Es de hace unos meses, pero creo que no lo habíamos puesto en el foro.
26 de septiembre de 2020·5 min de lectura
A sus 45 años, Elena Anaya puede jactarse de haber conseguido el sueño de muchos intérpretes tras labrarse una carrera variada y en diferentes rincones del mundo. Ha sido tanto chica Almodóvar como villana de Wonder Woman, y ha trabajado junto a Julianne Moore y Richard Gere como que ha cosechado un Goya en 2012 y otras nominaciones en premios internacionales como los BAFTA. Sin embargo, su amplia experiencia artística no la había preparado para el desafío de trabajar bajo las órdenes de uno de los directores más difíciles: Woody Allen.
Y decimos difíciles porque aquellos intérpretes que están acostumbrados a ensayar previamente antes de un rodaje o a lidiar con cineastas que preparan a sus actores ofreciéndoles libros, documentales, artículos e información de apoyo para crear a sus personajes, han confesado tenerlo muy difícil cuando se han puesto en manos del neoyorkino. No solo por la falta de guía previa, sino también por su falta de comunicación o vergüenza en el set. Y Elena no fue la excepción y así lo contó ella misma en entrevistas recientes compartiendo uno de los relatos más sinceros que hemos oído en boca de una estrella de cine.
La actriz nacida en Palencia es una de las protagonistas de Rifkin’s Festival, la nueva comedia de Woody Allen que hace unos días inauguró el Festival de San Sebastián que precisamente transcurre en Donostia cuando un matrimonio asiste al certamen de cine pero terminan enamorándose de otras personas. Mientras la esposa (Gina Gershon) comienza un romance con un director francés (Louis Garrel), el hombre (Wallace Shawn) se enamora de una doctora más joven española (Anaya). En resumen, se trata de otro de los enredos sentimentales de Woody Allen que juegan entre el humor y el drama existencial de la edad pero manteniendo su tono de comedia habitual.
Filmada en julio de 2019 en Donosti, Rifkin’s Festival se filmó en tan solo cinco semanas y según contó Elena Anaya, no fueron el sueño que esperaba porque Woody Allen era muy directo con sus críticas. Básicamente la llamaba mala actriz y en su cara. “A mí me hundió muchos días” relataba a Buenafuente en LateMotiv. “Le respeto, seguiría trabajando con él si me llamase, me parece un excelente director y un maestro. Un mito del cine. Un genio” comentaba la actriz para luego revelar que en el primer día de rodaje, tras las primeras tomas, le dijo “Es ‘awful’ (horrible). No me creo nada de lo que estás haciendo. Eres la peor actriz de la historia del cine”. Elena se queda petrificada contando el relato como transmitiendo al público el rostro que tuvo en aquel momento al vivir una crítica tan dura para cualquier actor, pero también para cualquier trabajador en general si tu jefe te viene con semejante calificativo.
Elena deja claro que no se trataba de una broma ni una provocación. No era una táctica del director para sacar lo mejor de ella. Era lo que pensaba, sin más, y se lo repitió varios días.
La actriz cuenta que la productora de Allen intentaba calmarla compartiendo con ella que el director le había hecho el mismo comentario a otras actrices de renombre que habían trabajado con él previamente, como Cate Blanchett o Kate Winslet (vía RTVE), pero no era suficiente. Igual llegaba a casa “desolada”.
Al final, con o sin presión, Woody Allen logró sacar la actuación que buscaba en ella. No solo dijo públicamente que “era una muy buena actriz” sino que ella misma reconoce que la dura crítica la hizo aplicarse más. “Quiero matizar una cosa” dice Elena. “Siempre tenía razón. Al final del rodaje empecé a reírme con sus comentarios con él, porque decía verdaderas barbaridades. Cosas como ‘si alguien tuviese que escribir un libro sobre la peor actuación del mundo, deberían de llamarte a ti’. Era una tras otra” comparte Elena con total naturalidad y sonriendo, confesando que se sumaba a los comentarios del director. “Pero es verdad que tenía razón. Eran secuencias muy largas y hay instantes en lo que pasas de puntillas y siempre me pillaba”.
“Pero es un excelente director” sentenciaba. “Al final fue muy cariñoso y me dijo que estaba contento”.
Elena Anaya confiesa lo mal que lo pasó a las órdenes de Woody Allen
26 de septiembre de 2020·5 min de lectura
A sus 45 años, Elena Anaya puede jactarse de haber conseguido el sueño de muchos intérpretes tras labrarse una carrera variada y en diferentes rincones del mundo. Ha sido tanto chica Almodóvar como villana de Wonder Woman, y ha trabajado junto a Julianne Moore y Richard Gere como que ha cosechado un Goya en 2012 y otras nominaciones en premios internacionales como los BAFTA. Sin embargo, su amplia experiencia artística no la había preparado para el desafío de trabajar bajo las órdenes de uno de los directores más difíciles: Woody Allen.
Y decimos difíciles porque aquellos intérpretes que están acostumbrados a ensayar previamente antes de un rodaje o a lidiar con cineastas que preparan a sus actores ofreciéndoles libros, documentales, artículos e información de apoyo para crear a sus personajes, han confesado tenerlo muy difícil cuando se han puesto en manos del neoyorkino. No solo por la falta de guía previa, sino también por su falta de comunicación o vergüenza en el set. Y Elena no fue la excepción y así lo contó ella misma en entrevistas recientes compartiendo uno de los relatos más sinceros que hemos oído en boca de una estrella de cine.
La actriz nacida en Palencia es una de las protagonistas de Rifkin’s Festival, la nueva comedia de Woody Allen que hace unos días inauguró el Festival de San Sebastián que precisamente transcurre en Donostia cuando un matrimonio asiste al certamen de cine pero terminan enamorándose de otras personas. Mientras la esposa (Gina Gershon) comienza un romance con un director francés (Louis Garrel), el hombre (Wallace Shawn) se enamora de una doctora más joven española (Anaya). En resumen, se trata de otro de los enredos sentimentales de Woody Allen que juegan entre el humor y el drama existencial de la edad pero manteniendo su tono de comedia habitual.
Filmada en julio de 2019 en Donosti, Rifkin’s Festival se filmó en tan solo cinco semanas y según contó Elena Anaya, no fueron el sueño que esperaba porque Woody Allen era muy directo con sus críticas. Básicamente la llamaba mala actriz y en su cara. “A mí me hundió muchos días” relataba a Buenafuente en LateMotiv. “Le respeto, seguiría trabajando con él si me llamase, me parece un excelente director y un maestro. Un mito del cine. Un genio” comentaba la actriz para luego revelar que en el primer día de rodaje, tras las primeras tomas, le dijo “Es ‘awful’ (horrible). No me creo nada de lo que estás haciendo. Eres la peor actriz de la historia del cine”. Elena se queda petrificada contando el relato como transmitiendo al público el rostro que tuvo en aquel momento al vivir una crítica tan dura para cualquier actor, pero también para cualquier trabajador en general si tu jefe te viene con semejante calificativo.
Elena deja claro que no se trataba de una broma ni una provocación. No era una táctica del director para sacar lo mejor de ella. Era lo que pensaba, sin más, y se lo repitió varios días.
La actriz cuenta que la productora de Allen intentaba calmarla compartiendo con ella que el director le había hecho el mismo comentario a otras actrices de renombre que habían trabajado con él previamente, como Cate Blanchett o Kate Winslet (vía RTVE), pero no era suficiente. Igual llegaba a casa “desolada”.
Al final, con o sin presión, Woody Allen logró sacar la actuación que buscaba en ella. No solo dijo públicamente que “era una muy buena actriz” sino que ella misma reconoce que la dura crítica la hizo aplicarse más. “Quiero matizar una cosa” dice Elena. “Siempre tenía razón. Al final del rodaje empecé a reírme con sus comentarios con él, porque decía verdaderas barbaridades. Cosas como ‘si alguien tuviese que escribir un libro sobre la peor actuación del mundo, deberían de llamarte a ti’. Era una tras otra” comparte Elena con total naturalidad y sonriendo, confesando que se sumaba a los comentarios del director. “Pero es verdad que tenía razón. Eran secuencias muy largas y hay instantes en lo que pasas de puntillas y siempre me pillaba”.
“Pero es un excelente director” sentenciaba. “Al final fue muy cariñoso y me dijo que estaba contento”.