estuve casado con Cayetana y lo tendré siempre en cuenta”.

UN VERANO MUY DURO

Si echa de menos a su mujer y lo que ha sentido por ella, no lo dirá. “Todo lo de ella me lo quedo para mí”, comenta a pesar de que Cayetana aparece continuamente en su conversación. Como cuando recuerda las películas que veían cada día cuando ella ya no podía salir al cine y Alfonso le preparaba las que le gustaban, películas de suspense “pero sin violencia, las de los años 50 y 60. Y en color”. Este verano, vivido entre Palencia y Sanlúcar de Barrameda, “ha sido raro”, confiesa. Entre mayo y junio fallecieron dos de sus hermanos: Daniel, de 72 años, después de luchar dos años y medio contra un cáncer, y Jorge, de neumonía.

De los 12 hermanos que formaban la familia Diez Carabantes, sólo quedan seis. Sus padres vieron morir a cuatro de ellos cuando eran muy pequeños, de meningitis, sarampión y aquellas enfermedades que se llevaron por delante a tantos niños de la España profunda y atrasada. Por los dos últimos fallecidos se celebraron funerales en Madrid y Palencia, donde reposan en el panteón familiar, pero Alfonso solicitó que no se publicara la noticia hasta más adelante, para no hacer de esas muertes una cita de cámaras y prensa donde él sería más protagonista que su familia. Una de sus obsesiones es pasar desapercibido y volver al anonimato. Cuenta que de la muerte de sus hermanos, sólo se enteraron los amigos más íntimos: Carlos, duque de Alba; Eugenia Martínez de Irujo, Isabel Preysler, Nuria González y los amigos de Porcelanosa.

También disfrutó de unos días en su casa de Sanlúcar, la que Cayetana quiso regalarle porque a él le gustaba esa bellísima localidad gaditana. “No fue cara, pero se tiró entera y las obras y la decoración las financié yo con mis ahorros y una indemnización de prensa que tuvieron que pagarme”.

Enseña las fotos de una casa muy bonita y sencilla, puesta con enorme buen gusto. Hay que recordar que en la familia de Alfonso hay decoradores y anticuarios. “La voy a vender, pero todavía no ha salido al mercado. No quiero llamar la atención a costa de la venta. Que no se enteren que ya no es mía hasta que vean salir de allí a otra persona. La gente de Sanlúcar es encantadora y a ella le gustaba que la disfrutara, pero es complicado”. Cuando visita Sevilla se queda en un hotel con encanto propiedad del duque de Segorbe, nunca en el palacio de las Dueñas, donde falleció la duquesa y que ahora está abierto a visitas al público.

SU REENCUENTRO

Sin embargo, el próximo 20 de noviembre, Alfonso volverá a reunirse con algunos de los hijos de Cayetana en la iglesia del Cristo de los Gitanos, cuya reconstrucción financió la duquesa de Alba con 100 millones de pesetas, para inaugurar la escultura de José Antonio Arteaga que acompañará a la lápida donde reposan las cenizas de la aristócrata. Una iniciativa de Cayetano Martínez de Irujo junto a la Hermandad de los Gitanos, que será sufragada por suscripción popular.

La relación de Alfonso Diez con casi todos los hijos de su esposa es cordial. “Hay un cariño con ellos”, nos cuenta, “aunque al principio todo apuntaba a que iba a ir mal. Pero cuando nos casamos, yo ya no tenía que demostrar nada. Mi buena intención era evidente, me comportaba como siempre, era yo mismo”. Una vez al mes, Alfonso almuerza con Cayetano, el hijo que más se oponía a la relación de su madre con el funcionario y que con el tiempo ha pasado a ser su amigo y gran admirador.

Esta misma semana, Cayetano aseguraba en ¡Hola! que el marido de su madre, “la hizo feliz mientras estuvo con ella, fue su compañero y después no ha podido ser más discreto. Es muy buena persona, muy inteligente… de mucha talla”. Otros hijos consideran que trajo paz y unión a la familia. Porque cuando la duquesa repartió en vida sus bienes para demostrar a sus herederos que su futuro marido no les quitaría nada de lo que les correspondía, algunos de ellos como Alfonso, el que fuera duque de Aliaga y Jacobo, conde de Siruela, estaban tan descontentos con el reparto, que Jacobo no asistió a la boda de la duquesa con el palentino en octubre de 2011.

Y fue Alfonso Diez quien le llamó para animarle a retomar la relación con su madre, consiguió la reconciliación y llegó a un acuerdo generoso por su parte con los hijos, sobre el legado que le correspondía como viudo. “He recibido menos de lo que Cayetana quería para mí”, asegura. “Soy un privilegiado por lo que he vivido. He sido feliz, estoy más que agradecido y me lo he pasado pipa con ella”.

No quiere hablar de entrega abnegada ni victimismo, cuando al final de sus días, la duquesa era un ser tan frágil a punto de quebrarse de la que no se separaba. “Pero se fue con enorme dignidad. Me cogía la mano para que no me fuera de la habitación: quería morirse conmigo. Eso sí que es la pera. Por eso merece la pena todo”.

m
 
Última edición por un moderador:
Alfonso es un señor de los q ya no quedan!! Nos tapo la boca a todos !!!

Completamente de acuerdo, yo me lo imaginaba como un Belén Esteban/Alba Carrillo de la vida y nada que ver, así le hayan pagado mucho los Alba (que lo dudo, le habrán dado lo mínimo posible), la tentación de los platós sería grande y le ofrecerían prácticamente un cheque en blanco pero ha preferido mantener su silencio.
 
Completamente de acuerdo, yo me lo imaginaba como un Belén Esteban/Alba Carrillo de la vida y nada que ver, así le hayan pagado mucho los Alba (que lo dudo, le habrán dado lo mínimo posible), la tentación de los platós sería grande y le ofrecerían prácticamente un cheque en blanco pero ha preferido mantener su silencio.
Yo no, lo imaginaba tal cual es. No es persona de hablar a la prensa, pero ademas tiene que estar callado mientras el Duque de Alba le siga pagando la " pensión de viudo " , tal como dejo estipulado la difunta.
 
En esta foto un poco de cera si parece,areglillo habemus?.Me gustaba mucho más tal cual.
Estiloso...tuvo que tener unos cuarenta estupendos.El que tuvo y retuvo guardó para ...
 
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