Fragmentos tomados de: https://okdiario.com/look/actualidad/cristina-elena-fin-semana-hermanas-portugal-1551251
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Según ha podido saber Look en exclusiva, las infantas Elena y Cristina viajaron el viernes a Portugal, concretamente a la zona de Alentejo, a la ciudad de Álcacer do Sal. La duquesa de Lugo y la ex duquesa de Palma de Mallorca viajaron al país vecino por motivo de la boda de la hija de unos amigos de la infancia. Carla Velge Urquijo, aristócrata belga-española, se casó el pasado sábado en tierras lusas con António Velho Palma en la Iglesia de Santiago de la mencionada localidad. Una boda, a la que han acudido otros miembros de la aristocracia portuguesa y española. La conexión de la familia real con la joven aristócrata viene de lejos. Carla es biznieta de Luís Cayetano de Urquijo y Ussía, marques de Amurrio, y Mayordomo de Semana de S.M El Rey Alfonso XIII. Una relación de proximidad tal que, además de la presencia, doña Elena ejerció como testigo en la boda.
Las dos Infantas, quienes llegaron a Portugal el pasado viernes, se alojaron en la casa de campo de unos amigos en Comporta, el lugar vacacional de moda entre la jet set europea. Precisamente allí es donde la familia Velge Urquijo tiene una fabulosa propriedad, lugar en el que se celebró el banquete nupcial y donde se pudo ver a las hermanas reales más distendidas y relajadas.
Testigos presenciales afirman a Look que las hermanas de Felipe VI pasaron completamente desapercibidas en el convite, estando perfectamente integradas y arropadas por Carla y toda su familia. Doña Elena y doña Cristina se sentaron en la mesa junto a Carmen Fernández Araoz de Marañon, abuela de la novia, a la que les une una gran amistad. Piru, como así se le llama cariñosamente en familia y como es conocida en los círculos de sociedad de Madrid, es además gran amiga de don Juan Carlos y una habitual del Rastrillo Nuevo Futuro. Un fin de semana de asueto para las infantas que han podido saborear un poco de “normalidad” y anonimato que le es muy difícil disfrutar en España.

Cristina y Elena, fin de semana de hermanas en Portugal
Las hijas de don Juan Carlos, las infantas Cristina y Elena, acudieron a una boda en la localidad Alentejana de Álcacer do Sal .

Según ha podido saber Look en exclusiva, las infantas Elena y Cristina viajaron el viernes a Portugal, concretamente a la zona de Alentejo, a la ciudad de Álcacer do Sal. La duquesa de Lugo y la ex duquesa de Palma de Mallorca viajaron al país vecino por motivo de la boda de la hija de unos amigos de la infancia. Carla Velge Urquijo, aristócrata belga-española, se casó el pasado sábado en tierras lusas con António Velho Palma en la Iglesia de Santiago de la mencionada localidad. Una boda, a la que han acudido otros miembros de la aristocracia portuguesa y española. La conexión de la familia real con la joven aristócrata viene de lejos. Carla es biznieta de Luís Cayetano de Urquijo y Ussía, marques de Amurrio, y Mayordomo de Semana de S.M El Rey Alfonso XIII. Una relación de proximidad tal que, además de la presencia, doña Elena ejerció como testigo en la boda.
Las dos Infantas, quienes llegaron a Portugal el pasado viernes, se alojaron en la casa de campo de unos amigos en Comporta, el lugar vacacional de moda entre la jet set europea. Precisamente allí es donde la familia Velge Urquijo tiene una fabulosa propriedad, lugar en el que se celebró el banquete nupcial y donde se pudo ver a las hermanas reales más distendidas y relajadas.
Testigos presenciales afirman a Look que las hermanas de Felipe VI pasaron completamente desapercibidas en el convite, estando perfectamente integradas y arropadas por Carla y toda su familia. Doña Elena y doña Cristina se sentaron en la mesa junto a Carmen Fernández Araoz de Marañon, abuela de la novia, a la que les une una gran amistad. Piru, como así se le llama cariñosamente en familia y como es conocida en los círculos de sociedad de Madrid, es además gran amiga de don Juan Carlos y una habitual del Rastrillo Nuevo Futuro. Un fin de semana de asueto para las infantas que han podido saborear un poco de “normalidad” y anonimato que le es muy difícil disfrutar en España.